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Thursday, November 21, 2024

Elon Musk

 

No es la primera vez que lo digo: existen personas que a los ocho años ya han comprendido el mundo en el que viven y simplemente han de esperar a alcanzar la mayoría de edad. Acceder a los derechos que le permiten hacerse con él -el mundo en el que viven - es fácil: un simple punto les separa del no poder hacer lo que quieren a conseguir todo aquello para lo que ya estaban preparados desde su niñez. Así pues, simplemente han de aguardar a que llegue el deseado momento. No obstante, esa larga espera encierra una lección: la de adiestrarse en el ejercicio de la paciencia.  Por el contrario, otro grupo de personas, entre las que – no me queda más remedio que confesarlo- me encuentro yo, llegaremos al fin de nuestras vidas portando la misma cara de sorpresa con la que nacimos. Es, justamente, el asombro el que nos lanza al deseo de comprender. “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender”, escribió Ortega y Gasset en las primeras páginas de su libro “La rebelión de las masas”. Me gustaría creer que es así. No lo es. Cuando el asombro empieza por la mañana y se mantiene hasta la noche durante días, semanas, meses y años, uno termina por acostumbrarse a ese estado mental. Si los que nacen sabiendo qué cosa es el mundo y en qué consiste han de adiestrar la virtud de la paciencia, nosotros, aquellos que no salimos de nuestro asombro, hemos de ejercitar la virtud del estoicismo; por fuerza hemos de ejercitarla porque es aquí donde reside la posibilidad de sobrevivir en un lugar que nos resulta absolutamente desconocido y que cada día nos depara una nueva aventura imprevista que ni deseamos ni buscamos. Prestemos atención: el estoicismo representa la posibilidad de sobrevivir al asombro, no la garantía. Y ello porque la condición de asombrado conlleva para todo el que lo sufre un gran peligro. El riesgo consiste en que, justamente porque uno sabe de antemano que cualquier suceso va a asombrarle, acepta con una absoluta naturalidad cualquier imprevisto y cualquier sorpresa, incluso la del encuentro con un extraterrestre. Esto es lo que, vulgarmente se considera estoicismo. No obstante, poco o nada puede solucionar el estoicismo frente a la cara inversa del asunto, la cara oculta de la luna -diría yo- que se caracteriza por la tendencia a creer que cualquier cosa es factible: incluso un elefante volando y que cualquier cosa es realizable: incluso la construcción de ciudades marinas, que era uno de los sueños más extendidos durante la década de los setenta, en el pasado siglo XX.

Estoicismo y credulidad, que algunos denominan ingenuidad, caminan en nosotros, mano con mano, en inestable equilibrio. 

Así pues, en personas como yo, ese inestable equilibrio es el que transforma, de tiempo en tiempo, el estoicismo en furia mosquetera y la absoluta credulidad en absoluta desconfianza.

Como ustedes saben, el carácter individual pertenece al ámbito de la privacidad. Por lo que a su estudio se refiere es muy probable que hoy en día éste se incluya dentro del apartado “neuropersonalidad”, o algo así. Convendrán que en este momento el prefijo “neuro” acompaña a casi cualquier asunto que se refiera a la psicología; incluso cuando ésta se dirige al campo del comercio se habla de “neuromarketing”. Nada bajo el sol, por otra parte: fueron los teósofos del siglo XIX-XX los que introdujeron las leyes mentales, las leyes de la simpatía, de la atracción y del magnetismo en la esfera mercantil. 

¿Por qué si no, creen ustedes que aquellos hombres de negocios sin ningún interés por la filosofía o por el arte,  que acudían a la ópera más por el cumplimiento de sus obligaciones sociales que por su amor a la música,  aceptaban de buen grado asistir a las reuniones de los teósofos,  sus seminarios y conferencias varias,  seguían sus clases por facsímiles, compraban sus libros y gastaban ingentes sumas de dinero en financiar las investigaciones acerca de dichos temas? Hombres como aquellos únicamente estaban dispuestos a gastar el Pfennig que tanto esfuerzo les había costado introducir en su bolsillo si estaban convencidos, absolutamente convencidos, de que el beneficio que obtendrían sería la respuesta a su desembolso.

Puesto que no es mi intención deleitarles con los entresijos de mi personalidad, y mucho menos ofrecerles un curso sobre neuropersonalidad, debo aclarar que si les explico los rasgos que me caracterizan es para que entiendan la gravedad de la situación en la que nuestra sociedad se encuentra.

Porque una cosa, en efecto,  es que los atributos que me definen a mí, me definan a mí y a nadie más, y otra cosa, mucho más seria, más grave, es que esos mismos elementos determinen a una sociedad. Entonces se da algo sumamente peligroso: la identificación entre individuo y grupo.

No dudo que éste es el objetivo último al que se encaminan los seguidores de la Era de Acuario, los amantes del Orden Inmutable y Eterno y esto: los seguidores de la Era de Acuario y los amantes del Orden Inmutable y Eterno en todas y cada una de sus posibles variantes: la de la Inteligencia Artificial y la del Nuevo Hombre Evolutivo y Evolucionado incluidas.

Ignoro si ustedes comprenden lo serio del asunto. Estamos convencidos de que somos únicos para, de repente, un día como hoy descubrir que somos lo que somos porque hemos mamado de la misma madre comunicación, de los mismos mensajes subliminales, de la misma inteligencia colectiva. Es aquí donde se capta la diferencia entre el Ba y el Ka que los egipcios ya vislumbraron. 

He de decir, no obstante, que es aquí también donde se hace necesario, prácticamente imprescindible, creer en el Absoluto eterno egipcio y en la doctrina radical de Jesús según la cual uno le debe cuentas sólo a ese Absoluto, al mismo tiempo que la doctrina radical kantiana en la cual, pudiendo llegar o no a la cosa en sí, con Dios o sin Dios, se impone la buena voluntad producto de una reflexión racional. Entendiendo por "Razón" allí dónde caminan a la par el entendimiento y los sentimientos. O lo que es lo mismo: allí donde el entendimiento es sentido y el sentimiento es entendido.

Aun en el supuesto caso de que ustedes no crean en este Absoluto metafísico descubrirán, no obstante, lo que yo ayer descubrí: que ustedes se encuentran inmersos en un absoluto al que no pueden negar y del que no pueden escapar. El absoluto al que ustedes pertenecen  es el tiempo al que ustedes pertenecen. Ustedes son hijos de su tiempo, y el significado profundo de esta frase en la que el término "tiempo" se incluye de forma tan superficial, tan ligera significa ni más ni menos que "ese" tiempo, justamente "ése", es su absoluto colectivo. El absoluto colectivo al que usted y todos los que nacieron en ese tiempo pertenecen, tanto si lo quieren ustedes, como si no. Si no lo quieren pueden rebelarse contra él, pero será una rebelión "desde" ese tiempo absoluto colectivo al que pertencen. De alguna manera es aquí donde cobra sentido la rebelión de Lucifer. Uno, y eso incluye a Lucifer, sólo puede rebelarse desde el Absoluto al que pertenece y no desde otro. Y seguramente uno sólo puede hacerlo si está lo suficientemente cerca del núcleo de dicho Absoluto para conocer tanto sus puntos fuertes como sus débiles. Pero lo que Lucifer no entiende, y eso supongo es lo que le precipita al abismo, es que incluso esa rebelión no supone la destrucción del Absoluto primario, sino la formación de otro Absoluto. 

Así que la primera conclusión a la que el descubrimiento de ayer, mientras escribía este artículo, y hoy, mientras lo corrijo, es que esa historia de "Nuevo Orden Mundial" es una gran patochada; al menos una gran patochada tal y como se ha entendido hasta ahora. No va a haber un Nuevo Orden Mundial que sustituya al Orden Mundial que existe. No va a haber una sustitución del actual Orden Mundial. Lo que va a producirse es la formación de un Orden Mundial paralelo al que ya existe.

Tendría que haberlo visto. Tendría que haber pensado un poco más sobre el sentido de la rebelión de Lucifer. Yo hubiera debido que haber reflexionado más detenidamente sobre el fenómeno actual consistente en la existencia de tantos obsesionados con hacer de Lucifer el portador de luz. El cristiano no presta gran atención a este asunto de la luz porque identifica luz con el fuego de los avernos. Los necios convierten a Lucifer en el rompedor de tabúes, de los tabúes que ellos quieren romper, claro. Y los paganos ni siquiera piensan en él y cuando finalmente lo hacen es para rodar alguna película. Al menos, piensan, se le saca algún provecho.

Y así de esta manera una, que soy yo, obvia el significado, el sentido relevante, de la rebelión de Lucifer. Permitan que mi estupidez me desespere. Permitan que mi ceguera me desespere. Estoy completamente decepcionada de mí misma. Descubrirlo ahora, justamente ahora, en el que las partes están cada vez mejor constituidas y representadas no tiene sentido. Antes; tenía que haber sido antes.

Por no haberlo reflexionado antes es por lo que yo y los hijos de mi tiempo,  o sea: los integrantes de éste,  nuestro  absoluto,  creemos vivir en el caos. Las décadas pasadas se han caracterizado por la polarización. Hemos creído que se trataba de una polarización ideológica cuando en realidad era una polarización de corte metafísico; abundaba la estrategia del espejo entre los contrincantes, cuando ya habíamos olvidado lo que significa la filosofía especulativa; se utilizaba la manipulación de sucesos en el tiempo, donde lo importante no era la manipulación del suceso sino la del tiempo;  era común la alta flexibilidad en la narrativa – que otrora solía calificarse como cinismo- así como las luchas entre agencias comunicadoras que les obligaba, y obliga, a ser cada vez más inventivas, más creadoras de “frases fórmula” y de “contenido” a base del uso y abuso del nominalismo. Es verdad que fue mi caída en la Nada, de la que ya les he hablado en el "libro de la semana" la que me mostró el grave problema en el que se encontraba el Logos. El Logos se estaba utilizando tanto para la dirección ascedente hacia el Absoluto absoluto, como para la dirección descedente del Absoluto rebelde. Es verdad que supe discernir que el discurso actual era una inversión del Logos religioso. Pero me centré en la utilización del lenguaje religioso; en general, me centré en el mundo de las virtudes. E incluso cuando me ocupé del plano político fue meramente como expansionismo imperialista. En resumen: obvié en mi análisis algo tan fundamentalmente como es el significado de la rebelión de Lucifer en la metafísica filosófica. Podría alegar un par de argumentos en mi defensa, pero si eso no me reconforta a mí, a ustedes mucho menos. Ha sido un gran error, un gravísimo error, no haber vislumbrado las verdaderas intenciones de ese Absoluto rebelde.  

En cualquier caso, ha sido el deseo de escapar del absoluto al que se está supeditado y la voluntad de crear un nuevo absoluto lo que ha incentivado la proliferación de la aparición de colectivos radicalistas apoyados, sostenidos y expandidos por aprendices de conductores de masas y por apátridas emocionales que sienten el deseo de encontrar un lugar al que llamar “suyo” porque no han sido nunca amados o quizás porque ellos mismos son incapaces de amar, ¡quién sabe!. Ellos, que tanto critican el acoso, ellos que a todo llaman acoso, son los que se han dedicado a acosar a las diferentes sociedades occidentales que, hasta ese instante, estaban durmiendo el sueño de la paz perpetua. Quizás no totalmente a lo Kant, pero  desde luego sí a lo Habermas, al menos los intelectuales de nuestro tiempo, mientras el pueblo llano lo hacía a lo Vaticano Concilio II en la misa y en las fiestas a lo Coca-Cola anuncio 1971 en el que el grupo “Hilltop” cantaba una canción con la siguiente letra: I´d like to buy the world a home and furnish it with love, grow apple tres and honey bees and snow-white turtle doves.

Cualquier buen oyente hubiera recordado aquello de “hombre prevenido vale por dos" a lo más tardar en el segundo párrafo, al escuchar una frase innegable misteriosa, críptica.: “I´d like to teach the world to sing -sing with me – in perfect harmony.”  

La primera pregunta que un buen oyente se hubiera formulado hubiera sido: “¿quién es “yo”?”; la segunda,” ¿Por qué tiene el mundo que aprender a cantar conmigo?” Y la tercera “¿qué significa en “perfecta armonía” en un mundo que cuando fue creado fue definido por el mismo que lo había creado como “bueno”, pero no como “perfecto” y mucho menos armónico, puesto que había concedido su regencia a una especie determinada, (¡y qué especie!: la humana?” . Digo a lo más tardar en el segundo porque ya el contenido de la frasecita primera permitía sospechar la dirección en la que se abría el camino: “I´d like to buy the world a home”. Comprar. Nada de construir. Comprar, es lo que se quería. El consumo a la carrera. ¿Para qué construir lo que se puede comprar? ¿Para qué tricotar jerséis de lana cuando se pueden adquirir sin esfuerzos? Aquellas que llevaban ropas cosidas por sus madres, en vez de lucir prendas de confección,   se sentían seres inferiores. Ahora ya no estaría tan segura. El “hágalo usted misma” es un incentivo, lo reconozco. En fin, el resto de la canción era el mensaje del anuncio acerca de la Coca-Cola y ya no nos interesa demasiado.

Esas tres preguntas es lo que cualquier buen oyente se hubiera preguntado en Estados Unidos. A España el anuncio llegó al año siguiente. Por un lado, se tradujo el texto original con un estribillo que decía “Hay que compartir el momento feliz. Hay que disfrutar las cosas de la vida.” Cualquier oyente inteligente habría comprendido que allí se contenía la declaración del “Carpe Diem”, y la despedida del “Sapere Aude”. En 1972 la canción apareció en España en forma de canción de Navidad. “Al mundo entero quiero dar un mensaje de Paz y junto al árbol revivir la alegre Navidad. La chispa de la vida. Al mundo entero reunir…” 

Llegado a este punto y aunque ustedes, ante la indiferencia que mi respuesta les provoca, ni siquiera se molesten en preguntármelo, me veo obligada a confesarles que soy una gran amante de la Coca-Cola. No tanto como lo soy del café; Sin embargo, tras el café y el agua, mi tercera bebida favorita es la Coca Cola. Primero, porque es beneficiosa para mi tensión siempre baja; segundo, porque me parece una gran tontería demonizar a distintos productos cuando por otra parte se perdona incluso al mismísimo diablo; tercero, porque una cosa es que cada cual cante lo que quiera, pero otra cosa distinta, muy distinta, es pretender que el mundo cante con él. Del mismo modo, pretender que aceptemos y nos unamos a las campañas que desde hace décadas se realizan periódicamente contra Coca-Cola revestidas de ideologías varias con la burda pretensión de ocupar el vacío que la retirada de la Coca-Cola dejaría libre a base de nuevos productos parecidos a la Coca-Cola misma, me parece inadmisible. Coca-Cola eligió aquella canción y aquella canción tuvo éxito porque aquella canción interpretó colectivamente lo que cada individuo sentía: un mundo de paz en el que todos podían cantar juntos, y en el que cada uno de nosotros sabía - y justamente porque lo sabía estaba en posición de enseñar al otro, al ése que todavía no lo sabía-, el significado de paz. Un mundo donde “perfecta armonía” se refería, o al menos eso creían,,querían creer, los oyentes, a la comprensión mutua. Era el tiempo de “ponerse en el lugar del otro”, el tiempo del “amor” con mayúscula. 

¡Qué quieren! Yo amo la Coca-Cola igual que amé a Tom Sawyer y “a las aventuras de los cinco” y “Dos años de vacaciones” de Julio Verne y por la misma razón por la que desprecié “la rosa del Cairo”, de Woody Allen en su momento. Yo era tan estoica como crédula. Y deseaba creer en un mundo de paz, tanto como sabía aceptar que no lo fuera. Pero lo que no soportaba, lo que no soporto es que alguien me diga que eso que creo no existe. Ya se trate de Dios o del elefante volando. ¿Por qué? Porque yo estoy convencida absolutamente convencida de que el peligro que Michael Ende describe en “La historia interminable” es real: el mundo de la fantasía está desapareciendo y es importante ayudarle a sobrevivir sin quedar apresado en él.

Era el tiempo, pese a los hippys, del binomio estocismo-credulidad. Para ser hippy había que ser estoico aunque se fuera estoico a lo marihuana. "Peace bro", a lo hachís. Y esto también se lo creían. También se lo querían creer.

El binomio “Estoicismo- Credulidad”, así como su contrapartida: el binomio “carácter mosquetero- Desconfianza”, unido a la aceptación del mundo de la fantasía como un mundo aparte, en el que se puede entrar y salir, pero está prohibido quedarse, son los rasgos que me caracterizan como persona.

Este binomio estoicismo-credulidad en la persona pocas veces da buen resultado. En la sociedad resulta una catástrofe.  Los hechos lo demuestran.

Las perversiones que tantas frases almibaradas ocultaban la canción- como ese autoritarismo incontestable del “yo” que quería ser "Yo", el totalitarismo de “la canción del yo”, que en España siempre se había conocido como “bailar al son de mi flauta”-, se descubrieron mucho tiempo después y demasiado tarde. Se descubrieron cuando el mundo ya había perdido la Fe en sus gurús y en sus conductores de pueblos, ya fueran de corte espiritual, intelectual, moral, político, e incluso económico. Ahora es cuándo deberíamos preguntar (y contestar) por qué se perdió la Fe justo cuando un mundo entero quería creer y quería cantar unidos.

Se perdió porque la Fe que se cantaba era una Fe falsa, basada en egolatrias que se esforzaban por imponerse a base de sensiblería dulces y edulcorantes. Nadie quería ver la falsedad, claro. En aquel momento parecía que los horrores de la guerra habían terminado para siempre y cada "yo" se consideraba parte de la victoria y hacedor de esa victoria; por tanto, cada uno se consideraba con el derecho a disfrutar de los privilegios que la victoria consigue.  La URSS victoriosa en la segunda guerra mundial, era perdedora en el mundo libre y por eso era comprensible que amara el mundo libre; esto es: el mundo de la Coca-Cola y de los pantalones vaqueros originales Levis. El mundo libre los convirtió en símbolos del binomio estoicismo-credulidad en el que se encontraba inmerso. 

En fin, cada uno interpretaba el sentido de ese peligroso segundo párrafo de la canción atendiendo al sentido colectivo que en aquel tiempo se tenía acerca de cantar en grupo: a lo pop, a lo alegre, a lo inconsciente, - incluso en la iglesia se cantaba pop -. Nadie, (o muy pocos),  suponía, que la perfecta armonía se identificara con el "nirvana aquí y ahora" y ello porque la mayoría pre-suponía, esto es: daba por hecho, que la canción se refería a  la "paz aquí y ahora" conseguida por la victoria sobre los fascismos europeos. Porque España, -se creía-, no era fascista, -se decía; “Spain ist different”, se decía, y por eso España no era fascista sino franquista, porque se decía, porque se decía se creía, porque se creía se decía. Solamente quedaba cantar juntos. En realidad, España era un fascismo aliado de los Estados Unidos; pero se le consistió en ser franquismo y hacerla partícipe de ese mundo libre. La libertad en España fue sinónimo de posibilidad de consumir tanto como el dinero de uno se lo permitiera a ese uno. Lo mismo que se le consintió a España con su franquismo, se le ha consentido a la República Comunista China con su comunismo. Nominalismo.

El nominalismo ya había nacido en 1971. En realidad, había nacido siglos atrás y se había terminado de instalar en nuestra sociedad occidental gracias a aquellos avispados teósofos,- no me cansaré de repetirlo. Aquellos avispados teósofos que junto con el nominalismo introdujeron la práctica que después se ha “normalizado” y que ha consistido en tomar un punto de verdad y rodearlo de grandes pamplinas, por no llamarlas “deplorables mentiras” y que han transformado el estudio de la filosofía hermética y de la mística europea en magia simplista que combina los juegos de prestidigitador con los avances científicos. No me extraña que, viendo lo visto, se hayan ido subiendo al carro, cada vez más, las lectoras de tarot, las brujas de cuento, las supersticiones, las congelaciones de nombres de personas en tiempos de cambio climático y similares. En fin, todo excepto el estudio tranquilo, la reflexión reposada y el diálogo agradable con uno mismo y con el autor que viene de visita acompañado de su libro. 

Es necesario decirlo: Lutero cometió un grave error al no admitir en “su” Iglesia a los mismos que le habían inspirado y sostenido su construcción: los místicos alemanes portadores de la tradicion perenne, de la filosofia hermética. Hasta cierto punto es comprensible: Lutero venía de donde venía: de la tradición agustiniana y allí sólo tenían cabida dos ciudades. Lógico, teniendo en cuenta que el bueno de Agustín, padre de la Iglesia católica había sido en su juventud un convencido maniqueo. Un convencido maniqueo no deja su convencimiento fácilmente: encuentra nuevos lares. Estos fueron las dos ciudades. ¿Algo personal contra San Agustín?  Nada. Aunque puestos en elegir prefiero a San Alberto Magno, e incluso al optimismo de Santo Tomas de Aquino y sus pruebas de la existencia de Dios. No sé, francamente, si éstas dan prueba de la existencia de Dios, pero desde luego de su inteligencia, sí. Ustedes, ya saben, soy una absoluta partidaria del “Cogito, ergo sum”.

Esto que yo pensaba que era lo que me hacía una persona personal individual e intransferible es lo que se ha revelado ahora, en este instante de mi vida, justo cuando, como poco, me espera iniciar el viaje hacia la vejez, primero y hacia la eternidad, después, como falso. Los rasgos que yo creía que me pertenecían como propios, son en realidad los atributos que caracterizan a todos los de mi tiempo. Al absoluto temporal colectivo. Cada cual se aposenta allí con un gesto diferente, una pose propia, pero ni siquiera esto es propio; tal vez, como mucho, simplemente elegido de entre los gestos y poses que se ofrecen.

Lamento no haberlo visto antes. Seguramente tampoco quería verlo. Hasta cierto punto es comprensible: Lo que a una persona individual instransferible le resulta soportable,  aunquesea a duras penas,  se torna en una catástrofe cuando se extrapola a toda una sociedad.

Una sociedad dirigida por el binomio estoicismo-credulidad es una sociedad dormida, pero cuando se despierta y descubre la realidad, la verdadera realidad, ese binomio se  invierte y aparece el binomio fuerza mosquetera- desconfianza absoluta. 

La fuerza mosquetera es una fuerza noble, no lo duden, pero un tanto desordenada porque se rige más por los sentimientos que por el entendimiento, incluso cuando parecen querer oponerse a ello, como es el caso de Aramis.

Mientras la sociedad es estoica al mismo tiempo que  crédula entiende el “Carpe Diem” como una excursión al mundo de la Fantasía. Ello conlleva siempre la amenaza de quedar atrapada en el mundo de la Fantasía, al tiempo que ésta ha de afrontar el peligro de ser devorada por la Nada.

Cuando esa sociedad invierte ese binomio, y se convierte en una sociedad mosquetera y desconfiada, esto es: en una sociedad que explota sin avisar y por cualquier cosa y que no se fía ni de su sombra, como suele decirse, la fantasía se convierte en fantasmagoría. Una sociedad así no precisa de enemigos externos para sucumbir: una sociedad tiene la enfermedad dentro de sí y la enfermedad se caracteriza porque es el exceso de leucocitos,  el exceso de mecanismos de autodefensa el que genera la implosion. 

Cuando los enemigos externos se aperciben de la enfermedad que sufre esa sociedad, - y créanme: siempre son los enemigos los primeros en notar la debilidad del contrincante- simplemente tiene que acentuar en esa sociedad la impresión de que el peligro interno en el que se encuentra es mucho mayor que el que creía en un principio.  La autocritica injusta y en exceso de una sociedad hacia sí misma la neutraliza y la incapacita para la defensa interior de sí misma, mucho menos hacia el exterior. Cuando esta enfermedad ataca a sus órganos esenciales,  esto es: a las élites,  esa sociedad está prácticamente dejada a su suerte. Esto es: a la suerte que los dioses decidan.

Es en ese momento donde un Otro orden mundial puede alzarse con la supremacía. 

Bien, pues tengo la sospecha, la firme sospecha, de que es ahí justamente donde nos encontramos.

Si mis sospechas, mis bien fundamentadas sospechas, son ciertas yo no soy la individual individualidad caracterizada por una personalidad y unos rasgos que son los que la convierten en única, en sui generis, en bruja – si ustedes lo prefieren.

No. De repente soy una gota de ese océano llamado sociedad dentro de la ola que atiende al nombre de “generación”. Soy lo que se ha dado en llamar "Hija de mi tiempo", sumida en un absoluto metafísico al que los egipcios llamaban Ka y en el que nosotros no creemos.  Aunque no creamos en el Absoluto metafísico Ka, seguimos sumidos en "nuestro Absoluto Tiempo". Y , al igual de lo que ocurre en el Absoluto metafísico Ka, en "nuestro Absoluto Tiempo" puedo personalizar mi participación en ese absoluto colectivo, pero no puedo salir de él. La rebelión contra ese Absoluto no implica la destrucción de ese absoluto: significa la necesidad de creación de otro absoluto que, lo siento mucho pero así lo describe la metafísica religiosa de la que se nutre la inversión del Logos de la que bebe Lucifer, es un absoluto oscuro e irrespirable en el que la luz abrasa y crea sombras espectrales en las paredes.

A mí me parece esto algo terrible.

¿No creen ustedes que esto es algo terrible?

Pues bien, sigamos con el terrorífico escenario.

Sigamos.

Imaginen ustedes que ese oyente inteligente sí existe. Y que se ha dado cuenta perfectamente del mensaje que encierra esa canción. Se ha dado cuenta porque él mismo es quien se ha encargado de introducir el mensaje, porque él mismo ha ido sugiriendo aquí y allá la atmósfera que le interesa crear.

Y aquí estamos: en un mundo que había deseado creer estoica y crédulamente en  la "perfecta armonía" para finalmente descubrir que “la perfecta armonía” significa “absoluta y perfecta uniformización de gustos, deseos y aversiones”, “el perfecto control”, “la perfecta sincronización de gestos, de frases-fórmulas”, “el perfecto discurso de lo bueno y de lo malo”. Un mundo en el que las casas no se construyen: se compran. Se compran con créditos y se venden en función de la especulación inmobiliaria y planteando el problema generacional de “viejos en grandes casas- jóvenes sin casa”. Amueblar esas casas se deja en manos de decoradores que acercan las viviendas no se sabe si a museos o a habitaciones de hotel; los árboles de manzanas se dividen en dos clases: los de la agricultura que sale a bolsa y es, por tanto, susceptible de especulaciones y los de los movimientos ecologistas; la construcción de la casa es el problema generacional de “viejos grandes casas-jóvenes sin casa”;  las palomas blancas se convierten en “ratas voladoras” y por tanto hay que darles pastillas que las esterilicen e impidan que las calles de las ciudades sean ensuciadas con sus excrementos. Teniendo en cuenta que por las ciudades modernas están empezando a pasearse liebres, zorros, jabalíes y otros especímenes aparte de las consabidas ratas, y cucarachas, no parece muy coherente proyectar nuestros ánimos de pulcritud única y exclusivamente sobre las palomas, ¿no creen ustedes?

Y todo eso porque el binomio estoicismo-credulidad nos había arrojado en la falsa convicción de que el absoluto en el que viviamos era un absoluto eternamente estable y eternamente victorioso. Teníamos que haber escuchado a los antiguos egipcios y haber comprendido la importancia del Maat en el orden de ese armonía cosmológica. Teniamos que haber escuchado a los antiguos griegos y haber comprendido que la hybris es, justamente, la carencia de Maat. Teníamos que haber comprendido al antiguo cristianismo y haber comprendido que la vigilancia no sólo se consigue con armas, sino desde el corazón. Teníamos que haber escuchado a Maquiavelo y a Montesquieu que aconsejan la defensa militar cuando uno vive bien, porque la envidia ajena es algo contra lo que el hombre de bien ha de estar siempre preparado.

No lo hicimos.

Y así,  de repente, un día, una que soy yo, despierta. Y sale de ese mundo - estoico-crédulo- en el que había entrado y del que, de ningún modo estaba dispuesta a marcharse. Sale porque la echan a patadas. Sale porque descubre con horror que su padre no sólo es Nostradamus, que eso ya lo sabía, sino Adán y Agamenón. Sale porque su madre, aquella que fue un día hada, se ha unido a magas, hechiceras y nigromantes hasta convertirse en una de ellas y no sólo incumplir su obligación de proteger a su hija sino de imponerle faltas que ésta nunca ha tenido.  

Uno descubre el mundo, el verdadero mundo, fuera de su familia. 

Y el binomio furia mosquetera-desconfianza absoluta hace su aparición. Los padres no aceptan a sus hijos. Los padres desconfian de sus hijos. Los hijos sólo buscan chupar su sangre, coger su herencia.  Los padres reniegan de sus hijos. Y el enemigo,  siempre vigilante, es el primero en notarlo. 

En esto consiste la estrategia del absoluto rebelde de nuestro tiempo, ese absoluto rebelde que quiere separarse a toda costa de un absoluto en el que sabe de antemano que no puede reinar: en destrozar a las familias. Da igual que sea a base de divorcios, a base de favoritismos injustos, o a base de introducir huevos de cucús en los nidos para que los padres y madres prefieran a otros que a sus propios hijos.

Hans y Gretel abandonados a su suerte en el bosque. Niños sin padres porque papá y mamá tienen que realizarse. Porque la “chispa de la vida”, de la que hablaban los anuncios de Coca-Cola sin ni siquiera Coca cola saberlo, era la chispa divina que todos nosotros, -dicen papá y mamá después de haberlo oído en grupos nuevos y novedososos que los elevan a ellos, a papá y a mamá, seres normales y anodinos, a la igualdad con la divinidad- , llevamos dentro de nosotros. Papá y mamá lo han oído y ello les ha parecido sumamente interesante. La justificación del Carpe Diem es la chispa divina que habita en cada uno de nosotros. Especialmente de esos que económicamente se lo pueden permitir. 

Hans y Gretel se niegan a escapar de esa burbuja que pensaban protectora. De hecho, la primera vez que son expulsados, el ingenio de Hans, que utiliza los guijarros, unido a su binomio estoicismo-credulidad logra hacerlos regresar a casa. Hans y Gretel creen en el amor Mantra que sus padres les recitan cada noche antes de ir a dormir. 

Únicamente cuando Hans y Gretel descubren  - sin querer descubrirlo pero obligados a descubrirlo al ser expulsados por segunda vez de la burbuja- ,  que esa burbuja es ponzoñosa pueden enfrentarse a la realidad del mundo real y comprender el verdadero significado de cada frase, de cada fórmula que antes se les pasaba desapercibido sencillamente porque no pensaban que pudiera tener otro distinto que el que ellos le daban al “yo canto” de la canción, ¿recuerdan? 

Pero Hans y Gretel no pertenecen a la generacion de sus padres.

Hans y Gretel pertenencen a otra generación. La primera generación, la de sus padres, creció en el binomio estocismo-credulidad, que en su inversión ha mostrado el binomio: fuerza mosquetera- desconfíanza absoluta. Y la fantasía ha dado lugar a las fantasmagorías.

Aunque Hans y Gretel comparten este escenario con sus padres, y han oído hablar de "la chispa de la vida" pertenecen a la primera generación que descubre no sólo que esa “chispa divina” permite a cada uno, y no sólo a papá y a mamá, la posibilidad de cantar "su" canción (la canción de cada uno), sino que además esa "chispa de la vida" les concede la posibilidad de construir mundos con su mente. El binomio fuerza mosquetera-binomio se ha transformado en la generación de Hans y Gretel en "crea mundos con tu mente".

Crea "mundos con tu mente " es lo que hace Hans al ver la casa de la bruja revestida de dulces. A decir verdad,  la bruja del bosque era, como demuestra el cuento,  bastante torpe. No. No es la bruja sino las mentes de Hans y Gretel las que crean la casa de dulces. Igual que es nuestra mente y no el desierto el que crea los espejismos a los que ha de enfrentarse. 

 ¿Construir mundos con su mente?  Sí. Construir. Han leído bien. Pero atiendan: lo único que le concede es la posibilidad de construir mundos con su mente. Todo lo demás tienen ustedes que seguir comprándolo.

Ahí empieza el follón. Todos quieren construir sus propios edificios, pero todos tienen que comprar el contenido del mismo. Y mientras cada uno construye su edificio particular con la fuerza de su mente, el edificio social se derrumba. Las ratas salen a la luz porque son legión. Los pederastas, los líos de familia que muestran y demuestran lo que nadie quiere aceptar: que “Bodas de Sangre” y “La casa de Bernarda Alba” no es teatro: es la vida misma expuesta de la manera más delicada que ha podido el genial Federico García Lorca, porque la realidad, la verdadera realidad, siempre supera con creces al drama escenificado. Incluso cuando el drama se convierte en surreal, el surrealismo real es siempre más surrealista que el representado.

La filosofía hermética calla. La filosofía calla. El gallinero cacarea. Palabra contra palabra. Mentira contra mentira. Chispa divina contra chispa divina es siempre una guerra cosmológica a lo griega, o a lo hinduista, a lo que ustedes prefieran: es cuestión de gustos culturales. Imaginen cuando ésta guerra se transforma en una guerra de "crea mundos con tu mente" contra "crea mundos con tu mente".

El binomio estoicismo-credulidad ha dado la vuelta y ha aparecido su inverso el binomio: fuerza (furia) mosquetera con desconfianza absoluta.

Pero casi simultáneamente, con la siguiente generación,  ha nacido un monolito: "crea mundos con tu mente" y la fantasía que después fue fantasmagoría es ahora "realidad virtual".

Realidad virtual son los huesos de pollo que Hans le muestra a la vieja, ciega y torpe bruja, haciéndole creer que son sus brazos y sus manos.

Intenten, por favor, introducir el concepto "Cohesión" en un escenario así. 

Apelar al término "cohesión", es fácil, Introducir la "cohesión" es lo complicado. La ruptura generacional no tiene que ver nada con la edad. Ni siquiera con las consideraciones mundanas, político-económicas-dominio de la tecnología . La ruptura generacional es primero la inversión del binomio, dentro de la propia generación, y la ruptura metafísica respecto a la siguiente generación. Éste, y no otro, es el verdadero problema al que la sociedad planetaria debe hacer frente. Si alguien cree que algo así puede ser solucionado por una dictadura clásica al uso, se equivoca. La cohesión ha de ser de carácter metafísico. Lo cual mientras ha durado eso de "crea mundos con tus mentes" y sigue instalándose "la realidad virtual" en donde cada uno puede crear "su propia realidad virtual" es altamente improbable que esto suceda.

El ciudadano de mi "nuestro Absoluto Tiempo" no se cree nada, no cree nada o está en otros mundos paralelos, cuánticos, en otras dimensiones. Le molesta todo y sobre todo le molesta que le saquen de su mundo. Por todo protesta y por todo se indigna. Lo curioso es que los primeros fueron escuchados por todos los que, como yo, seguíamos anclados, inamovibles, en ese binomio estoicismo-credulidad y deseábamos conceder todos sus deseos a ver si así conseguíamos que fueran felices y un mundo en perfecta armonía. Porque es verdad que creíamos. Claro, por eso nos extrañaba tanto que nadie creyera nuestra buena voluntad, que nunca pudiéramos hacer feliz a los siempre desgraciados pese a nuestros esfuerzos y por eso me asombró tanto aquel día que Jorge me dijo que yo era una extraterrestre que había gozado de la suerte de que se le dejara en paz.

El ciudadano de mi "nuestro Absoluto Tiempo" no se cree nada y cree haber salvado el mundo de la fantasía convirtiéndolo en fantasmagorías.

Queremos (soñamos) la inversión de la inversión que invierte. Queremos (soñamos) la inversión de la inversión que ha invertido a la Ilustración para convertirla en Postmodernidad. Queremos (soñamos) la inversión de la inversión que ha invertido el Sapere Aude para convertirlo en Carpe Diem. Queremos (soñamos) la inversión de la inversión que ha invertido al hombre que se asociaba con otros hombres para construir un edificio social, para convertirlo en un hombre-equipo que se une con otros para fundar empresas que son objeto de especulación y no de vida. Queremos. (Soñamos).

Hacer no haremos nada. 

Estamos cansados del griterío. Cansados del ping-pong. Cansados de jugar al juego de “tú culpable- tú más”. Cansados de borregos que balan “beee” cuando viene el lobo, porque no saben decir otra cosa. Cansados y enfadados por haber permitido que la sensiblería y la gazmoñería hayan sido los instrumentos de los que se han servido los mediocres de este mundo para hacerse con puestos de esencial relevancia y cansados de que las universidades hayan sido invadidas y conquistadas por el dinero que compra todo.

Los hijos de mi "nuestro Absoluto Tiempo" estamos cansados.

Por su parte, Hans y Gretel, los hijos de su propio absoluto Tiempo están cansados de que los padres se divorcien. Cansados de que el bosque esté lleno de otros  Hans y otras Gretel abandonados por padres que prefieren cantar "la chispa de la vida" o que están inmersos en el binomio "fuerza (furia) mosquetera y desconfianza absoluta. Los Hans y las Gretel de su absoluto Tiempo se reúnen en el bosque dispuestos y dispuestas a convertirse en partisanos y partisanas de lo que sea con tal de tener un refugio al que medianamente llamar “caliente”. Por eso, los hijos del tiempo que sigue a mi tiempo están en otras dimensiones, mundos paralelos y mundos cuánticos de los que van y vienen con una cierta confusión que ocultan tras gestos y discursos resolutos. 

Musk

Yo quería hablar de Elon Musk.

Musk no es hijo de mi tiempo.

Eso le libra de unos cuantos problemas metafísicos.

Justamente eso le sume en otros.

No conozco personalmente a Musk. Como persona individual, personal e intransferible carece de interés, igual que carezco yo, igual que carecemos todos los que comprendemos que somos gotas de agua de un océano. Lo que antes se denominaba "todos somos hijos de Dios". Realmente mucho nuevo no hay. Simplemente el nominalismo se ha introducido en la Filosofía Perenne.

Lo importante de la figura de Musk afirman algunos es lo que hace. "Por sus hechos los conoceréis.", dicen.

Permítanme dudarlo. Lutero también lo hubiera dudado. Una persona no puede conocer a otra por sus hechos, porque no sabe qué es lo que tiene en su corazón a la hora de hacer los hechos que hace. A veces ni la propia persona lo sabe. Por eso es que es imposible conocer a alguien por sus hechos, es por lo que "construir mundos con tu mente" y "la realidad virtual" se están caracterizando no sólo por la improvisación, que también, sino por lo inesperado, por lo imprevisible. 

La pregunta que una y otra vez escucho formular es la de si Musk es un genio o no.

Esta es una pregunta importante. Fundamental diría yo, porque hoy en día, en tiempos de "crea mundos con tu mente", "realidad virtual" e "imprevisible", la figura del "genio" se está convirtiendo en el nuevo "Moisés", quizás incluso, si me apuran, en el nuevo "Mesías".

Filosofía perenne con nuevos nombres. Nominalismo.

Definan “genio”

Me atrevería a decir que Musk es un genio en lo que respecta al conocimiento del mundo. Muy posiblemente nació sabiendo cómo era y con la edad simplemente ha madurado ese conocimiento.

Desde luego no cabe duda de que Musk es un genio mercantil.

Posee muchas empresas que requieren de su constante atención. Ello significa que aparte de la capacidad de trabajo que tales asuntos exigen, posee la facultad de multitasking, lo que le libera de la necesidad de enfocar su la atención sobre una determinada cuestión. La posibilidad de concentrarse en sus empresas -, aunque al principio fuera de  una manera a lo “monógama sucesiva”, que es como se llama ahora al ocuparse de un tema a otro sin quedarse nunca en sólo uno -, y luego a lo "polígamo" es una facultad que hoy en día precisa no tanto de un gran distanciamiento emocional, sino de una gran visión conjunta del cuadro real. Nada de perspectivas. Lo crucial no es saber cómo es el elefante desde una determinada posición, -para eso ya está el CEO de turno. Lo fundamental es poseer la visión del cuadro en su absoluta totalidad;  antes, incluso, de que el cuadro haya sido pintado.

Así que, en este sentido, Musk es un genio.

Pero si  el término "genio" se refiere a un significado más profundo del término “genio”, lo siento, pero no.

Musk no es un "genio"

No lo es porque Musk es un "hijo de su tiempo" igual que yo lo soy del mío. Él cree que puede construir mundos con su mente y amueblarlos y decorarlos con su dinero. Èl pertenece a un absoluto con unas características propias, igual que yo pertenezco a mi absoluto. Quizás, yo deseo creerlo, nuestros absolutos pertenezcan a un absoluto único más amplio y más absoluto. "Muchas moradas tiene la casa de mi padre", recuerdan? Pero por el momento, cada uno de nosotros, por ser "hijo de su tiempo", pertenece a un absoluto, independientemente de los mundos que pueda crear con su mente y de las realidades virtuales que haya.

De ese absoluto al que pertenece, al que pertenecemos cada uno de nosotros, por ser "hijos de nuestro tiempo" no puede salir Musk. Ése es su límite, igual que es el mío. Algunos piensan que dándose cuenta de la realidad pueden salir de ella. De la realidad, sí. Del absoluto, no. Así que saldrán de la realidad, como ha salido mi generación: invertiendo el binomio en el que nos encontrábamos y como ha salido la generación de Hans y Gretel,  creando mundos con su mente y decorándolos con su dinero y con la realidad virtual. 

Él, que no es hijo de mi tiempo sino del suyo, quiere que todos sus trabajadores abandonen el Carpe Diem y trabajen en la empresa de Tesla en Brandemburgo al máximo de su capacidad, lo cual no es posible por dos motivos. En primer lugar porque ya no estamos en el Carpe Diem sino en la transición que implica resilencia ante la lucha que se aproxima. La resilencia pretende ser,  desea ser, una llamda al estoicismo de la cual también hemos salido porque repito: hemos de luchar y hemos de luchar porque estamos enfermos. Una enfermedad que podría ser ligera y sin importancia si no se tratara de una enfermedad autoinmune que nos impide curarnos. Luchamos contra nosotros mismos porque sentimos vergüenza de nosotros mismos, sentimos aversión de nuestro estoicismo tanto como de nuestra credulidad. Estamos en el binomio de la fuerza mosquetera y de la desconfianza total, que también aborrecemos. Así los hijos de mi tiempo. 

En segundo lugar porque Musk, hijo del tiempo "crea mundos con tu mente y compra el mobiliario para decorarlos con realidad virtual" ha de comprender que los hombres no somos robots. Creo que esto lo sabe y por eso desea robots lo antes posible. Pero incluso esos robots serán construidos por hombres. Creo que esto también lo sabe y por eso desea robots al estilo de Hans y Gretel: robots capaces de sobrevivir en el bosque sin sus padres siendo incluso capaces de hacerse con la casita de dulces de la malvada bruja aunque todo consista en realidad virtual. En un mundo hecho a base de realidad virtual esto es, por otra parte, lo normal. Pero hasta que ese día llegue los hombres de carne y hueso juegan un papel realmente importante en sus empresas. Los hijos de carne y hueso de su tiempo se comportan como todos los hijos de carne y hueso de su tiempo: creando sus mundos, y yendo y viniendo de la realidad virtual. De momento Hans y Gretel están intentando convertirse en partisanos, no en robots, aunque aman a los robots, especialmente sus voces, especialmente a Siri, especialmente a chat gtp, que les sirve de sucedáneo de papá y mamá y por eso tienen terror a la falta de batería y a la imposibilidad de recargar y todas esas cosas, pero en realidad ni Hans ni Gretel saben muy bien por quién tomar parte aunque sienten una indescriptible admiración por la historia del nuevo orden mundial, que en realidad no es el nuevo orden mundial, sino el Otro orden mundial. A lo más que han llegado es a aborrecer al Nuevo Orden Mundial y a decantarse por el Otro Orden Mundial. 

(Respecto al Nuevo Orden Mundial: esa expresión no es más que la constatación, la declaración, de la inversion del binomio estoicismo-credulidad/fantasía en binomio fuerza (furia) mosquetera- desconfianza absoluta/ fantasmagoría. Esto es algo que los hijos de mi tiempo que permanecen inamovibles en la burbuja estoicismo-credulidad- fantasía- chispa de la vida- quiero ensenar al mundo mi canción- todavía no han aceptado, ni quieren aceptar. )

Sea como fuere la aparición del binomio de la fuerza mosquetera unida a la desconfianza absoluta y a la transformación de la fantasía en fantasmagorías va a originar en las sociedades de este mundo,- y eso incluye las empresas,- grandes revoluciones. Creo que esto también lo sabe y por eso, en un humanitario deseo de proteger a su familia, les ha pedido que se concentren en un determinado punto del planeta, a fin de poder evacuarlos sin dilación caso de problemas mayores. A estas horas, la "monogamia sucesiva" ha devenido en "poligamia", con todos los quebraderos de cabeza que ello genera tanto a nivel empresarial como privado.

La idea de Musk de introducirse en política está muy probablemente por el deseo de salir de la zona de confort y porque además ha de cumplir el rasgo que define a los hijos de su tiempo de "construye mundos con tu mente" ha de ser eso: diferentes mundos, y no diferentes edificios en el mismo mundo. Si yo acepté el desafío del ángel de la muerte, imaginen ustedes los desafíos a los que puede avenirse un hombre de estas características.

¿Le admiro?

No. Sus empresas no han dado el resultado tecnológico esperado. Sus satélites inundan el espacio. Lo cual es lo mismo que decir que los Kindle de Bezos inundan el planeta. Pero no es decir mucho más. Hasta donde yo sé la fortuna que él, y muchos como él, han amasado no ha sido tanto por devoción a sus empresas como por especulación con sus empresas. En un mundo de derivados, la realidad virtual (más incluso que la fantasmagoría)  juega un papel extraordinariamente importante. Uno ve como real lo que ve y ve como real quello que quiere ver y quiere ver aquello que alguien le ha sugestionado que es realmente fundamental y realmente real porque "crea mundos con tu mente" es real. Y se lo ha sugestionado a base de un bombardeo de artículos diarios acerca de cómo debe comportarse. Ello implica que sus fracasos han sido metidos bajo la alfombra y lo que se expone una y otra vez son sus éxitos.

Es posible que, en algunos sectores, allí donde prevalece “el síndrome Baal” consistente en el que tiene dinero no sólo tiene la verdad, ES también la verdad, Musk sea el dios. Es posible que muchos consideren que “genio” y “dios” significan lo mismo. El nominalismo, ya saben.

¿Cuál es el mayor problema al que Musk ha de enfrentarse?

Creo que aquello que le ha dicho su padre: que va a tener que elegir entre sus empresas y la política, es verdad.

Creo que incluso eso que llaman “monogamia sucesiva”, que después se ha transformado en poligamia,  tiene una ley consistente en que uno no puede estar en mundos paralelos al mismo tiempo, del mismo modo que tampoco se puede servir al mismo tiempo a dios y al césar. Ni siquiera en un estado teocrático es esto posible. Hobbes se decantó por el Rey absoluto incluso en materia religiosa; lo cual es muy posible que signifique un ahorro para las arcas del Estado; por eso nunca entenderé la ingenuidad del Papa Francisco cuando pretende ir a China en busca de parroquianos que le aligeren las cargas de las crisis financieras del Vaticano. No me hagan caso. Estoy completamente equivocada. El Vaticano llega a China siguiendo el precepto cristiano de ama a tu enemigo. Se lo recordaremos cuando se inicie la próxima inquisición.

En fin, no creo que Musk sea un genio. No, al menos, en el sentido tradicional de la palabra.

Creo que es un hijo de su tiempo y creo que como a todos los hijos que nos reconocemos hijo de nuestro tiempo lo amamos tanto como lo despreciamos.

Lo que haga Musk es cosa de Musk.

Sus empresas están bajo su control, pero el desarrollo tecnológico lo llevan los ingenieros, informáticos y demás. La gente se pregunta cómo es posible que la Nasa le compre a Musk. Seguramente porque los satélites de Musk están fabricados por ingenieros que han trabajado para la Nasa, o que a la Nasa le hubiera gustado contratar, pero que se han ido con Musk porque Musk, sencillamente, les paga más. Esto fue también el motivo de que tantos pilotos militares abandonaran la armada para ir a trabajar a las compañías comerciales.

Y sí se ha metido en política porque uno que da dinero a la política quiere también divertirse con el espectáculo de la política. Quiere disfrutar del mobiliario que ha comprado para decorar el mundo que él con su mente ha creado.

Del otro, creo yo, del mundo de sus empresas, también se está ocupando.

Cuando sus empresas caigan, igual que las otras empresas de los otros  empresarios, aunque tal vez de forma más ralentizada, cuando los hombres y mujeres se queden en paro, entonces será el momento que llegará el momento que ya he anticipado líneas arriba: el momento en que los hombres Hans y las mujeres Gretel se encontraran en el bosque, llenos de brujas malvadas, de manadas de lobos y de osos asesinos. Será el momento en que los hombres se harán partisanos de cualquier ideología, o se harán salvajes, o ambos.

Hablamos de vivir más de cien años.

Hablamos de la necesidad de que la mujer se incorpore al trabajo por falta de mano de obra, cuando cada vez más es una rareza encontrar a una Carlota Gautier que renuncie a la independencia económica por la vocación familiar.

Hablamos de dejar de beber Coca-Cola y seguimos cantando la canción que usó como anuncio en el 1971.

Se acerca el follón y unos andamos ocupados con la inversión del binomio, otros crean mundos con su mente, fantasía-fantasmagorías-realidades virtuales capean a sus aires.

No creemos en Dios y nuestro lenguaje es cada vez más cristiano y nuestra cosmología divina se acerca cada vez más a la asiática.

Sé que ustedes no entienden nada. Ustedes han entrado en este blog, al que ni siquiera sé cómo han llegado, muy posiblemente a través de buscadores automáticos, porque este artículo se titula "Elon Musk". Puedo imaginarme la decepción cuando ustedes descubran que no digo sobre esa persona que tanto les interesa nada que no se sepa ya, porque otras son mis preocupaciones. Al menos el modo en que expongo mis preocupaciones - yo, hija de mi tiempo - he de esforzarme por ser individual y por individual acepto mi soledad. En realidad escribo justamente para que ustedes no me lean. Una cosa es publicar en internet. Otra ser leída. Otra ser comprendida. Yo escribo a la velocidad del pensamiento y corrijo después porque la velocidad del pensamiento no siempre es acompasada y mucho menos ordenada. Ningún interés en que me lean y menos aún en que me comprendan, máxime cuando yo misma me asusto de mis conclusiones. No me gustan. Preferiría no llegar a ellas. A qué ocultarlo. Pero cuando corrijo, las conclusiones se presentan aún más nítidas, más claras, más terroríficas.

El follón se está acercando a pasos agigantados. Y estemos en el binomio que estemos, y por más que los hijos de cada tiempo estén en su absoluto, es cierto que los hijos de occidente están amenazados. Suena terrible. Suena a discurso de extrema derecha, yo que no soporto a la extrema derecha, ni a la extrema izquierda, ni a los partisanos del bosque, yo que solamente quería mi paz y mi tranquilidad. Suena a lo que suena y no me recozco. Yo no me reconozco.

Se dice que los asiáticos desconocen el significado del “yo”, porque simplemente carecen de él.

Y a mí, esto que algunos ven tan maravilloso me impide dormir.

¿No existe el “yo” pero existe el “nosotros” que es una suma de “yos”?

Es entonces cuando la voz del vampiro ruge furiosa.

-          “¡Bruja insensata! ¿Todavía no has comprendido? ¿Todavía sigues sin comprender?

Lo importante no es el “yo”- grita – “. Lo importante no es el “nosotros” -sentencia-

“Lo importante no es el“tú”, “mucho menos el “tú” de Levinás – ríe con fuego en los ojos-  ni siquiera el “vosotros” colectivo que tanto te molesta es importante.

“Lo importante – vocifera triunfante - ¡es el “Él” y es el “Ellos!!”

Y hoy, finalmente, comprendo lo que ayer quería decir el vampiro y lo que esta noche me ha impedido conciliar el sueño.

Musk, hijo de su tiempo, no es "Él".


La bruja ciega

 

 

Monday, November 18, 2024

Acerca de una palabra sagrada, profanada y manchada

 

Lo único que en estos momentos deseo hacer es dormir, dar paseos en la naturaleza y que el mundanal ruido me deje en paz. En la paz de la individual soledad, me refiero. O sea, de la mía. El retiro es el único lugar en el que el espíritu se restablece de las heridas sufridas al tiempo que genera nuevas fuerzas para el viaje que se aproxima y que resultará, de seguro, más complicado. Debe ser la edad. Otra explicación no encuentro, la verdad.  La dificultad que la edad representa ha de ser subsanada con la estabilidad de la energía y la lucidez del espíritu. Pero el espíritu acaba de despertar y aún se halla en esos primeros instantes del despabilamiento en los que mientras una parte de él ha aterrizado en la dimensión de lo real, la otra se encuentra todavía inmersa en el reino de Orfeo y no siente ningún interés por regresar. Con la energía, por su parte, sucede que por más que ya no sufra de cortocircuitos, ha de controlar sus fuerzas, de manera que todo transcurra con la lentitud que asegura la conciencia de estar aquí y ahora. Es la edad la que me sitúa delante de la puerta que abre el camino hacia la vejez. De allí a la eternidad, pienso. Es un pensamiento que a Jorge el tranquilo le acongoja y que, a mí, de carácter mosquetero, me lanza, en cambio, a aceptar el desafío de llegar a mi final como mujer sabia y no como necia. Habiendo cumplido no mi deber ni mi destino, sino habiendo conseguido mi desarrollo como ser humano pleno en libertad y plena conciencia. Haber creído en lo que se ha hecho, sabiendo por qué se hacía lo que se hacía y por qué no se ha hecho aquello que se ha dejado sin hacer resulta de fundamental importancia a la hora de rendir cuentas al Absoluto trascendental. No para el Absoluto trascendental, entendámonos, sino para los que estamos en el patíbulo y hemos de responder lo que se nos pregunta. Con esto no pretendo decir que los sucesos del exterior me resulten indiferentes. Es sencillamente, que me siento incapaz de enfrentarme al caos en el que ha decidido sumirse el mundanal ruido a fin de tener una excusa para recibir alborozado la dictadura, da igual qué tipo de dictadura,  que le llegará si sigue empeñado en mantenerse en ese estado de profunda, profunda para no decir metafísica, en el que gira y gira y gira desde hace un par de décadas creando espirales, primero, y tornados, después y saltando de tornado en tornado porque en una realidad cuántica, postmoderna, nominalista y sin Dios, sólo existen puntos. Puntos y no líneas. A lo sumo túneles. ¡Túneles que conectan diferentes dimensiones y diferentes universos son las únicas construcciones que hoy en día se permiten! Pero aceptémoslo: un túnel no es una línea. Un túnel es una apertura que conecta dos puntos de modo que el interesado no haya de saltar de un punto a otro punto. Pero el túnel, a diferencia de una línea, no es una sucesión de dos puntos, simplemente los comunica; los pone en contacto, para utilizar un lenguaje actual. El túnel “presenta” a dos puntos, los relaciona, para acto seguido continuar siendo cada uno de esos puntos eso que previamente cada uno de ellos era: un universo distinto al otro, una dimensión diferente de la otra; en suma: un punto separado del otro.

El túnel presenta, conecta, comunica, relaciona puntos, pero no es una continuación, no es una sucesión de puntos. Lo mismo sucede con los puentes. “Tender un puente” significa introducir la posibilidad de saludar, de dar la mano a aquel con el que todo nos separa. Puede incluso facilitar el comercio, generar negocios e incluso puede abrir el intercambio de impresiones más o menos sinceras de mundos y gentes que viven en sitios diferentes compartiendo la misma frontera que es, también, la que mantiene su separación. Lo que nunca podrá ser un puente es una línea, caracterizada porque su propia existencia, aquello que la define es la de ser una continuación de puntos, una perpetuación de esos puntos determinados por un sentido de movimiento en una dirección, por más que arriba y abajo sea el mismo camino y que el sentido de esa dirección guste de cambiar. Una línea que no se mueve es una línea muerta. Del mismo modo, una línea sin un sentido en su movimiento es una línea confusa. Lo sabemos todos. Y pese a ello: Incluso la línea muerta y la línea confusa siguen manteniendo su unidad.

En cambio, un mundo de puntos que giran sobre sí mismos, que crean espirales que se precipitan en la Nada cuando se dirigen hacia abajo, y tornados cuando deciden cambiar de dirección carece de dirección, de sentido, de unidad. Eso es lo único que hoy en día encontramos en el exterior. ¿Para qué pues preocuparnos por él?

Pero Jorge, el tranquilo Jorge que tranquilamente se enfadó conmigo después de que yo escribiera mi carta abierta - y de que tal acto provocara en su amada Paula Tierra algo que se acercó peligrosamente a eso que ella gusta denominar como infarto, - ha vuelto a llamarme tranquilamente para tranquilamente recordarme que si Paula Tierra ha recuperado la salud, yo debo recuperar la cordura y escribir sobre un mundo loco que se precipita, tanto si es contemplado hacia arriba como si se mira desde abajo, a su destrucción.

Estoy cansada – le explico. - Quiero dormir con la confianza del oso que hiberna: la de despertar en primavera. Compréndeme Jorge: Durante años he arrastrado una colección de insultos conmigo,- no como trauma, lo reconozco, sino como algo consustancial a mi propia existencia. En los últimos tiempos los insultos que me he escuchado han sido los de moda. O sea: los archiconocidos. O sea, los carentes de imaginación. Esos que todos se escuchan. Un aburrimiento, a qué negarlo. Mis nuevos atributos eran esos de “negativa”, “tóxica”, “narcisista”, “sociópata” e incluso "psicópata”. Esto último lo suscribo. Después de haber estado cerca de seis meses acribillando a cuantas motas, moscas y mosquitos se han colado en mi cocina no me queda más remedio que aceptar que soy una asesina en serie. Estoy cansada, Jorge. Ser consciente de la estupidez que tales calificativos entrañan ha impedido que los desagradables epítetos acerca de mi persona hicieran mella en mi espíritu. No obstante, llegada a mi edad deseo retirarme en paz a mis aposentos y pensar en las avutardas.

“Isabel” – dice tranquilamente el tranquilo Jorge –Voy a obviar enumerarte la cantidad de insultos que cada día recibo yo para darte el placer de poder seguir recreándote en los tuyos. Pero cesa, por favor, la búsqueda de justificaciones que te libren de tus promesas. A estas alturas de nuestras vidas, vulgaridades las mínimas, te lo suplico.  ¿Qué relación existe entre los insultos que aseguras haber recibido, la necesidad de retirarte y tu decisión de no escribir? No la veo por ningún lado. ¿Hablas de poner en cuenta los asuntos mundanos a fin de dar cuenta al Absoluto Trascendente y pretendes hacerme creer que llegado el momento funcionará ese tu alegato de que dejaste de escribir por el cansancio que te habían provocado los insultos acerca de tu persona? Algo así no sería aceptado por ningún tribunal. Mucho menos uno especializado en eso de “Lázaro, levántate y anda.” Mucho menos en tu caso, Isabel. Escribe. Los periódicos me aburren. Por cierto, ¿cuándo crees que regresará la paz a tu cocina? – pregunta Jorge antes de colgar tranquilamente el teléfono.

La paz, ¿Qué paz?, me pregunto a mí misma mientras me sirvo un café.

La paz…

En mi opinión hay tres tipos de paz.

-          La paz conseguida una vez que el enemigo ha sido exterminado. Esta es la guerra que yo estoy librando con las motas, moscas, mosquitas blancas de la fruta, mosquitos e incluso avispas que este año han invadido mi cocina, aprovechando que yo me encontraba ausente, peleando en el Reino Intermedio.

Una variante dentro de este tipo es cuando la exterminación no significa aniquilación física del enemigo sino Paz instaurada por Abandono del contrincante. Yo, por ejemplo,  no perseguiré a mis motas si abandonan mi cocina. Lo único que me molesta es tener que compartir el espacio de mi cocina y la comida de mi cocina con ellas. Si se van no correré tras ellas.

 

-          La paz por un acuerdo entre los enemigos en el que ambos se declaran su conformidad para compartir el hábitat en el que viven.

Este tipo de paz admite tres variantes.

a)       La que se basa en la tolerancia y la igualdad. Es promovido por los valores de la comprensión y aceptación del otro. Este modelo, por ejemplo, es el que promueven las democracias occidentales modernas. Al menos eso se pretende.

 

b)      La paz que se establece a partir del acuerdo de los compartimentos separados con áreas comunes. Cada uno dispone de su lugar propio, aunque existen lugares que deben ser compartidos. Un ejemplo de esto podría ser Singapur.

 

 

c)       La paz que logra una igualdad jerárquica. Todos son iguales excepto los jefes que, situados en la cúspide, cuidan mantener la paz en sus decisiones para transmitirla al pueblo horizontal. Esta paz puede ser humana o, quizás en un futuro, promovida por la Inteligencia Artificial.

 

-          La paz por sometimiento. Uno de los contrincantes se rinde y el vencedor impone sus condiciones. Ambos viven en el mismo sitio, pero los vencedores disfrutan de más derechos y privilegios que los derrotados.

 

Estos son las clases de paz. La paz del primer tipo impide la convivencia común de los adversarios. La paz del tercer tipo imposibilita el trabajo en grupo, esto es: la construcción conjunta. Únicamente el segundo tipo admite una paz en la que las dos partes enfrentadas pueden volver a vivir con paz y no sólo en paz.

La batalla que libro en mi cocina contra las motas y otros especímenes de insectos está llegando a su fin. Además de las armas convencionales, me he aliado con un par de arañas y he instalado una escalera en la cocina a la cual me encaramo en el mismo instante en que avisto un intruso. Las ventanas también están protegidas, especialmente después del último ataque a la desesperada de las avispas. - Suele decirse, - comentó una vez Jorge el tranquilo, - que las avispas son castigos enviados por Dios. - Pues en este caso – le contesté sonriendo - o Dios está muy débil o el remitente no es Él sino el diablo, porque entrar, han entrado, pero tan débiles que todas ellas han muerto a los pocos minutos. - ¿Magia negra? – preguntó el tranquilo Jorge tranquilamente jocoso. – Sí – afirmé sin dudar – La magia negra consistente en que en cuanto uno abandona un lugar, otros corren a invadirlo. En aquel momento yo me encontraba luchando en el Reino Intermedio. Mantener dos guerras en dos sitios diferentes al mismo tiempo es tarea casi imposible. Tuve que abandonar mi cocina para concentrarme en la guerra contra el Reino Intermedio. Uno debe pensar muy seriamente si se lanza a la lucha, o abandona. Igualmente debe decidir con toda la frialdad de mente y templanza del corazón de la que disponga dónde lucha y dónde abandona. Esta: la decisión del abandono requiere una gran sabiduría, una enorme sabiduría, mayor incluso que las causas de la lucha requiere.

En mi opinión yo sólo aconsejaría abandonar, no cuando la vida del que batalla estuviera en peligro, sino cuando la cosa a obtener no mereciera la pena. Y eso porque el abandono que, a corto plazo, puede parecer la devolución y el mantenimiento de la paz, se convierte a largo plazo en una sentencia a muerte. Abandonar el Oasis en el desierto para no tener que pelear no es mantener la paz, es elegir la muerte. Abandonar un país para ir a vivir a otro para no tener que involucrarse en una guerra, no es elegir la paz; es elegir el destierro y aceptar la obligación de luchar por hacerse un sitio en el nuevo sitio al que se ha llegado. Sólo cuando la decisión se basa entre: la muerte aquí o la muerte allá empieza a tener sentido el abandonar el lugar de la batalla, porque al fin y al cabo uno debe poder ser libre de decidir dónde y cómo muere. Sólo cuando uno vislumbra que el “aquí” ha perdido su esencia de ser, su sentido de ser y que, por tanto, se trataría de una lucha basada en el orgullo vano y necio y que incluso en el supuesto caso de conseguir la victoria se trataría de una victoria pírrica, más que de una victoria real mientras que el abandono nos abre las puertas de la libertad, del poder ser en libertad, de ser según nuestras normas, adquiere ese abandono sentido en toda su esencia. Luchar por una manzana podrida no tiene sentido. Así que un hombre sabio abandona. Luchar por una zanahoria putrefacta no tiene sentido. Así que un hombre sabio abandona. Luchar por conservar los valores morales donde no hay más que miseria, decadencia y esclavitud no tiene sentido. Así que un hombre sabio abandona. Sólo de este modo puede el hombre sabio y cabal detenerse a contemplar lo abandonado con la satisfacción de haber hecho lo correcto, agradeciendo a Dios la sabiduría y la prudencia con la que le ha investido. Sólo así puede vivir en paz con la paz; sin resentimientos ni odio que le hagan maldecirse cada día de su vida.

Ustedes ya conocen el espíritu mosquetero que me caracteriza. Por eso comprenderán también que me riera a pleno pulmón cuando en el Parlamento Europeo oí gritar a voces: - “¡Paz! ¡Paz! ¡Paz!”. Mi carcajada volvió a resonar cuando finalmente alguien se levantó y preguntó a lo desesperado y con expresión desencajada: “¿Paz? ¿Cómo la paz?” Después de eso volvió a tomar asiento con gesto angustiado. La hilaridad casi ahogó mi respiración al escuchar a la aludida contestar en el tono resuelto que normalmente emplea aquél que tiene la certeza, y ella la tenía, de haber llegado a la solución absolutamente correcta, solución que, lógicamente, sólo el Parsifal de turno podía encontrar por poseer la visión política y las facultades cognitivas de las que los otros carecen. Por eso, ella, la resoluta ella contestó con voz firme y resoluta resolución - “¿Cómo? ¡Pues firmando la paz!. Si eso es lo que se da en llamar pacifismo...

No obstante, a qué negarlo: la diputada del Parlamento lleva razón. Si queremos ser honestos, y lo queremos, hemos de admitir que lo que falla en esta historia no es la respuesta. Es la pregunta. 

El “cómo”, cuando se disponen de recursos materiales, no es la cuestión a dirimir. La cuestión es el “Qué”. Cuando se disponen de instrumentos suficientes, el cómo raramente supone un problema. El "qué" es la incógnita a resolver.

Las guerras que en este momento asolan el planeta tienen difícil solución porque la clase de paz a la que cada uno de esos contrincantes aspira se enclava o en el primer tipo o en el tercer tipo de las clases de paz que hemos enumerado arriba; pero no en el segundo. Ninguna de las guerras que actualmente se libran contienen la posibilidad del abandono porque abandonar implicaría el inicio de nuevas luchas por territorios que ya están ocupados y cuyos habitantes, además, están armados hasta los dientes. Por otra parte, la paz a base de aceptar la sumisión de uno con respecto al otro, significaría lo mismo que firmar el consentimiento de esclavitud. Y admitámoslo: todos los contrincantes que están matándose en esas batallas campales conocen lo que la esclavitud significa; por eso ninguno de ellos está dispuesto a regresar al estado de miseria del que han salido o, al menos, creen haber salido.

La paz la quieren todos.

El cómo se llega a la paz, admitámoslo, comprendámoslo, aceptémoslo, no es la pregunta esencial.

Lo que está por definir es Qué paz.

La última expresión-fórmula que he escuchado en estos días ha sido: “La paz por la fuerza”

¿Y aun pretende Jorge que ante frasecitas así, sacadas-extraídas-creadas por mentes-brillantemente-necias yo me avenga a seguir en el mundanal ruido en vez de retirarme a mis aposentos que son el único lugar en el que, hasta el día de hoy, se respira un poco de paz con paz en paz?

La bruja ciega

Tuesday, November 12, 2024

Newton

 

La pregunta a la que me estaba enfrentando hasta hace unos minutos era por dónde empezaba este nuevo artículo: si por el tema de la paz o por el tema de la mujer. Ha sido entonces cuando ha sonado mi teléfono y, a pesar de estar convencida de que sería Jorge el tranquilo el que tranquilamente interrumpiera la diatriba en la que me hallaba sumida, noto que es Carlos el que timbra mi teléfono y la voz de Carlos la que también responde a mi consabido “¿diga?”. Un saludo obsoleto, lo reconozco; teniendo en cuenta, además, que sabía de antemano quién me iba a responder pueden ustedes denominarlo inadecuado. Pero ¿qué quieren? Cuando somos pequeños aprendemos modos de ser y modales; con la edad éstos se transforman en costumbres que llegados a la vejez se nos convierten en manías. A mí me parece que cada niño ha de hacer un gran esfuerzo para adquirir eso que en alemán se llama “Sitte” y que viene a ser el término con el que se denomina la interiorización de los valores sociales que una sociedad comparte.  El esmero que han de poner los padres en que su hijo aprenda tales modos y modales se recoge en la frase “was Hänschen nicht lernt, lernt Hans nimmer”, o lo que es lo mismo: “lo que Jaimito no aprende, no lo aprende Jaime jamás.”. ¿Pueden hacerse ustedes una idea de la cantidad de Jaimitos que los maestros y profesores acogen cada día en sus aulas? ¿Pueden ustedes imaginarse la liberación que representó el hecho de que alguien decidiera que los modos y modales eran cuestiones privadas y que en el colegio los jaimitos tenían que aprobar fácilmente para que el estudiar no les causara traumas?

Y hete aquí que los jaimitos conservan sus jaimitadas durante la madurez y siguen portándolas de viejos. Y a eso se le llama “espíritu joven” y “desperté de ser niño, nunca despiertes” y poesías varias.  El jaimito responsable en cambio, se esfuerza por aprender y llegar a ser Jaime provisto de un gran saco de conocimientos, de modos y de modales que utiliza en la práctica diaria de su existencia sin casi notarlo porque aquellos valores – modos y modales -que hubo de aprender se han convertido en sus costumbres y llegado a viejo nota con asombro el asombro de los demás cuando exige que sus costumbres sigan siendo sus costumbres y oponiéndose vehemente a las nuevas costumbres que los demás quieren introducir e imponer en lo que él considera su vida cotidiana. El viejo Jaime defiende de viejo sus manías que son las costumbres de su madurez que con tanta disciplina hubo de aprender en la niñez. Por este motivo le llaman “maniático”. Por este motivo se enfada el viejo Jaime. Suerte tendrás viejo Jaime, le susurra la estrella de la vieja bruja, si en los tiempos que corres te libras de que se afirme que padeces de Alzheimer. – “Dime vieja bruja” - pregunta el viejo Jaime consternado por esta nueva situación - ¿qué me aconsejas hacer?”. – “Cierra tus puertas y ventanas y vete a caminar sin sentarte en ningún banco. Saluda a todos con una gentil sonrisa sin a nadie permitir entrar en tu vida y rechaza la ayuda que amablemente te sea ofrecida, porque cada ayuda viene con una obligación.” Eso hace el viejo Jaime y hete aquí que durante sus paseos encuentra extraños personajes vestidas de extrañas formas que hablan de extraña manera y se mueven de una manera aún más extraña. El viejo Jaime no teme a esas extrañas figuras, pero siguiendo el consejo de la estrella de la bruja ciega regresa sin detenerse a su casa. Nadie molesta a nadie. Toma tranquilamente un té humeante y disfruta de su día tal y como lo ha disfrutado a lo largo de los últimos ochenta años. Hasta que un buen día, alguien llama a su puerta pidiéndole consejo. No a él, pero si al pasado que él representa. El viejo Jaime, siguiendo el consejo de la estrella de la bruja ciega impide el paso a su casa, pero acepta hablar en la entrada y acepta la invitación de su vecino el joven, cuando llega después de tres o cuatro encuentros. Nada que ver con el jaimito que siguió siendo jaimito de joven, contento de seguir siendo niño y cumplidos los ochenta años perpetúa sus jaimitadas. Como no ha aprendido lo que el viejo Jaime aprendió, pretende poder aprender en su vejez nuevos modos y modales. Se junta con los jóvenes, aprende sus gestos y su forma de hablar. Acude a sus fiestas, a sus reuniones, a sus conversaciones, se introduce en las redes mediales… Haga lo que haga, Jaimito seguirá siendo Jaimito. Le faltará el tiempo para interiorizar las nuevas enseñanzas y convertirlas en costumbres. Con o sin Alzheimer jaimito nunca será el viejo que sirva de plataforma a las generaciones que le siguen. Jaimito se autoinvitará, se presentará como por casualidad y como por casualidad se unirá a una reunión a la que no ha sido invitado. Puede pasar que si Jaimito proporciona una cierta diversión a la velada su presencia sea tolerada por los tolerantes intergeneracionales; a mucho más no llegará. Si esto le pasa a Jaimito el gracioso, a Jaimita, la servicial Jaimita, le sucederá que, o acude acompañada de un gran cargamento de chismes y un buen pastel, o habrá de aceptar la indiferencia ajena, cuando no el olvido. El que de joven no ha interiorizado las enseñanzas de su época, como son las costumbres que corresponden a ese tiempo, las que por edad ha de asumir por obligación todavía menos. Dudo mucho, pues, que Jaimita la servicial se dé por vencida y procurará aquí y allá chismes que ofrecer. “La Celestina” podría ser un ejemplo de lo que digo.

La disciplina, la autodisciplina, es sumamente importante. En cambio, hoy ha aparecido un fenómeno desconcertante. Nada de autodisciplina y nada de enseñar a los infantes a disciplinarse. En vez de eso se practica el juego de tirarse las patatas de la culpa de un tejado a otro tejado. Incluso cuando “las patatas de la culpa” caen en el tejado de alguien que no desea participar en ese juego y que se ha quedado en su sitio, tranquilamente en su sitio, como el viejo Jaime, llaman a su puerta y le increpan que es culpable por tener un tejado en el que ha podido caer la patata. Si no tuviera un tejado, no podría haber caído allí la patata. Pero puesto que había un tejado que ha obstaculizado la libre trayectoria de la patata de la culpa y que ese tejado coartador de la libertad de la patata de la culpa es su tejado, es el viejo Jaime el que ha de resolver qué hacer con la patata de la culpa.

¿Y qué hace el viejo Jaime? ¿Lanzarla a otro tejado? Eso lo haría Jaimito. El viejo Jaime coge la patata, le echa un poco de sal, un poco de mantequilla y se la come. Después de eso se va a su cama a hacer la digestión mientras duerme. Sueño reparador, se le llama a eso. Y se levanta siendo el “gigante egoísta”, al modo del cuento de Oscar Wilde: por aguafiestas, porque por “su culpa” se han quedado sin “patata” y ahora ya no pueden jugar.

Y Jaimito, que conoce al viejo Jaime desde que eran jóvenes, es el que encabeza la manifestación contra el viejo Jaime.

¿Qué tiene que ver esto con la paz, con la mujer o con Carlos que sigue aguardando pacientemente a que le coja el teléfono? Nada. ¿Alguna moraleja? Ninguna, excepto quizás aquel exabrupto de “Hay cosas que claman al cielo.”

-          Isabel – me interrumpe la voz de Carlos al otro lado de la línea telefónica - ¿Quieres explicarme qué tienes en contra de Newton?

-          - ¿Yo? – pregunto sorprendida.

-          Sí. Tú. ¿Pretendes borrar su fama de antipático desagradable que acompaña a Newton convirtiéndole en un resentido? Menudo cambio. Escribe la respuesta en algún artículo. Ya lo leeré.

Y como suele ser habitual en él, cuelga sin más dilación. Aunque no lo quiera reconocer, las costumbres de Carlos también se están transformando en manías. Carlos llama por teléfono, aunque ese teléfono sea un móvil, del mismo modo que yo contesto con un innecesario “¿diga?”.  Si Carlos fuera con los tiempos no llamaría. Escribiría. No obstante, he de responder a su pregunta sin tener una solución. ¿Fue Newton un resentido por ignorar y despreciar a los mismos presuntuosos que con bastante seguridad le habían tratado mal durante sus primeros años? No. Newton no fue ningún resentido.

Aunque en tiempos nominalistas a la Justicia se le pueda denominar “Resentimiento” son dos conceptos distintos. El del “Resentimiento” descansa en el terreno de lo emocional, mientras que el de la “Justicia” pertenece a la esfera del intelecto.

Newton no fue un resentido jamás. Actuar llevado de bajas emociones, - y el resentimiento es una de ellas, - hubiera sido considerado por el genial Newton una vulgaridad propia de almas necias. Si Newton-Hänschen no había consentido en serlo, Newton-Hans mucho menos.

La actitud de Newton respecto a sus antiguos compañeros y a sus congéneres fue la actitud de un hombre justo.  

Newton el adulto había aprendido siendo Hänschen que cada niño se junta única y exclusivamente con los de su clase y sólo se aviene a tratar con otros cuando estos otros le pueden proporcionar alguna utilidad; la de sirviente, por ejemplo. Aquella lección acerca de modos y modales se convirtió en costumbre y por tanto, Newton el maduro actuó en consecuencia.

Newton se limitó simplemente a aplicar la enseñanza adquirida en su niñez acerca de los modos y modales en lo que al plano de la Justicia social se refiere.  En tanto que perteneciente al nivel de lo cerebral, la Justicia se caracteriza por su facultad para estabilizar la esfera del equilibrio, de la balanza y de la armonía. Imaginen lo que ello representa para un hombre como Newton ocupado en estudiar el orden del Universo.

Newton llevó a la práctica de adulto lo que como niño había interiorizado: juntarse con sus iguales. ¿Quiénes eran sus iguales? ¿Los lores, y sires de este mundo? Desde luego que no. Los “pares inter pares” de Newton, los únicos con los que Newton podía consentir relacionarse al nivel de “semejantes” eran aquellos que le igualaban en inteligencia – lo que habremos de convenir que era sumo improbable- o, que de alguna manera le podían ser de utilidad – igual que él había sido de utilidad a aquellos petimetres.

El gran Newton era grande incluso en su sentido de la Justicia a nivel político-social. Por ese sentido de la justicia se decidió a ser diputado en el Parlamento representando al distrito electivo de la Universidad de Cambridge. Por ese sentido de la Justicia le nombraron “Sir”. Por ese sentido de la Justicia algunos petimetres creyeron que de esta forma le abrían la puerta a la posibilidad de relacionarse con ellos de igual a igual. Pero, comprendan ustedes a Newton. Él había aprendido como Hänschen que tener una relación no es ni por asomo lo mismo que tener una relación de “igual a igual”. Una relación distante es la amabilidad que el hombre justo concede a aquellos congéneres con los que no puede mantener de ningún modo una relación de igual a igual. Su sentido de la Justicia se lo impide.

Una de sus frases célebres, cuando perdió dinero se basó precisamente en este sentido de la Justicia: “Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la estupidez humana”. Con ello Newton el viejo confesaba que su costumbre de seguir la Justicia se había convertido en lo que todas nuestras costumbres devienen cuando somos viejos: en una manía. Era la manía de la Justicia la que le había impedido introducir la variable de la estupidez humana en sus cálculos. Newton fue justamente crítico incluso consigo mismo.

En nuestros tiempos, ésos que todavía corresponden a la inversión de la inversión, porque todavia no hemos llegado ni siquieranos hemos introducido en los de la inversiónde la inversiónde la inversión, le ha caído al viejo Newton- Jaime “la patata de la culpa” en su tejado y por eso, en vez de ser nombrado “Sir Newton, el justo”, ha pasado a ser “el gigante egoísta”.

¿Alguien comprende esa nueva moda consistente en “levantar el velo”, en descubrir el alma oscura que aparentemente poseen todos los grandes hombres por ser grandes y no por ser hombres, que sería – caso de ser verdad la tenencia de esa alma oscura – lo lógico? ¿Alguien entiende estas nuevas biografías que destrozan a los hombres justos, a los hombres buenos única y exclusivamente porque han sido excelsos, realmente excelsos?

A tanto no llegaron los congéneres de Newton. Ni siquiera los petimetres de su infancia.

El nuevo Primer Axioma- la Inteligencia Artificial – dispone de una nueva espada que no es la Excalibur que un día fueron la Religión, la Filosofía y el Arte, sino una simple daga Laevateinn, como lo han sido la política y la economía. La daga Laevateinn en su nueva variante es la Psicología que, en consonancia con los tiempos nominalistas en los que ahora nos encontramos da en llamarse: Neuropsicología. Pregunta: ¿desde cuándo son los psicólogos médicos neurólogos? Pregunta: ¿con o sin competencias para operar? Pueden imaginarse ustedes cómo me sentí al enterarme que se ha desarrollado un Neuromarketing (ya inventado por Helena Blavatsky y el resto de los teósofos) que alcanza, claro, la venta de la política y de las ideas y que se están publicando libros que afirman que gracias a la neurobiología de los psicólogos puede detectarse el peligro que algunos corren de caer en pensamientos totalitarios, terroristas y similares e incluso curar este error de la mente,  subsanar este defecto de la mente. Puestos en puestos, prefiero el “neuromarketing”, lo confieso.

Así, y por ser daga Laevateinn la psicología-neural determina los “verdaderas rostros” de los grandes hombres, donde “el verdadero rostro” -como no podía ser de otra manera- se convierte en sinónimo de “la verdadera alma”. ¿Pero qué se puede hacer cuando al psicólogo-neurólogo de turno no le gusta el rostro que tiene frente a él? ¿Podrá encontrar ese psicólogo-neurólogo en el cerebro de ese rostro que no le gusta el “lugar” que se deba cambiar para que el rostro que tiene frente a él que no le gusta, le guste?

La neurología unida a la medicina es una materia complicada. Unida a la Psicología la neurología es un arma sumamente peligrosa poque la daga Laevateinn está indefectiblemente unida a Loki, el dios nórdico de la mentira y del engaño. O lo que es lo mismo: la Psicología está inevitablemente unida a la ideología,  al Poder y, por tanto, susceptible de ser utilizada como instrumento racional de control y de uniformización de la sociedad. No me importaría gran cosa si se nos pusiera a los primates a un lado, y a los Newton de este mundo en otro. Pero la visión de primates y Newtons a un lado y los pillos de este mundo al otro, me produce grandes dolores de estómago – a los cuales no estoy en absoluto acostumbrada.

¿Comprenden ahora por qué es tan importante la inversión de la inversión de la inversión?

¿Por qué no hablo de la paz ni de la mujer?

Porque son temas demasiado inquietantes y no tengo ganas, realmente no las tengo, de introducirme en las habitaciones del horror. Exige demasiada energía y yo acabo de volver de un largo viaje y, si no me equivoco, he de prepararme para el siguiente.

Quizás mañana.

La estrella de la Bruja Ciega.