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Friday, October 25, 2024

Ordenar la confusión es siempre una tarea larga y compleja.

 

Una, que soy yo, decide dar un paseo por YouTube. Otrora solíamos acudir allí con el mismo objetivo de los que deambulan por los rastrillos: para intentar extraer alguna interesante observación de entre las muchas intranscendentes que se ofrecían. Las teorías de la conspiración de todo tipo causaron, por nuevas, una enorme sensación. Ello produjo grandes beneficios a sus diseñadores y productores, además de suponer un gran entretenimiento a una población: la del bienestar que, por haber respirado durante casi setenta años de una inusual paz a algunos les empezaba a resultar ya mortecina. Los periodistas, sesudos y perspicaces observadores donde los haya, descubrieron un filón de oro a explotar. Aunque debían oponerse a las teorías de la conspiración porque ellos, decían los periodistas- eran profesionales serios, descubrieron el elemento que confería el éxito a dichas teorías: las emociones. Así que la primera cuestión que lanzaron a sus lectores fue la preocupación por el poco interés que la joven generación sentía por la política. La paz, decían esos periodistas, había conseguido que la política se abandonara. Tal tema ocupó largos y profundos debates en la arena pública de los rotativos y programas de televisión. El triunfo del empeño por devolver su pasado esplendor se reflejó en partidos juveniles como el de “los Piratas” y movimientos callejeros como el de “Friday for Future”. A mí particularmente me resultó sumamente interesante el hecho de que los mismos jóvenes que habían sido declarados en su infancia hiperactivos por no quedarse quietos y que incluso habían sido objeto de estudio de médicos y farmacéuticos fueran ahora, en su incipiente juventud, lanzados a la calle justo para hacer lo mismo que unos años atrás les había convertido en enfermos: moverse sin descanso y gritar hasta desgañitarse.

Mientras los jóvenes se veían impelidos a las movilizaciones colectivas, los adultos recibían de la prensa la invitación a dejar todo aquello que habían conseguido construir en veinte, treinta e incluso cuarenta años de profesión, para irse a vivir a las montañas siguiendo la llamada del mundo salvaje, o para abandonar a sus esposas e hijos para fundar un nuevo matrimonio basado en la pasión del “amor de la vida eterno”, o para iniciar la práctica de un deporte de extrema peligrosidad.

Lo que, a mí, personalmente, más me asombraba – ya saben mi propensión al asombro- que en esa vorágine de pasiones fuera la figura del “autista” y no la de Lord Byron, la que se convirtiera en protagonista. El autismo aparecía como tema de muchas películas, series y debates. El autista era siempre descrito como un hombre genial, desde el punto de vista cognitivo, pero incapaz para comprender emociones, desde el punto de vista sensible. Eso era, en resumen, y a decir de los guionistas, el problema de los autistas.

La cuestión no era tan simple, pueden ustedes imaginarse. El mensaje, sin embargo, era bien claro: había que ser empático. Aquel que, sin ser empático tampoco era autista había de ser por fuerza: narcisista, sociópata y psicópata. La consecuencia a semejante disparate fue la aparición del síndrome del impostor y una buena colección de libros de autoayuda que se caracterizaban por un mensaje común: Tú, individual, personal e intransferible, tenías que cambiar. No los otros, sino Tú eres el problema y, por tanto, el que tenía que cambiar. 

Mi indignación ante lo que yo califiqué de necedades, provocó el enfado de Carlota. No fue una época brillante para nuestra amistad, lo reconozco. A mí me parecía, y me sigue pareciendo, una gran insensatez acudir a la consulta de un tipo que no te conoce, al que no conoces y al que tienes que dar bastante dinero para escuchar o que tienes que cambiar tú o que el culpable de todos tus males son las madres narcisistas y los padres helicópteros. Conozco tanto a unas como a otras. Del tema de las madres narcisistas sólo diré que es tan complejo, como minoritario; de los padres helicópteros sólo me cabe afirmar que – a pesar del acoso mediático que sufrieron – eran y son sumamente necesarios.

En cualquier caso, imaginen ustedes: un mundo de emociones, de pasiones en los que se decía al mismo tiempo déjate llevar, haz lo que tu corazón te pida, deja todo, pero se empático con las víctimas. Si no eres empático eres una persona autista, o un narcisista.

Ante semejante situación lo mejor era ser una víctima. Las víctimas, por víctimas, eran exoneradas de semejantes deberes cuyos límites nunca estaban claramente establecidos. ¿Cómo podían estarlo? No estábamos hablando de deberes jurídicos sino de deberes socio-cívicos dados por grupos inclusivos, nominalistas, colectivos de ideología cambiante y encontrada.

En una situación así lo mejor era convertirse en víctima. El problema es el de siempre: donde está Dios, está el diablo. Donde está la víctima auténtica y real está el victimista, que se hace pasar por víctima para obtener provecho. Y lo normal: la víctima real no quiere que nadie le vea llorar; la víctima real se pone, si es necesario, el traje de fría imperturbable y llora en la ducha, pero no delante de todos. La víctima real no se mete en la cama, no escribe diarios lacrimógenos porque no quiere, porque no; porque la víctima real no se quiere quedar en la situación de víctima, porque la víctima real sabe que las verdaderas víctimas están siempre solas y no quiere, más bien teme, convertirse en víctima propiciatoria.  No. La víctima real dice aquello de “Lázaro, levántate y anda” y es lo que hace: levantarse y andar. Y si llora pasa lo que pasa: que no sabe llorar. En cambio, los victimistas que se hacen pasar por víctimas saben expresar correctamente su dolor, dándoles los silencios adecuados allí donde los silencios son necesarios; saben presentar sus emociones de manera que apelen a la compasión de un público aleccionado para ser empático.

Mientras tanto otros deciden convertir sus emociones y su llamada a exteriorizar las pasiones, quieren convertir en realidad sus sueños porque tu mente, tus pensamientos – dicen – crean mundos, donde "mente" es un término que se pronuncia como mente, se lee como mente, pero significa pasión, voluntad. Cuando ustedes lean frases del tipo “sus mentes crean mundos” tienen que leer en realidad: “sus voluntades crean mundos”. Es la única manera de comprenderlo adecuadamente.

Y para que esa voluntad cree mundos con la máxima libertad y sin grandes obstáculos lo primero que hay que hacer es terminar de romper los últimos tabúes que quedaban por romper. El sexo fue uno de esos tabúes. La liberación sexual de la mujer se había convertido en bandera desde hacía décadas. Ahora llegaba al cénit. Era la mujer la que buscaba a un hombre para pasar la noche, sin ataduras. Lo que hasta entonces se había denominaba “buscona” pasó a considerarse “mujer liberada” para terminar siendo “mujer libre”, “mujer independiente”, “mujer de su tiempo”. La mujer, se explicaba en periódicos, revistas, libros, debates, quería sexo, mucho sexo; tanto que los hombres no siempre conseguían proporcionarle el placer que ésta le reclamaba. La mujer necesitaba estar satisfecha sexualmente, aunque dicha satisfacción fuera de satisfacción mecánica. La industria se la proporcionó a raudales consiguiendo con ello pingües beneficios.

Lamentablemente dicha retórica produjo varios efectos secundarios de terribles consecuencias.

Uno de los efectos secundarios fue que si la mujer se negaba a aceptar aquella descripción de su sexualidad y tenía sus propias consideraciones acerca de la sexualidad era o frígida o moralina o todo a la vez; en cualquier caso, sufría de un problema mental, cuyo origen había que buscar. La profesión de Sexólogo llegó a ser bastante rentable en aquel tiempo.

La disociación en la mujer entre amor y sexo cuya unión había sido tradicionalmente una constante para ella, fue otro de los nocivos efectos secundarios. Puesto que ambos términos eran diferentes, el sexo podía ser considerado como una moneda de cambio. Además de placer físico, el sexo unía a las personas en una relación íntima que daba origen a una amistad que podía resultar provechosa a la hora de encontrar un trabajo, o ascender o ganar más dinero o ser invitada a determinadas fiestas donde podría conocer a determinadas personas… La amistad del intelecto era pasé, sencillamente porque el intelecto era pasé excepto cuando proporcionaba sustanciales ganancias. El sexo se convirtió en sinónimo de amigo. Un amigo era aquél con quien uno mantenía relaciones íntimas; lo del amor era otra cosa.

La sexualización de la sociedad fue el tercer efecto secundario que originó aquel extraño deseo de introducir tantas emociones, qué digo emociones ¡pasiones!, en lo que hasta ese momento había sido una sociedad tranquila y pacífica.

El empeño por la trasparencia fue el efecto adyacente que, aunque hubiera podido ser positivo, provocó grandes cataclismos. Compréndame: a mí me gustan los grandes ventanales, tan de moda en aquel tiempo, y que simbolizaban la sinceridad, el que una mujer pudiera ser madre soltera sin temor a ser señalada y tener varios novios sin ser desterrada de la sociedad significaba permitir a la mujer hacer uso de su libertad y considerarla, finalmente, ser independiente y autónomo y para personas como yo, el hecho de que alguien pudiera expresar abiertamente lo que pensaba suponía un sueño hecho realidad.

No obstante, el cóctel de la sexualización de la sociedad unida al deseo de transparencia determinó que en los periódicos se publicaran reportajes que, francamente, dudo que produjeran algo que no fuera asco o morbo, o ambos.

De repente, en los periódicos-revistas de tirada nacional asomaban casos de hermanos que se amaban, de padre e hija que se amaban, de una madre que amaba a su hijo varón y de madres que amaban a los amigos de sus hijos. Díganme: ¿era necesario que toda una población leyera articulos sobre casos anecdóticos como los que se mostraban allí para hacerlos parecer o por lo menos para que se pudiera pensar que “eran más habitual de lo que pensábamos”?

La prostitución fue otro tabú que se rompió. Hasta cierto punto fue positivo: recibieron status de trabajadoras, lo que les proporcionó seguridad social y poder ser atendidas correctamente en caso de violencia y de enfermedades de transmisión sexual. ¿Quién puede oponerse a lo que de todas formas es una realidad? Pero casi de la mañana a la noche en el grupo de las prostitutas no se encontraban únicamente las mujeres víctimas de redes de tráfico, y las mujeres de mala vida, mala por su adicción a las drogas y al alcohol. No. En ese grupo las prostitutas pertenecían a los altos niveles de la sociedad:  universitarias que practicaban la prostitución para pagarse los estudios incluso en sitios como Alemania, donde se conceden ayudas económicas a todo aquél que lo necesite y donde hay – o había – trabajos que los estudiantes realizaban tradicionalmente. ¿Para qué la prostitución? “Por gusto”, decían unas; “Para tener bolsos de lujo”, decían otras. De todas éstas últimas eran las más sinceras, las más “trasparentes”. El mundo se había convertido en un gran mercado donde todo, absolutamente todo, estaba en venta. Incluso el sentido común, que se falsificó como se falsifican las firmas, dejando de llamar a las cosas por su nombre, para otorgarle otro distinto con el mismo significado. O el mismo nombre con distintos significados. Nominalismo. ¿Se acuerdan?

El sexo fue un tabú que había de romperse. Se rompió entonando el canto de “Trasparencia”, mientras la corrupción política y económica se escondía en exquisitos restaurantes, paraísos fiscales y negocios de gran envergadura a nivel internacional que pasó a llamarse “globalismo”. Los tabúes sexuales eran trasparentes. La corrupción económica-política, en cambio, viajaba en coches con ventanas de cristal oscuro; tintados, les llaman en España.  Con eso está dicho mucho.

Por eso el movimiento colectivo del Metoo que para nosotras las mujeres representó la recuperación de la sensatez y la valoración de la dignidad de nuestro cuerpo, después de haber descubierto que había sido utilizada y abusada y que su libertad había quedado reducida a objeto de consumo y a elemento de marketing, trajo a mi vida, lo confieso, un grave problema personal que ninguno de mis amigos, ni siquiera Carlota, comprendió. Mi problema era el de siempre: aquel Metoo era un movimiento inclusivo, nominal y colectivo y yo no podía imaginar que todas las víctimas tuvieran ni las mismas vivencias ni los mismos objetivos. En efecto: Al Metoo le siguió el tema de la consideración del feminismo según razas y culturas. Las mujeres de raza no blanca afirmaban en las redes que las mujeres blancas no las podían comprender. Eran doble víctimas: por mujer y por no blancas. Las brujas como yo las entendíamos: eran víctimas por mujer y por distintas. Carlota y Verónica hicieron alarde de las dotes dialécticas que las caracteriza para oponerse a mi punto de vista; así que no seguí. ¿Para qué? Uno no lucha cuando sabe que va a perder sus energías en un intento inútil.

En cualquier caso, a la aparición del Metoo le siguió el surgimiento del concepto de la “Culture apropiation” que llegó a extremos tan absurdos como a censurar que alguien se vistiera con el traje típico de una nación, o que se dejara hacer determinados tipos de trenzas en la peluquería. Lo reconozco: yo tenía otras luchas más importantes de las que ocuparme.

De poco sirvió. A la lucha generacional, la prevalencia de las pasiones sobre la reflexión, la lucha de géneros, la liberación sexual, la trasparencia convertida en exponer el verdadero rostro… del otro, se entiende, la cuestión de la apropiación cultural, el deber de corrección política que llegó a expandirse incluso a la escritura y al modo de hablar: os/as. En unos tiempos en los que estar más de dos minutos hablando es valorado como aburrido discurso por sus oyentes, introducir términos ajenos al contenido esencial del mensaje roba un tiempo precioso al que tiene que decir algo.

A esto hubo que añadirles el tema de la homosexualidad en el deporte, en el ejército militar, en la Iglesia, así como la maternidad a partir de los cuarenta, cincuenta e incluso sesenta años. 

En resumen: Temas que hubieran podido ser aceptados de forma natural por una sociedad abierta y plural, fueron expuestos con tal virulencia mediática a todos los niveles que únicamente generaron conflicto y polarización. Las ideas y posiciones que la mayoría de los europeos consideraban normales fueron llevados a sus últimas consecuencias generando conflictos que rayaban el surrealismo y dando visibilidad colectiva, no a problemas generales, sino a problemas de personas individuales, personales e intransferibles.

Aquello no sólo era una Reductio ad absurdum.  Era una Reductio ad (collective) alienationem, Reductio ad (collective) insaniam. Ello implicaba que todos los moderados,  conciliantes y congruentes, al estilo de aquellos hombres razonables del Renacimiento que intentaron salvar la Potestad de Dios con la libre voluntad del Hombre, fueron marcados con el signo de "extrema derecha". Con todo lo que esto significa. 

Entiéndanme: A un hombre de extrema derecha no le importa que le califiquen de extrema derecha.  Para alguien como él, representante del Orden Eterno que él dicta y defiende, es un honor. 

El problema se le presenta al hombre moderado que , marcado con este nombre, empieza a cuestionar su vida en términos de "to be or not to be".

Fue Carlos el que me avisó de este peligro.  Fue mi alma de bruja, la que me salvó. Cuando una, desde el momento de su nacimiento ha sido tildada de "mala" por los dolores del parto que su madre ha sufrido y por los insoportables  llantos que el resto de los pacientes han debido sufrir, una está hecha a todo tipo de improperios.  No. No soy moderada. Soy individual,  personal e intransferible. 

Posiblemente ustedes ya sabían todo esto. Posiblemente intenten encajonarme en una u otra dirección ideológica. No lo hagan. Realmente: se equivocarán. Yo soy una de esas personas individuales, personales e intransferibles. Me gusta mi paz y mi tranquilidad. Me gustan mis paseos solitarios y mis conversaciones con mis amigos. Lo que los demás digan, hagan, piensen es su elección, con tal de que a mi me dejen decir, hacer y pensar cosas totalmente distintas. Si he hecho este repaso de lo que los últimos treinta anos han sido es para intentar comprender el momento en el que hoy nos encontramos. Porque a todo esto hay que sumarle la llegada de miles de refugiados que, unido a la llegada de miles de emigrantes, venía a complicar el ya de por sí complejo panorama.

Y unido a todo esto, con todo esto junto: la globalización llevada a cabo por los herederos del Rey Midas: todo lo que tocaban se transformaba en oro y justamente por ese motivo no podían comer. Aquí ha sucedido lo mismo: mucho dinero que ha servido para todo menos para alimentar a las empresas, de modo que estas han terminado su independencia inicial para convertirse en vasallos de otras empresas en otros países, mientras Europa sigue dando latigazos, no a los colonialistas, sino a los herederos de los colonialistas que no saben ni de qué les están hablando porque no tienen idea ni de colonialismo, ni de historia, ni de matemáticas y el que sabe, anda encerrado, no en su habitación, sino en la biblioteca para que lo vean con gente y no lo confundan con algún terrorista, de los que una y otra vez se dice y se repite que son desequilibrados mentales que no se relacionan con nadie.  No sé quién puede creerse algo así. La soledad se ha demonizado porque sólo en soledad puede el hombre pensar y porque el hombre solo es el hombre que no consume y, por tanto, no gasta dinero.

En cualquier caso, he de admitir que el YouTube que hace diez o doce años tanta diversión me proporcionó ha desaparecido.

De un tiempo a esta parte lo único que allí descubre una – que soy yo – es a la masa divida en dos bloques ideológicos bien definidos y esparcidas en miles de células a las que se les denomina “videos”, pero que en realidad son simples transmisores de propaganda. A veces tengo la impresión – es sólo una impresión – que Moriarty nos planteó todo su plan vía Youtube para fundirse en la masa y pasar desapercibido.

Pero de repente una, que soy yo, encuentra, por casualidad, un video de un astrólogo llamado José Millán que se titula “Transformaciones violentas. La astrología de la Luna Nueva del 1 de noviembre en Escorpio.”

 “¡Dios mío, me siento que voy en caída libre!!!Cuándo va a terminar???” – pregunta a continuación una lectora en el apartado de comentarios.

Y yo, tan propensa al asombro, me asombro de la pregunta. La cuestión está mal formulada me digo mientras paso a otro asunto. El asunto a dirimir no es cuándo va a terminar el descenso porque – seamos sensatos: mientras se está en caída libre, uno está vivo. La caída libre en sí no es lo peligroso. Lo terrorífico es el aterrizaje. Por consiguiente, el tema que se hace preciso solucionar es el de cómo salvarse, no el de cuándo va a terminar el viaje. Humildemente yo sólo veo tres posibilidades: o le alcanzan un paracaídas, o le “cazan al vuelo”, o le tienen preparado un colchón para cuando llegue abajo. Existen, quizás, unas cuantas más: la de que por la chispa divina que nos convierte a todos en dioses, según aseguran algunos, le crezcan las alas, levite o su alma se desprenda de su cuerpo y perviva en los reinos astrales. No obstante, habremos de reconocer que estos remedios dejan mucho que desear debido, sobre todo, a la dificultad de ponerlos en práctica.

La anécdota, sin embargo, muestra el modo y manera en las que las emociones mal reflectadas son expresadas. Curiosamente, la señora busca en la astrología no una solución sino una explicación, anhelando, tal vez, que con lo uno aparezca lo otro. Hasta cierto punto es lógico. Así funciona la medicina: si encontramos la explicación para una enfermedad podemos hallar el modo de paliarla.

Lamentablemente las emociones no funcionan así. Por eso el psicoanálisis tiene tan poco éxito a la hora de remediar auténticos dramas existenciales y cobra, sin embargo, tanta importancia en los regímenes autoritarios y dictatoriales. Pero esto es otra historia. Lo cierto es que la mayoría de las personas piensan tanto en sí mismas y en sus traumas que conocen perfectamente el origen de todos ellos. La explicación, sin embargo, no les ayuda en absoluto por una sencilla razón: los traumas están en el pasado, los miedos se refieren al futuro y el presente es lo que ella solitas han de gestionar. La respuesta al cuándo caí y cuándo volveré a caer, aun siendo una explicación, no es una solución. Los únicos, que, en mi opinión, lo han entendido son los grupos de Alcohólicos Anónimos y semejantes que hacen de cada punto un punto que se une a otro punto hasta conseguir que aparezca una línea. Siento defraudarles: no conozco cómo funcionan este tipo de organizaciones y no conozco a nadie que haya estado en una de ellas; me han pasado informaciones de su funcionamiento y de ellas he inferido que además del trazado de una línea punto a punto, existe otro pilar en el que se apoyan: el de la autonomía y responsabilidad individual. Cada persona es responsable de sí misma. Tienen mentores, pero estos son simples animadores. El verdadero y auténtico compromiso es el de la persona consigo mismo. Les dejan hablar con otros en su misma situación, les dejan ser acompañados, pero el camino lo caminan ellos mismos. Las explicaciones del pasado y los miedos del futuro cuentan muy poco cuando uno está inmerso en el punto del presente que inicia un camino, porque él ha decidido iniciarlo.

Díganme ¿Cómo se denomina un problema que surge de repente y sin ser esperado? Schock

En mi humilde opinión existen dos tipos de schock.

 Al primero yo lo llamaría Shock súbito. Es un problema que aparece repentinamente y que hay que solucionar incluso cuando se ignoran las causas que lo motivaron. Un schock súbito, por ejemplo, es un terremoto. Lo esencial en ese caso es calibrar las consecuencias y organizar inmediatamente unidades de ayuda a la población afectada. La pregunta por la causa del terremoto es secundaria en el instante que sigue al terremoto. De lo que se trata en primer lugar es de actuar rápida, eficaz y eficientemente a fin de ayudar a los afectados y reestablecer la seguridad y la tranquilidad.

Ciertamente en un terreno proclive lo más probable es que las autoridades hayan pensado medidas que faciliten poner en práctica las soluciones adecuadas en caso de terremoto. Hayan hecho lo que hayan hecho, el terremoto siempre se presenta de imprevisto.

Schock predecible es el segundo tipo de schock. Se trata de un schock del que se tiene una gran certeza de que se va a producir. En ese caso no sólo se piensan determinadas medidas, sino que además se llevan a cabo. Un ejemplo es el parte meteorológico que anuncia que un huracán va a arrasar una determinada zona. El huracán todavía no ha llegado, pero se sabe que es una cuestión de horas, quizás días para que llegue. Así que se pide que los habitantes abandonen sus hogares, se activan controles de carretera, son alertados helicópteros y unidades de atención sanitaria, bomberos…

La diferencia es que a unos les coge de improviso y a otros no. Unos pensaban que nunca vivirían un terremoto y han de enfrentarse a esa situación inesperada y otros saben lo que les espera y pueden prever su reacción con más tiempo y exactitud.

Lo que ambos tipos de schock tienen en común es la caída libre en la que precipitan al individuo.

Por eso cuando uno está cayendo en picado, en caída libre o cómo sea, la cuestión no es cuando terminará sino cómo se aterrizará de la forma menos dolorosa posible. 

Algo así debió pensar Isaac Asimov al escribir su “Fundación” y su “Robot”: de lo que se trata es de solucionar problemas, incluso en aquellos casos en los que se ignora el proceso, el desarrollo y los resultados. Intentarlo hay que intentarlo.

Creo que esta es la primera máxima que cabría extraer de Fundación. Ese “intentarlo” trasciende a varias generaciones y a varios escenarios. Controlar la inevitable catástrofe es el objetivo al que hay que atender. Que la hecatombe sea inevitable no significa que ésta haya de alcanzar sus últimas consecuencias. 

La segunda máxima de Fundación es justamente la de protección, donde “protección” no significa, como digo, “evitar” sino mitigar el golpe y sobrevivir.

Así pues lo que señala Asimov en nada se asemeja con aquello a lo que se dedican los grupos que se declaran fans incondicionales de Fundación que consiste en trazar un paralelismo entre lo que sucede en el libro y lo que acontece en nuestra sociedad actual. La mayoría de estos grupos juegan a ser justicieros en vez de constructores. Esto es lo que les separa del espíritu que Fundación contiene. Pueden usar las palabras, gestos y expresiones que aparecen en esa obra si lo desean; a decir verdad, han hecho lo mismo con los Evangelios. El método de Asimov nunca va a funcionar en la realidad. No en la nuestra.

En dos puntos, sin embargo, tengo que darles la razón a estos grupos: 

Que el declive se acerca, es el primero. Y se acerca, todo hay que decirlo, porque los mismos que han propiciado las pasiones del bienestar y el bienestar de las pasiones son los que han premeditado su caída. Tengo que reconocer que uno de los primeros que lo vislumbró fue mi padre. ¡Pero cómo hacer caso a un hombre que allí donde veía una nube, veía lluvia”! Cuando se tiene a un Nostradamus como padre las únicas veces en las que se le hace caso es cuando anuncia bonanza y cielo despejado, por las pocas veces en lo que esto sucede, claro. Lo general es que mi padre Nostradamus viera señales que presagiaban malos tiempos, señales  que yo – pese a mi juventud – también contemplaba, lo confieso. Pero creo que ya lo he dicho alguna vez: las brujas somos hijas de hadas y las hadas necesitan un mundo rosa. Mi madre fue un hada que cayó al barro por acercarse demasiado a magas, hechiceras y nigromantes. Pero hasta que cayó fue un hada, y por eso le consentíamos su infantilismo narcisista. ¿Qué otra cosa se puede hacer con las hadas? Seres mágicos a los que hay que sostener para que ellas, a su vez, sostengan la luz, la risa y el color del mundo que las rodea. Mi padre veía desastres, pero era un Nostradamus y podía vivir tranquilamente con ellos. Yo comprendía lo que mi padre decía porque veía lo que él veía, pero soy una bruja y puedo sobrevivir a ellos. Mi madre, en cambio, era un hada y los desastres la hundían. Cuando un hada cae se transforma en un ser maligno para sus hijas. Aunque el mundo exterior siga viéndola con su traje de hada, en el interior quiere destrozar a su hija, porque es a ella a quien culpa de todos sus males. Corramos un tupido velo sobre este asunto y  sigamos con el tema que nos ocupa.

El segundo punto en el que asiento con estos grupos colectivos que siguen las pautas de la Fundación de Asimov sin entenderlas es que ellos, paradojas de paradojas, han sido los únicos que actúan siguiendo el mensaje de Jesús desde una interpretación correcta. Sólo por este motivo han podido llevar a cabo la inversión del espíritu allí contenido. Mi sospecha es que saben utilizar los instrumentos que les han dado sin ni siquiera comprender que los están utilizando para fines contrarios para los que esos instrumentos fueron creados. En mi opinión, desconocen lo que en los Evangelios se guarda oculto a la vista de todos desde hace siglos y que únicamente unos pocos conocían. Son iniciados sin saberlo. Pero dejémoslo aquí. Ni ellos mismos entenderían lo que les digo. Baste decir que han sido iniciados, aleccionados, para llevar a cabo una tarea que los precipitará – a ellos – a los avernos, tal vez incluso antes de que el mundo lo haya hecho. Pero esa es otra historia.

Anne Applebaum ha escrito un libro: “The dictators who want to rule the world.” No lo he leído. He escuchado lo que decía en YouTube. Los puntos principales de su obra es que las autocracias de este mundo: Irán, China y Rusia se han unido para conquistar Europa. Applebaum tiene razón. Si a estas alturas alguien duda de la validez de su afirmación es que ha permanecido ajeno a los acontecimientos de este nuestro mundo en las últimas décadas. La segunda aseveración es la que se refiere a las alianzas entre estas dictaduras. Applebaum sostiene que las alianzas entre estos países son oportunistas.

Es aquí donde una que soy yo ve aparecer a un conejo, Bugs Bunny, portando una zanahoria y preguntando con cara de guasa aquello de “¿Qué hay de nuevo, viejo?”

No es para menos, francamente.

A estas alturas de la historia ya deberíamos saber que las alianzas, todas las alianzas de este mundo, han sido oportunistas y por oportunistas variables. Para conseguir garantizar su estabilidad y con ello su perduración en el tiempo es por lo que los reyes unían a sus vástagos entre sí. No sirvió de mucho, la verdad. En Bizancio encontramos a madres reinas despiadadas con el hijo heredero, y en España tenemos el caso del hijo Carlos I y V de Alemania que mantuvo encerrada a su madre por décadas. Imaginen ustedes cómo fue el asunto entre matrimonios. Por eso el Cid campeador campeó a sus anchas sirviendo ora a reyes cristianos, ora al sultán o emir musulmán.

Las alianzas han sido siempre oportunistas e interesadas y, consiguientemente siempre en equilibrio inestable especialmente en lo que a su perdurabilidad concierne. Es por este motivo por el que no entiendo muy el por qué la señora Applebaum le concede tanta importancia a la cuestión del oportunismo. Si se refiere a la posibilidad del “Divide et Impera” se trata, fuerza es admitirlo, de una vana esperanza. Lo que une a los tres países es un enemigo común, del cual Europa es sólo una pequeña parte, importante únicamente porque la victoria sobre ella les facilita la conquista del centro del Occidente que es Estados Unidos.

La pregunta que, a mí, en cambio, me parece de vital importancia y que no sé – realmente no sé – si ha contestado Applebaum es por qué tres dictaduras consiguen ponerse de acuerdo y establecer una alianza que tiene un objetivo común: la conquista de Europa.

Imaginen ustedes la situación: tres niños deciden unirse para quitarle a Pepito su camión. Lo más seguro es, aunque Pepito se niegue y se defienda, los tres niños consigan sus propósitos. Si además han sobornado o convencido al amigo de Pepito que lo mejor y más provechoso para Pepito es que les entregue el camión sin resistencia porque así nadie resulta lastimado, la transacción será aún más veloz.

El verdadero conflicto aparece una vez que esos tres niños han obtenido el camión. Porque tras apropiarse del camión aparece la cuestión de quién es el primero que juega con él, quién es el que decide por dónde va y la carga que ha de transportar. En fin, lo más probable es que mientras Pepito está siendo consolado por su mamá y su papá de su pérdida con la compra de uno nuevo o similar, los otros tres gamberros estén peleándose por el botín.

Sin embargo, hemos de acordar que ni Irán, ni China, ni Rusia son niños por mucho que fijan y se esmeren en fingir una inocencia que raya en lo absurdo y hablen con el mismo candor con el que hablan los niños que van a hacer la Primera Comunión. Irán, China y Rusia son autocracias. Más aún: son autocracias históricas, eternas. Europa fue golpeada por el fascismo en el s.XX. Esos países desconocen lo que es una democracia por más que conozcan el término. Por eso le dan al término “democracia” acepciones a cuál más rocambolesca. El mismo que le daría yo a “Marte” si me pidieran hablar sobre un planeta de cuya existencia sé, cuyas fotografías he visto, pero en el que no he estado jamás y aún en el supuesto caso en que lo hiciera, sería protegido por una escafandra y un traje espacial.  En resumen: yo jamás respiraría la atmósfera marciana, ni aún en el improbable caso de llegar a Marte.

Analicemos pues la cuestión un poco más detenidamente.

En primer lugar, es importante subrayar que si esas tres autocracias pueden firmar alianzas es porque se entienden y si se entienden eso significa sencillamente, que las tres hablan el mismo lenguaje. Este lenguaje es el nominalista. Eso significa que cada palabra, cada coma, cada punto tiene un sentido a descifrar y aclarar. Largas disquisiciones, sí; pero sumamente productivas. Nada de “vamos al punto”, nada de “rápido, termina ya”, nada de “multitasking”, nada de trabajar a la velocidad de la luz. Las autocracias nominalistas necesitan de horas, días y semanas para llegar a acuerdos claros para todos. Eso de “para buen entendedor, con pocas palabras basta”, es el mayor error que un país democrático puede cometer, y comete, cuando se entrevista con alguna de estas autocracias en las que se es nominalista incluso para construir sintácticamente una oración. En fin, se necesitarían unos cuantos más filósofos del lenguaje para hacer frente a todos y cada uno de los discursos que allí se escriben.

Una vez hecho este inciso, se hace necesario preguntar qué permite a tres autocracias establecer una alianza para conquistar un mismo objetivo por el que no van a existir altercados una vez alcanzado.

La respuesta es clara: porque tienen un mismo objetivo para distintos fines.

Esa es la razón que sostiene la validez y la estabilidad de sus alianzas.

Una vez aclarado esto pasemos a analizar los objetivos individuales de cada autocracia. Los objetivos in

Rusia pretende conquistar territorialmente Europa. Ya lo dijo Putin hace una década: Europa está más cerca de Rusia que de Estados Unidos, del que la separa un Océano. Rusia aspira a convertirse en una Eurasia en la que no se ponga el sol. El Poder al que Rusia aspira es el Poder Político y éste se mide por la extensión territorial. 

China no siente ningún interés ni por los metros cuadrados de Europa ni por sus regímenes políticos. Lo que China persigue es convertir a Europa en un vasallo económico más de los muchos que ya tienen repartidos por el mundo. Un vasallaje económico le reporta a la autocracia asiática grandes beneficios pecuniarios, lo cual le permite imponer sus directrices.  China, al igual que el resto de los países del lejano Oriente, está segura de que el Poder más relevante es el Poder económico. A Rusia,  ferviente defensora del Poder Político, un éxito económico basado en el vasallaje no le convence. No le convence porque ella misma es vasalla económica de China y tal eventualidad no le despoja de su soberanía a la hora de tomar decisiones.  Eso, sin olvidar el asunto de las sanciones económicas ...

En cuanto a Irán, no siente interés ni por el territorio de Europa, ni por la economía de Europa. Siendo una autocracia teocrática como es, a Irán no le interesa luchar para conquistar ni el Poder Político,  ni el Poder Económico. Su objetivo es de carácter religioso. Irán persigue el detentar el Poder Religioso en Europa.  Es decir: Irán pretende conseguir lo mismo que el cristianismo obtuvo del Emperador Constantino en su tiempo: que la religión musulmana sea declarada la religión del continente.

Estos son los objetivos de cada una de estas autocracias. Porque tener distintas metas y hablar el mismo lenguaje pueden establecer alianzas que, como todas las alianzas de este mundo y el siguiente, son siempre oportunistas.

¿Qué hará Europa?

En fin, parece que la era de las pasiones va llegando a su fin y la de la salud mental va haciendo su aparición. Esto, créanme, no significa nada bueno. Fue lo que Carlos me avisó poco antes de trasladarse al Reino Unido, donde ha fijado su residencia.  La edad nos va pesando a todos y Carlos, lo quiera o no, está acercándose peligrosamente a los sesenta, por mucho que no los aparente. Verle cruzar el Canal de la Mancha produjo una inmensa tristeza en mi alma, lo confieso. Pienso en Fernando Marjó, que incluso como fantasma nos acompaña en nuestros encuentros anuales... Debe ser el Otoño.

La respuesta que Carlos me dio cuando le pregunté los motivos que le impelían a tomar semejante decisión fue la de que un país que es capaz de distinguir entre locos y excéntricos es un país que garantiza la libertad con mucha más intensidad que un país en el que se tilda de loco, pirao, volao, y un sinfín de calificativos similares a todo aquel que hace su individual voluntad – santa o no. La salud mental es una trampa como las otras trampas anteriores de las que les he hablado anteriormente. Los psicólogos son profesionales, sí; pero también son humanos, y como todos los humanos sometidos a psicosis colectivas, a modas del comportamiento y al establecimiento de determinados códigos lingüísticos que determinen si un hombre padece de alguna “desviación de la conducta” o no. Cuando es el individuo el que considera que su salud mental ha pillado una gripe, el riesgo de encontrarse con un mal psicólogo es el mismo que corre el enfermo de apendicitis. El verdadero problema es cuando la sociedad Fuenteovejuna y la diosa Opinión Pública deciden quién está mentalmente sano y quién no. Un misántropo como Carlos es un hombre que ha reducido el término “individuo” a un solo espécimen: él mismo. Es verdad que sus amigos ocupamos un importante lugar en su corazón y en su mente. Pero eso no significa ni mucho menos que podamos concedernos la libertad de ocupar su casa o su tiempo.

Sí, quizás Carlos tenga razón después de todo y el Reino Unido que tantas categorías establece – estrafalario, maniático, raro, excéntrico, antes de llegar a la de loco sea un buen país para él que, de todas formas, va a evitar a toda costa cualquier tipo de relación con sus congéneres.

La población que permanezca en el continente, o sea, la mayoría, tendrá que aprender a comportarse como sus congéneres y los habitantes de esas autocracias: Los buenos hombres se flagelarán, los malos pasearán sus adiestradas virtudes en el exterior mientras llenan los sótanos de monstruosidades atroces. Los rebeldes serán internados y a las brujas nos dejarán tranquilas porque de todas formas vivimos solas y porque además cuando se necesite de alguna víctima propiciatoria allí estamos. Son las hadas las que me preocupan. Por eso, las únicas ocasiones en que todos estamos de acuerdo con el marido de Carlota, son aquéllas en las que ésta le propone volver a Europa y él se niega. Por más que nuestras razones sean distintas, la conclusión es la misma: debe permanecer en los Estados Unidos.

Ese extraño Estados Unidos. La noticia de hoy ha sido que Elon Musk mantiene conversaciones con Putin. ¿Pero a quién le asombra esto? ¿Y por qué le asombra?  Lo pregunto yo, tan dada al asombro. Musk tiene fábricas en China, fábricas de coches con Software en China. Da igual dónde venda sus coches, el caso es que Musk tiene allí sus coches. Musk habla con Putin, habla con Xi y habla con todos aquellos con los que mantiene relaciones comerciales que le generan ingresos. También habla con la Nasa. Eso es un hombre de negocios: sin ningún tipo de prejuicios y tolerante con cualquiera que le reporte beneficios.

Lo que a mí me asombra, y mucho, es por qué Musk se alía con Trump, que grita a los cuatro vientos: “America First”. ¿”America First”? ¿Musk? ¡No me hagan reir! ¡No me hagan reir! ¿Dónde ven que un hombre de negocios diga eso? Mi duda: ¿Sigue Musk las consignas de Ayn Rand? No lo sé. Me gustaría saberlo.

Ayn Rand. Dios. Hace falta paciencia, realmente. Ayn Rand huyó del comunismo soviético a los Estados Unidos y una vez allí escribió una serie de obras que la catapultaron a la fama. Las obras no son buenas, reconozcámoslo. A decir verdad, son un tostón. Yo, que me considero una disciplinada lectora, no fui capaz de terminar ninguna de las dos que empecé. La trama me resultaba indiferente y el espíritu que subyacía en ellas se encontraba después de haber leído las dos primeras páginas; tres, si me apuran. Según Ayn Rand existen dos tipos de personas: los que trabajan y consiguen algo y los parásitos que viven de los que trabajan. Simplificadamente esta es la tesis a partir de la cual construye su edifico. Simple y brutal. El hombre que mueve montanas con su esfuerzo y los hombres que desean arrebatarle aquello que con tanto tesón y sudor ha conseguido.

¿Ustedes pueden creer semejante teoría? Ustedes posiblemente, no. Yo tampoco. No obstante, es interesante porque hoy he escuchado a un periodista del Der Spiegel llamar a Musk “Macher”; literalmente: el hacedor; pero también: el que construye cosas, el que mueve el mundo.

No. Musk no es el que mueve el mundo. Lo mueve su dinero, que compra el material necesario para construir lo que construye, tantas veces como sea necesario y aunque se le caigan todos los cohetes que se le caigan, y que paga a las suficientes personas con el suficiente cerebro para llevar a cabo lo que él se propone. Musk no es un visionario, pero lo que le diferencia de los otros es que o bien no cuentan con tanto dinero para pagar a tantas personas, o no tienen tan buenas conexiones para que les llegue el material que necesitan para construir lo que construyen. Ni idea. Pero desde luego, él solito no lo conseguiría jamás. No. Musk es un hombre de negocios que siente debilidad por la técnica y la tecnología.

Reconozcámoslo: el resto de la población Fuenteovejuna que adora a la diosa Opinión Pública no tiene las ambiciones de Musk, pero trabajar, trabaja. Musk paga el sueldo a sus trabajadores, del mismo modo que los compradores le pagan a Musk el dinero suficiente como para que amplíe sus empresas.

Lo que quiero decir con esto es que Musk es un mantenido como el resto de los seres del planeta. Sus trabajadores viven de lo que él les paga, pero él vive de lo que sus clientes le compran. Aunque los robots se hagan cargo de la producción, o se mantiene el poder adquisitivo de los clientes o Musk no tardará en presentar una declaración de insolvencia. Keynes.

Ni más.

Ni menos.

Las teorías de Ayn Rand son el núcleo del libertarianismo en el que se apoya un sector de los republicanos. Para aumentar dicho sector introducen a Hayek en el saco. Hayek es liberal, en efecto. Pero no es Ayn Rand. Por favor, seamos sensatos y seamos honestos. Hayek pertenece a la escuela austriaca y su teoría declara que la economía se refiere a la acción humana. Ello implica la consideración de otras disciplinas, como la psicología y la necesidad de la libertad. Pero la libertad a la que Hayek se refiere es una libertad reflexiva, moderada y cabal. Nada de estridencias. Nada de divisiones maniqueas, que es lo que Ayn Rand establece. Los libertarianos ponen en cuestión cualquier cosa que les impida ganar dinero a lo Ayn, o sea: a lo bestia.

Lo cual me obliga a preguntar a los republicanos, a Trump, y a Musk qué significa exactamente “America First”. Porque con tanto nominalismo uno ya no sabe nada.

La segunda cuestión va dirigida a la Nasa. ¿Cómo es posible que un centro de investigación espacial encargue determinados trabajos a la empresa de Musk, que mantiene tratos con Putin, Xi y cualquier posible cliente, lo cual pertenece al ámbito de su derecho empresarial, pero lo retira – o debería retirarlo – de los temas de seguridad nacional?

En fin, el patio está revuelto. En Alemania en el mismo periódico, el mismo día, pueden leerse dos noticias completamente opuestas. No es algo que me asombre. Estamos ya acostumbrados. De un tiempo a una parte es siempre lo mismo: llueve/no llueve. No sé si es una forma de introducir confusión o para no equivocarse.

Gita Gopinath. IWF-Vizechefin warnt vor „Massenentlassungen“ durch KI:

Gita Gopinath. IWF-Vizechefin advierte de „despidos masivos” por la KI.

Transformation: Fachkräftemangel hemmt Anpassung an die vier Megatrends:

Transformación: La falta de personal cualificado inhibe la adaptación a las cuatro megatendencias.

Lo cierto es que los despidos masivos ya han empezado y no han sido por la KI, como Gopinath declara. Hace dos semanas los motivos para explicar la enorme cantidad de desaparición de puestos de trabajo era la “reestructuración de las empresas”. Y en lo que se refiere a la falta de personal cualificado, cabe decir que es tan aguda, que el canciller Scholz fue hace unos meses a Kenia para intentar traer mano de obra cualificada de allí. Al menos fue uno de los temas de los que se hablaron. Interesante. No sé muy bien a qué tipo de obra cualificada se refiere. Hace unas semanas lo que se necesitaban eran guarderías. Mejor dicho: personal para las guarderías. Concretando: personal que trabajara diez horas, que es el tiempo que las madres trabajan hoy en día, al mismo salario que ha cobrado siempre. Unas semanas más tarde se descubrió que en realidad no era tan necesario, puesto que la natalidad ha descendido. Hace unas semanas el problema es que los jóvenes no quieren trabajar. Esta semana el problema es que los trabajadores enferman demasiado. Hace un año pedían quedarse en casa a los trabajadores enfermos, para no contagiar al resto. Resulta agotador. ¿Para qué tantas excusas si todos intuimos la realidad? La intuimos no porque tengamos el don de la clarividencia, sino porque en España ya lo han dejado caer: hay que trabajar 10 horas al día, 6 días a la semana como mínimo para conservar en una primera fase el puesto de trabajo. Para conservarlo en una segunda fase, habrá que ser útil a la empresa.

En una situación así sólo caben dos posibilidades: o Keynes o guerra.

Isabel Vinado Gascón

Estoy realmente cansada. Llevo toda la noche despierta escribiendo. Intento llegar a la actualidad actual lo antes posible. Pero los acontecimientos se suceden con inusual celeridad.

Nos gustaría estar donde una vez estuvimos. No estamos. Nos gustaría volver al lugar en el que una vez sentimos la plenitud de la vida y con ella la del universo. Necio deseo cuando sabemos que el camino se va borrando conforme lo andamos y únicamente el futuro se abre ante nuestros ojos.

¡Vayamos pues! Grita mi alma de Bruja. ¡Caminemos sin miedo el resto del tramo que nos queda por recorrer! Y sí, recuerdo mi pacto con el ángel de la muerte. Lo recuerdo. Y por eso yo, bruja, por nombramiento de los respetables de este mundo el nuestro,  me preparo para el siguiente viaje, que tal vez sea el último ¿quién lo sabe? Mi pacto es con el ángel de la muerte. Con él y sólo con él. Un reto de un segundo, una decisión, la mía, de una décima de segundo en el que el universo se rasga y se inmoviliza y da igual cuántas farolas haya encendidas, cuántas estrellas en el orbe. Allí está la presencia inconmensurable esperándome. No ante mí. A mi lado. No frente a mí. Junto a mí. Seguramente porque ése era el único modo en el que él y yo podíamos acordar un lance sin que su presencia acabara con la vida de una pobre mortal como yo. ¡Y yo acepté el desafío del mismísimo ángel de la muerte! Terrible su negritud. Infinito su espacio. Pero ¡qué le vamos a hacer! Una bruja con alma de mosquetero justiciero es siempre una bruja con alma de mosquetero. Y por más que la estrella me avisara de quien me aguardaba y me rogara, suplicara incluso, detener mi paso, por más que incluso el vampiro me mostrara sus fauces para prevenirme, yo – mortal donde los haya – recogí el guante que el ángel más poderoso del universo, ése al que llaman “el veneno de Dios” me estaba tirando. Era la única posibilidad, la única, de encontrar al espíritu que tanto tiempo llevábamos buscando. Sí. Aceptar su desafío  significaba promover la inversión. La inversión para que todo volviera al puesto que le correspondía en el universo. Arriba, arriba. Abajo, abajo.

Ustedes no me entienden y yo no quiero que me entiendan. Sólo trato de explicarles por qué mi lenguaje ha cambiado, por qué es distinto el modo en que expreso mis pensamientos; por qué sueno más reposada y más serena; por qué mi humor ya no es el que era.

El camino me espera. Hacia delante. ¿Hay algo que se haya mantenido? – me preguntó Carlos mientras organizaba su traslado al Reino Unido.

- “Sí”, le contesté resoluta: “mi propensión al asombro”. 

– “Habla” – me pidió sin dejar de atender a sus preparativos.

Y yo hablé. 

Conmigo misma, claro. ¿Qué otra cosa si no se puede esperar de gente como Carlos?

 

Tuesday, October 22, 2024

Carta a Paula Tierra y a Jorge Iranzo en relación al anterior artículo.

 El teléfono suena y antes de cogerlo ya sé quién me espera al otro lado de la línea y qué es lo que me va a decir. Así que atiendo a la llamada con el profundo cansancio que la desgana por la batalla que nos espera produce en nuestros corazones, mosqueteros  sí,  pero envejecidos y forjados por las cicatrices acumuladas. “Isabel – me dice el tranquilo Jorge con la tranquila ira que de vez en cuando le caracteriza- Te opones a ver a las mujeres en víctimas y he aquí que te falta tiempo para victimar a tu género en cuanto empiezas a escribir. Tus disquisiciones sobre el divorcio del artículo de ayer darían materia suficiente para producir toneladas de libros tanto a las feministas como a los feministas. Paula está enfadadísima y con razón. Dice que quieres arruinar el movimiento de emancipación de la mujer que tantos años ha costado. Por favor escribe sobre lo que sea, pero no hagas un canto de amor a las amas de casa sólo porque admiras a Carlota. Te aseguro que nosotros también, pero mantén a tus amigos, que somos nosotros, apartados de tus elucubraciones mentales. Paula y yo tenemos demasiadas cosas importantes de las que ocuparnos.” Y ha colgado sin ni siquiera darme opción a la réplica. Por eso está carta que sé que leerán en cuanto dispongan de un poco de tiempo. 

Querida Paula, querido Jorge:

Punto número uno:  vosotros pertenecéis a ese grupo de afortunados que puede enfrascarse en sus asuntos de esencial trascendencia para la sociedad justamente porque disponéis de todo lo necesario para poder hacerlo. Paula, mi querido Jorge, no tiene una “ayuda pagada" que suele ser lo habitual en situaciones como la vuestra. No. Paula tiene una “gobernanta” que vive en vuestra casa, aunque no con vosotros porque ella posee sus propias dependencias, lo cual es un modo muy elegante de decir que vosotros conserváis vuestra independencia en vuestras tranquilas y separadas estancias. Vuestros padres -que antes de ser padres fueron hippies -, se convirtieron en cuanto nació el primer nieto en amantísimos abuelos. Son ellos los que han llevado a vuestros hijos al parque, a las clases de piano, al club de fútbol y ellos, también, los que con especial atención se han preocupado y ocupado de que las calificaciones escolares e incluso universitarias respondieran a los criterios que todos vosotros teníais al respecto. Lo que estoy diciendo, Jorge, es que en tu hogar habéis estado siete personas al pie del cañon para el cuidado de vuestros dos preciosos retoños en todas y cada una de sus fases evolutivas. Ahora, querido Jorge, pensemos en otra mujer trabajadora por carácter y asalariada por necesidad:  vuestra gobernanta. A pesar de que reconozco que le habéis pagado más de lo acostumbrado, la habéis asegurado como si en vez de trabajar en vuestra casa fuera a escalar el Everest y la habéis tratado con sumo respeto, lo cual, ya es mucho – su situación no se asemeja en nada a la de Paula y la tuya. Los hijos de vuestra gobernanta se han criado y han vivido con una abuela viuda, que se prestó a cuidar de esos nietos – y no de los que sus otros hijos tenían- porque vuestra gobernanta, su hija, le pasaba todos los meses una cantidad suficiente para compensar su escasa pensión, aunque no su mermada educación y mucho menos, su afición a la cultura. Vuestra gobernanta ha visto a sus hijos durante el fin de semana y ha sido en esos pocos momentos cuando ha aprovechado para aleccionarles con lo que, muy probablemente, ha visto en vuestra casa. No obstante lo que en unos hogares es normal,  es considerado en otros ambientes un virus llegado de Marte, o algo así.  La abuela de aquellos chicos ha llorado por su falta de cultura no porque la cultura le interesara lo más mínimo,  sino porque en su cerebro y ante sus ojos la cultura significa vivir bien; a lo grande.  No obstante,  tu gobernanta ha tenido suerte, lo reconozco. Nada de hijos perezosos y nada de drogas. Eso se ha debido a la suerte, no me cabe la más mínima duda. Si me apurais quizás pudiera incluso achacarse a la compasión que algunos hijos muestran por las madres cansadas. No lo sé. En cualquier caso, tiene suerte de que su hija haya elegido ser maestra, en vez de influencer y de que su hijo sea electricista, en vez de aspirante a estrella del fútbol, o de la canción, o aventurero de la noche.

Punto número dos. Pese a todos los que afirman y se empeñan en afirmar que han sido estos tiempos del “Yo” inclusivo, nominalista y colectivo los que han permitido a la mujer estudiar y disfrutar de la independencia económica,  no lo han sido. Los verdaderos hacedores de la emancipación de la mujer fueron los “yo” individual, personal e intransferible como Madame Curie. 

Lo que estos tiempos han traído ha sido la obligación socio-moral de que la mujer vaya a trabajar, de tal manera que la que se queda en casa, como Carlota, adquiere con su condición de ama de casa no el apellido de su marido, sino el apellido de “mueble”, “jarrón” y todo lo que le sigue. Ello significa que muchas mujeres que podrían cuidar de sus hijos si renunciaran a trabajar fuera de casa no lo hacen. 

No lo critico. 

Quedarse en casa es hoy una decisión mucho más radical y extrema que meterse en el convento: allí se ve a más gente. 

Simplemente lo presento. 

Eso significa que muchos chicos que podrían disponer de la misma atención que los vuestros, no la tienen porquesus madres se han decantado por la independencia económica y la  inteligencia social.

Conclusión: la igualdad no es igualdad. La igualdad es: masa, los radicales mártires, como Carlota y los afortunados. 

Tercer punto. Pero es que además, aunque la mujer trabaje, la mujer envejece y en un mundo de usar y tirar, llegada a esa edad en la que la pareja ha terminado de criar a sus pollitos y en las que podrían retomar la relación allá donde el deber parental lo impidió, deciden separarse. Los dráculas buscan sangre joven y las draculinas quieren viajar. Pero en vez de expresar honestamente sus razones dicen que quieren lanzarse a la aventura,  o de que que hay que atreverse a empezar una nueva fase o, simplemente, que hay que atreverse a saltar. Y suelen caerse con todo el equipo por muchas razones. En primer lugar, porque cambian de mujer, pero no de carácter. Esperan que la mujer joven les consienta aquello que la vieja esposa terminó harta de consentirles. No sólo no lo consigue, sino que además vislumbra que es él el que tiene que adaptarse a ella, para recibir un poco de atención – y cuidados. Al temer que sus amigos más amigos, es decir, los que más razones tienen para poder reírse de él, se desgañiten de la risa al ver el tremendo golpetón que le acaba de dar a su vida existencial, finge felicidad donde no hay más que una jovial desesperación. Si encima la joven mujer que se ha unido a ese hombre por miedo a la soledad, porque ha tocado techo profesional o porque quiere tener lo único que le falta, desea también un hijo, el pobre hombre, aquel necio Drácula, se ve obligado a repetir en el umbral de la ancianidad lo que en su joven juventud ya hizo. Juventud que, como dijo el poeta, se va – se fue- para no volver. Lo que vuelve es un déjà vu. Ese déjà vu del que Nietzsche alertaba a todos aquellos que soñaban con tiempos cíclicos.

En cuanto a ellas, las jóvenes mujeres, ya no tan jóvenes,  son mujeres que, por lo general,  han vivido mucho tiempo solas, de modo que están acostumbradas a hacer prevalecer su voluntad, que a lo mejor no es santa, pero es suya. Lo admito: la soledad en la que todas esas mujeres han vivido es la soledad más terrible de todas las soledades: la soledad femenina. 

La soledad femenina es la soledad del que tiene terror a ser abandonado y que, por ese mismo motivo, paradoja de paradojas, rechaza una y otra vez. 

Poco importa que haya estado casada, que trabaje, que no trabaje, que tenga o no tenga hijos. La soledad femenina, inmensa, termina presentándose ante ellas. Esas mujeres quieren creer por última vez en que en algún sitio está la felicidad de la pareja esperándolas a ellas. 

Porque han estado solas saben y quieren mandar. Por solas esperan que el mundo se convierta en una historia sacada de alguna novelita rosa, de alguna película romántica. Bien porque la soledad les avisa de que han tocado techo profesional, bien porque se aburren, bien porque quieren tener lo que todavía no tienen: un hombre, una familia, jugar a las casitas deciden que ya ha llegado el momento de echar ancla.

La mayoría son estafadas de una manera u otra. Algunas sólo en pecunio, la mayoría en esencia

Cuarto punto: Hay parejas abiertas, parejas cambiantes, hombres y mujeres que se separan cada cinco o cada siete anos o cada semana. No es a ellos a quienes me refiero. Tales hombres y mujeres o viven para el amor o viven para el trabajo. Los hijos que tienen no son hijos en el sentido propio de la palabra. Son, sencillamente, descendencia.

Quinto punto: ¿Qué tiene que ver esto con el “Yo” inclusivo, nominalista y colectivo? Que todo aquel que tiene una idea distinta, todo aquel que practica algo distinto es situado en otro “Yo” inclusivo nominalista y colectivo y convertido en un "Tú".

La consecuencia es inevitable: La anunciada y declarada unidad entre las mujeres se convierte en un imposible.

Las mujeres siguen competiendo por aquello por lo que siempre han competido: el reconocimiento social. Para ello continúan  utilizando los instrumentos clásicos:  belleza, juventud y elegancia. El Poder económico en mujeres que podrían sobrevivir y vivir tranquilamente si aceptaran el sacrificio personal que exige la celda del convento solitario del ama de casa actúa es en realidad  un instrumento más para la consecución de dicho reconocimiento social. 

Hoy como ayer los hombres quieren el coche más caro del mercado y las mujeres el reconocimiento social más elevado.

Los hombres, claro, se equivocan y juzgan a las mujeres como si tuvieran sus mismos ideales. No. 

Puede ser que para la mayoría de los hombres sea la riqueza la que les otorga el Poder. A las mujeres, en cambio, aquello a través de lo cual acceden al tan ansiado Poder es el reconocimiento social.

De la vanidad de unos y los sueños de las otras viven ingentes sectores de la población: abogados, psicólogos, vendedores de electrodomésticos, bancos, productos financieros... 

El “yo” individual, personal e intransferible, se desangra. Se desangra cada una de esas mujeres que sabe convivir con la soledad, que ha renunciado incluso al reconocimiento social para construir su familia cuando  asiste con impirente desolación a su caída. La comparación de su familia, la acción más radicalmente existencial, con la caída y la ruina de una empresa económica, termina por matar a ese "yo" individual, personal e intransferible.  Como si una familia pudiera ser tratada como empresa económica, o como clan emocional, o como ambos. ¡Qué necedad!

Sexto punto. Hay malas amas de casa y excelentes empleadas. Hay buenas amas de casa y malas empleadas. Ergo: hay buenas amas de casa y excelentes empleadas. El problema se complica cuando llegamos al ejercicio de ambos trabajos. Conciliación de los trabajos, partición a medias de las tareas del hogar y de las responsabilidades parentales, al tiempo que se es productivo en las tareas laborales es prácticamente un imposible. En suma: sobresalir en la esfera privada y brillar en la esfera pública es un ideal que pertenece a la esfera de Ícaro, no a la de Dédalo.

Es posible que suene todo esto a trasnochado, pero lo cierto es que las únicas mujeres que sobreviven a la conciliación entre el ámbito del dentro y el del afuera, son las madres que realizan las funciones a las que tradicionalmente se han dedicado, la enseñanza, por ejemplo, o disponen de mucho dinero para que otras mujeres realicen por ellas aquello a las que ellas no llegan, (la plancha,  por ejemplo) por la sencilla razón de que llegar es un imposible. 

Igual que alcanzar el sol, que es a lo que Ícaro aspiraba.

Divorcios por agotamiento, separaciones por extenuación… No me digáis que nunca habéis escuchado hablar de ellos. Y una vez divorciados , se descubren sujetos y sujetas a la rueda del tormento, que ahora se denomina "Karma".

Los divorciados recuerdan a sus primeras parejas. Y las mujeres solas anhelan su agradable, cómoda y acogedora soledad.

El punto de los puntos.

Me asombra, me sorprende, me maravilla que las autoridades en Alemania, en España e incluso en Corea del Sur se asombren, se sorprendan y se maravillen de que en esta situación  los jóvenes no se animen a tener hijos.

Queridos gobernantes abran los ojos. Ustedes seguramente no son jóvenes y están en ese momento del atardecer en el que el sol recupera la brillantez del mediodía antes de caer en la noche y se acuerdan de las noches del amor. Bien por ustedes. Muchos jóvenes suenan con el amor no sólo por el amor, sino para repartir la factura del piso sin vivir en un piso compartido. El amor lima la frialdad de la realidad económica, por así decirlo. En un panorama así, no hace falta ser bruja para comprender que la descendencia significa para muchos la caída de Ícaro.

Ese “Yo” inclusivo, nominalista y colectivo, esta empeñado en juntar pasión y bienestar, ignorando el desastre al que conduce la unión de ambos conceptos. Aún no han comprendido que es justamente esta unión la que está debilitando a nuestra sociedad. En bloque. 

Nuestra sociedad, ocupada como ha estado peleando en “guerras de los Rose” y en "guerras de tronos" o sea en guerras internas, para descubrir finalmente en las ruinas en las que esos palacios en las nubes se han convertido, carece de la fuerza moral y económica de la que necesitaría para ocuparse de las verdaderas guerras que exigen de su atención: las externas,  las provocadas por los invasores,  que no sólo son emigrantes.  ¡Acabáramos! Pero esto es otro tema. 

Por eso la sociedad grita Paz  que en realidad significa la petición de una rendición sin derramamiento ni de sangre, ni de estrés,  ni de dinero. 

La sociedad ha preferido librar la guerra en su casa, en sus paredes. Esa guerra interna ha dejado a sus hijos huérfanos y a la intemperie. Esa guerra llevada dentro de sus paredes para poder conservar en el exterior su respetabilidad ha despojado a sus cansadas y abandonadas buenas esposas del cobijo que mantenian en pue y que era su cárcel tanto como su hogar, y las ha abocado a la desesperacióny al cansancio moral.

En tales lides internas ha perdido esta nuestra sociedad su fuerza. Por eso, en vez de enfrentarse a los invasores, que no son sólo los emigrantes,  la sociedad grita  Paz: porque agotadas las pasiones , de la primera unión entre pasión y bienestar, sólo queda el Bienestar.

No quiero hacer un discurso ni moral, ni político, ni religioso.

No quiero hacerlo y lo sabéis. 

Pero estas son las conclusiones, mis conclusiones, a las que mis observaciones me conducen una y otra vez, a pesar de que las reviso cada día.

Consciente como soy de que vivimos en un mundo cuántico, donde un observador ve al gato de Schrodinger muerto, el otro observador lo ve vivo, y un tercero lo ve muerto y vivo, vosotros -querida Paula y querido Jorge- podéis observar lo que os plazca.

A mí dejadme tranquilamente tranquila porque bastante tengo con mi naturaleza de bruja, con el vampiro y unos cuantos dämons más que presiento pasean por mi casa sin haber sido invitados.

De las dictaduras y su relación con las fake news y con la salud mental hablaré otro día. De los enemigos de Europa os hablaré otro día.

A decir verdad, tenéis razón. No sé por qué hablo de temas que ni me van ni me vienen. Quizás porque es la única manera de evitar pensar en lo realmente importante: Me acecha el terrible presentimiento de que debo emprender un nuevo viaje, cuando la verdad es que acabo de llegar.  Y ha sido un viaje tan duro, tan cansando, tan agotador…Temo haber dejado todas mis fuerzas en él.

Con mi más profundo y sincero cariño a ambos

Thursday, October 17, 2024

"Yo" inclusivo, nominal y colectivo versus "Yo" individual, personal e intransferible. Propaganda, lenguaje, nominalismo.

 

Me gustaría poder escribir que el tiempo se ha ido sin sentir, que ha transcurrido sin sentirlo. Pero la verdad es que no ha sido así. Los años infernales transcurren, por infernales, con una inusitada e incomprensible extrema lentitud. Incluso cuando uno toma parte en la lucha y se enfrenta a ellos a pecho descubierto, se transforma cada minuto en un milenio.

Es posiblemente entonces cuando uno comprende que la resistencia ha de empezar en el espíritu. 

Es el espíritu el que impone su fortaleza, o sucumbe.

Por eso, el primer tipo de propaganda de cualquier persona o movimiento colectivo que  busca imponerse sobre el resto se dirige a minar la fuente en donde reposa el espíritu. El espíritu no existe, afirma. El Nihilismo es lo único real,  declara. La Fuerza no tiene ninguna posibilidad de ganar al Poder, concluyen algunos después de haber escuchado las informaciones que esta propaganda "científicamente demostrada" publica en los pertinentes canales. El Bienestar es lo único a tener en cuenta, avisan los que también han aceptado las premisas de este tipo de propaganda que tan bien se adaptan a sus objetivos. Incluso en el supuesto caso de que aquellos conciliantes decidan afirmar que el espíritu existe lo hacen con sabor a café descafeinado y leche desnatada. El espíritu existe, dicen: en los fieles y partidarios que son los que hacen posible su supervivencia a base de prerrogativas legales y de ofrendas pecuniarias. "Comunidad" es el nombre con el que denominan a los espectadores suscritos a un canal en plataformas como YouTube, cuando no "familia virtual".


¡Pobre de aquel que deje de confiar en el Espíritu, en su espíritu! -  grito yo en el Desierto y en el mar de botellas. En mi Blog “La Energía Errante” hubimos de lanzarnos a buscarlo. Acometer tal empresa exigió de todas las fuerzas de las que disponiamos, muchas de las cuales desconociamos hasta ese momento.  

La propaganda del miedo es el tipo de propaganda que se opone a esa búsqueda. Es la propaganda de los que admiten que aun en el supuesto de que el Espíritu al que yo me refiero existiera, éste habría sucumbido. De modo, dicen, que lo mejor, lo más sensato, lo más cabal es firmar la Paz con aquellos que se han lanzado a la guerra, pero que en realidad no se han lanzado, sino que han sido lanzados, dicen, por los mismos que buscan el espíritu al que yo apelo porque en realidad los que promueven la guerra, dicen, son aquellos que,  como yo,  buscan el espíritu que construye en libertad individual ascendente trascende. Todo está perdido, dicen. No llegaréis nunca, dicen. Evitad guerras inútiles, dicen. Os están engañando, dicen.

Esparcida por los materialistas y por los antimaterialistas el tercer tipo al que los buscadores del espíritu han de enfrentarse es la propaganda del sentimentalismo. El espíritu existe, pero se ha hecho materia, aseguran los materialistas evocando quizás a Blavatsky cuando se refería a lo que los filósofos herméticos escribían. Confieso que ignoro a qué filósofo hermético se refiere la autora teósofa; de una generalización como la que Blavatsky hace no es posible extraer nada en concreto y justamente por eso es posible sacar cualquier cosa, como del sombrero del prestidigitador del que unas veces sale un conejo, otras un ramo de flores... !Qué más da! Los antimaterialistas ya lo saben ustedes, férreos defensores de la existencia del Espíritu tanto como de su debilidad congénita  debida a la persecución que constantemente sufre, afirman todo lo contrario: que la materia se convierte en espíritu. Poética acepción que lamentablemente evoca demasido claramente al vuelo de Ícaro como para que se la pueda tomar en serio.

Ambos extremos, extremos incluso en sus consideraciones políticas, coinciden, sin embargo, en la utilización que ambos hacen del lenguaje religioso a la hora de expresar su amor a los congéneres, al prójimo. Pero como ya dije en mi artículo anterior: lo que cada uno de estos grupos termina encontrando en el prójimo no es ni al prójimo ni al amor, sino al mismísimo diablo que, según ambos afirman, habita escondido en el prójimo.  Así que una vez hecho este descubrimiento y después de haber hallado culpable al prójimo más prójimo y tras haberlo inmolado y arrojado a los avernos, materialistas e inmaterialistas pasan a concentrarse en el prójimo universal, lo cual en un tiempo nominalista como es el nuestro constituye un imposible. Por eso el prójimo más prójimo que es siempre un "yo" individual,  personal e intransferible se nominaliza y se convierte en colectivo abstracto: en un "yo" inclusivo,  nominal y colectivo. La era de acuario, dicen los materialistas, los antimaterialistas y otros varios. 

Materialistas e inmaterialistas sostienen que los responsables y culpables de los grandes pesares que sufren y soportan esos colectivos de prójimos son los prójimos que no pertenecen a esos colectivos. Así introducen la confrontación a muerte entre el "Yo y el "Tú". Justo precisamente la guerra que el buen Levinás se esforzó tanto por evitar. La filosofía de Levinás es un canto de buena voluntad, pero la responsabilidad que impone al "Yo" respecto al "Tú" es un imposible, porque Levinás, creo yo, olvida algo que es fundamental, esencialmente importante: el amor no es nunca unidireccional excepto en el caso de los mártires,  héroes y testarudos corazones cuánticos que creen que aporreando la pared conseguirán traspasarla algún dia. Salvo en estos extraños y excéntrico casos, el amor que construye, quizás no en santidad, pero si saludablemente, es el bidireccional e independiente. Uno elige al que ama y espera (no lucha) ser correspondido porque en otro caso el amante se convierte en una de las tribus perdidas de Israel en su travesía por el desierto. Es posible que el amor exija fuerza y constancia y fe,  pero o hay una tierra prometida esperando,  una Beatriz aguardando o el camino se convierte en laberinto, del que se hace preciso escapar a tiempo. 

La independencia de Jesús a la hora de decidir a quién ama y a quién no, lo apercibe cualquiera que lea con un poco de atención los Evangelios. El prójimo al que amo es el prójimo que me gusta, es el mensaje subliminar de Jesús. Del prójimo que no me gusta, explica sin inmutarse un ápice, me alejo. 

El prójimo que no gusta a Jesús y contra el que una y otra vez arremete es el fariseo; el prójimo que no gusta a Jesús y al cual expulsa del Templo sin miramientos es el mercader que allí comercia. Jesús es selectivo porque el único amor que él siente es por su Padre. Él ama a su Padre y su Padre le ama a Él. Lo dicho: el amor es siempre bidireccional. O no es amor pleno. Y el amor tiene algo de simpatía y no de redención. 

Es en el tema del amor donde Jesús traza una separación esencial entre el "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo y el "yo" individual,  personal e intransferible. 

 La diferencia consiste en que el desamor, tal como lo practica, Jesús puede ser dirigido al "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo: El de los fariseos y el de los pecadores, por ejemplo. 

El amor de Jesús, en cambio, se dirige siempre a un "yo" individual, personal e intransferible. Maria Magdalena,  la samaritana, el hijo del centinela romano,  el ciego, el cojo...Todos ellos poseen una naturaleza única. 

En el caso de los materialistas e inmaterialistas el amor que predican respecto al prójimo es un amor bidireccional en el que sólo cabe un sujeto. El prójimo es un "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo que dirige su amor y es amado por un  "Yo" inclusivo,  nominalista y colectivo. O sea:  Un ombligo amándose a sí mismo, con la peculiaridad de que se trata de un "yo" inclusivo, nominalista y colectivo.Y por eso que es amado por ese Yo colectivo,  el yo individual ha de desear fundirse con él,  en él. Por eso el "yo" individual,  personal e intransferible ha de matar su ego. Porque cada uno de nosotros es un dios, porque lleva la chispa divina, y ha de matar el ego para fundirse con la divinidad en colectivo.  Pueden ustedes imaginarse que en un escenario como éste cualquier "yo" individual,  personal e intransferible que se autoafirme es susceptible, por lo menos eso,  de ser considerado (y tachado) de "narcisista". Así que ha de practicar la empatía, donde empatía es sinónimo de fundirse en el colectivo.  Tiempos nominalistas.

Desde el punto de vista filosófico es fascinante, lo reconozco. Dios y Jesús eran Padre e Hijo. Iguales y diferentes al mismo tiempo. Podía entenderse. Pero en el caso de los materialistas e inmaterialistas la idea central es que entre el "Yo" individual y el "Yo" colectivo no existe ninguna diferencia.  

El "Tú" aparece en ambos grupos, materialistas e inmaterialistas, definido por las mismas características: narcisista, sociópata, psicópata, de pies de barro, carente de empatía y sin ninguna chispa divina. En eso ha quedado transformado el "Tú" .

¿Quién es el "Tú"? Todo aquél que no se encuentra dentro del "Yo", que es un "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo. Es inclusivo  porque hay tantos "Yo" como "Yo" admita; es nominalista porque la definición no es estable sino cambiable, variable, flexible, altamente flexible.En fin... A qué seguir. Y  es colectivo porque es un "Yo" que supera y trasciende al "yo" individual. Al haber tantos "Yo" como "Yo" admita, pueden ustedes imaginar la importancia que cobran el ninguneo, el desprecio, la difamación y todas esas estrategias y tácticas de destrucción del "Tú". La cuestión no es cuántos "yo" existen.  La cuestión es cuántos "Tú" perviven, después de tantas luchas.

En un discurso de este tipo la oposición, la confrontación, la guerra no necesitan ser profetizadas.  Ellas solas se presentan sin ser anunciadas.

¿Creen de verdad que la Filosofía ha muerto y que los Evangelios pertenecen a una época pasada? ¡No me hagan reir! ¡Pero si son ellos los únicos que pueden explicar la deplorable situación en la que la sociedad se encuentra, los motivos por los que camina perdida e incluso, quizás, la guía para encontrar nuevamente la senda adecuada que nos conduzca a la verdadera armonía interior, por lo menos eso!, Ellos y no los libros-consejo que hoy en día se venden como si fueran las nuevas Biblias del presente y que lo único que contienen son las doctrinas sentimentalistas de los materialistas y de los inmaterialistas que hay que obedecer para dejar de ser un "Tú" e introducirse en el "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo.

Pese a todo,  también pese a mi acostumbrada propensión al asombro, debo confesar que no me sorprende lo más mínimo ese deseo de erradicar de la sociedad a la Filosofía y a los Evangelios. Allí se contienen la explicaciones y posiblemente, como digo, la solución a muchas de las confusiones que invaden hoy en día a la sociedad.

En cualquier caso, en cuanto los prójimos que hasta ese momento no pertenecían a dichos colectivos vislumbran cómo acaban los prójimos más prójimos independientes, no dudan en abrazar entusiasmados  a todos los colectivos, a todas las premisas, a todos los lemas, a todas las frases hechas, a todos los discursos con los que materialistas e inmaterialistas inundan a la Humanidad, nominalista, abstracta y colectiva. Les va la supervivencia social y laboral en ello. Las abrazan en masa y cantando: "Somos un "Yo" vivo que vive en un "Yo" trascendente", donde esa trascedencia se refiere a la colectividad.  “Corrección Política” le llaman cuando quieren sonar intelectuales. En realidad el trasfondo de todos esos discursos y fórmulas es única y exclusivamente de carácter sentimental y emocional: “Ama al prójimo”, - donde “prójimo” ha sido convertido en un término que por muy individual,  personal e intransferible que en un principio fuera, termina fundiéndose dentro de un "yo" inclusivo, nominalista y colectivo, en el que se acepta cualquiera que asegure reunir los requisitos adecuados y donde el imperativo “ama” significa por un lado el deber de amar a ese "prójimo" inclusivo, nominalista y colectivo  y por otro avisa de que el que no lo haga en el modo y forma en que ese "Yo" colectivo decida, será declarado "Tú". Esto es: culpable e inmolado. Por culpable, no por políticamente incorrecto. Tiene su lógica, lo acepto. Les recuerdo que el tercer tipo de propaganda es de carácter sentimental. Allí lo intelectual aparece supeditado a lo sentimental. De este modo la reflexión y el juicio crítico, que son siempre personal, individual e intransferible, pasan a un plano irrelevante.

Al final el "Tú" termina convertido en un "Tú " inclusivo,  nominalista y colectivo. 

No es que yo me oponga a algo así, excepto, quizás, por nominalista y colectivo. Lo admito: para mí una víctima es siempre una víctima individual, personal e intransferible. Si algo muestran las guerras y los horrores de la guerra, es eso: que cada víctima es una víctima única y esa víctima única tiene nombre y apellidos. Lo que me molesta es lo de siempre: que un individuo entre en un ascensor sin saludar y sin ser saludado y a continuación se introduzca en las redes sociales a proclamar el amor universal, que en nuestros días ha sido transformado igualmente en un concepto nominalista y abstracto: empatía, solidaridad, respaldo… Compréndame: yo pienso en Carlos el misántropo, ausente de las redes social, que no aparece en prácticamente ningún buscador y sin embargo salva vidas todos los días. Vidas concretas e individuales. Carlos no tiene ninguna buena opinión de sus congéneres, no espera nada de ellos; sin embargo, cada uno de esos que se presenta ante él esperando su ayuda profesional adquiere la consideración de “el prójimo ser vivo”; con un poco de suerte tal vez incluso alcancen el nivel de “persona prójima”. Lo importante para Carlos es la posición de cercanía, de proximidad y de necesidad.  Esos seres vivos, personas, e incluso puede que monstruos, se convierten a los ojos de Carlos, el misántropo, en “prójimos que piden ayuda al prójimo que puede concedérsela y que en ese momento es él”. Carlos se desvive por cada uno, hasta que están sanados. Después no quiere volver a saber nada de ninguno de ellos. Le molesta que le hagan regalos, le molesta que le saluden y le molesta incluso encontrárselos por la calle.

Un "Yo" inclusivo, nominal y colectivo amándose a sí mismo y buscando "Tú" individuales, personales e intransferibles a los que  integrar al tiempo que construyen "Tú" inclusivos, nominalistas y colectivos a base de reunir en un extraño grupo a todos aquellos que no se funden en ellos con ellos no es lo que más me molesta, lo reconozco. Una bruja sabe que esté donde esté y con quien esté siempre será para el resto de la humanidad un "Tú". ¡Qué se le va a hacer! Hay cosas que son como son. 

Lo que me enoja profundamente, lo que me enfurece desde lo más profundo de mi esencia es que a todos esos "Yo" inclusivos,  nominalistas y colectivos les pasa lo mismo que a sus precesores históricos los universalistas y a los colectivos religiosos : que están siempre pensando en los universales y en Dios, mientras vayan por doquiera que vayan sólo se topan con el diablo, traidores y enemigos. 

Materialistas y antimaterialistas terminan afirmando lo mismo: Todos los que difieren de ellos son culpables. Curiosamente, cuando ellos son denunciados como "culpables" o bien tachan al otro de victimista o de enemigo encubierto o afirman que se trata de una equivocación,  de una fake news o de desinformación. 

La verdad es que ese "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo está absolutamente convencido de que el que no está con ellos, está contra él. Tibiedades ninguna, afirma.

 Sean o no sean cristianos, el lenguaje que utilizan cada uno de esos "yo" inclusivo, nominalista y colectivo es total y absolutamente religioso: pecadores, enemigos, traidores, demonios, conspiradores, tentaciones capean a sus anchas, dicen. Hay que prepararse para la lucha, dicen. Los convertidos y arrepentidos son admitidos, pero han de demostrar el arrepentimiento y la lealtad, dicen. Eso, imaginen en un "Yo" que además de colectivo es nominalista y por nominalista hoy se levanta siendo una cosa y mañana es otra.

En el Interior de ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo se originan grandes crisis, terribles, y hasta cruentas, guerras por imponer una determinada dirección a ese "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo.  Por eso tampoco me asombra, a mí, tan proclive al asombro que estemos entrando en una nueva era: la era de la salud mental. 

Comprendan: si un "Yo" individual, personal e intransferible está en constante transformación y desarrollo lo que le provoca grandes dolores de cabeza, pueden imaginarse en que situación ha de encontrarse un "Yo" incllusivo, nominal y colectivo que alberga tantas luchas y tantas corrientes en su interior. 

El "Yo" personal, individual e intransferible se sume en el trabajo, escribe poesías, lee a los clásicos, da un paseo y de vez en cuando protesta por la sociedad que le rodea que es, en realidad, el vecino con el que acaba de cruzarse o el compañero de trabajo, pero sin profundizar demasiado en el tema porque tiene otras cosas más importantes de las que preocuparse: su trabajo y cómo llegar a fin de mes son dos de ella. Los problemas para ese "Yo" individual, personal e intransferible empiezan cuando ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo le adoctrina y le predica que ha de atender a su desarrollo, que ha de buscar la plena felicidad y que ha de dejar todo lo que tiene. "Deja todo lo que tienes"- le grita ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. Y aquel pobre "Yo" individual, personal e intransferible empieza a pensar en la Felicidad que ya no es individual, personal e intransferible - como era antes, sino que se trata de una felicidad inclusiva, nominal y abstracta.

Ahí comienzan los problemas del individuo individual, personal e intransferible. Así es como del día a la mañana pasa de ser individuo a transformarse en "Hereje" si no se une al "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo. 

¡Y se asegura que esta época nuestra no es religiosa!

A qué negarlo: a mayor inseguridad,  mayor es el número de los individuos que se funden en un "yo" inclusivo, nominalista colectivo.  Todos aquellos que sueñan con el poder decir "el que no está conmigo,  está contra mí" . Como individuo personal e intransferible tal cosa es un imposible excepto si logra convertirse en "la cabeza visible" de ese "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo.  O sea: como dictador.

Así termina el individuo individual, personal e intransferible: o fundiéndose y sirviendo a ese  Todo"yo"inclusivo, nominalista y colectivo o siendo su cabeza visible. 

En cualquier caso hay que aceptar que el "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo representa la expresión social más vívida de aquel "Todo en el Uno y el Uno en el Todo ".

¿Cómo termina la sociedad en ese momento?

Pueden ustedes imaginarse: Polarizada.

Polarizada hacia el exterior. 

Tan fácil. Materialistas versus Antimaterialistas. Antimaterialistas versus Materialistas. Extrema derecha contra Extrema izquierda. Extrema izquierda contra Extrema derecha. Extremos religiosos contra extremos irreligiosos y viceversa. 

"Yo" inclusivo,  nominalista, colectivo contra un "Tú" inclusivo, nominalista y colectivo y contra los "Tú " individual, personal e intransferible, que a falta de protección es convertido en "moderado " al principio del follón (o sea: tibio, apoyado, naif) y hereje, loco, después.

Fue Carlos, Carlos el misántropo, el primero en augurarlo hace ya muchos años: en dichas situaciones los moderados, como yo, sólo podíamos proclamar: “Morituri te salutant”.

En aquel momento me reí. ¿Qué otra cosa si no puede hacer una persona como yo, amante de los paseos y del aire libre y de las montañas, que saluda a todos esos con los que se topa por los caminos, cuando se encuentra ante un misántropo que se pasa el día pensando en cómo salvar a vidas humanas no por humanas sino por vidas?

Polarización de la sociedad: Extrema derecha contra Extrema izquierda. Extrema izquierda contra Extrema derecha.

Lo dicho: Ambos extremos pueden enfrentarse porque ambos utilizan las mismas premisas, iguales prerrogativas, idénticas propagandas. Ambos extremos piensan de la misma manera. Lo que les separa, aquello por lo que luchan a muerte, no es ni por el Espíritu – inexistente para unos, inalcanzable o perdidos para otros, ni por el Prójimo. Es simple y llanamente por el Poder. Su Poder. El Poder de un "Yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Aquellos que estamos total y absolutamente convencidos de que el Espíritu es cuerpo y alma, piedra filosofal o, como ustedes prefieran llamarlo, nos lanzamos a su búsqueda, a la búsqueda del Espíritu, en un desesperado intento por traerlo de vuelta al Mundo, a ver si éste recupera su cordura, no sólo en la mente, sino en el corazón. No sólo en el cuerpo, no sólo en el alma. En ambos! El hombre es cuerpo y alma. Nada de entweder/oder que es lo que predican una y otra vez cada uno de estos "Yo" inclusivos, nominalistas y colectivos. Si algo positivo tiene la religión ortodoxa es que manda al convento a todos esos monjes que desean mortificar al cuerpo para convertirse en pura alma. Los agricultores, en cambio, han de poner toda su alma en el trabajo físico que realizan si quieren comer ellos y alimentar a los flagelados monjes. Si esto no es auténtica mortificación...

Al primer sitio al que dirigimos nuestra búsqueda fue al Reino del Mundo Intermedio. Cuando llegué no sabía qué era. El vampiro sí lo sabía. Un fascista siempre reconoce a otro fascista. La diferencia es que el fascismo del vampiro es nacionalista. Ningún interés por la expansión. El fascismo del Mundo Intermedio, en cambio, es imperialista. Lo que ignoramos a nuestra llegada lo supimos a nuestra salida de los Avernos. Olviden estas frases que pertenecen a mis profundas vivencias, las cuales carecen de importancia para ustedes y por eso he de envolverlas en un lenguaje fantástico. A ustedes no les importa, y a mí me importa mantenerlas allí donde pertenecen: a mi corazón reflexivo.

En cualquier caso, y sea como fuere, en el averno el tiempo transcurre lento; muy lento. Uno teme padecer de una rara enfermedad caracterizada por la disociación entre movimiento y duración, por haber perdido la capacidad, la facultad para sentir la marcha del tiempo, aunque permanezcan en constante actividad. Cuando se lo comenté al tranquilo Jorge, siempre enfrascado en cuestiones importantes me respondió que dejara mis elucubraciones para otro instante en el que él dispusiera de más tiempo para escuchar lo que tanto tiempo le lleva ordenar cuando habla conmigo. 

Pero Jorge, el tranquilo, nunca ha estado en el averno. Posiblemente no esté nunca. Jorge es uno de esos que dialoga con el averno hasta que considera que hay que dejar al averno por imposible. Y es capaz de convertir a todo el averno en el responsable de que él, Jorge el tranquilo, haya perdido su precioso tiempo ocupándose en las cosas irrelevantes que preocupan al averno y con las que ocupan a los normales seres inactivos de este mundo.

Según el tranquilo Jorge existe un cuarto tipo de propaganda: el consistente en convertir lo irrelevante en profundamente importante para de este modo conseguir que los inactivos se sientan muy activos.A los inactivos, asegura Jorge, no les gusta que nadie les recuerde que los inactivos son inactivos. “Dime Isabel”, me preguntó, ¿quiénes crees que son esos que gritan “empatía”, -empatía para ellos, se entiende- a voces? Los narcisistas inactivos que creen que son activos porque llaman "narcisistas" a tipos como yo, que únicamente somos esforzados."

No contesté. Es cierto que los inactivos de este mundo poseen una gran capacidad de acción para recoger y esparcir los temas irrelevantes lanzados desde el mundo del averno. Es de este modo como se origina y mantiene la inflación de noticias. Los acontecimientos importantes y triviales aparecen juntos, La desinformación, noticias falsas, rumores, diretes proclamados por megáfonos globales, universales, cósmicos y subterráneos, todo ello representa un buen negocio para unos y un magnífico instrumento para llegar al Poder sin utilizar las salvajes armas tradicionales, para otros.

 Reconozcámolso: la “actividad” es un interesante concepto. “Actividad” para qué, por qué, desde dónde y sobre todo adónde. Hasta el 2019, que fue el año en el que dejé de escribir porque hube de dedicarme a luchar, literalmente luchar, contra los demonios de los avernos y sobre todo – y especialmente - contra la Nada– el ajetreo en nuestro mundo terreno era frenético, febril. Vivíamos en el tiempo de la neurosis por el ganar mucho dinero, por ser “Foto Instagram”, por las grandes emociones, por el digo que dije, pero donde dije digo, digo Diego. Tantas emociones agotan, confunden, asombran, paralizan, motivan.

What´s the point?

Interesante pregunta que circulaba por doquier; interesante pregunta que se formulaba al orador en cuanto éste había pronunciado más de dos frases. ¡Pobre de aquél que osase decir que tenía algo que decir! Aquello era un diálogo y no una conferencia, se oía. Tenía que ser empático y dejar hablar a los demás, oía.

 Admitámoslo: el concepto “diálogo” fue pervertido igual que otros muchos conceptos a base de usar y abusar del nominalismo hasta corromperlo.

Realmente yo nunca sabré si la Filosofía murió, igual que dice Nietzsche que murió Dios: sin que nos percatáramos de su fallecimiento hasta que alguien encontró el cadáver. Para entonces ya era tarde resucitarla y una generación, al menos eso indica Albert Schweitzer, quedó huérfana de ella, justo cuando más la necesitaba. Es muy posible  que fuera así. 

El Arte intentó y deseó ocupar el lugar de la Filosofía, al igual que la Filosofía había ocupado el de la Religión, y persiguió las mismas aspiraciones que la Filosofía y la Religión antes que él: la de convertirse en la espada Excalibur del Primer Axioma, el Hombre, heredero del fallecido Primer Axioma Dios.

El Arte que soñó con convertirse en espada Excalibur Arte, que se desesperó por serlo, sólo llegó a la categoría de "espada". Y ésta se rompió igual que se habían quebrado la Religión y la Filosofía en el mismo intento. Ya lo dijo Kandinsky: el Arte solo puede denominarse así cuando va impregnado del Espíritu, pero en cuanto el Espíritu desaparece el Arte se cosifica y se convierte en objeto de mercado.

Después de esta declaración tan sensata como cierta, díganme qué quedaba. La Filosofía: el instrumento del cual el Hombre se vale para reflexionar, tanto como para descubrir las falacias sobrevivió como diálogo de salón y artículo de curiosidad de la edición dominical del periódico. Así pues, los hasta entonces diálogo de salón hubieron de transformarse en “small talk” y el “small talk” pasaron a ser puntos.

Sólo las brujas ciegas como yo, que permanecemos alejadas del mundanal ruido, nos aferramos a considerar un diálogo de salón como la reflexión profunda acerca, no de los temas de filosofía, pero sí respecto de lo que sucede en el mundo. Clamamos por ello.

No fuimos escuchadas, claro.

Recuerden: la actividad frenética lo inundaba todo.

Y el nominalismo.

Ese terrible y corrompido nominalismo.

Si he de buscar alguna ventaja al hecho de tener que descender a los avernos y luchar con los demonios a lo Lovecraft, pero con la Fe de la que Lovecraft carecía, es lo mucho que se aprende sobre el Mal. No sobre el Mal metafísico, lo admito -ése supera a cualquier ser humano – sino sobre el mal mundano que crece y se expande gracias a la estupidez y necedad humana.

¿De qué mal humano estoy hablando?

 El mal humano al que me refiero es a ese deseo de tenerlo todo y de tenerlo ya.

Se trata de una pasión que supera los límites de la ambición y de la avaricia y se encamina a la consecución del Poder. Un Poder que a su vez traspasa las fronteras terrenales para introducirse en las esferas siderales.

Y no obstante me reafirmo: no es del mal metafísico del que estamos hablando, sino del mal mundano. Lo cual significa que algo o alguien o algunos se han dedicado a sembrarlo, a abonarlo y a regarlo para que de frutos: aquéllos que ansían recoger.

Esta idea del mundo del averno, que señorea sobre el mal metafísico, y del mundo terrenal que posee el mal mundano les resulta familiar a todos aquellos que hayan leído novelas fantásticas que empiezan avisando de la pequeña grieta que se abre entre dos lugares que en principio deberían mantenerse separados y que origina que se produzca una comunicación entre ambos. ¿Para dilucidar cómo se llega al cielo o cómo se consigue la paz? No me sean ingenuos. ¡Para formar alianzas tendentes a alcanzar el Poder aquí y ahora, donde el concepto “aquí y ahora” está todavía por precisar!

Pueden imaginarse mi asombro, mi consabido asombro, cuando durante mi viaje a Kyoto al adentrarme en uno de esos numerosos templos que, como sucede en mayoría de los templos del mundo, permanecen envueltos en la penumbra, recordando con ello lo importante que es superar el miedo a la oscuridad y atreverse a ver lo que se guarda en su interior, me topé con los fieros guardianes que vigilan la entrada (y salida) del inframundo. 

Sí. Con o sin era de Acuario, es hora de que todos esos postmodernos empeñados en enfrentarse a la ilustración a base de cocer “la sopa del nirvana” aquí y ahora a base de místico-nihilistas ingredientes, comprendan la importancia de los límites y que incluso la religión del Reino del Sol Naciente guarda y protege los limites terrenos de los confines del inframundo. 

El mal metafísico ha sido la pérdida de Fe en Dios, en el Hombre y en las espadas Excalibur primero: Religión, Filosofía, Arte, y en la daga Laevateinn, después: Política, Sociología, Economía, Medios de Comunicación y por lo que parece le van a seguir la Farmacia, la Psicología que, unidos a la inteligencia artificial, abren la posibilidad al nacimiento de otro Primer Axioma. 

Ni Dios, ni Hombre: otro Ente, llamado Inteligencia Artificial y que, curiosamente, convierte al Hombre, destituido de su trono de Primer Axioma, en el Creador del próximo Primer Axioma. Un Creador que permanece fuera de su obra, es deismo.  ¿Cómo llamar, sin embargo,  a un Primer Axioma que quiere, que busca dejar de ser Primer Axioma para colocar a su obra en el Primer Axioma? Dios no abandonó su puesto.  Dios murió. Pero el Hombre, Primer Axioma, busca desesperado su sustituto! El Primer Axioma Hombre quiere abandonar su puesto de almirante y para ello está incluso dispuesto a una muerte voluntaria. La Obra del Creador convertida en Primer Axioma por deseo expreso del Creador Hombre. Interesante. El dibujo pintado por el artista sale de su cuadro y el artista le cede su sitio. Interesante. El artista cede a su obra su puesto. Interesante. Es un tema que exige reflexión. No creen ustedes? Unamuno en su obra "Niebla" imaginó que su personaje se convertía en real, pero desde luego no hasta el punto de permitir que lo sustituyera a él. Al final, si no recuerdo mal, creo que Unamuno condena a ese personaje que se cree, o quiere creerse real, a la muerte. La existencia de ese personaje le provocaba grandes dolores de cabeza. Pinocho, en cambio, consigue llegar, no sin grandes esfuerzos, a la categoría de niño real. Pero de eso a permitir que Pinocho se convierta en Primer Axioma hay grandes diferencias. Admitámoslo. Habrá que reflexionar sobre este tema. En otra ocasión.

Sigamos ahora con el asunto que nos ocupa: los tipos de propaganda en la actualidad y las premisas en las que se asientan.

Para los que no lo saben: la daga Laevateinn es un arma mítica asociada con el dios Loki nórdico que representa el engaño, la trampa y la farsa, por más que algunas series pretendan dulcificar su carácter por ese empeño metafísico de la inversión: abajo arriba, el malo bueno, el bueno malo, ustedes ya me entienden.

Con ese instrumento ha estado lidiando la humanidad desde que Excalibur desapareció o se rompió, ¡Quién lo sabe! La Política, la Sociología… eran conscientes de su imposibilidad por convertirse en una Excalibur; les quedaba, al menos, el intento de alcanzar el estatus de Laevateinn usando las argucias de Loki, de las cuales la más mortal es la del empleo  del lenguaje como arma.

Descubrir en los avernos que allí se habla el mismo lenguaje que se utiliza en los cielos celestiales supone para cualquier persona normal una conmoción de tal envergadura que después de eso su vida queda trastocada esencial y existencialmente. “Arriba como Abajo”, es un enunciado hermético bellísimo cuando expresa la existencia de un espejo. Pero cuando ese “Arriba como Abajo” indica el negativo de una fotografía lo que indica es que se ha producido una inversión de consecuencias imprevisibles.

Ese es el problema.

¿ Y qué tiene que ver esto con el nominalismo?

Mucho.

Ockham utilizó la navaja para acabar con la inflación de universalismos que existía en su época.

Nosotros deberíamos utilizar la misma para acabar con la inflación de nominalismos que existen en la nuestra.

Un ejemplo: “Democracia”. Resulta sumamente desconcertante asistir al espectáculo dantesco en el que las eternas autocracias de este mundo terreno que han pervivido instauradas en eternos tronos sobre los que se asientan sus cada vez más pesadas y firmes posaderas, se definan y presenten ante los ojos del gran público como las restauradoras de la libre libertad, mientras que las pobres democracias deambulan confusas preguntándose si son o no son o dejan de ser. Y todo ello orquestado, dirigido, expandido y amplificado con ayuda de las redes sociales y  de los colectivos que se nombran y proclaman a sí mismos justicieros.

Otro ejemplo: “Cooperación”.  Según las eternas autocracias, este vocablo significa la realización a cabo de un trabajo o proyecto entre dos o más participantes a nivel horizontal. Es decir: carente de jerarquía. Una de esas autocracias eternas utilizó el término “cooperación” como término “llave” para animar a los países democráticos a que se unieran a sus proyectos. La felicidad con la que esos países democráticos aceptaron la invitación se asemejaba bastante a la que había presenciado yo que sentían los redimidos, ateos y renegados arrepentidos cuando se unían o se reintegraban en los grupos cristianos que los acogía, claro, con los brazos abiertos.

No me extrana: hacia el exterior la cooperación con las eternas autocracias por parte de esos países democráticos expresaba la creencia en que la “conversión” era posible. Interesante creencia cuando se ha abandonado la Fe en Dios, primero y en la Iglesia, después. De puertas para dentro, claro, la cooperación era necesaria para seguir ganando dinero a fin de mantener lo que se ha dado en llamar el “Estado del Bienestar”.

Lo cierto, sin embargo, es que el concepto clásico de “cooperación” va insolublemente unido al concepto de jerarquía.  La cooperación, en efecto, es la realización a cabo de un trabajo entre varias personas, sin que ello excluya ni por asomo la organización jerárquica. ¿Han oído ustedes hablar de la cooperación de la población con la policía, con los bomberos, con el gobierno? Pues eso.

Cuando los ejércitos de dos naciones diferentes se unen para realizar prácticas militares no cooperan, sino que trabajan conjuntamente. Y cuando dos o más países se unen para luchar contra un enemigo común, tampoco cooperan: firman alianzas.

En fin, que se ha querido erigir (hablemos en impersonal, a fin de ahorrarnos la molestia de buscar a Moriarty, que nunca está donde se le busca) un mundo global a base de nominalizaciones, juegos de palabras y malentendidos varios allí que han embrollado al mundo aún más si cabe de lo que ya estaba. ¿Quieren ustedes un ejemplo de malentendido? La afirmación de que el mundo asiático carece de la palabra “Yo”, por ejemplo. Eso no es cierto. De lo que quizás carezcan en el mundo asiático, y aun esto habría que analizarlo con suma precaución, es del concepto “individualidad”, que es – lo que según algunos- les integra en el mundo y en el universo, manteniéndoles unidos a ambos.

Por favor reflexionen: el concepto individual en Occidente es exactamente lo mismo.

El individuo occidental ha permanecido tradicionalmente vinculado a una familia, grupo, trabajo, religión y qué sé yo cuántas cosas más. Aparte de los héroes griegos, el primer gran individualista de este mundo fue Jesús, y aun así permaneció unido al Absoluto Dios.

El sentimiento de soledad invade a cualquier individuo en el instante en que toma conciencia de sí mismo, y esto generalmente ocurre cuando se produce la diferenciación entre el “yo” y el “tú”; es decir, cuando el “yo” descubre, o es descubierto por “el otro”. La sensación de soledad es inherente a los hombres de cualquier cultura. Hasta que el "yo" individual, personal e intransferible es convertido en un "yo" inclusivo, nominal y colectivo. El "Yo" inclusivo, nominal y coletivo presenta a la soledad que siente el "yo" personal, individual e intransferible  como una enfermedad o un pecado que le arrastra al infierno. La soledad, dice el "yo" inclusivo, nominal y colectivo al "yo" individual, personal e intransferible es un mal peor que el infierno y de consecuencias aun mas desastrosas. Sólo en el colectivo y a través del colectivo puede ser superado dicho lastre, le explica el "yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Las mujeres son las que con más virulencia sienten ese sentimiento de aterradora soledad estando siempre tan rodeadas de gente como han estado y están, estén donde estén. Unas buscan superar ese sentimiento de soledad derribando fronteras sociales y otras se refugian en sus aposentos, donde el término aposento se refiere a cualquier estancia que permita un poco de sosiego, aunque sea la pequeña celda  del convento. Por eso son también las mujeres las que más proclives se sienten a seguir las premisas de ese "yo" inclusivo, nominal y colectivo.

De repente el "yo" individual, personal e intransferible que se había hecho independiente y autónomo se ve nuevamente precipitado en el seno de la familia. No de la familia nuclear: en el seno de la gran familia. Como si la gran familia fuera el seno de la santidad.  Investiguen ustedes cómo son las grandes familias. Asiáticas u Occidentales, resulta indiferente. Lo cierto es que las grandes familias representan el primer gran negador de la esencia, existencia y trascedencia del "yo" individual personal e intransferible. En Occidente como en Oriente, en Oriente como en Occidente, la gran familia es fuente de todo menos de amor y de paz. Es un yugo del cual la familia nuclear, primero y el "yo" individual, personal e intransferible ha intentado con más o menos éxito liberarse.

Reflexionen: si dos personas deciden unir sus vidas, lo cual en Occidente es una decisión libre y voluntaria, para poco después resolver separarse para siempre, aunque haya hijos comunes de por medio, ¿pueden creer ustedes, honestamente, que la cuestión de la convivencia cuando ésta ni siquiera es libremente consentida es distinta en el sentido de mejor en las otras regiones del planeta?

Si. Es distinta: uno manda y otro obedece. Unos mandan y otros obedecen. O palos habemus.

Lean los discursos de Tito Livio, de Maquiavelo: los hombres sufren siempre y en cualquier lugar las mismas pasiones.

Que muchos se empeñen en presentar a los matrimonios concertados por los padres o por las estrellas como el mejor modelo de unión entre un hombre y una mujer, sabiendo en Europa tanto como sabemos acerca de tales matrimonios, me asombra. Realmente me asombra.

Olviden ese tipo de frases que aseguran que una crisis significa una oportunidad. Pregúntense qué diantres significa eso. ¿Significa una crisis sanitaria una oportunidad? ¿Para quién? ¿Para que el enfermo conozca la resistencia de su cuerpo o para que el médico constate su propio saber o para que el hospital aumente sus beneficios? ¿Significa una crisis existencial una oportunidad? ¿Para quién? ¿Para el que la sufre o para el que sufren al que la sufre hasta que se le pase? ¿O a los que ganan dinero con los que sufren y con los que sufren al que la sufre?

Y lo más interesante: ¿Creen ustedes en serio que una crisis económica significa una oportunidad? ¿Creen ustedes de verdad que: “a río revuelto ganancia de pescadores”?

¡No me hagan reir!

La frase “A río revuelto ganancia de pescadores” es cierto sólo y sólo si en ese río revuelto hay peces!

El "Yo" inclusivo, nominal y colectivo que tantas tormentas, maremotos, huracanes sufre en su interior contagia al mundo de los grandes caos y confusiones que en su interior se producen. 

El lenguaje y las fórmulas de las que con tanta gala hacen uso y abuso lejos de construir, destruyen.

 Términos introducidos y propagados por ellos tales como narcisismo, sociopatía, psicopatía y similares sólo han servido para debilitar a los mejores por ser especialmente sensibles a este tipo de consideraciones. Cada uno de esos chicos jóvenes esforzados y brillantes se sentían mal si se sentían contentos de sí mismos. La reacción a tanta insensatez promovida por todo tipo de medios generó “el síndrome del impostor”.

Ustedes se preguntarán seguramente qué es lo que ese "Yo" inclusivo, colectivo y nominal pretende.

El "Yo" inclusivo, nominal y colectivo persigue una única meta: la destrucción del "yo" individual, personal e intransferible. Es por eso que ha introducido un nuevo mal, un nuevo pecado, una nuevo problema, una nueva enfermedad en la sociedad: el de la soledad.

No seré yo quien niegue las dificultades que la soledad conlleva. Pero tampoco negaré sus ventajas. Entre ellas se cuenta la paz, la tranquilidad, la independencia, y la posibiliad de reflexión, así como la del diálogo con uno mismo y con el Absoluto. Es imposible leer en soledad, por ejemplo. 

No. No niego que la soledad exige una gran profundidad interior así como una gran curiosidad por el exterior. Pero la dificultad para sobrellevar la soledad no es sólo para los ancianos. También para los jóvenes dejados a la intemperie cuando ambos progenitores han rehecho sus vidas y ellos sienten que molestan en cualquier sitio. Lo vimos durante la pandemia. Jóvenes que se quedaban en su sitio, malviviendo porque habían perdido sus trabajos temporales y aduciendo miles de excusas para explicar por qué se quedaban donde se quedaban, en vez de ir a casa, con su familia.

Ahí es donde se pudo comprobar quiénes eran los individuos que de verdad tenían una familia y qué individuos no disponían de más resguardo que el que ellos con sus propias fuerzas pudieran proporcionarse.

Pero es que además, por mucho que se obceque el "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo, la soledad no es siempre la misma. La soledad del viejo no es la misma soledad que la soledad del ama de casa, la soledad del ama de casa, especialista en happenings, no es la misma que la soledad del artista que elabora su obra para que su memoria perviva, la soledad del artista no es la misma que la soledad del joven.

La soledad del anciano es la del hombre viejo que ha hecho una vida. La soledad del joven es la más terrible y despiadada porque muestra el terror de aquel que todavía no ha comenzado a vivir y ya ha sufrido grandes y terribles heridas en su joven corazón. Por favor, no me vengan los "Yo" inclusivos, nominales y colectivos con aquello que de que el mundo es cruel y que cuanto antes lo aprendan mejor, cuando poco después esos mismos predican el mundo sacrosanto de Disney y Yupiland..

Por lo general, las madres trabajadoras de aquellos infantes suelen estar acompañadas de un papá trabajador. Si ambos ganan mucho dinero y pueden procurarse buena ayuda en la crianza de sus retonos, no hay problemas. Pero si el dinero escasea, por mucho que ambos se amen y practiquen la conciliación a la hora de enfrentarse a la limpieza del hogar, el dilema de quién se queda en casa a cuidar del infante enfermo es irresoluble. Uno tiene que ir de viaje, el otro tiene un meeting con un cliente importantísimo. El uno ha de dar clases a sus alumnos, el otro tiene que realizar una operación quirúrgica a un paciente.

Explíquenme cómo se resuelven estos conflictos.

No se resuelven.

Asistimos así a dramas familiares, que se acrecientan cuando uno de los cónyuges, o los dos, tienen hijos nacidos de otras relaciones, a los cuales también deben atender. Es por eso por lo que los jóvenes de 16 años pueden votar. ¿Cómo no permitírselo si viven en familias reptilianas en las cuales se afirma que lo mejor es separarse para que los niños no vean a los padres discutir? ¡Amantes, amantísimos padres, que se divorcian para que sus amados retoños no les escuche discutir, no escuchen sus gritos y de este modo el divorcio ayude a que los niños continúen habitando en el mundo Disney!

Lamentablemente los niños ven discutir a la sociedad entera, además de asistir a la práctica del mobbing en el colegio. Y en lo que a los gritos de esos amantísimos padres que se divorcian para que sus hijos no les escuchen gritar, he de recordar que los gritos sobreviven al divorcio. En efecto, los infantes siguen presenciando peleas entre sus progenitores incluso después de separar sus caminos; en ocasiones alcanzan niveles más incluso de mayor envergadura, si cabe, que cuando convivían juntos, porque esos dos amantísimos padres, que antes del divorcio debían conciliar trabajo, descanso y conseguir llegar a fin de mes, se ven ahora, una vez consumado el divorcio, sumidos en interminables guerras acerca de la pensión de los alimentos, de quién aporta más dinero y quién menos, y de cómo se organizan los fines de semana a fin de poder disponer del siempre merecido tiempo libre, los fines de semana de los progenitores, me refiero. 

Esa es la soledad de los jóvenes, a los que sus padres han lanzado al agua helada de la vida con la excusa socialmente aceptada de que ellos querían proporcionarles una vida Disney y como eso no era posible para no hacerles sufrir lo mejor era el divorcio.

Lo que es un drama para cada "yo" individual, personal es intransferible no lo para el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. "Nos divorciamos", dice el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. Así contribuimos a la sociedad ayudando a aumentar los ingresos de los abogados, mediadores, psicoterapeutas, vendedores de electrodomésticos, agencias immobiliarias y otros muchos, verán acrecentar sus ingresos y lo más importante de todo: seguimos siendo una familia."

"¿Una familia?", pregunta el "yo" individual, personal e intransferible.  Definan el concepto “familia”, suplica arrodillado, sin fuerzas para alzar la voz. "Porque unos lo utilizan como excusa, otros como escudo y otros como lanza. Definan el concepto de “familia” cuando los padres tienen nuevas parejas, nuevos retoños y se han separado por falta de entendimiento y de química. ¿O era sólo de química?"

Hablen.

La soledad del viejo es la soledad del hombre que reconoce que, aunque esté vivo ya no está en el mundo. Le da igual que su nieto le visite o no, le da igual que sus hijos le visiten. No tiene nada que ver con ellos. Maneja los botones de un móvil, pero escucha mal, oye mal y además sólo dicen tonterías.  En realidad, lo único que anima a los viejos es a mantener el Poder en el mundo. No por viejos. Por seres humanos. Así que el Yo inclusivo, nominal y colectivo le da a base de lacrimógeno sentimentalismo el Poder al viejo, sin que el viejo sepa muy bien qué hacer con él, salvo pretar como prieta el botón del mando de la televisión: a ver si acierto y sale, y si no sale es que la televisión es un cacharro que no vale. Así hablan también de aquellos "yo" individuales, personales e intransferibles que no cumplen la voluntad por ellos designada. Combatir la soledad del viejo consigue someter, por un lado, al "yo" individual personal e  intransferible y por otro, vende más móviles, más cursos de introducción en las nuevas tecnologías, más excursiones, más fitnessstudio, más restaurantes, más bares y, finalmente, aumenta los beneficios de las empresas farmacéuticas: más lesiones, más empachos, más crisis de ansiedad.

Lo único que no permite el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo es la existencia de una soledad querida, deseada, buscada y pretendida por el "yo" individual, personal e intransferible.

Hace dos días murió una famosa presentadora. Tenía 76 años. Vivía sola porque quería vivir sola. Murió sola porque así murió. Hubiera podido morir sola, aunque hubiera estado acompañada por alguien, si ese alguien hubiera estado ausente mientras moría. Y menos mal que vivía sola, porque de haber vivido acompañada es muy posible que ese alguien hubiera tenido que demostrar su inocencia, no en los juzgados, sino en los medios, siempre a la búsqueda de emociones con las que aumentar sus cuentas corrientes. Era una mujer trabajadora, sin hijos, pero con hijastras, viuda, conocida. Vivía sola. Tenía 76 anos y quería vivir sola. Murió sola. ¿Encuentran ustedes algún problema en este tema?

Yo tampoco.

Pues bien: el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo se empeña en afirmar que con o sin su consentimiento, alguien tenía que haber vivido con esa mujer o esa mujer tenía que haber ido a algún sitio. Lo quisiera o no. Los jóvenes de dieciséis años no pueden vivir solos, aunque deseen, y los ancianos de setenta y seis no pueden vivir solos, aunque insistan, asegura el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Francamente ¿reconocen ustedes grandes similitudes entre jóvenes de dieciséis años y ancianos de setenta y seis? 

Yo no.

Es en momentos como éstos cuando mi asombro ya no es asombro, ni sorpresa, ni siquiera estupor. Ni siquiera siento el enojo mosquetero, connatural a mi esencia.

Es miedo, simple, pura y llanamente miedo, lo que me embarga.

Por su parte, la soledad del joven se caracteriza, a diferencia de la soledad del viejo, por contener la inseguridad de la persona que quiere triunfar en su sociedad, en la vida y para ello está dispuesto a acometer grandes sacrificios. Combatir la soledad del joven le genera pingües beneficios al "Yo" inclusivo, nominal y colectivo: Discotecas, bebidas, viajes, películas, conciertos, ropa de marca, bolsos, cosmético, productos tecnológicos, videos, juegos, así como desintoxicación, psicoterapetuas y demás. Ustedes me entienden.

El joven que ama su soledad para estudiar es un joven que no consume. El joven solitario es convertido en un posible terrorista, en un posible psicópata y qué sé yo que más tonterías. Puede que los jóvenes terroristas se encierren en sus habitaciones y no salgan de allí en días. Pero eso, queridos ilusos, no significa que estén solos. Están conectados con todos los que piensan como ellos, y similar.

En este mundo las únicas que permanecen solas, realmente solas, en una soledad que las transforma en seres frustradas, resentidas, hechicheras y magas, excepto si tienen como soporte el amor a su marido y a sus hijos, son las amas de casa. Fíjense que he escrito el amor a. Las primeras protestantes de este mundo fueron las amas de casa. Los protestantes aman a Dios y esperan ser dignos de que Dios los elija para la salvación. Esa justamente es la creencia que necesitan las amas de casa a la hora de mantener el barco en su rumbo y sujetar el timón sin que su ánimo decaiga. Son mujeres como Carlota las que mantienen el mundo en marcha sin caer en la locura: esas amas de casa de las que ninguna feminista quiere acordarse y a las que esas feministas denigran y desprecian en los escasos momentos en los que se acuerdan de su todavía existencia. Es verdad: Carlota no ha ganado nunca un céntimo, pero ha educado a cinco preciosos muchachos, de los cuales su hija Verónica, ustedes ya lo saben, es mi favorita. No por parecida a su madre, porque Carlota es inigualable, sino por diferente a ella. No me digan que el trabajo que realiza Carlota cada día es también realizado a diario por todas las mujeres trabajadoras de este mundo. Por favor, soy bruja. No lo olviden. Las mujeres trabajadoras de este mundo terminan como terminan y como terminan, terminan. No me obliguen a profundizar en lo que no deseo profundizar.

¿Conciliación? Seamos honestos: De todos, ése el menor problema a los que a diario una mujer trabajadora ha de hacer frente, especialmente cuando disponen de los medios económicos para contratar a personal.

Es la soledad la que ha llevado a muchas amas de casa que no necesitaban trabajar para alimentar a su familia a buscar un trabajo donde fuera, con tal de que no fuera dentro de la casa. 

Y no obstante: esa huida del ama de casa de su casa era  la  huida del "yo" individual, personal e intransferible llevada del interés y curiosidad por el mundanal ruido, por sentirse partícipe de esa su sociedad, siempre dinámica y en vías de transformación y también en busca del reconomiento que encerrada en sus cuatro paredes no obtenía, porque los demás, ocupados como estaban por lo que acontecía en el mundanal ruido, saborean lo que a diario hacerlo, sin notarlo, sin verlo siquiera.

La soledad del ama de casa no tiene en absoluto nada que ver con la soledad del artista. Su salida al mundo exterior, tampoco. El artista trabaja en soledad y cuando sale de su despacho, de su estudio, de su atelier, no es reconocimiento lo que busca. Es la eternidad! La perduración en la memoria de los hombres! Eso es lo que el "Yo" individual, personal e intransferible busca.

Para el ama de casa que abandona lo de "ama de casa" para incorporarse al mundanal ruido, el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo inventa la fórmula: "Incorporación de la mujer al trabajo". Que el "yo" individual, personal e intransferible  la asuma con tanta tranquilidad asume esa expresión me ha causado una cierta sorpresa, lo admito, lo que ha permitido aflorar el enojo mosquetero que habita en mí.

Por favor, estimados comunicadores: dejen de utilizar vulgares expresiones del tipo "Incorporación de la mujer al trabajo". Vulgares por falsas. La mujer no se ha incorporado en nuestros días al trabajo. ¿Han oído ustedes hablar del oficio más antiguo del mundo? Eran mujeres las que en su mayor parte lo practicaban!.

Desde entonces las mujeres han trabajado como granjeras, como cocineras, como criadas y doncellas, como vendedoras, como cuidadoras de enfermos y más tarde han sido enfermeras, maestras. Es cierto que no podían ejercer las mismas profesiones que los hombres, pero es que ni siquiera unos hombres podían ejercer los mismos oficios que otros hombres. El carpintero era hijo de carpintero y padre de carpintero. Y si tenían varios hijos, había que echar mano de las amistades a ver si lo acogía como principiante a pesar de no pertenecer al gremio.

Lo que quiero decir con esto es que la mujer individual, personal e intransferible ha estado históricamente incorporada al trabajo quisiera o no quisiera. La mayor parte de las mujeres, (individual, personal e intransferible) se han visto en la necesidad de incorporarse al trabajo sin desearlo, pese a su voluntad, para alimentar a sus retoños.  Sé de mujeres (individual, personal e intransferible) de nuestro tiempo que se han visto obligadas a trabajar como personal interno de casas de bien de lunes a sábado mientras sus hijos permanecían en el orfanato, pudiendo pasar con ellos únicamente el domingo.

¿Quiénes, pues, son las mujeres que se han incorporado al trabajo? Las mujeres privilegiadas que, pudiendo permanecer en casa atendiendo a su familia, han preferido salir fuera de esos muros que se les antojaban fríos y solitarios, porque el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo asi lo ha decidido. 

Carlota fue una de las pocas que se opuso al dictado impuesto por el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo

Por eso el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo ha puesto a Carlota innumerables apellidos:jarrón, mueble, desocupada, mantenida.

Lo que quiero decir con esto es que la libertad de la que goza la mujer en nuestro tiempo no ha venido dada por la "incorporación de la mujer al trabajo" que con tanta satisfacción proclama el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. La libertad la han traído las leyes que le permiten decidir sobre ella, sobre donde está y adónde va. Son las leyes las que le han otorgado la libertad necesaria para realizar un contrato, para comprar un piso, para vender una finca, para marcharse de casa y para vivir sin la necesidad del permiso de su padre, de su marido o de su hijo.

Son las leyes, no la incorporación al trabajo, lo que ha conferido la libertad a la mujer.

Pero seamos claros y honestos y admitámoslo: las leyes las que han hecho libres a la mujer han sido las leyes promulgadas en los tiempos del "yo" individual, personal e intransferible.

Las leyes  del "yo" inclusivo, nominal y colectivo son, por el contrario, las que obligan a las mujeres, incluso a las que no quieren y no tendrían la necesidad de hacerlo, a trabajar fuera de casa, a contratar mujeres desconocidas, con referencias de personas desconocidas,   que cuiden de sus hijos;  Las amas de casa no están en sus casas, y las que llegan a limpiar no deben esforzarse lo que otrora se esforzaban las amas de casa. Así es como se desatiende el hogar y aparecen plagas de piojos y chinches que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo se apresura a desmentir como consecuencia de la suciedad. Acabáramos

Y son igualmente las leyes de ese "yo" inclusivo, nominal y colectivo, que tanto se ocupan por exigir la dignidad de las criadas y de su derecho a un retribución justa y a asegurarles la posibilidad de cobrar una pensión, a lo cual - nadie en su sano juicio se puede ni se debe oponer - las que, por otro lado, están sumiendo en la pobreza a las mujeres abandonadas y con hijos en caso de divorcio. ¿Custodia compartida? No me hagan reir. La custodia compartida conlleva muchos más problemas para los hijos. Reflexionen: ¡Estamos hablando de dos personas que se han divorciado porque no se entienden! Si además durante el divorcio tienen problemas para repartir los bienes y fijar la pensión, ¿cómo se van a poner de acuerdo en la educación de los hijos? ¡Máxime cuando la mujer ha sido abandonada y el padre tiene otra mujer  y otros hijos!

¿Creen ustedes realmente que únicamente son las tradicionales amas de casa, como Carlota, las afectadas? ¡Se equivocan! Piensen ustedes en el divorcio de todas aquellas mujeres que han de trabajar, lo quieran o no, porque únicamente con dos sueldos se llega a fin de mes o simplemente se llega mejor que con sólo uno; piensen ustedes en el divorcio de todas esas mujeres que trabajan a tiempo parcial para atender a sus hijos, con lo cual se reduce la cantidad de pensión que recibirán cuando lleguen a la edad de jubilación, piensen en el divorcio de todas esas mujeres que son tratadas como objetos de “usar y tirar”, a las que se abandona al inicio de la vejez y  de las que las feministas -jóvenes, sin marido, sin hijos, o con marido y con hijos, pero, sobre todo con mucho dinero – se olvidan una y otra vez, repitiendo, una y otra vez, que el divorcio llega cuando el amor se acaba.

Algo hemos avanzado: ahora el divorcio se produce, afirma el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo no cuando hay gritos, como antes. Ahora el divorcio se produce cuando se acaba el amor, proclama el "yo" inclusivo, nominal y colectivo satisfecho de este nuevo descubrimiento. 

Interesante, pero no siempre verdadero. No siempre, escribo. Algunas mujeres puede que incluso feministas de pro, puede que, escribo, con trabajo y con dinero, corren frenéticas, una vez alcanzados los treinta y cinco, detrás de cada hombre, aunque ese hombre esté casado y sea un vejestorio, porque así los hijos están fuera de casa y las hipotecas pagadas.  Esas mujeres de treinta y cinco años con trabajo y con dinero, están aterrorizas ante la soledad que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo les inyecta a diario porque la soledad, dice el sabio "yo" inclusivo, nominal y origina alzhéimer, demencia y no sé qué más, corren desesperadas tras los hombres.

Los hombres son los casados, dicen ellas. Los hombres son los que tienen la obligación de ser fiel a sus mujeres, repiten.

A mí tales retóricas me asombran. ¿Los hombres obligación de ser fieles a sus mujeres? Sansón a Dalila. Más no encuentro. Salomón, Salomón, repite mi cerebro incesante. Un hombre que se encuentra entrando en el camino que conduce a la vejez es un hombre inseguro. Si además ya conoce el exquisito pastel que le espera en casa, prefiere la desconocida taberna en la que nunca hasta entonces se le habría ocurrido encontrar. Vanidad, de vanidad, todo es vanidad.

Todas esas mujeres que corren frenéticas detrás de los hombres, niegan su miedo y afirman su amor, dicen esas mujeres.

Dicen, pero no dicen la verdad. Hay por lo menos tres razones: la primera, el miedo a la soledad; la segunda: la conciencia de haber llegado a haber tocado techo en su trabajo y compensar la falta de promoción con un hombre; la tercera, el deseo de ser madre. El vejestorio, por vejestorio, puede atender a la casa y a los infantes, mientras ellas llevan el dinero a casa. Como si esto fuera una novedad, mujeres con pantalones, las llamaban antes.. Los problemas, claro, surgen porque a muchos de esos hombres casados las cuentas del pecunio y de las fuerzas físicas y emocionales les salen antes, pero no después. Así que una vez que han abandonado un hogar, y han creado otro se ven en la obligación de decir lo bien que viven en comparación con antes y lo felices que son. Y es un canto de amor. El canto del cisne.

LLegados aquí la pregunta se hace casi obligada: ¿Cómo puede el "Yo" inclusive, nominal y colectivo sorprenderse, asombrarse y clamar que la natalidad es uno de los grandes problemas en nuestros días, cuando es él el quien ha creado este problema al destrozar a uno de los "yo" individual, personal e intrasferible más importante para la sociedad como es el ama de casa que individual, personal e intransferiblemente acepta la soledad, que es más solitaria que la soledad del faro, pero también más brillante porque es la soledad de la columna que soporta el templo que es la familia respecto a la sociedad?

Y un discurso así me incluye en el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo de la extrema derecha, declara, determina, sentencia  el  "Yo" inclusivo, nominal y colectivo de la extrema izquiera 

Lo siento por todos ustedes: aún quedan en este mundo sujetos que van a su aire. Las brujas, los garbanzos negros, la oveja negra formamos parte de esos sujetos. No somos ni pecadores, ni rebeldes, ni malvados, ni enfants terribles. Ni siquiera constituimos un grupo de Pares inter Pares. Cada uno de nosotros somos esencial, existencial y socialmente un "yo" individual, personal e intransferible. 

Ni más. Ni menos. 

En fin, creo que ya lo he dicho anteriormente: el Amor universal ha sido convertido en Amor nominalista por el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo..

Llegados a este punto me veo en la obligación de confesarlo: ¡Qué bello es ser Bruja ciega y tener una estrella!

El mundo privado es, o debería ser, un terreno que perteneciera a los privados, pero esto es algo a lo que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo se opone con éxito.

Si el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo produce tales desvaríos en el ámbito de la esfera privada cuando juega a ser "yo" individual, personal e intransferible, imaginen ustedes cuántos no habrá en la esfera pública y empresarial.

Un ruego: Examinen el lenguaje con lupa, con microscopio si es necesario. Tengan cuidado con frases que, justo porque han sido seriamente dichas parecen ser muy verdaderas, esconden graves y profundas incongruencias que aparecen en el mismo instante en que son analizadas honesta y sinceramente.

Isabel Viñado Gascón

Estoy profundamente cansada. Intento llegar a los asuntos actuales lo más rápido posible, pero un par de asuntos habían de ser tratados con anterioridad. El lenguaje era uno de ellos. Mañana repasaré el artículo. Ahora estoy deseando introducirlo en el ordenador.