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Thursday, April 27, 2017

Una llamada inesperada

Y de repente suena el teléfono. Su sonido histérico y agudo asusta a la Energía Nómada que en esos momentos caminaba por las dimensiones mágicas del sueño. Su mano recorre a tientas la mesilla hasta acertar a descolgar el auricular. No es fácil salir precipitadamente de un mundo y conseguir aterrizar con los dos pies en el otro. La Energía Nómada escucha hablar a su voz; su tono es cavernoso y desconocido, como si todavía no le perteneciera, como si se hubiera convertido en un altavoz con ideas independientes y no respondiera a los designios de la Energía Nómada, que todavía se esfuerza por entender qué es lo que pasa. La voz contesta, la mano enciende la lámpara. La Energía Nómada intenta llegar al mundo de los despiertos.

“Soy Paula”, escucha decir al otro lado del teléfono. Al principio la mente ausente de la Energía Nómada no tiene ni idea de quién puede ser Paula. “Paula Tierra”- repite la voz; y parece que con eso está dicho todo. 
La Energía Nómada se incorpora y se sienta en la cama. Sus cuerdas vocales toman el mando de la situación mientras su mente se desespera por comprender qué pasa, quién llama, por qué, y sobre todo por intentar llegar, llegar, llegar al mundo de los mortales despiertos. “No cuelgues. Necesito un café”, se oye decir. Y como un autómata se dirige a la cocina teléfono en mano. El olor a café caliente consigue que finalmente tome tierra..

“¡Paula! ¡Por Dios Santo! ¿Cómo estás? ¿Qué sucede?”, consigue exclamar después de dos sorbos para acto seguido averiguar, porque la propia Paula se lo hace saber, que eso ya lo han preguntado minutos antes sus cuerdas vocales; es únicamente la contestación de Paula lo que no ha recogido por la sencilla razón de que la voz es un simple emisor, nada que ver pues con la función de receptor.

“Van a operar a Jorge”

¿Jorge?, pregunto cada vez más asombrada, ¿Ahora? ¿Ha tenido un accidente? ¿Qué ha pasado?

Paula me comunica que eso es justamente lo que acaba de explicarme.

“Cuéntamelo otra vez”, le pido, casi suplico – “Ya sabes cómo soy sin café”

Y Paula empieza a hablar y a hablar y a hablar, hasta un punto donde ya no habla sino que llora y llora y llora. Y la Energía Nómada enmudece, sostiene la taza de café humeante con las manos como si de un cáliz sagrado se tratara y recorre las distintas esferas de lo visible y lo invisible. Incapaz de permanecer en un sitio y menos aún “en el sitio”, se lanza a rememorar el pasado feliz en el que Paula no lloraba.

Paula Tierra..., piensa la Energía Nómada, Telefoneando a horas intempestivas. Marcando su número de teléfono a las cuatro de la mañana... Jorge entre médicos. La Energía Nómada no entiende nada.

Paula Tierra.... Paula es un poco más joven que la Energía Nómada y Carlota. Todas ellas se conocieron en la residencia de estudiantes. Paula era entonces lo que después fue y por eso Carlota y la Energía Nómada han sospechado que muy probablemente Paula siempre fue lo que después fue: una mujer sumamente organizada, sumamente cerebral, sumamente centrada, sin sentido para lo trágico, sin sentido para el drama, para lo artístico, para algo que no fuera el aquí, el ahora y ... la jurisprudencia. 
Paula, al contrario que Carlota y la Energia Nómada, fue siempre una brillante jurista y supo tomar de sus amigas el sentido artístico y creativo que las caracterizaba para integrarlo en su propia formación jurídica no, sin embargo en su espíritu.. Paula aprendió de Carlota y de la Energía Nómada – y doy fe de lo mucho que le costó aprenderlo- el sentido trágico, dramático y cómico porque lo necesitaba, sencillamente lo necesitaba, para asegurarse el éxito en la práctica de su profesión. Se trataba de un simple instrumento; no más.
Carlota y la Energía Nómada por el contrario fueron incapaces de interiorizar los principios jurídicos de la existencia.
Carlota terminó Derecho, luego estudió Económicas y ya de casada, con cinco hijos y un perro, se introdujo en estudios varios de historia, sociología, psicología, matemáticas y medicina, además de continuar con la música: piano, violín, viola y un grupo coral que la convenció –casi la obligó- a unirse. Ejercer sólo ha ejercido de madre y esposa.
Ahora el Espíritu duerme pero la Energía Nómada sabe, lo sabe porque hay cosas que se saben, que el Espíritu está empezando a despertar. Es sólo un comienzo, pero la Energía Nómada sabe, con la sabiduría primera, que el Espíritu batalla cada día contra los monstruos que la mantienen prisionera. Y la Energía Nómada espera, espera.

Paula... Paula Tierra llamando a las cuatro de la madrugada. El tranquilo Jorge con un pie en la sala de operaciones. El Espíritu dormido y la Energía Nómada con un café-cáliz entre las manos...¿Qué diantres es lo que está sucediendo?
Paula... Paula Tierra que nunca ha querido tener nada que ver ni con Carlota ni con la Energía Nómada porque siempre ha considerado sus idas y venidas, sus elucubraciones, sus interminables disquisiciones altamente inflamables - "Demasiada retórica", dice- ."La vida no es una exposición de problemas", dice. "La vida es una resolución de problemas", asegura. "La vida no es un cúmulo de palabras ni un tenderete de ideas. La vida es un hacerse con los materiales de que se dispone"-sentencia.
“Pero Paula”, le decía Carlota a veces, “Aunque tengas los materiales algo tendrás que querer hacer con ellos y eso necesita pensarse, planearse, configurarse”.
“De eso justamente se encarga el Derecho”- contestaba Paula-Bunker hija de Kelsen.
Ni una mínima fisura en sus consideraciones. No la hubo nunca. Hoy tampoco.

Paula Tierra marcando un número de teléfono: el de la Energía Nómada a las cuatro de la mañana... Eso quedará marcado en los anales de su vida como mortal. Carlota y la Energía Nómada siempre habían apreciado a Paula. Desde el primer día. Justamente por lo de distinta de ellas que tenía: tan calmada, tan organizada, tan sensata, tan serena...
Paula no sufría de dudas existenciales, no padecía crisis emocionales, no lloraba cuando escuchaba a Chopin ni veía su alma elevarse al ritmo de los compases de Bach. Los pies no se movían al escuchar un vals y jamás se le hubiera ocurrido cantar por los pasillos. Entiéndanme: Carlota tampoco cantó jamás en el pasillo pero eso es porque Carlota tiene alma de hada-dama, no porque su “equilibrada emocionalidad” le impidiera hacerlo y de hecho su alma cantaba en silencio las canciones de Battiato que la Energía Nómada gritaba (más bien “berreaba”) al viento. Los pies de Carlota no se movían de su sitio al escuchar un vals pero doy fe de que su alma bailó cada uno de los valses que escuchó. Paula en cambio se quedaba quieta porque todo en ella es sosiego y calma. Lo único que ha conseguido emocionarla – y la sigue emocionando es Jorge, el tranquilo Jorge.

Jorge el tranquilo es también lo único que ella, tan serena y equilibrada, no nos ha perdonado. 

Nunca.

Conocimos a Paula el mismo día de su llegada a la residencia de estudiantes en la que nos alojábamos y sentimos por ella la fascinación que se siente al ver una personalidad completamente distinta de las que se conocen. Paula era ya en aquel tiempo  “una mujer hecha y derecha” mientras que nosotras no éramos más que Espíritu y Energía. 
Hasta cierto punto podría afirmarse que Paula fue el “prototipo” de la Verónica pragmática. Hace poco Verónica preguntó a la Energía Nómada cuánto pensaba llegar a ganar cuando era joven. La Energía Nómada miró al techo, luego al suelo, luego carraspeó, volvió a levantar la vista hacia arriba y la mantuvo así hasta que su mirada trascendió el techo y todos los otros techos, alcanzó el cielo y se perdió en sus inmensidades. Finalmente sonrió: “Nunca pensé en ello”. La sorpresa de Verónica no conocía límites. “¡¿Nunca?!”, casi gritó. “No. Nunca” –volvió a repetir la Energía Nómada. Verónica marcó el número de su madre para confirmarlo. “Es curioso” – comentó después de haber verificado mi “No. Nunca” – “yo pienso en ello todos los días. ¿De qué diantres pensabas vivir, Energía Nómada?” 
La Energía Nómada vaga por los espacios etéreos y se sienta en una nube. “Compréndelo Verónica. Eran los tiempos del haz el amor y no la guerra, paz a los hombres de buena y mala voluntad. Eran los tiempos del Segundo Concilio Vaticano, la época en la que las brujas eran buenas y los Reyes Magos venían en sus camellos y caballos cargados de regalos... o carbón, que de todo hubo... Era el tiempo en que Janet cantaba “Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así”, el mundo de los hippies y de una Iglesia que repetía una y otra vez que todos éramos iguales, que teníamos que “entender” al otro, que “entender” al otro era ponerse en su lugar, el tiempo de la libertad de pensamiento y de la libertad de expresión... Lo de ganar dinero no entraba en un discurso que Carlota y la Energía Nómada siempre creyeron a pie juntillas. El discurso era más bien “Dios proveerá.”

Y los ojos de Verónica lanzaban destellos de incredulidad y meneaba la cabeza de un lado a otro sin comprender ni una sola palabra sin terminar de decidir si la Energía Nómada era loca de atar o tonta de remate. Seguramente ambas cosas. Y la Energía Nómada observaba a Verónica con una dulzura no exenta de un cierto aire bobalicón. “Yo pienso cada día en cómo voy a ganar dinero y cuánto dinero voy a ganar”, afirma Verónica resuelta. “Y eso está bien”, le tranquiliza la Energía Nómada. “Dime” – pregunta atónita Verónica- ¿en qué mundo vivís mi madre y tú, en qué mundo habéis vivido?” Y la Energía Nómada se calla y no contesta porque no quiere mentir, porque la verdad es que Carlota y ella han vivido en un mundo de sueños y son seguramente las mujeres como Paula y Verónica las que en realidad han construido el mundo mientras ellas pululaban por los espacios astrales e intersiderales. ¿Hubieran soportado vivir en el mundo real? El Espíritu duerme y la Energía Nómada recorre a solas el tiempo mientras Paula Tierra habla de Jorge y de la operación que le espera.

Jorge. El tranquilo Jorge fue precisamente quien las separó. Pero curiosamente no por el motivo que hubiera separado a la mayoría; no por celos sino por todo lo contrario. Jorge ha sido lo único irracional que ha existido en la vida de Paula. Por el contrario, para nuestro amigo Jorge, Paula ha sido lo único sensato que ha encontrado. Como él mismo dice: “Después de Carlos, Carlota y la Energía Nómada es lo mínimo que el Cielo podía hacer por mí.”

El flechazo fue inmediato... Tan inmediato como el resentimiento de Paula hacia nosotras.

Resentimiento sí. Pero no porque nosotras hubiéramos conocido al tranquilo Jorge antes que ella; no porque nosotras fuéramos en aquel entonces más amigsa de él de lo que ella lo era... 
No. 
El motivo del rencor de Paula, un rencor que ni el tiempo ha logrado aminorar, se debió a algo que ningún ser racional sería capaz de comprender: al hecho de que ni Carlota ni la Energía Nómada habían experimentado ninguna atracción ni emocional ni intelectual por el tranquilo Jorge. A su vista Jorge, el tranquilo Jorge, era sencillamente el tranquilo Jorge. Y ese “sencillamente” fue algo que nunca les perdonó. Para ella en cambio Jorge era “el dios Jorge”; lo fue desde el principio. Que Carlota y la Energía Nómada, teniéndolo tan cerca no le hubieran reverenciado como tal, que hubieran preferido centrar nuestra atención y hasta admiración en Carlos, el misógino y misántropo Carlos, le resultaba – y le resulta- insoportable e insufrible.

Díganme ¿quién entiende a los sensatos y equilibrados seres de este mundo?

Paula Tierra llama a las cuatro de la madrugada envuelta en una preocupación que trasciende su sentido habitual de la preocupación. No es Paula Tierra la que llama sino la enamorada Paula Tierra la que ha descolgado el teléfono.

Y yo pienso en lo sola que me quedaría sin el tranquilo Jorge, si le sucediera algo al tranquilo Jorge. ¿Con quién discutiría? ¿Con quién podría medir mi espada? Y recuerdo a Jorge el tranquilo,el siempre tranquilo Jorge, tranquilo incluso cuando tira a matar con su implacable lengua, y lo mucho que le he echado de menos. Y de repente el café-cáliz comienza a temblar entre las manos.

“Vete a ver a la estrella de la bruja ciega”, me pide Paula súbita e imperiosamente. “Vete a verla”

“No sé qué podría hacer ella.”

“Vete a ver a la estrella de la bruja ciega”, repite implorante.

Y la Energía Nómada oye hablar a Paula con una voz y con un alma que le resultan tan nuevas como desconcertantes. “¿No crees que sería mejor ir a una iglesia y rezarle a Dios?”, pregunta la Energía Nómada pensando en lo creyente que es Paula, que no falta a misa ni un solo Domingo.

“Eso ya lo haré yo”- contesta resoluta la acostumbrada Paula- “Tú vete a ver a la estrella de la Bruja ciega”

Y por un instante vislumbro la importancia de Carlota y la Energía Nómada en este mundo; el papel que les está destinado cumplir y que nada tiene que ver ni con el religioso ni con el político ni tan siquiera con el social.

Hoy como ayer, ayer como mañana, alguien tiene que encargarse de mantener encendida la llama de los sueños. Esos que mueven a los hombres a escalar las cimas más altas por el simple placer de contemplar más cerca las estrellas, esos que instan a los hombres a viajar a los más remotos lugares no para llegar sino para caminar, no para ver sino para sentir, no para descansar sino para fatigarse, no para disfrutar sino para recoger el polvo de los senderos, sin misión ni motivo, simplemente porque la vida incita al movimiento. Al movimiento sin causa, únicamente porque el movimiento del hombre lo conecta con el movimiento de otros hombres, del mundo, de otros mundos, del universo... El mundo sigue en movimiento y yo pienso en Aristóteles y en su obsesión por el Movimiento, incluso por el No Movimiento. El Universo es Movimiento. Dios es No-Movimiento. Dios mueve sin ser impulsado. Y la fuerza que Dios impulsa es la fuerza de los sueños.
El mundo, el Universo en movimiento.
El mundo, el Universo soñando.

Y la Energía Nómada finalmente comprende: no Dios sino los sueños son los que derrotan al nihilismo y lo arrojan al lugar oscuro y tenebroso de donde salio. Ninguna guerra religiosa ni social ni política logrará vencer jamás al nihilismo. Los sueños, la fuerza de los sueños, es la única que puede deterlo. 

Y por vez primera la Energía Nómada se reconcilia con el Dios que no sólo no condenó las trastadas de Jacob a Esaú sino que encima le rió la gracia de enfrentarse a su Angel; porque Dios supo que aquel bribón, por muy bribón que fuera, sostenía también la fuerza de los sueños.El sueño de creer que podía vencer al ángel de Dios. Eso sí que es soñar, pero claro, la interpretación religiosa que no entiende nada de sueños sino sólo de condenas y recompensas, condena a Esaú.

Dios es más sabio que las interpretaciones religiosas. Dios no condena a Esaú, como tampoco condena a las Paulas y Verónicas de este mundo porque Dios sabe de su importancia. Dios enriquece a Esaú: le concede tierras e hijos, pero Dios perdona a Jacob y se rie con él justo por lo que de salvación hay en él, una salvación no exenta de oscuridades y obstáculos, es cierto, porque cualquier sueño puede transformarse en pesadilla. Dios perdona a Jacob por lo que Jacob porta en él: la fuerza de los sueños, porque esa es la fuerza que cuando es clara y afable mantiene al mundo y lo libra de la oscuridad nihilista, pero esa es también, la fuerza que cuando está sucia y corrompida lo lanza a los avernos.

Eso, justamente eso es lo que representa Jacob: la fuerza de los sueños.

Fuerza transmitida después a su hijo José pero, aunque parezca lo contrario, más debilitada porque en José la Fuerza de los sueños se ha transformado en el Poder de la adivinación y el Poder de la adivinación es siempre más mundando, más terrenal.

“Iré a ver a la estrella de la Bruja ciega” – promete la Energía Nómada.

Paula cuelga.

Son casi las ocho de la mañana. La noche se ha hecho mañana.

La Energía Nómada  apura el café frio y se prepara para dirigirse a visitar a la Estrella de la Bruja Ciega.

La Energía Nómada.

El tranquilo Jorge tranquilamente se dirige al trabajo para tranquilamente ocuparse de sus asuntos importantes antes de acudir a la sala de operaciones.

Carlos Saldaña organiza su intervención y se la encomienda al mejor cirujano de su clínica.

Carlota se ha levantado y se prepara a salir como muestra de salud.

Su marido está concentrado en sus negocios.

Verónica estudia sin descanso para sus exámenes. La guía la motivación de no ser como Carlota y la Energía Nómada. Cualquier cosa menos convertirse en una de ellas, se repite en silencio cada vez que hace una pausa, cada vez que se cansa...

Paula consulta los horarios de misas mientras se enfunda una elegante chaqueta, coge un caro bolso, da las últimas instrucciones a la gobernanta, que es como ella llama a su mujer de la limpieza, envía un par de mensajes y sale por la puerta en dirección al trabajo.

La Energía Nómada se encamina a visitar a la Estrella de la Bruja Ciega.