Es lo que tiene estudiar filosofía: no aprendes dónde se encuentra la Verdad pero sí cuál es la puerta tras la que la Falsedad se esconde.
Esto es algo que nunca entienden aquéllos que una y otra vez preguntan en letanía incesante: “¿Para qué sirve la filosofía? ¿Para qué sirve?” “Para descubrir el engaño.”, les contesto. Y observo sus decepcionados rostros. “Para eso”, dicen ellos, “no se necesita la filosofía. Basta”, aseguran, “con ser listos y no dejarse embaucar.” Y en su tono se advierte la misma superioridad que arroja el letrado hacia el ignorante.
Esto es algo que nunca entienden aquéllos que una y otra vez preguntan en letanía incesante: “¿Para qué sirve la filosofía? ¿Para qué sirve?” “Para descubrir el engaño.”, les contesto. Y observo sus decepcionados rostros. “Para eso”, dicen ellos, “no se necesita la filosofía. Basta”, aseguran, “con ser listos y no dejarse embaucar.” Y en su tono se advierte la misma superioridad que arroja el letrado hacia el ignorante.
Si esto fuera cierto... – murmulla mi silenciosa mente. Y me alejo en
dirección contraria a la de esos prudentes
hombres incapaces, creen ellos, de
dejarse enredar por la opinión pública. Me alejo porque lo que ellos consideran
fácil de distinguir a mí me parece harto complicado. ¿Un ejemplo? La
legalización del hachís.
Una y otra vez se repite en los medios de comunicación la necesidad de
legalizar el hachís y la marihuana puesto que su prohibición lejos de menguar el consumo, corrompe los mercados. De lo que se trata, afirman, es de regular la oferta y
la demanda para conseguir una transacción transparente y de este modo,
concluyen, acabar con las bandas mafiosas que se dedican al comercio ilegal.
Además, añaden algunos, el hachís y la marihuana no son tan peligrosos como se
creen y contienen propiedades valiosas para el ámbito de la medicina.
Sin embargo toda esta argumentación, que en un primer momento aparece como
lógica y cabal, no es más que un cúmulo de insensateces o, peor aún, la defensa
de unos intereses creados.
En un primer momento la consideración acerca de la droga se apoya
en una simple discusión: Legalización,
sí / Legalización, no.
Los que abogan por la prohibición, se amparan en los terribles efectos
nocivos que la droga (y el alcohol) causan en la salud individual y social. Del
mismo modo que el asesinato está proscrito y condenado, hay consumos y
conductas que también deben ser sancionadas por el código penal debido a los
desastrosos perjuicios que originan en la buena marcha de una sociedad.
Los que exigen la legalización afirman que, con penalización o sin ella, van
a seguir existiendo consumidores de marihuana. Su autorización, en cambio,
determinaría la desaparición de las bandas mafiosas y traficantes que abusan de
los consumidores y les ofrecen una mercancía sin ningún tipo de control. Por
otra parte la regulación de los mercados ofrecería a los empobrecidos Estados
una nueva fuente de ingresos, sin olvidar que su legalización no implica que
todos hayan de consumir hachís y marihuana. Del mismo modo que se ha llevado a
cabo una campaña global contra los cigarrillos, podría desplegarse una
advertencia acerca de que el consumo del alcohol y la droga es nocivo para la
salud, lo que llevaría a un descenso de su consumo.
Así pues, los argumentos que avalan la legalización del hachís y de la
marihuana parecen incontestables por sensatos.
Lamentablemente, no lo son.
Lamentablemente, no lo son.
Dejando a un lado el hecho de que yo no he visto hasta el día de hoy que Estado (occidental) alguno haya emprendido en contra del legalizado alcohol – no digo ya una cruzada
sino un mínimo ciclo de conferencias a lo largo y ancho del planeta previniendo acerca de sus perniciosos efectos sobre la mente y la fisis de los individuos y sí, en cambio, consienten en presentarlo como parte esencial de la buena y exitosa sociedad - aparece en un segundo momento una cuestión a la que muy pocos se enfrentan:
la absoluta legalización de todas y cada
una de las drogas.
Es entonces, cuando la mayoría de esos que hasta hace unos instantes
blandían su espada para acabar con una legislación obsoleta, callan
desconcertados y farfullan que no, que eso no puede ser; que no se pueden
legalizar todas y cada una de las drogas porque en comparación con la marihuana y el hachís, las otras son mucho más
peligrosas. Y aquí, justamente aquí, empiezan los problemas. ¿Se legaliza el
hachís para evitar el tráfico mafioso, para regular el comercio, o porque se
considera una droga “blanda”, tan blanda como ese alcohol que mata a golpes a
cientos y miles de niños y mujeres a lo largo del planeta y que produce más
muertes que el cáncer porque además de producir cáncer provoca suicidios y
asesinatos? ¿Se legaliza el hachís para regular un mercado y hacerlo transparente
y se olvidan de las drogas de diseño que se producen diariamente en las cocinas
más sucias y desastrosas de este mundo? ¡Eso es como si se legalizaran la
cerveza y el vino y se prohibieran el whisky, el vodka, el ron, la tequila, el
anís y el coñac!! ¿Se legaliza el hachís porque su consumo está generalizado y
no se legaliza la cocaína que es la droga del toma y dame en los altos puestos
de la sociedad porque les permite lo que su condición humana les impide, esto
es: trabajar sin dormir? ¿Se legaliza la droga de los “mataos”, la droga de los
“tiraos” y no la de los altos estamentos? ¿Al pueblo lo que es del pueblo y a
la élite la dejamos sin Soma? Vaya, vaya, ¡Qué injusticias sufren las élites
económicas! ¡Justicia, justicia para los poderosos! Brecht decía que el alcohol
es propio de los medio hombres, y sabía por experiencia de lo que hablaba. ¡Justicia,
Justicia para los ricos e incansables trabajadores cocainómanos! ¡Seamos todos
medio hombres! ¿Liberalización del hachís? ¿A partir de qué edad? ¿De los
dieciséis? ¿De los dieciocho años? ¿De los veinte? Y luego pasa lo que pasa:
que el de veinte compra para él y sus amigos de diecinueve... Justo cuándo los
jóvenes no saben de dónde vienen ni adónde van, ¿les damos adormideras? ¿No
tenemos ya bastante con los comas etílicos que abarrotan los hospitales todos
los fines de semana? ¡Justicia e Igualdad! Legalización de toda la droga. ¿Se
permite el hachís a los consumidores de hachís y la cocaína al cocainómano no y
la heroína al heroinómano, tampoco? ¡Justicia! ¡Legalización de las narices de
platino! ¿Se quiere regular los mercados
de hachís y no el de las plantaciones de cocaína? ¿Se quiere acabar con los
traficantes del hachís y no con los traficantes de droga de diseño?
Y ante mí, perplejos, casi asustados por mi discurso, permanecen todos
aquéllos que hasta hace un instante defendían con tal ligereza la legalización
del hachís, sintiéndose tan liberales, tan comprensivos, tan en consonancia con
los hechos reales...
¿Qué es lo que hace al hachis factible de ser legalizado? ¿Qué es lo que
equipara el hachís al alcohol y no a la cocaína? Tal vez, - les pregunto, sólo
les pregunto- tal vez porque lo que se pretende con esta legalización es
regular – no los mercados, no el tráfico- sino el consumo, consumo, por lo que
he oído, universal en los Estados Unidos,
hasta el punto de que algunos lo consideran –dicen esos algunos- parte de su
cultura? ¿Pretenden digo, regularizar un uso extendido igual que terminó
admitiendo la RAE el seseo por el gran número de hispano hablantes que lo
utilizaban?
Todos ustedes que alardean de progresistas y liberales, ustedes que
alardean de comprensivos y de ir con los tiempos actuales, ¡sean honestos! Determinen si lo que quieren es legalizar el hachís y la marihuana porque quieren acabar con los
mafiosos y entonces tienen que reivindicar la legalización de todas las drogas ¡sean del
tipo que sean!, o proteger a los drogadictos y entonces tienen que reivindicar que se penalize al traficante pero no al consumidor.
Y si de verdad quieren emprender campañas previniendo contra el alcohol y las drogas, ¿por qué esperan a su legalización? ¡empiecen ya! El niño inocente aprende en la escuela el “no matarás”, el “no robarás”, el “no pegarás a tu amigo”, el “ayudarás a tus compañeros” y todo lo demás. ¿Por qué entonces no se le inculca el “cuidarás tu cuerpo, tu mente y protegerás tu existencia”?
Y si de verdad quieren emprender campañas previniendo contra el alcohol y las drogas, ¿por qué esperan a su legalización? ¡empiecen ya! El niño inocente aprende en la escuela el “no matarás”, el “no robarás”, el “no pegarás a tu amigo”, el “ayudarás a tus compañeros” y todo lo demás. ¿Por qué entonces no se le inculca el “cuidarás tu cuerpo, tu mente y protegerás tu existencia”?
Pero si en sus objetivos no entra la despenalización de todas las drogas, si no son lo
suficientemente valientes como para enfrentarse a semejante tarea, reconozcan,
al menos, reconózcanlo de una vez por todas, que lo que ustedes apoyan, en realidad, es la legalización del
consumo de una sustancia que ya es habitual entre la población americana. ¡Pero
si sólo hace falta ir al cine para comprobarlo! ¿Han visto ustedes la película "Ted 2"?
Demencial, sí, demencial. Allí los grandes autores de la literatura son
comparados –a la baja- con los protagonistas de las películas de Stalone y el
paraíso es una inmensa plantación de marihuana para ser fumada en una “pipa”
con forma de pene.
Del mismo modo que todos los tipos de alcohol están permitidos, con
indiferencia de su graduación, yo apelo a la sinceridad y a la honestidad de
aquéllos que reclaman la legalización de la marihuana y el hachís: si de lo que
se trata es de terminar con las mafias, de regularizar el comercio y el
mercado, de proporcionar nuevas fuentes de ingresos a los Estados, de controlar
el consumo y cuidar eficazmente a los enfermos drogadictos, enfermedad que se
considera crónica, entonces sean valientes y exijan la despenalización de todas
y cada una de las drogas. Sólo así podrán ustedes alcanzar sus nobles
objetivos.
En otro caso, en ese que sólo pretende la legalización del hachís y de la marihuana, tienen que ser ustedes conscientes de que con tal reivindicación lo que ustedes están apoyando en realidad no es la legalización sino la liberalización del mercado del hachís y de la marihuana al tiempo que permiten seguir subsistiendo a los grupos mafiosos, que serán además, los que más activamente se beneficien de la legalización de ese mercado, puesto que son ellos los que en este instante conocen y controlan su organización estructural: producción, envíos, clientes, pagos... Con lo cual, el lavado de dinero que produzcan las otras actividades no legales les resultará aún mucho más fácil. Esto es lo que ustedes consiguen reclamando la legalización del hachís y de la marihuana: la liberalización de un mercado que se abrirá para ser dirigido legalmente por las mismas manos que ya lo poseen y una regularización de una actividad que quizás permita a los Estados disponer de otra fuente de ingresos pero que, desde luego, abre una nueva puerta de blanqueo de dinero a los grupos mafiosos.
En otro caso, en ese que sólo pretende la legalización del hachís y de la marihuana, tienen que ser ustedes conscientes de que con tal reivindicación lo que ustedes están apoyando en realidad no es la legalización sino la liberalización del mercado del hachís y de la marihuana al tiempo que permiten seguir subsistiendo a los grupos mafiosos, que serán además, los que más activamente se beneficien de la legalización de ese mercado, puesto que son ellos los que en este instante conocen y controlan su organización estructural: producción, envíos, clientes, pagos... Con lo cual, el lavado de dinero que produzcan las otras actividades no legales les resultará aún mucho más fácil. Esto es lo que ustedes consiguen reclamando la legalización del hachís y de la marihuana: la liberalización de un mercado que se abrirá para ser dirigido legalmente por las mismas manos que ya lo poseen y una regularización de una actividad que quizás permita a los Estados disponer de otra fuente de ingresos pero que, desde luego, abre una nueva puerta de blanqueo de dinero a los grupos mafiosos.
A partir de ese mismo momento, que Dios los proteja a ustedes, a los jóvenes y a la sociedad.
La bruja ciega
Nota: Pido comprensión por mis múltiples correcciones. Escribo a la velocidad del pensamiento y publico lo más rápidamente posible debido a mi carácter impaciente. Es pues en un segundo, tercer y hasta cuarto momento cuando introduzco los cambios necesarios, ya sea para subsanar los errores o para introducir un par de nuevas ideas o simplemente para sustituir un término por otro que me parece más apropiado. Como este proceder expresa, de algún modo, mi forma de ser - siempre espontáneo, siempre en movimiento, siempre yendo y viniendo -, no veo el modo de enmendarlo. Lamento profundamente las molestias que ello les pueda causar.
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