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Friday, January 29, 2016

El país de la armonía de los contrarios

Algunos están convencidos de que el país de la armonía de los contrarios se tambalea. A mí, en cambio, me parece que más que tambalearse, baila. No es, en efecto, una danza que los occidentales conozcan y por eso los espectadores del Oeste contemplan atónitos y desconcertados cada uno de los movimientos sin saber determinar con claridad qué significan. El país de la armonía de los contrarios ha iniciado el desfile nocturno por las calles del mundo y lo ha hecho como a él le gusta:  en forma de colosal dragón escoltado por farolillos rojos mientras junto a él se despliegan multitud de colores, voces, mercaderes y explosión de maravillosos, casi mágicos, fuegos artificiales. El país de la armonía de los contrarios no tiene ninguna intención, al menos no de momento, de involucrarse en cuestiones que no le afectan directamente; entre otras cosas porque en el país de la armonía de lo contrarios guerra y paz no son antagonistas eternos sino distintos modos de entender la vida. A veces la paz puede resultar mucho más cruel y cruenta que la guerra. A veces la guerra puede crear más vida y belleza que la paz. Paz y Guerra no significan en sí mismo nada. Una paz puede ser más mortecina que una guerra que lucha contra sus propios fantasmas y demonios. Y si estos dos contrarios, que son los conceptos más opuestos que se conocen, pueden coexistir en perfecto equilibrio en el país de la armonía de los contrarios, imagínense ustedes todos los demás valores, que no lo son tanto: espiritualidad/materialismo, pobreza/riqueza, tradición/innovación, obediencia/rebelión... Si la luz y la oscuridad se concilian en los teatros de sombras chinescas dando lugar a imágenes asombrosas en las que la realidad y la irrealidad, lo que es y lo que parece ser, se dan la mano, piensen ustedes que no provocarán esos mismos juegos de luces y sombras en los demás aspectos cotidianos de la vida.

China no se tambalea. China baila su propia danza, que es una danza distinta de todas las otras danzas porque en ella el mito y la tradición se une y se confunde con lo moderno y el progreso. Y es pero no es pero no deja de ser.. Ser un “experto” en el país de la armonía de los contrarios resulta cosa harto difícil para un Occidental. Lo más seguro es que le sobrevenga un terrible dolor de cabeza y no hay que descartar que acabe cayendo en la terrible teoría del Todo en el Uno y el Uno en el Todo, que en absoluto tiene que ver con el espíritu que allí prevalece.

China baila y lo hace ante un mundo atónito que se ha olvidado de bailar, igual que se ha olvidado de cómo eran las fiestas de pueblo en los tiempos en que todavía había pueblos y no localidades dormitorio y municipios fantasmales por abandonados; un mundo que sólo conoce las discotecas y las salas de fiesta para el fin de semana y las fiestas populares más dirigidas a atraer a los turistas que a divertir a los del pueblo porque los del pueblo ya no se divierten en la plaza sino en otros sitios más cerrados y más irrespirables. Por eso el mundo no entiende al país de la armonía de los contrarios, un lugar en el que los fumaderos de opio conviven en concordancia con las fiestas callejeras, sin que lo uno signifique el fin de lo otro.

China baila y seguirá bailando. Sus inversiones en el extranjero no funcionan todo lo bien que China había creído, así que el dragón cambiará el rumbo de su vuelo y regresará a casa. Acciones arriba, acciones abajo, en el país de la armonía de los contrarios tales asuntos no pasan de ser meros juegos, similares a los de la ruleta en los casinos e incluso a los de la lotería. A veces se gana, a veces se pierde. El que gana se refugia en la riqueza; el que pierde, se refugia en las tradiciones. Los ancestros son por todos reverenciados: los unos en agradecimiento por el bien concedido; los otros, en espera de que les ayuden en el futuro. Al fin y al cabo la vida es un camino que uno recorre con la ayuda del ayer, la fuerza del hoy y la esperanza del mañana. Muerte y vida mantienen un diálogo conciliatorio, casi fraterno. El hombre que vive en el país de la armonía de los contrarios es sobre todo agricultor, antes que comerciante y observa cómo el día sucede a la noche y el invierno precede a la primavera. El hombre que vive en el país de la armonía de los contrarios es también comerciante y sabe que la riqueza es un intermedio en la pobreza y la pobreza es un intermedio a la riqueza; el hombre que vive en el país de la armonía de los contrarios es un filósofo y sabe que nada es eterno pero que el suave aleteo del ala de una mariposa puede cambiar la eternidad.

China baila y aquéllos que se aturden con su baile y quieren aturdir con sus miedos, es que no han entendido nada. Puede ser que China se repliegue hacia sí misma, pero no porque esté enferma sino porque los demás están enfermos y no han dado los frutos esperados, así que ha decidido que tal vez sea mejor invertir en uno mismo. China ha salido y sólo escucha palabras que no significan nada porque no tienen conexión con ningún hecho: luces y sombras que se confunden sin originar nada coherente, ninguna imagen visible. La teoría del Todo en el Uno y el Uno en el Todo que predomina en el mundo occidental es algo que China ha mirado siempre con desconfianza. Una cosa es la armonía, piensa el dragón Chino y otra cosa es el monolito unitonal en el que la realidad que se llama virtual termina coincidiendo con la realidad. La armonía, sigue pensando, no tiene nada que ver con la coincidencia del uni-todo.

El baile de China no muestra la debilidad del país de la armonía de los contrarios; señala la nuestra.

La bruja ciega.


Tuesday, January 26, 2016

Escribir no tiene sentido y pensar provoca dolores de cabeza.

Escribir no tiene sentido. Demasiadas palabras unidas por la teoría del caos. Quizás la combinación de un pare de ellas lleguen a significar algo, pero que lo hagan no sigifica que describan la realidad. ¿Cómo describir una realidad que todos se empeñan en convertir en virtual; o lo que es lo mismo, en derivado financiero; o lo que es lo mismo, en modelo matemático; o lo que es lo mismo, en un laberinto de puertas interdimensionales?

Escribir no tiene sentido y los seres pensantes sufren en estos últimos tiempos de terribles neuralgias y dolores de estómago. Es lógico. Pensar requiere tranquilidad de espíritu y la confianza en que, a pesar de las diversas posibilidades que se presentan, la reflexión conducirá a encontrar el camino adecuado o, al menos, la estrategia apropiada para conseguir hallarlo alguna vez. ¿Pero cómo poder pensar en las actuales condiciones? Ultimamente mi cabeza da vueltas y vueltas sin parar. No sé si sustituir la reflexión por la meditación, que es lo que algunos me aconsejan, conseguirá mejorar el caótico estado en el que se encuentra mi maltrecha mente. Y es que ¿cómo consigo explicarle a ella, a mi mente, los últimos acontecimientos sin provocar un cortocircuito en el funcionamiento de sus neuronas?

De entrada, un virus llamado Zika causa estragos a lo largo del continente americano especialmente a las embarazadas. El virus es transmitido en primer lugar por un mosquito y después vía sexual, perinatal y sanguínea, por las personas infectadas. Dicho virus, que para las personas adultas no tiene graves consecuencias, provoca microcefalia en los fetos. Se ha aconsejado detener la natalidad un par de años. El mosquito no es originario de Latinoamérica. He leído que el virus fue detectado por vez primera en 1947 en Uganda, sin embargo hasta el 2007 era prácticamente desconocido - lo que significa que sólo los expertos sabían de su existencia- y no fue hasta el 2014 cuando el gran público,debido a una epidemia, tuvo noticia de él

Toda esta explicación suena racional y es racional. Sin embargo un par de preguntas surgen inmediatamente. Preguntas que no tienen nada que ver ni con los síntomas ni con la transmisión sino con el origen de la enfermedad. A ver, ¿puede alguien explicar a los confundidos lectores cómo es posible que el virus se descubriera en Uganda a pesar de ser transmitido por el mosquito Aedes Aegipty, que es el mismo que según se dice transmite la dengue? ¿A distintos lugares distintas consecuencias? Bien. Es una posible aclaración. Pero todavía existe una segunda cuestión por resolver ¿cómo es posible que a pesar de que el virus proviene del continente africano, concretamente Uganda, se haya expandido por la Micronesia, al norte de Australia, y por la Polinesia Francesa y que haya emigrado al continente Latino en proporciones epidémicas sin curiosamente –aunque gracias al Cielo- haber causado un gran número de víctimas en África? Y si las ha causado, ¿por qué lo desconocía el gran público? ¿Y cómo es posible que el virus fuera descubierto en 1947 y no antes? Quiero decir: la microcefalia no es algo que pueda esconderse fácilmente. De haber sido frecuente se hubiera conocido mucho antes, del mismo modo que se conoce la dengue, la malaria y el paludismo. Vamos, digo yo. Y si el Zika ha originado ahora una epidemia gracias a la facilidad con que se expande, no es de extrañar que algo parecido hubiera sucedido también en el pasado. La dengue, por ejemplo, es una de esas enfermedades de las que un europeo tal vez no tenga noticia antes de haber viajado a la India, pero – epidemia o no- desde luego es una constante preocupación a partir del instante en que uno se instala allí. Si el virus Zika se transmite vía sexual y vía sanguínea ¿cómo es posible que no se haya tenido noticia de él hasta 1947 y el lugar de propagación del mismo no sea en el lugar en el que se descubrió: esto es Uganda en particular y África en general? Por favor, no digan que el motivo es que cada día se están conociendo nuevas enfermedades o que el virus se debe al calentamiento terráqueo. La malaria es de sobras conocida porque los casos de malaria son habituales con o sin calentamiento. Resulta difícil comprender cómo un virus que se identifica en 1947 y se transmite cómo se transmite y provoca los efectos que provoca sea un gran desconocido hasta que logra alcanzar unos niveles de expansión continentales - y que al paso que vamos, y según las noticias, no van a tardar en convertirse en planetarias.
Hay más preguntas. ¿Cómo es posible que todos estos nuevos virus: ébola, sida, zika, provengan de un determinado continente y se hayan descubierto en un periodo que alcanza del 1947 a 1981, es decir en un periodo de treinta y cinco años -  lo que, francamente, en la historia de las enfermedades  humanas no es mucho -  y sean los causantes repentinos de tantas víctimas?

Bien. No lo entiendo. Seguramente hay una explicación. Entenderlo no lo entiendo. La peste, por ejemplo, no es propia de un solo lugar ni de una sola época y lo mismo sucede con el cólera, la tuberculosis y otras enfermedades que tantos muertos han causado a lo largo de la historia. Sinceramente, estos nuevos virus que se conocen desde hace poco tiempo y saltan  a la luz en proporciones mundiales, nunca antes conocidas, no dejan de sorprenderme.

Debe ser esta propensión mía al asombro.

Hay, sin embargo, otro asunto que me sume en cavilaciones aún más laberínticas y tortuosas, si cabe: el del petróleo.

Yo llevo prácticamente toda mi vida oyendo hablar del problema de la carencia del “oro negro”.  A mediados de los 70 su escasez produjo la primera crisis económica después de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces el mundo no ha dejado de ir preparándose para afrontar la situación apocalíptica a la que según muchos expertos conduciría su agotamiento. Junto a estos escenarios tan catastrofistas como inútiles, la sociedad desarrolló nuevas formas de energía: la atómica, limpia pero peligrosa fue la primera; las renovables limpias, no peligrosas, pero costosas por nuevas, las segundas. 
Se trataba de solventar la cuestión de cómo iba a afrontar el Planeta Tierra la escasez del petróleo con una población en aumento, un desarrollo industrial en expansión constante y consiguientemente un crecimiento de las necesidades energéticas. De ahí que se intensificaran los trabajos de prospección, se introdujeran nuevas técnicas como el fracking y se incentivaran las energías renovables amén de utilizar grandes extensiones de cultivo para plantar biocombustibles.

Mi primer gran asombro fue la crisis de la energía solar en Europa debida, según se dijo, a la competencia china. Sin embargo, y pese al abaratamiento, la energía solar, a mi juicio, no ha tenido la repercusión esperada y en más de un lugar ha sido sustituída por la energía eólica.

De repente el precio del petróleo, que proporciona la energía que se supone indispensable para que el mundo pueda moverse y desarrollarse, se hunde. Se hunde el coste del barril pese a su escasez y a pesar de que las otras formas de producir energía aún no están lo suficientemente perfeccionadas. Los mercados mundiales se agitan de miedo. ¿Por qué? 
Y bien, las razones son varias y variadas. Unos temen que sea a causa de la falta de crecimiento de la economía. Otros, que obedece a estrategias geopolíticas de los Estados Unidos para hundir a Rusia, Irán y Venezuela  e incluso hay algunos que afirman que son los propios países productores los que, aprovechando la crisis económica, bajan el precio para que las otras formas de producción de energía, como el fracking, no resulten rentables y quiebren.

Sea como fuere el caso es que los países exportadores de petróleo han de incrementar la producción del mismo para mantener el nivel de sus fuentes de riqueza, al tiempo que los colapsos de la bolsa se suceden aquí y allí. Más allí que aquí porque aquí la bolsa ya ha colapsado y allí todavía no. Los países exportadores de mercancías observan con preocupación como sus ventas peligran al disminuir el poder adquisitivo de muchos países compradores. Algunos estadistas estudian aprovechar la posible reducción del precio de la gasolina para cargarla con más impuestos que alivien los presupuestos estatales. Los ciudadanos no advierten grandes cambios en su economía. Sus bolsillos siguen vacíos y vaciándose. Los billetes de autobús han subido. En general todos los precios han subido y si no han subido es porque la calidad ha bajado.

Pero no es eso lo que me aturde. El motivo de mi preocupación es si es o no es verdad que el petróleo escasea. Y si cómo parece, las cantidades disponibles son cada vez menores me gustaría encontrar una explicación que responda satisfactoriamente a por qué el precio del "oro negro" ha caído, mientras el precio del “oro amarillo” sigue en ascenso.

El lector está confuso y con razón. Décadas oyendo hablar de las grandes hecatombes que la cada vez más inminente extinción del petróleo iban a causar y de repente su precio baja. Décadas atendiendo a la advertencia de que en el 2000 sería poco menos que imposible obtnerlo y hete aquí que en el 2016 el coste del barril es tan barato que las empresas de fracking quiebran y hasta parece que invertir en el desarrollo y perfeccionamiento de nuevas energías sea innecesario; al mismo tiempo los países exportadores de petróleo se tambalean en medio de agitaciones socio-económicas y los compradores ni incrementan la producción ni abaratan los precios de los artículos.

Mayor número de prospecciones, sí. Mejores técnicas de extracción, sí. Pero el lector está confuso y las explicaciones que encuentra en los diferentes periódicos lejos de aliviarle sus dolores de cabeza los incrementa. El lector está mareado y ha de sentarse a reposar en el sofá más cercano que encuentra a ver si de una vez por todas el mundo deja de girar y girar y girar sin moverse.

La bruja ciega.

Tuesday, January 19, 2016

Hijos de los templarios e hijos del Vaticano, ¿una reconciliación?

El mundo gira y gira y gira y sigue girando. Sería un juego divertido si el girar no consistiera en dar vueltas y vueltas, alrededor siempre del mismo círculo o, variaciones sobre el mismo tema, en caminar sin moverse, lo cual, no crean, es harto difícil y sumamente agotador. Cada época encuentra sus entretenimientos y éste, el de caer extenuado sin avanzar, parece ser el nuestro. Incluso a la hora de caminar, la Fuenteovejuna deportista prefiere las cintas de los centros deportivos a los senderos del parque. "No hay parques", protestan algunos. "Pero sí hay aceras", contesto. Y yo sé de unas cuantas mujeres que salen diaria o semanalmente a dar un par de vueltas a marcha veloz por las calles de su vecindad calzadas con unas simples zapatillas y llevando un par de pantalones cómodos. Nada de ropa de marca ni similares. A lo duro y puro: a practicar ejercicio en el aire fresco de la mañana o de la tarde, que es de lo que se trata. Pero no, el mundo que gira y gira primero adquiere ropa deportiva último modelo, luego elige los complementos que más acorde van con su vestimenta y finalmente, sonriendo cual muchacho feliz, se dirige a girar y girar y girar como el mulo en la noria. Poco importa que sea en la política, en la economía o en la cinta de ejercicio.

Desdichados tiempos que han de retornar a las luchas entre religiones a falta de luchas dialécticas entre pensadores; tiempos que se preocupan de extraterrestres y de viajes astrales al par que los verdaderos científicos se consumen en las fábricas en cadena en que han terminado por convertirse los laboratorios; progreso que se refugia en la realidad virtual mientras elucubra conspiraciones elaboradas con teorías diversas: desde la de Hobbes del s. XVII hasta las más recientes de Huxley, Russel y compañía; sociedades que hablan de libertad e inspiración, donde libertad e inspiración han de ir acompañadas de marketing porque en otro caso la libertad y la inspiración artística tienen bastantes posibilidades de fracasar y todo lo que fracasa se convierte automáticamente en hobby o, lo que es lo mismo: en actividad para matar el tiempo; un mundo que clama feminismo y en el que la mujer sigue siendo un objeto sexual y una víctima de las exigencias de la moda: incluso las gordas tienen ya sus parámetros para poder pertenecer a lo que se ha denominado “gordi-buena” término que divide a las gordas en dos compartimentos: las que son "gordi buenas" y las que no lo son. Algunos son tan ingenuos que están convencidos de que tales campañas luchan contra la tiranía de las imposiciones estéticas. Falso: crean unas nuevas a fin de llegar a más público.

Pero el mundo gira y gira y sigue girando. Uno acaba mareado, exhausto, sin fuerzas que lo sostengan y todo ello sin haberse movido del sitio ¿No es un juego emocionante? ¡Repitamos!, ¡Repitamos!

En cualquier caso, si de lo que se trata es de islam versus cristiandad no estaría de más que la cristiandad empezara a exigir de sus teólogos una auténtica y productiva formación teológica porque para elucubrar ya estamos los demás. Hasta ahora la cristiandad se ha dedicado sobre todo a predicar la justicia social entre sus parroquianos que, además de recaudar un par de colectas, ha conseguido evitar que fueran el islam y las ideologías progresistas quienes se apropiaran por completo de dicho concepto, el de “justicia social”; en este sentido que movimientos de izquierda extrema alaben el discurso socio-económico del Papa ya es mucho.

No obstante el éxito alcanzado por la doctrina de la justicia social de la Iglesia, los problemas de la cristiandad no van a solucionarse fácilmente. Falta la Fe. La Fe cristiana. La Fe auténtica y la Fe sentimental y soñadora; la Fe racional y la supersticiosa; la Fe del teólogo y la Fe del hombre sencillo que tiene miedo de decir una palabra más alta que la otra porque Dios está en todas partes. Falta la Fe de San Anselmo y la Fe de don Camilo. Falta la Fe Viva: esa que mueve montañas, que quiere moverlas, que no sólo confía sino que además sabe que va a moverlas, en donde ese saber supera los límites del conocimiento y de la razón, porque es un saber que traspasa las fronteras de lo real y de lo palpable y se hace trascendente.
Por eso cuando movimientos como el de Pegida salen a la calle y entonan sus protestas anti-musulmanas lo único que acierto a distinguir, hoy como ayer, es una agitación circular en rotación perenne. Entiéndame: yo, por ejemplo, me declaro contraria al fracking, al uso de pieles de animales para la fabricación de abrigos, bolsos y similares –salvo para los habitantes de las zonas en las que sea una cuestión de necesidad y no de poder adquisitivo-, a los domingueros que arrojan su basura en el bosque y a la concentración de la agricultura y de la ganadería en unas pocas manos, que terminan siendo unos pocos Lobbys. Pero ese “anti” es un “anti” que va acompañado de un “pro”. Lo que mi “anti” refleja es mi deseo de conservar y proteger una naturaleza cada vez más amenazada. En mi opinión la constante muerte de ballenas, delfines y corales debería constituir en estos momentos una preocupación mayor que la que provoca el calentamiento de la Tierra; entre otras cosas porque de poco sirve, creo yo, frenar el calentamiento de la sopa que nos hemos de comer cuando la sopa está sucia, contaminada y envenenada.

Hasta el día 31 de Diciembre del 2015 determinar los ideales positivos a los que los participantes de la Pegida aspiraban resultaba tarea sumamente ardua. Y ello porque el movimiento anti-islam carecía en su concepción de un elemento que hubiera debido ser fundamental: la afirmación positiva de los ideales cristianos.

De los ideales cristianos, sí.Única y exclusivamente de ellos.

“¿Qué pasa con los ideales laicos?”, me preguntarán ustedes.

¡Bah! Seamos honestos, si los ideales laicos se decidieran a manifestarse, cosa harto improbable, se manifestarían contra el fundamentalismo de unos y otros, de los de aquí y de los de allá e incluso de los del más allá, pero nunca serían “anti-islam”, sin más. Por el momento, los ideales laicos lo único que han podido hacer es intentar, pese a la resaca generada por las juergas vividas en los últimos tiempos, calmar los ánimos de los unos, de los otros, de los de aquí, de los de allá e incluso de los del más allá. Dudo mucho que lo consigan. Ellos, igual que los otros –aunque por distintos motivos- también juegan al juego del mundo que gira y gira y gira.

Así pues, aunque el movimiento en contra de la religión musulmana hubiera debido ir acompañado de una defensa de la religión cristiana, dicha iniciativa faltaba y por eso, el movimiento Pegida era, hasta donde mis ojos alcanzan a ver, un movimiento promovido para atraer a todos los aspectos negativos de la sociedad y a ninguno de los positivos.. Justamente por estar organizado y pensado para destruir, y no para construir, las posibilidades iniciales de éxito con las que contaba eran muy pocas. En este sentido es una suerte que a los problemas internos contra los que se manifestaban hayan venido a sumarse otros externos, o sea, los provocados por los miles de refugiados que han venido a pedir asilo y que tienen un lado oscuro –en palabras de algún político alemán- y son trigo no limpio –en palabras del arzobispo Cañizares.

El  31 de Diciembre de 2015, la “suerte”, la “insensatez”, la “conspiración”, -ustedes elijan- determinó la ayuda decisiva al movimiento Pegida. Esa noche Occidente decidió que hay un valor absoluto al que defender caiga quien caiga: el del respeto debido a la mujer, vaya como vaya y esté donde esté; esa noche, la libertad de la mujer se convirtió en el símbolo, no de la libertad en Occidente, sino del movimiento anti-islam.

Ser anti islamista significa, al menos desde entonces, estar a favor de la libertad de la mujer.

Consiguientemente, defender la libertad de la mujer conlleva ser anti-islamista.

Hay cosas que claman al cielo!

Pero ahí no queda la cosa. Siguiendo con estas disquisiciones: puesto que los primeros en defender la libertad de la mujer fueron los ilustrados, franceses para más seña, el movimiento Pegida se ha convertido desde el 31 de diciembre del 2015 en el baluarte de la defensa de la libertad de la mujer y consiguientemente de los principios que avalan dicha libertad; esto es: los principios ilustrados y en los que también se incluyen los ideales revolucionarios franceses: libertad, igualdad, fraternidad. O lo que es lo mismo: los principios ilustrados pasan a ser salvaguardados por un movimiento reaccionario anti-islam!

Lo dicho: el mundo gira y gira en movimiento a ningún sitio. 

Por el contrario, ser islamista significa desde aquella noche no sólo ser anti cristiano, sino estar en contra de la libertad de la mujer y por tanto ser anti ilustrado, o lo que es lo mismo: rechazar los principios de la Revolución Francesa y la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

De todo lo anteriormente dicho, se desprende que ser cristiano debería implicar a partir de ahora, mostrarse a favor de la libertad de la mujer, aspecto que el cristianismo siempre ha afirmado respetar sin comprender, o al menos sin querer aceptar, las consecuencias que se derivaban de dicho respeto y que consistían hasta el 31 de Diciembre del 2015 en la aceptación de los principios ilustrados, laicos y revolucionarios. Hasta ese momento el cristianismo, igual que el resto de las religiones, mantenía -como ya escribí en otro de mis blogs- una postura hipócrita ante la cuestión de la mujer. Por un lado hay que respetarla; por otro, hay que controlarla y vigilarla porque su naturaleza es débil. Ni el cristianismo ni el islam eran ilustrados, por más que el cristianismo haya tenido que ir suavizando sus consideraciones.
Pero a partir del 31 de Diciembre del 2015, los efectos de posicionarse a favor de los derechos de la mujer determina situarse en el movimiento anti-islam. De la noche a la manana y nunca mejor dicho, respetar los derechos femeninos convierten a cualquiera, cristianos o no , en ilustrados y anti islam. (Alguien podría pensar que esto constituye un problema para los pocos cristianos fundamentalistas que no aceptan los derechos de las mujeres pero que justamente por ser fundamentalistas son anti islam. En absoluto. Una cosa es que esos cristianos fundamentalistas no acepten que la mujer cumpla determinados papeles en la sociedad y otra, muy distinta, que permitan que se la trate como se quiera.)

El mundo gira y gira y gira... hacia ningún lugar.

A este paso, me digo, vamos a retornar a la unidad previa que existía antes de que se iniciara la lucha a muerte entre el Vaticano y la monarquía por una parte y los templarios, por la otra. 
Al parecer, las nuevas generaciones estrecharán por defender a la mujer lo que sus ancestros separaron por defender la ambición.

En movimiento centrípeto.

Los ojos del vampiro me observan reluciendo victoriosa y fieramente.

Sí. Sé lo que quiere decir.

Las sombras del ayer que regresan al hoy son siempre sombras.

La Fe. Falta la Fe.

Queda otro camino: el de Benedicto XVI

¿Quién se atreverá a tomarlo?

¿Quién podrá hacerlo?

El vampiro me sonríe con cara de triunfo.

La bruja ciega

Mi pregunta: Por qué no han salido a la calle en manifestación espontáneamente organizada los cientos y miles de mujeres cristianas, musulmanas, laicas, ateas, de toda clase y condición que se muestras indignadas con los hechos acaecidos en vez de permitirles que sean movimientos como el de Pegida los que se apresuren a romper una lanza por ellas. Por qué no han aprovechado la ocasión para manifestarse contra el acoso laboral, contra la sexualización de la mujer, contra la esclavitud de la mujer que tiene que ser femenina, madre pura, casta esposa, incansable trabajadora, eficaz dirigente, nata deportista, etc.
No entiendo nada. No lo entendía en el 2012 y sigo sin entenderlo ahora.






Wednesday, January 13, 2016

Considerando la cuestión que nos ocupa.

Nochevieja 2016 Colonia (Alemania)
Cientos de mujeres han sido atacadas por no se sabe si refugiados, magrebíes, o todos juntos; en cualquier caso hombres de religión musulmana. Unos días más tarde salen a la luz informes de episodios similares acontecidos en otras ciudades germanas como son las de Frankfurt y Hamburgo. Suecia revela que sus mujeres también fueron molestadas durante los últimos festivales de música celebrados en Estocolmo. La sociedad alemana está indignada: encima de que han acogido a cientos de miles de refugiados, con los esfuerzos económicos y sociales que ello implica, éstos, al poco de pisar suelo, ya empiezan a descontrolarse y a mostrar su verdadera naturaleza: la de trigo no limpio.
Aún se desconoce si se trataba de un acto vandálico espontáneo u organizado. En cambio resultan indudables las consecuencias que todo ello va a generar.
La primera es que la oposición islam-anti islam, se ha radicalizado imparablemente en las última semanas y la extrema derecha no va a permitir pasar de largo esta oportunidad de oro. Será una ironía del destino que sea la extrema derecha, justo la extrema derecha, la que se convierta en la firme defensora de la integridad de la mujer.
La otra consecuencia inevitable es que el número de moderados, europeístas y cosmopolitas, va a disminuir. Incluso puede suceder que las voces comedidas sean tachadas de cínicas y hasta de cobardes. 

Mi impresión de un tiempo a esta parte es que la radicalización en grupo está empezando a adquirir forma en vías a clarificar cuáles son las partes enfrentadas para de este modo comenzar una contienda que hasta ahora se ha configurado como imposible porque la situación de "todos somos amigos de todos" y su inverso: "todos somos enemigos de todos", convierten una guerra –como estamos viendo- en una cuestión absurda en la que sólo los dobles agentes pueden sobrevivir.

12 Enero 2016.
En Turquía se produce un atentado terrorista en la zona turística de Estambul. La mayoría de los fallecidos son extranjeros. Este atentado puede sumarse a la ola de violencia por la que atraviesa el país.  Al día de hoy no se sabe si Turquía se ha desestabilizado ella misma al aprobar leyes que recortan la utilización del Internet, refuerzan el cumplimiento del Islam y endurecen las represiones contra el movimiento independentista kurdo, o la están intentando desestabilizar fuerzas extranjeras enemigas y las medidas que ha adoptado Erdogán están directamente encaminadas a hacer frente a esa desestabilización que se introduce sin casi ser percibida a través de videos, redes sociales y similares. En definitiva, resulta imposible precisar si Erdogán es un proteccionista o un dictador o ambos. En lo que al atentado del 12 de Enero se refiere, unas informaciones señalan a terroristas sirios como, los causantes del ataque. Sin embargo según acabo de leer en el Der Spiegel, las últimas noticias apuntan al IS a pesar de que el IS no ha reclamado su autoría. Es realmente asombroso el modo en que se puede determinar quién ha perpetrado un acto terrorista en una zona que se caracteriza justamente por la abundancia de terroristas. Quizás dejen alguna señal para ser reconocidos fácilmente.  ¡Quién sabe! Lo importante es que si ha sido el IS, ello demuestra la inexistencia de cualquier posible relación entre Turquía y el IS, salvo la del enfrentamiento. Pero ya saben ustedes: todo son conjeturas y contradicciones. 

Al paso que van las cosas ayer eran sirios, hoy son del IS y mañana...


Putin y Trump se respetan mutuamente, dicen Putin y Trump, y sus relaciones son cordiales, añaden. A favor de Putin, por cierto, se levantan tanto voces de la izquierda europea como de la derecha más extrema como es la del señor Hörstel. Por su parte, Pablo Iglesias, del partido político “Podemos” se muestra absolutamente de acuerdo con Marine LePen del “Frente Nacional” francés en lo que a la insostenibilidad del euro se refiere. "Los extremos se tocan", solía decirse antiguamente. Ahora no sólo se tocan sino que además se dan la mano. 
El precio del barril continúa bajando. Lo que debería ser fuente de felicidad es fuente de preocupación. Ello supone, según se dice, la desestabilización económica para la mayor parte de los países emergentes con el consiguiente riesgo de violencia y revueltas internas e incluso externas. Por otra parte, significa la masiva utilización del fracking que digan lo que digan, conlleva graves riesgos ecológicos.Y en tercer lugar, provoca entre los desconfiados, la sospecha de que la economía mundial está sufriendo una estagnación general. Algo de razón debe haber en esta tercera premisa cuando el país de la armonía de los contrarios se agita y estremece a causa de la lucha de dos contrarios irreconciliables: el ser y el parecer. Es curioso que esto suceda justamente en el país de las sombras chinescas, país en el que las lagartijas pueden tomar el aspecto de dragones y los dragones de lagartijas. Pero sucede y el final, como el resto de los otros finales, está por ver.

Escucho un video de Christoph Hörstel de cuya existencia yo no tenía ni idea hasta hace media hora. Me asusto. Su discurso usa consideraciones valoradas como sensatas por la sociedad y las une con las insensateces más populistas. Y habla, y habla, y habla. Lo escucho mientras escribo y lo único que siento es un terrible dolor de cabeza. Hörstel crítica la injerencia de los Estados Unidos en las administraciones de determinados países para convertirlas en incapaces. En ese sentido los españoles podemos respirar tranquilos: nuestra incompetencia, gracias a Dios, es nuestra y sólo nuestra. Nosotros somos los señores de nuestros propios desórdenes. No deja de ser un alivio, la verdad. Eso significa que podemos superarlos en cuanto nos apetezca superarlos. Hasta el momento, eso siempre sucede en el mismo instante en que las mariscadas se acaban, pero quién sabe. A lo mejor decidimos emprender una reforma profunda sólo para demostrar al resto del mundo de lo que somos capaces cuando nos da la gana. Porque la gana, y esa no nos la quita nadie, es nuestra y bien nuestra.

O nada tiene relación con nada, o todo tiene relación con todo, me digo. Releeo mi artículo sobre el islam, aquél que escribí allá por el 2012 y que luego he revisado un par de veces. Vuelto a retocarlo. ¿Añado o no añado lo que ahora estoy escribiendo? Mejor hacerlo aquí. Allí las entradas tienen la pretensión de generalidad y perpetuidad de la que este blog, en cambio, carece.

Siento la presencia de unos ojos posados sobre mis hombros. Me doy la media vuelta. Encuentro a la sombra vampiresca amiga del espectador observándome con una mirada entre irónica y divertida. Como de costumbre sostiene una copa de champán en la mano y su aspecto es impecable. Le analizo fijamente. De todos es conocido que entre los vampiros y las brujas rige una enemistad tan vieja como el mundo mismo porque las brujas son las únicas que resisten a sus poderes y las únicas que, a diferencia de los otros mortales, tienen el don de vislumbrar su auténtica naturaleza oscura y maligna, mientras que sólo a los vampiros, por su parte, les está dado el conocer el dolor  y el desgarro interno que la incomprensión social y las acusaciones injustas originan en las brujas.
El vampiro no habla. No hace falta. Nuestros ciegos ojos disciernen claramente lo que sucede dentro de su abismo. El vampiro sigue sonriendo y su sonrisa muestra la presunción que siempre les ha caracterizado. "¡Ah, estos vampiros!"-pienso- "¡ Ah, estos dobles agentes de la vida y la muerte!  Al parecer no tienen otra cosa mejor que hacer que oscurecer la noche, ennegrecer las tinieblas y dedicarse a chupar lo mejor de los conceptos, lo mejor de la virtud, lo mejor de la cultura, lo mejor de los ideales para debilitarlos y poder trasportarlos más fácilmente a su mundo de sombras eternas. Cuando los devuelvan a la superficie ya no serán ni las virtudes, ni la cultura, ni los ideales que conocíamos. Serán los esclavos que sustentarán su imperio fascista. Algunos afirman que lo acontecido en Colonia estaba organizado. Sí, seguramente lo estaba.  ¿Pero son los sospechosos los verdaderos culpables, no de los actos, sino de la organización?"

 “No seré yo quién te siga y lo sabes." le contesto con firmeza. "¿A qué vienes pues a importunar mi día?”, pregunto enfada. 
“Únete a nosotros”, me invita amablemente. “La lucha ahora es diferente. Fascismo contra Fascismo. Tú y los tuyos: los nómadas, los independientes, los solitarios, los libre pensadores, estáis perdidos. Vuestros días están contados. Lo sabes.” 
Me acerco a él y siento su Nada. “Mis días son mortales y acabarán cuando tengan que acabar", respondo, "Pero los que son como yo seguirán existiendo mientras el mundo sea mundo. Da igual dónde y cómo. No es la primera vez que se han tenido que esconder de vuestro Poder. Tampoco será la última. Es posible que el espectador, mi buen espectador, os siga. Vuestro poder de sugestión se ha ido perfeccionando con los años y él está cansado. Lo noto. Pero yo conozco el precio que hay que pagar por vuestro Orden y no estoy dispuesta a pagarlo. Mi tumba será el lugar de mi descanso. Regresa a tus cavernas: espero una visita.”

La sombra desaparece no sin antes practicar una leve reverencia.

Me dirijo al encuentro de Chesterton. Si logró sacarme del atolladero emocional y espiritual en el que Dostoyevski y Kafka me habían metido cumplidos apenas los dieciocho años, quizás pueda conseguirlo una vez más. Sí, tomar un café con él no me vendrá nada mal. 

Chesterton llega portando su obra “Heretics” bajo el brazo. Hablamos sobre temas variados hasta llegar al capítulo dedicado a “Mr. H. G. Wells and the Giants”. Allí Chesterton dice:  “And an even stronger example of Mr. Wells´s indifference to the human psychology can be found in his cosmopolitanism, the abolition in his Utopia of all patriotic boundaries. He says in his innocent way that Utopia must be a world-state, or else people might make war on it. It does not seem to occur to him that, for a good many of us, if it were a world-state we should still make war on it to the end of the world. For if we admit that there must be varieties in art or opinion what sense is there in thinking there will not be varieties in government? The fact is very simple. Unless you are going deliberately to prevent a thing being good, you cannot prevent it being worth fighting for. It is impossible to prevent a possible conflict of civilizations, because it is impossible to prevent a possible conflict between ideals. If there were no longer our modern strife between nations, there would only be a strife between Utopias. For the highest thing does not tend to union only; the highest thing, tends also to differentiation. You can often get men to fight for the union; but you can never prevent them from fighting also for the differentiation. This variety in the highest thing is the meaning of the fierce patriotism, the fierce nationalism of the great European civilization. It also, incidentally, the meaning of the doctrine of the Trinity.”

Decididamente hoy no es mi día.

La bruja ciega.


Sunday, January 10, 2016

Un artículo para distraer el tiempo lluvioso

Domingo. Me levanto. Preparo un café y doy una vuelta por la prensa, a ver “qué hay de nuevo, viejo”. Nuevo, lo que se dice nuevo, no hay mucho. En el periódico EL MUNDO, publicación del 10 de Enero de 2016, encuentro un artículo firmado por Fernando Sánchez Alonso titulado: “Son psicólogas, son maestras, son brujas... y viven en España”, en el que se presenta a una serie de mujeres que se dirigen a tomar parte en un aquelarre secreto. La brujería, se afirma, está reconocida como religión desde el 2011.

Y aquí empiezan mis problemas, tanto con el discurso de las brujas del artículo como con sus teorías. En primer lugar, si la brujería está reconocida oficialmente ¿por qué el aquelarre ha de ser “secreto”? Será, digo yo, tan secreto como lo suelen ser la mayoría de las presentaciones de libros de escritores desconocidos a las que sólo asisten sus amigos y familiares, suponiendo que éstos tengan tiempo y quieran hacerle un favor. En segundo lugar, si tan secreto es dicho aquelarre ¿cómo es que además de permitir la compañía de la prensa hablan con tanta ligereza de sus ideas?
Son estas contradicciones las que siempre me asombran. O una reunión es secreta o no lo es. Pero si es secreta, es secreta y una de dos: o el periodista ha conseguido infiltrarse, o ha convencido a alguien del interior para que le revele los pilares en los que se asienta la brujería.
Aún hay más contradicciones. Se afirma que una de las “brujas” no quiere dar a conocer su verdadero nombre y por eso sólo confiesa ¡su nombre iniciático!, sin que esto represente un obstáculo, asombro de asombros, para que una fota suya aparezca en el diario. Foto que no está tomada al aire libre, en el aquelarre, sino en una habitación. Pero quién sabe, a lo mejor como es bruja ya sabía que se iba a acercar un periodista y la llevaba preparada en un bolsillo...
Por si todo esto aún fuera poco, otra de las brujas declara que “la caza de brujas llegará otra vez porque el sistema rechaza a las personas libres. Y la brujería es libertad.” No sé yo, la verdad, cuánta libertad puede haber en una actividad reconocida según se dice como“religión” desde el 2011 y que como cualquier religión que se precie está sometida a una serie de ritos, de reglas y jerárquicamente estructurada, independientemente del nombre particular que se quiera adoptar para denominarlos. Aunque en vez de el término “rito” se utilice el de “conjuros” y haya iniciados y maestros, en vez de novicios y obispos,  o qué se yo. Pero es que en el caso de la brujería, los ritos son más que ritos simbólicos: son los mecanismos imprescindibles para conseguir la meta a la que se pretende llegar y que sólo es posible alcanzar siguiendo fielmente el manual técnico de instrucciones. Un mal movimiento, una palabra de más o de menos, un tono equivocado y no sucede nada de lo que se esperaba que iba a suceder.

Pero a qué negarlo: hay problemas mayores que el de que el conjuro funcione o no. La verdadera tragedia es la originada por la terrible y profunda disparidad y disociación entre forma y contenido, entre lo que se aparece y lo que es. Un problema que al principio me desesperaba, luego me asombraba y ahora, francamente, me aburre. Imagínense ustedes: si en un simple artículo acerca de un tema tan trivial como es el de la brujería en los tiempos de la era digital encontramos tantas contradicciones en unas pocas líneas, qué paradojas y sinsentidos no habremos de encontrar en las declaraciones relativas a la política nacional e internacional que se ocupan de aspectos tan realmente herméticos y ocultos como son los que afectan a la paz, a la economía y a la seguridad del Planeta. De todo, esto es lo que más me preocupa.

Algún día, tal vez, me dedicaré a escribir sobre la diferencia entre brujas, hadas y magas. Creo que se acerca el momento de hacerlo. Baste por ahora advertir que ni la brujería es libertad, porque la brujería más que ninguna otra actividad está imperiosamente sujeta a observar estrictamente cada uno de los conjuros tal y como éstos aparecen descritos,  ni las brujas son libres en la normal acepción del término “libre”, aunque lo parezca e incluso aunque ellas mismas, a veces, se afanen en aparentarlo, en pretenderlo e incluso en creerlo. La libertad de la bruja no es una causa; es una consecuencia. La libertad de la bruja es el resultado de su condena a la soledad y una de dos: o la acepta o sucumbe. Entre la bruja y la loca se alza únicamente una fina barrera que sólo se puede percibir atendiendo a la fuerza mental, interna y espiritual; más al ser que al parecer. Para explicarlo podríamos alegar lo que Feuchtwanger afirmaba en su obra “Exil”: que las dificultades hacen más fuertes a los fuertes y más débiles a los débiles. La fortaleza de la bruja nace de su fuerza para afrontar sus dificultades. La más importante, como ya he dicho: la soledad, que es una condena, una maldición o un destino, según ustedes prefieran. Un aquelarre de brujas es un imposible. Del mismo modo que ningún ser normal acepta a una bruja, ninguna bruja es capaz de soportar a otra bruja. Bruja y reunión social son dos antagonismos.

Otro día, quizás otro día hablaremos de los temas esotéricos que tantos dolores de cabeza me producen siempre pero de los cuales hay que ocuparse de vez en cuando por la simple razón de que ciertos o no (casi siempre, en el 99´9 por cierto de los casos no-ciertos) llaman poderosamente la atención del espectador y le sumergen en profundas cavilaciones e interminables disquisiciones. Y sobre todo, porque en comparación con aquellos que se empecinan en jugar a ser dioses, y encima nada más y nada menos que ¡dioses en acción!, (¡Hace falta ser optimista para decirlo y mucho más aún para creerlo y mucho más aún para reunirse con los otros dioses en acción sólo para fundir su alma con la de ellos y desaparecer en el Uno para que esto provoque o pueda provocar una especie de explosión de bomba atómica de Amor universal, eterno y compacto, sobre todo compacto, además de unísono por aquéllo del Todo en el Uno y el Uno en el Todo!), es más sano ser una bruja que no pide otra cosa que no sea su paz, su tranquilidad y su trozo de pan diario. Una bruja, que no maga. Lo de maga eso es ya otra historia. Es más sano ser una bruja, digo, porque al menos las brujas van “de libre” por la vida. Esto, curiosamente, no parece gustar a los dioses del Uno en el Todo y el Todo en el Uno y por eso no es de extrañar que los adeptos de tales teorías reprochen a las brujas que con dicha actitud independiente y solitaria únicamente pretenden excusar la responsabilidad  de ayudar a transportar al mundo a planos superiores.

Lo dicho: a optimistas no hay quién les gane.

La bruja ciega.

Otro día les contaré la leyenda de las brujas, magas, hadas y similares. La leyenda es muy, muy antigua,  tanto que andaba perdida y hete aquí que he sido yo quien la ha encontrado por casualidad en una de mis numerosas elucubraciones.

(Y por favor, tómense esto con humor. Si no, no tiene gracia. Este tipo de artículos pertenecen a lo que podríamos denominar el género de “realidad virtual fantástica”, o algo por el estilo), en él se incluyen a todos los mitos, sueños y leyendas que han surgido de la imaginación humana para conseguir superar el aburrimiento y el cansancio cotidiano sin perecer en el intento. Creer en ellos no sólo es nefasto, es también sumamente tedioso. Díganme: ¿Qué diferencia hay entre superar los problemas de la realidad cotidiana y los problemas de la realidad mágica? Ninguno, salvo que al menos solucionar los primeros, quizás hagan la realidad real más llevadera.

En cualquier caso, la leyenda queda pendiente. Algún día...



Tuesday, January 5, 2016

Elucubraciones acerca de una posible próxima dictadura

Las voces de los libres advierten del peligro de la dictadura. Las voces advierten, los hechos lo corroboran. Las acciones de los hombres privados reflejan lo que las últimas decisiones de los estadistas: que la época del perdón sin más, la era del amigo de todos y con todos, el tiempo de las reuniones abiertas y de las relaciones abiertas está llegando a su fin. En efecto: incluso en las redes sociales, los navegadores organizan sus círculos cerrados sin acceso posible más que para los invitados. Sí. El peligro de una dictadura a nivel mundial aunque adopte diferente en las formas y maneras según el país y la sociedad en la que rija, parece acercarse sin remedio. Muchas son las voces que llaman a gritos a la oposición, a la lucha. Pocas son las que se deciden a hacer algo y cada vez serán menos las que les presten atención. Algunos culpan al Hedonismo. Otros señalan al Conformismo. Ignorancia, gimen unos cuantos.

No. Ni el hedonismo ni la ignorancia son los responsables de la pasividad. El hedonismo afecta a la vida ética y la ignorancia a la cuestión intelectual. 
En cuanto al conformismo, si lo referimos a las cuestiones sociales como una de las causas que favorecen la instauración de una dictadura, me gustaría que alguien explicara qué diferencia existe entre la actitud conformista y la actitud tolerante; porque lo cierto es que en el mismo instante en que se establecen límites a la postura tolerante uno se introduce sin remedio en la zona de las fronteras, de las regulaciones, del “no todo vale”, que en realidad viene a decir que "no vale lo que  haces" y del "hasta aquí hemos llegado", donde ese "hasta aquí hemos llegado" significa en realidad "hasta aquí has llegado tú" donde ese “no todo vale”, con un poder expansivo más rápido e intenso de lo que muchos están dispuestos a admitir. 
Si se defiende el "no conformismo" en lo referente a las cuestiones políticas, lo cierto es que dentro del territorio occidental, el tan alabado “no conformismo” no tarda en convertir a la mayoría de aquéllos que lo practican en “anti demócratas” por oponerse a leyes democráticamente promulgadas. (Por muy críticos que algunos pretendan ser con las políticas y gobiernos, lo cierto es que en los países occidentales rige al día de hoy la Democracia).  
Y en lo que a los Estados autoritarios se refiere,  el “no conformismo” resulta una postura un tanto pueril, por decirlo de alguna manera. O se deciden a  ejecutarlo auténticos rebeldes que luchan activamente situándose de esta forma al margen de la ley con todas las consecuencias que esto acarrea y entonces ya no son "no conformistas", o al menos no sólo eso, sino también, y principalmente, revolucionarios; o lo ejercen disidentes pasivos y silenciosos que aguardan la ocasión idónea para mostrar externamente su desacuerdo y entretanto procuran amoldarse al régimen de la mejor forma posible.
No. El “no conformismo” no siempre expresa lucha positiva; en realidad, las más de las veces significa la mera expresión de la opinión disidente con lo establecido que no pasa, como mucho, de un par de protestas callejeras a las que ellos, los no-conformistas, denominan manifestaciones y los gobernantes “desórdenes”. "Desórdenes" que en el momento en que son declarados legales y permitidos, convierten a  la manifestación de “no conformistas” en un happening artístico colectivo, o algo parecido.

¿Cinismo? Probablemente. Ha sido esta mañana cuando he empezado a escribir este artículo y es ahora, entrada ya la madrugada, cuando llego a su fin. Estoy cansada. Me he dedicado a ojear unos cuantos estudios de filosofía política actual. Leerlos constituye una terapia magnífica para recuperar el sentido de mi existencia y recordar por qué nunca llegué a terminar mi tesis doctoral a pesar de haber leído prácticamente todo lo que hasta entonces había sido publicado sobre mi tema: MacIntyre y el comunitarismo. Tesis imposible de terminar por dos motivos: En primer lugar porque ni siquiera en esos años de juventud en los que la insuficiencia de conocimientos teóricos y la inexperiencia hacen de nosotros seres más vulnerables, o al menos más permeables, a las ideas, sean éstas las que sean, de los respetados e ilustres pensadores, pude comulgar con las tesis comunitaristas, y en segundo, porque descubrí que a la hora de escribir una tesis doctoral hay que concentrarse más en la forma que en el contenido. La tesis doctoral tal y como aparece hoy en día establecida por los sistemas universitarios en el área de las Humanidades no es el resultado de un estudio y una reflexión individual sino una recopilación de citas que han de recoger fidedignamente cada frase que uno se decide a exponer o a contradecir. Por cada párrafo que uno escribe se hace necesario incluir cuatro anexos de nota a pie de página. No me extraña que en Alemania las personas inteligentes tengan tantos problemas con sus tesis. Muy probablemente a mí me hubiera sucedido lo mismo de haberme decidido a terminar la mía. Uno opta por saltarse las citas, los autores e ir directamente al grano: las emociones que ha sentido al leer a todos esos autores desconocidos hasta entonces, las contradicciones que ha encontrado en la exposición de sus teorías, la similitudes que ha descubierto con su propio modo de pensar, los cambios que él mismo ha experimentado a lo largo de su estudio, la nueva concepción que se ha a atrevido a desarrollar... Todo eso, digo, ocupa lamentablemente una mínima parte de la tesis y está condenada además a ser expuesta en el apéndice final. Pero cuando el aprendiz a "investigador riguroso" llega allí, está tan exhausto por haber enumerado fidedignamente las citas de cientos de libros y de artículos que han pasado por sus manos en varios idiomas, por haber observardo incansablemente las formas correctas de presentación y los espacios adecuados entre las palabras y las líneas escritas, los márgenes, las listas de libros consultados, los formalismos burocráticos, la soledad y la penuria económica, que ese apéndice más que una conclusión individual y diferente de todo lo hasta entonces aparecido es un resumen final a las ochocientas páginas que suelen constituir una Tesis doctoral; si pueden ser mil, mejor. Ese esfuerzo le ha costado al aprendiz de "investigador riguroso" una media de cinco años de su vida. La tesis doctoral ha puesto de manifiesto su paciencia, su tesón y su constancia pero no le ha convertido, fuerza es decirlo, en un pensador auténtico e individual. En este sentido, sigo desesperándome cuando advierto que llegados a los cincuenta, muchos de ellos siguen aferrándose en sus publicaciones a ese alud imparable de citas y notas a pie de página, repeticiones fieles de las palabras de los autores que han utilizado a la hora de escribir un trabajo que debería llamarse “suyo” pero que en realidad constituye un compendio de glosas, incluso cuando se trata de oponerse a las ideas del otro. Es un problema generalizado y hasta el día de hoy irremediable que nace tanto del deseo enfermizo de parecer objetivo como de la desconfianza de que los lectores hayan leído o vayan a leer los volúmenes que ellos han utilizado, entre otras cosas porque muchas veces utilizan como referencia artículos publicados en revistas sumamente especializadas al alcance únicamente de los especialistas y esos sesudos pensadores están convencidos de que el gran mundo los va a leer. 
Sea como sea, la verdad es que los humanistas se ven forzados a publicar sin pausa del mismo modo que los científicos se ven obligados incesantemente a hacer nuevos descubrimientos que han de ser rápidamente divulgados. El resultado de todo ello es que las Humanidades han quedado ancladas en un escolasticismo que mantiene a los humanistas apartados del mundo y de sus sucesos, mientras que la ciencia, por su parte, se ve presionada a nadar frenéticamente en un populismo cada vez más popular. No digo que me parezca mal que se publiquen artículos sobre pensadores del pasado ni que se siga discutiendo sobre el comunitarismo, el liberalismo y el republicanismo en las aulas universitarias. Lo que me parece absurdo y terrible es que esos sesudos pensadores argumenten sus escritos y sus discursos  amparándose en las autoridades académicas y teóricas de la historia del pensamiento y no en su propio criterio formado y forjado a lo largo de una vida dedicada al estudio;  que permanezcan horas enteras leyendo libros cuyo contenido ya conocen incluso antes de haberlo abierto de tanto como ya han leído, pero que sean incapaces de levantarse de la silla y acercarse a la ventana a detenerse a contemplar lo que pasa fuera de su pequeño, austero y oscuro despacho. En vez de eso, cuando se levantan es para ir a tomar café con un colega o para seguir departiendo sobre el tema que en esos momentos les preocupa con unos cuantos estudiantes. Van y vienen de un lado a otro inmersos en sus profundas consideraciones y sin embargo no ven lo que está sucediendo delante de sus narices. Los pensadores universitarios humanistas son trabajadores febriles; la tesis doctoral, a lo más tardar, los ha convertido en laboriosas hormigas afanadas en el aumento anual de las publicaciones que únicamente su entorno conoce, salvo que alguno de ellos tenga la suerte de contar con un amigo en el sector del marketing editorial y logre convencerlo para que transforme alguno de sus artículos en un Best Seller gracias a todos esos lectores que no se conforman con la finalidad común de la lectura mundana, esto es: entretenerse,  sino que además quieren demostrar a sus amigos que ellos son intelectuales al corriente de los últimos debates. 
Los pensadores franceses, desde luego, han sabido explotar este punto de vanidad del lector inteligente y son genios en el arte de vender el humanismo popularizado. Lamentablemente ellos no están bien vistos por los coleccionistas de notas a pie de página. Los pensadores franceses disfrutan de sus éxitos de ventas pero se ven desdeñados por las grandes autoridades del pensamiento justo porque escriben sus propias reflexiones, se equivoquen o no, en vez de andar metidos en escolasticismos. No es que los pensadores franceses no lean. Al contrario, justo porque no han de transcribir sus fuentes de forma fidedigna, tienen más tiempo para leer y más tiempo para escribir y, sobre todo, tienen más tiempo para vivir y para ver lo que sucede tras los cristales de su despacho. De vez en cuando tienen incluso tiempo para abrir la ventana y detenerse a escuchar las voces de los transeúntes. Las autoridades pensantes, en cambio, se muestran incapaces de traspasar las enseñanzas de los pensadores del pasado al mundo presente al tiempo que las divergencias acerca del significado y alcance de los diversos conceptos les impide apreciar que el mundo está cambiando y lo está haciendo en una dirección que no tiene nada que ver ni con el comunitarismo, ni con el liberalismo ni con el republicanismo. Ustedes, claro, notan en mis palabras un tono agrio. No se equivocan en absoluto. Mi tono es agrio y agriado. Pero lo más probable es que ustedes crean que dicho tono se debe a la frustración, al resentimiento o a alguna emoción de ese tipo. Soy consciente de que no me creerán, aunque les diga: “créanme”, pero en cualquier caso: “créanme, no es nada de eso.”

Lo que me irrita es leer una y otra vez largos estudios acerca del liberalismo, del comunitarismo, del republicanismo; que se sigan escribiendo largos y detallados ensayos acerca de la pluralidad y de la interculturalidad y de la sociedad abierta y que el único punto de conflicto surja cuando se pretende determinar si en dichas sociedades han de predominar los valores liberales individualistas, propios de las economías ricas y prósperas;  o los valores comunitaristas, propios –digan ellos lo que digan y se trate de representantes más o menos conservadores- de las sociedades cerradas o, por denominarlo de un modo más suave: de la interpretación de una misma y continua melodía en todas sus variaciones, o las virtudes republicanas, propias de comunidades igualitarias y consiguientemente, pobres o al menos austeras. ¿Hay alguien que se oponga a cualquiera de estas posibilidades en su concepción teórica, ideal y perfecta? Nadie. En contra del pensamiento comunitarista se han levantado muchas voces, la mía inclusive. Sin embargo ¿quién no ha buscado alguna vez en su vida grupos en los que se encuentra “como en su propio hogar”, grupos con los que le unen valores éticos similares, formas parecidas de entender la existencia, grupos en los que uno siente que finalmente puede expresar sus ideas con entera libertad porque “sabe” que sus palabras serán entendidas en la justa medida? ¿Qué otra cosa si no hacen esos jóvenes que se reúnen según su modo de vestir, su modo de celebrar una fiesta, o según su peinado y se siguen reuniendo durante veinte, treinta y cuarenta años con la condición de que ninguno de ellos haya cambiado porque en el momento en que cambian, la reunión se anula y se convierten en meros conocidos o en absolutos desconocidos? Comunitaristas y bien comunitaristas por más que el hecho de ser postilustrados, postmodernos y postvanguardistas haga temblar a los teóricos del comunitarismo. Esos teóricos del comunitarismo que se dedican a conversar entre ellos a golpe de artículo. Ellos igual que los demás. Al fin y al cabo se trata de círculos restringidos aunque públicos. El comunitarismo tuvo su momento de gloria hace treinta años. Los liberales y los republicanos dejaron por un momento sus largas disquisiciones, le prestaron un poco de atención y sin más volvieron a sus quehaceres. Saben que existe una teoría incómoda pero la han archivado con el sello de “retrógrada” y no se preocupan de ella más que a la hora de escribir esos largos y terribles tratados. Mi tesis trataba sobre MacIntyre y el comunitarismo. En aquel entonces leí todo lo que él y sus colegas escribieron. Mi primera intención fue utilizar mi Tesis doctoral para luchar contra sus ideas, no por ideas, sino por las repercusiones prácticas que conllevaban y que eran, a mi entender, terribles. Que un cuarto de siglo después me lo siga pareciendo, me asombra incluso a mí. Pero cuando descubrí que lo importante en mi Tesis no iba a ser el contenido sino la forma, aproveché la primera oportunidad que se me presentó para olvidar el tema. Hasta cierto punto yo ya lo había desarrollado en los largos paseos que en aquél tiempo dábamos Jorge y yo por los jardines cercanos a la Universidad. Lo que para otros hubiera sido el paraje romántico ideal para confesar sentimientos amorosos inconfesables, constituyó para nosotros el lugar de interminables (y acaloradas) disquisiciones y discusiones. Fue allí, seguramente, donde Jorge y yo nos adentramos en una dinámica de la que no hemos vuelto a salir jamás: la de llevar la contraria al otro, simplemente para obligar al otro a profundizar en sus planteamientos o a abandonarlos. Lo cierto es que no hizo falta que presentara la Tesis delante de un Tribunal Académico porque yo ya la había expuesto, discutido y defendido ante el Tribunal más severo de cuantos hayan existido: el presidido por mi amigo Jorge Iranzo. Cuando llegó el momento de darle forma al contenido, éste estaba completamente terminado y mi intelecto reclamaba nuevos horizontes a los que dirigirse.

Durante todo este tiempo, mientras el mundo giraba, actuaba, se deformaba, se replegaba, se expandía y en algunos lugares incluso explotaba, los comunitaristas, los liberales, los republicanos, los defensores de las sociedades abiertas y tradicionales, multiculturales, internacionales, interraciales, ilustradas, religiosa y culturalmente compactas, tolerantes, plurales y qué se yo, han seguido fieles a sus planteamientos iniciales. Quizás hayan variado los autores de los que se ocupaban, los matices de los conceptos, un toque por aquí y un toque por allá. Lo cierto sin embargo es que mientras ellos se dedicaban a la decoración, otros se han dedicado a la destrucción y construcción de nuevas realidades. Algunas virtuales, sin duda; pero otras muchas, reales y bien reales.

Es real, por ejemplo, el hecho de que el principio de tolerancia ha sido, sobre todo y esencialmente, un principio de no agresión. El principio de tolerancia ha ido decayendo en relación proporcional al aumento de las agresiones callejeras. Ninguna de estas dos premisas constituye la causa de la otra. Ambas son simplemente consecuencia de determinados fenómenos difíciles de precisar: el aburrimiento, la frustración, la exteriorización de la violencia emocional y física que los agresores han padecido en el hogar... 
Es un hecho igualmente incuestionable que una crisis económica convierte a una sociedad abierta y liberal en una sociedad cerrada y proteccionista. No hay nada que preocupe más al ciudadano, incluso al ciudadano republicano, que la pérdida de los derechos adquiridos. Y también es innegable que una llegada masiva de extraños cuyo objetivo total y absoluto consiste en la supervivencia a cualquier precio, resulta un peligro y una amenaza para la población cuyo bienestar le permite adiestrarse en el arte de vivir y de incrementar el bienestar del que ya dispone, pero no a la lucha de todos contra todos. Del mismo modo resulta incuestionable que una sociedad fragmentada en sus valores y en su unidad política es una sociedad débil y debilitada y no hay forma, por tanto, de que pueda convivir armónicamente. Ello dificulta tanto el liberalismo como el republicanismo, porque ya sea una sociedad rica o pobre, todo grupo humano –sea el que sea- necesita de un requisito sine qua non para sobrevivir: la paz. En el momento en que en la atmósfera interna priman las recillas internas, los insultos, las malas maneras, los agravios, las medias verdades -siempre medias mentiras-, la deslealtad, y en definitiva: el cinismo, la escisión de esa sociedad es un hecho por más que ni los sesudos pensadores ni los políticos de la política real hayan firmado el acta de defunción.

Hoy como ayer unos y otros siguen hablando de democracia, de solidaridad, de amplitud de miras y horizontes, de tolerancia, de pluralidad, de internacionalidad y qué se yo. Lo siguen haciendo igual que hace décadas: con miles de notas a pie de página. Y por más que quieran defender sensatamente sus sensatas disquisiciones, lo cierto es que se equivocan. Se equivocan aquéllos que hablan de un islam ilustrado igual que se equivocan los que sueñan con un cristianismo comunitario o un catolicismo medieval. Ni lo uno ni lo otro existe al día de hoy. Lo que existe es un islamismo que se resiste a perderse en la infinitud de la Ilustración y cuyas preocupaciones más inminentes son la limpieza de costumbres y  la lucha entre suníes y chiítas. Quizás el Islam sea una religión de Paz, pero desde luego la Paz a la que se refieren los que hacen tal afirmación no es a la tolerancia ilustrada sino a la Paz religiosa que el Islam proporciona al individuo que practica los preceptos musulmanes. Comprender algo tan sencillo como es esto evitaría, en mi opinión, muchos malentendidos. Se equivocan igualmente aquéllos que creen que la Iglesia Católica ha cambiado su rumbo gracias al Papa Francisco. La Iglesia Católica descansa desde desde sus inicios en dos grandes pilares, - aparte del de la creencia misma, claro-: la universalidad y la colecta de pecunio. El Papa Francisco le ha dado un toque “republicano”, en consonancia a los nuevos tiempos. La Iglesia Católica, como el resto de los Estados de este mundo, se dedica a la recaudación. La una les llama donaciones y limosnas y los otros, impuestos. La idea es la misma. Y hace falta mucho, mucho, mucho dinero para pagar una deuda que se vislumbra como impagable.

La deuda, sí. La deuda de la que cada vez se desea hablar menos pero que no por ello deja de colgar sobre nuestras cabezas cual espada de Damocles. La falta de dinero cierra sociedades y las enmudece haciéndolas más virtuosas o, al menos, obligándolas a serlo. La falta de dinero impone la austeridad y limita los viajes, las relaciones sociales, los grandes eventos, las fiestas en masa. La falta de dinero desarrolla la imaginación para hacer aparecer como oro lo que sólo es bronce pero en los tiempos en que incluso éste escasea, no cabe duda de que la rigidez moral es lo más barato. ¿Han leído las obras de Virginia Woolf y de las otras autores ingleses de la época? Las mujeres puritanas son siempre las mismas: mujeres con una limitada formación intelectual –la religiosa- y pertenecientes a una clase social baja; media, a lo más. Su contraparte masculina es descrita por Huxley como comunistas resentidos deseosos de ser admitidos en las reuniones de la sociedad aristocrática. En cambio para las mujeres y hombres que disponen de grandes cantidades de dinero que gastar, la moral – ya sea laica o religiosa- representa una gran molestia que se hace preciso controlar y, a poder ser, evitar.

He empezado este artículo hablando de la dictadura que parece aproximarse irremediablemente pero que los grandes teóricos del pensamiento universitario no se atreven a ver. Algunos se han enterado del problema a través de los periódicos y no le dan mayor importancia al tema. Los pocos que finalmente se deciden a ocuparse teóricamente de la cuestión centran sus planteamientos en la amenaza que representa la dictadura para una sociedad plural y sopesan las posibles soluciones que cabe poner en práctica para detenerla. Una de las soluciones consistió y sigue consistiendo en la realización del principio del “Carpe Diem”. En cambio otros, entre los cuales me incluyo, se decantaron por intensificar el olvidado lema kantiano “Sapere Aude”. 
Eso fue ayer. Hoy el primer grupo asiste impotente al fin de la fiesta: la música ya no suena y las luces se van apagando una a otra. En cuanto al segundo grupo, ha terminado por comprender que invocar al Sapere Aude es empeñarse en alcanzar un ideal en el que hoy como ayer muy pocos están realmente interesados. El Sapere Aude se ha vislumbrad como una gran quimera en una sociedad que a pesar de disponer de más saber del que ninguna otra sociedad dispuso jamás sigue quejándose de la falta de calidad de enseñanza, al modo en que se repiten las letanías en la iglesia. Fue una de mis últimas discusiones con Jorge. Él consideraba imprescindible incrementar los proyectos educativos en África. Mi oposición le aturdió tanto que le impidió indignarse. Incrementar las inversiones en los proyectos educativos en África para descubrir que después hay que incrementar las inversiones en Occidente para motivar a los infantitos rodeados de libros que no desean abrir, le dije. Abrir escuelas en África a las que posiblemente muchos no puedan asistir porque han de ayudar a sus familias para después abrir centros psico-pedagógicos al estilo de Occidente para que los niños superen los problemas de aprendizaje debidos, básicamente, a que no dedican el tiempo y el esfuerzo suficiente a leer, a escribir con la pluma en el papel y a hacer ejercicios de matemáticas. Abrir escuelas en África, un continente en el que la tasa de mortalidad, de pobreza y de sequía siguen levantando ampollas en las almas de todos los que tengan un alma mientras se buscan profesores particulares a los alumnos occidentales porque sus padres no pueden prestarles la necesaria atención inmersos como están en su trabajo, en los problemas que el paro acarrea o en la conquista de una nueva amante para que la cotidianeidad resulte más soportable. “¿Qué quieres? ¿Dejarlos sin leer y sin escribir?”, me preguntó atónito. “Lo que quiero”, dije, “es que el estudio sea una elección y no una imposición. Y sí, es verdad: en África no tienen ni siquiera la posibilidad de la elección pero no sólo por falta de medios, sino por las graves dificultades que la mera supervivencia origina. Algunos ni siquiera pueden elegir vivir, que es la primera elección que cualquier ser vivo debería poseer al nacer. La elección de vivir y la posibilidad de sobrevivir. He conocido a personas para las que el estudio no representaba una posibilidad de vida sino todo lo contrario: un impedimento. El estudio debilita los instintos de supervivencia. Es un hecho. Quizás incremente la fuerza interior, no lo niego. Pero desde luego debilita los instintos de supervivencia. Posiblemente porque los instintos de supervivencia incluyen la brutalidad, la mentira, la venganza, la puesta en marcha de ese mecanismo que muchos se empeñan en denominar irracionalidad pero que es justamente la única que permite mantener la vida en un mundo de hombres. Un mundo en el que a pesar de no ser un mundo ni de demonios ni de ángeles los instintos nos acercan a lo dionisiaco y el estudio a lo apolíneo, por decirlo de alguna manera.” Desde entonces Jorge anda un tanto pensativo y ha dejado de llamarme. Supongo que lo hará cuando haya encontrado la respuesta adecuada: esa que me deje sin réplica.

Lo cierto es que ni el Carpe Diem ni el Sapere Aude parecen ser la solución. El uno por exceso y el otro por defecto. El uno ha fundido las bombillas y el otro no brilla con la suficiente fuerza. Esto ha sido y es, lo reconozco, un grave problema. Entre otras cosas porque los acontecimientos se precipitan y aunque soy consciente de que yo no puedo detener su marcha, sí me gustaría entender los presupuestos en los que descansa.

Es un artículo muy largo, soy consciente de ello. Más de uno me preguntará desconcertado “dónde está el punto” y yo tendré que contestar que “todo” es el punto: la amenaza de la dictadura, la estagnación del pensamiento universitario, el fracaso del Carpe Diem y del Sapere Aude, la escisión de la sociedad que es un hecho por más que todos sigan repitiendo los discursos de los abuelos, que no son los discursos que la actualidad necesita. Esto es, quizás, lo único positivo que Star Wars VII muestra: “Chicos, atención, vuestros abuelos fueron fascistas o hijos de fascistas, incluso los que no se denominaron fascistas sino comunistas. Poco importa. Los extremos se tocan. No es su discurso al que hay que seguir si queréis ser libres y permanecer al lado de la libertad no les sigáis a ellos, a vuestros abuelos, sino a vuestros padres: a esos de la eterna juventud y de la ingenuidad sin límites que creen en la fuerza de los sueños y de los ideales.” Igual que aparece en la película Pitch Perfect 2: "Escuchad los consejos de vuestras madres. Aunque vuestras madres os parezcan un poco locas estarán allí cuando lo necesitéis. A vuestro lado. Apoyándoos."

Sin embargo, esos chicos se empeñan en seguir los pasos de los abuelos. Los admiran, sencillamente los admiran. No sólo ellos. Una parte del discurso político de la actualidad se basa en las perspectivas y en los planteamientos de generaciones pasadas y superadas. Generaciones pasadas y superadas incluso cuando nos referimos a aquéllos que lucharon contra el fascismo. Sus circunstancias no son nuestras circunstancias; sus objetivos tampoco. La Libertad absoluta, creo que ya lo he dicho alguna vez, no significa gran cosa. Lo importante es su concretización y ésta depende del tiempo y del momento en que se está. Pretender que la historia se repite es tan necio como ignorar que uno no se baña dos veces en el mismo río.

La dictadura vendrá, sí. Vendrá. Se encamina a pasos agigantados hacia nosotros. Muchos la están pidiendo a gritos por más que sus voces clamen libertad. Será una dictadura diferente a todas las vividas y a todas las padecidas. Será incluso una dictadura considerada por más de uno y más de dos como necesaria para lograr alimentar y dar cobijo a la mayor parte de la población. Será como son todas las dictaduras en su inicio: popular, buscada, consentida e incluso deseada.

Este es el hecho real que todos sin embargo querrán negar con los argumentos más variopintos: las citas a pie de página, el engaño de grupos ocultos de Poder a los ciudadanos, la acción de los partidos populistas que mienten y expanden sus mentiras...

Todo esto es cierto, sí. Pero no lo es menos cierto que las dictaduras nacen con la ayuda y aquiescencia de la población por más que luego hayan de mantenerse gracias a fuerzas de seguridad cada vez más sofisticadas e implacables. Sí. La población huele el humo y llama a los bomberos. La población se siente amenazada y llama a los guardianes. Ella misma se encadena. Las dictaduras son, por decirlo de algún modo, un mecanismo de protección que las sociedades humanas ponen en marcha cuando se sienten amenazadas por riesgos que no se sienten capacitadas para solucionar por sí mismas. Hasta cierto punto, la dictadura es el acto de convertir a una determinada sociedad en un bloque compacto y cerrado capaz de hacer frente a los peligros externos y las enfermedades internas. Es un mecanismo de defensa de la sociedad, aunque se trate de un mecanismo más psicológico que real. En la dictadura, los ciudadanos abandonan las reivindicaciones por sus derechos y se ponen al servicio de una idea compacta y coherente. Quizás la idea compacta y coherente del loco, quizás la idea compacta y coherente del héroe ¿quién lo sabe? Ni siquiera la sociedad que voluntariamente se somete. Y la sociedad siempre se somete voluntariamente porque la sociedad es siempre más poderosa que el tirano y su séquito.

En la antigua Roma, los romanos elegían en tiempos difíciles y conflictivos a un dictador durante seis meses. Eso era en la antigua Roma. En la Roma conquistadora, dueña del mundo civilizado, seis meses no resultaban suficientes y hubo que constituir un imperio al frente del cual se situaba un emperador al que se terminó invistiendo de las características de los dioses. Las dificultades en el gobierno de un imperio demasiado grande como para ser organizado coherentemente, determinó su escisión en dos.  Las naciones nunca se hubieran podido constituir sin los reyes absolutos y estos pudieron ser absolutos gracias al apoyo popular, que vió en la figura del Rey su defensa contra el poder local y corrupto del noble. El propio pueblo se encargó de desbancar al Rey en cuanto éste se tornó más caro y más corrupto que la nobleza que lo rodeaba. El fascismo fue definido por muchos que lo vivieron como “un poner orden al caos” y estaban convencidos de que representó un papel decisivo para ordenar y conseguir modernizar la sociedad. El que no haya muchos que se atrevan a escribir esto no significa que lo que digo no sea cierto, simplemente indica el temor que se siente a la posibilidad de ser catalogado como “fascista” por escribir las consideraciones ajenas. Soy tan poco fascista como proclive a la dictadura pero vuelvo a repetir: es un hecho que los populismos ganan posiciones en Europa, es un hecho la islamización de Turquía; es un hecho la radicalización de las posiciones particulares de los Estados; es un hecho que cada vez se practica menos, se quiere practicar menos,  aquéllo de que los amigos de mis amigos son mis amigos, eso de que todos somos amigos y ha quedado en desuso aquello de que  un perdón arregla cualquier humillación y vuelta a empezar. 
El mundo enmudece y calla. Las luces se apagan y los libros no se abren. Los gritos suenan más altos. Las escisiones se abren al vacío. En Star Wars el desgarramiento del malvado es inexistente y su comportamiento es lisa y llanamente cínico. O sea, formalmente correcto pero falso en lo que al contenido se refiere. El padre muere. La muerte del padre es la supervivencia del abuelo, del abuelo cuyo discurso – como digo- no puede adoptar el nieto porque el desgarramiento en el abuelo es real y en el nieto es una simple y mera pose para convencer y vencer al padre. Es lo único interesante que se encuentra en el argumento de la película. El resto es miseria.

La dictadura se aproxima y muchos están contentos de que se aproxime. Los unos porque así no tendrán que soportar la terrible música que sonaba hasta las tantas de la madrugadas y los otros porque no se verán obligados a pensar ni a pedir calidad de enseñanza y podrán culpar a las fuerzas tiranas de su estulticia. Algunos porque podrán pasear nuevamente por las calles sin ser agredidos y no faltan quienes esperan índices de pleno empleo. Será una dictadura territorialmente constituida por vallas y fronteras pero comercialmente abierta, plural y competitiva. Por más que muchos Estados pretenda imponer medidas proteccionistas, el proteccionismo de ellos se anulará con el proteccionismo de los otros. Eso, unido al hecho de que las empresas son globales, convertirá en ineficaz la imposición de aranceles.

¿Creen ustedes que estoy a favor de una dictadura? ¿Creen que la veo como un mal menor?

Si esta es la impresión que he podido generar, se equivocan. Ni estoy a favor de una dictadura ni la veo como un mal menor. Entre otras cosas porque una dictadura es, para personas como yo, o sumamente aburrida o sumamente peligrosa. Para aquéllos que escriben a la velocidad del pensamiento y estructuran sus pensamientos cuando hablan, una dictadura constituye un grave riesgo a la supervivencia. La dictadura es la expresión de una sociedad que ha decidido hacerse compacta y por tanto expulsa (aniquila) a todos aquellos que no quepan en la particular definición que esa sociedad ha dado al término “compacta” y que, lamentablemente, no todos son capaces no digo ya de aceptar: ni siquiera tolerar. Criticar a los populismos como los critican hoy en día los periódicos es tan absurdo como tratarlos según las normas escolásticas. Cuando el populismo empieza a extenderse peligrosamente en una sociedad significa que dicha sociedad tiene miedo, que se siente insegura, que está buscando un héroe, un lider, que la proteja, y que se va a cerrar en banda, esto es: va a hacerse compacta, a fin de protegerse con mayor eficacia de los peligros del exterior y controlar mejor las discrepancias del interior.

Malos tiempos para la libertad.

Malos tiempos para los nómadas.

La bruja ciega.