Tracking-ID UA-44975965-7

Thursday, August 4, 2016

Cortocircuitos

Lo cierto es que ya no sé ni por donde empezar. Tendría que decir algo así como “Lo avisé, lo avisé, lo avisé” Y es cierto que lo dije; es cierto que lo vaticiné; es cierto. “Casandra es mi nombre”, titulé un artículo. "Casandra", lamentablemente, sigue siéndolo. Los alemanes se muestran asombrados ante la reacción favorable de los turcos en Alemania a Erdogán, hasta el punto de que hasta los científicos turco-alemanes están atendiendo a la llamada que les ha hecho y no han dudado en abandonar el país germano para ir a trabajar a Turquía.

Yo recuerdo el artículo que en su día escribí ante los acuerdos que Merkel preparaba con Turquía-Erdogán para solucionar la crisis de los refugiados.

Por si lo han olvidado ustedes, y porque no me gusta escribir acerca de los temas ya tratados a mí, aquí lo tienen:


¿Notan mi tono un tanto enfadado?

Lo estoy. Lo estoy y mucho. No puede ser que sea preferible firmar acuerdos imposibles en vez de aceptar -con agrado o sin él, eso es otra cuestión-  que la sociedad europea no está dispuesta a acoger a tantos refugiados. No puede ser que sea preferible jugar con Turquía-Erdogán al juego de los indignados, que explicarle a Europa que una de dos: o se acepta a los refugiados o no se acepta a los refugiados. Y puesto que al parecer la sociedad no acepta a los refugiados y dada la costumbre, la necesidad y hasta la moda democrática de convocar referendums y plebiscitos y similares en los últimos tiempos, tan democráticos todos ellos que democráticamente se aclama popularmente a los democráticos tiranos – no estaría de más planear la convocatoria de unas votaciones a fin de que Fuenteovejuna decida si se acepta a los refugiados, - y esto consecuentemente obliga a la sociedad  de la Unión Europea y a las naciones que la conforman a colaborar en el mantenimiento, educación e integración de esos recién llegados, o no se acepta a los refugiados - lo que significaría que los ciudadanos de la Unión Europea están a favor de levantar muros y guardarlos a muerte con la espada blandida por soldados, mercenarios o, llegado el caso, incluso por ellos mismos. 
Esto sería lo primero a dirimir. En un segundo plebiscito se podría determinar qué se hace con los musulmanes; y en un tercero – a la vista de los últimos acontecimientos – qué se hace con los locos.

Refugiados, musulmanes, locos. Esto es, desde luego, lo que se llama un buen revuelto.

¿Me notan enfadada?

Lo estoy.

Es que yo ha discutido tanto, tanto, tanto, con Jorge, el tranquilo Jorge, que tranquilamente se equivoca una y otra vez y todo sólo y exclusivamente porque tranquilamente ocupado como está en sus asuntos importantes se empeña en adoptar la posición de los importantes periodistas que escriben en los periódicos importantes y a mí me cuesta Dios y ayuda hacerle entrar en razón y he de perder mi tranquilidad para que él comprenda que su tranquilidad es tranquila pero desde luego no se ajusta a la verdadera verdad, aunque la verdad, la voz de la verdad, haya de desgañitarse para que sea escuchada y al final parezca menos verdad y menos racional que la tranquila estupidez de la que de vez en cuando hace gala el tranquilo Jorge por tomar tranquilamente prestadas las opiniones de los que él considera hombres racionales y cabales donde los haya, aunque esos hombres racionales y cabales donde los haya apenas tienen tiempo de reflexionar, tan ocupados como están en mantener sus posturas racionales y cabales donde las haya. Mientras que por lo que a mí respecta, he de sentirme avergonzada porque he alzado tanto la voz que a veces tengo la impresión de que hasta los muertos se levantan de sus tumbas para pedirme, suplicarme, que hable un poco más bajo y más calmadamente, que no me emocione tanto, que no es bueno ni para la salud ni para el oído y total, lo que haya de ser será y lo que será es, sin duda, la eternidad.

Y todo ¿para qué? Para una y otra vez terminar escuchando - siempre después de que los hechos hayan terminado por demostrar la verdad de mis razonamientos- cómo el tranquilo Jorge  tranquilamente admite que en efecto yo tenía razón pero que él también se había percatado del asunto, porque él, dice el tranquilo Jorge, es tranquilo pero no un ingenuo. 

No, Jorge, no eres un ingenuo. Eres un conformista. Necesitas el conformismo político para dedicarte a los asuntos importantes y eso te honra pero, lamentablemente, te quita la visión que yo, a pesar de mis ojos casi ciegos, sí tengo. Tú necesitas tu conformismo para vivir y triunfar en la jungla social. Mimetización, le llaman. Yo te aviso de las trampas, por amistad y por diversión. ¡Qué le vamos a hacer!. Cada cual se distrae según su carácter... Y tu carácter es aceptar a pies juntillas cualquier teoría que la mayoría presente porque así la vida, sencillamente, te resulta más cómoda y puedes tranquilamente dedicarte a tus ocupaciones favoritas; o sea: los asuntos importantes.

¿Me notan irritada?

Lo estoy.

La historia de que "locos perturbados" van matando por ahí gente a diestro y siniestro me está sacando de quicio.

Locos perturbados todos ellos, casualmente, curiosamente, de edades comprendidas entre los 17 a 25 años.

Una de dos: o la locura se asemeja al sarampión, que es una enfermedad esencialmente infantil, y únicamente afecta, salvo excepciones, a los varones de 17 a 27 años, o no habrá más remedio que centrarnos en otros motivos más allá de ese argumento tan cómodo como es el del de la perturbación mental.

a)      Si realmente son perturbados mentales ¿qué relación tiene la edad con la locura que padecen?

b)      ¿Qué tipo de perturbación sufren? ¿Esquizofrenia, paranoia?

c)      ¿Sufren todos la misma perturbación o diferente?

d)      Si sufren la misma perturbación mental ¿podrían las autoridades ser tan amables y hacer el favor de avisar a los familiares y cuidadores de todos aquéllos que padecen esa perturbación?

e)      Si esos perturbados mentales no sufren todos ellos la misma perturbación ¿significa entonces que “a” es “a” y que todas las enfermedades mentales los mismos esquemas o, al menos, las mismas consecuencias; esto es: el asesinato en masay por tanto la consecuencia imprescindible que de ello se deriva es el internamiento sin tardanza de todos los perturbados mentales?

f)       Si son perturbados mentales declarados ¿cómo es que no están medicados y controlados?

g)      Si están medicados y controlados ¿cómo es posible que ninguno de sus cuidadores se haya percatado de la inefectividad de la medicación o del empeoramiento de la enfermedad?

--Si son perturbados mentales no declarados ¿significa esto que hay que organizar una campana de "profilaxis", de reconocimiento de los locos que hasta el momento no han sido declarados locos, o sea: una campana de  "busca y captura" de locos no declarados locos, ni siquiera considerados locos,  pero cuya locura puede explotar en cualquier momento? ¿tiene Fuenteovejuna que dedicarse a buscar locos escondidos igual que se dedica a buscar en los últimos tiempos "pokemons"?

Por favor, respetados y respetables comentaristas, articulistas del mundo, empiecen a contestar a estas cuestiones. Será interesante saber por qué los varones de 17 a 27 años han decidido a lanzarse a matar sin más y sin previo aviso.

Vuelvo a repetir: Matar a  un desconocido es una acción sumamente complicada. Tan complicada como la de matarse a uno mismo. Por eso la guerra, que es el lugar en el que por antonomasia más desconocidos se mata, ha de ir unida a la idea de Necesidad y esta a la idea de Defensa y Protección, y cuando ninguna de estas ideas existen sólo queda la del enriquecimiento personal, que es -precisamente- donde se apoyan los mercenarios. 
Uno puede fácilmente matar, en un ataque de ira o en un reposado plan de venganza, al vecino, al jefe, al amigo, a la esposa... poco importa el motivo. Matar al otro es sencillo, sobre todo cuando ese otro, sencillamente, nos hace imposible la existencia. Algo así señala Remarque en una de sus obras: un soldado que ha regresado del frente se entera de que su novia le ha sido infiel y mata, creo recordar, al amante de su novia, hecho por el cual es condenado. El pobre ex soldado no entiende nada: no le condenan por los asesinatos de los desconocidos que sin motivo alguno se ha visto obligado a matar para defender el concepto Patria y sin embargo, le condenan por defender lo que es suyo. En las películas inglesas románticas que aparecen en YouTube se observa algo parecido. En esas películas románticas y costumbristas a la vez, siempre hay un individuo que molesta a la paz y a la justicia social y al cual no hay más remedio que hacerlo pasar de modo ”accidental” “a la otra orilla” para que deje vivir al resto de los mortales.

No estoy intentado sonar graciosa, ni siquiera parecer cínica. Estoy intentando decir que tan difícil resulta matar a los desconocidos de quienes no se sabe nada, como matarse a uno mismo, del que se sabe todo.

Estoy intentando decir que alguien que se mata a sí mismo no es sólo un perturbado. A veces ni siquiera lo es en absoluto. ¿Creen ustedes que David Foster Wallace estaba loco porque se suicidó? ¿Saben ustedes cuánto tiempo tardó en conseguirlo? ¡Veinte años! Veinte años luchando contra la autodestrucción. El suicidio no convierte a nadie en un loco sino en un desesperado. Justamente por esta razón es el suicidio para los católicos un sonoro pecado. El desesperado no cree en la eternidad, en el infinito, en Dios. Es su desesperación incontrolada, más que el hecho en sí (que es una consecuencia de esa desesperación incontrolada) la que lo convierte en un pecador. En un pecador, pero no en un loco. Los locos no pueden ser condenados por algo de lo que no son conscientes.

Por otra parte, un loco sabe perfectamente dónde están las piezas. Y si no lo sabe se lo inventa y por tanto no hace falta que se suicide.

El suicida, en cambio, es un desesperado que ni entiende al mundo, ni a sí mismo, ni sabe cómo encajar las piezas de un puzzle que yacen esparcidas y dispersas por el suelo y por tanto le es más fácil abandonar la estancia que dedicarse a la penosa tarea de recogerlas y colocarlas en su lugar.

Del mismo modo, un hombre que sale a lo “Rambo” es un hombre desesperado. Pero el problema es que ese hombre desesperado no es cualquier hombre. Ese hombre desesperado es un joven que ni siquiera ha empezado a hacer su vida. El joven desesperado desespera no sólo de su presente sino también de su futuro.

Y pueden pasar tres cosas: o es un desesperado que no encuentra escapatoria porque se ve rodeado, acosado, por la sociedad y por ese motivo tiene que hacerle frente. O sea, es un desesperado porque se siente ahogado por las redes sociales que lo agobian y lo atormentan, como si de voces malignas de ultratumba se trataran, y por tanto, el pobre, se lanza a ciegas a campear contra todos ellos, porque esos desconocidos ya no son meros desconocidos, sino “espías” “conspiradores” que le siguen y persiguen en las redes sociales y las redes están en cualquier parte, etc, porque esos desconocidos no son desconocidos sino que se han convertido en los "conocidos" y "amigos" que encuentra cada día y que ya forman parte de su vida y por eso la sociedad no es la sociedad sino la plaza del pueblo en la que todos los que están se conocen de un modo u otro y nadie resulta un desconocido.

O es un desesperado que ha perdido el juicio a base del consumo de drogas, alcohol y ordenadores, de modo que su cerebro está lleno pero su mente está vacía.

O un cócktel de ambas posibilidades.

Pero por favor, olviden a los locos porque los locos tienen, créanme, otras preocupaciones. Los locos saben perfectamente qué es la vida y cómo se organiza la vida. Los locos nunca están desesperados y cuando asesinan, aunque sea en serie, lo hacen precisa y organizadamente. Sólo hace falta leer las grandes novelas acerca del tema.

¿Se ríen ustedes de las novelas?

No se rían. Las novelas representan la crónica de la sociedad de su época. Las grandes novelas, me refiero.

Vuelvo a repetir:

Los ataques no van a detenerse. Y no lo van a hacer porque la desesperación va a seguir creciendo. Los chicos buenos desesperados beben hasta desfallecer, consumen estupefacientes hasta desfallecer y luego se van a casa a dormir. Pero hay un tipo de desesperación extrema, igual que hay un dolor extremo, al que ni siquiera los calmantes más fuertes consiguen apaciguar.

Los articulistas meten a locos y a desesperados en el mismo saco.

Y no.

No están en el mismo saco.

Creo que voy a dejar el tema porque es la segunda vez que trato el asunto y sé lo mucho que me va a costar conseguir que el tranquilo Jorge acepte tranquilamente la diferencia sin tranquilamente llevarme la contraria.

Esta vez creo que ni siquiera voy a intentar convencerlo. 

Seguramente ustedes se preguntarán por qué esa defensa a capa y espada de los locos. La razón es sumamente sencilla: Recurrir a  la locura para explicar determinados sucesos puede degenerar en una quema de herejes o en una caza de brujas. Como todos sabemos en esos casos el  problema principal no viene generado ni por el hereje ni por la bruja. El verdadero conflicto es que cualquiera puede ser declarado en un momento dado "bruja" o "hereje" o, como en este caso "loco" y todo ello porque "bruja" "loco" y "hereje" son -salvo casos excepcionales- conceptos sumamente ambiguos y susceptibles de politización. Ello introduce en la sociedad la inseguridad, el caos, las difamaciones, las falsas acusaciones, el pensamiento es declarado sospechoso de todo, al hombre sensato y racional se le llama "cómplice" y todo aquél que no sigue punto por punto cada uno de los enunciados considerados ortodoxos,  racionales y socialmente admitidos, son automáticamente condenados. Y cuando digo "automáticamente" me refiero a que con tribunal o sin él, la sentencia ya ha sido dictada.

No digo que la salud mental no se resienta. A mí me asombran sin remedio algunos de los hobbys veraniegos de Fuenteovejuna, sobre todo después de haberla escuchado afirmar con tono sereno y convencido, sin que la voz le tiemble, que no puede sumergirse en la cultura por falta de medios y de dinero... Hobbys de masas para un mundo masificado que todavía se obstina en creerse individual. 

Situaciones así procrean desesperados, pero no locos. Los locos son los primeros y  últimos individualistas, hasta el punto de que cada uno de ellos habita en su propio planeta porque en el planeta en el que habitan sólo cabe uno: él mismo.

Y de los planes de estudio quedan desterrados los filósofos y la filosofía y en un mundo en el que últimamente se ha puesto de moda denunciar, acudir a los tribunales y protestar, nadie protesta ni acude a los tribunales a reclamar su derecho a que le sean impartidos los conocimientos de filosofía porque la filosofía, piensa Fuenteovejuna y lo proclama a voz en grito y sin titubear, no sirve para nada; sin darse cuenta, sin comprender siquiera, que la filosofía resulta imprescindible para descubrir las falacias y para no caer en el pozo de la desesperación. Porque la filosofía posmoderna divide el tiempo en momentos incomunicables y eso está muy bien para saltar de piedra en piedra, como saltan los chiquillos en el río, pero esos momentos, igual que las piedras del río son sostenidas por el río, son mantenidos por la eternidad y es importante no caer en el río para no mojarse y no caer en la eternidad posmoderna para no perderse en la Nada y por ese motivo, entre los filósofos posmodernos no se encuentra ningún suicida: porque ninguno de ellos está desesperado, puesto que se concentra en saltar de momento en momento; o sea de saltar de piedra en piedra y de disfrutar el salto antes de caer en el Vacío infinito. Y de igual modo, los filósofos clásicos, imbuidos de la cultura cristiana por más que sean laicos, se concentran en las piedras, o sea en el momento, y en el salto porque como se caigan al río no es con la eternidad vacía con la que se encuentran sino con el Supremo Juez y cada momento puede ser el último antes de acudir a su presencia.

Pero a los adolescentes de hoy se les conceden todos los caprichos para los sentidos y se les niega la cultura y la reflexión. Y a los desesperados se les llama "perturbados mentales" en vez de hambrientos de sinceridad y pensamiento. Se les ofrece el "Todo en el Uno y el Uno en el Todo" y se les declara "dioses constructores de mundo". Lo único que se les niega es el conocimiento suficiente que les permita decidir cómo van a construirlo. Se les niega el tiempo para digerir esos conocimientos, se les deja en medio de una masa informe e indefinida que parece estar muy ocupada haciendo no se qué, pero que en realidad sólo da vueltas alrededor de su propio eje. Ya ni siquiera salta de piedra en piedra: está cansada y además teme caerse y por eso es preferible quedarse quieta sin admitir que se está quieta y por eso se dedica a fingir una actividad febril cuando en realidad lo único que hace es dar vueltas alrededor de su propio eje. Y el problema son los jóvenes que buscan respuestas a sus inquietudes espirituales y mentales y no saben adónde ir.  Les han quitado la reflexión, la espiritualidad, la diversión del salto porque la diversión de saltar se ha convertido en competición y mobbing. Algunos se sumergen en el fanatismo y otros abrazan las posiciones de la justicia material en sus diferentes versiones. Pero como vemos en los partidos políticos, incluso en los que más esperanzas crearon, nada de eso es posible sin reflexión y sin espiritualidad. Porque incluso la filosofia posmoderna necesita de la espiritualidad y de la ligereza necesaria para saltar y no caer en la Nada y esa ligereza sólo la da la filosofía -o sea la búsqueda de la Verdad que es siempre el hallazgo de la Falacia y por eso el filósofo, el verdadero filósofo, no se desespera cuando  lo que encuentra no es la Verdad sino la Falacia porque ello le evita caerse al río; o sea: a la Nada y por eso, justamente, reclama la Autenticidad como valor supremo. El descubrimiento de la Falacia le lleva a la Autenticidad pero sólo la sinceridad radical puede llevarle al descubrimiento de la Falacia.

Nada de esto se les explica a los chiquillos que empiezan a salir del cascarón. Se les retira la filosofía y con ella se les deja a la intemperie desprovistos de la Eternidad y de la Nada. Y encima aún se les llama "perturbados mentales" cuando lo único que en realidad les sucede es que están desesperados.

Hay cosas que claman al cielo...


La bruja ciega

No comments:

Post a Comment