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Tuesday, January 19, 2016

Hijos de los templarios e hijos del Vaticano, ¿una reconciliación?

El mundo gira y gira y gira y sigue girando. Sería un juego divertido si el girar no consistiera en dar vueltas y vueltas, alrededor siempre del mismo círculo o, variaciones sobre el mismo tema, en caminar sin moverse, lo cual, no crean, es harto difícil y sumamente agotador. Cada época encuentra sus entretenimientos y éste, el de caer extenuado sin avanzar, parece ser el nuestro. Incluso a la hora de caminar, la Fuenteovejuna deportista prefiere las cintas de los centros deportivos a los senderos del parque. "No hay parques", protestan algunos. "Pero sí hay aceras", contesto. Y yo sé de unas cuantas mujeres que salen diaria o semanalmente a dar un par de vueltas a marcha veloz por las calles de su vecindad calzadas con unas simples zapatillas y llevando un par de pantalones cómodos. Nada de ropa de marca ni similares. A lo duro y puro: a practicar ejercicio en el aire fresco de la mañana o de la tarde, que es de lo que se trata. Pero no, el mundo que gira y gira primero adquiere ropa deportiva último modelo, luego elige los complementos que más acorde van con su vestimenta y finalmente, sonriendo cual muchacho feliz, se dirige a girar y girar y girar como el mulo en la noria. Poco importa que sea en la política, en la economía o en la cinta de ejercicio.

Desdichados tiempos que han de retornar a las luchas entre religiones a falta de luchas dialécticas entre pensadores; tiempos que se preocupan de extraterrestres y de viajes astrales al par que los verdaderos científicos se consumen en las fábricas en cadena en que han terminado por convertirse los laboratorios; progreso que se refugia en la realidad virtual mientras elucubra conspiraciones elaboradas con teorías diversas: desde la de Hobbes del s. XVII hasta las más recientes de Huxley, Russel y compañía; sociedades que hablan de libertad e inspiración, donde libertad e inspiración han de ir acompañadas de marketing porque en otro caso la libertad y la inspiración artística tienen bastantes posibilidades de fracasar y todo lo que fracasa se convierte automáticamente en hobby o, lo que es lo mismo: en actividad para matar el tiempo; un mundo que clama feminismo y en el que la mujer sigue siendo un objeto sexual y una víctima de las exigencias de la moda: incluso las gordas tienen ya sus parámetros para poder pertenecer a lo que se ha denominado “gordi-buena” término que divide a las gordas en dos compartimentos: las que son "gordi buenas" y las que no lo son. Algunos son tan ingenuos que están convencidos de que tales campañas luchan contra la tiranía de las imposiciones estéticas. Falso: crean unas nuevas a fin de llegar a más público.

Pero el mundo gira y gira y sigue girando. Uno acaba mareado, exhausto, sin fuerzas que lo sostengan y todo ello sin haberse movido del sitio ¿No es un juego emocionante? ¡Repitamos!, ¡Repitamos!

En cualquier caso, si de lo que se trata es de islam versus cristiandad no estaría de más que la cristiandad empezara a exigir de sus teólogos una auténtica y productiva formación teológica porque para elucubrar ya estamos los demás. Hasta ahora la cristiandad se ha dedicado sobre todo a predicar la justicia social entre sus parroquianos que, además de recaudar un par de colectas, ha conseguido evitar que fueran el islam y las ideologías progresistas quienes se apropiaran por completo de dicho concepto, el de “justicia social”; en este sentido que movimientos de izquierda extrema alaben el discurso socio-económico del Papa ya es mucho.

No obstante el éxito alcanzado por la doctrina de la justicia social de la Iglesia, los problemas de la cristiandad no van a solucionarse fácilmente. Falta la Fe. La Fe cristiana. La Fe auténtica y la Fe sentimental y soñadora; la Fe racional y la supersticiosa; la Fe del teólogo y la Fe del hombre sencillo que tiene miedo de decir una palabra más alta que la otra porque Dios está en todas partes. Falta la Fe de San Anselmo y la Fe de don Camilo. Falta la Fe Viva: esa que mueve montañas, que quiere moverlas, que no sólo confía sino que además sabe que va a moverlas, en donde ese saber supera los límites del conocimiento y de la razón, porque es un saber que traspasa las fronteras de lo real y de lo palpable y se hace trascendente.
Por eso cuando movimientos como el de Pegida salen a la calle y entonan sus protestas anti-musulmanas lo único que acierto a distinguir, hoy como ayer, es una agitación circular en rotación perenne. Entiéndame: yo, por ejemplo, me declaro contraria al fracking, al uso de pieles de animales para la fabricación de abrigos, bolsos y similares –salvo para los habitantes de las zonas en las que sea una cuestión de necesidad y no de poder adquisitivo-, a los domingueros que arrojan su basura en el bosque y a la concentración de la agricultura y de la ganadería en unas pocas manos, que terminan siendo unos pocos Lobbys. Pero ese “anti” es un “anti” que va acompañado de un “pro”. Lo que mi “anti” refleja es mi deseo de conservar y proteger una naturaleza cada vez más amenazada. En mi opinión la constante muerte de ballenas, delfines y corales debería constituir en estos momentos una preocupación mayor que la que provoca el calentamiento de la Tierra; entre otras cosas porque de poco sirve, creo yo, frenar el calentamiento de la sopa que nos hemos de comer cuando la sopa está sucia, contaminada y envenenada.

Hasta el día 31 de Diciembre del 2015 determinar los ideales positivos a los que los participantes de la Pegida aspiraban resultaba tarea sumamente ardua. Y ello porque el movimiento anti-islam carecía en su concepción de un elemento que hubiera debido ser fundamental: la afirmación positiva de los ideales cristianos.

De los ideales cristianos, sí.Única y exclusivamente de ellos.

“¿Qué pasa con los ideales laicos?”, me preguntarán ustedes.

¡Bah! Seamos honestos, si los ideales laicos se decidieran a manifestarse, cosa harto improbable, se manifestarían contra el fundamentalismo de unos y otros, de los de aquí y de los de allá e incluso de los del más allá, pero nunca serían “anti-islam”, sin más. Por el momento, los ideales laicos lo único que han podido hacer es intentar, pese a la resaca generada por las juergas vividas en los últimos tiempos, calmar los ánimos de los unos, de los otros, de los de aquí, de los de allá e incluso de los del más allá. Dudo mucho que lo consigan. Ellos, igual que los otros –aunque por distintos motivos- también juegan al juego del mundo que gira y gira y gira.

Así pues, aunque el movimiento en contra de la religión musulmana hubiera debido ir acompañado de una defensa de la religión cristiana, dicha iniciativa faltaba y por eso, el movimiento Pegida era, hasta donde mis ojos alcanzan a ver, un movimiento promovido para atraer a todos los aspectos negativos de la sociedad y a ninguno de los positivos.. Justamente por estar organizado y pensado para destruir, y no para construir, las posibilidades iniciales de éxito con las que contaba eran muy pocas. En este sentido es una suerte que a los problemas internos contra los que se manifestaban hayan venido a sumarse otros externos, o sea, los provocados por los miles de refugiados que han venido a pedir asilo y que tienen un lado oscuro –en palabras de algún político alemán- y son trigo no limpio –en palabras del arzobispo Cañizares.

El  31 de Diciembre de 2015, la “suerte”, la “insensatez”, la “conspiración”, -ustedes elijan- determinó la ayuda decisiva al movimiento Pegida. Esa noche Occidente decidió que hay un valor absoluto al que defender caiga quien caiga: el del respeto debido a la mujer, vaya como vaya y esté donde esté; esa noche, la libertad de la mujer se convirtió en el símbolo, no de la libertad en Occidente, sino del movimiento anti-islam.

Ser anti islamista significa, al menos desde entonces, estar a favor de la libertad de la mujer.

Consiguientemente, defender la libertad de la mujer conlleva ser anti-islamista.

Hay cosas que claman al cielo!

Pero ahí no queda la cosa. Siguiendo con estas disquisiciones: puesto que los primeros en defender la libertad de la mujer fueron los ilustrados, franceses para más seña, el movimiento Pegida se ha convertido desde el 31 de diciembre del 2015 en el baluarte de la defensa de la libertad de la mujer y consiguientemente de los principios que avalan dicha libertad; esto es: los principios ilustrados y en los que también se incluyen los ideales revolucionarios franceses: libertad, igualdad, fraternidad. O lo que es lo mismo: los principios ilustrados pasan a ser salvaguardados por un movimiento reaccionario anti-islam!

Lo dicho: el mundo gira y gira en movimiento a ningún sitio. 

Por el contrario, ser islamista significa desde aquella noche no sólo ser anti cristiano, sino estar en contra de la libertad de la mujer y por tanto ser anti ilustrado, o lo que es lo mismo: rechazar los principios de la Revolución Francesa y la declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

De todo lo anteriormente dicho, se desprende que ser cristiano debería implicar a partir de ahora, mostrarse a favor de la libertad de la mujer, aspecto que el cristianismo siempre ha afirmado respetar sin comprender, o al menos sin querer aceptar, las consecuencias que se derivaban de dicho respeto y que consistían hasta el 31 de Diciembre del 2015 en la aceptación de los principios ilustrados, laicos y revolucionarios. Hasta ese momento el cristianismo, igual que el resto de las religiones, mantenía -como ya escribí en otro de mis blogs- una postura hipócrita ante la cuestión de la mujer. Por un lado hay que respetarla; por otro, hay que controlarla y vigilarla porque su naturaleza es débil. Ni el cristianismo ni el islam eran ilustrados, por más que el cristianismo haya tenido que ir suavizando sus consideraciones.
Pero a partir del 31 de Diciembre del 2015, los efectos de posicionarse a favor de los derechos de la mujer determina situarse en el movimiento anti-islam. De la noche a la manana y nunca mejor dicho, respetar los derechos femeninos convierten a cualquiera, cristianos o no , en ilustrados y anti islam. (Alguien podría pensar que esto constituye un problema para los pocos cristianos fundamentalistas que no aceptan los derechos de las mujeres pero que justamente por ser fundamentalistas son anti islam. En absoluto. Una cosa es que esos cristianos fundamentalistas no acepten que la mujer cumpla determinados papeles en la sociedad y otra, muy distinta, que permitan que se la trate como se quiera.)

El mundo gira y gira y gira... hacia ningún lugar.

A este paso, me digo, vamos a retornar a la unidad previa que existía antes de que se iniciara la lucha a muerte entre el Vaticano y la monarquía por una parte y los templarios, por la otra. 
Al parecer, las nuevas generaciones estrecharán por defender a la mujer lo que sus ancestros separaron por defender la ambición.

En movimiento centrípeto.

Los ojos del vampiro me observan reluciendo victoriosa y fieramente.

Sí. Sé lo que quiere decir.

Las sombras del ayer que regresan al hoy son siempre sombras.

La Fe. Falta la Fe.

Queda otro camino: el de Benedicto XVI

¿Quién se atreverá a tomarlo?

¿Quién podrá hacerlo?

El vampiro me sonríe con cara de triunfo.

La bruja ciega

Mi pregunta: Por qué no han salido a la calle en manifestación espontáneamente organizada los cientos y miles de mujeres cristianas, musulmanas, laicas, ateas, de toda clase y condición que se muestras indignadas con los hechos acaecidos en vez de permitirles que sean movimientos como el de Pegida los que se apresuren a romper una lanza por ellas. Por qué no han aprovechado la ocasión para manifestarse contra el acoso laboral, contra la sexualización de la mujer, contra la esclavitud de la mujer que tiene que ser femenina, madre pura, casta esposa, incansable trabajadora, eficaz dirigente, nata deportista, etc.
No entiendo nada. No lo entendía en el 2012 y sigo sin entenderlo ahora.






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