Tracking-ID UA-44975965-7

Tuesday, January 26, 2016

Escribir no tiene sentido y pensar provoca dolores de cabeza.

Escribir no tiene sentido. Demasiadas palabras unidas por la teoría del caos. Quizás la combinación de un pare de ellas lleguen a significar algo, pero que lo hagan no sigifica que describan la realidad. ¿Cómo describir una realidad que todos se empeñan en convertir en virtual; o lo que es lo mismo, en derivado financiero; o lo que es lo mismo, en modelo matemático; o lo que es lo mismo, en un laberinto de puertas interdimensionales?

Escribir no tiene sentido y los seres pensantes sufren en estos últimos tiempos de terribles neuralgias y dolores de estómago. Es lógico. Pensar requiere tranquilidad de espíritu y la confianza en que, a pesar de las diversas posibilidades que se presentan, la reflexión conducirá a encontrar el camino adecuado o, al menos, la estrategia apropiada para conseguir hallarlo alguna vez. ¿Pero cómo poder pensar en las actuales condiciones? Ultimamente mi cabeza da vueltas y vueltas sin parar. No sé si sustituir la reflexión por la meditación, que es lo que algunos me aconsejan, conseguirá mejorar el caótico estado en el que se encuentra mi maltrecha mente. Y es que ¿cómo consigo explicarle a ella, a mi mente, los últimos acontecimientos sin provocar un cortocircuito en el funcionamiento de sus neuronas?

De entrada, un virus llamado Zika causa estragos a lo largo del continente americano especialmente a las embarazadas. El virus es transmitido en primer lugar por un mosquito y después vía sexual, perinatal y sanguínea, por las personas infectadas. Dicho virus, que para las personas adultas no tiene graves consecuencias, provoca microcefalia en los fetos. Se ha aconsejado detener la natalidad un par de años. El mosquito no es originario de Latinoamérica. He leído que el virus fue detectado por vez primera en 1947 en Uganda, sin embargo hasta el 2007 era prácticamente desconocido - lo que significa que sólo los expertos sabían de su existencia- y no fue hasta el 2014 cuando el gran público,debido a una epidemia, tuvo noticia de él

Toda esta explicación suena racional y es racional. Sin embargo un par de preguntas surgen inmediatamente. Preguntas que no tienen nada que ver ni con los síntomas ni con la transmisión sino con el origen de la enfermedad. A ver, ¿puede alguien explicar a los confundidos lectores cómo es posible que el virus se descubriera en Uganda a pesar de ser transmitido por el mosquito Aedes Aegipty, que es el mismo que según se dice transmite la dengue? ¿A distintos lugares distintas consecuencias? Bien. Es una posible aclaración. Pero todavía existe una segunda cuestión por resolver ¿cómo es posible que a pesar de que el virus proviene del continente africano, concretamente Uganda, se haya expandido por la Micronesia, al norte de Australia, y por la Polinesia Francesa y que haya emigrado al continente Latino en proporciones epidémicas sin curiosamente –aunque gracias al Cielo- haber causado un gran número de víctimas en África? Y si las ha causado, ¿por qué lo desconocía el gran público? ¿Y cómo es posible que el virus fuera descubierto en 1947 y no antes? Quiero decir: la microcefalia no es algo que pueda esconderse fácilmente. De haber sido frecuente se hubiera conocido mucho antes, del mismo modo que se conoce la dengue, la malaria y el paludismo. Vamos, digo yo. Y si el Zika ha originado ahora una epidemia gracias a la facilidad con que se expande, no es de extrañar que algo parecido hubiera sucedido también en el pasado. La dengue, por ejemplo, es una de esas enfermedades de las que un europeo tal vez no tenga noticia antes de haber viajado a la India, pero – epidemia o no- desde luego es una constante preocupación a partir del instante en que uno se instala allí. Si el virus Zika se transmite vía sexual y vía sanguínea ¿cómo es posible que no se haya tenido noticia de él hasta 1947 y el lugar de propagación del mismo no sea en el lugar en el que se descubrió: esto es Uganda en particular y África en general? Por favor, no digan que el motivo es que cada día se están conociendo nuevas enfermedades o que el virus se debe al calentamiento terráqueo. La malaria es de sobras conocida porque los casos de malaria son habituales con o sin calentamiento. Resulta difícil comprender cómo un virus que se identifica en 1947 y se transmite cómo se transmite y provoca los efectos que provoca sea un gran desconocido hasta que logra alcanzar unos niveles de expansión continentales - y que al paso que vamos, y según las noticias, no van a tardar en convertirse en planetarias.
Hay más preguntas. ¿Cómo es posible que todos estos nuevos virus: ébola, sida, zika, provengan de un determinado continente y se hayan descubierto en un periodo que alcanza del 1947 a 1981, es decir en un periodo de treinta y cinco años -  lo que, francamente, en la historia de las enfermedades  humanas no es mucho -  y sean los causantes repentinos de tantas víctimas?

Bien. No lo entiendo. Seguramente hay una explicación. Entenderlo no lo entiendo. La peste, por ejemplo, no es propia de un solo lugar ni de una sola época y lo mismo sucede con el cólera, la tuberculosis y otras enfermedades que tantos muertos han causado a lo largo de la historia. Sinceramente, estos nuevos virus que se conocen desde hace poco tiempo y saltan  a la luz en proporciones mundiales, nunca antes conocidas, no dejan de sorprenderme.

Debe ser esta propensión mía al asombro.

Hay, sin embargo, otro asunto que me sume en cavilaciones aún más laberínticas y tortuosas, si cabe: el del petróleo.

Yo llevo prácticamente toda mi vida oyendo hablar del problema de la carencia del “oro negro”.  A mediados de los 70 su escasez produjo la primera crisis económica después de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces el mundo no ha dejado de ir preparándose para afrontar la situación apocalíptica a la que según muchos expertos conduciría su agotamiento. Junto a estos escenarios tan catastrofistas como inútiles, la sociedad desarrolló nuevas formas de energía: la atómica, limpia pero peligrosa fue la primera; las renovables limpias, no peligrosas, pero costosas por nuevas, las segundas. 
Se trataba de solventar la cuestión de cómo iba a afrontar el Planeta Tierra la escasez del petróleo con una población en aumento, un desarrollo industrial en expansión constante y consiguientemente un crecimiento de las necesidades energéticas. De ahí que se intensificaran los trabajos de prospección, se introdujeran nuevas técnicas como el fracking y se incentivaran las energías renovables amén de utilizar grandes extensiones de cultivo para plantar biocombustibles.

Mi primer gran asombro fue la crisis de la energía solar en Europa debida, según se dijo, a la competencia china. Sin embargo, y pese al abaratamiento, la energía solar, a mi juicio, no ha tenido la repercusión esperada y en más de un lugar ha sido sustituída por la energía eólica.

De repente el precio del petróleo, que proporciona la energía que se supone indispensable para que el mundo pueda moverse y desarrollarse, se hunde. Se hunde el coste del barril pese a su escasez y a pesar de que las otras formas de producir energía aún no están lo suficientemente perfeccionadas. Los mercados mundiales se agitan de miedo. ¿Por qué? 
Y bien, las razones son varias y variadas. Unos temen que sea a causa de la falta de crecimiento de la economía. Otros, que obedece a estrategias geopolíticas de los Estados Unidos para hundir a Rusia, Irán y Venezuela  e incluso hay algunos que afirman que son los propios países productores los que, aprovechando la crisis económica, bajan el precio para que las otras formas de producción de energía, como el fracking, no resulten rentables y quiebren.

Sea como fuere el caso es que los países exportadores de petróleo han de incrementar la producción del mismo para mantener el nivel de sus fuentes de riqueza, al tiempo que los colapsos de la bolsa se suceden aquí y allí. Más allí que aquí porque aquí la bolsa ya ha colapsado y allí todavía no. Los países exportadores de mercancías observan con preocupación como sus ventas peligran al disminuir el poder adquisitivo de muchos países compradores. Algunos estadistas estudian aprovechar la posible reducción del precio de la gasolina para cargarla con más impuestos que alivien los presupuestos estatales. Los ciudadanos no advierten grandes cambios en su economía. Sus bolsillos siguen vacíos y vaciándose. Los billetes de autobús han subido. En general todos los precios han subido y si no han subido es porque la calidad ha bajado.

Pero no es eso lo que me aturde. El motivo de mi preocupación es si es o no es verdad que el petróleo escasea. Y si cómo parece, las cantidades disponibles son cada vez menores me gustaría encontrar una explicación que responda satisfactoriamente a por qué el precio del "oro negro" ha caído, mientras el precio del “oro amarillo” sigue en ascenso.

El lector está confuso y con razón. Décadas oyendo hablar de las grandes hecatombes que la cada vez más inminente extinción del petróleo iban a causar y de repente su precio baja. Décadas atendiendo a la advertencia de que en el 2000 sería poco menos que imposible obtnerlo y hete aquí que en el 2016 el coste del barril es tan barato que las empresas de fracking quiebran y hasta parece que invertir en el desarrollo y perfeccionamiento de nuevas energías sea innecesario; al mismo tiempo los países exportadores de petróleo se tambalean en medio de agitaciones socio-económicas y los compradores ni incrementan la producción ni abaratan los precios de los artículos.

Mayor número de prospecciones, sí. Mejores técnicas de extracción, sí. Pero el lector está confuso y las explicaciones que encuentra en los diferentes periódicos lejos de aliviarle sus dolores de cabeza los incrementa. El lector está mareado y ha de sentarse a reposar en el sofá más cercano que encuentra a ver si de una vez por todas el mundo deja de girar y girar y girar sin moverse.

La bruja ciega.

No comments:

Post a Comment