Lo confieso: vanidad de vanidades, he estado
buscando alguna nueva foto con la que renovar la que aparece en mi Blog pero,
francamente, no he encontrado otra que refleje mi espíritu con mayor exactitud
que la actual. ¿Mi rostro? Como seguramente ya les habrán informado, entre el
“rostro” y eso que se da en llamar “el verdadero rostro” hay un gran trecho.
Eso sin olvidar que a los rostros, incluso a los “verdaderos”, les sucede lo
mismo que a la realidad que se alza ante nuestros ojos: que hoy es una cosa y
mañana, otra; lo que hoy parece inteligente y muestra la serenidad de la
madurez, se presenta al día siguiente revestido de una pátina de zafia
insulsez. Al final es lo viejo, por arrugado, y lo arrugado por misterioso, aquello
que mejor nos representa.
Pero hete aquí que todos buscan, buscamos, lo
nuevo. No por salir de la zona de confort, ¡Salir de la zona de confort! ¡Ja! ¡Vulgaridad
de vulgaridades en tiempos vulgares, una nueva vulgaridad que sumar a las ya conocidas!
¿Por qué anda el mundo tan confuso? No me dirán ustedes que es porque todos
queremos salir de nuestra zona de confort. Más bien lo contrario es el caso,
diría yo: Todos nos esforzamos por permanecer o por entrar en esa área que
algunos denominan “zona de confort” y otros “bienestar”, hasta un punto que no
cabe nadie más. ¡Es la zona de confort la que nos arroja fuera de sí! Como muy bien observó Roth en su “Hotel
Savoy”, las personas son muy generosas cuando tienen suficiente sitio para
ellas mismas. Mi pregunta: Definan ustedes “espacio suficiente”. Algunos sueñan con
una casa Tiny, mientras otros, como yo, necesitamos caserones para poder pasear
al tiempo que conversamos con nuestros fantasmas, vampiros, recuerdos y
visitantes varios. Muchos jovenzuelos están convencidos de que los viejos
necesitan, necesitamos, poco espacio. ¡Ja! A los viejos les visitan diariamente,
nos visitan, muchos seres extraños a los que atender incluso de noche; especialmente
de noche. Pero es que además para un viejo la calle y el tiempo suponen grandes
inconvenientes: o hace frío, o llueve, o hace sol, o están levantando el
pavimento, o hay mucha gente, o todo está vacío. Los viejos quieren, y lo quieren porque lo necesitan, su caserón. En ese caserón en el que, con o sin alzhéimer, reconocen su vida y pueden pasearse por ella, su vida, a su antojo. Así que no aludan a ese
“salir de la zona de confort”, cuando todos están, estamos, deseando penetrar –
o permanecer – en ella.
Ni siquiera se busca, buscamos, lo desconocido por
lo desconocido en sí, porque en tal supuesto estarían, estaríamos, pegados todo
el día a los libros estudiando su contenido. Reconozcámoslo: Lo que la gente
busca, buscamos, cuando busca, buscamos, lo nuevo son las emociones ligadas a
ellos: lo excitante; sensaciones excitantes, se entiende. Nada de reflexiones
excitantes que siguen a conocimientos que exigen de paciencia y constancia. No
soy la única en haber reparado en ella, lo admito. Huxley en su obra “Contrapunto”
denunció la cantidad de estímulos a los que se sometía a los niños, hasta el
punto de que éstos eran incapaces de “digerirlos” adecuadamente. Lo mismo había
dicho Nietzsche años atrás. “¡Profetas en el desierto, ¿quién excepto
el viento os escuchará?!” – grita mi alma. Ninguno responde. Cada uno de ellos
está convencido de que el viento, ése que va y viene, llevará el mensaje en su
peregrinar y lo esparcirá como esparce la semilla. Razón no les falta. Alguna
semilla cae, pero, me digo preocupada, caer no significa germinar. Jesús
dixit.
Mi ventaja es que no soy profeta sino bruja; por
eso el viento no es nuestro cartero sino nuestro amigo. Es el viento quien nos
dice, igual que se lo dijo a Mary Poppins, cuándo ha llegado el momento
de partir a nuevos lugares, no para volar en ayuda de papás y niños
desesperados, que era el caso de la “nanny” más famosa del mundo, ni tampoco
para adentrarnos en aventuras excitantes, sino justamente para escapar de las
que nos persiguen. Es entonces cuando las brujas nos dirigimos a las montañas,
que nos recuerdan el significado de conceptos como “permanencia”, “resistencia”
y “esfuerzo” tanto como el de “paciencia”, “análisis” y “autoconocimiento”. Ya
lo anticipo: la mayor parte de los accidentes en los senderos montañosos se
producen más por insensatez y descuido de estos términos que por culpa del terreno.
Uno tiene que saber hasta dónde le alcanzan sus fuerzas tanto como reconocer el
estado del camino que pisa. En la montaña uno corre despreocupado, otro la recorre
paso a paso a un ritmo conscientemente deseado, y un tercero la escala con la
misma ligereza y precisión que la de una cabra montesa. De los tres, lo más
posible es que sea el despreocupado el que termine herido. Peligroso es igualmente
ascender en grupo. La soledad encierra el riesgo de perderse, pero aviva el
instinto de supervivencia. En el grupo, en cambio, coexisten varias velocidades
y constituciones diferentes. Los rápidos se impacientan y los lentos se agotan
hasta la extenuación. En esos momentos lo más inteligente y lo más responsable
es acordar que cada cual vaya su paso, a fin de evitar que el viaje se
convierta en un tiempo feliz: para los rápidos por su disposición y para los
lentos porque disfrutarán del camino, del paisaje tanto como de los descansos y
de los pensamientos que tales instantes les proporcionan. Juntos, lo que se dice
juntos, sólo es posible ir a gozar de un día de picnic en las praderas. Lo que une a las cúspides y a las praderas son
las tormentas. Cuando se avecinan no queda más remedio que encontrar lo antes
posible un refugio en el que guarecerse no sólo de la lluvia, sino especialmente
de los rayos.
Mucho antes de que el vampiro, Elba, y la bruja
ciega durante su transformación de energía nómada acompañada de su estrella nos
introdujéramos en el Mundo Intermedio en busca del Espíritu dormido cuyo
paradero igualmente desconocíamos, yo ya había comprendido que la historia de
la humanidad es, igualmente, la historia de los diferentes refugios en
los que los hombres “distintos”, sea cual sea la peculiaridad que los
distingue de sus congéneres, intentan hallar un lugar en que sobrevivir,
primero y vivir, después.
Ray Bradbury fue el encargado de explicarme que nuestra época era especialmente dramática, casi trágica, porque los refugios tradicionales habían desaparecido mientras que la posibilidad de encontrar uno nuevo en la nuestra equivalía a cero. Algunos lo buscaron en los bosques, pero éstos se han convertido – o los han trastocado – en el hábitat de lobos - que a falta de ecosistema que equilibrar han de dirigir sus esfuerzos a la caza de las ovejas -, de perros mastines - que guardan su ganado con tal pasión que no atienden ni al género ni a la especie, simplemente atacan -, y de grupos armados de hombres, que son los únicos que pueden sobrevivir en esos parajes inhóspitos en los que han quedado trocados los románticos bosques de las pasadas décadas. David Foster Wallace, al que en su día me negué aceptar, llevaba más razón seguramente de lo que mi carácter me permitía aceptar. Para mí ese mundo, el de Foster Wallace, no podia ser el mundo. In extremis quedaban las montañas.
No obstante, debo reconocer que en lo que a las montañas respecta, les desagrada ser importunadas; por este
motivo, no siempre admiten extraños e incluso en el caso de que les acepten, por
un tiempo limitado. Tarde o temprano, por un motivo u otro, se hará preciso
descender.
Descendamos pues de las alturas y centrémonos en
el caos en el que estamos sumidos. Los europeos asisten atónitos a esa
sorprendente y súbita amistad que une a rusos y americanos. Si esos mismos
europeos hubieran analizado con un poco más de profundidad las señales y los avisos que les llegaban, en
vez de creer que todo se basaba en frases slogan, en crear mentes con la mente,
en salir de la zona de confort para ir a dejarse ver por discotecas plagadas de
influencers, si esos europeos hubieran atendido a las voces que clamaban que la
izquierda se había traicionado a sí misma, que el laicismo y la ilustración se
habían traicionado a sí mismos, que la mujer se había traicionado, esos mismos
europeos habrían entendido cuál era la cuestión a redimir mucho antes. Si esos
europeos hubieran leído “La auténtica situación de Rusia” (1928) León
Trotsky y "La casa de Matriona", de Solschenizyn a continuación hubieran echado un ojo a mi comentario, esos mismos
europeos hubieran intuido en qué consistía la verdadera realidad. Si esos
europeos hubieran al menos escuchado atentamente a alguien como Simon
Khorolskiy, esos mismos europeos hubieran podido quizás atisbar un rayo de
sentido en vez de permanecer desconsolados mirándose los unos a los otros sin
saber qué hacer.
Pero no lo hicieron.
Y la locura de la inversión se volvió a
apropiar del mundo de mano de los “neos” que prometían un nuevo hombre y una
nueva generación surgida de las cenizas de las anteriores.
¿Last Generation? ¡No me hagan reír! Ese rótulo
era más un slogan de lucha en forma de advertencia que una auténtica
convicción. Era más la consigna de un movimiento que basaba sus acciones en la crítica
y en las protestas, en vez de en la construcción; más en el causar sentimiento
de culpa en aquellos que los amaban sinceramente, que en exigirse a sí mismos.
La neo ilustración traicionó a la
Ilustración.
El neo romanticismo traicionó al romanticismo
Los “neo”, poco importa si europeos o infiltrados,
han dado por supuesto que la ilustración es sinónimo de razón fría y sin
corazón, razón técnica, práctica y pragmática. Por consiguiente, han decidido
que se hace imprescindiblemente necesario introducir en su lugar las emociones
y las pasiones desatadas, sin considerar siquiera que el término “pasión” es sinónimo de
“dolor”. Eso justamente es lo que significa la Pasión de Cristo. Tampoco en Alemania se suele atender al hecho de
que “Leidenschaft” entraña el concepto “Leiden” y no únicamente
la grafía. Nada de conocimiento, nada de reflexión, nada de diálogo. Curiosamente
los presupuestos de este “neo romanticismo” entrañan un sentimentalismo
agresivo y vacío de contenido que hiere con especial furor a los extremadamente
sensibles. La reflexión es calificada como frialdad; al juicio reposado se le
tacha de “lentitud de juicio”. La empatía significa mostrar comprensión por
cualquier lánguida historia dramatizada para la lágrima fácil. En un panorama
así, la rapidez, el punto por el punto, la frase slogan han sido los conceptos que
han dirigido todo el edificio social; el utilitarismo, sinónimo de beneficioso
pragmatismo, ha de ir acompañado del éxito de lo nuevo o es simple “recyclin”. Consumismo
y Bien social son términos sinónimos. Durante las pasadas décadas resultaba
indiferente qué se consumiera. El consumidor contribuía con su consumo a engrandecer
a su sociedad. Los hijos de semejante pensamiento no se han convertido en
lectores, ni tan siquiera en “neo lectores”, sino en “neo vendedores”; o sea: “los
influencers”. Las contradicciones no han dejado de aparecer en un escenario en
el que por un lado se apaleaba a la razón, por fría y desalmada, al tiempo que
se extendía la letanía-mantra que incesante repetía que el progreso eran la
técnica y el crecimiento empresarial y esto había que hacerlo “sin ataduras y
con pasión”. Las brujas como yo hemos sido acribilladas sin piedad, por frías y
rebeldes. Nada nuevo bajo el sol, ya digo. La religión se estudia como
superstición institucionalizada, pero, curiosamente, se ha exigido que los
mitos exóticos sean creídos y aceptados tal y como han sido relatado porque las
civilizaciones exóticas, se nos ha dicho y se nos ha repetido, son incapaces de
introducir la mentira en sus mitos. “Es la historia oficial la que nos engaña y,
por eso, es preciso reescribir la historia oficialmente transmitida por los
libros de texto”, se nos ha dicho. Definan ustedes “mitos de pasadas y lejanas
civilizaciones”. Según esas neo narraciones los arqueólogos han obviado la
verdadera realidad de dichos lugares y momentos. Dichos neo narradores no han
dudado en presentarse como los auténticos conocedores y se han investido así
mismos con la tarea y el poder de mostrar, de desvelar, el “verdadero rostro”
de un rostro ocultado por la incompetencia, desconocimiento e incluso deseado encubrimiento
de la arqueología que ha pasado a ser denominada “arqueología oficial”, donde
el término “oficial”, pueden ustedes imaginarse, ha adquirido un sentido peyorativo
por considerar que oculta el “verdadero rostro” del asunto.
La realidad real es que esos neo narradores pocas
veces han descrito de manera objetiva los mitos de las civilizaciones exóticas
los mitos de las civilizaciones exóticas ¡¿cómo iban a poder si la mayoría de esos
neo narradores carecía de cualquier conocimiento básico sobre ellas?! La
realidad real es que sus relatos se basaban y se levantaban a partir de datos
reales y eran configurados según la imaginación de cada uno de esos neo narradores-constructores
siguiendo la consigna de: “crea mundos con tu mente”.
El problema: incluso la imaginación tiene un
límite. Al final el “nada nuevo bajo el sol” se convierte en “variaciones
sobre el mismo tema” o “repetición de una misma narración” que tiene
unas “líneas orientadoras” trazadas por determinados intereses con objetivos
comunes. Cada una de esas líneas
orientadoras busca convertirse en “la línea directriz”. Así fue como apareció el término “narrativa”.
La “narrativa” es la “línea directriz”, donde quedan recogidos los elementos
comunes de las otras crónicas a fin de tomar fuerza de expansión. Los aliados y
los seguidores se hicieron imprescindibles a fin de que esta “narrativa”
llegara a ser la neo historia finalmente revelada y desvelada. Así fue,
igualmente, como se vislumbró la necesidad de colectividades como salvadoras
del mundo y de la salud mental del individuo.
Mi asombro no conocía limites: ¿Tan pronto habían quedado
sumergidas en el olvido el desastre que las colectividades del siglo XX habían
causado? ¿Tan rápido se ignoraba la destrucción que los totalitarismos habían
originado? ¿Tan fácil era suprimir la correlación, casi sinónimo, existente
entre totalitarismo y colectividades?
Hete aquí que siguiendo esa dinámica de inversión,
las colectividades se presentaban como adalides liberadores de la opresión en
sociedades que, ironía de ironías, se caracterizaban por la libertad.
Terribles confrontaciones entre colectividades de
diferente tendencia. Feroces enfrentamientos carentes de cualquier atisbo de la
deseada “empatía” en el interior de cada una de dichas colectividades. De
frialdad en estos combates no ha habido nada. Del “amor” cósmico, colectivo, expuesto
como mantra-letanía mística-mítica mucho menos. Ha habido vibraciones,
tonalidades, mantras y letanías. Ha habido sermones que combinaban la exigencia
de que el individuo matara el ego, el suyo, no el del gurú de turno, con la
premisa de que cada uno de nosotros éramos dioses. ¿Contradicción de necias
para necios? Ya no sé ni qué pensar. ¿Qué es “ego”? ¿por qué hay que matar el “ego”
y no el “egoísmo”? ¿Por qué esta abreviatura en una frase tan terrible que introduce
un verbo atroz como es el de “matar”, cuando se está hablando de amor, y además de amor cósmico? El “egoísmo”
es el “yo” que no puede salir de sí mismo. El “ego” en cambio es la “conciencia
de uno mismo”. Justamente ese es el motivo que lleva a Dios a crear: la
superación de ese egoísmo implica una conciencia que sale de sí misma y esto es
una conciencia creadora.
¿De dónde vienen tanto lenguaje que huele a secta,
a construcciones ilógicas, a irreverencias a la sensatez revestidos con teorías
cósmicas de dudoso sentido y apoyadas por prácticas mercantiles que saben a
aquella sopa que Mafalda, la hija de Quino, chica inteligente donde las haya,
de ninguna manera quería tomarse?
Porque díganme ustedes: ¿Qué es un dios sin ego? ¿Qué
es un dios sin conciencia de sí mismo? Un dios no creador. Un dios sin
conciencia y si no tiene conciencia no tiene voluntad y si no tiene voluntad no
puede crear. ¿qué es entonces ese dios sin ego?
Pero el intento de desenmascarar a aquellos que declaraban
estar desvelando no solamente a Isis, sino a la historia oficial, a la religión
oficial, a la ciencia, a la familia, al amor de los cónyuges, al amor de los
padres a los hijos y de los hijos a los padres, del individuo mismo, ha sido un
intento fallido. Resulta imposible desenmascarar al que se inviste con el rango
de “aquel que desvela el verdadero rostro, la verdadera verdad”.
Las colectividades han seguido invirtiendo y
transformando la sociedad a través del lenguaje. Las colectividades han dejado
de llamarse “colectividades” para pasar a denominarse “familia” en un tono que
recuerda a aquel de las sectas de los años sesenta del s.XX. Familias, sí, pero ocupadas
en los menesteres que requería el siempre complejo “Juegos de tronos”
que se practica en los páramos siempre laberínticos y desconocidos de una mente
regida, recordémoslo, por la consigna “crea mundos con tu mente”.
En esa frase y en dichos páramos es donde se
encuentra en que se convierte el dios que ha matado a su ego. Ese dios, ya lo
hemos dicho, no puede crear fuera de él mismo puesto que ha matado a su “ego”,
pero puesto que es un dios puede “crear mundos con su mente”. El problema es cómo
se impone “un mundo” sobre “otro mundo”, cuando la inflación de dioses sin ego
implica una inflación de mundos creados con las mentes.
Para facilitar la victoria, los contrincantes no han
dudado en introducir como estrategia nuevos términos en las batallas. Aquellos
páramos ya de por sí intransitables, se han visto inundados por seres tóxicos, narcisistas,
sociópatas y psicópatas. La perversidad de la estrategia es que cualquiera puede
serlo. Basta con ser escogido por uno de los aspirantes a trono y señalado por
todos los demás vasallos. Pertenecer a una colectividad se ha convertido así en
un modo de ataque, tanto como una forma de protección. Al que permanece fuera
sólo le ha quedado una posibilidad de salvación: el atender a cada una de las
exigencias de aquellas colectividades. Ser acribillado en las redes sociales supone
ser acribillado en la vida social real. Las difamaciones se han convertido en
un veneno sumamente eficaz. En general se cree en función de posición y de
rangos en la sociedad. Al que goza de simpatías se le cree antes que al que
permanece al margen de la comunidad. En un tiempo de inversiones el anti héroe goza
de más credibilidad que el héroe, porque, sencillamente, goza de más afecto y
empatía entre las colectividades. Por más que el denunciado, que es la verdadera
víctima en muchas ocasiones, haya sido rehabilitado, se trata de una
“rehabilitación oficial” que, como ya hemos visto, dista mucho de una auténtica,
por aquello de que su “verdadero rostro” ya había sido desvelado y la
rehabilitación es concedida por “intereses oficiales”.
Si dichas estrategias se han mostrado sumamente en
lo que a la arqueología y a la vida privada concernía, por fuerza había de ser
igualmente eficientes en el mundo laboral. El ingente número de personas que debieron
abandonar sus puestos de trabajo por difamaciones y constantes tropelías fue in
crescendo a lo largo de las décadas pasadas. No cabe duda que muchas dictaduras,
tan preocupadas en la vigencia de la teoría oficial, la suya, no han dudado en
utilizar tales estrategias en el campo empresarial y económico, cuando se
trataba de que los inversores extranjeros se plegaran a sus exigencias - no por causa de los dirigentes políticos, que
ellos no decían nada – afirmaban las dictaduras - sino porque se había
lastimado la sensibilidad de los habitantes de esas dictaduras que eran, igual
que lo son el resto de los habitantes del planeta, consumidores sobre todo y
ante todo. La sensibilidad lastimada de esos habitantes-consumidores implicaba que
dejarían de adquirir los productos de dichas empresas, carentes de la empatía
necesaria. Las agencias de comunicación existentes en tales dictaduras se
convirtieron en “educadoras” de los empresarios que allí llegaban, y o bien les
impartían clases exprés, o bien les mostraban cómo resarcir el dolor a esos
habitantes-consumidores. Durante las últimas décadas las que han decidido el
éxito o el fracaso de un producto han sido las emociones de los consumidores. Lo
que siendo una verdad por todos conocidas se encubría es que estas emociones
eran dirigidas por determinadas agencias de comunicación, expertas en crear
huracanes tanto como en neutralizarlos.
Ese neo romanticismo ha obligado a correr en pos
de los sueños por aquello de “haz tus sueños realidad”. Ese slogan ha animado a
abandonar la familia, el trabajo, para ir – y eso es lo que le separa de la
doctrina cristiana – no detrás de convicciones profundas y espirituales, sino
de quimeras y fantasmagorías basadas en espiritualidades cósmicas sin dioses
que, al final se han revelado como eufemismos que significaban “ambiciones de
dinero y Poder”.
Cada cual tenía que seguir su destino. Es claro
que un dios sin ego no puede ser creador. Ese dios sin ego únicamente puede seguir a
alguien o algo. El “algo” se introduce como elemento directriz hasta que se
determine quién es el “alguien”. Ese “algo” ha sido la idea de “Destiny”. El
modo aberrante y nuevamente inflacionario en el que se estaba utilizando el término
“destino”, “Destiny”, me llevó a escribir desesperada un artículo en el que
conversaba con Parsifal, después de haberlo visto en sueños. No sé si lo
han leído. Da igual. “¿Destino? En un mundo sin Dios ¿dictado por quién?.” - me
he preguntado una y otra vez sin recibir por respuesta nada que no fueran
vaguedades.
Al final la consabida respuesta: Sigue tu destino,
sigue tus instintos, da igual lo que sigas porque no puedes ser creador excepto
de contenido, es decir, dentro de una plataforma que ya ha sido creada antes
que tu contenido y por tanto tu contenido no es creación sino agregación. “Pero
sal de tu zona de confort y sigue, ¡oh tú! ¡dios sin ego!, sigue tu destino, tus
sueños, tus instintos porque después de todo ¡oh tú! ¡dios sin ego!: “Sólo se
vive una vez.”
¿Es posible encontrar en esto un sentido? A mi me
ha resultado imposible.
Aquél era un neo romanticismo nacido del lugar
donde nacen todos los romanticismos: en el Reino del No-Ser. Por eso los
romanticismos, viejos o nuevos, llevan en sí el componente de la tristeza y de
la muerte, tanto como el germen de la revolución, de la insatisfacción, de la
protesta, de la cultura decadente que se sabe incapaz de seguir construyendo y
ve en la muerte la misma belleza que se ve en una rosa marchita. No me extraña que en esta época hayan
florecido tanto y con tanta fuerza la figura del vampiro. No por tóxico, sino
porque representa la muerte en vida a la que tantos románticos y neo románticos
se ven abocados cuando corren detrás de fantasmagorías pensando que son sueños
y que son, además, sueños colectivos. Al final aparece el verdadero rostro de
tanta insensatez: un mundo de zombis con bellos rostros modelados por cirujanos
estéticos. ¿Pero quién se preocupa del verdadero rostro cuando hay tanta
inflación de “verdaderos rostros” que aunque no sean “verdaderos”, y justamente
por no ser “verdaderos”, resultan más divertidos por aquello del morbo?
Realmente, aquel mundo era lo menos ilustrado era
lo menos ilustrado y lo menos romántico que se podía concebir. Una neo
ilustración que traicionaba a la verdadera ilustración y un neo romanticismo
que traicionaba al verdadero romanticismo. Ambos neos empeñados en separar
entre civilizaciones sinceras y civilizaciones corruptas. Si esos desesperados
europeos hubieran leído los Discursi de Maquiavelo, en vez
de concentrarse en su simplón y panfletario “El Príncipe” escrito
expresamente para que los Medici le permitieran regresar a la escena pública,
esos mismos desesperados europeos habrían sabido que, si hay algo universal en
la humanidad, eso, justamente, son las pasiones, - que corrompen -, y la
estupidez, - que impide corregir la corrupción. ¡Acabáramos!
Como nada de esto sucedió, la “neo ilustración”
pudo ser “neo” pero no, en cambio, “ilustración”.
Esa neo ilustración fue una ilustración que, debilitada
por el sentimiento de culpa que los neo románticos le infligieron, permitió que
sus críticos le definieran y aceptó su definición tanto como su defenestración.
Fue una ilustración que, al igual que otros muchos inocentes, permitió que la
llevaran al cadalso estando libre de culpa. Como también escribí en uno de mis
artículos “Contrapunto V”, del Libro de la Semana: la técnica es un instrumento
ciego al servicio de cualquiera que lo posea. Es por este motivo por el que en
la Filosofía hermética una y otra vez se recuerda que la moral es universal,
pero el conocimiento ha de quedar reservado a unos pocos. Es por este motivo,
también, por lo que históricamente se ha diferenciado entre iniciado y maestro,
y ni siquiera tal división impide que el mal entre en la fortaleza del
verdadero saber y abuse de sus posibilidades.
La neo ilustración se ha caracterizado por
destrozar la sociedad para en su lugar erigir un sistema. Ha creído ser el
defensor de la mujer, cuando en realidad ha sido el que ha creado un nuevo tipo
de mujer que ha de trabajar en el sistema hasta convertirse en un simple útero
de procreación que pare, pero no educa. La
neo ilustración ha dejado la sabiduría a la intemperie, como las ruinas de esas
catedrales en las que únicamente se escucha aullar al viento que clama al cielo
por los llantos desconsolados que entre los muros derraman aquellos fantasmas
que una vez asistieron a contemplar la piedra filosofal que cada catedral es:
materia que alberga el espíritu.
La neo ilustración debilitada y creyendo a sus
críticos se ha reducido, en efecto, a ser aquello que sus críticos perseguían
que fuera: mero instrumento de sus fiebres de dinero y de poder. Esos críticos
sueñan con un salto en la evolución del hombre. Esos mismos críticos afirman
que eso es posible porque el hombre es simplemente un animal evolucionado. Pero
díganme: ¿qué es un animal altamente evolucionado? Mente, super mente. Muy
bien. ¿Pero qué tipo de mente? Tenga o no tenga una conciencia desarrollada,
con esa conciencia el animal altamente evolucionado evolucionará igualmente sus
instintos animales, - o no será animal. ¿Y qué es un animal con una conciencia
altamente evolucionada con instintos animales igualmente altamente
evolucionados? Pues eso.
Y si ese animal altamente evolucionado es
despojado de sus instintos animales o, al menos, de la mayoría ¿qué será ese
animal altamente evolucionado? ¿Cordero con una super conciencia? ¿Super
conciencia para qué? ¿Para construir un super corral? Créanme: cuando alguien
les hable de la próxima aparición de ese animal altamente evolucionado con una
super conciencia despojada de sus instintos animales o, al menos, reducidos al
máximo, no piensen en una sociedad-sistema armónica y altamente evolucionada.
Mejor pregúntense dónde están los lobos, los tiranosaurios y demás especímenes
“encargados” de restablecer el equilibrio del ecosistema. Ustedes serían los
alces de Yellowstone. Alces en Yellowstone, en Europa somos
simples corderos.
Pero nadie lo ha preguntado y todos los neo ilustrados andan muy ocupados y preocupados por los costes de la técnica, por los territorios desconocidos de la técnica, y qué sé yo. Por el Espíritu nadie pregunta. Algunos quieren restablecer a Dios y a “la palabra de Dios” que es, en realidad, “su" palabra de Dios.
¿Pero cómo es posible volver a Dios careciendo del Espíritu? ¿Por qué creen ustedes que he estado durante todos estos años buscando el Espíritu dormido en un mundo en el que se confundía “Espíritu verdadero” con los monstruos de Lovecraft?
La neo izquierda traicionó a la izquierda
tradicional.
Si la izquierda tradicional no se hubiera dejado
arrollar por una izquierda que olía a corrupción todo hubiera recuperado su
acostumbrado cauce y las injusticias de los poderosos habrían podido ser
denunciadas, al menos eso, por la siempre sedienta de justicia y equidad
izquierda, acostumbrada a ser tildada de “revolucionaria” cuando, de costumbre,
sólo exige reformas que introduzcan el mérito y no el nepotismo; igual que se
llama “celoso” al hermano que es tratado de forma parcial e indebida por los
padres y que lo único que pide es que se reconozca su buen hacer y su buen ser.
La nueva izquierda fue engendrada por la
corrupción y nació desde la corrupción: corrupción por caviar, boutique de la
“beautiful people” y “vive la vida”; corrupción por ese desprecio de la
importancia que el conocimiento y la formación poseen para las clases
trabajadoras; corrupción por cantar canciones de la guerra civil que
despertaron viejas heridas, al tiempo que despreciaban los antiguos valores y
virtudes de la izquierda ilustrada y liberal por considerarlas antiguallas
dignas de museos. La neo izquierda ha abrazado nuevas ideas, que no ideales. Ni
siquiera ideales. El término “ideales” salido de las bocas de la nueva
izquierda recordaba al mito de Dédalo y de Ícaro. Como “Icaro”,
no como “Dédalo”, se entiende. Si al menos alguno de ellos hubiera reflexionado
acerca del sentido del final de este mito. Pero no lo ha hecho ninguno de
ellos. Es una neo izquierda perdida en egolatría, en avivar el resentimiento en
vez de incentivar el deseo de justicia, equidad, virtud y conocimiento. La neo
izquierda se ha enrocado en un “aquí y ahora” que ha terminado por convertirse en
un rosario de puntos incomunicados, incomunicables. ¿Comunismo? ¿Qué comunismo?
¡No me hagan reír! ¿Quién de los neo izquierdistas quiere el comunismo cuando
ni siquiera han leído la obra de Marx? A lo más a lo que han llegado ha
sido a hojear el breve “Manifiesto comunista”. ¿El comunismo de Stalin?
¡Pero si hasta el mismísimo Putin lo dijo: “¡Qué régimen!”, sentenció Putin
al principio de los tiempos, cuando sus oyentes eran tan jóvenes como lo era él
y todos recordaban que, en regímenes como aquel, como el de Stalin, los bellos
jardines del palacio son rociados por el vino, mientras que el pueblo riega los
jardines con su sangre.
¿De verdad creen que el comunismo de Marx
interesa a la neo izquierda? ¿De verdad creen que el comunismo de Stalin asusta
a esa “beautiful people” “caviar people” “savoir vivre” neo izquierda postmoderna
para exigir que no vuelva a repetirse, cuando ni siquiera lo recuerdan?
La neo izquierda se unió al neo romanticismo, a la
cultura de la protesta y de los colectivismos destructores abandonando a la
ilustración que había sido siempre su soporte. La revolución de Voltaire
fue ilustrada y de izquierdas, por eso se llevó siempre tan mal con Rousseau,
que fingía ser de izquierdas mientras le echaba la culpa de todos los males a
los otros, con lo cual no tenía problemas en escribir el “Emilio” al tiempo que
en su condición de padre se sumía en los lares del Reino del No-Ser. La
revolución de Kant fue ilustrada y por eso gritó aquello de “Sapere
Aude”, que era un grito de guerra de izquierdas porque era universal, sin
distinción de género ni de raza. Era el grito de asalto de las bibliotecas. La Revolución
Francesa, en cambio, era romántica; por romántica ajena al conocimiento y
por ajena al conocimiento, ajena a la izquierda. Esto es, seguramente, la que
el siempre ilustrado Goethe le reprochó a esa revolución que escondía
invasión y muerte a todos aquellos que no se unieran a ellos.
Los movimientos colectivos nunca han sido plato de
gusto de los genios.
Es comprensible.
Esta neo izquierda es arrogante e insolente; aspira
a detentar el Poder de la técnica, convencida de que tiene la razón a pesar de
carecer de los conocimientos. Y es aquí, aquí y no en otro sitio, dónde aparece
la guerra entre colectivos de la neo izquierda y los colectivos de la extrema derecha.
Derecha sin “neo”. Los colectivos de la derecha no pueden ser neo porque sus
prerrogativas son siempre las mismas: el Poder por el Poder mismo porque ellos,
dice la extrema derecha, son el Poder y lo son por tiranosaurios. Esa neo
izquierda se ha querido batir con la extrema derecha usando sus mismas armas y
por eso, lo único que han conseguido, los muy necios ha sido – además de
despertar al nunca absolutamente dormido dragón de la extrema derecha –
conseguir que cualquier distinción entre “extrema izquierda/extrema derecha”
sea baladí y absurda. Los dos bandos quieren lo mismo y para ello utilizan los
mismos argumentos, las mismas estrategias, la misma táctica.
Intenté, intenté explicarlo cuando hablé una y
otra vez de Heráclito y de que el mismo Logos es, en efecto, el mismo
arriba que abajo porque el Logos es siempre el mismo; pero la dirección, en
cambio no.
Cuando Heráclito el mago hubo apagado la luz de su faro apelé a las aporías de Zenón.
Intenté que se comprendiera que a
Zenón no se le vence con la teoría matemática del cálculo infinitesimal sino
son la teoría de las dos naturalezas de Jesús. El Ser sólo puede vencer
al No-Ser aceptando que el Ser, igual que Jesús, posee dos naturalezas
inmutables, indivisibles, imposible de ser unidas: la naturaleza divina y la
humana. Es justamente esto lo que permite que el Ser pueda sobrevivir al Reino
del No-Ser que es la consecuencia lógica del pensamiento de Zenón, nos guste o
no.
Compréndanme: el pensamiento de Jesús procede del
pensamiento de los esenios y éste, a su vez, está imbuido de pensamiento
helénico y, por fuerza, de la sabiduría del antiguo Egipto, que es la que habla
de las dos naturalezas del hombre: el Ba y el Ka. Por fuerza es necesario que
supieran de la existencia y de las características de las dos naturalezas: la divina,
como perteneciente al cosmos, y la humana, entendida como individualidad, (al
tiempo que comprendían la unidad de las dos naturalezas del ser humano:
cuerpo/alma). En este tipo de filosofía las virtudes al hombre son lo mismo que
la técnica a la razón. Ambas son instrumentos. Depende del espíritu que las
guíe así ayudan a ascender o a descender. ¿De qué sirve una virtud sin
espíritu? – es la pregunta constante de Jesús; de ahí su rebeldía a respetar el
sábado, y su desprecio a esos hipócritas que fingen bondad cuando por detrás,
cuando nadie les ve, y sin levantar la voz, destrozan a todo su alrededor.
Jesús es el hombre/dios que grita, pero no en el desierto, sino en el ágora y
en el templo.
En mi vida he visto una izquierda menos
revolucionaria, menos idealista, menos inteligente, que esta neo izquierda que
se comporta como un niño glotón y caprichoso que quiere todo y lo quiere ya sin
atender a razones. ¿Qué ideología? ¿Qué ideales? Esta neo izquierda fue
engendrada por la extrema derecha, justo para que pasara lo que pasó: que sus
peticiones fueran tan descabelladas, tan irracionales, tan absurdas y, sobre
todo, tan perniciosas para la sociedad, que la extrema derecha pudiera hacer su
“mise-en-scène” como aquella salvadora que ha de activar una legión de
leucocitos para preservar el orden, la seguridad y qué sé yo qué más.
¿Por qué es perniciosa esta neo izquierda
engendrada por esa extrema derecha que predica el orden eterno e inmutable, o
sea, el suyo? Imaginen ustedes una sociedad en la que la izquierda lejos de
exigir más conocimientos, pide aprobado general para los escolares y en vez de
pedir más tarea y tarea de calidad, exige su desaparición; en el que la
izquierda, lejos de interesarse por la formación intelectual y profesional de
las clases más necesitadas, se preocupan por la construcción de parques de ocio
y recreación, al estilo de la isla de los asnos de Pinocho. Una izquierda en la
que los líderes, ellos mismos académicos, abren tabernas, olvidando obras de
teatro como la de “Herr Puntila und sein Knecht Matti” en la que un Brecht,
el mismo Brecht que en su juventud había escrito Baal, ya había recapacitado y
comprendido que sólo los medios hombres necesitaban del alcohol y situaba aquí
el antagonismo entre el burgués, que precisaba de su consumo, del trabajador,
que justo por no beber demostraba que era un hombre entero.
En fin..
La neo mujer traicionó a la mujer.
Grité que la ilustración se había traicionado a sí
misma; proclamé que la izquierda se había traicionado a sí misma y me revolví
contra la traición de la mujer a sí misma. De tal manera que yo, que había
leído a Virginia Woolf y había estado de acuerdo con ella en el hecho de
que una mujer que gana su propio dinero es una mujer que ha ganado la
independencia económica y, con ello, también su libertad. Es verdad que las
mujeres han debido superar más escollos que los hombres entre otras cosas
porque a la reivindicación del justo salario que, todo sea dicho, comparte con
los hombres, la mujer ha debido añadir la petición de la igualdad de salarios
sin distinción de género de sexo. En cualquier caso, aceptemos igualmente que ganar
dinero para sobrevivir es necesario poco importa que se sea hombre que mujer. Lo
importante es que existan leyes que permitan que la mujer pueda dedicarse a los
negocios, y no sólo a servir a los señores y señoras de este mundo, el
anterior, y el siguiente, amén de la posibilidad de acceder a los conocimientos
y estudios necesarios para desarrollarse como persona. Junto a esta demanda,
nace una tercera cuestión que dirimir: la de permitir que la mujer viva sola,
viva como quiera y con quien le dé la gana.
Estos puntos, y no otra cosa, es por lo que la
Ilustración, la izquierda tradicional y la mujer han estado luchando como
fieras desde que el mundo es mundo, cada vez que las condiciones han permitido
la lucha; y cuando no la han permitido, entonces la ilustración, la izquierda
tradicional y la mujer han debido de idear nuevas estratagemas. Las famosas “estratagemas
de la mujer”, que en absoluto pertenecen únicamente a la mujer. Es cierto que si la mujer quiere sobrevivir
ha de introducir la lucha psicológica, manipulación, difamación y similares y
es cierto que tales argucias son propias de magas y hechiceras, pero no sólo de
magas y de hechiceras. También los brujos, aspirantes al trono varios, y
diversos tipos de sátiros son duchos en tales artimañas.
Es verdad que en muchos casos esa deformada fuerza
mental de la mujer a causa del esfuerzo y de las energías que la supervivencia
consume, ha sido utilizada para conquistar a un fuerte varón, que fortalezca su
estirpe, - la femenina, se entiende. Pero ustedes quedarían sorprendidos si
supieran cuántas mujeres a lo largo de la Historia han utilizado, igualmente,
esa fuerza mental deformada para llegar al conocimiento a base de convertirse
en profetisas, sacerdotisas, estudiosas de los libros sagrado - porque todo
conocimiento es sagrado -, al tiempo que se hacían con la información necesaria
para vaticinar subidas y bajadas de los ilustres, ambiciosos y peligrosos hombres
que las rodeaban. Todas esas mujeres han
construido y destruido imperios a la sombra de esos hombres sin que se
recuerden sus nombres más que de forma muy somera.
¿Las brujas? ¡Venga ya! Lo más parecido a una
bruja en la Antigüedad era una pitonisa o pitia. Según Wikipedia, lo primero
que se exigía a la pitia es lo único que se exigía en aquella época a una mujer
y esto no eran precisamente conocimientos sino virginidad. Como suele suceder
una de ellas fue raptada y violada por un ciudadano de Tesalia. Ello determinó
que ninguna Pitia pudiera ser menor de cincuenta años, aunque con la
obligación de seguir vistiendo como una doncella. Eso dice la Wikipedia
española en la página dedicada al “Oráculo de Delfos”. Aquí debo hacer
un inciso para aclarar un par de asuntos. Como les expliqué no hace mucho, los
cincuenta años es la edad en la que una mujer ha descubierto si es, o no es, bruja. Por
otra parte, las brujas justamente por el papel que les está encomendado hacer -
el de soportar las energías negativas de sus congéneres- están provistas de
cuerpos y mentes lo suficientemente fuertes para soportar cualquier tipo de
presión: gases, soledad, cavernas y catervas. Ustedes ya me entienden.
Hete aquí, sin embargo, que a la traición de la
Ilustración y de la izquierda tradicionales se unió la traición de la mujer
hacia sí misma. Publiqué mi comentario a “Las cartas persas”, de Montesquieu.
En mi más honesta opinión el camino por el que la neo mujer estaba caminando no
era el de la libertad, sino el de una absoluta falta de respeto a sí mismo
camuflada bajo libertinaje sexual, que dista mucho de ser sinónimo de libertad
sexual. En definitiva: la mujer estaba yendo por el mismo el carril por el que
deambulaban los “medio hombres”, de Brecht. Clamé que mi apelación a la
virtud era mi grito de guerra para mantener nuestra dignidad. Yo, más que
nadie, me oponía a volver al harén o al convento, o a caer presa de la tutela
de padres, hermanos y maridos – tras los cuales se esconden muchas veces diversas
especies de mujeres como madres narcisistas, suegras frustradas, cuñadas
envidiosas y yo qué sé qué más, que son las que ejercen su Poder en la sombra.
Y ¡qué Poder! y ¡qué sombras sombrías!, cabría exclamar. Mi impresión es que se
alcanzaban niveles en los que el concepto “mujer” estaba asesinado al de
“persona” entre otras cosas porque esa neo mujer estaba restringiendo el significado
del término “mujer” a la de ser un objeto sexualizado que durante una
determinada fase de la vida, la de la juventud, únicamente había de prestar
atención a su ombligo y a su bolsillo. La “chica famosa” desbancó a la “buena
chica”. La “chica influencer” a la “chica estudiosa”. Y todo esto al tiempo que se invitaba a las
chicas a cursar estudios de ciencias, en vez de dedicarse a las acostumbradas
humanidades que no tenían ni presente ni futuro. A esa joven neo mujer, por neo
y por joven inexperta, se le pretendía dar el Poder para que lo detentara sin
los necesarios conocimientos humanos para ejercerlo, pero lo suficientemente
preparada para el sistema dirigido a derrocar la existencia de la sociedad.
Traición de las abuelas a su obligación de
sostenimiento a las hijas casadas y con niños pequeños .
“Yo ya he criado a mis hijos, ahora te toca a ti”
– iban diciendo esas neo abuelas. Como si la generación de esas neo abuelas que
con tanta arrogancia vacía osaban hablar no hubiera usado y abusado de la ayuda
de sus mayores a los que no habían dudado en cobrarles su pensión o, en su
defecto, ingresarlos en la consabida residencia para viejos yéndoles a visitar,
como mucho, una vez a la semana: los Domingos.
Aplausos.
Las neo abuelas no querían ser abuelas. Las neo abuelas
no tenían ningún problema en ayudar a las vecinas en el cuidado de sus hijos si
eso les daba relevancia social, pero tenían la impresión de que cuidar a sus
propios nietos las avejentaba y ellas querían ser “for ever young”. Hasta ese
momento la manera más eficiente de conseguirlo había consistido en mantener a
sus hijos en la adolescencia el máximo tiempo posible. Hete aquí, sin embargo,
que sus hijas las convertían en abuelas sin las neo abuelas querer desearlo.
Hete aquí que sus hijas trabajaban, pero ellas no querían ayudar a sus hijas
porque eso las hubiera convertido en sirvientas de sus propias hijas, lo cual era
algo tan trivial que no era aplaudido por nadie. Los viajes que el Inserso
ofrecía eran mucho más divertidos.
Este deseo fue reforzado por las nuevas tendencias
psico-pedagógicas de las revistas especializadas que despojaron a la generación
de las neo abuelas de la tarea que les correspondía: la de conceder el
correspondiente relevo con la carga de conocimientos acumulados por su propia
experiencia - igual que entrega el maestro las enseñanzas de su estudio y
experiencia a sus alumnos - a las generaciones siguientes.
Todavía recuerdo aquella época en la que los
artículos de revistas de gran repercusión social propugnaban no hacer caso a
las abuelas en lo referente al cuidado de los infantes. ¿A quién entonces? Cualquiera reconoce la autoridad de la
pediatra. Lo que resulta inapropiado es seguir determinadas líneas neo
psicológicas que, sin atender al carácter del bebé están adoctrinando a los
padres a cómo ha de educarlo desde la cuna, en temas tan privados como es el
sueño y el lugar. Los neo psicólogos propugnaban una habitación para el nuevo
recién nacido y dejarlo llorar hasta que se durmiera. Entre nosotros ¿Alguien
quiere decirme por qué un recién nacido necesita una habitación para él solo
cuando a) muchos bebés prefieren dormir cerca de sus padres porque su
respiración les tranquiliza y b) somos animales mamíferos y como animales
mamíferos que somos, necesitamos el calor de nuestros padres? ¿Quiere alguien
explicarme por qué hay que dejar llorar a un bebé hasta que se duerma cuando lo
que necesita es el calor de su madre?
Lejos de sentirse relegados, las neo abuelas
saltaban de alegría, mientras las madres primerizas sufrían desconsoladas ante
la falta de conocimientos como Gretchen en el bosque sujetando con sus brazos a
una nueva criaturita mientras se sienta en una pila de revistas expertas en neo
-maternidad caracterizada por: dar pecho al recién nacido a demanda al tiempo
que se le obliga a dormir en una habitación distinta de los padres dejando que
llore hasta que se duerma. ¡Dios!
La recompensa que recibió la generación de esas
jóvenes neo abuelas destinada a paliar la tropelía que suponía invalidar la
transmisión de sus conocimientos,– cuando se encontraban en los albores de los
cincuenta años y sabían de la vida,
mientras sus hijas, que se encontraban en la treintena, sólo sabían de libros y
Peter pan (s)- consistió en concederles
un Poder que, lejos de descansar en su buen hacer, recurría al apoyo de
acciones tan legendarias como falsas, según la cual esas neo abuelitas y neo abuelitos
merecían la absoluta atención por haber sido ellos los que construyeron una
España basada en la resistencia al franquismo y la preparación para la
democracia. Interesante percepción. Fue de este modo como las neo abuelitas y
los neo abuelitos, se convirtieron en espejos reflejos de las monarquías
parlamentarias de Europa: los neo abuelos y neo abuelas reinaban, pero no
gobernaban. Los neo abuelos y neo abuelas podían presentarse y mostrarse como
quisieran. El aparecer era más importante que el ser porque el aparecer era,
nuevamente, la revelación del verdadero rostro, oculto hasta ese momento. No el
“ser” era la verdad sino el “aparecer”.
Casualidad de casualidades, ironía de ironía, lo
que se dijera de ellos era fundamental en la neo historia. Pero, y he aquí lo
divertido, eso es lo que había sido fundamental a lo largo de la historia. Lo
que alguien pareciera eso era lo que se era. De ahí la fuerza de la difamación.
¿Algo nuevo bajo el sol? ¿Digo nuevamente aquello de ¡Zenón! ¡Zenón!?
Así pues, las neo abuelas y los neo abuelos se
dedicaron a hacer lo que les placía, sin ningún deber de responsabilidad porque
la responsabilidad quedaba oculta por la fachada y la fachada era cubierta por
grandes, inmensos carteles publicitarios, que es lo único que el ojo captaba y
por tanto, lo único existente, que justificaba cualquiera de sus
incomprensibles actos apoyándose en su pasado glorioso que había requerido de
grandes sufrimientos e innumerables esfuerzos. La neo arqueología fantástica
alcanzó a la generación nacida en España en los 30 y 40 que, por edad no habían
participado en la guerra, y que disfrutaron de pleno empleo en la sociedad
franquista en la que los intentos revolucionarios fueron pocos y dispersos,
entre otras cosas porque casas donde viven ocho, diez y doce criaturas no
admiten muchos planes de atentar contra los gobiernos.
En eso quedaron convertidos los neo abuelitos y
las neo abuelitas de España. En eso han quedado, también, las monarquías
europeas. En vez de mostrar su capacidad para sobrevivir a las intrigas y
guerras internas tanto como a los embates del exterior, las casas reales, igual
que las neo abuelitas, han limitado y restringido su capacidad de lucha al
ámbito familiar y a los líos de faldas de los unos y a los de pantalones, de
las otras. ¡Por Dios! Mejor hubiera sido que pensaran que fueron rencillas en
el seno de la familia de reyes godos lo que les permitió a los musulmanes la invasión
de la Península. Más inteligente sería que hubieran comprendido que ni los líos
de Luis XIV con Madame Pompidou le asignaron el calificativo de Rey
Sol ni María Antonieta causó la decapitación de Luis XVI.
Tampoco hay que atribuir a las amantes de los reyes españoles la autoría de su
expulsión de España. Es la responsabilidad o la falta de ella ante su cargo lo que
a los reyes les concede el esplendor o la tumba. Luis XIV dilapidó grandes
sumas de dinero en guerras y en Versalles – Si las deudas de semejante
despilfarro determinaron que un par de generaciones más tarde sus herederos
perdieran sus cabezas en la guillotina -, las mejoras que introdujo en la
infraestructura y la iluminación de París, - salvaron la suya.
La neo mujer no sabe cómo ejercer el Poder que
tiene, porque las neo abuelas-reinas lo han detentado contra ellas, contra sus
propias hijas, de manera tiránica, absolutista y vacío de contenido. Lo único
que han entregado esas neo abuelas a las generaciones siguientes ha sido el
consabido de: “porque yo lo mando y lo mando porque es mi real gana y mi
real gana no tiene que dar cuenta de nada a nadie. Y si alguien no sigue mi
real gana se le expulsa del reino, se le condena al destierro y a perder su
nombre, su fama y su herencia.” El tema de la herencia especialmente ha
sido un motivo de amenaza constante a aquellas hijas e hijos que no se avenían
a sus órdenes, deseos, caprichos y ocurrencias.
A aquellas neo abuelas no les tembló ni la mano ni
el corazón a la hora de difamar a sus hijas e incluso a sus yernos obsesionadas
como estaban con el deseo de poder que los medios de comunicación refrendaban
como justo. Deseo de poder, no obstante, que camuflaba un oscuro sentimiento:
el de la irrefrenable envidia que sentían por la juventud, por los éxitos y
sociales, por esa independencia económica de la que gozaban sus hijas y que les
permitía rescindir del marido del que ellas habían tenido que depender. ¡Pobre
de aquella hija que decidiera quedarse en casa a cuidar de sus retoños al modo
tradicional quedándose en casa! Las neo abuelas veían con horror cómo su brillo
social menguaba por lo que la hija era desprovista de ayuda tanto como descendía
de rango en el grupo social que es la familia.
Las neo abuelas convertidas en reinas con Poder
que reinan sin gobernar. O sea, sin responsabilidad, aprendieron a valerse de
la prensa y de los medios de comunicación y de las apariencias, de eso que los
alemanes denominan “Scheinheiligkeit”, para asegurar el Poder. ¿La
responsabilidad del gobierno? ¡Oh! “Somos generosos”, decían con voces
inocentes, “No queremos nada para nosotros. Eso lo dejamos para las nuevas
generaciones.” – decían.
Con el paso del tiempo han comprendido que el
Poder sin gobierno debilita y les deja atrás a medida que la generación de sus
hijos e hijas construyen su propio patrimonio. Unos están convencidos de que lo
han conseguido con su ayuda y reclaman su parte; otros claman por la soledad en
el que han quedado y claman atención que, en el caso de esos neo abuelos
significa, servidumbre. Lo cual, no cabe duda, es hábilmente explotado por
muchos medios de comunicación.
¿Los grandes perdedores? Las buenas y buenos
abuelos que se desviven por sus hijos y nietos y los apoyan en cada momento y
en cada situación frente a los asaltos que sufren desde el exterior. Estos
abuelos y abuelas son criticados por servir a su familia, por considerar que
están perdiendo su vida.
La
traición de la mujer adulta a su papel de constructora de sociedades
La mujer reclamaba estudiar. Su reclamación era y
es justa.
La mujer reclamaba trabajar. Su reclamación era y
es justa.
La mujer reclamaba participar en la vida
empresarial, de las finanzas y de los negocios.
Su reclamación era y es justa.
La mujer reclamaba vivir cómo quisiera, sin
depender del consentimiento de padres, ni de hermanos, ni de la sociedad.
Su reclamación era y es justa.
¿Dónde está pues, en mi opinión, la grave traición
de la mujer a sí misma?
Zenón, Zenón. En renunciar a la posibilidad de
elegir, en aceptar el discurso del sistema. En dejarse explotar por ese sistema
y todo ello como siempre: por mimetismo.
La división entre mujer trabajadora y mujer ama de
casa, en donde la mujer trabajadora es la mujer libre y organizada que incluso puede
jactarse de ser “mala madre” sin perder la sonrisa y sin, por supuesto,
sentirse culpable mientras que se afirma que la mujer ama de casa es una mujer
vaga, que vive de su marido, que utiliza a sus hijos para poder seguir siendo
un parásito me parece una narrativa destructiva que hace imposible que las
mujeres puedan apoyarse realmente.
La primera traición de la mujer a sí misma ha sido
justamente la de aceptar como cierta esta división y esta narrativa. La segunda
ha consistido en la de consentir sin rechistar el dictado de los que quieren
introducirla en un sistema, impedir que críe a su hijo porque para eso están
las guarderías, los colegios con interminables actividades extraescolares, la
conciliación con padres que son doblemente rivales: por hombres y por
necesidades parecidas que resolver. ¿División de roles? Eso es una castración
para la mujer y para el hombre, asegura el sistema y la mujer recoge esta declaración
con aplausos
Así que las relaciones de hombre y mujer se
establecen bajo la siguiente premisa: “lo tuyo es tuyo y lo mío es mío” y así
cuando nos separamos – porque estadísticamente está escrito que nos vamos a
separar -no hay problemas- ¿Y lo nuestro? ¿Lo nuestro? ¿Te refieres a los
niños? Bueno: a partes iguales, o sea: custodia compartida, así el hombre tiene
todavía que pagar menos a las mujeres que, Zenón, Zenón, hoy como ayer, son
malas pécoras que quieren desplumar a los hombres e impedir su felicidad con
una segunda, tercera o cuarta familia. Familias a la que el neo hombre ama,
porque él tiene un gran corazón, siempre y cuando el amor sea gratis y sin
responsabilidades.
Aun en el caso en que las mujeres permanezcan
casadas, las mujeres son conscientes, o deberían serlo, de que van a tener que
enfrentarse a una doble jornada – la laboral y la del hogar- así como a la espada
de Damocles que es la separación – puesto que en caso de que esto se produzca una
mujer con hijos suele tener menos posibilidades para encontrar pareja además de
correr un mayor riesgo de pobreza.
Y Si: La espada de Damocles de la separación
también se balancea amenazadora sobre los matrimonios de las mujeres que
trabajan. Y sí, también en los mismos términos que hemos enumerado:
dificultades para encontrar una nueva pareja y un aumento de las carencias
económicas.
¿Creen ustedes que únicamente las mujeres que no
trabajan fuera de casa, que únicamente las mujeres que no son asalariadas de
empresas o asalariadas de sus clientes, están obligadas a hacer cuentas y
cábalas para mantener el matrimonio y remar en la corriente en medio de la
tormenta?
¡Ja!
¡Estos adalides del sistema que están convencidos
de que el ser humano sólo tiene una naturaleza – la animal - olvidan una y otra
vez la verdadera función de la mujer animal mamífero dentro de su especie
humana! La mujer no es pécora ni intrigante. Algunas seguro. ¡Pero por
personas, no por mujer! ¡Hombres de Dios recapaciten! Algunas mujeres son
malvadas, ambiciosas e interesadas; ¡pero no todas! ¡Algo así lo sabía incluso
Dumas cuando escribió “Los tres mosqueteros”! La mujer animal mamífero cumple
dentro de su especie, la humana, la función de cuidadora de eso que los romanos
denominaban “la llama del lar”. Y cumple esa función gane o no gane dinero a
cuenta ajena o a cuenta propia. ¡Acabáramos!
Por eso las mujeres, todas esas mujeres que son
conscientes de su verdadera misión que consiste en cuidar del “lar” saben que
cuatro manos pueden más, igual que saben que dos sueldos son más que uno y
luchan para que esos dos sueldos sigan siendo dos sueldos en vez de un sueldo más
pensión alimenticia con la que apenas se puede abastecer la nevera.
Y eso lo
sabe la mujer por instinto animal – o por lo que esos adalides del sistema
prefieran.
¿Creen ustedes que los aprendices de mecánico del
sistema ignoran la realidad? Aunque ellos lo ignoren, créanme que las madres –
asalariadas o no – lo tienen presente y bien presente cada día. Cada madre que tiene
conciencia de su misión hace cuentas una y otra vez cada día: cuánto cuesta la
guardería, los profesores de apoyo, la asistenta del hogar, las clases
extraescolares, y las madres deciden que es más barato para el “lar” quedarse
en casa y atender bien y adecuadamente a sus hijos, en vez de dejarlos en manos
de trabajadores que están hartos de cuidar día tras días de niños extraños y de
dar explicaciones a madres exhaustas que les exigen tareas que trascienden las
cláusulas que se recogen en su contrato laboral.
Por eso, casada o no casada, la mujer intenta
mantener el matrimonio siempre. ¿Por dinero? ¡También, claro, también! ¡Hombre,
si hasta la construcción de catedrales requiere de piedras, es lógico que las
mujeres sepan que además del requisito del espíritu que su amor proporciona al
“lar” es preciso disponer de suficiente pecunia! Trabaje o no trabaje para el
sistema, una mujer casada con hijos sabe que hay que pagar una hipoteca,
colegios, clases extraescolares, clases de apoyo, ropa, comida sana, libros,
vacaciones y qué sé yo cuántas cosas más cuesta hoy en día la vida. Sumen
ustedes: dos sueldos es más que uno, que es en lo que se quedan las entradas
económicas de esa mujer que trabaja en el sistema en cuanto su marido la deja
plantada por “el verdadero amor de su vida”.
Pero aceptemos igualmente que la mujer casada con
hijos, trabaje para el sistema o no, jamás se queda con su cónyuge únicamente por
su dinero, del mismo modo que tampoco el trabajador realiza su trabajo sólo por
el dinero que le reporta. Se lo dijo Marilyn Monroe a “su suegro” en una
de las películas: “Cómo casarse con un millonario”. Cuando su suegro le increpó que se casaba con
su hijo por su dinero, ella – sin mover una pestana – replicó: “Y él porque soy
bella”. Pues eso. Igual que en el caso del trabajador, la función que cumple en
el sistema y en su casa ha de entrañar un cierto espíritu capaz de hacer frente
a los obstáculos y a las insatisfacciones que conlleva el no siempre ver
recompensado sus esfuerzos, la mujer actúa por el Espíritu que radica en la
base de toda construcción de cualquier catedral que se precie.
Es el amor
que nace en la juventud y desafía a todos los obstáculos, incluido el
pecuniario, porque pocos jóvenes padres hay que naden en la abundancia. Es el
amor que suena construir y lucha por construir renunciando a todo tipo de superfluidades.
Ese es el amor que sostiene a los primeros matrimonios. ¿A todos? A la mayoría.
Decía Conrad en “La línea de sombra” que los jóvenes abandonan
sus trabajos y las mujeres se casan. Seguramente no se equivoca. Pero los
hombres abandonan sus trabajos para lanzarse a la aventura y las mujeres se
casan, lo cual es otra aventura, porque sus jóvenes corazones están plenos de
espíritu constructor y sus jóvenes cuerpos repletos de fuerza. En otro caso
sería imposible.
Y en esa construcción las mujeres ponderan
siempre, absolutamente siempre, qué es mejor: trabajar fuera de casa y traer el
dinero para ayudar al sostenimiento de la familia o quedarse en casa y atender
a los hijos. Las mujeres tienen que reflexionar seriamente sobre esta cuestión en
consideración a las posibilidades de supervivencia del grupo si permanece en
casa, y en consideración, igualmente, a las posibilidades de desarrollo de sus
hijos, si sale fuera.
Seamos claras las mujeres tradicionalmente
consideradas “malas madres” no han sido llamadas “malas madres” por irse a
trabajar cuando lo necesitaban para sobrevivir ellas y su prole; esas madres
eran llamadas “madres loba”, “madres leona”.
“Malas madres” han sido llamadas aquellas que
utilizan el trabajo como excusa para conocer a nuevas amistades con las que
poder olvidar su condición de madre, para comprar nuevas ropas con la excusa de
que trabajan fuera; en definitiva: para consumir más. La condición de ser madre en lugares como la
Alemania que yo conocí, no se reducía a preparar la comida y a darles besitos a
la hora de dormir. De lo que se trataba era de educar a sus infantes en el más
amplio sentido de la palabra. Eran ellas quienes les enseñaban a leer, a escribir;
ellas eran las encargadas de atender a sus tareas escolares. Lo pregunto
siempre ¿realmente creen esa historia de que Haendel aprendió a leer partituras
de música él sólo en el desván de su casa, sin que su padre -poco dado a
musicalidades- se enterara? En el desván, seguro. Sólo, jamás. Tras él y junto
él había una madre dedicada en secreto a proporcionarle todos los conocimientos
necesarios para que Haendel fuera Haendel, igual que Kant llegó a
ser Kant. Las madres alemanas han sido igualmente, las que han sembrado la idea
del “natur Genie”, del genio absoluto, que a tantas generaciones ha acompañado
a fin de ocultar el apoyo a la educación de sus hijos. ¿La razón de este
soterramiento? La de siempre: la envidia hubiera invertido su dedicación como
madres, convirtiéndolas en tiranas de sus hijos; no en dadoras de conocimiento
sino en impedidoras de juegos. Por tanto, era mejor mantenerlo en oculto y
conceder el triunfo a sus hijos directamente. Eso explica que en los colegios
alemanes se impartieran tradicionalmente tan pocas horas, por eso el recién
llegado de Francia, con su maestro republicano, se admiraba de encontrar en
Alemania maestros carentes de cualquier capacidad para la pedagogía. ¿Para qué
tenían que desarrollarlas? La mayoría de los niños estaban divididos desde el
principio en dos clases: los que tenían madres apoyándoles en el colegio, y las
que no.
Pero el sistema prefiere obviar estas cuestiones
porque al sistema le interesa funcionar y ser rentable. Rentable significa no
sólo generar beneficios, sino disponer, además, de una gran mano de obra porque
si la demanda de trabajo supera a la oferta de puestos de trabajo el sistema
puede exigir más a los trabajadores y remunerarles menos. Por eso al sistema le
interesa decir que las mujeres que trabajan fuera de casa son mujeres libres
que no necesitan a los hombres y que, por este motivo, pueden proteger su
dignidad y así, en cuanto su marido las engañe con otra mujer, divorcio
habemus. Todos los grupos de mujeres lo repiten como si de un mantra-letanía se
tratara sin atreverse a profundizar en más. Y las mujeres aceptan esta
narrativa por los mismos motivos por los que han aceptado las narrativas
contrarias que les impiden estudiar, trabajar y las obligan a casarse y a tener
hijos: por mimetismo.
En realidad, si hemos de ser absolutamente
honestas, las únicas mujeres que se pueden permitir poner punto y final a
hombres enamoradizos son las que no tienen más responsabilidad que la de cuidar
de ellas mismas. Esas son las mujeres que han comprendido que en para ascender
en el sistema lo más cómodo es no tener hijos, pero conservar la belleza el
máximo tiempo a fin de acaparar el máximo Poder.
No lo critico. Me parece razonable y legítimo.
El problema es que esas mujeres libres,
verdaderamente libres, que ganan sus sueldos para ellas, que no tienen dolores
de cabeza con las conciliaciones, ni dolor de estómago con el tema de los líos
de faldas, de separaciones, etc, no tienen hijos, no paren, no engendran nuevos
trabajadores. Ello supone un gran engorro al sistema. El sistema desea que las
mujeres conciban. Da igual a qué edad. Eso lo deciden ellas, el sistema es
comprensivo. Dice el sistema. Pero el sistema necesita de nuevos trabajadores.
Por tanto, si la mujer tiene que tener hijos a los cuarenta, que los tenga. Incluso
a los cincuenta si es necesario. La técnica se ocupa del tema. Con o sin pareja,
es indiferente. A una determinada edad el trabajador ya ha llegado al final de
su carrera y una mujer puede permitirse tener un hijo ella sola.
En un sistema así, las madres son madres a los
cuarenta, madres por reproducción asistida, madres por encargo, se encargan niños
de diseño, se crean guarderías a la carta. Las madres jóvenes lo tienen peor: o
tienen madres que las apoyen como abuelas, o pierden cualquier oportunidad de
ascender en el sistema. “Más vale calidad que cantidad”, repite el sistema.
Antes del nacimiento de las redes sociales, la calidad se concentraba en un
beso de buenas noches; tras su aparición la calidad quedaba plasmada en una
foto de mater dolorosa combinadas con escenas del paraíso terrenal.
¿Quién dijo que habíamos sido expulsados de él? Gracias a las redes
tecnológicas, el neo hombre y la neo mujer han descubierto el Santo Grial, han
reencontrado el perdido Paraíso y han dejados plasmados para la eternidad “los
mundos” que “sus mentes” han creado con ayuda de la técnica.
¿Les parezco cínica?
¿En serio?
Lo que a mí me parece sumamente cínico es la
sentencia que dictamina que las mujeres que dejan el trabajo y se dedican a las
consabidas tareas del hogar libremente en atención a sus personales
convicciones y circunstancias son parásitos del sistema, convirtiéndolas, consiguientemente,
en los nuevos parias. Esas mujeres que han elegidos libre y responsablemente
quedarse en casa lejos de ser vistas como personas que ejercen su libertad con
absoluta responsabilidad son constantemente señaladas por los poderes sombríos
salidos a la palestra como “jarrones”. “mantenidas” e inútiles, con
independencia de las horas y el esfuerzo que dediquen al hogar y a los hijos. En
tiempos de igualación, en tiempos de feminismo, en tiempos de solidaridad entre
las mujeres, del grito de guerra: las mujeres ayudan a las mujeres, resulta que
las mujeres que trabajan en el hogar a tiempo completo son tildadas por el
sistema, por los medios de comunicación, por todos, como vagas inútiles en
comparación con las mujeres que además de trabajar fuera de su casa y de ganar
dinero, se ocupan de las tareas del hogar.
Y ningún grupo de mujeres, excepto los grupos del orden eterno e
inmutable, al que, francamente, ninguna mujer en su sano juicio desea
pertenecer porque lo que la mujer en su sano juicio reclama es la posibilidad
de elegir lo que le dé la real gana, que es real por ser suya, se atreve a
apoyarlas.
Se intentó
y se intenta sobreseer, pero lo cierto es que algo falla.
Lo que falla y lo que una y otra vez se pretende
obviar o remediar a base de soluciones que introducen más problemas de los que
salvan es la de la imposibilidad de la mujer de compaginar el trabajo externo e
interno. Con lo cual o se hace todo mal, o hay que recurrir a la ayuda de
afuera o, sencillamente no se hace.
Zenón, Zenón, seguimos en las mismas.
La ayuda de
afuera ha venido tradicionalmente de mano de las abuelas, pero -como ya hemos
visto- las neo abuelas se han dedicado estas últimas décadas a vivir la vida:
su vida. Ello genera, no cabe duda, grandes beneficios al sistema.
Otra posibilidad eran las empleadas del hogar,
pero éstas exigen un justo salario que únicamente puede costear un determinado
sector de mujeres – esas que desde los puestos mejor retribuidos predican la
igualdad, de la libertad y de la fraternidad entre mujeres. Las otras
asalariadas pueden cantar canciones revolucionarias, pero no pagar la ayuda que
necesitan.
Una solución fue vislumbró en el horizonte por el
sistema: la conciliación. Conciliación con el trabajo y hogar, con el hogar y
vida social, con la vida social y el deporte, con el deporte y el conocimiento,
con el conocimiento y los viajes, con los viajes y los niños, al tiempo que se
hace guerra de sexos, primero y de géneros, después.
La mujer volvió a traicionarse aceptando la
solución de la conciliación, sin comprender que la conciliación era un nuevo
slogan que la invitaba a generar más beneficio al sistema. En efecto: unida a
la idea de la conciliación se encontraba la narrativa de que de que la mujer
que trabaja fuera y gana su propio dinero es, además de “libre”, un diamante en
sí mismo, aunque en realidad se trate de un diamante clonado de otros
suficientes diamantes. Con lo cual la conciliación, le decía el sistema, le
permitía desarrollarse en todas las facetas habidas y por haber.
¡Imaginen ustedes las posibilidades!
¡Imaginen ustedes sobre todo las posibilidades de
consumo!
“Creen mundos con su mente… ¡y consuman!”
Que esa neo mujer trabaje, gane su propio dinero y
renuncie a la compensación económica por haber soportado al “enemigo en casa”,
en el que los medios y determinadas narrativas han convertido a su esposo y compañero
de vida, la convierte en diamante. Sin embargo, esto no es suficiente. El sistema, una vez conseguido que la mujer se
haya rendido al requisito de estar dentro del sistema para ser una mujer plenamente
desarrollada ha dictaminado que la mujer aun siendo un diamante, se trata, no
obstante, de un diamante en bruto. Por consiguiente, hay que pulirlo. Pulirlo
para satisfacción del sistema – se entiende.
Se ha hecho preciso, pues, pulir el diamante-mujer
en bruto hasta convertirlo en una joya a base de obligarla a practicar
deportes, conservar su figura estilizada y un rostro carente de arrugas a base
de bótox, vitaminas y operaciones estéticas varias que han generado y generan
pingües beneficios para el sistema. A esto se ha añadido, además, el deber de ser
socialmente activa hasta situarse en figura de referencia para sus congéneres;
se le ha instado y se le insta a dedicar tiempo e interés hacia la moda, lo
cual, se dice, es signo ineludible de su curiosidad por el mundo en tanto que
moda, se dice, es cultura; igual que se ha elevado a las cimas de la formación
cultural el conocer los mejores restaurantes y vinotecas.
Lo más importante: la mujer ha de llevar a cabo
todas estas actividades sin perder ni su sonrisa ni su libido. Al contrario:
incentivándolo en cualquier parte con cualquiera, porque todo ello genera
grandes beneficios al sistema, se entiende.
El resultado es que esa neo mujer denominada
“libre” y “joya” es trabajadora y consumidora al mismo tiempo. Igual que lo son
los hombres.
A eso es a lo que el sistema denomina
igualdad.
Además de ser consumidora, a partir a finales de
la década de los ochenta, la mujer se plegó a convertirse en objeto de consumo
por parte de los hombres.
A fin de superar el “nada nuevo bajo el sol” se
introdujo la variable según la cual la mujer quería ser consumida porque ser
consumida era señal de ser famosa y conocida. Todos los anuncios de ese tiempo dirigidos
a convertir a la mujer en devoradora de hombres obedecían, en realidad, a campañas de
marketing al servicio de un determinado sistema que definían qué era una neo
mujer al tiempo que satisfacían los sueños de muchos hombres consistentes en
imaginar que las mujeres pensaban todo el día en lo mismo que esos hombres
pensaban todo el día: en el sexo. Porno para los hombres y porno para las
mujeres.
Otra copa de igualdad, por favor.
Reconozcámoslo: el colectivo Metoo llegó
tarde. Demasiado tarde. Llegó tarde y cuando al fin llegó ya había pasado todo,
incluso la resaca. Fue entonces cuando las mujeres hubieron de hacer memoria y
plantearse qué habían hecho mujeres como ellas en lugares cómo aquellos. Por
eso la denuncia de muchas mujeres se remonta a veinte años atrás, cuando
estaban obnubiladas por los mensajes subliminales y directos que recibían de un
sistema embriagado por la ambición y la avaricia. Y no me digan que no fue así:
yo estaba allí. Las mujeres querían ser neo mujeres liberadas y obviaron que
aceptar eso era sinónimo de ir a nadar en aguas infestadas no sólo por
tiburones sino, y esto es lo peor, por pirañas. Lo primero que una mujer
tradicional aprendía es que antes de aprender las artes marciales hay que
aprender a esconderse y escapar de los tiranosaurios de este mundo y el
siguiente. Si alguna caía se nos hacía responsable a nosotras: por ingenuas y
por tontas; la tonta del cordero que todavía no se ha enterado que ni San
Francisco de Asís ha cambiado la naturaleza del lobo; la tonta que ha
olvidado que las celestinas de este mundo no son cosa del medievo.
Zenón, Zenón. Era preferible olvidar los consejos de las madres tradicionales.
¡Dios! Hay cosas que son prácticamente imposibles de probar e incluso cuando se
demuestran está la mujer en peligro.
¿Por qué creen ustedes que a las monjas, a las
buenas monjas, a esas que cumplen su función con absoluta honestidad, se las
llama brujas, incluso estando encerradas en su convento? ¿Por qué creen ustedes
que a las brujas, a las buenas brujas, a esas que cumplen su función con
absoluta fortaleza, se les persigue una y otra vez? Porque monjas y brujas,
igual que los magos, son los faros que señalan la estrella. Una mujer que desea
ganar dinero lo consigue fácilmente, pero, lamentablemente, esa no es su
función. La función es la de sostenedora de la sociedad, educadora de nuevas
generaciones fuertes, resistentes e inteligentes. Una mujer que quiere brilla,
brilla rápidamente. Pero esa no es tampoco su verdadera función. Su función es
la de alumbrar en la oscuridad y la de mantener la mecha encendida para
calentar a las generaciones siguientes. Una mujer chismosa es un peligro para
la sociedad, tanto como una celestina. Una mujer que descuida sus quehaceres es
un peligro para la sociedad. La mujer ha de cuidar la virtud tanto como el
conocimiento. Por eso todas las sociedades que dejan a las mujeres en el
desconocimiento, se ven obligados acto seguido a crear lugares en las que esas
mujeres no molesten, al tiempo que prestan encomiables servicios a la
comunidad. Díganme: ¿Quiénes creen que promueven la ignorancia en la mujer?
¿Los hombres? ¡Ja! ¡No me sean ingenuos! ¡Son las otras mujeres las que
impulsan la ignorancia! ¿Por qué? ¿Por odio a sus propias hijas? ¡Ni lo
piensen! Esas mujeres-madres “ignorantes” conocen tres grandes verdades: la
primera, es que ningún hombre soporta un rival más poderoso que él mismo a su
lado y una mujer inteligente con conocimientos es definitivamente un
contrincante prácticamente invencible; la segunda, porque la inteligencia unida
al conocimiento destruye -creo que ya lo he dicho – la libido de la mujer y en
tercer lugar, porque una hija ignorante mantiene el Poder de la madre “reina”. Tan
fácil. Así pues, una hija ha de tener que lidiar al menos en dos bandos: el de
la madre, y el del marido. En ambos casos su bastión es otra mujer. Si una
mujer carece de este apoyo sus posibilidades de supervivencia son enormemente
limitadas: monja o bruja, en ambos casos es la soledad la que le aguarda. La
educación tradicional es, tan dura como es, una gran guía para la mujer. Zenón,
Zenón. La mujer está siempre en peligro igual que lo está la gacela. Por eso
somos más fuertes, más inteligentes y más resistentes, igual que la gacela es
sumamente veloz y escurridiza. Hoy como ayer, aquellas mujeres que deseen
realmente el conocimiento que lleva a la sabiduría saben, o deberían saber, lo
que les aguarda.
El sistema pretende sustituir a las madres
tradicionales convirtiéndose él mismo en neo madre de la neo mujer. El sistema obvia
los avisos tradicionales y en su lugar garantiza a la mujer su seguridad a base
de venderle artes marciales, cámaras y sprays, al tiempo que la convierte en
vendedoras de moda, en influencer de moda, donde moda es el conocimiento y en
ceos de empresas a las que han de cuidar como si fuera su “lar”, porque de
hecho esa empresa es su “lar” y por tanto esa empresa funciona con la carga
genética femenina. Esta vez ni yo misma, tan dada a la sorpresa, me sorprendo:
El sistema aprende. Zenón, Zenón. El sistema necesita procreación de
trabajadores más que de sabios. Vayan a “Un mundo feliz” de Huxley y
desconfíen de aquellos que critican al autor inglés. La verdad, como la mayoría
de las profecías, pocas veces son agradables para el oyente.
Aplausos.
A Zenón.
Incluso en el tema del divorcio se ha traicionado
la mujer a sí misma. El instinto animal del hombre llama a la caza sexual. Eso es
algo que reconoce incluso el sistema que centra su tesis en el animal hombre al
cual pretende convertir en un animal altamente evolucionado, saltando los
escalones tradicionales.
Pero nuevamente es mejor obviar la naturaleza
mudable del hombre, igual que es mejor reservar el reconocimiento de “libre”
para la neo mujer que gana su propio dinero y no para la mujer que elija según
sus propias consideraciones y circunstancias personales, entre otras cosas
porque, en caso de divorcio, cada vez es más fácil conseguir que renuncie al
dinero del hombre.
Perdonen mi materialismo, pero yo exijo, de aquel
que “me ha esclavizado” y del que finalmente me he podido “liberar”, los
diamantes, la diadema y hasta el último milímetro de sus confines. Incluso
cuando el marido no ha esclavizado a la mujer, es claro que el ama de casa ha
trabajado para la familia y por tanto se le ha de recompensar por su trabajo,
igual que las empresas recompensan a sus trabajadores. Justa remuneración y devolución
de lo adeudado es lo que yo entiendo por “justicia”.
Por eso me resulta imposible comprender cómo, por
un lado, se hace de la mujer una víctima del hombre mientras que en caso de
divorcio le son limitados sus derechos pecuniarios hasta unos extremos tales que
es lanzada al abismo de la pobreza más inconcebible excepto, claro, si posee un
patrimonio propio que le ahorre pensar en conciliaciones de cualquier tipo,
mientras está casada, y en acuerdos de divorcio, cuando esto ocurre. Lo cual,
admitámoslo pocas veces ocurre; mucho menos todavía cuando la mujer es joven y
los niños todavía pequeños.
Quizás por este motivo el divorcio más usual en
estos momentos es el que tiene lugar cuando los niños alcanzan la mayoría de
edad. Con ello el sistema insta a las familias a “liberarse” de las “ataduras”
de la institución familia justo cuando los pequeños hombres están iniciando la
universidad o el periodo de formación profesional. “¡Obligadles a trabajar!”,
les dice el sistema sin piedad. “¡Los niños tienen que madurar pronto!” –
gritan sin mover una pestaña.
Con ello el
sistema se asegura un ejército de jóvenes trabajadores a los que exigir lo que
quieran. Porque ellos, tanto como las mujeres cuidadoras del “lar” que trabajan
para el sistema fuera del “lar”, dependen del sistema para sobrevivir.
¿Pero no decíamos que el sistema es neo romántico?
¡Claro que
es neo romántico! ¡Es el amor de la familia el que no es neo romántico! – clama
el sistema.El amor de la familia obedece a una institución y huele a alcanfor,
dice el sistema neo romántico. El amor de la familia, dice el sistema neo
romántico- es el del amor que surge al comienzo de la vejez. El verdadero amor,
dice el sistema neo romántico – es el que nos libera de las cadenas de las
obligaciones que la familia institucional conlleva.
¡Semejante discurso es lo que yo entiendo por
cínico!!
¡Y sin embargo es este discurso el que es
presentado en sociedad como “el discurso auténtico”!¡De repente el verdadero
amor no tiene nada que ver ni con matrimonio, ni con hijos? ¿Alguien puede
decirme por qué entonces las amantes luchan por casarse y tener hijos? ¡Porque
ellas son el verdadero amor!
Y el sistema ríe de pura satisfacción.
¿Mi reivindicación? Convertir a las amas de casa
en funcionarias públicas.
Pueden
quedarse sentados riéndose. El sistema no lo consentirá jamás. Pero aun en el
supuesto improbable de que lo permitiera la mujer actual se negaría a
permanecer en casa realizando todas las tareas materiales y espirituales que
semejante función bien hecha exige.
¿Mi sospecha?
Que la mujer se va a negar a tener hijos.
Que la mujer no va a tener más de un hijo.
Excepto en el caso en que no tenga otra cosa mejor
qué hacer.
Traición de la neo mujer joven a sí misma
Las neo mujeres jóvenes han despreciado a sus
madres, trabajaran fuera o no. Las han calificado como especímenes de la
“última generación” y se han visto a sí mismas como la vanguardia de una “nueva
generación” que no necesita ni de madres ni de padres porque esos son
constructos de una sociedad patriarcal en vías de desaparición. La neo mujer y
el neo hombre están convencidos de que los progenitores sirven únicamente a la
finalidad de la procreación. Lo que esos neo jóvenes han aprendido es que después
de un divorcio, lo único importante es su dinero. El amor de padres es un constructo
porque ese amor ha sido incapaz de impedir la traición que supone a los hijos
el abandono de una familia, aquella a la que ellos pertenecen, para a
continuación ir a procrear más prole con otras mujeres. Hay tantos medio
hermanos y media hermanas en las ciudades de provincia y en las clases altas
que pronto habrá que pedir un documento que demuestre que pueden contraer
matrimonio sin peligro de incesto.
Es hora de vislumbrarlo y de admitirlo: esas
historias de los compromisos y de las relaciones entre viejas y nuevas proles son
más cuentos de hadas que historias reales. La realidad real es que la familia
abandonada queda relegada al rincón más oscuro de la habitación oscura. La
familia abandonada recibe menos amor, menos atención y menos dinero que la
nueva. Suerte tendrá si encuentra refugio en casa de uno de los dos. Para hacer
honor a la realidad, habremos de admitir que en muchos casos cada uno de esos
progenitores ha creado una nueva familia y los abandonados sienten que sobran
en todas partes. No os preocupéis. Futuros partisanos y partisanas: en los
colectivismos encontraréis vuestra familia. ¿La que vosotros habéis elegido?
¡Acabáramos! A aquella que os da entrada después de haber jurado fidelidad
eterna.
Las mujeres jóvenes no se interesan por la cocina,
pero sí por la presentación de los alimentos. La comida como moda, como
happening, incluso como arte. La muestran en fotos, pero no necesariamente la
ingieren. Ni los productos regionales ni las recetas antiguas son válidas para
esas neo composiciones de neo “naturalezas muertas”. En vez de garbanzos, chía;
en lugar de melocotones, mango. Ante semejante confusión es comprensible que
las nuevas generaciones de alemanes hayan redescubierto su legendaria col gracias
a la Kimchi coreana. ¿Divertido o surrealista? Decidan ustedes
La joven neo mujer va a manifestaciones a
protestar contra todo: viajes en avión, en tren, carne, ropa de algodón, ropa
de sintéticos… Acto seguido viaja en avión, en tren, usa todo tipo de ropa, y
no tiene problema en beber alcohol, aunque no coma carne. Las vacas le
preocupan más que sus hígados. Viste low, para a continuación llevar un bolso
de marca de lujo. Fake es out. Autenticidad es in. La joven neo mujer
reivindica todo: austeridad, minimalismo, consumo, reciclaje, novedad. Y todo
esto es posible gracias al mundo cuántico del “crea mundos con tu mente”.
La joven neo mujer se preocupa de las apariencias,
más que del ser. Ha de mostrar que está delgada, aunque come “muchísimo”. ¡Ja!
Come “muchísimo”, igual que el “natur Genie” aprende a leer él sólo, ya sea un
libro o una partitura de música: por obra y gracia del espíritu santo. La neo
mujer ha de mostrar que supera a sus madres trabajadoras en disciplina, gracia
y elegancia. Consiguientemente: envidia cualquier cualidad de su madre. Una nueva generación a la que, al igual que la
generación de sus abuelas, se le ha concedido el Poder sin estar preparada, por
falta de conocimientos y de experiencia, a ejercer el gobierno. O sea, ellas,
igual que sus abuelas, están absueltas del deber de responsabilidad.
Las madres sándwich, situadas en medio de dos
generaciones hambrientas y sedientas de Poder por el Poder mismo, se han visto
acribilladas por el deber de obediencia a las generaciones anteriores y por el
deber de obediencia hacia las generaciones posteriores; se han visto
sobrepasadas por el deber de adquirir conocimiento y sabiduría al mismo tiempo
que conserva la libido, al tiempo que se ocupa de sus hijos, al tiempo que
consigue puestos de responsabilidad en la sociedad, al tiempo que se mantiene
en forma y conserva su juventud. Es ahora, cuando se adentran en el camino que
lleva a la eternidad, cuando comprenden el engaño y es ahora, créanme, no hay
movimiento colectivo, ni siquiera Metoo, capaz de compensarles las
consecuencias del engaño de que han sido víctimas. Han caído en burn out, han
sufrido agotamiento físico y mental, se han desvivido por llegar a las tareas
de su madre en casa y a las de su padre fuera de ella, y están sencillamente
exhaustas. Ahora les vienen los maridos con la historia de la chispa de la vida
y la renta que han ganado apenas les llega para mantenerse ellas y apoyar a los
hijos que han tenido con las chispas de la vida. El sistema propugna monogamia
sucesiva porque el sistema necesita hijos. ¿Educar? ¿Para qué educar si sólo
necesitan saber realizar una función?
¿Constructores de sociedades? ¿Quiénes? Las mujeres
están exhaustas de tanto esfuerzo incomprendido y caído en saco roto. Ni la
generación de abuelos ni la generación de hijos está en condiciones para
construir. Los unos por falta de fuerzas y por el olvido del Ser; los otros,
por falta de conocimientos y de experiencia. No me extraña que en España haya
sido una constante que los gurús mediáticos se hayan esforzado tanto por unir
abuelos y nietos a fin de que éstos, convertidos en masa, pasaran por encima de
los cadáveres de los padres. Se trataba de aunar generaciones a base de
alianzas de los que querían reinar sin gobernar, para de este modo
imposibilitar la construcción de una sociedad para, en su lugar, establecer un
sistema, poco importa de qué clase.
Desde el principio hasta el final lo único que muestra
y demuestra la posición de esa “neo mujer” es que la política feminista pro
mujer y la política feminista anti hombre lejos de ser un modelo ideado por mujeres
que luchaban por sus derechos y por el reconocimiento de sus tareas y-que
estaban renunciando a sus derechos –, obedecía a una estrategia que había sido
planeada y puesta en práctica por un sistema que se llamaba a sí mismo
“feminista”. Al contrario de lo que predicaban ese sistema “feminista” estaban
haciendo lo posible y lo imposible por enviar a las mujeres a sus antiguos
lugares: o “lar”, o convento, o bosque. Harén era otra posibilidad a temer.
Aplausos. Aplausos de las masas y reverencias ante
tantas emociones.
¿De qué ha servido escribir esto a lo largo de una
década? De Nada. No ha servido de nada. Si acaso para ser introducida en algún
compartimento estanco de los que no puedo salir porque, sencillamente no estoy allí.
Es ahora, llegada la madurez, entrando en la
vejez, cuando las mujeres de mi generación, queremos ser abuelas para no ser neo
abuelas. Es ahora, llegada la madurez, entrando en la veje, cuando asistimos
con horror al hecho de que nuestras hijas, al contrario de nosotras - que
necesitábamos a nuestras madres como madres-, no precisan de nosotras como
madres sino como sirvientas fieles para ellas servir al sistema fielmente.
Es ahora cuando las mujeres de mi generación
quieren jubilarse lo antes posible hartas de haber sido engañadas por los
medios, por sus maridos, por el sistema. Tienen la sensación de que han corrido
detrás de estúpidas fantasmagorías, de haber sido explotadas hasta sus últimas
fuerzas por el sistema, por los gimnasios, por las imposiciones de la moda, por
las locuras del amor de novelita rosa, por la convicción de poder llegar a
todo, de poder alcanzar a todo.
Ahora es cuando, finalmente, algunas mujeres
comprenden que esta locura de la división de mujeres entre trabajo dentro y
fuera, que ha existido siempre, pero que ahora ha sido invertida, y las
verdaderas mujeres y las verdaderas personas libres y responsables son las que
trabajan para el sistema (y para el “lar”) y no solamente para el “lar”, que
esas no son personas sino parásitos.
Ahora es cuando comprenden que ese concepto de la
mujer fue pensado y orquestado a imagen y semejanza de las empresas.
A los antiguos empresarios de las viejas empresas
se les otorgó el Poder igual que se les había otorgado el Poder a las neo
abuelas sobre sus familiares: se les dio el Poder, pero se les separó de la
toma de decisiones.
A las empresas maduras se les exigió éxito,
esplendor, flexibilidad, expansión, todo ello para ser vendidas y abandonadas,
en la plena cresta de su brillante madurez, por nuevas empresas cada vez más dinámicas.
Del mismo modo, las nuevas empresas no precisan de
los servicios de los viejos trabajadores ni por sus conocimientos, ni por su
experiencia. Es juventud y frescura lo que requieren.
Algunos han introducido la poligamia en el mundo
empresarial, es decir, poseer varias empresas dedicadas a diferentes productos,
igual que han introducido la poligamia laica en sus relaciones privadas,
manteniendo relaciones con diferentes mujeres con la que tienen hijos.
¿Casados? ¿Para qué? Las leyes matrimoniales prohíben la bigamia. En cambio, no
contraer matrimonio permite la poligamia.
Todos ellos creen que la poligamia como la polisocietates
sólo es posible cuando se tienen recursos pecuniarios de acuerdo con sus gastos.
No obstante, ya lo anticipo, – las féminas como las sociedades, como los hijos
de unas y otras – se lamentarán de la falta de atención y amor y esos polígamos
laicos dejarán cadáveres a su paso.
¿Quiénes serán los que construyan el mundo?
¿Quiénes lo salvara?
¿El sistema?
¡Ja!
¿El orden eterno e inmutable?
¡Ja!
Lo que hay ahora en juego son intereses
empresariales. Comprendan: intereses empresariales. Mujeres, Hombres, niños,
son simplemente peones en un sistema: o cumplen una función o fuera.
Pero es un sistema que tiene diversos candidatos a
dirigirlo. Y eso implica que el mundo se haya convertido en un ecosistema en el
que cada especie pretende convertirse en la especie dominante. Eso implica o
bien destrucción mutua y que gane el mejor, o división del terreno en una
especie de simbiosis. Puede incluso existir una convivencia latentemente
agresiva en e que cada especie esté aguardando su ocasión.
En fin, así las cosas.
Este artículo ha llevado mucho tiempo en
preparación. ¿Por qué me centro en las mujeres y no en los hombres? Porque a la
mujer se nos ha convertido en un monolito de santas mártires que de ningún modo
somos. Es hora de que las chicas jóvenes comprendan que en el grupo de las
mujeres hay de todo: santas mártires, verdugos, víctimas, hechiceras, magas,
brujas, hadas, hay mujeres que se venden para dar un plato de lentejas a su
familia, otras que lo hacen por un bolso
de marca de lujo y otras que no lo hacen en absoluto. Unas venden su trabajo y
otras compran el trabajo de otras y otras trabajan para ellas y por ellas. Unas
son generosas y otras avariciosas. Unas son culpables y otras inocentes. ¿Por
qué? Porque cada mujer es una mujer. Esto es: una persona. Cuando las madres
tradicionales decían a sus hijas cuidado con ir por tales calles a tales horas
y cuidado con dejarte tocar ni un pelo era, justamente, porque tenían a una
persona delante de ellas y sabían que esa persona estaba amenazada por una
serie de peligros. Y como oponerse abiertamente a ellos era un imposible, lo
mejor era alejarse de esos peligros al máximo. ¿Falta de libertad o deseos de
vivir? Ustedes deciden.
Y a la cuestión mujer- sistema- empresa hay que añadir
la cuestión de Estados Unidos- Trump. Ustedes pueden imaginar que lo único posible
en estos instantes es elucubrar. Los mejores analistas elucubran. Igual que
decía Chesterton en su Napoleón: Los profetas dicen una cosa y luego van
los hombres y hacen otra cosa. Pues eso. Nuevamente Zenón, Zenón.
Napoleón claro nos lleva a Rusia. Suele decirse
que nadie ha conquistado Rusia debido a la gran extensión de tierra que posee. Y
en efecto, hasta un cierto punto es así.
El ambicioso Napoleón y el desalmado Hitler la han invadido sin
conquistarla. Pero por otra parte hay que admitir que a la gran extensión de
tierra que conforma Rusia debe añadirse la gran resistencia del pueblo ruso
hasta un grado que ni Stalin, el otro gran desalmado de la historia, por no
decir el mayor desalmado de la historia, consiguió aniquilar a Rusia por más
que los malos que padeció la han dejado tan profundamente debilitada que ni al
día de hoy ha conseguido restablecerse. A veces pienso que a Rusia se le
debería permitir descansar igual que se deja reposar a la tierra fértil a fin
de que produzca igual de buenas cosechas una vez haya salido de su letargo. No
se ha hecho. A Rusia no la dejan descansar nunca.
Eso es el primer hecho que se observa cuando uno
analiza a Rusia: que Rusia está cansada, agotada, exhausta. Cansada de zares,
de nihilistas, de ortodoxos, de invasiones, de conquistas, de sistemas, de anti-sistemas.
Un ruso como Gogol que escribió “Almas muertas” odia a su patria,
tanto como la ama y que explica por qué no la soporta al tiempo que describe
cómo le gustaría que fuera, es uno de sus mejores representantes, en mi
opinión.
Mi segunda observación apareció en otro de mis
artículos referidos a la obra de Trotsky “La situación actual en Rusia”.
Allí vislumbré las grandes similitudes entre Rusia y Estados Unidos y hube por
fuerza que reflexionar acerca de dónde estaba el punto que las distinguía.
Medio en broma medio en serio escribí que Rusia carecía de la figura del super
héroe que, en cambio, si tiene Estados Unidos. Lejos de recibir los comentarios
que yo esperaba, los únicos mensajes que me llegaban estaban construidos a base
de reescribir la historia a base de convertir a Superman en homosexual y cosas
por el estilo que me fue imposible publicar, por falsas. ¿Qué noticias
aguardaba yo? Aquellas que trataran el tema de que los superhéroes americanos
habían sido sustituidos por la figura del antihéroe.
Esto es lo que hubiera sido realmente considerar. ¿Por
qué el antihéroe sustituye a los héroes? ¿Qué se espera de ellos? Lo mismo que
se espera de la oveja negra de la familia, lo mismo que se espera del mago, del
profeta, del enfant terrible, del hombre caminante solitario: la lucha contra
el mal desde el mal mismo, porque es la única manera de conocer cómo funciona
el mal y la única forma de hacerle frente. De alguna manera era un
replanteamiento de la obra de Dürrenmatt “Der Henker und sein Richter”.
Nada de eso llegó. Muchas veces me he preguntado
la razón. La única respuesta a la que he llegado es que todos ellos sabían quién
era el mal y que del mal no puede salir nada más que mal. Y yo, que soy
optimista, porque cualquier bruja que porta la estrella ve la luz en la
oscuridad, sabe que la figura del ying y el yang asegura otra cosa
completamente distinta. En el bien está el mal, igual que en el mal está el
bien. No el pensamiento cristiano sino el oriental es el que está dentro de la
idea del antihéroe.
No obstante, hubo otro aspecto que me inquietaba:
Superman y la mayoría de los héroes trabajan solos, lo cual -debo reconocer-
que para una bruja es absolutamente comprensible. Sin embargo, esos neo héroes
además de ser antihéroes actuaban en equipo – como si se tratara de un comando
en acción.
Ello significaba que el hombre individual se
encontraba en vías de extinción. Su supervivencia estaba amenazada incluso en
el caso de que fuera héroe o antihéroe.
Nadie dijo nada al respecto. Ello, créanme, me ha
sumido en la más profunda de las reflexiones durante mucho tiempo, porque ello
significaba una pérdida del ser humano en sus fuerzas individuales, tanto como la
absoluta certeza de que la amenaza a la que ese ser humano cree tener que contrarrestar
le supera hasta el punto de no considerarse capaz de oponerse por sí mismo y
mucho menos frente a frente.
A estas disquisiciones se unieron las que ya les
he relatado acerca del paralelismo entre el trato que se da a las empresas y a
la mujer y, cuanto todavía no había terminado de elucubrar, llegó Anne
Applebaum con su teoría de que las dictaduras China, Irán y Rusia se unen
contra Europa.
¿Cómo era posible que tres dictaduras se unan para
comerse un pastel?, me pregunté asombrada. La respuesta que me di a mí misma
fue la de que cada una quería hacerse con un trozo distinto del pastel. China
quería el dominio económico sobre Europa; Irán aspiraba al dominio en el
terreno religioso, y Rusia perseguía el dominio territorial.
Y ahora, a este trio de ases se une otro nuevo As:
los Estados Unidos de la mano de Trump.
Y la pregunta es ¿qué está pasando?
Es difícil analizar el caos; de eso ya me avisó mi
amigo Carlos el misántropo hace muchos años. Entonces yo era una moderada a los
ojos de un hombre como él que, pese a ser médico, está convencido de que el
hombre es un monstruo que cuando sus ganancias se reducen o, simplemente se ha
restablecido de sus heridas, vuelve a lanzarse a la guerra. ¿Por qué alguien
con estas ideas puede ser médico? Porque Carlos el misántropo tiene como
principio fundamental el cuidado de la vida y por tanto está convencido de que
cualquier monstruo tiene derecho a ser atendido. Sí. También los misántropos
como Carlos tienen sus contradicciones. Pero ése ya es otro tema.
Durante años Estados Unidos ha recurrido a la
pasada guerra fría con Rusia. Lo cierto, sin embargo, es que sus similitudes eran
cada vez más visibles, hasta el punto de que es lógico que cantantes rusos como
Simón Khorolskiy mezcle el ruso y el inglés en sus canciones cuyos sonidos
rememoran al country americano. Los pioneros puritanos americanos y los ortodoxos
rusos tienen en común más de lo que ellos serían capaces de admitir. Si a esto
le añadimos la extensión de los bosques, la dureza de la naturaleza y de sus
condiciones de vida, las posibilidades de un entendimiento son reales y no
simples deseos de diálogo.
Muchos analistas han considerado una guerra entre
Estados Unidos y Rusia.
Otros entre Estados Unidos y China.
Yo recuerdo una y otra vez aquella canción que
Sergey Lazarev cantó en 2016 representando a Rusia afirmando “You are the only
one” (“¿Canto de amor a Europa?”, me pregunté en su momento) y la respuesta que
le dio Ucrania, representada por Jamala, en aquella canción titulada “1944”.
Imaginen ustedes: tres dictaduras y un país
democrático como Estados Unidos declaran la guerra de un modo u otro a Europa.
Lo que cada una de esas tres dictaduras pueden desear de Europa lo podemos, al
menos eso, intuir.
Pero ¿Y los Estados Unidos?
La guerra, a decir de Carl Schmitt llamado “el
dämon” por muchos, Jorge el tranquilo incluido, necesita de la clara división
de enemigo/amigo.
A nivel estratégico no está mal, pero si por algo
reluce el tablero es por su confusión.
Analicemos pues, sabiendo lo oscuras que son las
aguas en las que nos introducimos.
Trump se “une” al reparto del pastel que es
Europa. Si no aspira a sus dominios territoriales, ni económicos, ni religiosos
¿qué entonces?
1.
Elucubración:
Ayudando a
Rusia y a China al tiempo que a Arabia Saudí, los Estados Unidos pueden
establecer con estos tres países relaciones de todo tipo y condición con las
que obtener pingües beneficios que le proporcionen la posibilidad de la creación
de nuevas empresas destinadas al control y a la producción de armamento, lo
cual es altamente costoso.
2.
Los Estados Unidos-Trump llaman “comunista”
a Europa cuando en estos momentos Estados Unidos es, en realidad, el país más
comunista del Planeta Tierra.
Lo es desde el momento en que la
separación entre empresa privada y empresa pública ha dejado de tener sentido.
Todas las empresas privadas relevantes han sido puestas al servicio del Estado,
y el Estado ha sido puesto al servicio de esas empresas privadas. Eso es lo que
se vio en la toma de cargos de Trump: los empresarios más importantes del país
y, con gran seguridad, del Planeta, estaban allí.
Cuando entre empresas relevantes y Estado
no hay diferencia ese estado es totalitario. Eso es un hecho. Pero cuando, además,
hay líderes de partidos de extrema derecha que afirman convencidos que Hitler
fue comunista y grandes empresarios que lo aceptan sin dudar, uno tiene que preguntarse
por qué esos hombres tan inteligentes y tan capaces, que ocupan posiciones de
alta responsabilidad llaman a Hitler “comunista”. Y debo concluir que en
efecto, Hitler es “comunista”, porque, en efecto, la separación entre “privado”
y “público” es simplemente aparente. El problema es que dicha separación entre “privado”
y “público” ha sido anulada, absolutamente anulada, en la toma de cargos de
Trump. Por tanto ha de tratarse de un neo-comunismo. Y ahora, les pido, vayan
al Libro de la Semana y busquen la distinción que hago entre totalitarismo
fascista y totalitarismo comunista. Y luego díganme qué tipo de totalitarismo
es este neo-comunismo,
Esto, y no otra cosa, es lo que presentó la toma
de cargo de Trump. Además de que esto se ha hecho sin ni siquiera la
declaración de un golpe de Estado, se ha enmascarado bajo las premisas del
libertarianismo para conferirle la idea de libertad privada
¡Libertarianismo!
Vayan ustedes a Aragón y pregunten qué cosa fue el libertarianismo allí. Un
comunismo realista y bien realista presente durante la guerra civil española
que daba a cada familia del pueblo un kilo de carne. Pero comprendan ustedes lo
que yo una y otra vez repito: “a no es a”. Un kilo de carne no es un kilo de
carne. “Parto y reparto y me llevo la mejor parte”. Pueden ustedes que el kilo
de solomillo era para unos y no para otros. En cuanto al libertarianismo
individual ¿Desde cuándo el libertario va en manada? Cuando el libertarianismo
es feudal y se reduce a ganar dinero. Creo que también lo he escrito en alguno
de mis artículos.
En fin, el neo comunismo del gobierno americano fue
admitido con todos los fastos de una investidura el mismo día en el que Trump
tomó el cargo. En los días que le siguieron lo único que hizo ese neo comunismo
fue instalarse de hecho.
3
Ese neo comunismo americano está hecho y conferido
a la imagen de otro neo comunismo: el de China. Podemos llamar neo comunismo al
comunismo americano igual que los chinos se han llamado a sí mismos durante
décadas “comunistas a la manera china”.
Ambos tipos de comunismos, el americano y el
chino, son calcos de un mismo concepto político. Ninguno de ellos, ni los
Estados Unidos ni China pueden decir que son comunismo tradicional, porque no
lo son. Pero se llamen neo-comunismo (libertario) o comunismo a la manera
china, la verdad es que se trata de dos calcos.
Así que, una vez aceptada las similitudes entre
Estados Unidos y China, no es difícil aceptar las similitudes que les caracterizan
a la hora de establecer relaciones con otros Estados. Trump trata a los otros
países igual que China lo hace: como vasallos que le deben respeto, sumisión y
agradecimiento. ¿Han estado ustedes alguna vez en China? ¿Han visto cómo se
comportan todos esos jefes de empresas que corren a llamar a sus jefes de
Estado para que les asistan en las tribulaciones? No hablan de igual a igual,
sino de vasallo a Señor. ¿Han visto como corren todas esas empresas a las
agencias de marketing en el momento en que hacen algo mal y esperan ser
castigados por los consumidores de China? “Zanahoria o latigazo”, se dice en
Alemania. “Dulce o agrio”, se dice en Halloween.
El fenómeno “espejo” vuelve a darse también aquí o
si empleamos el lenguaje religioso del que tanto gustan todos ellos el famoso
“acércate a tu enemigo”. No obstante,
hemos de aceptar que las religiones de Abraham, las tres, presentan un grave
obstáculo para triunfar sobre el País de la Armonía de los Contrarios que es
China: las tres religiones de Abraham son demasiado lineales, demasiado
rígidas.
En un mundo de hologramas, AI, en el que los
sentidos engañan y no podemos guiarnos por ellos, la ilustración está perdida,
la división izquierda/derecha está obsoleta, las religiones de Abraham están
exhaustas. Los charlatanes de Blavatsky son los que quedan.
En suma: creo que Estados Unidos está utilizando
la estrategia “espejo” para tomar posiciones frente a China.
Creo que Rusia va a ser el país en el que se van a
encontrar el águila americana y el dragón chino para medir sus fuerzas,
especialmente en el campo de la economía. En este momento una Rusia extremadamente
debilitada tiene que dejar por fuerza permitir a Estados Unidos que entre para
equilibrar el ecosistema, el ruso, e impedir que el dragón se haga poco a poco,
pero inmisericorde, con todo el país.
Así pues, Rusia es, por un lado, el lugar “neutral”
donde, como digo, Estados Unidos y China van a batirse y a conocerse como
enemigos.
Por otra, es el único modo que tiene Rusia para mantener
su independencia económica ante China y conseguir mejores precios a sus recursos
naturales.
En este sentido Rusia es, además, un nuevo mercado
en el que introducirse, lo cual abre la puerta a nuevos “crea mundos con tu
mente”.
Para los teósofos mercantilistas Rusia es el lugar donde oriente y occidente se encuentran de manera sincrética.
4.
Dos países faltan en el tablero. El uno es India; el otro, Turquía.
Conclusión
Analicen ustedes esta frase: “Nada es lo que parece”.
Y tomen ustedes la primera parte de la frase,
porque la segunda -ya lo sabemos- no dice gran cosa. Las apariencias – lo sabemos
todos – son siempre engañosas.
Tomen ustedes pues:
“Nada es”.
Se toparán como ya afirmó el vampiro, mi vampiro,
la última vez que estuvo aquí con su reino. Con el Reino del No-Ser.
¿Adónde creo que vamos?
Adonde todos sabemos.
Ahora, más que nunca, se necesita el concepto de las dos naturalezas.
La bruja ciega
Llevo días escribiendo y corrigiendo. Me hubiera gustado publicar un artículo del que pudiera sentirme orgullosa. No lo estoy. Pero en cualquier caso había de escribirlo para mí misma: para poder ordenar todas las insensateces que he estado escuchando durante décadas. Era un puzzle que había que componer y lo he compuesto desde mi condición de mujer porque la mujer, hoy como ayer, está en peligro. Igual que lo está la Ilustración y el vigilante que desde tiempos remotos vela por la verdadera justicia social y que un día se dio en llamar izquierda y que ha sido traicionada y lapidada por sus propios componentes. Quiero entender, igual que lo quieren otros muchos, y soy consciente de que únicamente desde los análisis personales, individuales e intransferibles puedo hacerlo. Que lo consiga, es otra cosa. Lo he escrito tan largo para que ustedes consigan conciliar su sueño antes de acabar de leerlo. Tanto si ustedes son hombres, como si son mujeres, se dormirán porque es altamente posible que ustedes ya lo sepan todo. Por el contrario, alguien como yo ha debido ordenar en mi cerebro una gran cantidad de artículos y preguntarme si era posible descubrir a partir de mi asombro allí plasmado alguna "línea directriz" que explicara al punto en el que nos encontramos en este momento.
Por eso, queridos lectores, no se irriten
demasiado conmigo si no están de acuerdo con mis premisas, ni con mis análisis.
Reflexionen ustedes y elaboren los suyos propios. Seguramente ustedes llegarán
a conclusiones a las que nunca imaginaron llegar. Equivocados o no, son las
suyas como éstas son las mías.
¿La verdad? Siempre ha sido difícil llegar a ella.
En estos momentos, aunque nos tropezáramos por
casualidad con ella, no la reconoceríamos.
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