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Friday, April 15, 2016

“Böhmi pipi-caca-culo” y el bravo soldado Svejk

No es posible. No puede serlo. No debería serlo. Un país como Alemania, la llamada “locomotora” de Europa, una de las mayores potencias del mundo, anda deshojando margaritas con el caso Böhmermann “pipi-caca-culo.”

En algún sitio he leído que los que apoyan a Böhmermann lo hacen porque ya sienten amenazada la libertad. Es que lo está. La libertad, como la vida, está siempre amenazada. Estamos vivos hasta que estamos muertos. Somos libres hasta que nos convertimos en esclavos. En nuestras manos no está el predecir ni lo uno ni lo otro. Podemos, claro, ir al médico; podemos adoptar las medidas higiénicas más efectivas y nutrirnos con los alimentos más sanos; podemos caminar con casco y trabajar con ropa de seguridad. Ello tal vez tranquilice al miedoso pero cuando la muerte llame a su puerta ésta se abrirá sin oponer resistencia alguna y cuando la muerte apoye la mano en su hombro caerá, da igual cuántos cascos y cuánta salud rebose su cuerpo. Con la esclavitud sucede lo mismo. Nos levantamos siendo libres y establecemos todas las leyes, reglas y medidas necesarias para que esa situación se mantenga. Por la noche hemos de admitir resignados que un simple guijarro en el zapato nos ha convertido en esclavos sin que nosotros mismos podamos explicar cómo ha sucedido. A veces ese guijarro es un partido que critica a la democracia ocultando que su exigencia de una democracia más democrática se refiere única y exclusivamente a una democracia individual: la suya. Y de este modo, ese individuo individualmente democrático termina imponiendo “su democracia individual” al mismo pueblo que libre y voluntariamente lo ha elegido. A veces el guijarro está realmente en nuestro zapato y  justo cuando nos hemos sentado para sacarlo nosotros mismos, aparece un falso profeta que solícito se presta a hacerlo él y cuando vamos a darle las gracias por una ayuda que en realidad no era necesaria pero que hemos aceptado por ser amables con ese que tantos deseos parecía mostrar por ayudarnos, para que ese hombre tan bondadoso y tan dispuesto a ejercer el amor al prójimo pueda sentirse contento consigo mismo porque aunque no necesitemos su colaboración es importante mantener la armonía en el mundo y nosotros no queremos ser la causa de la tristeza de ese hombre que con tanta dulzura se apresura a liberarnos de cualquier incomodidad y por eso aceptamos que se agache y nos quite el zapato, – ¡hace falta tener interés en nosotros, almas solitarias que se sienten tan solas a pesar de estar rodeadas de personas que se preocupan por nosotros aunque nosotros sabemos que su preocupación es meramente fingida porque  nosotros sabemos que esas personas que dicen preocuparse por nosotros en realidad sólo buscan su propio interés pero a nosotros no nos engañan y por eso nos hemos peleado con la novia de toda la vida antes de salir de casa, porque la novia de toda la vida estaba a vueltas con la idea de que deberíamos casarnos y nosotros no queremos casarnos porque queremos mantener nuestra libertad y en esta falta de respeto, en este no-respeto, a nuestro deseo de libertad es donde claramente se ve que nuestra novia de toda la vida no se preocupa de nosotros sino solamente de ella y por eso hemos salido dando un portazo sin ni siquiera calzarnos y ya en la acera, al ponernos los zapatos se ha metido un guijarro en nuestro zapato por culpa de nuestra novia de toda la vida que finge amarnos pero que no nos ama porque si no en vez de querer casarse querría que nosotros conserváramos nuestra libertad -  y una vez que nos ha descalzado aquél hombre toma nuestro zapato y antes de introducirse en él lo husmea - ¡alma generosa! ¡alma noble! ¡clara muestra inequívoca de que persigue nuestros intereses con la misma fuerza con la que lo hacemos nosotros! ¿qué digo “la misma”?, ¡más, mucho más que nosotros! Nosotros, que volvemos la nariz a otra parte mientras él se introduce por completo en ese rectángulo oscuro, cerrado y maloliente sin ningún tipo de escrúpulos y una vez ya dentro se concentra en el guijarro con espíritu de espeleólogo y nos pide material: cuerdas, picos, palas, luz, tornillos, martillos... y nosotros, admirados por aquél espíritu valiente, audaz, intrépido y generoso le vamos proporcionando todo lo que nos demanda conforme nos los va demandando mientras pensamos en la egoísta de nuestra amante y en la justicia divina que nos envía almas tan bellas para consolarnos de nuestros pesares y al final, cuando vamos a darle las gracias por aquéllo que realmente no necesitábamos pero que hemos aceptado por hacerle un favor para que él se sintiera mejor consigo mismo por hacernos un favor y nosotros nos sintiéramos mejor con nosotros mismos por haberle hecho un favor a él y el mundo se sintiera mejor con el mundo por albergar a dos personas tan amables como nosotros, entonces, digo, le tendemos la mano para estrechársela, nos ponemos en pie y notamos sin comprender, impedidos por la sorpresa, que no nos podemos mover de donde estamos, que nuestro pie está completamente pegado al zapato y el zapato a una extraña máquina que sólo obedece las órdenes del que la dirige, o sea: el otro. Y le preguntamos a ese otro qué que ha hecho, qué si se trata de una pesada broma. Y la sorpresa da lugar a la risa nerviosa, venga va déjese de bromas, y la risa al enfado, quién se cree usted qué es,  y el enfado al grito, policía, y el grito a la desesperación, que alguien me ayude. Pero después de la desesperación no viene nada más que la realidad: hemos sido encadenados y somos esclavos. Y todo eso por un simple guijarro en el zapato. Por estar en el sitio equivocado en el momento equivocado con la amabilidad equivocada, esa amabilidad que le hemos negado a nuestra novia de toda la vida porque desde luego no vamos a tolerar que una novia de toda la vida nos encadene con esa historia del matrimonio, porque nosotros somos espíritus libres y el matrimonio es una cadena y tampoco queremos hijos que encadenan aún más y esos de por vida. Hemos dejado a la novia de toda la vida y a los hijos y nos hemos ido y hete aquí que un guijarro, un simple guijarro en el zapato, ha conseguido despojarnos de la libertad real y consiguientemente de la libertad espiritual y ahora desearíamos que vinieran la novia de toda la vida y los hijos a salvarnos, a liberarnos, esos que hace poco pensábamos que eran nuestros carceleros o al menos que pretendían serlo.

Pero nadie viene y nosotros quedamos condenados a la esclavitud más esclava.

Así la muerte, así la esclavitud. Corremos lejos de ellas y las encontramos aguardándonos en la meta.
Y ahora viene Böhmermann “caca-pis-culo” y suelta su “poema”. Y dicen que antes avisó de que eso era un ejemplo de lo que “no se debía decir”. Böhmermann, bravo soldado Svejk, dice que va a decir lo que está prohibido decir para que todos sepan lo que está prohibido decir y a continuación suelta el “pipi-caca-culo” más famoso de los últimos tiempos. Y el presidente Erdogan se enoja. Es el enojo de Erdogan lo humorístico, no la poesía “pipi-caca-culo” de Böhmermann. Muy posiblemente la madre de Böhmermann, esté donde esté, ha llamado a su hijo para amonestarle dulcemente, como sólo lo saben hacer las madres alemanas, y esto –lo de amonestar dulcemente a los hijos- es, lo reconozco, un arte que sólo ellas (y algunas, sólo algunas, madres francesas) dominan. Nada de gritos, nada de llantos, nada de sermones. Únicamente una tranquila frase aderezada con un ligero toque de disgustada decepción “Oh, Böhni, bitte, ¿de verdad era “pipi-caca-culo” necesario? Oh. Böhni... ya sabes que esas formas no son las más adecuadas.” Y vemos a Böhni-Böhmermann con esa cara de petit-spirou alemán, que se acerca a su madre para darle un beso y  como quien habla con una mujer asustada, - una mujer asustada esa madre que ha luchado y matado a los dragones más terribles, ella que se ha enfrentado a los enanos más traidores para proteger a su Böhmi-Sigfrido – como quien habla con una mujer con el aspecto de mujer indefensa ante un sigfri-Böhmi dulce pero resuelto, como se acercan los fuertes a las almas débiles, a sabiendas de que el alma de su madre no es en absoluto débil, pero que justamente porque no es en absoluto débil sino inmensamente fuerte merece ser más tiernamente consolada que las almas débiles, le dice al tiempo que se introduce despreocupadamente un gran trozo de tarta de queso en la boca: “Keine Sorge, mama. Hm, qué bien sabe tu tarta de queso. Y dime, ¿ya tenéis planeadas vuestras vacaciones?”. Y esas dos almas fuertes, la una serena y la otra traviesa, cambian de locación y viajan por los espacios incorpóreos de la geografía universal en busca de unas “adecuadas vacaciones”. Gran, terrible problema ese de “adecuadas vacaciones”.

Más complicado e importante, desde luego, que el “pipi-caca-culo” de Böhmi.

Pero Erdogán clama Justicia. Erdogán pide Justicia a gritos. Y de repente Turquía, que primero se transformó en Turquía-Erdogán ahora se ha transformado en Erdogán-Turquía, de modo y manera que parece que el que molesta a Erdogán individuo ha de molestar a Turquía-nación.

Y Alemania no sabe a quién ha de hacer Justicia ¿A Erdogán individuo enervado? ¿A Turquía-Erdogán? ¿A Erdogán-Turquía? ¿Es decir Erdogán decir Turquía? ¿Hasta qué punto? ¿Cuando un individuo llama a Obama “Anticristo” y a Merkel “nazi” está insultado a los Estados Unidos de América y a Alemania o está insultando a Obama y a Merkel? ¿A quién insulta un humorista cuando señala a Erdogán y dice “pipí-caca-culo”? ¿a Erdogán o a Turquía? ¿El turco que está desacuerdo en Alemania con la política de Erdogán y cuando llega a su bar de costumbre ve la imagen de Erdogan en la televisión y señalando a Erdogán exclama “pipi-caca-culo” insulta a Erdogán o a Turquía? ¿Puede considerarse ese turco un traidor a su patria?

Y Böhmi “pipi-caca-culo” ¿no representa él también la Alemania? Más aún ¿no la constituye? Él que es elector-contribuyente-cliente de su propio país ¿no lo representa? Y si lo representa, igual que Erdogán representa a Turquía, puede significar que /“Erdogán-a mí la justicia”-Turquía/ declare la guerra a /“Böhmi-pipi-caca-culo”- Alemania/ y que toda Turquía y toda Alemania tengan que prepararse para un enfrentamiento bélico de consecuencias inimaginables, unos para defender a /“Erdogán-a mí la justicia”-Turquía/ y otros para apoyar a /“Böhmi-pipi-caca-culo”-Alemania/?

No me digan que tal idea les hace reir. No sería la primera vez en la historia que hubiera sucedido algo semejante.

Lo dicho: a veces nos levantamos libres y por un simple guijarro en el zapato, por un simple y sencillo molesto guijarro en el zapato, nos acostamos –víctimas de nuestra propia estupidez y narcisismo - esclavos.

Y todo porque estábamos tan ocupados afirmando nuestra libertad frente a nuestra amante, nuestro jefe, nuestros hijos, nuestros vecinos, incluso frente a nosotros mismos, que diaria y disciplinadamente practicamos el ejercicio de la libertad –nuestra libertad- igual que diaria y disciplinadamente hacemos deporte, que no nos hemos preocupado de propinar un contundente y sonoro “NO” a quién y cuándo era realmente oportuno, necesario e imprescindible hacerlo.

Menudo teatro el de “Böhmi-pipi-caca-culo” y “Erdogán-a mí justicia- Turquía”

Con el alud de problemas que tiene que resolver Europa  y este guijarro en el zapato amenaza con encadenarla a un sinfín de complicaciones innecesarias, absurdas y motivadas por lo que parece por razones a todas luces, oscuras. Más oscuras que el “pipi-caca-culo” de Böhmi.

El espectador ronca con una sonrisa de felicidad en el sofá.

Son los Böhmi de este mundo los que le recuerdan lo mucho que cuesta ser libre y lo mucho que cuesta seguir siéndolo.

Son los Böhmi de este mundo los que le hacen que el espectador se sienta orgulloso de ser alemán.

Oh... Oh...

El “Erdogán-a mí justicia-Turquía” acaba de destapar la caja de Pandora.

El vampiro me mira con ojos relucientes de orgullo y yo sé lo que ese brillo maléfico y altivo significa.

Pase lo que pase, sea Böhmi-pipi-caca-culo condenado o no lo sea,  él, el vampiro, ha ganado una partida con la que ni siquiera contaba.

¿ O tal vez sí?

Me estremezco al pensar en el poder de sugestión  que los vampiros despliegan en sus reuniones sociales.

El vampiro sonríe misteriosamente.

Y yo, yo corro a coger mi escoba: !"Böhmi-pipi-caca-culo" es un guijarro en el zapato alemán pero por la estrella y mi escoba que no serás tú quien se lo quite!Jan Böhmermann es un guijarro en el zapato, pero la única forma de seguir siendo libres es o dejando libre al guijarro o seguir caminando con él en el zapato sin prestarle mayor atención."

Pero por mucho que mi tono intente sonar contundente ambos sabemos que la nerviosa soy yo y el tranquilo, él.

Nacionalismus  Habemus

La bruja ciega.

Y por si no me he expresado bien, creo:

Que Böhmermann debería quedar libre y sin cargos. No porque sea un humorista sino porque, sencillamente, creo –sinceramente lo creo- que los insultos a los vecinos – que nunca o raramente se penan por la justicia, que la mayor parte de las veces únicamente provocan risas solapadas de los abogados y juristas al ver a esos dos energúmenos discutir por temas tan baladís como la valla separadora del jardín- son los únicos que en realidad deberían ser tenidos en cuenta y  penalizados. Los insultos entre vecinos ponen en peligro la convivencia y el mantenimiento de la paz del lugar, generan importantes daños de índole psicopsomática, con lo cual los gastos sanitarios se disparan y en ocasiones provocan vendettas que repercuten en las nuevas generaciones y sus efectos terminan por expandirse al resto de la sociedad.

Böhmermann debería quedar libre de cargos porque los insultos a los representantes de los gobiernos deberían dejar de ser insultos penados por la ley. Porque esos representantes llevan en sus manos las vidas y los destinos de miles de hombres y es normal que muchos de esos ciudadanos y muchos de esos destinos se sientan decepcionados y despechados y es necesario e incluso justo que puedan expresar su ira y su enfado del único modo y manera que saben. A veces les faltan las palabras y otras los argumentos. Se empieza siempre por los Böhmermann de este mundo y se termina por los Svejk del siguiente. 

¿Qué será lo siguiente? El bar Facebook ha sido cerrado, la taberna Twitter, también. Allí donde no han sido cerrados, son vigilados y no sólo por el gobierno y los diferentes grupos de poder; también por los jefes de su trabajo e incluso por sus futuros jefes, además de los consabidos vendedores. Esto es lo único que no ha variado. antes entraban vendiendo rosas y periódicos y ahora en vez de perder el tiempo ofreciendo productos que no interesan, se dedican a analizar el gusto  y las necesidades de cada cliente que acude al bar. ¿Pero desde cuándo van los jefes a la taberna a vigilar a sus trabajadores para hacerles sufrir a esos trabajadores las correspondientes represalias por lo que allí, en la taberna, esos trabajadores hacen y dicen? Eso no se les ocurre ni a los maestros más retrógrados.

¿Qué será lo siguiente? ¿Introducir espías como los que se describe en el libro del bravo soldado? ¿Espías que sean los ojos y los oídos del tirano  y que estén revestidos de la potestad necesaria para actuar y poner una denuncia en su nombre?


Penar a Böhmermann es un error
      Para la sociedad .





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