Y una, que soy yo, lee a primeras horas de la mañana en el Frankfurter
Allgemeine Zeitung (FAZ) un artículo firmado por Nikolai Klimeniouk en el que
se explica, finalmente se explica, por qué Rusia resulta tan peligrosa para
Occidente.
Rusia, dice Klimeniouk, quiere la guerra y cuando un Estado quiere la guerra
es que ya hay guerra. Eso de por sí ya es, no cabe duda, un argumento convincente.
Pero no queda ahí la cosa. El objetivo de Rusia, afirma, es la gran expansión y ello
incluye la conquista y reconquista de Estambul-Constantinopla. Algunos diputados de la Duma,
asegura el articulista, piden la devolución de Hagia Sophia a la iglesia
ortodoxa rusa. (Valga aquí un inciso: ¿No les decía yo hace unos días que el
problema era el puente Berlín-Estambul y no el puente Berlín-Ankara? Me aburro.
Realmente me aburro. A veces comprendo por qué el espectador ronca en su
sillón...) Siguiendo con las consideraciones del periodista, el IS es
un fenómeno regional de limitados recursos.
Para Occidente se trata más un factor de miedo que de un serio peligro. (“Der IS ist eine regionale Erscheinung mit sehr
begrenzten Ressourcen. Sein Terror im Westen ist mehr Angstfaktor als
ernsthafter Gefahr“). A su juicio, Occidente debería recordar los crímenes de guerra que la Federación Rusa
ha cometido en lugares como Chechenia para darse cuenta que la armada rusa
en Siria va a perpetrar miles de crímenes contra la población además de generar
cientos de miles de refugiados. El peligro real que ha de preocupar a Occidente
es pues, concluye Klimeniouk, Rusia. La Federación Rusa quiere la guerra, la busca y
gracias a la propaganda que introduce en las redes sociales, la tendrá.
Hasta aquí, más o menos, el contenido del artículo.
Me ha gustado. Sobre todo porque alguien, al fin, se digna a explicar los motivos del miedo de
Occidente a Rusia, miedo que lleva a los Estados Unidos a ayudar a Turquía a
armarse aún más de lo que ya lo está, a pesar de que, como el propio Klimeniouk
reconoce, se trata de uno de los Estados más poderosos de la NATO. Sí.
Ciertamente. Es un alivio saber que el potencial armamentístico de Turquia-Erdogán,
socio de la OTAN y asociado de la UE no constituye ningún peligro para
Occidente. Rusia-Putin busca la guerra. Turquía-Erdogán no busca la guerra. Turquía-Erdogán coarta
las libertades y los derechos civiles, censura y ataca a la prensa, prohibe
manifestaciones y golpea a los manifestantes pero todo ello no forma, en
absoluto, parte de ningún proceso de islamización en el que algunos ciudadanos
turcos, justamente los que en estos momentos están siendo perseguidos, no
desean tomar parte. Turquía-Erdogán mantiene un enfrentamiento armado contra la
única infantería eficiente en la zona en la guerra contra el IS: los Kurdos,
pero esto tampoco significa, ni mucho menos, que Turquía-Erdogán colabore –aunque
sea indirectamente - con el IS. Nada de eso. Se trata únicamente de la legítima
defensa que el país ejerce contra los enemigos que intentan desestabilizar a
Turquía-Erdogán. En cuanto a los tres mil millones que la Unión Europea le ha puesto de momento sobre la mesa junto a la promesa de agilizar la concesión de visados, lejos de representar un chantaje de
Turquía-Erdogán a la Unión Europea, en el tema de la crisis de refugiados,
significan, simplemente, asegura la Unión Europea, el final de una serie de negociaciones y acuerdos que
ya estaban en marcha desde hacía tiempo.
Creer esto es de por sí difícil.
Pero aún hay más contradicciones que no pueden ser aclaradas por el sentido
común, por muy anti-ruso que ese sentido común sea.
Démosle la razón al articulista del FAZ, dice el cabal lector. Aceptemos
que Rusia-Putin quiere la guerra, que quiere el dominio del mundo, que a falta
de iniciativa en el Interior busca la expansión hacia el exterior. Admitamos
que Rusia-Putin es malvada, cínica, autoritaria, que apoya sus instintos
conquistadores en la Iglesia Ortodoxa y que su intervención en Siria únicamente
generará muertos inocentes y centenares de miles de refugiados.
Admitámoslo.
Pero en ese caso, se pregunta el lector racional, ¿quién ha
provocado hasta ahora los centenares de miles de refugiados que se dirigen a Alemania y de
los que ningun periódico español habla y cuando habla lo hace a la ligera,
deteniéndose más en las respuestas negativas de los ciudadanos germanos que en
la positivas? ¿Assad? ¿Los rebeldes que luchan contra Assad? Una guerra es
siempre dolor y muerte. Una guerra civil desgarra el alma de una nación. El
pueblo sirio está destrozado, con o sin Rusia-Putin. Por otra parte, si el IS
es simplemente un fenómeno limitado a una región y no representa un peligro real para Occidente ¿Puede alguien explicar al
lector confuso (confuso por racional) el motivo que ha impulsado a los Estados
Unidos a colaborar con Rusia y ha obligado, prácticamente ha obligado, al
ejército alemán a tomar parte en una contienda en la que no tiene ningunas
ganas de tomar parte (por racional e inteligente, porque es consciente de que
no dispone de suficientes recursos materiales pero sobre todo porque sabe que el
enemigo no está claramente definido y esto es siempre un problema para la tropa
que ha de dedicarse a matar a diestro y siniestro sin saber por qué lo hace y a
quién. Para un general, el cuidado de la integridad moral de sus soldados es
tan importante como su integridad física. No se trata de matar sin ton ni son.
Un soldado no es un asesino psicópata. Se trata de matar por un motivo:
protección o conquista. Aquí ni lo uno ni lo otro aparecen como objetivos
claramente definidos. Hay algo más: los militares han de enfrentarse a
guerreros-fantasma con el problema que ello conlleva ante los medios de
comunicación europeos que siguen pensando en términos de paz, de fútbol, de
boxeo e incluso en términos de kamikazes pero no en términos de guerra, de
guerrilla y de guerreros-fantasmas)
No terminan aquí los problemas de lógica al que el lector racional ha de
hacer frente.
¿Alguien puede explicar por qué Francia acepta, casi sin pensar, la ayuda
que Moscú-Putin le brinda, con aquiescencia del resto de los países de Europa?
El problema no es creer o no creer. El problema es la imposibilidad de que
los individuos, incluso los más racionales, incluso los mejor informados,
puedan analizar con coherencia una realidad que cada vez se muestra más virtual
y cínica y por eso, menos convincente. “Best
Friends” es la consigna. Todos somos amigos de todos porque nadie tiene unas
creencias firmes y verdaderas a las que llamar suyas. Porque “un hombre, una
palabra” ha quedado desfasado por anticuado e inservible. Eso de morir por las
ideas de uno pertenece al pasado, a los tiempos de Job. El que hoy en día
mantiene sus convicciones hasta el final es un resentido, un aguafiestas, un
dogmático o un perdedor. En cualquier caso nadie que la respetable sociedad
deba admitir en sus nobles círculos. El mundo es un “Sálvame” ¿Y todavía se
atreven a criticar al único programa real, auténticamente real, al único capaz
de mostrar a la sociedad tal como esa sociedad es?
El problema no es Rusia-Putin, ni siquiera Turquía-Erdogán, por mi, si
ustedes lo desean, ni siquiera el IS, ni la deuda mundial, ni la crisis
económica, ni siquiera los refugiados. No. El problema, el verdadero problema
es que la política internacional persiste en seguir bailando el vals en el
salón principal del Titanic, mientras en la sala de máquinas el agua entra por doquier y faltan los mecánicos. Por más que como ya dije se han presentado dos que dicen ser expertos:
Rusia-Putin y Turquía-Erdogán, ninguno de ellos logrará salvar al barco por la
sencilla y simple razón de que cada uno de ellos está ya preparando su propio
bote salvavidas aprovisionándolo, pueden imaginarse, de la manera que cada uno
de ellos considera más adecuada.
Europa-Hamlet baila y los Estados Unidos juegan a ser el
maestro de ceremonias, que es lo que en realidad les gusta. ¿Qué hacemos con
Arabia Saudi? Se pregunta Europa-Hamlet cuando ve rodar las cabezas de los
ajusticiados y escucha resonar los látigos en las espaldas de los disidentes. “Asuntos
Internos”, contestan contundentes los de Arabia Saudí con un tono que no deja
lugar a réplica al tiempo que firman los contratos que las empresas americanas
y europeas les tienden sobre la mesa
y cuyos beneficios les permitirán sanear, o intentar sanear, sus balances.
Balances que nadie, ni ellas mismas, terminan de comprender del todo. En
algunos países los “asuntos internos” siguen siendo internos. En otros, esos
mismos “asuntos internos” son motivo de discusión e incluso de confrontación
internacional.
¿Cómo entenderlo?
Pero la locura no termina ahí. Al lector la cabeza le da vueltas.
Lo sé porque yo soy ese lector del que no paro de hablar y, francamente, a
duras penas consigo mantener la línea del horizonte en medio de tanto vaivén motivado por peregrinos sucesos.
En el periódico online “Libertad Digital” de hoy se lee que una empresa
anglo-iraquí va a construir en Irak el rascacielos más alto del mundo. Los
1552 metros de altura albergarán oficinas, viviendas, hoteles, hospitales y
escuelas. El rascacielos de la Postmodernidad, podría llamarse.
En un país sumido en el desastre interno y constantemente amenazado por los
enemigos externos se va a construir un edificio en el que convivirán turistas,
enfermos, escolares y oficinas ¿de qué? ¿también del servicio secreto? Como si la
convivencia en común de gentes tan dispares no supusiera ya de por sí un
problema, se la reúne en un
edificio de 1552 metros que además de los riesgos a considerar en caso de incendio
fortuito, se convertirá en el objetivo preferido de más de un torpedo salido de
no se sabe dónde. Torres babélicas rodeadas de cadáveres y hombres hambrientos.
¿Es, verdaderamente lo es, Rusia-Putin el único peligro al que Occidente
ha de hacer frente?
¿No comprenden ustedes que Rusia-Putin no tiene siquiera que esforzarse en
introducir propaganda en las redes sociales porque la realidad real no la entiende
ni siquiera el lector menos simpatizante de Rusia-Putin a poco que se deje
llevar por el sentido común? ¿No comprenden ustedes que no se trata de una
cuestión de propaganda sino de sensatez y que esta sensatez es la que no
entiende la lógica de los hechos, de los sucesos, de las aclaraciones, de las
ideas, de los objetivos, de las empresas que se llevan a cabo? ¿No comprenden que
es la falta de raciocinio que impera en las acciones unida a la superabundancia de
justificaciones, que no de razones, las que están llevando a que Rusia-Putin
goce entre la población de una simpatía que tal vez no se merezca pero que está
ganando por simple descarte de todos los demás competidores, sin que ni
siquiera deba mover un dedo para conseguirlo?
El mundo está loco. Loco porque no tiene convicciones ni un hilo conductor
en sus acciones y justamente porque no tiene ni lo uno ni lo otro, hoy es amigo
de todos sin ser amigo de nadie y mañana es enemigo de todos sin tener grandes
diferencias que le separen de ellos.
Lo dije y lo repito. Este mundo de locos no es ni será de los rusos, ni de
los turcos, ni siquiera del IS, ni siquiera de las élites. Este mundo de locos,
sin convicciones, sin ideas, este mundo virtual, deforme y deformante en el
cual todo depende de lo que uno quiera ser para que lo sea, este mundo donde “a”
es “a” al tiempo que “b” porque Todo está en el Uno y el Uno está en el Todo,
este mundo, digo, va a ser de los dobles
agentes. Y como sabemos, los dobles agentes son siempre maltusianos.
O lo que es lo mismo: todos, a excepción de ellos, sobran.
La bruja ciega.
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