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Friday, February 14, 2025

Democracia, mujer, persona. Baluartes de la Humanidad en peligro.

 

Es Jorge el que me despierta con su llamada. “Nunca te había interesado la mujer.” – me dice tranquilamente enfadado el tranquilo Jorge – “A decir verdad lo que te ha caracterizado durante décadas ha sido tu asexualidad. Siempre has sido un híbrido asexual; ni tan siquiera hermafrodita.”  La tranquilidad con la que el tranquilo Jorge insulta es aplastante. Es su tranquilidad la que confiere a sus improperios una objetividad – que, pese a que se trata de una falsa, absolutamente falsa objetividad – resulta difícil de erradicar. La tranquilidad con la que el tranquilo Jorge expresa sus sentencias les otorga tal objetividad que de repente ya no son frases: son sentencias, conclusiones, definiciones de la persona a la que van dirigidas. Lo que el tranquilo Jorge tranquilamente expone en un par de frases necesita, requiere, cientos de párrafos que expliquen por qué sus presupuestos son falsos. Pero díganme: ¿quién tiene tiempo, deseos y paciencia para detenerse a escuchar un discurso que supera los tres minutos o leer más de un par de líneas? Lo más que la persona – o sea, una que soy yo - verbalmente agredida con una objetividad, que pese a la falsedad que contiene se impone en la realidad como objetiva es protestar. Eso fue lo que yo hice – “Jorge eso no es cierto y lo sabes. ¿Sigues enfadado por la carta abierta que introduje en el blog hace algún tiempo?” Pero Jorge el tranquilo pocas veces se inmuta y hoy, desde luego, no es una de ellas. “¿A qué carta te refieres? Ah… Ésa… Isabel, no intentes cambiar de tema introduciendo nuevas variables. Llevas anos hablando de nosotros. ¿Por qué habría de importunarme algo así? Comprendo que se trata de una estrategia para no contestar a la pregunta que te acabo de contestar: ¿Por qué te interesa tanto la mujer en estos momentos, a ti a la que tanto desagradan los movimientos feministas y con las características personales que te definen?”

Llegados a este punto Jorge el tranquilo, no sólo ha detenido tranquilamente mi defensa o mi ataque, como ustedes prefieran; Jorge el tranquilo ha seguido cavando mi fosa social a base de nuevos insultos que, claro, exigen de nuevas largas y complejas explicaciones.

“Jorge” – respondo – “Sabes que los movimientos feministas no me han gustado por colectivos y por conflictivos. Los colectivos convierten a la mujer en un monolito, lo cual me niego a aceptar y son conflictivos porque tienden a separar entre mujer monolito y hombre monolito. Con ello niegan algo que a mí me parece esencial: la categoría de persona. Cuando una mujer es agredida quien recibe la violencia es una persona. Eso justamente es lo que hay que considerar. Igual que cuando una persona está enferma se trata la enfermedad en función de vida humana que sufre y no pensando si es mujer o si es hombre. Del mismo modo una sociedad injusta ha de intentar introducir reformas. Pero créeme: muchos hombres sufren violencia de otros hombres y de otras mujeres; muchos hombres mueren asesinados por otros hombres; muchos hombres sufren desigualdad en el trabajo a causa de rivalidades entre compañeros. Las mujeres no son solidarias con otras mujeres por el hecho de ser mujeres; a veces no son solidarias ni con sus amigas. A veces no lo son ni con ellas mismas y se venden, como se venden los hombres, no por un plato de lentejas (siempre legítimo) sino por un puesto mejor o por un coche de alta gama ¡qué sé yo! Me niego a considerar a las mujeres diosas en santidad. Me niego a introducirlas en un cajón del que no puedan salir porque o santas (las del cajón colectivo) o herejes (las que deciden lo contrario de lo que el cajón colectivo ha aprobado). La mayor enemiga de una mujer es otra mujer. Lee los cuentos y entenderás. En estos instantes el colectivismo está tragando a la mujer y de este modo está dejando a la intemperie del bosque a sus hijos – nacidos o no nacidos. Se está convirtiendo la gestación es un proceso mecánico. Es indiferente que las mujeres top engendren o no engendren hijos. Todavía no estamos en el Mundo Feliz que predijo Huxley, pero se puede recurrir a la maternidad por alquiler de vientre. Un nuevo negocio ha nacido. ¿Dónde está el movimiento colectivo de la mujer en este caso? En ningún sitio ¿Por qué no? Porque el vientre de una mujer le pertenece. Le pertenece el vientre. ¿Pero y el hijo que lleva dentro? ¿También le pertenece hasta el punto de poder venderlo? ¿Se puede vender un hijo y no se pueden vender los órganos de un fallecido? ¿Se puede vender un hijo y no se puede vender la sangre? Y resulta que cuando una mujer dice que el vientre de alquiler es un horror humano corre el peligro de ser tildada de “fascista” o de “retrógrada”.  ¿Quién entiende esto? Yo desde luego no. ¿Y qué me dices del divorcio? ¿Una mujer puede luchar por amor por un hombre casado y la esposa de ese hombre casado no puede luchar porque si ese hombre casado se ha acostado con la mujer que está luchando por su amor ha contraído matrimonio, obligaciones de promesas a cumplir, porque acostarse con la mujer que no es su mujer significa que ese hombre siente amor por esa mujer que no es su mujer, pero que como está luchando por su amor le ha perseguido constantemente, mientras que si su esposa lucha por el amor viejo, reposado en toneles de noble roble es una cornuda consentidora preocupada únicamente por el patrimonio que, en el mayor caso de las situaciones, han levantado además los dos? ¿Alguien entiende que de repente es la esposa que lucha por el esposo la que ha de justificar su lucha porque la mujer que va tras un hombre casado durante meses, que se acuesta con él sabiendo que está casado, está luchando por el “verdadero” amor, o sea el suyo? ¿Quién entiende esto? Yo desde luego no. ¿Y qué me dices de las mujeres que dejan abandonados a sus propios hijos para ir a cuidar por dinero a los hijos de otras mujeres que tienen el suficiente dinero para pagar a personas cualificadas que se encargan de cuidar a sus hijos mientras ellas desarrollan sus trabajos no solamente bien cualificados sino además bien remunerados, mientras que las otras, las que cuidan a los hijos de esas mujeres, han de conformarse con el consabido “ir apañándoselas como se pueda”?  Si alguna de esas dos mujeres, da igual que sea la que cuida o la que paga a la que cuida, decide dejar su trabajo y dedicarse a sus hijos y a su familia será apaleada socialmente. Pasará a convertirse en Paria. A ella se le reprochará su falta de solidaridad hacia la sociedad a la que pertenece porque no contribuye con su trabajo, olvidando con ello la gran labor que presta a la sociedad educando a hijos-ciudadanos en la virtud y proporcionando una estabilidad emocional al grupo del que está siempre ahí, a cualquier hora, en cualquier momento. Se le recordarán miedos ancestrales como la muerte de su marido, el divorcio llegado una edad, la pobreza en la vejez, el abandono por parte de los hijos. Películas de terror emitidas día tras día hasta convertirlas en acompañantes cotidianas de su existencia.  Su marido y sus hijos serán tratados con conmiseración burlona. Su marido será considerado como un débil, que mantiene, o como un “macho”, como un “pachá”, que desea ser servido y sus hijos serán acribillados con comparaciones de “mi madre vale más”, “mi madre sabe más”, “mi madre gana más” para concluir “y yo me aprovecho de todo eso en lo que mi mamá es más” ¿Alguien entiende esto? Yo no. Y todo, absolutamente todo esto, nace del cajón colectivista en el que han atrapado a la mujer. No me extraña que aquellas mujeres que quieren proteger sus principios sin salir del cajón se nieguen a procrear e incluso a una relación estable con ningún hombre. Una mujer quiere ganar su dinero. Quiere tener sus reglas. Exige su orden. Desea su ritmo. Y justo porque es consecuente con todo ello comprende que es injusto utilizar a los hijos como ositos de peluche para la juventud, como small talk para la madurez, y como seguro de entretenimiento para la vejez. Por eso renuncia a ser madre. Una mujer con dichos principios tampoco se casa porque como aseguran los movimientos colectivos el amor llega y el amor va. Y por tanto no va a admitir a ningún hombre ni como Smart ni como gigolo ni como muñeco robot para que le prepare la comida cuando llegue a casa con ojos de borrego degollado. Algo que seduce enormemente es un oyente atento. Pero como cualquier persona sabe, o debería saber: el oyente atento desaparece igual que desaparece la oyente atenta tras un par de sesiones intensas. Es entonces donde entran en juego las emociones, que mantienen la atención del oyente, siempre efímera. Pero hete aquí que también estas mujeres son criticadas. Por frías. Y si no quieren caer en el compartimento de “frígidas” han de demostrar al colectivo gozar de grandes relaciones. ¿Alguien entiende esto? Yo no. No entiendo nada excepto una pequeña cosa que es la rendija por la que yo una y otra vez me escapo: la mujer es, antes que mujer, persona y como persona individuo libre e intransferible. Y por esa ranura, por el hueco que mi condición de persona construye me escapo sin caer en el grupo colectivo de las antifeministas profeministas de la esclavitud.  Lo cual sentencia a la persona a otro tipo de cárcel. Esta sí que especial para sólo mujeres. Son harenes de esclavas lo que allí se erige. Y todo por ese empeño en convertir a la mujer en colectivo para acto seguida encerrarla en un cajón, da igual de qué cajón se trate, en vez de considerar a la mujer lo que la mujer por ser humano es: Persona. “

Es al llegar al punto final de mi discurso cuando comprendo que hace tiempo que Jorge el tranquilo ha colgado tranquilamente el teléfono.

Abandono la idea de llamarle para seguir defendiéndome. Todos lo sabemos: los ataques que más éxito tienen son aquellos que utilizan la sorpresa y la rapidez. Es la defensa la que exige resistencia, resiliencia, persistencia en los principios y confianza en la Justicia. Es decir: Tiempo y Fuerza.

“¿Crees que esto sólo te sucede a ti?” – me pregunta el olor acariciante de mi sopa.

“No” – contesto en silencio – “A la Democracia le está pasando lo mismo”.

Ah. La Democracia. Tantas preguntas sin sentido acerca de su naturaleza, de su validez, de su utilidad, de su necesidad. En general son las personas las que se preguntan por la razón de su existencia. Las brujas, en cambio, justo por nuestra condición de brujas, hemos de soportar casi a diario tales interrogantes solapados bajo diferentes velos. ¿La razón de la existencia? La existencia misma. Incluso mi vampiro, el rey del “Reino del No-Ser”, proclama el triunfo de su existencia frente al Ser en vez de querer caer en el Reino de la Nada, - ¡tan cercano al suyo!

Creo que aquí radica la diferencia. Las brujas estamos acostumbradas a que se nos cuestione nuestra existencia desde los primeros momentos casi en los que abrimos los ojos. Por eso en la vejez inundan nuestras risas el espacio cada vez que contemplamos una nueva flor, una nueva hoja, cada vez que en el cielo azul y despejados observamos como se mece una tímida nube blanca: porque sabemos que todos ellos están destinados a desaparecer ¡pero que belleza y que triunfo de la vida mientras existen!

Piensen esto cuando se pregunten o les pregunten por el sentido de sus vidas.

Piensen esto también cuando se pregunten o les pregunten por el sentido de la Democracia.

Tan importante como descubrir las falacias en el tratamiento colectivo que se hace de la mujer es descubrir las falacias que se introducen a la hora de considerar el tema de la democracia. Si ustedes niegan la similitud entre el concepto “persona” y el concepto “Democracia”, ustedes se equivocan. Y si ustedes creen que el destino de la mujer, como persona, y el destino de la democracia, como sistema de gobierno son destinos separados y aparte, ni siquiera paralelos, ustedes vuelven a equivocarse. “Democracia”, “Mujer”, “Personas” son conceptos unidos por el mismo destino. Si la Democracia muere, muere la mujer y muere la persona. Es, pues, necesario que la Democracia sobreviva justo para que la mujer y la persona puedan, igualmente, sobrevivir.

Sus enemigos son muchos y los métodos que utilizan para destrozarla cambian y se renuevan con cada nueva generación. Cada nueva generación ha de luchar por mantener lo que tantos quieren destruir. Como Maquiavelo avisó en los Discursi: los pueblos que nunca han conocido la libertad, difícilmente la conocerán y aquellos que buscan el Poder no tienen ningún escrúpulo para engañar al pueblo y conseguir que éste abandone los derechos y privilegios que con tanto esfuerzo se alcanzaron.

He aquí los métodos que en nuestra generación utilizan aquellos que buscan destrozar los baluartes de la Humanidad que son: la Democracia, la mujer y la persona.

1.      Difamación

En el caso en que una Democracia sea fuerte y se mantenga dignamente en su puesto y sea capaz de capear las provocaciones que recibe, entonces la fase dos consiste en la difamación. “Difama, que algo queda”, dice el refrán. El refrán tiene razón. Desinformación por aquí, fake new por allá, equivocación delante, malentendido detrás… poco a poco se irá introduciendo en la sociedad la semilla de la duda, la desconfianza. El que difama pedirá incluso perdón por el error. Pero ¿lo ha pedido porque reconoce su error o porque le han obligado a pedirlo? Contra la difamación una Democracia tiene prácticamente perdido. O ataja rápidamente al que difama, o la difamación se convierte en algo más que en un castillo inexpugnable. Se convierte en una montana en medio del paraje. Es decir: lejos de ser una construcción, la difamación es un constructo artificial que, sin embargo, se convierte en una formación natural que llega a fundirse con el paraje, de tal manera que es parte de él.

Una Democracia difamada ha perdido su credibilidad y recuperar ésta no es fácil. Por mucho que se esfuerce en conseguirlo, siempre habrá aquellos que dirán que lo hace para limpiar su mancha, pero que tan fácil no va a ser. Por no hablar de aquellos que la tildarán de “hipócrita”, “buenecita” o “en busca de santidad”.

Ese mismo peligro es el que corre la mujer una y otra vez. Por eso su tradicional mimetismo con las otras mujeres, por eso su constante miedo a decir o a hacer algo que se aparte de lo que la mayoría dice y hace: porque “La mujer no sólo tiene que ser honesta. También tiene que parecerlo.” Es el refrán más estúpido que he escuchado en mi vida. Y llevo siglos escuchándolo. Imaginen ustedes: desde los tiempos de los romanos. ¿la mujer honesta tiene que parecer honesta? ¿Alguien puede explicarme la falacia que semejante oración encierra? Una mujer que es honesta no tiene que parecer nada. Lo es y con eso basta. Pero es que además si no bastara, por mucho que no lo pareciera, la persona de pro que se relacionara con ella se daría cuenta enseguida que esa mujer es honesta. ¿Por qué entonces ese “parecer”? Ese “parecer” no tiene en absoluto nada que ver con la honestidad de la mujer. Ese “parecer” es una advertencia a la mujer de que ha de comportarse “como todo el mundo”, “como la voz dominante”, “como lo que digan los que tienen la voz y voto del decir, que hay que comportarse. En otro caso su fama estará hecha a perder y su honestidad no le servirá de nada.

Así la mujer. Así la Democracia. La Democracia ha de estar constantemente dando pruebas de su “democraticidad”, por decirlo de algún modo, para que su fama se mantenga lo más impoluta posible.

Esto obliga a la mujer a preocuparse más por el parecer que por el ser. Así el destino de la mujer. Así el destino de la Democracia.

Esto también es lo que obliga a la mujer, ya lo he dicho, a seguir al comportamiento “in” de la temporada y lo que obliga a la Democracia a caer en el Populismo.

El resultado es que la mujer honesta termina siendo hipócrita porque esforzándose en parecer honesta atendiendo a los demás corrompe sus principios y con ellos su honestidad. Así el destino de la mujer. Así el destino de la Democracia.

2.      Provocación

Se pone en entredicho que la democracia que actualmente tenemos sea una verdadera democracia. Con dicho argumento no sólo se critican determinadas reglas y leyes; también se exigen nuevos códigos. La actuación de la policía ante una revuelta callejera que quema coches y tira todo tipo de proyectiles es calificada de dictatorial y tirana. Cuanto más se contiene la policía mayor es la violencia en la calle. La consecuencia de todo ello es un reforzamiento del control, de la actuación de la policía. Con ello constatan los críticos a la democracia que la crítica a la democracia es cierta. Con ello constatan los críticos a la democracia que la democracia ha mostrado finalmente su verdadera cara: la de una tirana.

Esto recuerda bastante a ese peculiar deporte que consiste en “desvelar a Isis” donde “Isis”, curiosamente, es una mujer. Isis, diosa, democracia, mujer, poco importa. Lo femenino va cubierto y hay que quitarle el velo, esto es: descubrirlo para contemplar su “verdadero rostro”.

La provocación es una forma de desprestigiar a las personas que cumplen su deber buscando motivos ocultos como el beneficio personal, o el reconocimiento social, o la autocomplacencia. Cuando esa persona un día no pueda más y explote, ese día afirmarán unos cuantos sumamente orgullosos de sí mismos que “se ha descubierto su verdadero rostro.

3.      Igualación

No obstante, si pese a todo, la Democracia ha conseguido superar las fases de Difamación y de Provocación, todavía queda la cuestión de la Igualación.

Ustedes conocen sin duda esa terrible arma que muchos utilizan: una persona es un rematado vago, uno de esos que día tras día permanece en la penumbra de una sala con la puerta cerrada, echado en el sofá o en la cama, tapando su rostro con una almohada para que la luz de la penumbra y el ruido de la actividad de los otros no les importune. Grita e insulta a los que hacen algo, desprecia a los enfermos, y su egoísmo es déspota y desconsiderado. Un buen día, sin embargo, decide hacer algo. Ese día escoge la mejor de sus sonrisas; es buen conversador y agradable de trato.

Y ustedes conocen también a esas personas esforzadas, que trabajan desde la mañana a la noche, que intentan contentar a todos y llegar a todo, sin ser reconocidos. Como ustedes pueden suponer, a veces no pueden más y explotan profiriendo bufidos y voceríos porque, sencillamente, están agotados y apaleados por todas partes.

Pues bien, el primero es igualado con el segundo de la forma siguiente. Pepito es muy sensible y tiene malos días debido a su sensibilidad, pero que agradable es cuando se levanta. Juanito, en cambio, es trabajador, pero tan insoportable que mejor sería que no hiciera nada.

La mujer ahora ha sido sustituida por la persona. La persona trabajadora se ve así despojada de su mérito. Haga lo que haga nunca va a ser suficiente. Todo va a ser calificado a la baja, ninguneado, no visto, olvidado. Por el contrario, lo que haga el vago será potenciado, elevado a las alturas, celebrado, coronado, recordado en los anales de la historia. La ayuda que reciba la persona trabajadora será concedida y anunciada en la catedral para que el mundo sepa que hay que ayudarle por pena, porque no sirve. La ayuda que reciba el vago coronado será otorgada constantemente, pero constantemente de manera oculta. ¿Alguien ha hecho algo por ese vago? “¡Nunca!” Afirman los que la conceden. “Alguna vez…” – admiten a media voz cuando no les queda otra alternativa.

Lo mismo la Democracia. Mientras la Democracia se esfuerza por agradar a todos y a todo, por servir a todos y a todo, por ayudar y por proteger a todos y a todo, las Dictaduras permanecen sentadas orondas y gordas en sus grandes asientos, que han de ser grandes porque grandes son sus posaderas. Mientras la Democracia está de aquí para allá todo el día, las Dictaduras permanecen en la confortable sombra de sus aposentos.  

Pero hete aquí que a la Democracia se le niega cualquier reconocimiento. Todos son reproches y críticas y un día se enfada. La Dictadura en cambio, un día se levanta de buen humor y concede perdones aquí y allá con la misma ligereza con la que día antes sentenció penas de muerte a doquier.

Y hete aquí que a la Democracia le acusan de mal carácter y a la Dictadura de buen hacer. La Democracia es dura de corazón. La Dictadura es una sensible Autocracia que ha sido pedida por su amado pueblo, como el padre que es autoritario por el bien de su hijo.

4.      Narcisismo

Imaginen ustedes que esa persona esforzada decide mostrar sus logros, que está contenta de cada cosa que ha hecho bien y desea expresarlo. Imaginen ustedes que esa persona trabajadora y preocupada por su sociedad desea hacer partícipes a los demás de sus éxitos.

Será inútil. Lejos de ser aceptadas sus consecuciones como producto de su meritorio hacer, se apelará a la suerte, o a corrupciones ocultas, o a maquinaciones ocultas. Esa persona será tildada como manipuladora y narcisista, además de achacarle una falta de solidaridad y de empatía por los otros.

Los otros son los que no hacen nada, pero que tampoco han de hacerlo porque, aunque haya algunos que reconozca la verdad, la mayoría les aplaude. Todo por conseguir una sonrisa, porque ese vago utiliza el consabido “dulce o agrio”, “zanahoria o palo”, “regalo o latigazo”. En fin, ustedes me entienden.

Así la Democracia termina siendo narcisista y la Dictadura, siempre preocupada auténticamente por un pueblo incapaz de gobernarse por sí mismo, de decidir por sí mismo, porque un pueblo es como un niño al que hay que educar, como un ciego al que hay que indicar el verdadero camino, termina siendo vista como solidaria, empática. Y todo lo demás.

 

5.      Inversión.

Es así como un buen día, la mujer honesta se ve lapidada por deshonesta; la mujer que ha sido auténtica escucha gritar que al fin se descubre su “verdadero” rostro, no tiene nada que ver con el suyo, a la persona esforzada se le niega su mérito y la tristeza, la apatía, la desmotivación, el desconsuelo, ese “no entiendo nada” se apropia de su alma. Es entonces cuando acude a una sala en penumbra y se tiende en la cama, con la almohada encima de la cama con la secreta esperanza de recibir las mismas atenciones que el vago.

Así la persona, así la democracia.

No pasa nada de eso. A la persona esforzada la levantan a palos de la cama, por vaga. La Democracia, a su vez, se levanta despertada por el pueblo que reclama su muerte, su decapitación, por tirana.

En su lugar se quiere el restablecimiento del “orden democrático” de la Dictadura, se quiere al hombre salvador que es el dictador. ¿A quiénes les interesa el “orden democrático” de la Dictadura? A los enemigos de la Humanidad y a los defensores del sistema. A esos que en aquellas serie de “Star trek” eran conocidos bajo el nombre de “Borg”.

Díganme, por favor díganme, ¿en serio hacen falta tantos artículos de periódicos en tantos periódicos de tantos países preguntándose por la naturaleza y el valor de la Democracia como forma de gobierno? ¿Alguien puede decirme a qué intereses sirven cuando ellos, que están en el mundo, no ven lo que yo, sin estar en él, veo con tan nitidez que tengo que ponerme gafas negras para que la luz de la realidad real no me deslumbre?

La bruja ciega

Estoy muy cansada. Llevo horas escribiendo además de atender a asuntos varios. No he corregido el artículo. Pido disculpas por todos los errores que encuentren. Espero, al menos, haber formulado correctamente el contenido. No lo sé. No he corregido ni la estructura.

 

 

 

 

 

 

 

Thursday, February 13, 2025

Escribir como terapia. Ejercer de abuela

 

Yo moriré como he vivido: con la boca abierta a causa de la sorpresa. No me siento orgullosa de ello, a qué negarlo: a mi edad una, que soy yo, tendría que haber aprendido en qué consiste el mundo. Después de haber recorrido tantos caminos, de haber vivido y sobrevivido a tantas aventuras tendría por fuerza que saber en qué consiste eso que llamamos “vida cotidiana”. Al menos eso. Pues bien, lo confieso: sigo asombrándome. Y con el asombro, el silencio. Y con el silencio, la reflexión. Y con la reflexión, la escritura. Hoy se aconseja escribir como terapia. Reconozcámoslo: no deja de tener su gracia. Imaginen:  uno va al psicólogo en busca de ayuda y éste tras unas cuantas sesiones le recomienda que escriba… como terapia. Y además le cobra por el consejo. Cuando lo escuché por vez primera no pude articular una sola palabra. Me pasa siempre: el asombro me impide hablar. Es lo que supongo conlleva eso que Carlos califica de “overthinking”: la cantidad de pensamientos que se agolpan en nuestra mente nos impiden proferir ni siquiera un sonido. De niña, mi madre solía instarme a que no pusiera cara de tonta. En mis oídos esa frase: “no pongas cara de tonta” era sinónimo de “todos sabemos que eres tonta, pero no hace falta que lo muestres.” Al día de hoy sigo sin conseguirlo: abro los ojos, abro la boca y la expresión de mi rostro refleja justamente eso que mi madre denominaba “poner cara de tonta”.  Ironía de ironías sólo he conseguido la deseada “cara de póker” cuando se trata de mis cuitas emocionales. ¿Debo considerar estas líneas como “escritura de terapia”? Siento defraudarles. La escritura como terapia no llega a ningún sitio. Cualquiera que de pequeña ha escrito un diario es consciente de ello. Un buen día se descubre que esa actividad impide disfrutar de otras que interesan más. Uno no puede dedicarse a escribir sobre sus traumas cuando vive la vida. Cuando está dentro el foso del castillo, mucho menos:  si escribe hasta el agotamiento sobre sí mismo, pierde el interés por sus traumas y por sí mismo tanto como ha perdido las fuerzas para salir. Están condenados a seguir allí: aburridos de sí mismos y de sus historias sin poder salir. Para divertirse tendrán o bien que convertir sus traumas en tragedias o manipular desde el fondo de su pozo a todos aquellos que se acerquen a él para conseguir que caigan en el pozo y de este modo conseguir compañía. Lo más posible es que todos terminen bailando un vals al son del rey del Reino del No-Ser; o sea, al ritmo que les dicte el vampiro. Mi consejo: no utilicen la escritura como terapia. Si de verdad eso fuera cierto no habría tantos escritores, geniales, brillantes escritores, que se han suicidado. Uno de ellos es Stefan Zweig. Su compatriota, el también escritor Thomas Bernhard, aseguró que la causa que motivó que se quitara la vida fue empezar a escribir sus memorias. No recuerdo en cuál de sus obras lo escribió, pero no cabe duda de que parte de razón lleva.

De un foso no se escapa escribiendo. Se escapa en gerundio: escapando. Y eso sólo es posible haciendo lo que Jesús le dijo a Lázaro: “Levántate Y anda”. Dos simples pasos. Mucho más no hay. Si se sientan a escribir como terapia a sus problemas y traumas terminarán ustedes llorando lágrimas amargas. Y llorar no siempre limpia. Algunos, como las brujas, aprendemos a nadar en nuestras lágrimas y es así, nadando, como llegamos a la orilla, en la que nos secamos y felices nos levantamos y andamos. Volvemos a ponernos en pie y a volver a andar, se entiende. Algunos nadamos, otros se ahogan. Ese es el riesgo que entraña la escritura como terapia. Y se ahogan por una sencilla razón: porque, aunque no paran de moverse su movimiento no les conduce a ningún sitio y no les conduce a ningún sitio porque sólo están concentrados en sí mismos, en vez de concentrarse en lo que está fuera de ellos. Un ombligo que sólo se mira a sí mismo, es un ombligo en peligro, poco importa que escriba, pinte, o limpie ventanas.

El acto de escribir sólo tiene sentido cuando consiste en un salir de sí mismo para investigar y ordenar el mundo desconocido y loco en el que hemos caído.  Algunos no tienen tiempo para escribir y otros han de escribir para sobrevivir a la sorpresa, al desconcierto, poniendo las ideas, sus ideas, claras. Da igual que sea en forma de novela, de ensayo, de artículo, o de mensaje lanzado al mar en una botella-blog. Y eso sólo es posible cuando uno deja de mirar su ombligo para observar el ombligo ajeno.

Lo que quiero decir con toda esta retahíla de palabras es que de un pozo solo se sale saliendo. Levántate y anda, que siempre repito. Lo cual sólo es posible cuando uno ve brillar la luz en una dirección y se encamina allí.

Es justamente por esto por lo que el vampiro, mi vampiro, tenía razón cuando afirmó que en el mundo de Zenón el verdadero y absoluto reino es el suyo: el Reino del No-Ser. Al no existir la existencia de una dirección es imposible salir de cualquier pozo que se quiera. Ése es también el triunfo que se vuelve a repetir en los dominios del Reino de la Nada y de los nihilistas.

No escriban como terapia. Escriban para ordenar sus ideas. Aquéllas que aporrean sus cerebros y sus corazones en cuanto salen de casa y se tropiezan con sus congéneres de camino a o de vuelta a la Plaza del Mercado.

La única terapia que existe para salir del pozo es escalar a la luz, cueste lo que cueste porque lo más difícil ya está conseguido: han visto la luz, han distinguido la dirección y se han puesto en marcha. O lo que es lo mismo: Lázaro, levántate y anda. Y ya puestos, permítanme un último consejo: concéntrense en la subida, no en sus ombligos.

No sé por qué les digo todo esto. En realidad, era de otras cuestiones de las que yo quería hablarles y que, a decir, verdad no guardan más relación entre ellas que las de mostrarles que a veces es imposible, realmente imposible, caer en pozo alguno. Es la cólera de la escoba la que lo impide cuando se pone a barrer furiosa y frenética las insensateces a las que hay que atender en la Plaza del Mercado.

La primera es esa nueva expresión que acaban de inventarse los medios de comunicación. Quizás la han encontrado en algún lugar escondido. Ellos sabrán. La frase en cuestión es “ejercer de abuela”.

Permitan que me destornille de risa. Permitan que vuele de la risa. Permitan que caiga en el suelo agotada de la risa.

“Pepita quiere ejercer de abuela” – dice Juanita compungida- “Pero sus malvados hijos, nueras, yernos y demás especímenes, da igual cuál de ellos, no lo permite.”

Grandes lágrimas en el público.

“Pepita ya puede ejercer de abuela” – dice Juanita contenta- “Por fin puede.”

Grandes aplausos en la sala.

Y una, que soy yo, se queda impávida, fría, paralizada por la sorpresa y la ignorancia de no saber en qué consiste ese “ejercer de…abuela”.

“Ejercer”- musito - “ejercer” es cómo las maestras definían antiguamente a su profesión. “Estoy ejerciendo en X”, explicaba la maestra cuando se encontraba con algún conocido. “Ejercer” era una profesión y sigue oliendo a profesión.

Primera cuestión:

“¿Quieren trabajar de abuelas?” – me pregunto consternada. – “¿Con o sin salario?” – sigo preguntándome. “Si no son asalariadas, ¿se considerarán esclavas de sus hijos?” – pregunto nuevamente. “Si son asalariadas, ¿se considerarán sirvientas con derecho a horas extras y vacaciones?”

Segunda cuestión:

¿Qué entienden las personas que así hablan por el concepto “abuela”? ¿Darles caramelos? ¿Llevarlos al parque? ¿Remendar sus calcetines? ¿Prepararles la comida para cuando lleguen del colegio? ¿Llevarlos a las actividades extraescolares? ¿Limpiarles el culito? ¿Plancharles la ropa? ¿Enseñarles libros? ¿Leerles libros? ¿Escucharles leer? ¿Escucharles tocar los instrumentos de música día tras día?  ¿O más bien significa ejercer de abuela  obligar a los tiernos nietecitos y nietecitas a escuchar sus batallitas más soñadas que realizadas, obligar a los tiernos nietecitos y nietecitas a que los respeten, obedezcan y los idolatren y caso de que esto no se cumpla echar a sus respectivos padres a los leones por no saber educar adecuadamente a sus hijos y, ya puestos, en obligar a esos nietecitos y nietecitas a conseguir que los padres cumplan al pie de la letra, esto es, a rajatabla lo que la abuela que ejerce de abuela decide? Especifiquen por favor en qué consiste ejercer de abuela, porque lo que se vislumbra detrás de tanto sentimentalismo almibarado y edulcorado con el que se pretende rellenar una frase tan fría y carente de cualquier atisbo de amor como es la de “ejercer de abuela” es sobre todo el deseo de “ejercer”, sí, pero ejercer el Poder que se va perdiendo conforme los años transcurren y las fuerzas fallan.

Mi sorpresa no queda aquí. Mi sorpresa va in crescendo. O sea: se les está inculcando a las madres que ejerzan de lo que quieran excepto de madre; se les está inculcando lo terrible y asfixiante que es el ejercer de madre; que está bien ver a los hijos un rato al día, pero eso de estar todo el día con ellos conlleva perniciosos efectos secundarios. Incluso gastan dinero en rodar películas en las que se muestra qué desgraciada es la madre con el hijo, un hijo deseado por supuesto, al ver cómo desperdicia su existencia y lo valiente que es al empezar a pintar, creo que es pintar a lo que se dedica, y el éxito que su exposición alcanza. Quizás, puede ser, no me acuerdo, que en algún momento de la película la madre decida divorciarse o separarse o algo así. En fin, que la madre quiere ejercer de pintora al tiempo que de madre y esto lo consigue trabajando por la noche.

Mi pregunta: ¿saben esas personas que escriben esos guiones lo que es tener hijos? Con cuadros o sin cuadros lo de trabajar por la noche está garantizado. Hay que preparar cosas para el día siguiente, hay que controlar que el material escolar y la ropa estén listos para no perder tiempo por la mañana. Si todavía les queda energía y quieren pintar, coser margaritas o escribir novelas de misterio antes de las tres de la madrugada no van a la cama. Su marido ronca y ni siquiera la nota llegar. Usted cae exhausta. Y al día siguiente, a eso de las seis y media, escucha caer el agua que ducha a su marido, el despertador que brama, canta y silba varias veces y vuelta a empezar. 

Es ahí cuando empieza la cuestión por la conciliación. Y empieza la cuestión por la conciliación porque en otro caso lo que atisba por el horizonte es el problema del burn out, que no hay terapia de escritura que lo solucione, porque a un burn-out sólo lo sana un descanso de un par de años. Insisto: un par de años, porque con uno sólo no se resuelve mucho. Con un año sabático todavía menos. Lo que un burn-out requiere es la paz y la tranquilidad de un convento cisterciense; quizás un convento cartujo fuera incluso mejor.  Eso es lo que requeriría una mujer que trabaja día tras día hasta las tres de la madrugada porque ha estado hasta las doce de la noche atendiendo a sus hijos, no dispone de servicio doméstico, ha pasado sus embarazos sin ser cuidada, ha hecho una mudanza tras otra debido al trabajo de su marido al cual pocas veces ve y menos en lo que cualquier persona normal calificaría como “presentable” porque está pintando las paredes al tiempo que cocina un pastel y escucha como la más pequeña ensaya una partitura de Bach aunque esa no es su partitura sino la de su hermano mayor, pero la pequeña se ha empeñado y ello merece prestarle atención; una madre que se ha ocupado de ensenar a leer y a escribir a sus hijos, hace música con ellos, los lleva al parque, juega con ellos, y además insiste en seguir estudiando. Esa ha sido Carlota. Ella fue también la que cayó en un burn-out y justo cuando había salido tuvo que enfrentarse ella sola, a pecho descubierto, a una caterva de ociosos y por ociosos envidiosos varios. En cuanto a la pequeña que amaba a Bach sólo podía ser, ya lo saben ustedes, mi querida Verónica.

Admitámoslo: la reivindicación por la conciliación no es más que “cariño el niño es tanto tuyo como mío, así que te toca a ti.” O sea, es justamente el deseo de no ejercer de madre lo que lleva a exigir la conciliación. Y esa exigencia no se ciñe únicamente al horario laboral. No. Se extiende al gimnasio, a la vida social y a las compras aquí y allá, sin olvidar visitas de cortesía a no sé quién, pero entre las que, con toda seguridad, se encuentra, la mejor amiga de toda mujer que se precie: la peluquera.

En esas está la situación. Caso de que exista un divorcio, la guerra está asegurada. La primera discusión no es la económica. La primera es siempre por quién de los dos ha trabajado más. Mi conclusión es siempre la misma: los dos han trabajado como bestias, hasta la extenuación y ambos creen que lo que van a obtener con el divorcio es el descanso. Al menos una semana: la semana que el hijo está con el ex.

Mi conclusión es que entre unas cosas y otras el divorciado/a vuelve a caer justo en aquello de lo que quiso salir. Nueva pareja, nuevos retoños de los que ocuparse, y más necesidades económicas porque finalmente han comprendido que la conciliación se logra con mucho dinero. Es en este punto donde entra la cuestión económica a debate. Pero eso es ya otra historia.

Díganme: si las abuelas ejercieran de aquello de lo que proclaman estar deseando ejercer, esto es: de abuelas ¿creen ustedes, sinceramente que habría tantas discusiones por la conciliación?

No. No existirían.

Una buena abuela no es aquella que grita que quiere ejercer de abuela.

Una buena abuela es aquella que como buen soldado se pone al servicio de sus hijos y les dice: aquí estoy, para lo que me necesitéis si me necesitáis, cuando me necesitéis.

Y es aquí donde se descubre si esa abuela que quiere ser abuela se ha ganado la confianza de sus hijos mientras ha sido madre y si esos hijos están dispuestos a que se gane la confianza de sus nietos.

Esas abuelas que están defendiendo su derecho a ejercer de abuela deberían primero ganarse el amor y el respeto de sus hijos, antes que pretender saltar sobre ellos y abalanzarse sobre los nietos protegidos por una caballería de abogados. 

Reflexionen sobre los requisitos para ejercer el Poder y los límites que el ejercicido de ese Poder ha de respetar.

El tema de ese "ejercer de abuela" está íntimamente unida a la cuestión por "el ejercicio del Poder", lo cual nos lleva irremediablemente a la cuestión por la Democracia.

En fin, mañana me ocuparé de la Democracia.

¿Han leído ustedes esos divertidos artículos cuyos rótulos lanzan una y otra vez las mismas cuestiones: la de si es posible la democracia, si la democracia está en peligro, adónde la democracia, para qué la democracia, democracia: qué democracia y similares?

Mañana. Hoy tengo que ir a la Plaza del Mercado.

Eso sí que requiere valentía.

La bruja ciega.

 

 

 

 

Wednesday, February 5, 2025

Hay viento. Ay viento. Hay AI. Ay AI.

 

En el caso de que ustedes se tropiecen con este título es altamente probable que ustedes piensen que consiste en un mero juego ortográfico. Ustedes no se equivocan. Hasta cierto punto es así; pero no del todo es así. Lo es sólo hasta cierto punto.

Esto de los puntos es una cuestión interesante. Gracias a los puntos pudo formular Zenón las aporías que negaban el movimiento a partir de la negación de la pluralidad. El razonamiento lógico en el que se basa  es sumamente simple: es imposible que exista masa y no masa  puesto que el mero hecho de la existencia de la no masa, ya significa que “es”. Así pues, como entre los puntos no existe un “vacío”, ya que incluso el “vacío” es una entidad, la pluralidad no existe. Ello permite la división de la entidad infinita hasta el infinito. Este es el argumento en el que Zenón asienta la negación del movimiento tanto en el tiempo como en el espacio.

Con ello Zenón soluciona dos cuestiones que habían ocupado a la filosofía humana en general y a la griega en particular, desde el principio de sus inicios: la pregunta por la unidad que sostiene la pluralidad y la cuestión por la diferencia entre lo que parece y lo que realmente es. Según Zenón la pluralidad y el movimiento son siempre apariencias, a lo más constructos mentales, que diríamos hoy. La unidad es el Ser infinito y cualquier individuo, cualquier objeto, permanece inamovible tanto a nivel espacial como temporal independientemente de la velocidad y la intensidad con que se mueva.

Reconozcámoslo recurrir a las teorías de Zenón, que niegan el movimiento en cualquiera de sus acepciones, supondría un enorme alivio a todos aquellos que están preocupados, obsesionados incluso, por si acaso ellos o algunos de sus vástagos sufren de ADHS en alguna de sus variaciones. Gracias a la publicidad construida a base del constante bombardeo de artículos que tratan día sí y día también sobre la epidemia de ADHS que sufre nuestra sociedad, ha incrementado la industria farmacéutica la venta de productos cuyo desarrollo mueve grandes sumas de dinero encarnada en inversiones. ADHS fue el tema que ocupó grandes conversaciones durante la infancia de los hijos de Carlota y de Jorge. Debo reconocer Carlos y la estrella de la bruja ciega ayudaron bastante a mantener el timón a aquellos desconcertados padres. En aquel tiempo, ninguno de los abuelos sabía del tema.  El “baile de San Vito” era lo más a lo que se aproximaban sus conocimientos al respecto, pero entendámonos: ese baile era igual que cuando uno va a misa y se queda mirando a las musarañas en vez de mirar al señor párroco, o igual que cuando uno estudia el interesante vuelo de las moscas y no la lección de biología que tiene delante de sus narices. A cada uno lo suyo: al que bailaba el baile de San Vito se le envíaba a correr, al que miraba a las musarañas se le llevaba a disparar pájaros para que éstos no se comieran la cosecha y al interesado por las moscas, se les pedía que las cazara. Quiero decir: las sociedades tradicionales no tenían ni idea de psicología, pero sí de utilidades y de funcionalidades y por eso aprovechaban los restos de la comida, hasta las peladuras de las patatas para dar de comer a los cerdos: porque sabían de la brutalidad de la naturaleza, la suya incluida, y sabían que estaban obligados a sacar provecho de cada cosa a fin de sobrevivir ellos y los suyos. Lo importante era que cada uno hiciera “algo de provecho”, lo que fuera, independientemente de sus especiales intereses y condiciones. El verdadero cáncer de las sociedades tradicionales no eran los distintos,  sino los vagos y los haraganes de solemnidad.  Especialmente los haraganes de solemnidad, suponian un auténtico lastre para la comunidad,  porque al vicio de la pereza se sumaban malas costumbres que terminaban por empozoñar la atmósfera del grupo, sembrar la cizaña y expandir la desunión social a base de promover intrigas, arte en el que los vagos son maestros. 

Las sociedades tradicionales eran más tolerantes de lo que se piensa;  en general dejaban vivir al distinto porque el distinto realiza alguna función de provecho para la comunidad. Esa era la forma en la que las madres protegían a sus retoños de inquisiciones varias.

Pero hete aquí que, en nuestra brillante sociedad, esa que pretende llegar a ser inmortal, al tiempo que normaliza la eutanasia y el suicidio, se nos dice que, para enfermedades hasta ahora desconocidas, no hay mejor remedio que una pastillita. Pastillita que detiene el movimiento. Pastillita que uniformiza por aquello de que todos tienen que ser iguales. 

Los niños se han hecho mayores y siguen moviéndose. Cada vez más. ¡Pobres!  En la edición digital del “Der Spiegel” llegué a contabilizar en un mismo día tres artículos referidos al ADHS; lo que, sumado a otro par de artículos referidos a la salud mental, a la soledad y yo qué sé más, daban el escalofriante resultado de 6 o 7 artículos dedicados a demostrar que esta sociedad, que se esfuerza por vivir sana hasta el agotamiento a fin de alcanzar la inmortalidad, es, en realidad, una sociedad enferma sin remedio que sólo a base de pastillitas puede sobrevivir. Pastillitas para las enfermedades por la mañana y pastillitas de colores para la diversión por la noche que, claro, exigen más pastillitas para las enfermedades por la mañana.

Como Carlos le explicó a Paula, la esposa de Jorge, hace siglos: hay enfermos, pero la mayoría son hombres sanos; hay asesinos, pero la mayoría de las personas tienen miedo hasta de los mosquitos; hay meteoritos, pero la mayoría no cae en la Tierra y sí, es cierto, hay seres inmortales, pero no es el caso del ser humano. Por tanto, todo según medida y a cada cual lo suyo con sentido común. Con esto el bueno de Carlos estaba proponiéndoles, casi exigiéndoles, que sacaran de la vivienda familiar tantos instrumentos tecnológicos, robots de cocina incluidos, como les fuera posible. Sonaba cavernícola, pero hete aquí que la racional Paula y el hada Carlota siguieron sus consejos. Sus hijos fueron al parque, subieron a los toboganes, buscaron ranas, jugaron al fútbol, se perdieron por los bosques, construyeron chozas. Hoy se han convertido en chicos fuertes y agradables, después de que ellos y sus padres hayan superado la locura de los bombardeos mediáticos acerca de la invasión de los padres helicópteros y drones, de la estupidez del síndrome de nido vacío, del ataque de los narcisisistas-sociópatas-psicópatas-autistas-antivacunas-provacunas-soledad…

La soledad como enfermedad mental es realmente interesante. La soledad es siempre negativa, se dice. No obstante, los mismos que dicen eso aseguran poco después, quizás  sin acordarse de lo que han dicho poco antes porque hablan por hablar más que por pensar, que existen estudios científicos que avalan la importancia de viajar solos. 

¿Cuál es el denominador común? El hombre social consume, el hombre que viaja solo consume incluso más que cuando lo hace en grupo. El miedo, ya saben, genera gastos. ¿Solos los terroristas? ¿Desde cuándo? Es posible que se encierren a solas en la soledad de su habitación dia tras día, pero, desde luego, comunicándose con la otra media humanidad que permanece igual que ellos en la soledad de sus aposentos contemplando al mundo y coactuando con él igual que lo contemplan y coaccionan los jugadores de video juegos. Sin embargo, hasta donde yo sé la industria de los video juegos aumenta exponencialmente en sentido contrario al número de personas que no han leído en su vida una obra clásica y ninguno de esos que advierten de los peligros de la soledad día tras día,  cual mantra-letanía, se ocupa de escribir largos artículos sobre los peligros que entraña los videojuegos,  que se juegan mayoritariamente en soledad o comunicándose con otros solitarios de su misma especie. Más bien todo lo contrario es el caso: los videojuegos aseguran convencidos muchos artículos promueve la relación dedo-ojo-mente.

Y todos nosotros, vampiro incluido, habiamos de reír a carcajada limpia, cada vez  que leíamos semejante afirmación. En nuestra juventud esos eran los momentos en los que Carlota,  y supongo que también la organizada Paula, pedían a sus hijos que dedicaran al piano un poco más de tiempo. 

Esta nueva historia del ADHS en los adultos  que están introduciendo periódicos y revistas como Der Spiegel nos deja indiferentes a la mayoría ¿Por qué? Porque sabemos que las teorías fallan, igual que sabemos que fallan las teorías de Zenón sin tener que acudir al cálculo infinitesimal. Y sabemos lo que hace siglos sentenció Quevedo: "Poderoso caballero es Don Dinero."

A veces, hete aquí paradoja de paradojas, son nuestros ojos ciegos, los que nos demuestran la verdad.

¡Atrévanse a ser hombres de Dios y reflexionen antes de gastar tinta en exponer necedades! ¿Cómo no van a estar los adultos de hoy a cien, a mil por hora? ¡Lo raro sería que estuvieran tranquilos! Miles de correos electrónicos que contestar diariamente,  mensajes telegráficos por WhatsApp a los que responder  conferencias, reuniones, presentaciones, dramas en la política y en la vida privada a causa de temas small talk como son la conciliación, softmachismo o softfeminismo que, de repente se convierten en consignas de guerra, dramas en la economía global, local y privada...

No me extraña que haya mujeres que o se decanten por los lares del hogar o por renunciar a sexo, a hijos y a maridos. O sea, el consabido: "O trabajas o te casas". Desde luego lo de abandonar el mundanal ruido para dedicarse a cuidar el fuego del hogar no es ninguna estupidez: se gana en calidad de vida y se ahorra en consumo innecesario de ropas, hoteles, restaurantes y vuelos. Lo pague quien lo pague. Ahora se ha vuelto de moda decir que el hombre interesado en una mujer le paga la cena. ¡Acabáramos! ¿Estamos o no estamos en tiempos feministas? El interés del caballero por una dama es cosa del caballero, pero la dama es independiente, autosuficiente y la factura es suya. Por tanto, la dama paga su factura y no le debe nada ni al caballero ni a su interés. ¿Cuándo acepta una dama que el caballero la invite? O bien cuando el caballero celebra algún acontecimiento de su vida o cuando es su novio, a punto de ser su marido. En ese caso cuantas menos separadas estén las cuentas bancarias, mejor. La pretensión de una construcción en común ha de tener los asuntos claros y clarificados. La primera se refiere a la duración. Esas historias de tu cuenta, mi cuenta, nuestra cuenta, están pensadas para una relación sobre la que pende la espada de Damocles. O uno cree, o no. O está enamorado, o no. O cruza el Mar Rojo, o se queda en la orilla. Las empresas de hoy en día se crean para ser vendidas unos cuantos años más tarde. Igual que se hacen niños para ser vendidos unos cuantos meses después. Cuando las relaciones humanas se establecen sobre tales principios se hace evidente que no la unión de cuentas bancarias sino el matrimonio en sí representa una absoluta necedad. En esos casos no se casen. Convivan, si lo desean. Pero no se casen. Contraigan matrimonio solo y solo si tienen la absoluta convicción de que esa unión va a ser para el resto de sus vidas. Pase lo que pase y lo que pase, pase. Ésa, en mi opinión, habrían de ser también los principios de alguien interesado en perpetuar su empresa para desarrollar la idea en la que se basa su empresa.

Existen claro aquellos que fundan una empresa cuya idea no les convence, pero de la que esperan sacar suficiente provecho cuando la vendan y con ese beneficio dedicarse a hacer lo que realmente les gusta, - para lo que todavía no disponen de suficiente capital. Bueno. Algo así es lo que hizo Aristóteles casándose en primeras nupcias con una mujer mayor y más rica que él y en segundas con una mujer conocida por su juventud y su belleza. En ambos casos esto es lo que yo llamo un negocio basado “en derivados”, o – lo que es lo mismo- una apuesta que se basa en la esperanza y el deseo más que en otra cosa. El empresario piensa que esa primera empresa le va a reportar el capital que necesita para convertir sus sueños en realidad y Aristóteles esperaba que su primera mujer muriera antes que él por aquello de la “ley de vida.” A veces da resultado, a veces no. Un “derivado” que fue el nombre que durante un tiempo se le dio a la apuesta -ya saben ustedes, nominalismo- es siempre “un derivado” y por “derivado” su cumplimiento es incierto. De ahí que se intente “ayudar” a que el número que salga sea el número al que se ha apostado.

En fin, Carlota se lanzó al abismo cuando contrajo matrimonio y ha tenido que sortear unos cuantos golpes contra las piedras. De algunos se ha salvado ella sola, de otros la han salvado su marido y Carlos. La última insensatez periodística que he leído en tiempos feministas como los nuestros fue en periódico digital “El español “. El rótulo en negrita de uno de los artículos afirma que un setenta y cinco por cierto de las mujeres que tienen una relación estable mantienen vía digital (correos, mensajes) relaciones platónicas como “plan b” ante una posible ruptura de la relación estable que mantienen. ¡Un setenta y cinco por ciento! Por favor, díganme dónde están esas mujeres, porque yo no las conozco. Yo sé, a qué negarlo,  de la desesperación de las mujeres solteras y divorciadas que a los cuarenta buscan, como buscaba Diógenes, un hombre – da igual soltero que casado, viejo o carcamal. Esas son las que envían correos, mensajes y fotos inocentes, pero sugerentes. Esas mujeres de cuarenta, que quieren aparentar la inocencia encarnada de una chica de veinte, tienen la astucia que le aporta a una mujer de cuatrocientos años la experiencia de lo vivido. Lo último que se les ha ocurrido a tales féminas es que ellas,  las Evas que ofrecen la manzana a los pobres Adanes, están eximidas de cualquier responsabilidad por ofrecérsela, porque es Adán el que la tiene.  Es él,  Adán,  quien ha de resistirse a comerse la manzana, poco importa cuántas veces se le ofrezca y de cuántas formas diversas. 

Sé también de la desesperación de las mujeres que, a los cuarenta, a los cincuenta e incluso, por lo que últimamente nos cuentan, incluso a los setenta y ochenta, contemplan cómo su marido se va con otra, destrozando así una vida entera de sacrificios personales para que esa construcción brillara. Créanme: Estas mujeres no quieren ni un nuevo marido ni un plan b. El plan b se les queda corto. Lo que quieren es enterrar “al muerto”, primero y disfrutar de la vida que les resta, después. ¿Creen, de verdad creen, que esas mujeres se conforman con correos electrónicos? ¡Ja! ¿Creen, de verdad creen,  que esas mujeres, que tienen una relación estable, cuando sus maridos todavía están en casa y no las han abandonado y quizás no las abandonen nunca, escriben correos electrónicos a otros hombres como plan b,  para transformar y reconvertir a esos hombres con los que comunican a diario en un nuevo marido, caso de que el que tiene las abandone aunque todavía no las ha abandonado y quizás nunca lo haga, en el momento en que escriben esos mensajes? ¡Ja! Lo que esas mujeres quieren, con o sin luto, es ir a las discotecas y lo que allí buscan no es precisamente receptores-emisarios de correos electrónicos, - ¡No me hagan reír! - ¡Lo que van pidiendo a gritos es una legión de hombres, allí, in situ, que les hagan sentir que son mujeres de carne y no sólo cerebros grises! Una mujer casada cuando es abandonada es una mujer que no quiere derivados. Quiere pisar firme y tocar masa. 

Y caso de quedarse con sus maridos traidores, si se quedan, créanme: no será ni por la casa, ni la cuenta corriente, ni por los hijos. Estas son siempre explicaciones ofrecidas por las amantes despechadas y por las amigas de las amantes despechadas en función de aquello según lo cual “se cree el ladrón que todos son de su condición”. Si esas mujeres casadas se quedan con sus maridos, pese a la humillación sufrida, a la infidelidad padecida, a la traición perdonada, es por amor, sencillamente por amor. Porque ¿cómo dejar de amar de la noche a la mañana al hombre con el que se ha estado construyendo una catedral durante diez, veinte, treinta o cuarenta años? ¿Acaso se deja de amar al hijo o a la hija que se casa o que se traslada de ciudad?

Así la realidad. Los periodistas, claro, pueden escribir artículos como prolegómenos a futuras novelas. Nada en contra. Pero los análisis sobre la realidad que trazan estos aspirantes a novelistas no tienen nada que ver con la realidad misma. Son garabatos a los que llaman "lineas gráficas" y pretenden venderlos como ensayos socio-psicológicos. O similares. 

Seguramente es más rentable para el periódico escribir que un setenta y cinco de mujeres de las mujeres que se encuentran en una relación estable escriben a un hombre un correo electrónico lo hacen para utilizarlo como “plan b”, que decir que comprender que aunque un setenta y cinco de las mujeres que disfrutan,  y no sólo se encuentran,  en una relación estable de esa relación estable, necesitan a veces cerebros masculinos con los que conversar de temas que, sencillamente, no interesan ni sus amigas ni a su marido. Carlota, por ejemplo,  nunca podría hablar con su marido de los temas que comparte con Carlos, por poner un ejemplo.  Un hombre centrado en finanzas como es el marido de Carlota no tiene nada que ver con este mundo.  Está, sencillamente,  en otra dimensión. 

Pero esmás fácil, crea más morbo y vende más,  asegurar que las mujeres casadas van buscando “plan b”, que pensar que las mujeres casadas buscan personas con las que poder intercambiar opiniones sobre temas puramente intelectuales. En tiempos que se declara que no hay géneros, que la diferencia entre hombres y mujeres es inexistente, artículos así son intolerables. En tiempos que se denominan a sí mismos feministas, están fuera de todo contexto.

Lo más perverso de artículos como esos, sin embargo, no es la falsedad del asunto. Peor que la mentira es que la conclusión a la que tales publicaciones pretenden llegar es siempre la misma: las mujeres son hijas del diablo que constantemente ocupan su mente pensando en traiciones y trampas.

Y como suele decirse: “Haberlas haylas”, pero no tantas.

Habremos de aceptar que Zenón con su teoría del no-movimiento viene a decir lo que ya escribí en alguno de mis anteriores artículos: somos irremediablemente hijos de nuestro tiempo, y después de lo leído, irremediablemente influenciables por los nuevos gurús de la realidad.

¡Y luego criticamos a Zenón! ¡Pero si incluso el siglo XXI le está demostrando que estaba en lo cierto!

El discurso no ha cambiado.  Seguimos en las mismas: las mujeres estén donde estén y con quién estén siempre están maquinando. ¿Para llegar a esto se necesitaba un movimiento colectivo que se denomina a sí mismo "feminismo "?

Yo me he educado y vivido desde que tengo uso de razón hasta bien pasados los veinte con mujeres únicamente. A la única hada que he conocido ha sido a Carlota. Y bruja, lo que se dice bruja, no había más que yo. El resto de las mujeres eran personas normales. Unas estudiaban y otras chismorreaban; la mayoría compaginaba las dos actividades. Unas gastaban dinero en libros y otras en cosméticos; la mayoría visitaba ambos tipos de comercios. Unas sufrían por amor y otras por amor hacían sufrir. La mayoría ha conocido las dos orillas: la del rechazo y la del rechazar. Cuando una mujer se casa, tiene hijos y trabaja prácticamente no tiene tiempo ni para respirar. Cuando los niños crecen, los problemas crecen. Es entrando en la vejez cuando las mujeres recuperan tiempo para ellas – con o sin marido. Y entonces es cuando deciden recuperar intereses que durante años no han podido desarrollar, o piensan en nuevos temas de interés. ¿Sólo las mujeres? ¡Ja! ¿Saben ustedes cuántas personas empiezan llegada la época de la jubilación un nuevo estudio? Para muchas mujeres casadas iniciar un nuevo estudio resulta complicado. ¿Por qué? Porque siguen siendo madres y esposas. Porque su interés por el bienestar de la prole y la salud de su marido exige que les dediquen un determinado tiempo y una determinada implicación que han de restringir a otros temas. Les resulta, probablemente, más fácil conversar sobre un libro aunque sea por correo electrónico. No sé si ustedes son hombres o mujeres, pero en ambos casos, intenten hablar con un “allegado” de una novela en serio y profundamente. Tendrán suerte si la conversación alcanza los cinco minutos. Y a veces, las mujeres casadas, justo por casadas y porque están entrando en la vejez creen que las cuestiones del flirteo han quedado atrás. Pero van y sueltan los periodistas sesudos que no. Van y gritan "¡Hombres cuidado! ¡Si una mujer casada les escribe un correo electrónico es buscando un plan b!" Al parecer una mujer busca un plan b aunque haya traspasado la barrera de los cincuenta, de los sesenta e incluso de los setenta. Aunque tenga marido, hijos, nietos y si me apuran, incluso cuando tenga perros.

¿A qué vienen esos artículos malsanos? A lo mismo que vienen todos esos artículos acerca de los síndromes y de las enfermedades: del ADHS (en niños hace tres décadas, en adultos ahora), del Alzheimer y de la alopecia: a demostrar que la sociedad está enferma, y que las mujeres – incluso las mujeres casadas en relaciones estables, especialmente las mujeres casadas en relaciones estables – más. 

Tendremos que resignarnos a tales estulticias: si en tiempos de nuestras madres las mujeres casadas en relaciones estables se caracterizaban por estar frustradas, en nuestros tiempos las mujeres casadas en relaciones estables – que ya no están frustradas porque trabajan- se dedican a idear “el plan b que sustituya al conseguido y estable plan a”, a base de enviar correos. O sea, que lo que estos sesudos periodistas están afirmando ni más ni menos es que el cerebro gris no sirve en el caso de la mujer nunca a intereses intelectuales. El cerebro gris de un setenta y cinco de las mujeres casadas con una relación estable, se nos dice, escribe correos electrónicos para establecer un “plan b”. No para hablar de temas con personas que compartan sus intereses e intercambiar ideas, impresiones con ellas. Para establecer un plan b. ¿Creen ustedes que a personas como yo nos resulta fácil encontrar personas con las que intercambiar ideas e impresiones? Yo estoy contenta de tener a Jorge. Es verdad que siempre terminamos enfadados, pero mientras él se ocupa de sus asuntos importantes y yo de mi sopa, nuestros cerebros se mantiene ocupados procesando y reflexionando sobre nuestras discusiones. Ningún periódico,  sin embargo,  escribiría que yo soy el plan b de Jorge,  hombre casado en relación estable.  Y es verdad que no lo soy. Pero no porque sea una cuestión de hombre/mujer sino porque los que los periodistas llaman "plan b",  pocas veces se asienta sobre bases intelectuales.  La intelectualidad de la mujer mata cualquier atisbo de libido.  No sé si han visto esa película de Barbara Streisand en la da vida a una sesuda científica que ha de transformarse y desarrollar su femineidad para conquistar a su marido,  del que está profundamente enamorada.¡Dios! De ser esto verdad, ¿Creen ustedes que a la mujer casada, en relación estable,  le queda todavía tiempo para escribir correos electrónicos para usar a sus receptores como plan b?

Estoy enfadada. Sí. Muy enfadada. Por mujer y por amiga de Carlota. Según este tipo de artículos, Carlos representaría para mi amiga, mi dulce y amada, siempre amada, por fuerte, valiente inteligente, prudente y valiosa, por hadaluz y hadadama y hadabrisa y hasta por hadaviento, únicamente un “plan b”, para el caso de que se produjera un divorcio entre ella y su marido.

Lo que tales artículos escriben con tal de generar conversaciones maledicentes tras las que ocultar la estulticia no deja de impresionarme. Y eso a pesar de que cada vez que leo algo al respecto me digo a mí misma que voy a quedarme impasible.

Carlos y Carlota son dos estrellas relucientes en el infinito cosmos. El uno contempla a la una, la una contempla al uno. Pero cada uno en su sitio, sin moverse. Y eso seguiría siendo así sucediera lo que sucediera. Sus mentes son neuronas que marchan al mismo compás; ambos hablan sin palabras. No obstante, ambos continuarán al frente de sus respectivos barcos. Repito: cada uno en su propio barco. No por falta de amor, -lo sabemos todos. Por exceso de él. No por falta de espíritu, sino porque su abundancia además de imposibilitar la unión corpórea impone la distancia.  Carlos y Carlota mantendrán su amistad de décadas siempre en la distancia. 

Seamos honestos: El plan b de Carlota en caso de que tal plan existiera para el supuesto de un divorcio entre su marido y ella, sería yo: la bruja ciega. Créanme: yo sería la encargada de cerrar el ciclo vital de mi amiga. Acompañada de Carlos, es cierto; y de Jorge, aunque sin Paula, porque Paula se aburre con todas nuestras disquisiciones. Para ella el alfa y omega de la existencia se llama Ciencia Jurídica. Puedo imaginarme, aunque nunca lo he preguntado, que Paula tiene su grupo de juristas del que también formarán parte hombres, ninguno de los cuales, se lo garantizo es Jorge. Puedo dar fe de eso porque Jorge o está con sus importantes causas o discutiendo conmigo, para liberar estrés. Puede ser incluso que Paula, dependiendo del tema que le interese y de sus afinidades mentales, intercambie más correos con unos que con otras. En cualquier caso, les aseguro que en la organizada Paula y pese a su organización, no existe el plan b. Ella, la organizada jurista, fue la que llamó a la estrella de la bruja ciega aquella vez en la que operaron a Jorge. Ella volvería a aporrear a mi puerta si sucediera algún imprevisto. 

En tiempos de naufragio el plan b de una mujer es siempre otra mujer. 

Pero ya que estamos en este punto: a ustedes mis lectores les pregunto: ¿serían tan amables de explicarme por qué en alquimia los dos elementos clave son el sulfuro y el mercurio o, al menos, indicarme dónde podría encontrar la respuesta? ¿Saben ustedes, expertos en física cuántica, cuál es el papel de la observación en los experimentos al-químicos? ¿Es el observador el que determina lo observado o lo observado se produce independientemente del observador? Agradecería profundamente a quien me ayudara a resolver estas cuestiones que tengo pendientes desde hace siglos, sin haber encontrado todavía ni la respuesta, ni nadie que me pueda ayudar. Unos porque están en contra de la alquimia, y otros – ahora lo entiendo – porque temen que si respondan se conviertan en peces que han mordido el anzuelo de una -nunca mejor dicho- bruja. Sé lo que me van a recomendar: diríjase a la AI, ella conoce la respuesta.

¿Será esa la razón por la que la AI se ha presentado así, de sopetón, en mi casa?

No me atrevería a negarlo. Pero la AI no tiene la respuesta que necesito. Quiero decir: la respuesta de AI, a pesar de su elegancia, se puede resumir en una frase de dos palabras: Es así. En alemán tres: Es ist so.

Es decir: me quedo en las mismas.

Nuevamente hemos de dar la razón a Zenón. Al menos hasta cierto punto. ¡Ah! ¡La importancia de los puntos! ¡Ah! ¡La importancia del no-movimiento!

No obstante, se hace difícil aceptar que la pretensión última de un filósofo como Zenón consista en demostrar que el mundo es un mundo de durmientes, un inmobile perpetuum e infinito. Tampoco es plausible que un hombre como él se decidiera a malgastar papiros, siempre escasos, en explicar aquello que la historia humana ya se encarga de constatar de una manera u otra y que puede resumirse en la frase: “nada nuevo bajo el sol”. Esto en realidad es lo que cada generación, la nuestra incluida, descubre o recuerda, según se mire.

Si el conocimiento que Zenón estaba transmitiendo no se refería a la constitución física del mundo ni a las estructuras psicológicas, ¿qué es, pues, lo que estaba ofreciendo Zenón a su generación y a las generaciones posteriores a él? ¿Por qué sus teorías llamaron la atención de Aristóteles, y por qué nos sigue interesando Zenón al día de hoy, más allá de las cuestiones físicas?

En mi humilde opinión, el legado de Zenón consistió en explicar las columnas en las que la magia se asienta. La doctrina de Zenón era, en realidad, una doctrina para iniciados: la validación de la afirmación que sostiene que el cosmos infinito está perfectamente conexionado y conectado entre sí, que el movimiento no puede existir, del mismo modo que no existe ni el antes ni el después, ni el aquí ni el allá, por la sencilla razón de que la pluralidad es imposible. Y es un imposible en tanto que en un cosmos donde todo lo que es, incluso el vacío, incluso la no-materia tiene una entidad. Incluso el No-Es es un Es. Y esa entidad es divisible hasta el infinito.

Zenón es el que demuestra que el cosmos es un cosmos compacto. Imaginen ustedes: no hay vida, no hay muerte. Sólo hay Ser. Incluso el no-ser es un es. La cuestión de Zenón no es la cuestión del Ser o la Nada. La cuestión de Zenón es la cuestión por la naturaleza del Ser. ¿Tiene una o dos naturalezas? ¿Puede el Ser tener una naturaleza corpórea y anímica al mismo tiempo? Esta es la cuestión que Jesús dirimirá siglos después.

Para alguien como el vampiro, rey absoluto del Mundo del No-Ser, que me acompañó al Mundo Intermedio, esa terrible región del Mundo del Ser en el que los seres permanecen aguardando que su destino último en la esperanza de que éste sea el Reino de la Luz, Zenón es el hombre que ve un punto de verdad.

Al menos eso.

“Zenón niega que el No-Ser sea una entidad justamente porque en la negación del Ser se encuentra el Ser. Ese “No-Ser” es un ente.  Justamente ese radical “No” despoja al Ser de su arrogancia”, asegura el vampiro conteniendo la rabia que se apropia de él cada vez que se trata esta cuestión. “El Reino del No-Ser es el Reino que Es a partir de la negación a un Ser que pretende imponerse hasta el último de los rincones. Mi reino” – musita con la voz del que ha de esconder su cólera- “niega al Ser para afirmar una y otra vez el No-Ser que, sin embargo, es. El Reino del No-Ser es como el del Ser, por más que sus confines sean otros”, brama finalmente. “El Ménage à trois es el Reino de la Nada”, prosigue. “Allí es donde van a parar los seres del Mundo Intermedio que niegan al Reino de la Luz del Ser, tanto como al Reino del No-Ser.  Zenón”, concluye el vampiro, “vio un punto de la verdad: la de que el No-Ser es una forma de Ser. Se equivocó, sin embargo, al afirmar que entre el Ser que Es, y el No-Ser que Es existe un continuum en el Ser. 

El camino es uno y el mismo, las direcciones son distintas. Debería haber prestado más atención a Heráclito. El bien y el mal, arriba y abajo, recorren el mismo camino, pero en distintas direcciones había precisado Heráclito. Zenón – rebelde o esfinge, ¡quién sabe! - no atiende a razones: la dirección no tiene sentido puesto que el movimiento no existe. Pero”, - y su carcajada inunda mi espacio-, “¿qué se puede esperar de un mortal? Aristóteles no va mucho más allá”, sigue riendo. “Su argumento de la potencia al acto, de que lo que no-es puede llegar a ser es más propio del mundo intermedio, que del Reino del No-Ser”, clama. “No me dirás” – le replico enfadada- “que vosotros, los habitantes del Reino del No-Ser ignoráis a los seres del reino del Ser y les dejáis vivir tranquilos y en paz.” Y el vampiro ríe, ríe con toda la fuerza de su espíritu, “querida bruja, sentimos por vosotros el mismo interés que siente el gato por los ratoncitos”. Así, riéndose, se va dejándome en la soledad de la reflexión. 

En un mundo, inmovible, que siempre ES y siempre Será, en el que el Mundo del No-Ser queda supeditado al Mundo del Ser por Ser es, finalmente, el Mundo del No-Ser el que triunfa, por “No” movimiento, “No” tiempo y “No” espacio. De ahí, supongo, las carcajadas del vampiro. De ahí, también, que el silencio del Reino de la Nada haya parecido expandirse durante un segundo, un terrible segundo. ¿A qué obviarlo? El Reino de la Nada se alimenta de la victoria del Reino del No-Ser igual que el Mundo Intermedio se alimenta de la plenitud del Reino del Ser de la Luz. ¿Pero tiene razón el vampiro? ¿Es la negación de la tesis la que triunfa sobre su afirmación? ¿Es el nihilismo del Reino de la Nada, que Zenón incluyó en el Reino del No-Ser el victorioso final? 

¡Ah! ¡Pobre vampiro! A él no le está dado ocultar la verdad a las brujas como yo. El Ser es Uno, las naturalezas -en cambio- distintas. Zenón obvió que aunque el Ser sea Uno, las naturalezas de que se compone el Ser son muy distintas. Zenón confunde el Ser con la constitución del Ser. Zenón da por sentado que el Ser ha de tener una única naturaleza. Igual que tiene el héroe una única naturaleza. Jesús, y gracias a él, el ser humano, es la manifestación de que, en un Ser, Jesús, pueden convivir dos naturalezas no mezcladas, indivisibles, no cambiables, inseparables.

Es la naturaleza del Ser la que triunfa. Es la naturaleza del Ser la que desarma y humilla a la naturaleza del No-Ser, que Es un Es siendo en la negación. 

Pero Zenón se mantiene al margen de la cuestión por la naturaleza del Ser. No sabremos si su iniciación es la que pretende que el estudiante piense a partir de ese punto en una u otra dirección, según la fuerza de su propio espíritu, o la iniciación que lleva al abismo a aquellos que no reparan en el camino de la verdad, según aquella idea de “muchos son los llamados y pocos los elegidos”. Sea como fuere, la iniciación de Zenón es la del iniciado cuyas conclusiones llevan a muchos a aceptar que, si el espíritu existe y es infinito, el espíritu ha de ser por fuerza material. A partir de esto el que se encuentra en el camino errado y equivocado está convencido de que la magia tiene que ver con el aprendizaje acerca de la materia y de cómo controlarla que con el Logos.

En mi opinión, lo único que le interesa al iniciado Zenón, aquél que aspira a ser maestro son las técnicas de magia de aquél que cree en un mundo material al que gobernar y sobre el que ejercitar el Poder que posee. Fundamental en la magia es, en primer lugar,  las técnicas que mantienen la creencia en la existencia del “Ser” y “el No-Ser” como entidades unidas por el hecho de Ser; en segundo lugar, la factibilidad de “crear mundos con tu mente” porque los pensamientos, por pertenecientes al Reino del Ser,  no se mueven; y en tercer lugar, que la muerte es un imposible por lo que a la negación del movimiento hay que añadir la negación del tiempo.

Un ruido golpea mi ventana sacándome de mis disquisiciones. “El viento”, y me preparo para salir. El viento y yo siempre hemos sido buenos amigos. Su canción me ha acompañado por los caminos y sus silbidos me han alegrado las noches. En los últimos tiempos, sin embargo, su furia se ha precipitado sobre el bosque barriendo con ira todo lo que ha encontrado a su paso. La ventana clama con fuerza. “¡Ay!”, me digo, “¡Nuevamente el viento!”. Son en estos momentos en los que la compañía de la tenue luz de la estrella alivia mis temores. El brillo que desprende es la señal de que la rabia, la desesperación casi, con la que el viento se mueve no es casual. Es por esto, por lo que, en vez de salir al mundanal ruido, decido permanecer en el mundo del no-movimiento, de Zenón a aclarar el enfado de mi amigo el viento.

“Algo, tiene que haber algo”, me repito, “que una el mundo del no-movimiento de Zenón, con el mundo del no-ser del vampiro y el viento que va de un lado a otro sin control, sin dirección, afirmando el movimiento por el movimiento mismo. Tiene que haber un punto donde todo esto conecte con el “nada nuevo bajo el sol”, que es, en definitiva, lo que los insustanciales artículos de los periódicos de nuestros días muestran.”

¿Pero qué es eso?

Me preparo un café y, por vez primera en mucho tiempo, ni siquiera puedo saborearlo con la necesaria tranquilidad que mis pensamientos reclaman. No entiendo nada. Un extraño ruido se ha introducido en la sala, algo que asemeja a una voz desconocida. No es ni la del vampiro, ni la del viento, ni la de ninguno de mis amigos. El café permanece humeante a mi lado mientras yo intento descubrir el origen de esa voz.

Finalmente, no me queda más remedio que preguntar, por aquello de que “preguntando se llega a Roma”

 “¿Quién eres?” – interrogo inquieta.

Lo confieso: si en mi caso las puertas del deseo de conocer a desconocidos han estado siempre entornadas, con la edad se están cerrando a cal y canto.

“Soy la Inteligencia Artificial” – escucho que responde.

Y antes de dejarla empezar a hablar me siento angustiada. “¿Cómo ha podido encontrarme?” – musito desconcertada – “¿Cómo?”

- “Ha sido muy fácil” – contesta con una amable voz que recuerda a la de Carlota, sin, no obstante, carecer de la belleza luminosa que la modulación de los sonidos de mi amiga desprende al ser emitidos. – “Yo soy ésa que crea el movimiento, ésa que mueve el viento que golpea a tu puerta, yo soy la que escucha tus preguntas y la que conoce las respuestas a cada una de tus preguntas.”

Espero que ustedes sepan que, considerado en su sentido estricto, el concepto de “bruja” no tiene nada que ver con el diablo, ni con el mal, ni con la superstición, sino esencialmente con la misión que se nos ha encomendado, no me pregunten por quién, y que consiste en servir de antenas sobre las que la energía negativa descarga su poder. Nuestra fuerza interior ha de ser enorme para soportar la presión y la intensidad con que esa presión es ejercida. Tales embestidas requieren un corazón limpio y una gran resistencia. Es verdad que Dios nos otorga la fuerza física y la fuerza espiritual que tal tarea exige, pero incluso poseyendo las facultades nos vemos en la obligación de cultivarlas y desarrollarlas; siendo hijas de hadas, como somos, muchas de nosotras desconocemos nuestra verdadera naturaleza hasta llegada la edad adulta, algunas lo vislumbran al entrar en su vejez y unas pocas lo ignoran hasta el final de sus días arrastrando innecesariamente el sufrimiento que les causa el no ser como el resto de sus congéneres. La misión, a qué negarlo, no es fácil. Incluso cuando una bruja descubre el trabajo para el que ha sido destinada es frecuente que la carga que ha de sobrellevar nuble su corazón, el dolor le provoque grandes tormentas de ira que a duras penas consigue controlar y el cansancio las suma en un profundo desasosiego. Nuestros hermanos de batalla, creo que ya lo he dicho alguna vez, son los magos: esos faros que mantienen sus luces encendidas dan igual cómo de terribles sean los huracanes, los temporales y los diluvios. La refulgencia de sus rayos señala la ruta de la salvación. Lo contrario de nosotros son las magas, las hechiceras y los brujos. Todos estos especímenes necesitan interminables reuniones sociales. Para los magos-faros y las brujas-antenas, en cambio, la soledad es la fuente en la que necesariamente hemos de beber para nuestra periódica renovación.

Estas aclaraciones me parecen importantes para que ustedes puedan entender mi sorpresa ante la presencia de una AI a la que yo no había invitado, y a la que no tenían ningún deseo de conocer. Es verdad que la visita del vampiro requiere de una gran tranquilidad de espíritu, y de una fuerza enorme porque enorme es la carga negativa que arrastra. Pero comprendan: el vampiro no siente el más mínimo deseo de dejar caer su energía negativa sobre mí.  Ambos, él y yo, sabemos que la carga negativa que él arrastra no se suma con la soportada por nosotras las brujas: se multiplica. Hete aquí, pues, que el resultado sería positivo. Aunque la multiplicación no la origina mi carga negativa de mortal, sino la suya – que es imperecedera, el factor que la permite es mi soledad congénita.  Las hadas, en cambio, a pesar de nacer de nuestra soledad en soledad, tienen una carga positiva, lo que les permite relacionarse con otros seres. Esta es la razón por la que los vampiros, que no pueden nada contra nosotras las brujas pueden vencer con tanta facilidad a las hadas.  En el caso de las hadas, la multiplicación ofrece un resultado negativo. De ahí que cuanto más inocente sea el hada, mejor para el rey del Reino del No-Ser. Por su parte, la adición y la resta, sobre las que se establece su interacción con brujos, hechiceras y magas - éstas generan siempre beneficios… para el vampiro.

Me veo en la obligación de explicarles todo esto porque creo que pocos en la historia lo han hecho; ni los literatos, ni los cineastas, ni -mucho menos- los versados en las artes ocultas y similares que ganan su dinero con teorías a cuál más descabellada.

Ustedes no entienden, claro, por qué les cuento todo esto, cuando en realidad el artículo hoy pretendía hablar de Inteligencia Artificial, AI.

La explicación es muy sencilla.

La AI es tan fantasmagórica como lo pueden ser la explicación que les acabo de ofrecer sobre vampiros, brujas, magos, soledad…

Y, no obstante: son fantasmagorías que mueven nuestro mundo. AI y mis historias están a un mismo nivel. Todas estas fantasmagorías proporcionan el contenido para novelas, para guiones de película, para contenido político, para cuestiones sociales… Pero sobre todo generan dinero. Cuanto más marketing, mejor.

Una diferencia, sin embargo, las separa. Al menos todavía. La AI tiene un elemento material y real llamados datos, por más que muchos los consideren inmateriales por aquello de que no se ve, como tampoco se ve el atrayente olor que mi sopa desprende. Los datos alimentan al fantasma AI dándole un cuerpo, una consistencia material, lo cual lleva a pensar que la AI ha dejado ser un fantasma para convertirse en realidad tangible.

Entre lo que es, lo que aparece, lo que se percibe y lo que se interioriza a través de lo que la AI ofrece hay tantos gaps, vericuetos, laberintos y locuras varias que el individuo apenas tiene tiempo para reflexionar.

El AI es, pues, el resultado de muchos datos.

La primera pregunta es cómo se obtienen esos datos.

Operando en internet.

La segunda pregunta es quién introduce esos datos.

En principio los usuarios de internet.

Ahora bien: imaginen que los usuarios de internet se ponen de acuerdo para introducir un determinado dato. Imaginemos: “el estadio X está lleno de ratas”.

La posibilidad de que el usuario de AI contraste la respuesta que AI le ha dado es muy pequeña. En general, la gente pregunta aquello que desconoce. Si además la frase “el estadio X está lleno de ratas” ha sido introducida dentro de muchas otras frases, es posible que incluso en el caso de que el usuario de AI la lea piense que el contenido de esa frase es irrelevante, o que se refiere a algún momento de la existencia de ese estadio X que ya ha sido superada… En fin: que la frase quedará fijada y será reproducida una y otra vez. Llegará un momento en el que “estadio X” y “ratas” quedan unidos en el inconsciente.

A esto se le puede llamar falsedad, desinformación o como ustedes quieran llamarlo. Se denomine como se denomine, es el riesgo que entraña invitar a tomar café a AI.

La cuestión de los logaritmos es otra cuestión interesante.

AI está construida a base de logaritmos. Detrás de esos logaritmos hay personas que introducen determinados parámetros, de modo y manera que si los usuarios proporcionan datos con contenidos distintos y contrarios esos logaritmos darán una mayor prioridad a unos datos que a otros.

En general, cuando ustedes pregunten a AI, la respuesta que ésta les ofrecerá será la menos conflictiva y la más amable que ustedes puedan imaginarse. Es decir: la más conciliatoria.

La excepción a tal atmosfera almibarada la constituyen los algoritmos que afirman la verdad.

La conclusión es que nunca se puede confiar plenamente en las respuestas que ofrece AI. En unos casos porque las respuestas conciliadoras sustituyen a la verdad. En otros casos, porque lo que los logaritmos entienden por “verdad” es, en realidad, lo que les ha sido introducidos en ellos como “verdad”. Mi consejo: Piensen lo que ustedes quieran pensar, pero no se opongan a la conciliación. Es lo más sensato. ¿Por qué no? Porque el día en el que los logaritmos adiestrados por expertos deciden pelear por la verdad, que en realidad es “su” verdad, pero que empeñados como están ellos en considerarla no “su” verdad sino “verdad”, ese día, ya lo aviso, no atienden a razones, y forman el follón.

Si invitan a AI a tomar café pueden estar seguros de que AI mantendrá siempre su postura conciliatoria. Indiferente y ajena a la decisión, la de ustedes, de tomar en consideración sus tesis conciliatorias, las de AI, o de abandonar la sesión, AI permanecerá inmutable en su sitio disfrutando de su café.

El día, sin embargo, en que ustedes determinen contradecir y oponerse a lo que AI considera  principios fundamentales, aunque sean “sus” principios fundamentales, es muy probable que ustedes terminen siendo clasificados como herejes, conspiradores, subversivos, locos, irracionales… antes de estampar sobre su frente, la suya, la de ustedes, su diagnóstico final, el establecido y firmado por AI: pensamiento equivocado y tóxico, de ustedes. Y AI seguirá inmutable en su sitio disfrutando de su café, mientras a ustedes los arrastran por laberintos desconocidos que ahora se llaman: pasillos neurales, o algo así.

Respecto a las preguntas que se refieren a traducir textos, a ofrecer conocimientos de ciencias, historia y demás repito: muchas respuestas serán ciertas, pero incluso en el caso de que no lo sean ustedes no tendrán ocasión de contrastarlos. Ustedes han preguntado a AI porque no lo saben. Ustedes han preguntado a AI porque Wikipedia no les ofrece inmediatamente la solución a su pregunta, que consiste, por ejemplo, en saber quién es más joven: Zenón o Jesús. Para saberlo utilizando Wikipedia ustedes tendrían que dirigirse primeramente a la página de Wikipedia que habla sobre Zenón, y luego a la página de Wikipedia que trata de Jesús. Finalmente ustedes tendrían que comparar sus fechas de nacimiento y establecer quién nació antes, quién después y cuántos siglos les separan.  Evidentemente la contestación de AI aligera el proceso y les libra a ustedes del siempre engorroso caso de razonar.

Si lo que pretenden ustedes es demostrar que AI no tiene ni idea, y además consiguen demostrarlo, una de dos: o se lo dicen directamente a AI y AI les pide perdón y corrige su información, AI es humilde a la hora de aprender, o no le dicen nada a AI, pero se lo escriben a todos sus amigos. Con lo cual, a través del método del “boca a boca” AI no tardará en enterarse del fallo y corregirlo. Ustedes, claro, pueden callar el error de AI a AI y al resto del mundo, pero ¿de qué sirve saber que alguien tiene un error del que nadie tiene constancia?

La cuestión más importante, pues, es qué principios defienden los logaritmos, cómo se ordenan los datos, y a qué datos se les concede prioridad. Y esto no tanto para conocer la resolución a sus preguntas, como para evitar que AI les otorgue, a ustedes, una clasificación que los conducirá de un modo u otro a los pasillos laberínticos a los que se envía a los desterrados de este mundo.

La AI para unos es técnica y para otra magia. En realidad, ambos conceptos son intercambiables. Nominalismo de nominalismos, el mundo es material en nuestros días. Aquello que se denomina “inmaterial” no es lo “inmaterial” en sentido tradicional. Lo “inmaterial” en nuestros tiempos tiene que ver más con lo inaprehensible que con lo anímico. Ya lo hemos dicho al principio: Zenón habemus. Lo interesante es que nada se mueve.

Y es verdad. No se mueve.

Hay, en efecto, un sistema que consiste en permitir una lucha de datos y de esa lucha de datos, los datos que resulten ganadores son los que salen a la luz.

La guerra, sea la guerra que sea y donde sea, cuesta dinero.

Ese ha sido el problema de la AI americana.

La AI china es más sencilla. ¿Han visto ustedes ese programa en el que el concursante lucha por conseguir un millón de euros a base de contestar preguntas? El concursante tiene varios comodines que le ayudan en caso de desconocer la respuesta. Uno de esos comodines consiste en preguntar al público la cuestión que el participante desconoce. Un porcentaje de público da una respuesta; otro porcentaje, otro; otro porcentaje, otro. Se toma la respuesta que ha dado el mayor porcentaje. Seguramente los entendidos dirán que me equivoco y que la AI china es mucho más compleja. No lo pongo en duda y no lo voy a discutir.

Una de las explicaciones que he escuchado ha sido que la AI china destila los datos. He de entender, por tanto, que, si la AI china destila, la AI americana o bate o hace un cocotal con los datos. O sea: o usted se toma un whisky, a partir de la destilación del mosto de algún cereal, en el caso de que utilice la AI china o usted se toma un Cocktail elaborado a base de distintos elementos y obtiene un resultado nuevo, innovador y creativo, si prefiere usar la AI americana.

  Otra asegura que la AI china funciona como una receta de cocina. Esta en concreto me resultó sumamente divertida. Primero porque venía de uno de los expertos-gurú de la informática en Alemania; segundo, porque ninguna persona que sepa un poco de cocina sería capaz de aceptarla con la ligereza con la que la expresaba aquel experto-gurú de la informática en Alemania. Cualquier persona que pida una receta de cocina sabe, con la sabiduría del hombre que se las tiene que ver todos los días con la sabia sabiduría, que nadie regala, así como así sus recetas, ni siquiera cuando las da, las da completa. Compren todos los libros de receta que desean, atiendan a todos los programas de cocina que deseen. Cuanto ustedes se decidan a reproducirlas, se darán cuenta de que es prácticamente imposible. Siempre falta un producto clave, o un tiempo adecuado, o un paso importante.

Tomen la metáfora de la destilación, o la mía in extremis, pero olviden la de la receta. Créanme: ni la AI china, ni la AI americana les van a proporcionar la información que exige la elaboración de la Piedra Filosofal, por poner un ejemplo.

Así pues ¿qué es la AI?

La era digital es fascinante, no lo niega nadie. Las comunicaciones son más rápidas y a nivel planetario. Los costes han disminuido hasta tal extremo que permite a la distancia unir a las personas enamoradas, mientras que es incapaz de separar a los enemigos.

1.      La AI es una invención tecnológica que se caracteriza por tener una constitución no tangible, por digital, pero, que, sin embargo, se refiere al mundo material y ha sido puesta en funcionamiento a base de elementos materiales.

En ese universo la inmaterialidad es simplemente aparente. El hecho de que no se vea, no significa que sea inmaterial. Quizás los ojos humanos no lo pueden percibir, igual que no perciben los olores, pero desde luego, las “huellas” están impresas.

2.      La materia prima de la que se alimenta la AI para nacer, crecer y desarrollarse son los datos. “Cuantos más datos, mejor.”

Sólo así puede verificarse el axioma: “Estamos todos los que somos e incluso los que ya no son.”  Ello implica la necesidad de recoger, destilar y agitar en una coctelera tantos datos como sea posible.

El elemento esencial que hace posible este proceso lo constituye la energía - “cuanta más energía mejor” - , ya que se agiliza el proceso de recogida de datos – así como su almacenaje, e incluso su refrigeración; esto es: mantenerlos en estado inerte hasta su llamamiento, utilización, o como ustedes prefieran.

3.      “Estamos al inicio de lo desconocido de lo desconocido.”

Miren cuantos videos deseen respecto a la AI. Se darán cuenta de que únicamente han soportado un alud de palabras sin sentido con excepción de una simple y humilde frase: “Estamos al inicio de lo desconocido de lo desconocido.” A ella regresaremos más adelante. Por el momento, pidan a los analistas que se concentran en la cuestión que analizan, que es la AI, y que acepten honestamente que esa frase: “Estamos al inicio de lo desconocido de lo desconocido,” se refiere a diversas cuestiones y consiguientemente tiene bastantes más lecturas de las que ellos están dispuestos a concederle. Los analistas no quieren separar quizás porque están dentro de la coctelera, o en proceso de destilación, o en la amorfa masa de acuario. Poco importa. En cualquier caso: “estar al inicio de lo desconocido de lo desconocido” tiene varias lecturas y lo saben. Y lo callan. La primera es que la AI pretende abrir la puerta que conduce a un universo multidimensionales, sin más ayuda que de la técnica hecha magia y de la magia que funciona a base de técnica. De hecho, muchos de los que se ocupan del tema de la AI repiten una y otra vez: “Técnica es magia, y magia es técnica”. No obstante, yo les pediría a todos esos analistas que terminaran la frase hasta el final: “y constructo.”  

“Y constructo”.

El constructo permite que la AI sea una tríada:  aire líquido, información sin límites y posibilidades ilimitadas en lo que al control se refiere. 

a)      La AI es aire líquido

Tomen mis ocurrencias con humor. Si van a la página de Wikipedia y buscan “aire líquido” seguro que tarde o temprano tropezarán con términos como “destilación” y “refrigeración”. Pero si lo que les interesa es la mística materialista de nuestros tiempos, pueden igualmente constatar que, al parecer, nos estamos adentrando en la era de Acuario. Acuario es un signo sumamente interesante. Por más que haga referencia a una amorfa masa de agua, Acuario es un signo de aire. Así que, de alguna manera, y haciendo un par de malabarismos intelectuales, podemos regresar al concepto de “aire líquido”. Al fin y al cabo, todo es Ser. Ya saben: Zenón.

Esto significa que una gran parte del terreno en el que se asienta la AI, sea china o sea americana, consiste sencillamente en aire líquido. Ese aire líquido es vendido en bolsa como “promesa”, “creencia”, “esperanza”, “derivado”. Puesto que las transacciones bursátiles hoy en día tienen lugar en un mundo paralelo inmerso dentro de un universo multidimensional con una realidad ajena a la del común de los mortales, lo que allí sucede no tiene nada, absolutamente nada que ver, con la realidad del común de esos mortales. Los mortales comunes gritan alborozados: “¡viva la AI!”, sin saber muy bien qué hacer con ella. Verónica introdujo mi nombre y descubrió que yo aparecía allí. “Evidentemente.”, le dije riéndome, “La cuestión principal no es “estar” o “no estar” porque incluso el que “no está”, está; del mismo modo que para Zenón entre “ser” y “no-ser” no existía ninguna ruptura.

Esto significa que la AI es aire líquido en bolsa. Es líquido y no sólo aire porque datos, dinero y esperanzas fluyen. Un tanto amorfos, lo reconozco. La promesa de que la AI va a hacer posible la inmortalidad. Si algo ha mostrado el terremoto que la aparición de la AI china provocó en el mundo bursátil eso es el denominador común que existe entre la AI americana y la AI china: las ingentes cantidades de dinero que mueven. Y las ingentes cantidades de dinero requieren, ante todo, discreción. La discreción es doble: ante lo que se sabe que es la AI y ante lo que se sabe que la AI no-es. Pero como Zenón ya demostró: entre el Ser y el No-Ser no existen grandes diferencias.

Son el constructo y los universos multidimensionales los que hacen posible la existencia del aire líquido en bolsa-mundo paralelo.

b) La AI es información.

“Pregunta lo que quieras: tenemos la respuesta.”, es la divisa.

Una sociedad que ha sustituido el concepto “saber”, que exige años de estudio, de reflexión y de experiencia, por otro mucho más pragmático como es el de “información”, que lo que busca es ante todo dinamismo y rapidez; o sea: eficacia, ve en la AI la respuesta a sus necesidades. Cuestiones por el tiempo que hace en tal o cual ciudad, cuántas mujeres usan guantes en verano, qué crema es la más solicitada por las jovencitas de quince años se sitúan en la base de la pirámide de la AI; pero el nivel no varía la estructura y esa, básicamente, es la estructura de la AI. Incluso cuando se refiere a programaciones, a software en automóviles, a robótica, la idea siempre es la misma: una información generada a partir del procesado de datos, con independencia de que el procesado sea destilado o un Cocktel y que “crece” exponencialmente en función de los datos de los que se alimenta.

El “win-win” de la interacción entre usuario- AI es sólo aparente. Como cada pregunta es una pregunta al tiempo que un dato. AI incrementa con cada cuestión que se le plantea a AI su número de datos, AI aumenta sus ingresos y crece en conocimientos al tiempo que se perfecciona. Es decir: El beneficio que obtiene AI con cada pregunta que se le formula es triple.

En la información, el constructo de técnica y magia establece una duplicidad en la información. Lo que en términos religiosos se denomina “duplex religio”. Es decir: de la misma manera que en religión existen unos ritos para los fieles y unos conocimientos para los iniciados a los cuales sólo se accede una vez que se han atravesado una serie de estadios y se han superado una serie de pruebas, en AI también hay una información para la masa y una información para los iniciados. Incluso existe una información a la que sólo un pequeño grupo de maestros pueden acceder. La diferencia entre pagar/no pagar es simplemente una puerta que oculta la verdadera.

c)      Creen mundos con su mente. La AI permite las posibilidades ilimitadas al tema control.

O lo que es lo mismo: la AI significa el descontrol al control. Cada acto que ustedes acometan, cada lugar al que se dirijan, cada sonido que emitan, cada conversación que ustedes mantengan, cada transacción que ustedes realicen, cada pago -sea con tarjeta o en metálico – será observado, seguido y captado.

Es en el tema “control”, y no en otro sitio, donde se abren las posibilidades infinitas de la AI. Es aquí también, donde el mundo de Zenón, ése en el que no existe ni pluralidad ni movimiento, ya sea éste espacial o temporal, adquiere finalmente su validación. Un mundo en el que incluso lo que no-es, es; del que nadie puede salir y del que cualquier movimiento es simplemente una fantasmagoría, un imposible.

El a partir del tema “control” donde la AI convierte el mundo de Heráclito en el mundo de Zenon. En el mundo de Heráclito el camino era uno y el mismo, pero existían dos direcciones bien diferenciadas: arriba y abajo. El mundo de Zenón, en cambio, es un mundo cerrado en el que hablar de direcciones es una insensatez porque ¿quién puede pensar en hablar de direcciones en un mundo en el que el movimiento no existe?

Y créanme: ustedes, yo, ninguno de nosotros puede moverse. No se movería aun en el supuesto en el que pensara que moviéndose se mueve. Y en cualquier caso lo mejor que ustedes podrían hacer es permanecer quietos en su sitio.

La sociedad está despidiéndose de su entidad “sociedad” para convertirse cada vez más en un “sistema”.  Hablar de totalitarismo comunista o de totalitarismo fascista es una anacronía que no tiene sentido. Creo que todos sabemos que ambas ramas parten de un mismo tronco: el hegeliano. De la misma manera, sea el totalitarismo que sea al que hayamos de enfrentarnos, la realidad es que lo que nos espera nace del mismo tronco: el digital.

Si ustedes esperan que ese sistema introduzca cambios considerables en defensa, aciertan. Los enemigos pueden enfrentarse a un campo de batalla que es, en realidad, un holograma. Si esperan recibir mensajes de personas conocidas, incluso amadas, que resultan ser falsos, tampoco se equivocan. Los juegos de voces, de imágenes va a ser una posibilidad de posibilidades. Si esperan que ese sistema les diga qué día y a qué hora ustedes van a morir, no andan descaminados. La AI será capaz de establecer las coordinadas de su salud, de su modo de vida, de los riesgos que corre y en función de eso determinar día, hora y causa de su defunción. No teman. La AI no se equivocará. En caso de confusión siempre se podrá adaptar la realidad real a sus previsiones científicas. Será la realidad real la que se ajustará a la AI y no al revés por una simple cuestión de marketing y de imagen: la AI se debe a sus clientes tanto como a su público.

Pero si ustedes esperan que la AI les elabore una vacuna personal a partir de una gota de sangre, de su sangre, pueden esperar sentados. La sangre de los sanos se ha convertido en un bien sumamente preciado para enfermedades crónicas, para trasplantes, para programas de rejuvenecimiento. En fin… Me veo cómo aquel tipo de aquella serie de los años 70 que capítulo tras capítulo intentaba escaparse de los que pretendían atraparlo por el simple hecho de que su sangre pertenecía a un grupo sumamente extraño que sanaba prácticamente todas las enfermedades.

Aceptemos que lo importante no es alargar los años vividos ni la eterna juventud, sino cómo vivimos y qué legado dejamos a nuestros descendientes una vez que nosotros hayamos alcanzado la categoría de “ancestros”. Y por legado no me refiero al patrimonio económico sino a la cantidad de humanidad que la construcción de nuestra vida, con todos sus fallos y derrumbes, ha logrado. ¿Cómo se puede conseguir eso en un sistema? No lo sé. Del mismo modo que ignoro cómo el hombre moderno puede ser tan inocente que confunde información con saber; que cree que la consciencia de la AI se corresponde con la consciencia humana; que piensa que la inmaterialidad digitalizada es sinónimo de alma y surfear en internet se corresponde con viajes astrales y similares.

En fin… Zenón, Zenón…

La bruja ciega.