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Wednesday, March 5, 2025

Lullaby

 

Lo confieso: vanidad de vanidades, he estado buscando alguna nueva foto con la que renovar la que aparece en mi Blog pero, francamente, no he encontrado otra que refleje mi espíritu con mayor exactitud que la actual. ¿Mi rostro? Como seguramente ya les habrán informado, entre el “rostro” y eso que se da en llamar “el verdadero rostro” hay un gran trecho. Eso sin olvidar que a los rostros, incluso a los “verdaderos”, les sucede lo mismo que a la realidad que se alza ante nuestros ojos: que hoy es una cosa y mañana, otra; lo que hoy parece inteligente y muestra la serenidad de la madurez, se presenta al día siguiente revestido de una pátina de zafia insulsez. Al final es lo viejo, por arrugado, y lo arrugado por misterioso, aquello que mejor nos representa.

Pero hete aquí que todos buscan, buscamos, lo nuevo. No por salir de la zona de confort, ¡Salir de la zona de confort! ¡Ja! ¡Vulgaridad de vulgaridades en tiempos vulgares, una nueva vulgaridad que sumar a las ya conocidas! ¿Por qué anda el mundo tan confuso? No me dirán ustedes que es porque todos queremos salir de nuestra zona de confort. Más bien lo contrario es el caso, diría yo: Todos nos esforzamos por permanecer o por entrar en esa área que algunos denominan “zona de confort” y otros “bienestar”, hasta un punto que no cabe nadie más. ¡Es la zona de confort la que nos arroja fuera de sí!  Como muy bien observó Roth en su “Hotel Savoy”, las personas son muy generosas cuando tienen suficiente sitio para ellas mismas. Mi pregunta: Definan ustedes “espacio suficiente”. Algunos sueñan con una casa Tiny, mientras otros, como yo, necesitamos caserones para poder pasear al tiempo que conversamos con nuestros fantasmas, vampiros, recuerdos y visitantes varios. Muchos jovenzuelos están convencidos de que los viejos necesitan, necesitamos, poco espacio. ¡Ja! A los viejos les visitan diariamente, nos visitan, muchos seres extraños a los que atender incluso de noche; especialmente de noche. Pero es que además para un viejo la calle y el tiempo suponen grandes inconvenientes: o hace frío, o llueve, o hace sol, o están levantando el pavimento, o hay mucha gente, o todo está vacío. Los viejos quieren,  y lo quieren porque lo necesitan, su caserón. En ese caserón en el que, con o sin alzhéimer, reconocen su vida y pueden pasearse por ella, su vida, a su antojo. Así que no aludan a ese “salir de la zona de confort”, cuando todos están, estamos, deseando penetrar – o permanecer – en ella.

Ni siquiera se busca, buscamos, lo desconocido por lo desconocido en sí, porque en tal supuesto estarían, estaríamos, pegados todo el día a los libros estudiando su contenido. Reconozcámoslo: Lo que la gente busca, buscamos, cuando busca, buscamos, lo nuevo son las emociones ligadas a ellos: lo excitante; sensaciones excitantes, se entiende. Nada de reflexiones excitantes que siguen a conocimientos que exigen de paciencia y constancia. No soy la única en haber reparado en ella, lo admito. Huxley en su obra “Contrapunto” denunció la cantidad de estímulos a los que se sometía a los niños, hasta el punto de que éstos eran incapaces de “digerirlos” adecuadamente. Lo mismo había dicho Nietzsche años atrás. “¡Profetas en el desierto, ¿quién excepto el viento os escuchará?!” – grita mi alma. Ninguno responde. Cada uno de ellos está convencido de que el viento, ése que va y viene, llevará el mensaje en su peregrinar y lo esparcirá como esparce la semilla. Razón no les falta. Alguna semilla cae, pero, me digo preocupada, caer no significa germinar. Jesús dixit.

Mi ventaja es que no soy profeta sino bruja; por eso el viento no es nuestro cartero sino nuestro amigo. Es el viento quien nos dice, igual que se lo dijo a Mary Poppins, cuándo ha llegado el momento de partir a nuevos lugares, no para volar en ayuda de papás y niños desesperados, que era el caso de la “nanny” más famosa del mundo, ni tampoco para adentrarnos en aventuras excitantes, sino justamente para escapar de las que nos persiguen. Es entonces cuando las brujas nos dirigimos a las montañas, que nos recuerdan el significado de conceptos como “permanencia”, “resistencia” y “esfuerzo” tanto como el de “paciencia”, “análisis” y “autoconocimiento”. Ya lo anticipo: la mayor parte de los accidentes en los senderos montañosos se producen más por insensatez y descuido de estos términos que por culpa del terreno. Uno tiene que saber hasta dónde le alcanzan sus fuerzas tanto como reconocer el estado del camino que pisa. En la montaña uno corre despreocupado, otro la recorre paso a paso a un ritmo conscientemente deseado, y un tercero la escala con la misma ligereza y precisión que la de una cabra montesa. De los tres, lo más posible es que sea el despreocupado el que termine herido. Peligroso es igualmente ascender en grupo. La soledad encierra el riesgo de perderse, pero aviva el instinto de supervivencia. En el grupo, en cambio, coexisten varias velocidades y constituciones diferentes. Los rápidos se impacientan y los lentos se agotan hasta la extenuación. En esos momentos lo más inteligente y lo más responsable es acordar que cada cual vaya su paso, a fin de evitar que el viaje se convierta en un tiempo feliz: para los rápidos por su disposición y para los lentos porque disfrutarán del camino, del paisaje tanto como de los descansos y de los pensamientos que tales instantes les proporcionan. Juntos, lo que se dice juntos, sólo es posible ir a gozar de un día de picnic en las praderas.  Lo que une a las cúspides y a las praderas son las tormentas. Cuando se avecinan no queda más remedio que encontrar lo antes posible un refugio en el que guarecerse no sólo de la lluvia, sino especialmente de los rayos.

Mucho antes de que el vampiro, Elba, y la bruja ciega durante su transformación de energía nómada acompañada de su estrella nos introdujéramos en el Mundo Intermedio en busca del Espíritu dormido cuyo paradero igualmente desconocíamos, yo ya había comprendido que la historia de la humanidad es, igualmente, la historia de los diferentes refugios en los que los hombres “distintos”, sea cual sea la peculiaridad que los distingue de sus congéneres, intentan hallar un lugar en que sobrevivir, primero y vivir, después.

Ray Bradbury fue el encargado de explicarme que nuestra época era especialmente dramática, casi trágica, porque los refugios tradicionales habían desaparecido mientras que la posibilidad de encontrar uno nuevo en la nuestra equivalía a cero. Algunos lo buscaron en los bosques, pero éstos se han convertido – o los han trastocado – en el hábitat de lobos - que a falta de ecosistema que equilibrar han de dirigir sus esfuerzos a la caza de las ovejas -, de perros mastines - que guardan su ganado con tal pasión que no atienden ni al género ni a la especie, simplemente atacan -, y de grupos armados de hombres, que son los únicos que pueden sobrevivir en esos parajes inhóspitos en los que han quedado trocados los románticos bosques de las pasadas décadas. David Foster Wallace, al que en su día me negué aceptar, llevaba más razón seguramente de lo que mi carácter me permitía aceptar. Para mí ese mundo, el de Foster Wallace, no podia ser el mundo. In extremis quedaban las montañas.

No obstante, debo reconocer que en lo que a las montañas respecta, les desagrada ser importunadas; por este motivo, no siempre admiten extraños e incluso en el caso de que les acepten, por un tiempo limitado. Tarde o temprano, por un motivo u otro, se hará preciso descender.

Descendamos pues de las alturas y centrémonos en el caos en el que estamos sumidos. Los europeos asisten atónitos a esa sorprendente y súbita amistad que une a rusos y americanos. Si esos mismos europeos hubieran analizado con un poco más de profundidad  las señales y los avisos que les llegaban, en vez de creer que todo se basaba en frases slogan, en crear mentes con la mente, en salir de la zona de confort para ir a dejarse ver por discotecas plagadas de influencers, si esos europeos hubieran atendido a las voces que clamaban que la izquierda se había traicionado a sí misma, que el laicismo y la ilustración se habían traicionado a sí mismos, que la mujer se había traicionado, esos mismos europeos habrían entendido cuál era la cuestión a redimir mucho antes. Si esos europeos hubieran leído “La auténtica situación de Rusia” (1928) León Trotsky y "La casa de Matriona", de Solschenizyn a continuación hubieran echado un ojo a mi comentario, esos mismos europeos hubieran intuido en qué consistía la verdadera realidad. Si esos europeos hubieran al menos escuchado atentamente a alguien como Simon Khorolskiy, esos mismos europeos hubieran podido quizás atisbar un rayo de sentido en vez de permanecer desconsolados mirándose los unos a los otros sin saber qué hacer.

Pero no lo hicieron.

Y la locura de la inversión se volvió a apropiar del mundo de mano de los “neos” que prometían un nuevo hombre y una nueva generación surgida de las cenizas de las anteriores.

¿Last Generation? ¡No me hagan reír! Ese rótulo era más un slogan de lucha en forma de advertencia que una auténtica convicción. Era más la consigna de un movimiento que basaba sus acciones en la crítica y en las protestas, en vez de en la construcción; más en el causar sentimiento de culpa en aquellos que los amaban sinceramente, que en exigirse a sí mismos.

La neo ilustración traicionó a la Ilustración.

El neo romanticismo traicionó al romanticismo

Los “neo”, poco importa si europeos o infiltrados, han dado por supuesto que la ilustración es sinónimo de razón fría y sin corazón, razón técnica, práctica y pragmática. Por consiguiente, han decidido que se hace imprescindiblemente necesario introducir en su lugar las emociones y las pasiones desatadas, sin considerar siquiera que el término “pasión” es sinónimo de “dolor”. Eso justamente es lo que significa la Pasión de Cristo. Tampoco en Alemania se suele atender al hecho de que “Leidenschaft” entraña el concepto “Leiden” y no únicamente la grafía. Nada de conocimiento, nada de reflexión, nada de diálogo. Curiosamente los presupuestos de este “neo romanticismo” entrañan un sentimentalismo agresivo y vacío de contenido que hiere con especial furor a los extremadamente sensibles. La reflexión es calificada como frialdad; al juicio reposado se le tacha de “lentitud de juicio”. La empatía significa mostrar comprensión por cualquier lánguida historia dramatizada para la lágrima fácil. En un panorama así, la rapidez, el punto por el punto, la frase slogan han sido los conceptos que han dirigido todo el edificio social; el utilitarismo, sinónimo de beneficioso pragmatismo, ha de ir acompañado del éxito de lo nuevo o es simple “recyclin”. Consumismo y Bien social son términos sinónimos. Durante las pasadas décadas resultaba indiferente qué se consumiera. El consumidor contribuía con su consumo a engrandecer a su sociedad. Los hijos de semejante pensamiento no se han convertido en lectores, ni tan siquiera en “neo lectores”, sino en “neo vendedores”; o sea: “los influencers”. Las contradicciones no han dejado de aparecer en un escenario en el que por un lado se apaleaba a la razón, por fría y desalmada, al tiempo que se extendía la letanía-mantra que incesante repetía que el progreso eran la técnica y el crecimiento empresarial y esto había que hacerlo “sin ataduras y con pasión”. Las brujas como yo hemos sido acribilladas sin piedad, por frías y rebeldes. Nada nuevo bajo el sol, ya digo. La religión se estudia como superstición institucionalizada, pero, curiosamente, se ha exigido que los mitos exóticos sean creídos y aceptados tal y como han sido relatado porque las civilizaciones exóticas, se nos ha dicho y se nos ha repetido, son incapaces de introducir la mentira en sus mitos. “Es la historia oficial la que nos engaña y, por eso, es preciso reescribir la historia oficialmente transmitida por los libros de texto”, se nos ha dicho. Definan ustedes “mitos de pasadas y lejanas civilizaciones”. Según esas neo narraciones los arqueólogos han obviado la verdadera realidad de dichos lugares y momentos. Dichos neo narradores no han dudado en presentarse como los auténticos conocedores y se han investido así mismos con la tarea y el poder de mostrar, de desvelar, el “verdadero rostro” de un rostro ocultado por la incompetencia, desconocimiento e incluso deseado encubrimiento de la arqueología que ha pasado a ser denominada “arqueología oficial”, donde el término “oficial”, pueden ustedes imaginarse, ha adquirido un sentido peyorativo por considerar que oculta el “verdadero rostro” del asunto.

La realidad real es que esos neo narradores pocas veces han descrito de manera objetiva los mitos de las civilizaciones exóticas los mitos de las civilizaciones exóticas ¡¿cómo iban a poder si la mayoría de esos neo narradores carecía de cualquier conocimiento básico sobre ellas?! La realidad real es que sus relatos se basaban y se levantaban a partir de datos reales y eran configurados según la imaginación de cada uno de esos neo narradores-constructores siguiendo la consigna de: “crea mundos con tu mente”.

El problema: incluso la imaginación tiene un límite. Al final el “nada nuevo bajo el sol” se convierte en “variaciones sobre el mismo tema” o “repetición de una misma narración” que tiene unas “líneas orientadoras” trazadas por determinados intereses con objetivos comunes.  Cada una de esas líneas orientadoras busca convertirse en “la línea directriz”.  Así fue como apareció el término “narrativa”. La “narrativa” es la “línea directriz”, donde quedan recogidos los elementos comunes de las otras crónicas a fin de tomar fuerza de expansión. Los aliados y los seguidores se hicieron imprescindibles a fin de que esta “narrativa” llegara a ser la neo historia finalmente revelada y desvelada. Así fue, igualmente, como se vislumbró la necesidad de colectividades como salvadoras del mundo y de la salud mental del individuo.

Mi asombro no conocía limites: ¿Tan pronto habían quedado sumergidas en el olvido el desastre que las colectividades del siglo XX habían causado? ¿Tan rápido se ignoraba la destrucción que los totalitarismos habían originado? ¿Tan fácil era suprimir la correlación, casi sinónimo, existente entre totalitarismo y colectividades?

Hete aquí que siguiendo esa dinámica de inversión, las colectividades se presentaban como adalides liberadores de la opresión en sociedades que, ironía de ironías, se caracterizaban por la libertad.

Terribles confrontaciones entre colectividades de diferente tendencia. Feroces enfrentamientos carentes de cualquier atisbo de la deseada “empatía” en el interior de cada una de dichas colectividades. De frialdad en estos combates no ha habido nada. Del “amor” cósmico, colectivo, expuesto como mantra-letanía mística-mítica mucho menos. Ha habido vibraciones, tonalidades, mantras y letanías. Ha habido sermones que combinaban la exigencia de que el individuo matara el ego, el suyo, no el del gurú de turno, con la premisa de que cada uno de nosotros éramos dioses. ¿Contradicción de necias para necios? Ya no sé ni qué pensar. ¿Qué es “ego”? ¿por qué hay que matar el “ego” y no el “egoísmo”? ¿Por qué esta abreviatura en una frase tan terrible que introduce un verbo atroz como es el de “matar”, cuando se está hablando de amor, y además de amor cósmico? El “egoísmo” es el “yo” que no puede salir de sí mismo. El “ego” en cambio es la “conciencia de uno mismo”. Justamente ese es el motivo que lleva a Dios a crear: la superación de ese egoísmo implica una conciencia que sale de sí misma y esto es una conciencia creadora.

¿De dónde vienen tanto lenguaje que huele a secta, a construcciones ilógicas, a irreverencias a la sensatez revestidos con teorías cósmicas de dudoso sentido y apoyadas por prácticas mercantiles que saben a aquella sopa que Mafalda, la hija de Quino, chica inteligente donde las haya, de ninguna manera quería tomarse?

Porque díganme ustedes: ¿Qué es un dios sin ego? ¿Qué es un dios sin conciencia de sí mismo? Un dios no creador. Un dios sin conciencia y si no tiene conciencia no tiene voluntad y si no tiene voluntad no puede crear. ¿qué es entonces ese dios sin ego?

Pero el intento de desenmascarar a aquellos que declaraban estar desvelando no solamente a Isis, sino a la historia oficial, a la religión oficial, a la ciencia, a la familia, al amor de los cónyuges, al amor de los padres a los hijos y de los hijos a los padres, del individuo mismo, ha sido un intento fallido. Resulta imposible desenmascarar al que se inviste con el rango de “aquel que desvela el verdadero rostro, la verdadera verdad”.

Las colectividades han seguido invirtiendo y transformando la sociedad a través del lenguaje. Las colectividades han dejado de llamarse “colectividades” para pasar a denominarse “familia” en un tono que recuerda a aquel de las sectas de los años sesenta del s.XX. Familias, sí, pero ocupadas en los menesteres que requería el siempre complejo “Juegos de tronos” que se practica en los páramos siempre laberínticos y desconocidos de una mente regida, recordémoslo, por la consigna “crea mundos con tu mente”.

En esa frase y en dichos páramos es donde se encuentra en que se convierte el dios que ha matado a su ego. Ese dios, ya lo hemos dicho, no puede crear fuera de él mismo puesto que ha matado a su “ego”, pero puesto que es un dios puede “crear mundos con su mente”. El problema es cómo se impone “un mundo” sobre “otro mundo”, cuando la inflación de dioses sin ego implica una inflación de mundos creados con las mentes.

Para facilitar la victoria, los contrincantes no han dudado en introducir como estrategia nuevos términos en las batallas. Aquellos páramos ya de por sí intransitables, se han visto inundados por seres tóxicos, narcisistas, sociópatas y psicópatas. La perversidad de la estrategia es que cualquiera puede serlo. Basta con ser escogido por uno de los aspirantes a trono y señalado por todos los demás vasallos. Pertenecer a una colectividad se ha convertido así en un modo de ataque, tanto como una forma de protección. Al que permanece fuera sólo le ha quedado una posibilidad de salvación: el atender a cada una de las exigencias de aquellas colectividades. Ser acribillado en las redes sociales supone ser acribillado en la vida social real. Las difamaciones se han convertido en un veneno sumamente eficaz. En general se cree en función de posición y de rangos en la sociedad. Al que goza de simpatías se le cree antes que al que permanece al margen de la comunidad. En un tiempo de inversiones el anti héroe goza de más credibilidad que el héroe, porque, sencillamente, goza de más afecto y empatía entre las colectividades. Por más que el denunciado, que es la verdadera víctima en muchas ocasiones, haya sido rehabilitado, se trata de una “rehabilitación oficial” que, como ya hemos visto, dista mucho de una auténtica, por aquello de que su “verdadero rostro” ya había sido desvelado y la rehabilitación es concedida por “intereses oficiales”.

Si dichas estrategias se han mostrado sumamente en lo que a la arqueología y a la vida privada concernía, por fuerza había de ser igualmente eficientes en el mundo laboral. El ingente número de personas que debieron abandonar sus puestos de trabajo por difamaciones y constantes tropelías fue in crescendo a lo largo de las décadas pasadas. No cabe duda que muchas dictaduras, tan preocupadas en la vigencia de la teoría oficial, la suya, no han dudado en utilizar tales estrategias en el campo empresarial y económico, cuando se trataba de que los inversores extranjeros se plegaran a sus exigencias -  no por causa de los dirigentes políticos, que ellos no decían nada – afirmaban las dictaduras - sino porque se había lastimado la sensibilidad de los habitantes de esas dictaduras que eran, igual que lo son el resto de los habitantes del planeta, consumidores sobre todo y ante todo. La sensibilidad lastimada de esos habitantes-consumidores implicaba que dejarían de adquirir los productos de dichas empresas, carentes de la empatía necesaria. Las agencias de comunicación existentes en tales dictaduras se convirtieron en “educadoras” de los empresarios que allí llegaban, y o bien les impartían clases exprés, o bien les mostraban cómo resarcir el dolor a esos habitantes-consumidores. Durante las últimas décadas las que han decidido el éxito o el fracaso de un producto han sido las emociones de los consumidores. Lo que siendo una verdad por todos conocidas se encubría es que estas emociones eran dirigidas por determinadas agencias de comunicación, expertas en crear huracanes tanto como en neutralizarlos.

Ese neo romanticismo ha obligado a correr en pos de los sueños por aquello de “haz tus sueños realidad”. Ese slogan ha animado a abandonar la familia, el trabajo, para ir – y eso es lo que le separa de la doctrina cristiana – no detrás de convicciones profundas y espirituales, sino de quimeras y fantasmagorías basadas en espiritualidades cósmicas sin dioses que, al final se han revelado como eufemismos que significaban “ambiciones de dinero y Poder”.

Cada cual tenía que seguir su destino. Es claro que un dios sin ego no puede ser creador.  Ese dios sin ego únicamente puede seguir a alguien o algo. El “algo” se introduce como elemento directriz hasta que se determine quién es el “alguien”. Ese “algo” ha sido la idea de “Destiny”. El modo aberrante y nuevamente inflacionario en el que se estaba utilizando el término “destino”, “Destiny”, me llevó a escribir desesperada un artículo en el que conversaba con Parsifal, después de haberlo visto en sueños. No sé si lo han leído. Da igual. “¿Destino? En un mundo sin Dios ¿dictado por quién?.” - me he preguntado una y otra vez sin recibir por respuesta nada que no fueran vaguedades.

Al final la consabida respuesta: Sigue tu destino, sigue tus instintos, da igual lo que sigas porque no puedes ser creador excepto de contenido, es decir, dentro de una plataforma que ya ha sido creada antes que tu contenido y por tanto tu contenido no es creación sino agregación. “Pero sal de tu zona de confort y sigue, ¡oh tú! ¡dios sin ego!, sigue tu destino, tus sueños, tus instintos porque después de todo ¡oh tú! ¡dios sin ego!: “Sólo se vive una vez.”

¿Es posible encontrar en esto un sentido? A mi me ha resultado imposible.

Aquél era un neo romanticismo nacido del lugar donde nacen todos los romanticismos: en el Reino del No-Ser. Por eso los romanticismos, viejos o nuevos, llevan en sí el componente de la tristeza y de la muerte, tanto como el germen de la revolución, de la insatisfacción, de la protesta, de la cultura decadente que se sabe incapaz de seguir construyendo y ve en la muerte la misma belleza que se ve en una rosa marchita.  No me extraña que en esta época hayan florecido tanto y con tanta fuerza la figura del vampiro. No por tóxico, sino porque representa la muerte en vida a la que tantos románticos y neo románticos se ven abocados cuando corren detrás de fantasmagorías pensando que son sueños y que son, además, sueños colectivos. Al final aparece el verdadero rostro de tanta insensatez: un mundo de zombis con bellos rostros modelados por cirujanos estéticos. ¿Pero quién se preocupa del verdadero rostro cuando hay tanta inflación de “verdaderos rostros” que aunque no sean “verdaderos”, y justamente por no ser “verdaderos”, resultan más divertidos por aquello del morbo?

Realmente, aquel mundo era lo menos ilustrado era lo menos ilustrado y lo menos romántico que se podía concebir. Una neo ilustración que traicionaba a la verdadera ilustración y un neo romanticismo que traicionaba al verdadero romanticismo. Ambos neos empeñados en separar entre civilizaciones sinceras y civilizaciones corruptas. Si esos desesperados europeos hubieran leído los Discursi de Maquiavelo, en vez de concentrarse en su simplón y panfletario “El Príncipe” escrito expresamente para que los Medici le permitieran regresar a la escena pública, esos mismos desesperados europeos habrían sabido que, si hay algo universal en la humanidad, eso, justamente, son las pasiones, - que corrompen -, y la estupidez, - que impide corregir la corrupción. ¡Acabáramos!

Como nada de esto sucedió, la “neo ilustración” pudo ser “neo” pero no, en cambio, “ilustración”. 

Esa neo ilustración fue una ilustración que, debilitada por el sentimiento de culpa que los neo románticos le infligieron, permitió que sus críticos le definieran y aceptó su definición tanto como su defenestración. Fue una ilustración que, al igual que otros muchos inocentes, permitió que la llevaran al cadalso estando libre de culpa. Como también escribí en uno de mis artículos “Contrapunto V”, del Libro de la Semana: la técnica es un instrumento ciego al servicio de cualquiera que lo posea. Es por este motivo por el que en la Filosofía hermética una y otra vez se recuerda que la moral es universal, pero el conocimiento ha de quedar reservado a unos pocos. Es por este motivo, también, por lo que históricamente se ha diferenciado entre iniciado y maestro, y ni siquiera tal división impide que el mal entre en la fortaleza del verdadero saber y abuse de sus posibilidades.

La neo ilustración se ha caracterizado por destrozar la sociedad para en su lugar erigir un sistema. Ha creído ser el defensor de la mujer, cuando en realidad ha sido el que ha creado un nuevo tipo de mujer que ha de trabajar en el sistema hasta convertirse en un simple útero de procreación que pare, pero no educa.  La neo ilustración ha dejado la sabiduría a la intemperie, como las ruinas de esas catedrales en las que únicamente se escucha aullar al viento que clama al cielo por los llantos desconsolados que entre los muros derraman aquellos fantasmas que una vez asistieron a contemplar la piedra filosofal que cada catedral es: materia que alberga el espíritu.

La neo ilustración debilitada y creyendo a sus críticos se ha reducido, en efecto, a ser aquello que sus críticos perseguían que fuera: mero instrumento de sus fiebres de dinero y de poder. Esos críticos sueñan con un salto en la evolución del hombre. Esos mismos críticos afirman que eso es posible porque el hombre es simplemente un animal evolucionado. Pero díganme: ¿qué es un animal altamente evolucionado? Mente, super mente. Muy bien. ¿Pero qué tipo de mente? Tenga o no tenga una conciencia desarrollada, con esa conciencia el animal altamente evolucionado evolucionará igualmente sus instintos animales, - o no será animal. ¿Y qué es un animal con una conciencia altamente evolucionada con instintos animales igualmente altamente evolucionados? Pues eso.

Y si ese animal altamente evolucionado es despojado de sus instintos animales o, al menos, de la mayoría ¿qué será ese animal altamente evolucionado? ¿Cordero con una super conciencia? ¿Super conciencia para qué? ¿Para construir un super corral? Créanme: cuando alguien les hable de la próxima aparición de ese animal altamente evolucionado con una super conciencia despojada de sus instintos animales o, al menos, reducidos al máximo, no piensen en una sociedad-sistema armónica y altamente evolucionada. Mejor pregúntense dónde están los lobos, los tiranosaurios y demás especímenes “encargados” de restablecer el equilibrio del ecosistema. Ustedes serían los alces de Yellowstone. Alces en Yellowstone, en Europa somos simples corderos.

Pero nadie lo ha preguntado y todos los neo ilustrados andan muy ocupados y preocupados por los costes de la técnica, por los territorios desconocidos de la técnica, y qué sé yo. Por el Espíritu nadie pregunta. Algunos quieren restablecer a Dios y a “la palabra de Dios” que es, en realidad, “su" palabra de Dios. 

¿Pero cómo es posible volver a Dios careciendo del Espíritu? ¿Por qué creen ustedes que he estado durante todos estos años buscando el Espíritu dormido en un mundo en el que se confundía “Espíritu verdadero” con los monstruos de Lovecraft?

La neo izquierda traicionó a la izquierda tradicional.

Si la izquierda tradicional no se hubiera dejado arrollar por una izquierda que olía a corrupción todo hubiera recuperado su acostumbrado cauce y las injusticias de los poderosos habrían podido ser denunciadas, al menos eso, por la siempre sedienta de justicia y equidad izquierda, acostumbrada a ser tildada de “revolucionaria” cuando, de costumbre, sólo exige reformas que introduzcan el mérito y no el nepotismo; igual que se llama “celoso” al hermano que es tratado de forma parcial e indebida por los padres y que lo único que pide es que se reconozca su buen hacer y su buen ser.

La nueva izquierda fue engendrada por la corrupción y nació desde la corrupción: corrupción por caviar, boutique de la “beautiful people” y “vive la vida”; corrupción por ese desprecio de la importancia que el conocimiento y la formación poseen para las clases trabajadoras; corrupción por cantar canciones de la guerra civil que despertaron viejas heridas, al tiempo que despreciaban los antiguos valores y virtudes de la izquierda ilustrada y liberal por considerarlas antiguallas dignas de museos. La neo izquierda ha abrazado nuevas ideas, que no ideales. Ni siquiera ideales. El término “ideales” salido de las bocas de la nueva izquierda recordaba al mito de Dédalo y de Ícaro. Como “Icaro”, no como “Dédalo”, se entiende. Si al menos alguno de ellos hubiera reflexionado acerca del sentido del final de este mito. Pero no lo ha hecho ninguno de ellos. Es una neo izquierda perdida en egolatría, en avivar el resentimiento en vez de incentivar el deseo de justicia, equidad, virtud y conocimiento. La neo izquierda se ha enrocado en un “aquí y ahora” que ha terminado por convertirse en un rosario de puntos incomunicados, incomunicables. ¿Comunismo? ¿Qué comunismo? ¡No me hagan reír! ¿Quién de los neo izquierdistas quiere el comunismo cuando ni siquiera han leído la obra de Marx? A lo más a lo que han llegado ha sido a hojear el breve “Manifiesto comunista”. ¿El comunismo de Stalin? ¡Pero si hasta el mismísimo Putin lo dijo: “¡Qué régimen!”, sentenció Putin al principio de los tiempos, cuando sus oyentes eran tan jóvenes como lo era él y todos recordaban que, en regímenes como aquel, como el de Stalin, los bellos jardines del palacio son rociados por el vino, mientras que el pueblo riega los jardines con su sangre.

¿De verdad creen que el comunismo de Marx interesa a la neo izquierda? ¿De verdad creen que el comunismo de Stalin asusta a esa “beautiful people” “caviar people” “savoir vivre” neo izquierda postmoderna para exigir que no vuelva a repetirse, cuando ni siquiera lo recuerdan?

La neo izquierda se unió al neo romanticismo, a la cultura de la protesta y de los colectivismos destructores abandonando a la ilustración que había sido siempre su soporte. La revolución de Voltaire fue ilustrada y de izquierdas, por eso se llevó siempre tan mal con Rousseau, que fingía ser de izquierdas mientras le echaba la culpa de todos los males a los otros, con lo cual no tenía problemas en escribir el “Emilio” al tiempo que en su condición de padre se sumía en los lares del Reino del No-Ser. La revolución de Kant fue ilustrada y por eso gritó aquello de “Sapere Aude”, que era un grito de guerra de izquierdas porque era universal, sin distinción de género ni de raza. Era el grito de asalto de las bibliotecas. La Revolución Francesa, en cambio, era romántica; por romántica ajena al conocimiento y por ajena al conocimiento, ajena a la izquierda. Esto es, seguramente, la que el siempre ilustrado Goethe le reprochó a esa revolución que escondía invasión y muerte a todos aquellos que no se unieran a ellos.

Los movimientos colectivos nunca han sido plato de gusto de los genios.

Es comprensible.

Esta neo izquierda es arrogante e insolente; aspira a detentar el Poder de la técnica, convencida de que tiene la razón a pesar de carecer de los conocimientos. Y es aquí, aquí y no en otro sitio, dónde aparece la guerra entre colectivos de la neo izquierda y los colectivos de la extrema derecha. Derecha sin “neo”. Los colectivos de la derecha no pueden ser neo porque sus prerrogativas son siempre las mismas: el Poder por el Poder mismo porque ellos, dice la extrema derecha, son el Poder y lo son por tiranosaurios. Esa neo izquierda se ha querido batir con la extrema derecha usando sus mismas armas y por eso, lo único que han conseguido, los muy necios ha sido – además de despertar al nunca absolutamente dormido dragón de la extrema derecha – conseguir que cualquier distinción entre “extrema izquierda/extrema derecha” sea baladí y absurda. Los dos bandos quieren lo mismo y para ello utilizan los mismos argumentos, las mismas estrategias, la misma táctica.

Intenté, intenté explicarlo cuando hablé una y otra vez de Heráclito y de que el mismo Logos es, en efecto, el mismo arriba que abajo porque el Logos es siempre el mismo; pero la dirección, en cambio no.

Cuando Heráclito el mago hubo apagado la luz de su faro apelé a las aporías de Zenón.

 Intenté que se comprendiera que a Zenón no se le vence con la teoría matemática del cálculo infinitesimal sino son la teoría de las dos naturalezas de Jesús. El Ser sólo puede vencer al No-Ser aceptando que el Ser, igual que Jesús, posee dos naturalezas inmutables, indivisibles, imposible de ser unidas: la naturaleza divina y la humana. Es justamente esto lo que permite que el Ser pueda sobrevivir al Reino del No-Ser que es la consecuencia lógica del pensamiento de Zenón, nos guste o no.

Compréndanme: el pensamiento de Jesús procede del pensamiento de los esenios y éste, a su vez, está imbuido de pensamiento helénico y, por fuerza, de la sabiduría del antiguo Egipto, que es la que habla de las dos naturalezas del hombre: el Ba y el Ka. Por fuerza es necesario que supieran de la existencia y de las características de las dos naturalezas: la divina, como perteneciente al cosmos, y la humana, entendida como individualidad, (al tiempo que comprendían la unidad de las dos naturalezas del ser humano: cuerpo/alma). En este tipo de filosofía las virtudes al hombre son lo mismo que la técnica a la razón. Ambas son instrumentos. Depende del espíritu que las guíe así ayudan a ascender o a descender. ¿De qué sirve una virtud sin espíritu? – es la pregunta constante de Jesús; de ahí su rebeldía a respetar el sábado, y su desprecio a esos hipócritas que fingen bondad cuando por detrás, cuando nadie les ve, y sin levantar la voz, destrozan a todo su alrededor. Jesús es el hombre/dios que grita, pero no en el desierto, sino en el ágora y en el templo.

En mi vida he visto una izquierda menos revolucionaria, menos idealista, menos inteligente, que esta neo izquierda que se comporta como un niño glotón y caprichoso que quiere todo y lo quiere ya sin atender a razones. ¿Qué ideología? ¿Qué ideales? Esta neo izquierda fue engendrada por la extrema derecha, justo para que pasara lo que pasó: que sus peticiones fueran tan descabelladas, tan irracionales, tan absurdas y, sobre todo, tan perniciosas para la sociedad, que la extrema derecha pudiera hacer su “mise-en-scène” como aquella salvadora que ha de activar una legión de leucocitos para preservar el orden, la seguridad y qué sé yo qué más.

¿Por qué es perniciosa esta neo izquierda engendrada por esa extrema derecha que predica el orden eterno e inmutable, o sea, el suyo? Imaginen ustedes una sociedad en la que la izquierda lejos de exigir más conocimientos, pide aprobado general para los escolares y en vez de pedir más tarea y tarea de calidad, exige su desaparición; en el que la izquierda, lejos de interesarse por la formación intelectual y profesional de las clases más necesitadas, se preocupan por la construcción de parques de ocio y recreación, al estilo de la isla de los asnos de Pinocho. Una izquierda en la que los líderes, ellos mismos académicos, abren tabernas, olvidando obras de teatro como la de “Herr Puntila und sein Knecht Matti” en la que un Brecht, el mismo Brecht que en su juventud había escrito Baal, ya había recapacitado y comprendido que sólo los medios hombres necesitaban del alcohol y situaba aquí el antagonismo entre el burgués, que precisaba de su consumo, del trabajador, que justo por no beber demostraba que era un hombre entero.

En fin..

La neo mujer traicionó a la mujer.

Grité que la ilustración se había traicionado a sí misma; proclamé que la izquierda se había traicionado a sí misma y me revolví contra la traición de la mujer a sí misma. De tal manera que yo, que había leído a Virginia Woolf y había estado de acuerdo con ella en el hecho de que una mujer que gana su propio dinero es una mujer que ha ganado la independencia económica y, con ello, también su libertad. Es verdad que las mujeres han debido superar más escollos que los hombres entre otras cosas porque a la reivindicación del justo salario que, todo sea dicho, comparte con los hombres, la mujer ha debido añadir la petición de la igualdad de salarios sin distinción de género de sexo. En cualquier caso, aceptemos igualmente que ganar dinero para sobrevivir es necesario poco importa que se sea hombre que mujer. Lo importante es que existan leyes que permitan que la mujer pueda dedicarse a los negocios, y no sólo a servir a los señores y señoras de este mundo, el anterior, y el siguiente, amén de la posibilidad de acceder a los conocimientos y estudios necesarios para desarrollarse como persona. Junto a esta demanda, nace una tercera cuestión que dirimir: la de permitir que la mujer viva sola, viva como quiera y con quien le dé la gana.

Estos puntos, y no otra cosa, es por lo que la Ilustración, la izquierda tradicional y la mujer han estado luchando como fieras desde que el mundo es mundo, cada vez que las condiciones han permitido la lucha; y cuando no la han permitido, entonces la ilustración, la izquierda tradicional y la mujer han debido de idear nuevas estratagemas. Las famosas “estratagemas de la mujer”, que en absoluto pertenecen únicamente a la mujer.  Es cierto que si la mujer quiere sobrevivir ha de introducir la lucha psicológica, manipulación, difamación y similares y es cierto que tales argucias son propias de magas y hechiceras, pero no sólo de magas y de hechiceras. También los brujos, aspirantes al trono varios, y diversos tipos de sátiros son duchos en tales artimañas.

Es verdad que en muchos casos esa deformada fuerza mental de la mujer a causa del esfuerzo y de las energías que la supervivencia consume, ha sido utilizada para conquistar a un fuerte varón, que fortalezca su estirpe, - la femenina, se entiende. Pero ustedes quedarían sorprendidos si supieran cuántas mujeres a lo largo de la Historia han utilizado, igualmente, esa fuerza mental deformada para llegar al conocimiento a base de convertirse en profetisas, sacerdotisas, estudiosas de los libros sagrado - porque todo conocimiento es sagrado -, al tiempo que se hacían con la información necesaria para vaticinar subidas y bajadas de los ilustres, ambiciosos y peligrosos hombres que las rodeaban.  Todas esas mujeres han construido y destruido imperios a la sombra de esos hombres sin que se recuerden sus nombres más que de forma muy somera.

¿Las brujas? ¡Venga ya! Lo más parecido a una bruja en la Antigüedad era una pitonisa o pitia. Según Wikipedia, lo primero que se exigía a la pitia es lo único que se exigía en aquella época a una mujer y esto no eran precisamente conocimientos sino virginidad. Como suele suceder una de ellas fue raptada y violada por un ciudadano de Tesalia. Ello determinó que ninguna Pitia pudiera ser menor de cincuenta años, aunque con la obligación de seguir vistiendo como una doncella. Eso dice la Wikipedia española en la página dedicada al “Oráculo de Delfos”. Aquí debo hacer un inciso para aclarar un par de asuntos. Como les expliqué no hace mucho, los cincuenta años es la edad en la que una mujer ha descubierto si es, o no es, bruja. Por otra parte, las brujas justamente por el papel que les está encomendado hacer - el de soportar las energías negativas de sus congéneres- están provistas de cuerpos y mentes lo suficientemente fuertes para soportar cualquier tipo de presión: gases, soledad, cavernas y catervas. Ustedes ya me entienden.

Hete aquí, sin embargo, que a la traición de la Ilustración y de la izquierda tradicionales se unió la traición de la mujer hacia sí misma. Publiqué mi comentario a “Las cartas persas”, de Montesquieu. En mi más honesta opinión el camino por el que la neo mujer estaba caminando no era el de la libertad, sino el de una absoluta falta de respeto a sí mismo camuflada bajo libertinaje sexual, que dista mucho de ser sinónimo de libertad sexual. En definitiva: la mujer estaba yendo por el mismo el carril por el que deambulaban los “medio hombres”, de Brecht. Clamé que mi apelación a la virtud era mi grito de guerra para mantener nuestra dignidad. Yo, más que nadie, me oponía a volver al harén o al convento, o a caer presa de la tutela de padres, hermanos y maridos – tras los cuales se esconden muchas veces diversas especies de mujeres como madres narcisistas, suegras frustradas, cuñadas envidiosas y yo qué sé qué más, que son las que ejercen su Poder en la sombra. Y ¡qué Poder! y ¡qué sombras sombrías!, cabría exclamar. Mi impresión es que se alcanzaban niveles en los que el concepto “mujer” estaba asesinado al de “persona” entre otras cosas porque esa neo mujer estaba restringiendo el significado del término “mujer” a la de ser un objeto sexualizado que durante una determinada fase de la vida, la de la juventud, únicamente había de prestar atención a su ombligo y a su bolsillo. La “chica famosa” desbancó a la “buena chica”. La “chica influencer” a la “chica estudiosa”.  Y todo esto al tiempo que se invitaba a las chicas a cursar estudios de ciencias, en vez de dedicarse a las acostumbradas humanidades que no tenían ni presente ni futuro. A esa joven neo mujer, por neo y por joven inexperta, se le pretendía dar el Poder para que lo detentara sin los necesarios conocimientos humanos para ejercerlo, pero lo suficientemente preparada para el sistema dirigido a derrocar la existencia de la sociedad.

Traición de las abuelas a su obligación de sostenimiento a las hijas casadas y con niños pequeños .

“Yo ya he criado a mis hijos, ahora te toca a ti” – iban diciendo esas neo abuelas. Como si la generación de esas neo abuelas que con tanta arrogancia vacía osaban hablar no hubiera usado y abusado de la ayuda de sus mayores a los que no habían dudado en cobrarles su pensión o, en su defecto, ingresarlos en la consabida residencia para viejos yéndoles a visitar, como mucho, una vez a la semana: los Domingos.

Aplausos.

Las neo abuelas no querían ser abuelas. Las neo abuelas no tenían ningún problema en ayudar a las vecinas en el cuidado de sus hijos si eso les daba relevancia social, pero tenían la impresión de que cuidar a sus propios nietos las avejentaba y ellas querían ser “for ever young”. Hasta ese momento la manera más eficiente de conseguirlo había consistido en mantener a sus hijos en la adolescencia el máximo tiempo posible. Hete aquí, sin embargo, que sus hijas las convertían en abuelas sin las neo abuelas querer desearlo. Hete aquí que sus hijas trabajaban, pero ellas no querían ayudar a sus hijas porque eso las hubiera convertido en sirvientas de sus propias hijas, lo cual era algo tan trivial que no era aplaudido por nadie. Los viajes que el Inserso ofrecía eran mucho más divertidos.

Este deseo fue reforzado por las nuevas tendencias psico-pedagógicas de las revistas especializadas que despojaron a la generación de las neo abuelas de la tarea que les correspondía: la de conceder el correspondiente relevo con la carga de conocimientos acumulados por su propia experiencia - igual que entrega el maestro las enseñanzas de su estudio y experiencia a sus alumnos - a las generaciones siguientes.

Todavía recuerdo aquella época en la que los artículos de revistas de gran repercusión social propugnaban no hacer caso a las abuelas en lo referente al cuidado de los infantes. ¿A quién entonces?  Cualquiera reconoce la autoridad de la pediatra. Lo que resulta inapropiado es seguir determinadas líneas neo psicológicas que, sin atender al carácter del bebé están adoctrinando a los padres a cómo ha de educarlo desde la cuna, en temas tan privados como es el sueño y el lugar. Los neo psicólogos propugnaban una habitación para el nuevo recién nacido y dejarlo llorar hasta que se durmiera. Entre nosotros ¿Alguien quiere decirme por qué un recién nacido necesita una habitación para él solo cuando a) muchos bebés prefieren dormir cerca de sus padres porque su respiración les tranquiliza y b) somos animales mamíferos y como animales mamíferos que somos, necesitamos el calor de nuestros padres? ¿Quiere alguien explicarme por qué hay que dejar llorar a un bebé hasta que se duerma cuando lo que necesita es el calor de su madre?

Lejos de sentirse relegados, las neo abuelas saltaban de alegría, mientras las madres primerizas sufrían desconsoladas ante la falta de conocimientos como Gretchen en el bosque sujetando con sus brazos a una nueva criaturita mientras se sienta en una pila de revistas expertas en neo -maternidad caracterizada por: dar pecho al recién nacido a demanda al tiempo que se le obliga a dormir en una habitación distinta de los padres dejando que llore hasta que se duerma. ¡Dios!

La recompensa que recibió la generación de esas jóvenes neo abuelas destinada a paliar la tropelía que suponía invalidar la transmisión de sus conocimientos,– cuando se encontraban en los albores de los cincuenta años y  sabían de la vida, mientras sus hijas, que se encontraban en la treintena, sólo sabían de libros y Peter pan (s)-  consistió en concederles un Poder que, lejos de descansar en su buen hacer, recurría al apoyo de acciones tan legendarias como falsas, según la cual esas neo abuelitas y neo abuelitos merecían la absoluta atención por haber sido ellos los que construyeron una España basada en la resistencia al franquismo y la preparación para la democracia. Interesante percepción. Fue de este modo como las neo abuelitas y los neo abuelitos, se convirtieron en espejos reflejos de las monarquías parlamentarias de Europa: los neo abuelos y neo abuelas reinaban, pero no gobernaban. Los neo abuelos y neo abuelas podían presentarse y mostrarse como quisieran. El aparecer era más importante que el ser porque el aparecer era, nuevamente, la revelación del verdadero rostro, oculto hasta ese momento. No el “ser” era la verdad sino el “aparecer”.

Casualidad de casualidades, ironía de ironía, lo que se dijera de ellos era fundamental en la neo historia. Pero, y he aquí lo divertido, eso es lo que había sido fundamental a lo largo de la historia. Lo que alguien pareciera eso era lo que se era. De ahí la fuerza de la difamación. ¿Algo nuevo bajo el sol? ¿Digo nuevamente aquello de ¡Zenón! ¡Zenón!?

Así pues, las neo abuelas y los neo abuelos se dedicaron a hacer lo que les placía, sin ningún deber de responsabilidad porque la responsabilidad quedaba oculta por la fachada y la fachada era cubierta por grandes, inmensos carteles publicitarios, que es lo único que el ojo captaba y por tanto, lo único existente, que justificaba cualquiera de sus incomprensibles actos apoyándose en su pasado glorioso que había requerido de grandes sufrimientos e innumerables esfuerzos. La neo arqueología fantástica alcanzó a la generación nacida en España en los 30 y 40 que, por edad no habían participado en la guerra, y que disfrutaron de pleno empleo en la sociedad franquista en la que los intentos revolucionarios fueron pocos y dispersos, entre otras cosas porque casas donde viven ocho, diez y doce criaturas no admiten muchos planes de atentar contra los gobiernos.

En eso quedaron convertidos los neo abuelitos y las neo abuelitas de España. En eso han quedado, también, las monarquías europeas. En vez de mostrar su capacidad para sobrevivir a las intrigas y guerras internas tanto como a los embates del exterior, las casas reales, igual que las neo abuelitas, han limitado y restringido su capacidad de lucha al ámbito familiar y a los líos de faldas de los unos y a los de pantalones, de las otras. ¡Por Dios! Mejor hubiera sido que pensaran que fueron rencillas en el seno de la familia de reyes godos lo que les permitió a los musulmanes la invasión de la Península. Más inteligente sería que hubieran comprendido que ni los líos de Luis XIV con Madame Pompidou le asignaron el calificativo de Rey Sol ni María Antonieta causó la decapitación de Luis XVI. Tampoco hay que atribuir a las amantes de los reyes españoles la autoría de su expulsión de España. Es la responsabilidad o la falta de ella ante su cargo lo que a los reyes les concede el esplendor o la tumba. Luis XIV dilapidó grandes sumas de dinero en guerras y en Versalles – Si las deudas de semejante despilfarro determinaron que un par de generaciones más tarde sus herederos perdieran sus cabezas en la guillotina -, las mejoras que introdujo en la infraestructura y la iluminación de París, - salvaron la suya.

La neo mujer no sabe cómo ejercer el Poder que tiene, porque las neo abuelas-reinas lo han detentado contra ellas, contra sus propias hijas, de manera tiránica, absolutista y vacío de contenido. Lo único que han entregado esas neo abuelas a las generaciones siguientes ha sido el consabido de: “porque yo lo mando y lo mando porque es mi real gana y mi real gana no tiene que dar cuenta de nada a nadie. Y si alguien no sigue mi real gana se le expulsa del reino, se le condena al destierro y a perder su nombre, su fama y su herencia.” El tema de la herencia especialmente ha sido un motivo de amenaza constante a aquellas hijas e hijos que no se avenían a sus órdenes, deseos, caprichos y ocurrencias.

A aquellas neo abuelas no les tembló ni la mano ni el corazón a la hora de difamar a sus hijas e incluso a sus yernos obsesionadas como estaban con el deseo de poder que los medios de comunicación refrendaban como justo. Deseo de poder, no obstante, que camuflaba un oscuro sentimiento: el de la irrefrenable envidia que sentían por la juventud, por los éxitos y sociales, por esa independencia económica de la que gozaban sus hijas y que les permitía rescindir del marido del que ellas habían tenido que depender. ¡Pobre de aquella hija que decidiera quedarse en casa a cuidar de sus retoños al modo tradicional quedándose en casa! Las neo abuelas veían con horror cómo su brillo social menguaba por lo que la hija era desprovista de ayuda tanto como descendía de rango en el grupo social que es la familia.

Las neo abuelas convertidas en reinas con Poder que reinan sin gobernar. O sea, sin responsabilidad, aprendieron a valerse de la prensa y de los medios de comunicación y de las apariencias, de eso que los alemanes denominan “Scheinheiligkeit”, para asegurar el Poder. ¿La responsabilidad del gobierno? ¡Oh! “Somos generosos”, decían con voces inocentes, “No queremos nada para nosotros. Eso lo dejamos para las nuevas generaciones.” – decían.

Con el paso del tiempo han comprendido que el Poder sin gobierno debilita y les deja atrás a medida que la generación de sus hijos e hijas construyen su propio patrimonio. Unos están convencidos de que lo han conseguido con su ayuda y reclaman su parte; otros claman por la soledad en el que han quedado y claman atención que, en el caso de esos neo abuelos significa, servidumbre. Lo cual, no cabe duda, es hábilmente explotado por muchos medios de comunicación.

¿Los grandes perdedores? Las buenas y buenos abuelos que se desviven por sus hijos y nietos y los apoyan en cada momento y en cada situación frente a los asaltos que sufren desde el exterior. Estos abuelos y abuelas son criticados por servir a su familia, por considerar que están perdiendo su vida.

 La traición de la mujer adulta a su papel de constructora de sociedades

La mujer reclamaba estudiar. Su reclamación era y es justa.

La mujer reclamaba trabajar. Su reclamación era y es justa.

La mujer reclamaba participar en la vida empresarial, de las finanzas y de los negocios.

Su reclamación era y es justa.

La mujer reclamaba vivir cómo quisiera, sin depender del consentimiento de padres, ni de hermanos, ni de la sociedad.

Su reclamación era y es justa.

¿Dónde está pues, en mi opinión, la grave traición de la mujer a sí misma?

Zenón, Zenón. En renunciar a la posibilidad de elegir, en aceptar el discurso del sistema. En dejarse explotar por ese sistema y todo ello como siempre: por mimetismo.

La división entre mujer trabajadora y mujer ama de casa, en donde la mujer trabajadora es la mujer libre y organizada que incluso puede jactarse de ser “mala madre” sin perder la sonrisa y sin, por supuesto, sentirse culpable mientras que se afirma que la mujer ama de casa es una mujer vaga, que vive de su marido, que utiliza a sus hijos para poder seguir siendo un parásito me parece una narrativa destructiva que hace imposible que las mujeres puedan apoyarse realmente.

La primera traición de la mujer a sí misma ha sido justamente la de aceptar como cierta esta división y esta narrativa. La segunda ha consistido en la de consentir sin rechistar el dictado de los que quieren introducirla en un sistema, impedir que críe a su hijo porque para eso están las guarderías, los colegios con interminables actividades extraescolares, la conciliación con padres que son doblemente rivales: por hombres y por necesidades parecidas que resolver. ¿División de roles? Eso es una castración para la mujer y para el hombre, asegura el sistema y la mujer recoge esta declaración con aplausos

Así que las relaciones de hombre y mujer se establecen bajo la siguiente premisa: “lo tuyo es tuyo y lo mío es mío” y así cuando nos separamos – porque estadísticamente está escrito que nos vamos a separar -no hay problemas- ¿Y lo nuestro? ¿Lo nuestro? ¿Te refieres a los niños? Bueno: a partes iguales, o sea: custodia compartida, así el hombre tiene todavía que pagar menos a las mujeres que, Zenón, Zenón, hoy como ayer, son malas pécoras que quieren desplumar a los hombres e impedir su felicidad con una segunda, tercera o cuarta familia. Familias a la que el neo hombre ama, porque él tiene un gran corazón, siempre y cuando el amor sea gratis y sin responsabilidades.

Aun en el caso en que las mujeres permanezcan casadas, las mujeres son conscientes, o deberían serlo, de que van a tener que enfrentarse a una doble jornada – la laboral y la del hogar- así como a la espada de Damocles que es la separación – puesto que en caso de que esto se produzca una mujer con hijos suele tener menos posibilidades para encontrar pareja además de correr un mayor riesgo de pobreza.

Y Si: La espada de Damocles de la separación también se balancea amenazadora sobre los matrimonios de las mujeres que trabajan. Y sí, también en los mismos términos que hemos enumerado: dificultades para encontrar una nueva pareja y un aumento de las carencias económicas.

¿Creen ustedes que únicamente las mujeres que no trabajan fuera de casa, que únicamente las mujeres que no son asalariadas de empresas o asalariadas de sus clientes, están obligadas a hacer cuentas y cábalas para mantener el matrimonio y remar en la corriente en medio de la tormenta?

 ¡Ja!

¡Estos adalides del sistema que están convencidos de que el ser humano sólo tiene una naturaleza – la animal - olvidan una y otra vez la verdadera función de la mujer animal mamífero dentro de su especie humana! La mujer no es pécora ni intrigante. Algunas seguro. ¡Pero por personas, no por mujer! ¡Hombres de Dios recapaciten! Algunas mujeres son malvadas, ambiciosas e interesadas; ¡pero no todas! ¡Algo así lo sabía incluso Dumas cuando escribió “Los tres mosqueteros”! La mujer animal mamífero cumple dentro de su especie, la humana, la función de cuidadora de eso que los romanos denominaban “la llama del lar”. Y cumple esa función gane o no gane dinero a cuenta ajena o a cuenta propia. ¡Acabáramos!

Por eso las mujeres, todas esas mujeres que son conscientes de su verdadera misión que consiste en cuidar del “lar” saben que cuatro manos pueden más, igual que saben que dos sueldos son más que uno y luchan para que esos dos sueldos sigan siendo dos sueldos en vez de un sueldo más pensión alimenticia con la que apenas se puede abastecer la nevera.

 Y eso lo sabe la mujer por instinto animal – o por lo que esos adalides del sistema prefieran.

¿Creen ustedes que los aprendices de mecánico del sistema ignoran la realidad? Aunque ellos lo ignoren, créanme que las madres – asalariadas o no – lo tienen presente y bien presente cada día. Cada madre que tiene conciencia de su misión hace cuentas una y otra vez cada día: cuánto cuesta la guardería, los profesores de apoyo, la asistenta del hogar, las clases extraescolares, y las madres deciden que es más barato para el “lar” quedarse en casa y atender bien y adecuadamente a sus hijos, en vez de dejarlos en manos de trabajadores que están hartos de cuidar día tras días de niños extraños y de dar explicaciones a madres exhaustas que les exigen tareas que trascienden las cláusulas que se recogen en su contrato laboral.

Por eso, casada o no casada, la mujer intenta mantener el matrimonio siempre. ¿Por dinero? ¡También, claro, también! ¡Hombre, si hasta la construcción de catedrales requiere de piedras, es lógico que las mujeres sepan que además del requisito del espíritu que su amor proporciona al “lar” es preciso disponer de suficiente pecunia! Trabaje o no trabaje para el sistema, una mujer casada con hijos sabe que hay que pagar una hipoteca, colegios, clases extraescolares, clases de apoyo, ropa, comida sana, libros, vacaciones y qué sé yo cuántas cosas más cuesta hoy en día la vida. Sumen ustedes: dos sueldos es más que uno, que es en lo que se quedan las entradas económicas de esa mujer que trabaja en el sistema en cuanto su marido la deja plantada por “el verdadero amor de su vida”.

Pero aceptemos igualmente que la mujer casada con hijos, trabaje para el sistema o no, jamás se queda con su cónyuge únicamente por su dinero, del mismo modo que tampoco el trabajador realiza su trabajo sólo por el dinero que le reporta. Se lo dijo Marilyn Monroe a “su suegro” en una de las películas: “Cómo casarse con un millonario”.  Cuando su suegro le increpó que se casaba con su hijo por su dinero, ella – sin mover una pestana – replicó: “Y él porque soy bella”. Pues eso. Igual que en el caso del trabajador, la función que cumple en el sistema y en su casa ha de entrañar un cierto espíritu capaz de hacer frente a los obstáculos y a las insatisfacciones que conlleva el no siempre ver recompensado sus esfuerzos, la mujer actúa por el Espíritu que radica en la base de toda construcción de cualquier catedral que se precie.

 Es el amor que nace en la juventud y desafía a todos los obstáculos, incluido el pecuniario, porque pocos jóvenes padres hay que naden en la abundancia. Es el amor que suena construir y lucha por construir renunciando a todo tipo de superfluidades. Ese es el amor que sostiene a los primeros matrimonios. ¿A todos? A la mayoría. Decía Conrad en “La línea de sombra” que los jóvenes abandonan sus trabajos y las mujeres se casan. Seguramente no se equivoca. Pero los hombres abandonan sus trabajos para lanzarse a la aventura y las mujeres se casan, lo cual es otra aventura, porque sus jóvenes corazones están plenos de espíritu constructor y sus jóvenes cuerpos repletos de fuerza. En otro caso sería imposible. 

Y en esa construcción las mujeres ponderan siempre, absolutamente siempre, qué es mejor: trabajar fuera de casa y traer el dinero para ayudar al sostenimiento de la familia o quedarse en casa y atender a los hijos. Las mujeres tienen que reflexionar seriamente sobre esta cuestión en consideración a las posibilidades de supervivencia del grupo si permanece en casa, y en consideración, igualmente, a las posibilidades de desarrollo de sus hijos, si sale fuera.

Seamos claras las mujeres tradicionalmente consideradas “malas madres” no han sido llamadas “malas madres” por irse a trabajar cuando lo necesitaban para sobrevivir ellas y su prole; esas madres eran llamadas “madres loba”, “madres leona”.

“Malas madres” han sido llamadas aquellas que utilizan el trabajo como excusa para conocer a nuevas amistades con las que poder olvidar su condición de madre, para comprar nuevas ropas con la excusa de que trabajan fuera; en definitiva: para consumir más.  La condición de ser madre en lugares como la Alemania que yo conocí, no se reducía a preparar la comida y a darles besitos a la hora de dormir. De lo que se trataba era de educar a sus infantes en el más amplio sentido de la palabra. Eran ellas quienes les enseñaban a leer, a escribir; ellas eran las encargadas de atender a sus tareas escolares. Lo pregunto siempre ¿realmente creen esa historia de que Haendel aprendió a leer partituras de música él sólo en el desván de su casa, sin que su padre -poco dado a musicalidades- se enterara? En el desván, seguro. Sólo, jamás. Tras él y junto él había una madre dedicada en secreto a proporcionarle todos los conocimientos necesarios para que Haendel fuera Haendel, igual que Kant llegó a ser Kant. Las madres alemanas han sido igualmente, las que han sembrado la idea del “natur Genie”, del genio absoluto, que a tantas generaciones ha acompañado a fin de ocultar el apoyo a la educación de sus hijos. ¿La razón de este soterramiento? La de siempre: la envidia hubiera invertido su dedicación como madres, convirtiéndolas en tiranas de sus hijos; no en dadoras de conocimiento sino en impedidoras de juegos. Por tanto, era mejor mantenerlo en oculto y conceder el triunfo a sus hijos directamente. Eso explica que en los colegios alemanes se impartieran tradicionalmente tan pocas horas, por eso el recién llegado de Francia, con su maestro republicano, se admiraba de encontrar en Alemania maestros carentes de cualquier capacidad para la pedagogía. ¿Para qué tenían que desarrollarlas? La mayoría de los niños estaban divididos desde el principio en dos clases: los que tenían madres apoyándoles en el colegio, y las que no.

Pero el sistema prefiere obviar estas cuestiones porque al sistema le interesa funcionar y ser rentable. Rentable significa no sólo generar beneficios, sino disponer, además, de una gran mano de obra porque si la demanda de trabajo supera a la oferta de puestos de trabajo el sistema puede exigir más a los trabajadores y remunerarles menos. Por eso al sistema le interesa decir que las mujeres que trabajan fuera de casa son mujeres libres que no necesitan a los hombres y que, por este motivo, pueden proteger su dignidad y así, en cuanto su marido las engañe con otra mujer, divorcio habemus. Todos los grupos de mujeres lo repiten como si de un mantra-letanía se tratara sin atreverse a profundizar en más. Y las mujeres aceptan esta narrativa por los mismos motivos por los que han aceptado las narrativas contrarias que les impiden estudiar, trabajar y las obligan a casarse y a tener hijos: por mimetismo.  

En realidad, si hemos de ser absolutamente honestas, las únicas mujeres que se pueden permitir poner punto y final a hombres enamoradizos son las que no tienen más responsabilidad que la de cuidar de ellas mismas. Esas son las mujeres que han comprendido que en para ascender en el sistema lo más cómodo es no tener hijos, pero conservar la belleza el máximo tiempo a fin de acaparar el máximo Poder.

No lo critico. Me parece razonable y legítimo.

El problema es que esas mujeres libres, verdaderamente libres, que ganan sus sueldos para ellas, que no tienen dolores de cabeza con las conciliaciones, ni dolor de estómago con el tema de los líos de faldas, de separaciones, etc, no tienen hijos, no paren, no engendran nuevos trabajadores. Ello supone un gran engorro al sistema. El sistema desea que las mujeres conciban. Da igual a qué edad. Eso lo deciden ellas, el sistema es comprensivo. Dice el sistema. Pero el sistema necesita de nuevos trabajadores. Por tanto, si la mujer tiene que tener hijos a los cuarenta, que los tenga. Incluso a los cincuenta si es necesario. La técnica se ocupa del tema. Con o sin pareja, es indiferente. A una determinada edad el trabajador ya ha llegado al final de su carrera y una mujer puede permitirse tener un hijo ella sola.

En un sistema así, las madres son madres a los cuarenta, madres por reproducción asistida, madres por encargo, se encargan niños de diseño, se crean guarderías a la carta. Las madres jóvenes lo tienen peor: o tienen madres que las apoyen como abuelas, o pierden cualquier oportunidad de ascender en el sistema. “Más vale calidad que cantidad”, repite el sistema. Antes del nacimiento de las redes sociales, la calidad se concentraba en un beso de buenas noches; tras su aparición la calidad quedaba plasmada en una foto de mater dolorosa combinadas con escenas del paraíso terrenal. ¿Quién dijo que habíamos sido expulsados de él? Gracias a las redes tecnológicas, el neo hombre y la neo mujer han descubierto el Santo Grial, han reencontrado el perdido Paraíso y han dejados plasmados para la eternidad “los mundos” que “sus mentes” han creado con ayuda de la técnica.

¿Les parezco cínica?

¿En serio?

Lo que a mí me parece sumamente cínico es la sentencia que dictamina que las mujeres que dejan el trabajo y se dedican a las consabidas tareas del hogar libremente en atención a sus personales convicciones y circunstancias son parásitos del sistema, convirtiéndolas, consiguientemente, en los nuevos parias. Esas mujeres que han elegidos libre y responsablemente quedarse en casa lejos de ser vistas como personas que ejercen su libertad con absoluta responsabilidad son constantemente señaladas por los poderes sombríos salidos a la palestra como “jarrones”. “mantenidas” e inútiles, con independencia de las horas y el esfuerzo que dediquen al hogar y a los hijos. En tiempos de igualación, en tiempos de feminismo, en tiempos de solidaridad entre las mujeres, del grito de guerra: las mujeres ayudan a las mujeres, resulta que las mujeres que trabajan en el hogar a tiempo completo son tildadas por el sistema, por los medios de comunicación, por todos, como vagas inútiles en comparación con las mujeres que además de trabajar fuera de su casa y de ganar dinero, se ocupan de las tareas del hogar.  Y ningún grupo de mujeres, excepto los grupos del orden eterno e inmutable, al que, francamente, ninguna mujer en su sano juicio desea pertenecer porque lo que la mujer en su sano juicio reclama es la posibilidad de elegir lo que le dé la real gana, que es real por ser suya, se atreve a apoyarlas.

 Se intentó y se intenta sobreseer, pero lo cierto es que algo falla.

Lo que falla y lo que una y otra vez se pretende obviar o remediar a base de soluciones que introducen más problemas de los que salvan es la de la imposibilidad de la mujer de compaginar el trabajo externo e interno. Con lo cual o se hace todo mal, o hay que recurrir a la ayuda de afuera o, sencillamente no se hace.

Zenón, Zenón, seguimos en las mismas.

 La ayuda de afuera ha venido tradicionalmente de mano de las abuelas, pero -como ya hemos visto- las neo abuelas se han dedicado estas últimas décadas a vivir la vida: su vida. Ello genera, no cabe duda, grandes beneficios al sistema.

Otra posibilidad eran las empleadas del hogar, pero éstas exigen un justo salario que únicamente puede costear un determinado sector de mujeres – esas que desde los puestos mejor retribuidos predican la igualdad, de la libertad y de la fraternidad entre mujeres. Las otras asalariadas pueden cantar canciones revolucionarias, pero no pagar la ayuda que necesitan.

Una solución fue vislumbró en el horizonte por el sistema: la conciliación. Conciliación con el trabajo y hogar, con el hogar y vida social, con la vida social y el deporte, con el deporte y el conocimiento, con el conocimiento y los viajes, con los viajes y los niños, al tiempo que se hace guerra de sexos, primero y de géneros, después.

La mujer volvió a traicionarse aceptando la solución de la conciliación, sin comprender que la conciliación era un nuevo slogan que la invitaba a generar más beneficio al sistema. En efecto: unida a la idea de la conciliación se encontraba la narrativa de que de que la mujer que trabaja fuera y gana su propio dinero es, además de “libre”, un diamante en sí mismo, aunque en realidad se trate de un diamante clonado de otros suficientes diamantes. Con lo cual la conciliación, le decía el sistema, le permitía desarrollarse en todas las facetas habidas y por haber.

¡Imaginen ustedes las posibilidades!

¡Imaginen ustedes sobre todo las posibilidades de consumo!

“Creen mundos con su mente… ¡y consuman!”

Que esa neo mujer trabaje, gane su propio dinero y renuncie a la compensación económica por haber soportado al “enemigo en casa”, en el que los medios y determinadas narrativas han convertido a su esposo y compañero de vida, la convierte en diamante. Sin embargo, esto no es suficiente.  El sistema, una vez conseguido que la mujer se haya rendido al requisito de estar dentro del sistema para ser una mujer plenamente desarrollada ha dictaminado que la mujer aun siendo un diamante, se trata, no obstante, de un diamante en bruto. Por consiguiente, hay que pulirlo. Pulirlo para satisfacción del sistema – se entiende.

Se ha hecho preciso, pues, pulir el diamante-mujer en bruto hasta convertirlo en una joya a base de obligarla a practicar deportes, conservar su figura estilizada y un rostro carente de arrugas a base de bótox, vitaminas y operaciones estéticas varias que han generado y generan pingües beneficios para el sistema. A esto se ha añadido, además, el deber de ser socialmente activa hasta situarse en figura de referencia para sus congéneres; se le ha instado y se le insta a dedicar tiempo e interés hacia la moda, lo cual, se dice, es signo ineludible de su curiosidad por el mundo en tanto que moda, se dice, es cultura; igual que se ha elevado a las cimas de la formación cultural el conocer los mejores restaurantes y vinotecas.

Lo más importante: la mujer ha de llevar a cabo todas estas actividades sin perder ni su sonrisa ni su libido. Al contrario: incentivándolo en cualquier parte con cualquiera, porque todo ello genera grandes beneficios al sistema, se entiende.

El resultado es que esa neo mujer denominada “libre” y “joya” es trabajadora y consumidora al mismo tiempo. Igual que lo son los hombres.

A eso es a lo que el sistema denomina igualdad. 

Además de ser consumidora, a partir a finales de la década de los ochenta, la mujer se plegó a convertirse en objeto de consumo por parte de los hombres.

A fin de superar el “nada nuevo bajo el sol” se introdujo la variable según la cual la mujer quería ser consumida porque ser consumida era señal de ser famosa y conocida. Todos los anuncios de ese tiempo dirigidos a convertir a la mujer en devoradora de hombres obedecían, en realidad, a campañas de marketing al servicio de un determinado sistema que definían qué era una neo mujer al tiempo que satisfacían los sueños de muchos hombres consistentes en imaginar que las mujeres pensaban todo el día en lo mismo que esos hombres pensaban todo el día: en el sexo. Porno para los hombres y porno para las mujeres.

Otra copa de igualdad, por favor. 

Reconozcámoslo: el colectivo Metoo llegó tarde. Demasiado tarde. Llegó tarde y cuando al fin llegó ya había pasado todo, incluso la resaca. Fue entonces cuando las mujeres hubieron de hacer memoria y plantearse qué habían hecho mujeres como ellas en lugares cómo aquellos. Por eso la denuncia de muchas mujeres se remonta a veinte años atrás, cuando estaban obnubiladas por los mensajes subliminales y directos que recibían de un sistema embriagado por la ambición y la avaricia. Y no me digan que no fue así: yo estaba allí. Las mujeres querían ser neo mujeres liberadas y obviaron que aceptar eso era sinónimo de ir a nadar en aguas infestadas no sólo por tiburones sino, y esto es lo peor, por pirañas. Lo primero que una mujer tradicional aprendía es que antes de aprender las artes marciales hay que aprender a esconderse y escapar de los tiranosaurios de este mundo y el siguiente. Si alguna caía se nos hacía responsable a nosotras: por ingenuas y por tontas; la tonta del cordero que todavía no se ha enterado que ni San Francisco de Asís ha cambiado la naturaleza del lobo; la tonta que ha olvidado que las celestinas de este mundo no son cosa del medievo. Zenón, Zenón. Era preferible olvidar los consejos de las madres tradicionales. ¡Dios! Hay cosas que son prácticamente imposibles de probar e incluso cuando se demuestran está la mujer en peligro.

¿Por qué creen ustedes que a las monjas, a las buenas monjas, a esas que cumplen su función con absoluta honestidad, se las llama brujas, incluso estando encerradas en su convento? ¿Por qué creen ustedes que a las brujas, a las buenas brujas, a esas que cumplen su función con absoluta fortaleza, se les persigue una y otra vez? Porque monjas y brujas, igual que los magos, son los faros que señalan la estrella. Una mujer que desea ganar dinero lo consigue fácilmente, pero, lamentablemente, esa no es su función. La función es la de sostenedora de la sociedad, educadora de nuevas generaciones fuertes, resistentes e inteligentes. Una mujer que quiere brilla, brilla rápidamente. Pero esa no es tampoco su verdadera función. Su función es la de alumbrar en la oscuridad y la de mantener la mecha encendida para calentar a las generaciones siguientes. Una mujer chismosa es un peligro para la sociedad, tanto como una celestina. Una mujer que descuida sus quehaceres es un peligro para la sociedad. La mujer ha de cuidar la virtud tanto como el conocimiento. Por eso todas las sociedades que dejan a las mujeres en el desconocimiento, se ven obligados acto seguido a crear lugares en las que esas mujeres no molesten, al tiempo que prestan encomiables servicios a la comunidad. Díganme: ¿Quiénes creen que promueven la ignorancia en la mujer? ¿Los hombres? ¡Ja! ¡No me sean ingenuos! ¡Son las otras mujeres las que impulsan la ignorancia! ¿Por qué? ¿Por odio a sus propias hijas? ¡Ni lo piensen! Esas mujeres-madres “ignorantes” conocen tres grandes verdades: la primera, es que ningún hombre soporta un rival más poderoso que él mismo a su lado y una mujer inteligente con conocimientos es definitivamente un contrincante prácticamente invencible; la segunda, porque la inteligencia unida al conocimiento destruye -creo que ya lo he dicho – la libido de la mujer y en tercer lugar, porque una hija ignorante mantiene el Poder de la madre “reina”. Tan fácil. Así pues, una hija ha de tener que lidiar al menos en dos bandos: el de la madre, y el del marido. En ambos casos su bastión es otra mujer. Si una mujer carece de este apoyo sus posibilidades de supervivencia son enormemente limitadas: monja o bruja, en ambos casos es la soledad la que le aguarda. La educación tradicional es, tan dura como es, una gran guía para la mujer. Zenón, Zenón. La mujer está siempre en peligro igual que lo está la gacela. Por eso somos más fuertes, más inteligentes y más resistentes, igual que la gacela es sumamente veloz y escurridiza. Hoy como ayer, aquellas mujeres que deseen realmente el conocimiento que lleva a la sabiduría saben, o deberían saber, lo que les aguarda.

El sistema pretende sustituir a las madres tradicionales convirtiéndose él mismo en neo madre de la neo mujer. El sistema obvia los avisos tradicionales y en su lugar garantiza a la mujer su seguridad a base de venderle artes marciales, cámaras y sprays, al tiempo que la convierte en vendedoras de moda, en influencer de moda, donde moda es el conocimiento y en ceos de empresas a las que han de cuidar como si fuera su “lar”, porque de hecho esa empresa es su “lar” y por tanto esa empresa funciona con la carga genética femenina. Esta vez ni yo misma, tan dada a la sorpresa, me sorprendo: El sistema aprende. Zenón, Zenón. El sistema necesita procreación de trabajadores más que de sabios. Vayan a “Un mundo feliz” de Huxley y desconfíen de aquellos que critican al autor inglés. La verdad, como la mayoría de las profecías, pocas veces son agradables para el oyente.

Aplausos.

A Zenón.

Incluso en el tema del divorcio se ha traicionado la mujer a sí misma. El instinto animal del hombre llama a la caza sexual. Eso es algo que reconoce incluso el sistema que centra su tesis en el animal hombre al cual pretende convertir en un animal altamente evolucionado, saltando los escalones tradicionales.

Pero nuevamente es mejor obviar la naturaleza mudable del hombre, igual que es mejor reservar el reconocimiento de “libre” para la neo mujer que gana su propio dinero y no para la mujer que elija según sus propias consideraciones y circunstancias personales, entre otras cosas porque, en caso de divorcio, cada vez es más fácil conseguir que renuncie al dinero del hombre.

Perdonen mi materialismo, pero yo exijo, de aquel que “me ha esclavizado” y del que finalmente me he podido “liberar”, los diamantes, la diadema y hasta el último milímetro de sus confines. Incluso cuando el marido no ha esclavizado a la mujer, es claro que el ama de casa ha trabajado para la familia y por tanto se le ha de recompensar por su trabajo, igual que las empresas recompensan a sus trabajadores. Justa remuneración y devolución de lo adeudado es lo que yo entiendo por “justicia”.

Por eso me resulta imposible comprender cómo, por un lado, se hace de la mujer una víctima del hombre mientras que en caso de divorcio le son limitados sus derechos pecuniarios hasta unos extremos tales que es lanzada al abismo de la pobreza más inconcebible excepto, claro, si posee un patrimonio propio que le ahorre pensar en conciliaciones de cualquier tipo, mientras está casada, y en acuerdos de divorcio, cuando esto ocurre. Lo cual, admitámoslo pocas veces ocurre; mucho menos todavía cuando la mujer es joven y los niños todavía pequeños.

Quizás por este motivo el divorcio más usual en estos momentos es el que tiene lugar cuando los niños alcanzan la mayoría de edad. Con ello el sistema insta a las familias a “liberarse” de las “ataduras” de la institución familia justo cuando los pequeños hombres están iniciando la universidad o el periodo de formación profesional. “¡Obligadles a trabajar!”, les dice el sistema sin piedad. “¡Los niños tienen que madurar pronto!” – gritan sin mover una pestaña.

 Con ello el sistema se asegura un ejército de jóvenes trabajadores a los que exigir lo que quieran. Porque ellos, tanto como las mujeres cuidadoras del “lar” que trabajan para el sistema fuera del “lar”, dependen del sistema para sobrevivir.

¿Pero no decíamos que el sistema es neo romántico?

 ¡Claro que es neo romántico! ¡Es el amor de la familia el que no es neo romántico! – clama el sistema.El amor de la familia obedece a una institución y huele a alcanfor, dice el sistema neo romántico. El amor de la familia, dice el sistema neo romántico- es el del amor que surge al comienzo de la vejez. El verdadero amor, dice el sistema neo romántico – es el que nos libera de las cadenas de las obligaciones que la familia institucional conlleva.

¡Semejante discurso es lo que yo entiendo por cínico!!

¡Y sin embargo es este discurso el que es presentado en sociedad como “el discurso auténtico”!¡De repente el verdadero amor no tiene nada que ver ni con matrimonio, ni con hijos? ¿Alguien puede decirme por qué entonces las amantes luchan por casarse y tener hijos? ¡Porque ellas son el verdadero amor!

Y el sistema ríe de pura satisfacción.

¿Mi reivindicación? Convertir a las amas de casa en funcionarias públicas.

 Pueden quedarse sentados riéndose. El sistema no lo consentirá jamás. Pero aun en el supuesto improbable de que lo permitiera la mujer actual se negaría a permanecer en casa realizando todas las tareas materiales y espirituales que semejante función bien hecha exige.

¿Mi sospecha?

Que la mujer se va a negar a tener hijos.

Que la mujer no va a tener más de un hijo.

Excepto en el caso en que no tenga otra cosa mejor qué hacer.

Traición de la neo mujer joven a sí misma

Las neo mujeres jóvenes han despreciado a sus madres, trabajaran fuera o no. Las han calificado como especímenes de la “última generación” y se han visto a sí mismas como la vanguardia de una “nueva generación” que no necesita ni de madres ni de padres porque esos son constructos de una sociedad patriarcal en vías de desaparición. La neo mujer y el neo hombre están convencidos de que los progenitores sirven únicamente a la finalidad de la procreación. Lo que esos neo jóvenes han aprendido es que después de un divorcio, lo único importante es su dinero. El amor de padres es un constructo porque ese amor ha sido incapaz de impedir la traición que supone a los hijos el abandono de una familia, aquella a la que ellos pertenecen, para a continuación ir a procrear más prole con otras mujeres. Hay tantos medio hermanos y media hermanas en las ciudades de provincia y en las clases altas que pronto habrá que pedir un documento que demuestre que pueden contraer matrimonio sin peligro de incesto.

Es hora de vislumbrarlo y de admitirlo: esas historias de los compromisos y de las relaciones entre viejas y nuevas proles son más cuentos de hadas que historias reales. La realidad real es que la familia abandonada queda relegada al rincón más oscuro de la habitación oscura. La familia abandonada recibe menos amor, menos atención y menos dinero que la nueva. Suerte tendrá si encuentra refugio en casa de uno de los dos. Para hacer honor a la realidad, habremos de admitir que en muchos casos cada uno de esos progenitores ha creado una nueva familia y los abandonados sienten que sobran en todas partes. No os preocupéis. Futuros partisanos y partisanas: en los colectivismos encontraréis vuestra familia. ¿La que vosotros habéis elegido? ¡Acabáramos! A aquella que os da entrada después de haber jurado fidelidad eterna.

Las mujeres jóvenes no se interesan por la cocina, pero sí por la presentación de los alimentos. La comida como moda, como happening, incluso como arte. La muestran en fotos, pero no necesariamente la ingieren. Ni los productos regionales ni las recetas antiguas son válidas para esas neo composiciones de neo “naturalezas muertas”. En vez de garbanzos, chía; en lugar de melocotones, mango. Ante semejante confusión es comprensible que las nuevas generaciones de alemanes hayan redescubierto su legendaria col gracias a la Kimchi coreana. ¿Divertido o surrealista? Decidan ustedes

La joven neo mujer va a manifestaciones a protestar contra todo: viajes en avión, en tren, carne, ropa de algodón, ropa de sintéticos… Acto seguido viaja en avión, en tren, usa todo tipo de ropa, y no tiene problema en beber alcohol, aunque no coma carne. Las vacas le preocupan más que sus hígados. Viste low, para a continuación llevar un bolso de marca de lujo. Fake es out. Autenticidad es in. La joven neo mujer reivindica todo: austeridad, minimalismo, consumo, reciclaje, novedad. Y todo esto es posible gracias al mundo cuántico del “crea mundos con tu mente”.

La joven neo mujer se preocupa de las apariencias, más que del ser. Ha de mostrar que está delgada, aunque come “muchísimo”. ¡Ja! Come “muchísimo”, igual que el “natur Genie” aprende a leer él sólo, ya sea un libro o una partitura de música: por obra y gracia del espíritu santo. La neo mujer ha de mostrar que supera a sus madres trabajadoras en disciplina, gracia y elegancia. Consiguientemente: envidia cualquier cualidad de su madre.  Una nueva generación a la que, al igual que la generación de sus abuelas, se le ha concedido el Poder sin estar preparada, por falta de conocimientos y de experiencia, a ejercer el gobierno. O sea, ellas, igual que sus abuelas, están absueltas del deber de responsabilidad.

Las madres sándwich, situadas en medio de dos generaciones hambrientas y sedientas de Poder por el Poder mismo, se han visto acribilladas por el deber de obediencia a las generaciones anteriores y por el deber de obediencia hacia las generaciones posteriores; se han visto sobrepasadas por el deber de adquirir conocimiento y sabiduría al mismo tiempo que conserva la libido, al tiempo que se ocupa de sus hijos, al tiempo que consigue puestos de responsabilidad en la sociedad, al tiempo que se mantiene en forma y conserva su juventud. Es ahora, cuando se adentran en el camino que lleva a la eternidad, cuando comprenden el engaño y es ahora, créanme, no hay movimiento colectivo, ni siquiera Metoo, capaz de compensarles las consecuencias del engaño de que han sido víctimas. Han caído en burn out, han sufrido agotamiento físico y mental, se han desvivido por llegar a las tareas de su madre en casa y a las de su padre fuera de ella, y están sencillamente exhaustas. Ahora les vienen los maridos con la historia de la chispa de la vida y la renta que han ganado apenas les llega para mantenerse ellas y apoyar a los hijos que han tenido con las chispas de la vida. El sistema propugna monogamia sucesiva porque el sistema necesita hijos. ¿Educar? ¿Para qué educar si sólo necesitan saber realizar una función?

¿Constructores de sociedades? ¿Quiénes? Las mujeres están exhaustas de tanto esfuerzo incomprendido y caído en saco roto. Ni la generación de abuelos ni la generación de hijos está en condiciones para construir. Los unos por falta de fuerzas y por el olvido del Ser; los otros, por falta de conocimientos y de experiencia. No me extraña que en España haya sido una constante que los gurús mediáticos se hayan esforzado tanto por unir abuelos y nietos a fin de que éstos, convertidos en masa, pasaran por encima de los cadáveres de los padres. Se trataba de aunar generaciones a base de alianzas de los que querían reinar sin gobernar, para de este modo imposibilitar la construcción de una sociedad para, en su lugar, establecer un sistema, poco importa de qué clase.

Desde el principio hasta el final lo único que muestra y demuestra la posición de esa “neo mujer” es que la política feminista pro mujer y la política feminista anti hombre lejos de ser un modelo ideado por mujeres que luchaban por sus derechos y por el reconocimiento de sus tareas y-que estaban renunciando a sus derechos –, obedecía a una estrategia que había sido planeada y puesta en práctica por un sistema que se llamaba a sí mismo “feminista”. Al contrario de lo que predicaban ese sistema “feminista” estaban haciendo lo posible y lo imposible por enviar a las mujeres a sus antiguos lugares: o “lar”, o convento, o bosque. Harén era otra posibilidad a temer.

Aplausos. Aplausos de las masas y reverencias ante tantas emociones.

¿De qué ha servido escribir esto a lo largo de una década? De Nada. No ha servido de nada. Si acaso para ser introducida en algún compartimento estanco de los que no puedo salir porque, sencillamente no estoy allí.

Es ahora, llegada la madurez, entrando en la vejez, cuando las mujeres de mi generación, queremos ser abuelas para no ser neo abuelas. Es ahora, llegada la madurez, entrando en la veje, cuando asistimos con horror al hecho de que nuestras hijas, al contrario de nosotras - que necesitábamos a nuestras madres como madres-, no precisan de nosotras como madres sino como sirvientas fieles para ellas servir al sistema fielmente.

Es ahora cuando las mujeres de mi generación quieren jubilarse lo antes posible hartas de haber sido engañadas por los medios, por sus maridos, por el sistema. Tienen la sensación de que han corrido detrás de estúpidas fantasmagorías, de haber sido explotadas hasta sus últimas fuerzas por el sistema, por los gimnasios, por las imposiciones de la moda, por las locuras del amor de novelita rosa, por la convicción de poder llegar a todo, de poder alcanzar a todo.

Ahora es cuando, finalmente, algunas mujeres comprenden que esta locura de la división de mujeres entre trabajo dentro y fuera, que ha existido siempre, pero que ahora ha sido invertida, y las verdaderas mujeres y las verdaderas personas libres y responsables son las que trabajan para el sistema (y para el “lar”) y no solamente para el “lar”, que esas no son personas sino parásitos.

Ahora es cuando comprenden que ese concepto de la mujer fue pensado y orquestado a imagen y semejanza de las empresas.

A los antiguos empresarios de las viejas empresas se les otorgó el Poder igual que se les había otorgado el Poder a las neo abuelas sobre sus familiares: se les dio el Poder, pero se les separó de la toma de decisiones.

A las empresas maduras se les exigió éxito, esplendor, flexibilidad, expansión, todo ello para ser vendidas y abandonadas, en la plena cresta de su brillante madurez, por nuevas empresas cada vez más dinámicas.

Del mismo modo, las nuevas empresas no precisan de los servicios de los viejos trabajadores ni por sus conocimientos, ni por su experiencia. Es juventud y frescura lo que requieren.

Algunos han introducido la poligamia en el mundo empresarial, es decir, poseer varias empresas dedicadas a diferentes productos, igual que han introducido la poligamia laica en sus relaciones privadas, manteniendo relaciones con diferentes mujeres con la que tienen hijos. ¿Casados? ¿Para qué? Las leyes matrimoniales prohíben la bigamia. En cambio, no contraer matrimonio permite la poligamia.

Todos ellos creen que la poligamia como la polisocietates sólo es posible cuando se tienen recursos pecuniarios de acuerdo con sus gastos. No obstante, ya lo anticipo, – las féminas como las sociedades, como los hijos de unas y otras – se lamentarán de la falta de atención y amor y esos polígamos laicos dejarán cadáveres a su paso.

¿Quiénes serán los que construyan el mundo? ¿Quiénes lo salvara?

¿El sistema?

¡Ja!

¿El orden eterno e inmutable?

¡Ja!

Lo que hay ahora en juego son intereses empresariales. Comprendan: intereses empresariales. Mujeres, Hombres, niños, son simplemente peones en un sistema: o cumplen una función o fuera.

Pero es un sistema que tiene diversos candidatos a dirigirlo. Y eso implica que el mundo se haya convertido en un ecosistema en el que cada especie pretende convertirse en la especie dominante. Eso implica o bien destrucción mutua y que gane el mejor, o división del terreno en una especie de simbiosis. Puede incluso existir una convivencia latentemente agresiva en e que cada especie esté aguardando su ocasión.

En fin, así las cosas.

Este artículo ha llevado mucho tiempo en preparación. ¿Por qué me centro en las mujeres y no en los hombres? Porque a la mujer se nos ha convertido en un monolito de santas mártires que de ningún modo somos. Es hora de que las chicas jóvenes comprendan que en el grupo de las mujeres hay de todo: santas mártires, verdugos, víctimas, hechiceras, magas, brujas, hadas, hay mujeres que se venden para dar un plato de lentejas a su familia,  otras que lo hacen por un bolso de marca de lujo y otras que no lo hacen en absoluto. Unas venden su trabajo y otras compran el trabajo de otras y otras trabajan para ellas y por ellas. Unas son generosas y otras avariciosas. Unas son culpables y otras inocentes. ¿Por qué? Porque cada mujer es una mujer. Esto es: una persona. Cuando las madres tradicionales decían a sus hijas cuidado con ir por tales calles a tales horas y cuidado con dejarte tocar ni un pelo era, justamente, porque tenían a una persona delante de ellas y sabían que esa persona estaba amenazada por una serie de peligros. Y como oponerse abiertamente a ellos era un imposible, lo mejor era alejarse de esos peligros al máximo. ¿Falta de libertad o deseos de vivir? Ustedes deciden.

Y a la cuestión mujer- sistema- empresa hay que añadir la cuestión de Estados Unidos- Trump. Ustedes pueden imaginar que lo único posible en estos instantes es elucubrar. Los mejores analistas elucubran. Igual que decía Chesterton en su Napoleón: Los profetas dicen una cosa y luego van los hombres y hacen otra cosa. Pues eso. Nuevamente Zenón, Zenón.

Napoleón claro nos lleva a Rusia. Suele decirse que nadie ha conquistado Rusia debido a la gran extensión de tierra que posee. Y en efecto, hasta un cierto punto es así.  El ambicioso Napoleón y el desalmado Hitler la han invadido sin conquistarla. Pero por otra parte hay que admitir que a la gran extensión de tierra que conforma Rusia debe añadirse la gran resistencia del pueblo ruso hasta un grado que ni Stalin, el otro gran desalmado de la historia, por no decir el mayor desalmado de la historia, consiguió aniquilar a Rusia por más que los malos que padeció la han dejado tan profundamente debilitada que ni al día de hoy ha conseguido restablecerse. A veces pienso que a Rusia se le debería permitir descansar igual que se deja reposar a la tierra fértil a fin de que produzca igual de buenas cosechas una vez haya salido de su letargo. No se ha hecho. A Rusia no la dejan descansar nunca.

Eso es el primer hecho que se observa cuando uno analiza a Rusia: que Rusia está cansada, agotada, exhausta. Cansada de zares, de nihilistas, de ortodoxos, de invasiones, de conquistas, de sistemas, de anti-sistemas. Un ruso como Gogol que escribió “Almas muertas” odia a su patria, tanto como la ama y que explica por qué no la soporta al tiempo que describe cómo le gustaría que fuera, es uno de sus mejores representantes, en mi opinión.

Mi segunda observación apareció en otro de mis artículos referidos a la obra de Trotsky “La situación actual en Rusia”. Allí vislumbré las grandes similitudes entre Rusia y Estados Unidos y hube por fuerza que reflexionar acerca de dónde estaba el punto que las distinguía. Medio en broma medio en serio escribí que Rusia carecía de la figura del super héroe que, en cambio, si tiene Estados Unidos. Lejos de recibir los comentarios que yo esperaba, los únicos mensajes que me llegaban estaban construidos a base de reescribir la historia a base de convertir a Superman en homosexual y cosas por el estilo que me fue imposible publicar, por falsas. ¿Qué noticias aguardaba yo? Aquellas que trataran el tema de que los superhéroes americanos habían sido sustituidos por la figura del antihéroe.

Esto es lo que hubiera sido realmente considerar. ¿Por qué el antihéroe sustituye a los héroes? ¿Qué se espera de ellos? Lo mismo que se espera de la oveja negra de la familia, lo mismo que se espera del mago, del profeta, del enfant terrible, del hombre caminante solitario: la lucha contra el mal desde el mal mismo, porque es la única manera de conocer cómo funciona el mal y la única forma de hacerle frente. De alguna manera era un replanteamiento de la obra de DürrenmattDer Henker und sein Richter”.  

Nada de eso llegó. Muchas veces me he preguntado la razón. La única respuesta a la que he llegado es que todos ellos sabían quién era el mal y que del mal no puede salir nada más que mal. Y yo, que soy optimista, porque cualquier bruja que porta la estrella ve la luz en la oscuridad, sabe que la figura del ying y el yang asegura otra cosa completamente distinta. En el bien está el mal, igual que en el mal está el bien. No el pensamiento cristiano sino el oriental es el que está dentro de la idea del antihéroe.

No obstante, hubo otro aspecto que me inquietaba: Superman y la mayoría de los héroes trabajan solos, lo cual -debo reconocer- que para una bruja es absolutamente comprensible. Sin embargo, esos neo héroes además de ser antihéroes actuaban en equipo – como si se tratara de un comando en acción.

Ello significaba que el hombre individual se encontraba en vías de extinción. Su supervivencia estaba amenazada incluso en el caso de que fuera héroe o antihéroe.

Nadie dijo nada al respecto. Ello, créanme, me ha sumido en la más profunda de las reflexiones durante mucho tiempo, porque ello significaba una pérdida del ser humano en sus fuerzas individuales, tanto como la absoluta certeza de que la amenaza a la que ese ser humano cree tener que contrarrestar le supera hasta el punto de no considerarse capaz de oponerse por sí mismo y mucho menos frente a frente.

A estas disquisiciones se unieron las que ya les he relatado acerca del paralelismo entre el trato que se da a las empresas y a la mujer y, cuanto todavía no había terminado de elucubrar, llegó Anne Applebaum con su teoría de que las dictaduras China, Irán y Rusia se unen contra Europa.

¿Cómo era posible que tres dictaduras se unan para comerse un pastel?, me pregunté asombrada. La respuesta que me di a mí misma fue la de que cada una quería hacerse con un trozo distinto del pastel. China quería el dominio económico sobre Europa; Irán aspiraba al dominio en el terreno religioso, y Rusia perseguía el dominio territorial.

Y ahora, a este trio de ases se une otro nuevo As: los Estados Unidos de la mano de Trump.

Y la pregunta es ¿qué está pasando?

Es difícil analizar el caos; de eso ya me avisó mi amigo Carlos el misántropo hace muchos años. Entonces yo era una moderada a los ojos de un hombre como él que, pese a ser médico, está convencido de que el hombre es un monstruo que cuando sus ganancias se reducen o, simplemente se ha restablecido de sus heridas, vuelve a lanzarse a la guerra. ¿Por qué alguien con estas ideas puede ser médico? Porque Carlos el misántropo tiene como principio fundamental el cuidado de la vida y por tanto está convencido de que cualquier monstruo tiene derecho a ser atendido. Sí. También los misántropos como Carlos tienen sus contradicciones. Pero ése ya es otro tema.

Durante años Estados Unidos ha recurrido a la pasada guerra fría con Rusia. Lo cierto, sin embargo, es que sus similitudes eran cada vez más visibles, hasta el punto de que es lógico que cantantes rusos como Simón Khorolskiy mezcle el ruso y el inglés en sus canciones cuyos sonidos rememoran al country americano. Los pioneros puritanos americanos y los ortodoxos rusos tienen en común más de lo que ellos serían capaces de admitir. Si a esto le añadimos la extensión de los bosques, la dureza de la naturaleza y de sus condiciones de vida, las posibilidades de un entendimiento son reales y no simples deseos de diálogo.

Muchos analistas han considerado una guerra entre Estados Unidos y Rusia.

Otros entre Estados Unidos y China.

Yo recuerdo una y otra vez aquella canción que Sergey Lazarev cantó en 2016 representando a Rusia afirmando “You are the only one” (“¿Canto de amor a Europa?”, me pregunté en su momento) y la respuesta que le dio Ucrania, representada por Jamala, en aquella canción titulada “1944”.

Imaginen ustedes: tres dictaduras y un país democrático como Estados Unidos declaran la guerra de un modo u otro a Europa. Lo que cada una de esas tres dictaduras pueden desear de Europa lo podemos, al menos eso, intuir.

Pero ¿Y los Estados Unidos?

La guerra, a decir de Carl Schmitt llamado “el dämon” por muchos, Jorge el tranquilo incluido, necesita de la clara división de enemigo/amigo.

A nivel estratégico no está mal, pero si por algo reluce el tablero es por su confusión.

Analicemos pues, sabiendo lo oscuras que son las aguas en las que nos introducimos.

Trump se “une” al reparto del pastel que es Europa. Si no aspira a sus dominios territoriales, ni económicos, ni religiosos ¿qué entonces?

1.

Elucubración:

 Ayudando a Rusia y a China al tiempo que a Arabia Saudí, los Estados Unidos pueden establecer con estos tres países relaciones de todo tipo y condición con las que obtener pingües beneficios que le proporcionen la posibilidad de la creación de nuevas empresas destinadas al control y a la producción de armamento, lo cual es altamente costoso.

2.

Los Estados Unidos-Trump llaman “comunista” a Europa cuando en estos momentos Estados Unidos es, en realidad, el país más comunista del Planeta Tierra.

Lo es desde el momento en que la separación entre empresa privada y empresa pública ha dejado de tener sentido. Todas las empresas privadas relevantes han sido puestas al servicio del Estado, y el Estado ha sido puesto al servicio de esas empresas privadas. Eso es lo que se vio en la toma de cargos de Trump: los empresarios más importantes del país y, con gran seguridad, del Planeta, estaban allí.

Cuando entre empresas relevantes y Estado no hay diferencia ese estado es totalitario. Eso es un hecho. Pero cuando, además, hay líderes de partidos de extrema derecha que afirman convencidos que Hitler fue comunista y grandes empresarios que lo aceptan sin dudar, uno tiene que preguntarse por qué esos hombres tan inteligentes y tan capaces, que ocupan posiciones de alta responsabilidad llaman a Hitler “comunista”. Y debo concluir que en efecto, Hitler es “comunista”, porque, en efecto, la separación entre “privado” y “público” es simplemente aparente. El problema es que dicha separación entre “privado” y “público” ha sido anulada, absolutamente anulada, en la toma de cargos de Trump. Por tanto ha de tratarse de un neo-comunismo. Y ahora, les pido, vayan al Libro de la Semana y busquen la distinción que hago entre totalitarismo fascista y totalitarismo comunista. Y luego díganme qué tipo de totalitarismo es este neo-comunismo,

Esto, y no otra cosa, es lo que presentó la toma de cargo de Trump. Además de que esto se ha hecho sin ni siquiera la declaración de un golpe de Estado, se ha enmascarado bajo las premisas del libertarianismo para conferirle la idea de libertad privada

 ¡Libertarianismo! Vayan ustedes a Aragón y pregunten qué cosa fue el libertarianismo allí. Un comunismo realista y bien realista presente durante la guerra civil española que daba a cada familia del pueblo un kilo de carne. Pero comprendan ustedes lo que yo una y otra vez repito: “a no es a”. Un kilo de carne no es un kilo de carne. “Parto y reparto y me llevo la mejor parte”. Pueden ustedes que el kilo de solomillo era para unos y no para otros. En cuanto al libertarianismo individual ¿Desde cuándo el libertario va en manada? Cuando el libertarianismo es feudal y se reduce a ganar dinero. Creo que también lo he escrito en alguno de mis artículos.

En fin, el neo comunismo del gobierno americano fue admitido con todos los fastos de una investidura el mismo día en el que Trump tomó el cargo. En los días que le siguieron lo único que hizo ese neo comunismo fue instalarse de hecho.

3

Ese neo comunismo americano está hecho y conferido a la imagen de otro neo comunismo: el de China. Podemos llamar neo comunismo al comunismo americano igual que los chinos se han llamado a sí mismos durante décadas “comunistas a la manera china”.

Ambos tipos de comunismos, el americano y el chino, son calcos de un mismo concepto político. Ninguno de ellos, ni los Estados Unidos ni China pueden decir que son comunismo tradicional, porque no lo son. Pero se llamen neo-comunismo (libertario) o comunismo a la manera china, la verdad es que se trata de dos calcos.

Así que, una vez aceptada las similitudes entre Estados Unidos y China, no es difícil aceptar las similitudes que les caracterizan a la hora de establecer relaciones con otros Estados. Trump trata a los otros países igual que China lo hace: como vasallos que le deben respeto, sumisión y agradecimiento. ¿Han estado ustedes alguna vez en China? ¿Han visto cómo se comportan todos esos jefes de empresas que corren a llamar a sus jefes de Estado para que les asistan en las tribulaciones? No hablan de igual a igual, sino de vasallo a Señor. ¿Han visto como corren todas esas empresas a las agencias de marketing en el momento en que hacen algo mal y esperan ser castigados por los consumidores de China? “Zanahoria o latigazo”, se dice en Alemania. “Dulce o agrio”, se dice en Halloween.

El fenómeno “espejo” vuelve a darse también aquí o si empleamos el lenguaje religioso del que tanto gustan todos ellos el famoso “acércate a tu enemigo”.  No obstante, hemos de aceptar que las religiones de Abraham, las tres, presentan un grave obstáculo para triunfar sobre el País de la Armonía de los Contrarios que es China: las tres religiones de Abraham son demasiado lineales, demasiado rígidas.

En un mundo de hologramas, AI, en el que los sentidos engañan y no podemos guiarnos por ellos, la ilustración está perdida, la división izquierda/derecha está obsoleta, las religiones de Abraham están exhaustas. Los charlatanes de Blavatsky son los que quedan.

En suma: creo que Estados Unidos está utilizando la estrategia “espejo” para tomar posiciones frente a China.

Creo que Rusia va a ser el país en el que se van a encontrar el águila americana y el dragón chino para medir sus fuerzas, especialmente en el campo de la economía. En este momento una Rusia extremadamente debilitada tiene que dejar por fuerza permitir a Estados Unidos que entre para equilibrar el ecosistema, el ruso, e impedir que el dragón se haga poco a poco, pero inmisericorde, con todo el país.

Así pues, Rusia es, por un lado, el lugar “neutral” donde, como digo, Estados Unidos y China van a batirse y a conocerse como enemigos.

Por otra, es el único modo que tiene Rusia para mantener su independencia económica ante China y conseguir mejores precios a sus recursos naturales.

En este sentido Rusia es, además, un nuevo mercado en el que introducirse, lo cual abre la puerta a nuevos “crea mundos con tu mente”.

Para los teósofos mercantilistas Rusia es el lugar donde oriente y occidente se encuentran de manera sincrética. 

4. 

Dos países faltan en el tablero. El uno es India; el otro, Turquía. 

Conclusión

Analicen ustedes esta frase: “Nada es lo que parece”.

Y tomen ustedes la primera parte de la frase, porque la segunda -ya lo sabemos- no dice gran cosa. Las apariencias – lo sabemos todos – son siempre engañosas.

Tomen ustedes pues:

“Nada es”.  

Se toparán como ya afirmó el vampiro, mi vampiro, la última vez que estuvo aquí con su reino. Con el Reino del No-Ser.

¿Adónde creo que vamos?

Adonde todos sabemos.

Ahora, más que nunca, se necesita el concepto de las dos naturalezas.

La bruja ciega

Llevo días escribiendo y corrigiendo. Me hubiera gustado publicar un artículo del que pudiera sentirme orgullosa. No lo estoy. Pero en cualquier caso había de escribirlo para mí misma: para poder ordenar todas las insensateces que he estado escuchando durante décadas.  Era un puzzle que había que componer y lo he compuesto desde mi condición de mujer porque la mujer, hoy como ayer, está en peligro. Igual que lo está la Ilustración y el vigilante que desde tiempos remotos vela por la verdadera justicia social y que un día se dio en llamar izquierda y que ha sido traicionada y lapidada por sus propios componentes. Quiero entender, igual que lo quieren otros muchos, y soy consciente de que únicamente desde los análisis personales, individuales e intransferibles puedo hacerlo. Que lo consiga, es otra cosa. Lo he escrito tan largo para que ustedes consigan conciliar su sueño antes de acabar de leerlo. Tanto si ustedes son hombres, como si son mujeres, se dormirán porque es altamente posible que ustedes ya lo sepan todo. Por el contrario, alguien como yo ha debido ordenar en mi cerebro una gran cantidad de artículos y preguntarme si era posible descubrir a partir de mi asombro allí plasmado alguna "línea directriz" que explicara al punto en el que nos encontramos en este momento.

Por eso, queridos lectores, no se irriten demasiado conmigo si no están de acuerdo con mis premisas, ni con mis análisis. Reflexionen ustedes y elaboren los suyos propios. Seguramente ustedes llegarán a conclusiones a las que nunca imaginaron llegar. Equivocados o no, son las suyas como éstas son las mías.

¿La verdad? Siempre ha sido difícil llegar a ella.

En estos momentos, aunque nos tropezáramos por casualidad con ella, no la reconoceríamos.

 

 

 

 

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