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Thursday, October 17, 2024

"Yo" inclusivo, nominal y colectivo versus "Yo" individual, personal e intransferible. Propaganda, lenguaje, nominalismo.

 

Me gustaría poder escribir que el tiempo se ha ido sin sentir, que ha transcurrido sin sentirlo. Pero la verdad es que no ha sido así. Los años infernales transcurren, por infernales, con una inusitada e incomprensible extrema lentitud. Incluso cuando uno toma parte en la lucha y se enfrenta a ellos a pecho descubierto, se transforma cada minuto en un milenio.

Es posiblemente entonces cuando uno comprende que la resistencia ha de empezar en el espíritu. 

Es el espíritu el que impone su fortaleza, o sucumbe.

Por eso, el primer tipo de propaganda de cualquier persona o movimiento colectivo que  busca imponerse sobre el resto se dirige a minar la fuente en donde reposa el espíritu. El espíritu no existe, afirma. El Nihilismo es lo único real,  declara. La Fuerza no tiene ninguna posibilidad de ganar al Poder, concluyen algunos después de haber escuchado las informaciones que esta propaganda "científicamente demostrada" publica en los pertinentes canales. El Bienestar es lo único a tener en cuenta, avisan los que también han aceptado las premisas de este tipo de propaganda que tan bien se adaptan a sus objetivos. Incluso en el supuesto caso de que aquellos conciliantes decidan afirmar que el espíritu existe lo hacen con sabor a café descafeinado y leche desnatada. El espíritu existe, dicen: en los fieles y partidarios que son los que hacen posible su supervivencia a base de prerrogativas legales y de ofrendas pecuniarias. "Comunidad" es el nombre con el que denominan a los espectadores suscritos a un canal en plataformas como YouTube, cuando no "familia virtual".


¡Pobre de aquel que deje de confiar en el Espíritu, en su espíritu! -  grito yo en el Desierto y en el mar de botellas. En mi Blog “La Energía Errante” hubimos de lanzarnos a buscarlo. Acometer tal empresa exigió de todas las fuerzas de las que disponiamos, muchas de las cuales desconociamos hasta ese momento.  

La propaganda del miedo es el tipo de propaganda que se opone a esa búsqueda. Es la propaganda de los que admiten que aun en el supuesto de que el Espíritu al que yo me refiero existiera, éste habría sucumbido. De modo, dicen, que lo mejor, lo más sensato, lo más cabal es firmar la Paz con aquellos que se han lanzado a la guerra, pero que en realidad no se han lanzado, sino que han sido lanzados, dicen, por los mismos que buscan el espíritu al que yo apelo porque en realidad los que promueven la guerra, dicen, son aquellos que,  como yo,  buscan el espíritu que construye en libertad individual ascendente trascende. Todo está perdido, dicen. No llegaréis nunca, dicen. Evitad guerras inútiles, dicen. Os están engañando, dicen.

Esparcida por los materialistas y por los antimaterialistas el tercer tipo al que los buscadores del espíritu han de enfrentarse es la propaganda del sentimentalismo. El espíritu existe, pero se ha hecho materia, aseguran los materialistas evocando quizás a Blavatsky cuando se refería a lo que los filósofos herméticos escribían. Confieso que ignoro a qué filósofo hermético se refiere la autora teósofa; de una generalización como la que Blavatsky hace no es posible extraer nada en concreto y justamente por eso es posible sacar cualquier cosa, como del sombrero del prestidigitador del que unas veces sale un conejo, otras un ramo de flores... !Qué más da! Los antimaterialistas ya lo saben ustedes, férreos defensores de la existencia del Espíritu tanto como de su debilidad congénita  debida a la persecución que constantemente sufre, afirman todo lo contrario: que la materia se convierte en espíritu. Poética acepción que lamentablemente evoca demasido claramente al vuelo de Ícaro como para que se la pueda tomar en serio.

Ambos extremos, extremos incluso en sus consideraciones políticas, coinciden, sin embargo, en la utilización que ambos hacen del lenguaje religioso a la hora de expresar su amor a los congéneres, al prójimo. Pero como ya dije en mi artículo anterior: lo que cada uno de estos grupos termina encontrando en el prójimo no es ni al prójimo ni al amor, sino al mismísimo diablo que, según ambos afirman, habita escondido en el prójimo.  Así que una vez hecho este descubrimiento y después de haber hallado culpable al prójimo más prójimo y tras haberlo inmolado y arrojado a los avernos, materialistas e inmaterialistas pasan a concentrarse en el prójimo universal, lo cual en un tiempo nominalista como es el nuestro constituye un imposible. Por eso el prójimo más prójimo que es siempre un "yo" individual,  personal e intransferible se nominaliza y se convierte en colectivo abstracto: en un "yo" inclusivo,  nominal y colectivo. La era de acuario, dicen los materialistas, los antimaterialistas y otros varios. 

Materialistas e inmaterialistas sostienen que los responsables y culpables de los grandes pesares que sufren y soportan esos colectivos de prójimos son los prójimos que no pertenecen a esos colectivos. Así introducen la confrontación a muerte entre el "Yo y el "Tú". Justo precisamente la guerra que el buen Levinás se esforzó tanto por evitar. La filosofía de Levinás es un canto de buena voluntad, pero la responsabilidad que impone al "Yo" respecto al "Tú" es un imposible, porque Levinás, creo yo, olvida algo que es fundamental, esencialmente importante: el amor no es nunca unidireccional excepto en el caso de los mártires,  héroes y testarudos corazones cuánticos que creen que aporreando la pared conseguirán traspasarla algún dia. Salvo en estos extraños y excéntrico casos, el amor que construye, quizás no en santidad, pero si saludablemente, es el bidireccional e independiente. Uno elige al que ama y espera (no lucha) ser correspondido porque en otro caso el amante se convierte en una de las tribus perdidas de Israel en su travesía por el desierto. Es posible que el amor exija fuerza y constancia y fe,  pero o hay una tierra prometida esperando,  una Beatriz aguardando o el camino se convierte en laberinto, del que se hace preciso escapar a tiempo. 

La independencia de Jesús a la hora de decidir a quién ama y a quién no, lo apercibe cualquiera que lea con un poco de atención los Evangelios. El prójimo al que amo es el prójimo que me gusta, es el mensaje subliminar de Jesús. Del prójimo que no me gusta, explica sin inmutarse un ápice, me alejo. 

El prójimo que no gusta a Jesús y contra el que una y otra vez arremete es el fariseo; el prójimo que no gusta a Jesús y al cual expulsa del Templo sin miramientos es el mercader que allí comercia. Jesús es selectivo porque el único amor que él siente es por su Padre. Él ama a su Padre y su Padre le ama a Él. Lo dicho: el amor es siempre bidireccional. O no es amor pleno. Y el amor tiene algo de simpatía y no de redención. 

Es en el tema del amor donde Jesús traza una separación esencial entre el "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo y el "yo" individual,  personal e intransferible. 

 La diferencia consiste en que el desamor, tal como lo practica, Jesús puede ser dirigido al "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo: El de los fariseos y el de los pecadores, por ejemplo. 

El amor de Jesús, en cambio, se dirige siempre a un "yo" individual, personal e intransferible. Maria Magdalena,  la samaritana, el hijo del centinela romano,  el ciego, el cojo...Todos ellos poseen una naturaleza única. 

En el caso de los materialistas e inmaterialistas el amor que predican respecto al prójimo es un amor bidireccional en el que sólo cabe un sujeto. El prójimo es un "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo que dirige su amor y es amado por un  "Yo" inclusivo,  nominalista y colectivo. O sea:  Un ombligo amándose a sí mismo, con la peculiaridad de que se trata de un "yo" inclusivo, nominalista y colectivo.Y por eso que es amado por ese Yo colectivo,  el yo individual ha de desear fundirse con él,  en él. Por eso el "yo" individual,  personal e intransferible ha de matar su ego. Porque cada uno de nosotros es un dios, porque lleva la chispa divina, y ha de matar el ego para fundirse con la divinidad en colectivo.  Pueden ustedes imaginarse que en un escenario como éste cualquier "yo" individual,  personal e intransferible que se autoafirme es susceptible, por lo menos eso,  de ser considerado (y tachado) de "narcisista". Así que ha de practicar la empatía, donde empatía es sinónimo de fundirse en el colectivo.  Tiempos nominalistas.

Desde el punto de vista filosófico es fascinante, lo reconozco. Dios y Jesús eran Padre e Hijo. Iguales y diferentes al mismo tiempo. Podía entenderse. Pero en el caso de los materialistas e inmaterialistas la idea central es que entre el "Yo" individual y el "Yo" colectivo no existe ninguna diferencia.  

El "Tú" aparece en ambos grupos, materialistas e inmaterialistas, definido por las mismas características: narcisista, sociópata, psicópata, de pies de barro, carente de empatía y sin ninguna chispa divina. En eso ha quedado transformado el "Tú" .

¿Quién es el "Tú"? Todo aquél que no se encuentra dentro del "Yo", que es un "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo. Es inclusivo  porque hay tantos "Yo" como "Yo" admita; es nominalista porque la definición no es estable sino cambiable, variable, flexible, altamente flexible.En fin... A qué seguir. Y  es colectivo porque es un "Yo" que supera y trasciende al "yo" individual. Al haber tantos "Yo" como "Yo" admita, pueden ustedes imaginar la importancia que cobran el ninguneo, el desprecio, la difamación y todas esas estrategias y tácticas de destrucción del "Tú". La cuestión no es cuántos "yo" existen.  La cuestión es cuántos "Tú" perviven, después de tantas luchas.

En un discurso de este tipo la oposición, la confrontación, la guerra no necesitan ser profetizadas.  Ellas solas se presentan sin ser anunciadas.

¿Creen de verdad que la Filosofía ha muerto y que los Evangelios pertenecen a una época pasada? ¡No me hagan reir! ¡Pero si son ellos los únicos que pueden explicar la deplorable situación en la que la sociedad se encuentra, los motivos por los que camina perdida e incluso, quizás, la guía para encontrar nuevamente la senda adecuada que nos conduzca a la verdadera armonía interior, por lo menos eso!, Ellos y no los libros-consejo que hoy en día se venden como si fueran las nuevas Biblias del presente y que lo único que contienen son las doctrinas sentimentalistas de los materialistas y de los inmaterialistas que hay que obedecer para dejar de ser un "Tú" e introducirse en el "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo.

Pese a todo,  también pese a mi acostumbrada propensión al asombro, debo confesar que no me sorprende lo más mínimo ese deseo de erradicar de la sociedad a la Filosofía y a los Evangelios. Allí se contienen la explicaciones y posiblemente, como digo, la solución a muchas de las confusiones que invaden hoy en día a la sociedad.

En cualquier caso, en cuanto los prójimos que hasta ese momento no pertenecían a dichos colectivos vislumbran cómo acaban los prójimos más prójimos independientes, no dudan en abrazar entusiasmados  a todos los colectivos, a todas las premisas, a todos los lemas, a todas las frases hechas, a todos los discursos con los que materialistas e inmaterialistas inundan a la Humanidad, nominalista, abstracta y colectiva. Les va la supervivencia social y laboral en ello. Las abrazan en masa y cantando: "Somos un "Yo" vivo que vive en un "Yo" trascendente", donde esa trascedencia se refiere a la colectividad.  “Corrección Política” le llaman cuando quieren sonar intelectuales. En realidad el trasfondo de todos esos discursos y fórmulas es única y exclusivamente de carácter sentimental y emocional: “Ama al prójimo”, - donde “prójimo” ha sido convertido en un término que por muy individual,  personal e intransferible que en un principio fuera, termina fundiéndose dentro de un "yo" inclusivo, nominalista y colectivo, en el que se acepta cualquiera que asegure reunir los requisitos adecuados y donde el imperativo “ama” significa por un lado el deber de amar a ese "prójimo" inclusivo, nominalista y colectivo  y por otro avisa de que el que no lo haga en el modo y forma en que ese "Yo" colectivo decida, será declarado "Tú". Esto es: culpable e inmolado. Por culpable, no por políticamente incorrecto. Tiene su lógica, lo acepto. Les recuerdo que el tercer tipo de propaganda es de carácter sentimental. Allí lo intelectual aparece supeditado a lo sentimental. De este modo la reflexión y el juicio crítico, que son siempre personal, individual e intransferible, pasan a un plano irrelevante.

Al final el "Tú" termina convertido en un "Tú " inclusivo,  nominalista y colectivo. 

No es que yo me oponga a algo así, excepto, quizás, por nominalista y colectivo. Lo admito: para mí una víctima es siempre una víctima individual, personal e intransferible. Si algo muestran las guerras y los horrores de la guerra, es eso: que cada víctima es una víctima única y esa víctima única tiene nombre y apellidos. Lo que me molesta es lo de siempre: que un individuo entre en un ascensor sin saludar y sin ser saludado y a continuación se introduzca en las redes sociales a proclamar el amor universal, que en nuestros días ha sido transformado igualmente en un concepto nominalista y abstracto: empatía, solidaridad, respaldo… Compréndame: yo pienso en Carlos el misántropo, ausente de las redes social, que no aparece en prácticamente ningún buscador y sin embargo salva vidas todos los días. Vidas concretas e individuales. Carlos no tiene ninguna buena opinión de sus congéneres, no espera nada de ellos; sin embargo, cada uno de esos que se presenta ante él esperando su ayuda profesional adquiere la consideración de “el prójimo ser vivo”; con un poco de suerte tal vez incluso alcancen el nivel de “persona prójima”. Lo importante para Carlos es la posición de cercanía, de proximidad y de necesidad.  Esos seres vivos, personas, e incluso puede que monstruos, se convierten a los ojos de Carlos, el misántropo, en “prójimos que piden ayuda al prójimo que puede concedérsela y que en ese momento es él”. Carlos se desvive por cada uno, hasta que están sanados. Después no quiere volver a saber nada de ninguno de ellos. Le molesta que le hagan regalos, le molesta que le saluden y le molesta incluso encontrárselos por la calle.

Un "Yo" inclusivo, nominal y colectivo amándose a sí mismo y buscando "Tú" individuales, personales e intransferibles a los que  integrar al tiempo que construyen "Tú" inclusivos, nominalistas y colectivos a base de reunir en un extraño grupo a todos aquellos que no se funden en ellos con ellos no es lo que más me molesta, lo reconozco. Una bruja sabe que esté donde esté y con quien esté siempre será para el resto de la humanidad un "Tú". ¡Qué se le va a hacer! Hay cosas que son como son. 

Lo que me enoja profundamente, lo que me enfurece desde lo más profundo de mi esencia es que a todos esos "Yo" inclusivos,  nominalistas y colectivos les pasa lo mismo que a sus precesores históricos los universalistas y a los colectivos religiosos : que están siempre pensando en los universales y en Dios, mientras vayan por doquiera que vayan sólo se topan con el diablo, traidores y enemigos. 

Materialistas y antimaterialistas terminan afirmando lo mismo: Todos los que difieren de ellos son culpables. Curiosamente, cuando ellos son denunciados como "culpables" o bien tachan al otro de victimista o de enemigo encubierto o afirman que se trata de una equivocación,  de una fake news o de desinformación. 

La verdad es que ese "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo está absolutamente convencido de que el que no está con ellos, está contra él. Tibiedades ninguna, afirma.

 Sean o no sean cristianos, el lenguaje que utilizan cada uno de esos "yo" inclusivo, nominalista y colectivo es total y absolutamente religioso: pecadores, enemigos, traidores, demonios, conspiradores, tentaciones capean a sus anchas, dicen. Hay que prepararse para la lucha, dicen. Los convertidos y arrepentidos son admitidos, pero han de demostrar el arrepentimiento y la lealtad, dicen. Eso, imaginen en un "Yo" que además de colectivo es nominalista y por nominalista hoy se levanta siendo una cosa y mañana es otra.

En el Interior de ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo se originan grandes crisis, terribles, y hasta cruentas, guerras por imponer una determinada dirección a ese "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo.  Por eso tampoco me asombra, a mí, tan proclive al asombro que estemos entrando en una nueva era: la era de la salud mental. 

Comprendan: si un "Yo" individual, personal e intransferible está en constante transformación y desarrollo lo que le provoca grandes dolores de cabeza, pueden imaginarse en que situación ha de encontrarse un "Yo" incllusivo, nominal y colectivo que alberga tantas luchas y tantas corrientes en su interior. 

El "Yo" personal, individual e intransferible se sume en el trabajo, escribe poesías, lee a los clásicos, da un paseo y de vez en cuando protesta por la sociedad que le rodea que es, en realidad, el vecino con el que acaba de cruzarse o el compañero de trabajo, pero sin profundizar demasiado en el tema porque tiene otras cosas más importantes de las que preocuparse: su trabajo y cómo llegar a fin de mes son dos de ella. Los problemas para ese "Yo" individual, personal e intransferible empiezan cuando ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo le adoctrina y le predica que ha de atender a su desarrollo, que ha de buscar la plena felicidad y que ha de dejar todo lo que tiene. "Deja todo lo que tienes"- le grita ese "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. Y aquel pobre "Yo" individual, personal e intransferible empieza a pensar en la Felicidad que ya no es individual, personal e intransferible - como era antes, sino que se trata de una felicidad inclusiva, nominal y abstracta.

Ahí comienzan los problemas del individuo individual, personal e intransferible. Así es como del día a la mañana pasa de ser individuo a transformarse en "Hereje" si no se une al "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo. 

¡Y se asegura que esta época nuestra no es religiosa!

A qué negarlo: a mayor inseguridad,  mayor es el número de los individuos que se funden en un "yo" inclusivo, nominalista colectivo.  Todos aquellos que sueñan con el poder decir "el que no está conmigo,  está contra mí" . Como individuo personal e intransferible tal cosa es un imposible excepto si logra convertirse en "la cabeza visible" de ese "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo.  O sea: como dictador.

Así termina el individuo individual, personal e intransferible: o fundiéndose y sirviendo a ese  Todo"yo"inclusivo, nominalista y colectivo o siendo su cabeza visible. 

En cualquier caso hay que aceptar que el "yo" inclusivo,  nominalista y colectivo representa la expresión social más vívida de aquel "Todo en el Uno y el Uno en el Todo ".

¿Cómo termina la sociedad en ese momento?

Pueden ustedes imaginarse: Polarizada.

Polarizada hacia el exterior. 

Tan fácil. Materialistas versus Antimaterialistas. Antimaterialistas versus Materialistas. Extrema derecha contra Extrema izquierda. Extrema izquierda contra Extrema derecha. Extremos religiosos contra extremos irreligiosos y viceversa. 

"Yo" inclusivo,  nominalista, colectivo contra un "Tú" inclusivo, nominalista y colectivo y contra los "Tú " individual, personal e intransferible, que a falta de protección es convertido en "moderado " al principio del follón (o sea: tibio, apoyado, naif) y hereje, loco, después.

Fue Carlos, Carlos el misántropo, el primero en augurarlo hace ya muchos años: en dichas situaciones los moderados, como yo, sólo podíamos proclamar: “Morituri te salutant”.

En aquel momento me reí. ¿Qué otra cosa si no puede hacer una persona como yo, amante de los paseos y del aire libre y de las montañas, que saluda a todos esos con los que se topa por los caminos, cuando se encuentra ante un misántropo que se pasa el día pensando en cómo salvar a vidas humanas no por humanas sino por vidas?

Polarización de la sociedad: Extrema derecha contra Extrema izquierda. Extrema izquierda contra Extrema derecha.

Lo dicho: Ambos extremos pueden enfrentarse porque ambos utilizan las mismas premisas, iguales prerrogativas, idénticas propagandas. Ambos extremos piensan de la misma manera. Lo que les separa, aquello por lo que luchan a muerte, no es ni por el Espíritu – inexistente para unos, inalcanzable o perdidos para otros, ni por el Prójimo. Es simple y llanamente por el Poder. Su Poder. El Poder de un "Yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Aquellos que estamos total y absolutamente convencidos de que el Espíritu es cuerpo y alma, piedra filosofal o, como ustedes prefieran llamarlo, nos lanzamos a su búsqueda, a la búsqueda del Espíritu, en un desesperado intento por traerlo de vuelta al Mundo, a ver si éste recupera su cordura, no sólo en la mente, sino en el corazón. No sólo en el cuerpo, no sólo en el alma. En ambos! El hombre es cuerpo y alma. Nada de entweder/oder que es lo que predican una y otra vez cada uno de estos "Yo" inclusivos, nominalistas y colectivos. Si algo positivo tiene la religión ortodoxa es que manda al convento a todos esos monjes que desean mortificar al cuerpo para convertirse en pura alma. Los agricultores, en cambio, han de poner toda su alma en el trabajo físico que realizan si quieren comer ellos y alimentar a los flagelados monjes. Si esto no es auténtica mortificación...

Al primer sitio al que dirigimos nuestra búsqueda fue al Reino del Mundo Intermedio. Cuando llegué no sabía qué era. El vampiro sí lo sabía. Un fascista siempre reconoce a otro fascista. La diferencia es que el fascismo del vampiro es nacionalista. Ningún interés por la expansión. El fascismo del Mundo Intermedio, en cambio, es imperialista. Lo que ignoramos a nuestra llegada lo supimos a nuestra salida de los Avernos. Olviden estas frases que pertenecen a mis profundas vivencias, las cuales carecen de importancia para ustedes y por eso he de envolverlas en un lenguaje fantástico. A ustedes no les importa, y a mí me importa mantenerlas allí donde pertenecen: a mi corazón reflexivo.

En cualquier caso, y sea como fuere, en el averno el tiempo transcurre lento; muy lento. Uno teme padecer de una rara enfermedad caracterizada por la disociación entre movimiento y duración, por haber perdido la capacidad, la facultad para sentir la marcha del tiempo, aunque permanezcan en constante actividad. Cuando se lo comenté al tranquilo Jorge, siempre enfrascado en cuestiones importantes me respondió que dejara mis elucubraciones para otro instante en el que él dispusiera de más tiempo para escuchar lo que tanto tiempo le lleva ordenar cuando habla conmigo. 

Pero Jorge, el tranquilo, nunca ha estado en el averno. Posiblemente no esté nunca. Jorge es uno de esos que dialoga con el averno hasta que considera que hay que dejar al averno por imposible. Y es capaz de convertir a todo el averno en el responsable de que él, Jorge el tranquilo, haya perdido su precioso tiempo ocupándose en las cosas irrelevantes que preocupan al averno y con las que ocupan a los normales seres inactivos de este mundo.

Según el tranquilo Jorge existe un cuarto tipo de propaganda: el consistente en convertir lo irrelevante en profundamente importante para de este modo conseguir que los inactivos se sientan muy activos.A los inactivos, asegura Jorge, no les gusta que nadie les recuerde que los inactivos son inactivos. “Dime Isabel”, me preguntó, ¿quiénes crees que son esos que gritan “empatía”, -empatía para ellos, se entiende- a voces? Los narcisistas inactivos que creen que son activos porque llaman "narcisistas" a tipos como yo, que únicamente somos esforzados."

No contesté. Es cierto que los inactivos de este mundo poseen una gran capacidad de acción para recoger y esparcir los temas irrelevantes lanzados desde el mundo del averno. Es de este modo como se origina y mantiene la inflación de noticias. Los acontecimientos importantes y triviales aparecen juntos, La desinformación, noticias falsas, rumores, diretes proclamados por megáfonos globales, universales, cósmicos y subterráneos, todo ello representa un buen negocio para unos y un magnífico instrumento para llegar al Poder sin utilizar las salvajes armas tradicionales, para otros.

 Reconozcámolso: la “actividad” es un interesante concepto. “Actividad” para qué, por qué, desde dónde y sobre todo adónde. Hasta el 2019, que fue el año en el que dejé de escribir porque hube de dedicarme a luchar, literalmente luchar, contra los demonios de los avernos y sobre todo – y especialmente - contra la Nada– el ajetreo en nuestro mundo terreno era frenético, febril. Vivíamos en el tiempo de la neurosis por el ganar mucho dinero, por ser “Foto Instagram”, por las grandes emociones, por el digo que dije, pero donde dije digo, digo Diego. Tantas emociones agotan, confunden, asombran, paralizan, motivan.

What´s the point?

Interesante pregunta que circulaba por doquier; interesante pregunta que se formulaba al orador en cuanto éste había pronunciado más de dos frases. ¡Pobre de aquél que osase decir que tenía algo que decir! Aquello era un diálogo y no una conferencia, se oía. Tenía que ser empático y dejar hablar a los demás, oía.

 Admitámoslo: el concepto “diálogo” fue pervertido igual que otros muchos conceptos a base de usar y abusar del nominalismo hasta corromperlo.

Realmente yo nunca sabré si la Filosofía murió, igual que dice Nietzsche que murió Dios: sin que nos percatáramos de su fallecimiento hasta que alguien encontró el cadáver. Para entonces ya era tarde resucitarla y una generación, al menos eso indica Albert Schweitzer, quedó huérfana de ella, justo cuando más la necesitaba. Es muy posible  que fuera así. 

El Arte intentó y deseó ocupar el lugar de la Filosofía, al igual que la Filosofía había ocupado el de la Religión, y persiguió las mismas aspiraciones que la Filosofía y la Religión antes que él: la de convertirse en la espada Excalibur del Primer Axioma, el Hombre, heredero del fallecido Primer Axioma Dios.

El Arte que soñó con convertirse en espada Excalibur Arte, que se desesperó por serlo, sólo llegó a la categoría de "espada". Y ésta se rompió igual que se habían quebrado la Religión y la Filosofía en el mismo intento. Ya lo dijo Kandinsky: el Arte solo puede denominarse así cuando va impregnado del Espíritu, pero en cuanto el Espíritu desaparece el Arte se cosifica y se convierte en objeto de mercado.

Después de esta declaración tan sensata como cierta, díganme qué quedaba. La Filosofía: el instrumento del cual el Hombre se vale para reflexionar, tanto como para descubrir las falacias sobrevivió como diálogo de salón y artículo de curiosidad de la edición dominical del periódico. Así pues, los hasta entonces diálogo de salón hubieron de transformarse en “small talk” y el “small talk” pasaron a ser puntos.

Sólo las brujas ciegas como yo, que permanecemos alejadas del mundanal ruido, nos aferramos a considerar un diálogo de salón como la reflexión profunda acerca, no de los temas de filosofía, pero sí respecto de lo que sucede en el mundo. Clamamos por ello.

No fuimos escuchadas, claro.

Recuerden: la actividad frenética lo inundaba todo.

Y el nominalismo.

Ese terrible y corrompido nominalismo.

Si he de buscar alguna ventaja al hecho de tener que descender a los avernos y luchar con los demonios a lo Lovecraft, pero con la Fe de la que Lovecraft carecía, es lo mucho que se aprende sobre el Mal. No sobre el Mal metafísico, lo admito -ése supera a cualquier ser humano – sino sobre el mal mundano que crece y se expande gracias a la estupidez y necedad humana.

¿De qué mal humano estoy hablando?

 El mal humano al que me refiero es a ese deseo de tenerlo todo y de tenerlo ya.

Se trata de una pasión que supera los límites de la ambición y de la avaricia y se encamina a la consecución del Poder. Un Poder que a su vez traspasa las fronteras terrenales para introducirse en las esferas siderales.

Y no obstante me reafirmo: no es del mal metafísico del que estamos hablando, sino del mal mundano. Lo cual significa que algo o alguien o algunos se han dedicado a sembrarlo, a abonarlo y a regarlo para que de frutos: aquéllos que ansían recoger.

Esta idea del mundo del averno, que señorea sobre el mal metafísico, y del mundo terrenal que posee el mal mundano les resulta familiar a todos aquellos que hayan leído novelas fantásticas que empiezan avisando de la pequeña grieta que se abre entre dos lugares que en principio deberían mantenerse separados y que origina que se produzca una comunicación entre ambos. ¿Para dilucidar cómo se llega al cielo o cómo se consigue la paz? No me sean ingenuos. ¡Para formar alianzas tendentes a alcanzar el Poder aquí y ahora, donde el concepto “aquí y ahora” está todavía por precisar!

Pueden imaginarse mi asombro, mi consabido asombro, cuando durante mi viaje a Kyoto al adentrarme en uno de esos numerosos templos que, como sucede en mayoría de los templos del mundo, permanecen envueltos en la penumbra, recordando con ello lo importante que es superar el miedo a la oscuridad y atreverse a ver lo que se guarda en su interior, me topé con los fieros guardianes que vigilan la entrada (y salida) del inframundo. 

Sí. Con o sin era de Acuario, es hora de que todos esos postmodernos empeñados en enfrentarse a la ilustración a base de cocer “la sopa del nirvana” aquí y ahora a base de místico-nihilistas ingredientes, comprendan la importancia de los límites y que incluso la religión del Reino del Sol Naciente guarda y protege los limites terrenos de los confines del inframundo. 

El mal metafísico ha sido la pérdida de Fe en Dios, en el Hombre y en las espadas Excalibur primero: Religión, Filosofía, Arte, y en la daga Laevateinn, después: Política, Sociología, Economía, Medios de Comunicación y por lo que parece le van a seguir la Farmacia, la Psicología que, unidos a la inteligencia artificial, abren la posibilidad al nacimiento de otro Primer Axioma. 

Ni Dios, ni Hombre: otro Ente, llamado Inteligencia Artificial y que, curiosamente, convierte al Hombre, destituido de su trono de Primer Axioma, en el Creador del próximo Primer Axioma. Un Creador que permanece fuera de su obra, es deismo.  ¿Cómo llamar, sin embargo,  a un Primer Axioma que quiere, que busca dejar de ser Primer Axioma para colocar a su obra en el Primer Axioma? Dios no abandonó su puesto.  Dios murió. Pero el Hombre, Primer Axioma, busca desesperado su sustituto! El Primer Axioma Hombre quiere abandonar su puesto de almirante y para ello está incluso dispuesto a una muerte voluntaria. La Obra del Creador convertida en Primer Axioma por deseo expreso del Creador Hombre. Interesante. El dibujo pintado por el artista sale de su cuadro y el artista le cede su sitio. Interesante. El artista cede a su obra su puesto. Interesante. Es un tema que exige reflexión. No creen ustedes? Unamuno en su obra "Niebla" imaginó que su personaje se convertía en real, pero desde luego no hasta el punto de permitir que lo sustituyera a él. Al final, si no recuerdo mal, creo que Unamuno condena a ese personaje que se cree, o quiere creerse real, a la muerte. La existencia de ese personaje le provocaba grandes dolores de cabeza. Pinocho, en cambio, consigue llegar, no sin grandes esfuerzos, a la categoría de niño real. Pero de eso a permitir que Pinocho se convierta en Primer Axioma hay grandes diferencias. Admitámoslo. Habrá que reflexionar sobre este tema. En otra ocasión.

Sigamos ahora con el asunto que nos ocupa: los tipos de propaganda en la actualidad y las premisas en las que se asientan.

Para los que no lo saben: la daga Laevateinn es un arma mítica asociada con el dios Loki nórdico que representa el engaño, la trampa y la farsa, por más que algunas series pretendan dulcificar su carácter por ese empeño metafísico de la inversión: abajo arriba, el malo bueno, el bueno malo, ustedes ya me entienden.

Con ese instrumento ha estado lidiando la humanidad desde que Excalibur desapareció o se rompió, ¡Quién lo sabe! La Política, la Sociología… eran conscientes de su imposibilidad por convertirse en una Excalibur; les quedaba, al menos, el intento de alcanzar el estatus de Laevateinn usando las argucias de Loki, de las cuales la más mortal es la del empleo  del lenguaje como arma.

Descubrir en los avernos que allí se habla el mismo lenguaje que se utiliza en los cielos celestiales supone para cualquier persona normal una conmoción de tal envergadura que después de eso su vida queda trastocada esencial y existencialmente. “Arriba como Abajo”, es un enunciado hermético bellísimo cuando expresa la existencia de un espejo. Pero cuando ese “Arriba como Abajo” indica el negativo de una fotografía lo que indica es que se ha producido una inversión de consecuencias imprevisibles.

Ese es el problema.

¿ Y qué tiene que ver esto con el nominalismo?

Mucho.

Ockham utilizó la navaja para acabar con la inflación de universalismos que existía en su época.

Nosotros deberíamos utilizar la misma para acabar con la inflación de nominalismos que existen en la nuestra.

Un ejemplo: “Democracia”. Resulta sumamente desconcertante asistir al espectáculo dantesco en el que las eternas autocracias de este mundo terreno que han pervivido instauradas en eternos tronos sobre los que se asientan sus cada vez más pesadas y firmes posaderas, se definan y presenten ante los ojos del gran público como las restauradoras de la libre libertad, mientras que las pobres democracias deambulan confusas preguntándose si son o no son o dejan de ser. Y todo ello orquestado, dirigido, expandido y amplificado con ayuda de las redes sociales y  de los colectivos que se nombran y proclaman a sí mismos justicieros.

Otro ejemplo: “Cooperación”.  Según las eternas autocracias, este vocablo significa la realización a cabo de un trabajo o proyecto entre dos o más participantes a nivel horizontal. Es decir: carente de jerarquía. Una de esas autocracias eternas utilizó el término “cooperación” como término “llave” para animar a los países democráticos a que se unieran a sus proyectos. La felicidad con la que esos países democráticos aceptaron la invitación se asemejaba bastante a la que había presenciado yo que sentían los redimidos, ateos y renegados arrepentidos cuando se unían o se reintegraban en los grupos cristianos que los acogía, claro, con los brazos abiertos.

No me extrana: hacia el exterior la cooperación con las eternas autocracias por parte de esos países democráticos expresaba la creencia en que la “conversión” era posible. Interesante creencia cuando se ha abandonado la Fe en Dios, primero y en la Iglesia, después. De puertas para dentro, claro, la cooperación era necesaria para seguir ganando dinero a fin de mantener lo que se ha dado en llamar el “Estado del Bienestar”.

Lo cierto, sin embargo, es que el concepto clásico de “cooperación” va insolublemente unido al concepto de jerarquía.  La cooperación, en efecto, es la realización a cabo de un trabajo entre varias personas, sin que ello excluya ni por asomo la organización jerárquica. ¿Han oído ustedes hablar de la cooperación de la población con la policía, con los bomberos, con el gobierno? Pues eso.

Cuando los ejércitos de dos naciones diferentes se unen para realizar prácticas militares no cooperan, sino que trabajan conjuntamente. Y cuando dos o más países se unen para luchar contra un enemigo común, tampoco cooperan: firman alianzas.

En fin, que se ha querido erigir (hablemos en impersonal, a fin de ahorrarnos la molestia de buscar a Moriarty, que nunca está donde se le busca) un mundo global a base de nominalizaciones, juegos de palabras y malentendidos varios allí que han embrollado al mundo aún más si cabe de lo que ya estaba. ¿Quieren ustedes un ejemplo de malentendido? La afirmación de que el mundo asiático carece de la palabra “Yo”, por ejemplo. Eso no es cierto. De lo que quizás carezcan en el mundo asiático, y aun esto habría que analizarlo con suma precaución, es del concepto “individualidad”, que es – lo que según algunos- les integra en el mundo y en el universo, manteniéndoles unidos a ambos.

Por favor reflexionen: el concepto individual en Occidente es exactamente lo mismo.

El individuo occidental ha permanecido tradicionalmente vinculado a una familia, grupo, trabajo, religión y qué sé yo cuántas cosas más. Aparte de los héroes griegos, el primer gran individualista de este mundo fue Jesús, y aun así permaneció unido al Absoluto Dios.

El sentimiento de soledad invade a cualquier individuo en el instante en que toma conciencia de sí mismo, y esto generalmente ocurre cuando se produce la diferenciación entre el “yo” y el “tú”; es decir, cuando el “yo” descubre, o es descubierto por “el otro”. La sensación de soledad es inherente a los hombres de cualquier cultura. Hasta que el "yo" individual, personal e intransferible es convertido en un "yo" inclusivo, nominal y colectivo. El "Yo" inclusivo, nominal y coletivo presenta a la soledad que siente el "yo" personal, individual e intransferible  como una enfermedad o un pecado que le arrastra al infierno. La soledad, dice el "yo" inclusivo, nominal y colectivo al "yo" individual, personal e intransferible es un mal peor que el infierno y de consecuencias aun mas desastrosas. Sólo en el colectivo y a través del colectivo puede ser superado dicho lastre, le explica el "yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Las mujeres son las que con más virulencia sienten ese sentimiento de aterradora soledad estando siempre tan rodeadas de gente como han estado y están, estén donde estén. Unas buscan superar ese sentimiento de soledad derribando fronteras sociales y otras se refugian en sus aposentos, donde el término aposento se refiere a cualquier estancia que permita un poco de sosiego, aunque sea la pequeña celda  del convento. Por eso son también las mujeres las que más proclives se sienten a seguir las premisas de ese "yo" inclusivo, nominal y colectivo.

De repente el "yo" individual, personal e intransferible que se había hecho independiente y autónomo se ve nuevamente precipitado en el seno de la familia. No de la familia nuclear: en el seno de la gran familia. Como si la gran familia fuera el seno de la santidad.  Investiguen ustedes cómo son las grandes familias. Asiáticas u Occidentales, resulta indiferente. Lo cierto es que las grandes familias representan el primer gran negador de la esencia, existencia y trascedencia del "yo" individual personal e intransferible. En Occidente como en Oriente, en Oriente como en Occidente, la gran familia es fuente de todo menos de amor y de paz. Es un yugo del cual la familia nuclear, primero y el "yo" individual, personal e intransferible ha intentado con más o menos éxito liberarse.

Reflexionen: si dos personas deciden unir sus vidas, lo cual en Occidente es una decisión libre y voluntaria, para poco después resolver separarse para siempre, aunque haya hijos comunes de por medio, ¿pueden creer ustedes, honestamente, que la cuestión de la convivencia cuando ésta ni siquiera es libremente consentida es distinta en el sentido de mejor en las otras regiones del planeta?

Si. Es distinta: uno manda y otro obedece. Unos mandan y otros obedecen. O palos habemus.

Lean los discursos de Tito Livio, de Maquiavelo: los hombres sufren siempre y en cualquier lugar las mismas pasiones.

Que muchos se empeñen en presentar a los matrimonios concertados por los padres o por las estrellas como el mejor modelo de unión entre un hombre y una mujer, sabiendo en Europa tanto como sabemos acerca de tales matrimonios, me asombra. Realmente me asombra.

Olviden ese tipo de frases que aseguran que una crisis significa una oportunidad. Pregúntense qué diantres significa eso. ¿Significa una crisis sanitaria una oportunidad? ¿Para quién? ¿Para que el enfermo conozca la resistencia de su cuerpo o para que el médico constate su propio saber o para que el hospital aumente sus beneficios? ¿Significa una crisis existencial una oportunidad? ¿Para quién? ¿Para el que la sufre o para el que sufren al que la sufre hasta que se le pase? ¿O a los que ganan dinero con los que sufren y con los que sufren al que la sufre?

Y lo más interesante: ¿Creen ustedes en serio que una crisis económica significa una oportunidad? ¿Creen ustedes de verdad que: “a río revuelto ganancia de pescadores”?

¡No me hagan reir!

La frase “A río revuelto ganancia de pescadores” es cierto sólo y sólo si en ese río revuelto hay peces!

El "Yo" inclusivo, nominal y colectivo que tantas tormentas, maremotos, huracanes sufre en su interior contagia al mundo de los grandes caos y confusiones que en su interior se producen. 

El lenguaje y las fórmulas de las que con tanta gala hacen uso y abuso lejos de construir, destruyen.

 Términos introducidos y propagados por ellos tales como narcisismo, sociopatía, psicopatía y similares sólo han servido para debilitar a los mejores por ser especialmente sensibles a este tipo de consideraciones. Cada uno de esos chicos jóvenes esforzados y brillantes se sentían mal si se sentían contentos de sí mismos. La reacción a tanta insensatez promovida por todo tipo de medios generó “el síndrome del impostor”.

Ustedes se preguntarán seguramente qué es lo que ese "Yo" inclusivo, colectivo y nominal pretende.

El "Yo" inclusivo, nominal y colectivo persigue una única meta: la destrucción del "yo" individual, personal e intransferible. Es por eso que ha introducido un nuevo mal, un nuevo pecado, una nuevo problema, una nueva enfermedad en la sociedad: el de la soledad.

No seré yo quien niegue las dificultades que la soledad conlleva. Pero tampoco negaré sus ventajas. Entre ellas se cuenta la paz, la tranquilidad, la independencia, y la posibiliad de reflexión, así como la del diálogo con uno mismo y con el Absoluto. Es imposible leer en soledad, por ejemplo. 

No. No niego que la soledad exige una gran profundidad interior así como una gran curiosidad por el exterior. Pero la dificultad para sobrellevar la soledad no es sólo para los ancianos. También para los jóvenes dejados a la intemperie cuando ambos progenitores han rehecho sus vidas y ellos sienten que molestan en cualquier sitio. Lo vimos durante la pandemia. Jóvenes que se quedaban en su sitio, malviviendo porque habían perdido sus trabajos temporales y aduciendo miles de excusas para explicar por qué se quedaban donde se quedaban, en vez de ir a casa, con su familia.

Ahí es donde se pudo comprobar quiénes eran los individuos que de verdad tenían una familia y qué individuos no disponían de más resguardo que el que ellos con sus propias fuerzas pudieran proporcionarse.

Pero es que además, por mucho que se obceque el "Yo" inclusivo, nominalista y colectivo, la soledad no es siempre la misma. La soledad del viejo no es la misma soledad que la soledad del ama de casa, la soledad del ama de casa, especialista en happenings, no es la misma que la soledad del artista que elabora su obra para que su memoria perviva, la soledad del artista no es la misma que la soledad del joven.

La soledad del anciano es la del hombre viejo que ha hecho una vida. La soledad del joven es la más terrible y despiadada porque muestra el terror de aquel que todavía no ha comenzado a vivir y ya ha sufrido grandes y terribles heridas en su joven corazón. Por favor, no me vengan los "Yo" inclusivos, nominales y colectivos con aquello que de que el mundo es cruel y que cuanto antes lo aprendan mejor, cuando poco después esos mismos predican el mundo sacrosanto de Disney y Yupiland..

Por lo general, las madres trabajadoras de aquellos infantes suelen estar acompañadas de un papá trabajador. Si ambos ganan mucho dinero y pueden procurarse buena ayuda en la crianza de sus retonos, no hay problemas. Pero si el dinero escasea, por mucho que ambos se amen y practiquen la conciliación a la hora de enfrentarse a la limpieza del hogar, el dilema de quién se queda en casa a cuidar del infante enfermo es irresoluble. Uno tiene que ir de viaje, el otro tiene un meeting con un cliente importantísimo. El uno ha de dar clases a sus alumnos, el otro tiene que realizar una operación quirúrgica a un paciente.

Explíquenme cómo se resuelven estos conflictos.

No se resuelven.

Asistimos así a dramas familiares, que se acrecientan cuando uno de los cónyuges, o los dos, tienen hijos nacidos de otras relaciones, a los cuales también deben atender. Es por eso por lo que los jóvenes de 16 años pueden votar. ¿Cómo no permitírselo si viven en familias reptilianas en las cuales se afirma que lo mejor es separarse para que los niños no vean a los padres discutir? ¡Amantes, amantísimos padres, que se divorcian para que sus amados retoños no les escuche discutir, no escuchen sus gritos y de este modo el divorcio ayude a que los niños continúen habitando en el mundo Disney!

Lamentablemente los niños ven discutir a la sociedad entera, además de asistir a la práctica del mobbing en el colegio. Y en lo que a los gritos de esos amantísimos padres que se divorcian para que sus hijos no les escuchen gritar, he de recordar que los gritos sobreviven al divorcio. En efecto, los infantes siguen presenciando peleas entre sus progenitores incluso después de separar sus caminos; en ocasiones alcanzan niveles más incluso de mayor envergadura, si cabe, que cuando convivían juntos, porque esos dos amantísimos padres, que antes del divorcio debían conciliar trabajo, descanso y conseguir llegar a fin de mes, se ven ahora, una vez consumado el divorcio, sumidos en interminables guerras acerca de la pensión de los alimentos, de quién aporta más dinero y quién menos, y de cómo se organizan los fines de semana a fin de poder disponer del siempre merecido tiempo libre, los fines de semana de los progenitores, me refiero. 

Esa es la soledad de los jóvenes, a los que sus padres han lanzado al agua helada de la vida con la excusa socialmente aceptada de que ellos querían proporcionarles una vida Disney y como eso no era posible para no hacerles sufrir lo mejor era el divorcio.

Lo que es un drama para cada "yo" individual, personal es intransferible no lo para el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. "Nos divorciamos", dice el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. Así contribuimos a la sociedad ayudando a aumentar los ingresos de los abogados, mediadores, psicoterapeutas, vendedores de electrodomésticos, agencias immobiliarias y otros muchos, verán acrecentar sus ingresos y lo más importante de todo: seguimos siendo una familia."

"¿Una familia?", pregunta el "yo" individual, personal e intransferible.  Definan el concepto “familia”, suplica arrodillado, sin fuerzas para alzar la voz. "Porque unos lo utilizan como excusa, otros como escudo y otros como lanza. Definan el concepto de “familia” cuando los padres tienen nuevas parejas, nuevos retoños y se han separado por falta de entendimiento y de química. ¿O era sólo de química?"

Hablen.

La soledad del viejo es la soledad del hombre que reconoce que, aunque esté vivo ya no está en el mundo. Le da igual que su nieto le visite o no, le da igual que sus hijos le visiten. No tiene nada que ver con ellos. Maneja los botones de un móvil, pero escucha mal, oye mal y además sólo dicen tonterías.  En realidad, lo único que anima a los viejos es a mantener el Poder en el mundo. No por viejos. Por seres humanos. Así que el Yo inclusivo, nominal y colectivo le da a base de lacrimógeno sentimentalismo el Poder al viejo, sin que el viejo sepa muy bien qué hacer con él, salvo pretar como prieta el botón del mando de la televisión: a ver si acierto y sale, y si no sale es que la televisión es un cacharro que no vale. Así hablan también de aquellos "yo" individuales, personales e intransferibles que no cumplen la voluntad por ellos designada. Combatir la soledad del viejo consigue someter, por un lado, al "yo" individual personal e  intransferible y por otro, vende más móviles, más cursos de introducción en las nuevas tecnologías, más excursiones, más fitnessstudio, más restaurantes, más bares y, finalmente, aumenta los beneficios de las empresas farmacéuticas: más lesiones, más empachos, más crisis de ansiedad.

Lo único que no permite el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo es la existencia de una soledad querida, deseada, buscada y pretendida por el "yo" individual, personal e intransferible.

Hace dos días murió una famosa presentadora. Tenía 76 años. Vivía sola porque quería vivir sola. Murió sola porque así murió. Hubiera podido morir sola, aunque hubiera estado acompañada por alguien, si ese alguien hubiera estado ausente mientras moría. Y menos mal que vivía sola, porque de haber vivido acompañada es muy posible que ese alguien hubiera tenido que demostrar su inocencia, no en los juzgados, sino en los medios, siempre a la búsqueda de emociones con las que aumentar sus cuentas corrientes. Era una mujer trabajadora, sin hijos, pero con hijastras, viuda, conocida. Vivía sola. Tenía 76 anos y quería vivir sola. Murió sola. ¿Encuentran ustedes algún problema en este tema?

Yo tampoco.

Pues bien: el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo se empeña en afirmar que con o sin su consentimiento, alguien tenía que haber vivido con esa mujer o esa mujer tenía que haber ido a algún sitio. Lo quisiera o no. Los jóvenes de dieciséis años no pueden vivir solos, aunque deseen, y los ancianos de setenta y seis no pueden vivir solos, aunque insistan, asegura el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo.

Francamente ¿reconocen ustedes grandes similitudes entre jóvenes de dieciséis años y ancianos de setenta y seis? 

Yo no.

Es en momentos como éstos cuando mi asombro ya no es asombro, ni sorpresa, ni siquiera estupor. Ni siquiera siento el enojo mosquetero, connatural a mi esencia.

Es miedo, simple, pura y llanamente miedo, lo que me embarga.

Por su parte, la soledad del joven se caracteriza, a diferencia de la soledad del viejo, por contener la inseguridad de la persona que quiere triunfar en su sociedad, en la vida y para ello está dispuesto a acometer grandes sacrificios. Combatir la soledad del joven le genera pingües beneficios al "Yo" inclusivo, nominal y colectivo: Discotecas, bebidas, viajes, películas, conciertos, ropa de marca, bolsos, cosmético, productos tecnológicos, videos, juegos, así como desintoxicación, psicoterapetuas y demás. Ustedes me entienden.

El joven que ama su soledad para estudiar es un joven que no consume. El joven solitario es convertido en un posible terrorista, en un posible psicópata y qué sé yo que más tonterías. Puede que los jóvenes terroristas se encierren en sus habitaciones y no salgan de allí en días. Pero eso, queridos ilusos, no significa que estén solos. Están conectados con todos los que piensan como ellos, y similar.

En este mundo las únicas que permanecen solas, realmente solas, en una soledad que las transforma en seres frustradas, resentidas, hechicheras y magas, excepto si tienen como soporte el amor a su marido y a sus hijos, son las amas de casa. Fíjense que he escrito el amor a. Las primeras protestantes de este mundo fueron las amas de casa. Los protestantes aman a Dios y esperan ser dignos de que Dios los elija para la salvación. Esa justamente es la creencia que necesitan las amas de casa a la hora de mantener el barco en su rumbo y sujetar el timón sin que su ánimo decaiga. Son mujeres como Carlota las que mantienen el mundo en marcha sin caer en la locura: esas amas de casa de las que ninguna feminista quiere acordarse y a las que esas feministas denigran y desprecian en los escasos momentos en los que se acuerdan de su todavía existencia. Es verdad: Carlota no ha ganado nunca un céntimo, pero ha educado a cinco preciosos muchachos, de los cuales su hija Verónica, ustedes ya lo saben, es mi favorita. No por parecida a su madre, porque Carlota es inigualable, sino por diferente a ella. No me digan que el trabajo que realiza Carlota cada día es también realizado a diario por todas las mujeres trabajadoras de este mundo. Por favor, soy bruja. No lo olviden. Las mujeres trabajadoras de este mundo terminan como terminan y como terminan, terminan. No me obliguen a profundizar en lo que no deseo profundizar.

¿Conciliación? Seamos honestos: De todos, ése el menor problema a los que a diario una mujer trabajadora ha de hacer frente, especialmente cuando disponen de los medios económicos para contratar a personal.

Es la soledad la que ha llevado a muchas amas de casa que no necesitaban trabajar para alimentar a su familia a buscar un trabajo donde fuera, con tal de que no fuera dentro de la casa. 

Y no obstante: esa huida del ama de casa de su casa era  la  huida del "yo" individual, personal e intransferible llevada del interés y curiosidad por el mundanal ruido, por sentirse partícipe de esa su sociedad, siempre dinámica y en vías de transformación y también en busca del reconomiento que encerrada en sus cuatro paredes no obtenía, porque los demás, ocupados como estaban por lo que acontecía en el mundanal ruido, saborean lo que a diario hacerlo, sin notarlo, sin verlo siquiera.

La soledad del ama de casa no tiene en absoluto nada que ver con la soledad del artista. Su salida al mundo exterior, tampoco. El artista trabaja en soledad y cuando sale de su despacho, de su estudio, de su atelier, no es reconocimiento lo que busca. Es la eternidad! La perduración en la memoria de los hombres! Eso es lo que el "Yo" individual, personal e intransferible busca.

Para el ama de casa que abandona lo de "ama de casa" para incorporarse al mundanal ruido, el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo inventa la fórmula: "Incorporación de la mujer al trabajo". Que el "yo" individual, personal e intransferible  la asuma con tanta tranquilidad asume esa expresión me ha causado una cierta sorpresa, lo admito, lo que ha permitido aflorar el enojo mosquetero que habita en mí.

Por favor, estimados comunicadores: dejen de utilizar vulgares expresiones del tipo "Incorporación de la mujer al trabajo". Vulgares por falsas. La mujer no se ha incorporado en nuestros días al trabajo. ¿Han oído ustedes hablar del oficio más antiguo del mundo? Eran mujeres las que en su mayor parte lo practicaban!.

Desde entonces las mujeres han trabajado como granjeras, como cocineras, como criadas y doncellas, como vendedoras, como cuidadoras de enfermos y más tarde han sido enfermeras, maestras. Es cierto que no podían ejercer las mismas profesiones que los hombres, pero es que ni siquiera unos hombres podían ejercer los mismos oficios que otros hombres. El carpintero era hijo de carpintero y padre de carpintero. Y si tenían varios hijos, había que echar mano de las amistades a ver si lo acogía como principiante a pesar de no pertenecer al gremio.

Lo que quiero decir con esto es que la mujer individual, personal e intransferible ha estado históricamente incorporada al trabajo quisiera o no quisiera. La mayor parte de las mujeres, (individual, personal e intransferible) se han visto en la necesidad de incorporarse al trabajo sin desearlo, pese a su voluntad, para alimentar a sus retoños.  Sé de mujeres (individual, personal e intransferible) de nuestro tiempo que se han visto obligadas a trabajar como personal interno de casas de bien de lunes a sábado mientras sus hijos permanecían en el orfanato, pudiendo pasar con ellos únicamente el domingo.

¿Quiénes, pues, son las mujeres que se han incorporado al trabajo? Las mujeres privilegiadas que, pudiendo permanecer en casa atendiendo a su familia, han preferido salir fuera de esos muros que se les antojaban fríos y solitarios, porque el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo asi lo ha decidido. 

Carlota fue una de las pocas que se opuso al dictado impuesto por el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo

Por eso el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo ha puesto a Carlota innumerables apellidos:jarrón, mueble, desocupada, mantenida.

Lo que quiero decir con esto es que la libertad de la que goza la mujer en nuestro tiempo no ha venido dada por la "incorporación de la mujer al trabajo" que con tanta satisfacción proclama el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo. La libertad la han traído las leyes que le permiten decidir sobre ella, sobre donde está y adónde va. Son las leyes las que le han otorgado la libertad necesaria para realizar un contrato, para comprar un piso, para vender una finca, para marcharse de casa y para vivir sin la necesidad del permiso de su padre, de su marido o de su hijo.

Son las leyes, no la incorporación al trabajo, lo que ha conferido la libertad a la mujer.

Pero seamos claros y honestos y admitámoslo: las leyes las que han hecho libres a la mujer han sido las leyes promulgadas en los tiempos del "yo" individual, personal e intransferible.

Las leyes  del "yo" inclusivo, nominal y colectivo son, por el contrario, las que obligan a las mujeres, incluso a las que no quieren y no tendrían la necesidad de hacerlo, a trabajar fuera de casa, a contratar mujeres desconocidas, con referencias de personas desconocidas,   que cuiden de sus hijos;  Las amas de casa no están en sus casas, y las que llegan a limpiar no deben esforzarse lo que otrora se esforzaban las amas de casa. Así es como se desatiende el hogar y aparecen plagas de piojos y chinches que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo se apresura a desmentir como consecuencia de la suciedad. Acabáramos

Y son igualmente las leyes de ese "yo" inclusivo, nominal y colectivo, que tanto se ocupan por exigir la dignidad de las criadas y de su derecho a un retribución justa y a asegurarles la posibilidad de cobrar una pensión, a lo cual - nadie en su sano juicio se puede ni se debe oponer - las que, por otro lado, están sumiendo en la pobreza a las mujeres abandonadas y con hijos en caso de divorcio. ¿Custodia compartida? No me hagan reir. La custodia compartida conlleva muchos más problemas para los hijos. Reflexionen: ¡Estamos hablando de dos personas que se han divorciado porque no se entienden! Si además durante el divorcio tienen problemas para repartir los bienes y fijar la pensión, ¿cómo se van a poner de acuerdo en la educación de los hijos? ¡Máxime cuando la mujer ha sido abandonada y el padre tiene otra mujer  y otros hijos!

¿Creen ustedes realmente que únicamente son las tradicionales amas de casa, como Carlota, las afectadas? ¡Se equivocan! Piensen ustedes en el divorcio de todas aquellas mujeres que han de trabajar, lo quieran o no, porque únicamente con dos sueldos se llega a fin de mes o simplemente se llega mejor que con sólo uno; piensen ustedes en el divorcio de todas esas mujeres que trabajan a tiempo parcial para atender a sus hijos, con lo cual se reduce la cantidad de pensión que recibirán cuando lleguen a la edad de jubilación, piensen en el divorcio de todas esas mujeres que son tratadas como objetos de “usar y tirar”, a las que se abandona al inicio de la vejez y  de las que las feministas -jóvenes, sin marido, sin hijos, o con marido y con hijos, pero, sobre todo con mucho dinero – se olvidan una y otra vez, repitiendo, una y otra vez, que el divorcio llega cuando el amor se acaba.

Algo hemos avanzado: ahora el divorcio se produce, afirma el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo no cuando hay gritos, como antes. Ahora el divorcio se produce cuando se acaba el amor, proclama el "yo" inclusivo, nominal y colectivo satisfecho de este nuevo descubrimiento. 

Interesante, pero no siempre verdadero. No siempre, escribo. Algunas mujeres puede que incluso feministas de pro, puede que, escribo, con trabajo y con dinero, corren frenéticas, una vez alcanzados los treinta y cinco, detrás de cada hombre, aunque ese hombre esté casado y sea un vejestorio, porque así los hijos están fuera de casa y las hipotecas pagadas.  Esas mujeres de treinta y cinco años con trabajo y con dinero, están aterrorizas ante la soledad que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo les inyecta a diario porque la soledad, dice el sabio "yo" inclusivo, nominal y origina alzhéimer, demencia y no sé qué más, corren desesperadas tras los hombres.

Los hombres son los casados, dicen ellas. Los hombres son los que tienen la obligación de ser fiel a sus mujeres, repiten.

A mí tales retóricas me asombran. ¿Los hombres obligación de ser fieles a sus mujeres? Sansón a Dalila. Más no encuentro. Salomón, Salomón, repite mi cerebro incesante. Un hombre que se encuentra entrando en el camino que conduce a la vejez es un hombre inseguro. Si además ya conoce el exquisito pastel que le espera en casa, prefiere la desconocida taberna en la que nunca hasta entonces se le habría ocurrido encontrar. Vanidad, de vanidad, todo es vanidad.

Todas esas mujeres que corren frenéticas detrás de los hombres, niegan su miedo y afirman su amor, dicen esas mujeres.

Dicen, pero no dicen la verdad. Hay por lo menos tres razones: la primera, el miedo a la soledad; la segunda: la conciencia de haber llegado a haber tocado techo en su trabajo y compensar la falta de promoción con un hombre; la tercera, el deseo de ser madre. El vejestorio, por vejestorio, puede atender a la casa y a los infantes, mientras ellas llevan el dinero a casa. Como si esto fuera una novedad, mujeres con pantalones, las llamaban antes.. Los problemas, claro, surgen porque a muchos de esos hombres casados las cuentas del pecunio y de las fuerzas físicas y emocionales les salen antes, pero no después. Así que una vez que han abandonado un hogar, y han creado otro se ven en la obligación de decir lo bien que viven en comparación con antes y lo felices que son. Y es un canto de amor. El canto del cisne.

LLegados aquí la pregunta se hace casi obligada: ¿Cómo puede el "Yo" inclusive, nominal y colectivo sorprenderse, asombrarse y clamar que la natalidad es uno de los grandes problemas en nuestros días, cuando es él el quien ha creado este problema al destrozar a uno de los "yo" individual, personal e intrasferible más importante para la sociedad como es el ama de casa que individual, personal e intransferiblemente acepta la soledad, que es más solitaria que la soledad del faro, pero también más brillante porque es la soledad de la columna que soporta el templo que es la familia respecto a la sociedad?

Y un discurso así me incluye en el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo de la extrema derecha, declara, determina, sentencia  el  "Yo" inclusivo, nominal y colectivo de la extrema izquiera 

Lo siento por todos ustedes: aún quedan en este mundo sujetos que van a su aire. Las brujas, los garbanzos negros, la oveja negra formamos parte de esos sujetos. No somos ni pecadores, ni rebeldes, ni malvados, ni enfants terribles. Ni siquiera constituimos un grupo de Pares inter Pares. Cada uno de nosotros somos esencial, existencial y socialmente un "yo" individual, personal e intransferible. 

Ni más. Ni menos. 

En fin, creo que ya lo he dicho anteriormente: el Amor universal ha sido convertido en Amor nominalista por el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo..

Llegados a este punto me veo en la obligación de confesarlo: ¡Qué bello es ser Bruja ciega y tener una estrella!

El mundo privado es, o debería ser, un terreno que perteneciera a los privados, pero esto es algo a lo que el "yo" inclusivo, nominal y colectivo se opone con éxito.

Si el "Yo" inclusivo, nominal y colectivo produce tales desvaríos en el ámbito de la esfera privada cuando juega a ser "yo" individual, personal e intransferible, imaginen ustedes cuántos no habrá en la esfera pública y empresarial.

Un ruego: Examinen el lenguaje con lupa, con microscopio si es necesario. Tengan cuidado con frases que, justo porque han sido seriamente dichas parecen ser muy verdaderas, esconden graves y profundas incongruencias que aparecen en el mismo instante en que son analizadas honesta y sinceramente.

Isabel Viñado Gascón

Estoy profundamente cansada. Intento llegar a los asuntos actuales lo más rápido posible, pero un par de asuntos habían de ser tratados con anterioridad. El lenguaje era uno de ellos. Mañana repasaré el artículo. Ahora estoy deseando introducirlo en el ordenador.

 

 

 

 

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