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Thursday, March 31, 2016

Familias y clanes. Magas y brujas.

“¿Qué diferencia existe entre familias y clanes?” Me pregunta Jorge al otro lado del teléfono. “Acabo de leer tu artículo sobre “The Originals” y tienes razón: la realidad supera a la ficción incluso en lo que al número de cadáveres se refiere. Pero no entiendo ni la diferencia entre clanes y familias ni la diferencia entre brujas y magas.”

Podía haber imaginado que sólo alguien como Jorge se fijaría en ese pequeño detalle y que eso lograría despertar su curiosidad hasta el punto de llevarle a hacer lo que en meses no ha hecho: llamarme.

“Jorge querido con perdón de Paula”, le digo. “La serie se equivoca al hablar de familias y no de clanes porque las familias son democráticas, incluso anárquicas y están unidas por el amor. Los clanes, en cambio, son jerárquicos, despóticos, regidos por la ley del más fuerte y por el Poder. No es el amor quien une a los clanes sino el simple y puro interés. El interés de supervivencia, de defensa y de conquista.”

“Ya, ya”, contesta Jorge impaciente, “pero ¿qué pasa con las brujas?”

“Ah, las brujas.... “  Y no puedo evitar reírme al pensar cuántas tonterías se dicen sobre ellas. "Una vez escribí un artículo sumamente serio al respecto. Tan serio y profundo que la profesora me suspendió, aunque justo es decir que la nota la recibió Verónica, la hija de Carlota. Pero desconocía que las brujas se hubieran puesto tan de moda. Ya sabes que las películas no son mi fuerte.”

“Al grano, Isabel” dice tranquilamente Jorge el tranquilo. “No es el que el tema me interese demasiado pero me gustaría saber qué extraños pensamientos circulan esta vez por tu mente.”

"Ninguno que no sea tan cierto como desconocido". Le digo. "Explicarlo es complicado y entenderlo quizás más. Pero en fin, lo intentaré. Submundos y sobremundos son en realidad uno y lo mismo. Eso no significa que Todo esté en el Uno y el Uno en el Todo. Significa, lisa y llanamente, que todos nos movemos bajo las siete esferas ¿o eran cinco? En fin, poco importa ahora. La verdad, Jorge, es que unos y otros, todos nadamos en la misma sopa aunque no de la misma manera: unos tienen un estilo y otros, otro; unos compiten juntos y otros, en solitario. Algunos nadan sin descanso, otros flotan, algunos conversan, otros establecen competiciones e incluso siempre hay alguno que termina ahogándose. Así que submundo y supramundo termina siendo globalmente universal, ¡qué le vamos a hacer! Determinados seres nacen con las facultades mentales y corporales especialmente desarrolladas. Tan desarrolladas que en algunos lugares se les ha otorgado el título de “semi-dioses”, lo que viene a signficar: híbridos de hombres y dioses. Otros, sencillamente, estudian con ahínco las ciencias más variadas y se convierten en eruditos. Y otros son una mezcla de semidioses y erudición y terminan jugando al “me ves, no me ves”. Podríamos, pues, hablar de cuatro grupos. Los semidioses, los magos, los brujos y los duendes. Los semidioses están más cerca de las fuerzas celestes y los duendes más cerca de las fuerzas telúricas. En cuanto a los magos y a los brujos, o estudian día y noche o tienen sus días contados. Ambos colectivos son de naturaleza humana y mortal pero aún siendo de la misma especie sus intereses son distintos. Los magos son buenos, amables, poderosos y protectores. Ellos pueden invocar a las mejores y más potentes fuerzas del universo y restablecer el equilibrio. Los brujos, en cambio, son malvados, crueles, envidiosos, vengativos y rencorosos. Su soledad es negra, atormentada y tormentosa.”

“¿Qué tiene que ver esto con las brujas?”, me interrumpe Jorge que es tranquilo y que tranquilamente quiere ver “el punto” de la cuestión.

“Bien. En el caso de las magas y de las brujas la diferencia debería ser la misma pero no lo es y lamentablemente pocos son los que lo saben. La fuerza social de las magas es infinitamente mayor que la de las brujas. Las magas ocupan puestos de gran relevancia y son admiradas por la comunidad. Son tan envidiosas como envidiadas y ello les lleva a luchar por puestos clave que les protegen. Sus enemigos son cada vez menos porque no tienen ningún escrúpulo en ir deshaciéndose de ellos, mientras que los más débiles, que no quieren correr la misma suerte, les ríen las gracias y les alaban por su fuerza y decisión. Las magas se reúnen en corporaciones, en círculos, en reuniones. Las magas son socialmente activas e intercambian fórmulas y estrategias. Descubrirlas no es fácil. Vencerlas es prácticamente imposible. Sus técnicas de manipulación, de sugestión, de deformación de la realidad, mejoran día a día. Aquéllos que se quejan de la feminización del mundo, se están quejando sin saberlo del encantamiento del mundo por parte de determinadas féminas. Féminas a las que se llama Damas y que pocas veces, por no decir nunca, tienen que ver con las “it girls".
Las brujas, en cambio, son mujeres solitarias y aisladas. La soledad es su condena tanto como su salvación. La soledad las esconde de sus enemigos, que no son pocos, no creas y las mantiene vivas. Al mismo tiempo les permite aumentar sus conocimientos y su sabiduría basada tradicionalmente en dos ocupaciones principales: traer niños al mundo (comadronas) y fitoterapia o conocimiento de plantas medicinales.Puedes imaginarte qué peligrosa resultan ambas actividades. O las queman si un bebé no ha nacido correctamente, o las queman si una hierba no ha sanado al enfermo o si un determinado brebaje no ha conseguido convertir en amante al amado por el que se suspira, o se las quema porque viven solas, son pobres y viejas, van mal vestidas y no tienen quien las defienda, o simplemente se las quema porque se necesita de alguna víctima propiciatoria. Me refiero a las brujas auténticas, claro, no a esas mujeres que eran acusadas por alguna envidiosa y secundadas por algún ambicioso que quería apropiarse de sus riquezas. Eso, como digo, es otro tema.
Justamente porque las brujas están solas, resulta más fácil convertirlas en la diana de la ira popular. Las brujas, al contrario que las magas, son las antenas sobre las que se descarga toda la energía negativa de la comunidad. He dicho bien: sobre las que se descarga. Pero por unas causas u otras, las comunidades prefieren olvidar que las brujas son antenas receptoras y no emisoras. Prefieren ignorar que las brujas reciben pacientemente la energía negativa y creer que son ellas las que la irradian. De ahí todas las leyendas negras acerca de estas mujeres que vivan donde vivan han de soportar el lado más oscuro de sus congéneres a fin de que estos puedan continuar felizmente su existencia.”

“Es terrible”, suspira Jorge.

“Terrible, sí”, repito. “Terrible porque no pueden hacer gran cosa salvo encerrarse en su soledad. Por otra parte, al ser receptoras de la energía negativa, no despiertan ni piedad ni compasión. Los buenos sentimientos humanos están cerrados para ellas. Terminan sus días convirtiéndose en personas ariscas y cada vez más solitarias, lo cual termina originando una cierta falta de modales, de compostura y una cierta torpeza en su comportamiento social. Cuando hablan son malinterpretadas y cuando intentan defenderse, su defensa se confunde con ataque.”

“¿Y si se unieran las brujas por aquello de que la unión hace la fuerza?”, pregunta Jorge pensativo.

“La unión hace la fuerza, en efecto. La unión de brujas aumenta la capacidad receptora de esa energía negativa. ¿Puedes imaginarte una antena que atrajera la energía negativa, toda la energía negativa, de los alrededores? A más brujas, más antena. A más antena, más recepción. Sería una catástrofe por no decir un suicidio colectivo. Una reunión de brujas es una sentencia de muerte. Para ellas, claro. Por eso dije hace tiempo que un aquelarre de brujas es una contradicción en sí mismo. Un aquelarre de brujas o es una reunión de locas o de desvergonzadas. Ni siquiera puede tratarse de una reunión de magas porque ninguna de ellas se rebajaría a semejantes insensates. Ellas, que no paran de maquinar complots exclamarían avergonzadas: ¡Qué va a pensar la gente!”

“¿Y las hadas?”, pregunta Jorge. Y yo sé que está pensando en Carlota.

“Las hadas, Jorge, son en femenino lo que los duendes en masculino: Seres inmortales que toman su fuerza de la Tierra y que por tanto, están sometidos a sus temblores, a sus explosiones tanto como a su armonía y a su  belleza. El carácter de un hada es impredecible. Ahora está contenta pero un ligero roce puede provocarle el llanto más inconsolable, una pequeña brizna de hierba le causa terribles dolores y una leve brisa puede arrebatarle la risa o impulsarla a volar.”

“Pero Carlota duerme”, dice Jorge.

“Carlota duerme porque las hadas, insensibles a las pasiones humanas, no soportan, sin embargo, el dolor de la Tierra y la Tierra en estos momentos está sufriendo angustiosamente. Carlota duerme porque la barbarie se acerca y la Tierra será utilizada por ella. No me preguntes más. Sólo puedo decirte lo que sé, que no es mucho. Carlota duerme porque el espíritu duerme y la energía sufre cortocircuitos. Todos los tiempos son cambiantes. Las estaciones llegan y se van. El día sucede a la noche. El problema es que ahora se está forzando el cambio sin atender al ritmo. ¿Has escuchado la música? No hay ritmo, no hay belleza. La música, como todo, se fabrica a golpe de ordenador y está en constante producción. Producción en exceso. Tantos sonidos artificiales impiden concentrarse en los naturales. Por eso las hadas y las brujas, las unas por su naturaleza y las otras por su situación, son las que más lo sufren y lo padecen. Las hadas pueden retirarse a dormir pero las brujas permanecen solas, en el bosque. Buscando desesperadas una solución, un remedio, mientras las antorchas se encienden. Las sociedades desean convertirse en comunidades, olvidando la tarea de construir sociedades. Las familias se transforman en clanes. Los hombres no entienden qué les pasa pero en su interior no son felices; están nerviosos, irascibles, estresados y buscan el consuelo en los lugares más variopintos y rocambolescos. 
Sean materiales o espirituales no lo encontrarán porque sus corazones están confusos y no saben lo que quieren. Demasiados sonidos en su cabeza. Demasiadas palabras que no dicen nada. Músicas computerizadas que están lejos de estar unidas con la Naturaleza se llamen como se llamen esas músicas y persigan lo que persigan.Voces humanas que han sido modificadas en los estudios de grabación para darles a base de pretar a botones nuevas tonalidades o convertirlas en más graves o más agudas.”

El tranquilo Jorge suspira tranquilamente. “Es emocionante hablar contigo, Isabel. Pero es agotador. Otro día te llamo. No te enfades si tardo. Te sales de cualquier patrón conocido y más que entender lo que escribes, hay que descifrarlo. Nunca estoy seguro de si hablas en serio o en broma. Tienes que admitir que losartículos de los otros siguen pautas más convencionales.”

“Eso es culpa del trabajo en equipo”, le digo riéndome, “Ahora junto a un organizado Mainstream hay un organizado Antimainstream pero eso...”

“Sí, ya lo sé” me interrumpe Jorge. “Pero  eso es ya otro tema.”

La bruja ciega.





"The Originals

Estas vacaciones, cosas de la casualidad más que del empeño, me he dedicado a ver una serie llamada “The originals”. Es una serie interesante, a qué negarlo. No sólo porque seres sobrenaturales como brujas, vampiros y hombres lobos se disputan el dominio de una ciudad, Nueva Orleans, en la que los hombres se limitan a jugar un papel pasivo y secundario sino también, y sobre todo, porque estos seres de los submundos viven en “familias” en las que los conflictos internos son tan violentos y sangrientos como los que se desarrollan contra los enemigos externos. Se trata pues, no sólo de vencer como grupo sino de vencer en el grupo. La primera cuestión alude a la victoria del grupo en la sociedad. La segunda, responde a la cuestión de la preeminencia del individuo en el grupo.

En uno de los capítulos, después de una de esas batallas sangrientas en las que todos, vampiros incluidos, mueren, uno de los personajes pregunta consternado cuál es el objetivo de la lucha, si es verdaderamente tan esencial como para que tantos mueran por él. Su interlocutor le explica que lo que pretenden conseguir es hacerse con el dominio de la ciudad. El personaje sigue sin comprender por qué un trono requiere de tantas víctimas. Para convencerlo, al protagonista no le queda más remedio que hacer uso, que más que un uso es un abuso, de las palabras grandilocuentes y afirmar que combaten por el territorio y el espíritu de ese territorio.

A mí, curiosamente, me resulta más comprensible que alguien pelee y muera por el Poder que por el Espíritu. Por el Espíritu se vive, no se muere. Uno no se bate por el Espíritu: lo busca y para ello se refugia en el silencio de la soledad, fuera del mundanal ruido. Mucho más sorprendente me resulta, francamente, que quien recurra al Espíritu como objetivo sea nada más y nada menos que un vampiro. Ellos, que viven sumidos en la Nada. Que se confundan a las brujas con magas y que se incorporen a la acción los hombres-lobo, que lo último que desean es vivir en una ciudad y menos en una ciudad como la de Nueva Orleans en la que parece haber de todo menos tiernos corderitos, me lleva a pensar que a los guionistas de la serie les interesa más un estudio de la cuestión social que de los mundos sobrenaturales. 
Una postura sumamente inteligente  y sumamente arriesgada la que demuestran los guionistas, lo reconozco, a la hora de plasmar la realidad en símbolos. La lucha por el Poder dentro y fuera del grupo no cesa nunca. No hay más objetivo final que el dominio. Ello exige la constante revisión de las alianzas, la flexibilidad en el diálogo, la manipulación del lenguaje, la pluralidad en las posibles interpretaciones de una frase o de un hecho. En definitiva: el movimiento constante e incansable. Ese dinamismo no puede ser nunca propiedad de la Razón sino de la Irracionalidad y de las emociones.
Pierden los que creen que están luchando y muriendo por el Espíritu porque tal creencia es falsa. Están luchando y muriendo por el lider. Pierden los que creen que el candidato a lider se ha arrepentido de su ambición. Falso. Están ideando nuevas estrategias para alzarse con el Poder. Pierden los que creen que el lenguaje comunica razones. Falso. El lenguaje comunica emociones. Pierden los que creen que los interlocutores escuchan argumentos. Falso. Escuchan sensaciones y éstan han de ser lo más plenas posibles a fin de conseguir levantarles del cómodo sillón y decidirles a colaborar con la causa. O, lo que es lo mismo, las palabras y los gestos forman parte de una puesta en escena en la que “la causa” se transforma en “mi causa” porque es “nuestra causa.”
En tales circunstancias, la familia lo es todo. Hacia fuera porque es el único modo de vencer al contrario. Hacia dentro, porque aunque se decapiten a los líderes más débiles o menos ambiciosos, los demás miembros han de permanecer unidos. En la serie la familia no es una familia ni abierta, ni plural, ni democrática y aquí descansa el fallo: en confundir "familia" con "clan". Lo que ellos denominan "familia" es en realidad un clan y las únicas luchas que se toleran son por el Poder dentro de ese clan. El resto de los componentes o se sitúan bajo la protección y defensa de un lider o de otro. A la hora de luchar contra el enemigo, hay que olvidar las diferencias y unirse, no sin antes haber zanjado la cuestión por el futuro lider, con o sin sangre y haber hecho un cócktel con términos tan altisonantes como “lealtad”,  “unión”, “pertenecer a”, “nosotros”... Pierde el que cree que los vocablos coinciden con la definición del diccionario. Gana quienes los utilizan para manipular en pos de su objetivo final: la soberanía absoluta.

De todas las series que he visto ésta, quizás, es la que mejor refleje la situación de la sociedad actual en general y de la española en particular. ¿Nuevas fuerzas? Nunca antes las ví tan viejas y tan caducas. ¿Nuevos valores? Flexibilidad es la clave. Siempre cambiando y en constante movimiento. ¿La amistad? Un instrumento más para afianzarse en la situación de ventaja y que por tanto hay que tirar en cuanto ya no resulte útil. ¿Un nuevo Axioma Primero? La realidad virtual. ¿Un nuevo juez? La opinión, las redes sociales.¿Una nueva forma de sociedad? La despótica, la absolutista, la del lider único e indiscutible que no tiene más objetivo que su propio mantenimiento. ¿Una meta que alcanzar? El Poder, ora con la agresividad, ora con la auto compasión, pero siempre con las emociones.

Los que todavía creen que las palabras dan cuenta de los hechos y denuncian las actuaciones ininteligibles, los que todavía creen en la fuerza de la Razón, los que creen en existencia de la verdad, en la obligación de la sinceridad y de la honestidad, en la necesidad del diálogo, acabarán en el psiquiátrico a poco que persistan en su actitud. El mundo nunca fue de la Razón, hora es admitirlo, pero ahora nos encontramos en una fase de ensoñación de la que va a resultar difícil salir y que es distinta de las otras fases de ensoñación en las que ha caído la humanidad en ocasiones anteriores. El sueño místico, el sueño del bien y del mal, el de la penitencia, el de las brujas y alquimistas, ha sido sustituido por la realidad virtual. Una realidad virtual a la que no se puede llamar “sueño” porque es realidad pero tampoco puede considerarse auténticamente real en tanto que virtual.
Extraño mundo éste. La inversión de valores, incluso la absolutamente radical, incluso ésa en la que Satán ha sustituido a Dios, entra dentro de los límites de lo racional. Uno puede decidirse a luchar contra Dios o contra el Diablo. Uno puede decidirse a luchar contra el Bien o contra el Mal. ¿Pero cómo se lucha contra una realidad virtual que es real y no real al mismo tiempo? ¿Cómo se lucha contra una realidad en la que las situaciones están en constante cambio y en constante movimiento siendo lo que son sin ser lo que son?

Mi enhorabuena a los guionistas de la serie “The Originals” por mostrar la sociedad tal y como es: bárbara e irracional, sin más meta que la del Poder por el Poder y en la que los componentes de un grupo han de ser vasallos, si quieren la paz o candidatos a lider, si quieren afirmarse como individuos y sobresalir por encima de sus congéneres. Mi enhorabuena, sobre todo, por intentar hacer comprensible lo que no tiene ni pies ni cabeza. No me extraña que para conseguirlo hayan tenido que recurrir a vampiros, brujas, hombres-lobo y demás especímenes. Si hubieran intentado quedarse en el mundo de los hombres, la trama habría tenido que ser más compleja, más dinámica, más irracional, más sinsentido.

La bruja ciega


Friday, March 18, 2016

Pacta sunt servanda

“Pacta sunt servanda." Sensato enunciado que todos suscriben hasta que se traslada a la práctica. Allí, en efecto, no tardan en surgir los problemas. Hay que determinar qué es exactamente lo que se ha pactado, en qué consiste el pacto y cuáles son sus límites. ¿Quedan los participantes de hoy sujetos a lo que ayer se firmó? ¿Hay causas de fuerza mayor que puedan liberar de lo pactado? ¿Quién y en virtud de qué se deciden tales circunstancias? ¿Deben cumplir los firmantes de hoy lo que ayer otros acordaron?

“Pacta sunt servanda.” Pero algo tan cabal, tan razonable, exige jueces, abogados y leyes que puedan dirimir los grandes conflictos que de esos tres simples vocablos se derivan y a veces, ni siquiera el engranaje de la justicia puede resolverlos y hay que acudir a la fuerza de la revolución.

Revolución ¿qué revolución? La de los de siempre. La de los que quieren más tajada a las buenas o a las malas. Ignoro si sería capaz de morir por mis ideas. Lo dudo. Creo que soy demasiada Brechtiana para morir por otra cosa que no sea mi propia muerte. Pero desde luego, nunca sería capaz de morir por las ideas de los otros. Que se apañen con sus pactos y sus servandas, que se apañen con las historias de un Mundo Mejor que yo no he visto ni veré porque el único Mundo Mejor que conozco es el que mi Fuerza crea y el Peor Mundo, el que mi tristeza y mi dolor instauran. No. No soy Dios. Dios está fuera de mí, conmigo. Contemplándome. Luchando por subirse a mis fatigadas espaldas, luchando por seguir en ellas. Y a veces, se hace tan ligero que ni lo siento. Pero eso es otra historia. Acepto de Lutero que la última palabra sobre mi salvación la tiene Dios y acepto, por tanto, que hasta ese instante no me queda más remedio que confiando en su Gracia, confiar en mi Fuerza y desesperando de su Gracia, caer en el dolor. Pero eso, como ya digo, es otra historia...

Revolución. Revolución de los mismos de siempre. A estas horas, el mundo ya debería haberlo aprendido. Pero el mundo sueña con el cuento de la unidad “todos juntos, venceremos”, donde uno –francamente- no entiende por qué todos juntos han de vencer a una fuerza que se ha impuesto cuando todos juntos deberían haberse unido para no dejarla hacerse con el Poder. Por qué van a luchar todos juntos, cuando “todos juntos” no se saludan al entrar en el ascensor y “todos juntos” no saludan al conserje y “todos juntos” se espían y se graban las conversaciones para tener material comprometedor. Por qué van a morir "todos juntos" codo con codo cuando no han podido trabajar "todos juntos". El “todos juntos” me abruma aún más que el “toda la gente”.

Y luego pasa lo que pasa, que el “todos juntos” termina  en aquella magnífica frase de Luis XIV, magnífica por sincera: “El Estado soy yo." Así de claro. Así de contundente. Nada de apelaciones a las ideas grandiosas ni a los principios eternos. “El Estado soy yo.” Y basta.

Pero ahora, incluso los más jóvenes, decapitan a sus amigos, a sus vasallos, a sus colegas, a sus compañeros de partido, a los mismos que les han ayudado a alzarse con el Poder, los mismos que ayer eran sus confidentes, los mismos con los que ayer firmaron pactos de sangre y de ideología, en virtud de un proyecto bellísimo. Pero la decapitación ya no se llama decapitación; la destitución ya no se denomina destitución. Ahora el nombre es “corrección."

Errejón anda desaparecido pero no está enfadado,- dice, asegura, afirma,- con el hombre que ha “corregido” a su hombre de confianza, ése que luchaba y compartía las mismas ideas de Errejón, porque a la hora de morir, hora es reconocerlo, cada cual muere su propia muerte. A solas. Las ideas ya no son las de “todos juntos” porque ese “todos juntos” es un espejismo al cual unos se aferran para ir en busca de mayor tajada que de la que ya disponen.

Errejón ha desaparecido. Algunos dirán que para reflexionar, otros que para meditar y algunos, como yo, que para cavilar. Su posición no es fácil. Si se queda en el partido, que es seguramente lo que va a hacer, tiene que explicar y justificar convincentemente lo que a muchos no les parecerá ni tan convincente ni tan justificable. Si se va, tiene que buscar un nuevo partido no sólo que lo acepte como afiliado sino que además lo incorpore a las altas esferas. Ello supondría la obligación de proporcionar información confidencial del partido en el que ahora está y que él mismo procreó. 
Si se queda Errejón donde está, Errejón se habrá convertido en un zombi, aunque ni él mismo lo sepa. Ni los unos ni los otros le perdonarán la traición. Los unos, por haberles abandonado en plena revuelta y los otros, por haberla permitido.

“Pacta sunt servanda.”

Pero ¿qué pactos y con quién? ¿Con aquéllos que le han apoyado en sus ideas y a los que él intentó frenar con el aviso de que en la cúpula no había enfrentamientos? ¿Se trató de una subversión en nombre de Errejón sin su consentimiento, sin su apoyo? ¿Tenía Errejón conocimiento de lo que estaba pasando?

“Pacta sunt servanda.”

¿Qué pactos y con quién? ¿Con la cúpula o con los disidentes que han actuado siguiendo los presupuestos errejonianos? ¿Con su puesto en el partido bajo la excusa de que lo que importa es el proyecto en común o consigo mismo, con sus propias convicciones?

Yo, ya lo he dicho, no sería seguramente capaz de morir por mis propias ideas, pero tampoco sería capaz de morir por un proyecto cuando ese proyecto ni siquiera es mío.

Sí, en cambio, sería capaz de vivir por mis ideas y de vivir por un proyecto que fuera mío y sólo mío. Jamás por un proyecto de otro, mucho menos cuando ese otro va “corrigiendo” cada pequeño movimiento que no le gusta y no respeta ni los “pacta sunt servanda” del lenguaje.

Los juegos, no sé si de Tronos, pero en cualquier caso, sí del Lenguaje, se imponen de un tiempo a esta parte con inusitada frecuencia en nuestro país: Se convierte "una destitución" en "corrección”, “la sofocación de una revuelta" en "un bello proyecto político lleno de brillo.” "Una patada en el estómago" es "una metedura de pata"; "una traición, "el ejercicio de la libertad individual." "el egoísmo", "la defensa de los propios intereses"; "la infidelidad", " relación abierta"; "el cinismo" la facultad de defender e imponer sus puntos de vista con suma flexibilidad.

Sigamos.

El único camino que hasta ahora vislumbro es uno sin salida, pero ustedes ya saben: además de bruja, soy ciega...


La bruja ciega.

Wednesday, March 16, 2016

Al Dalai Lama, con humor. Al Dalai Lama, con respeto.

A qué negarlo. Plasmar los pensamientos en palabras es difícil. Hacerlo a la velocidad del pensamiento, cuando el pensamiento mismo está formándose, mucho más. Sin embargo, a una determinada edad no es que no se pueda, es que sencillamente uno no siente ningunas ganas de cambiar de carácter y empezar a detenerse a pensar lo que dice, máxime no habiéndolo hecho nunca. Compréndanme: uno ha ido perdiendo a lo largo del camino a sus amigos, a sus parientes, patria, idioma, ciudades varias, salud, memoria... Al menos le queda algo: su carácter. Ese terrible e insoportable carácter que es suyo y de nadie más que suyo; ese carácter por el que todos le recordarán poco  importa si con amor o con odio porque digan lo que digan los otros y piensen lo que piensen los demás, es suyo y, si tanto me apuran, de Dios. Justamente por eso, por ser mío y de Dios, por compartirlo ambos, respeto y amo mi carácter y me niego rotundamente a repasar mis escritos antes de publicarlos. La luz primero, los retoques después.
Digo esto para que nadie se rompa las vestiduras al observar con estupefacción que una bruja ciega se ha decidido a escribir un artículo para corregir los meditados pensamientos de una autoridad espiritual como es la del Dalai Lama, al cual –justo es admitirlo - no conozco  en absoluto. Consideren mi osadía producto del defecto de carácter de una bruja, efecto de una imprudencia surgida de la necedad o, consecuencia de mis genes mosqueteros. Callar, es lo único que aun deseándolo con todas mis fuerzas, no puedo hacer. Reconozco que dialogar con el Vaticano me resulta más apasionante. Al fin y al cabo, y aunque me saque de quicio como me saca, dos mil años caminando juntos, - si no más- son muchos años. Papas y brujas mueren y son llamados a la Gloria de Dios o del Diablo, depende de lo que Dios quiera. Al menos habremos de concederle a Dios el poder de la salvación. ¿No están de acuerdo? Pero hasta que ese momento llegue, Papas y brujas recorren, unas veces codo con  codo y otras veces a codazos, las mismas veredas.

“¿Qué Dios?” – preguntan las religiones universales alzando la cabeza.

Y yo, la bruja ciega, suspiro profundamente. “Estas religiones”, me digo, “siempre buscando motivos por los que luchar por su Dios y por su Verdad, ignorando que Dios no necesita que nadie mate ni muera por él.”

Eso mismo, supongo piensa el Dalai Lama, cuando alguien le comunica el atentado de París. Un atentado más en la interminable lista de las atrocidades cometidas en nombre de Dios. Y el Dalai Lama, harto de ver derramar sangre, harto de muertes inútiles, de odios y rencores que no expresan el deseo de justicia sino sólo el deseo de ver cumplidos los intereses de un grupo, harto de palabras altisonantes que exigen Luz donde no hay más que sombras, llora amargamente. Llora porque el mundo –pese a su tecnología- sigue anclado en la barbarie y en la violencia. Y la causa más frecuente para iniciar actos vandálicos se escuda en la diversidad de creencias y religiones. En Enero del 2015 afirma: “Hay días en los que pienso que sería mejor si no tuviéramos ninguna religión. Todas las Religiones y Escrituras Sagradas encierran en sí mismas el potencial de la violencia. Por eso necesitamos una ética secular más allá, aparte, de las religiones. En los colegios la enseñanza de ética es más importante que la clase de religión. ¿Por qué? Porque para que la Humanidad pueda sobrevivir, la conciencia de lo que une es más importante que realzar y destacar constantemente lo que separa. (“ Ich denke an manchen Tagen, dass es besser wäre, wenn wir gar keine Religionen mehr hätten. Alle Religionen und alle Heiligen Schriften bergen ein Gewaltpotential in sich. Deshalb brauchen wir eine säkulare Ethik jenseits aller Religionen. In den Schulen ist Ethik-Unterricht wichtiger als Religionsunterricht. Warum? Weil zum Überleben der Menschheit das Bewusstsein des Gemeinsamen wichtiger ist als das ständige Hervorheben des Trennenden.“)

Bien, a qué negarlo. Hace muchos, muchos años, esta bruja ciega opinaba exactamente lo mismo que el Dalai Lama. Introducirme en el conocimiento de la ética le supuso a mi alma tal emoción que ni siquiera al día de hoy puedo expresarlo correctamente. Por un lado, era la manifestación palpable de que la libertad democrática había llegado a mi vida privada y no sólo a un país llamado España. Hasta aquel instante lo único que se podía aprender en los colegios era religión y por ende, religión católica. La posibilidad de elegir ética en vez de catolicismo, constituyó una auténtica revolución democrática y doy fe de la cautela con la que la pusieron en práctica muchos centros educativos y con la profesionalidad con la que la impartieron los docentes, que en aquel primer, primerísimo momento, por no disponer no disponían ni de manuales y mucho menos de criterios fijos. Fue, además, el camino que me introdujo en el pensamiento budista y, por último, el que me llevó al estudio de la filosofía.

El estudio de la ética me enseñó a relativizar las creencias religiosas sin desprenderme de la mía propia y a empatizar con los sentimientos de las personas desde la dimensión humana y no desde el temor al infierno ni a las llamas. Me permitió seguir creyendo en la Omnipotencia de Dios, sin tener que obligarle a perdonar, por misericordia, ni a Satanás ni a nosotros. Dios sigue siendo Dios, pero nosotros, hombres, seguimos siendo hombres y por eso podemos actuar sin miedo a las llamas del infierno o al castigo eterno porque eso, sencillamente, le corresponde decidirlo a Dios y no a nosotros, simples mortales y por tanto, somos libres de actuar según nuestra conciencia de hombres y no según la conciencia de los otros hombres, igual de torpes e indefensos que nosotros mismos. Y es por eso precisamente, por lo que para poder formar y desarrollar esa conciencia se hace tan imperiosamente necesario el conocimiento, el diálogo con aquellos hombres que vivieron antes que nosotros a través de sus obras. Es por eso por lo que la educación ha de ser vivida, sentida y hasta sufrida pero desde luego, nunca embotellada ni puesta en adobo, ni siquiera triturada, que es lo que se hace hoy en día, para que los alumnos no tengan que esforzarse en masticar. Se les van a caer los dientes sin haber aprendido a usarlos. Pero esto es ya otra historia...

Volviendo al tema que nos ocupa, hubo un tiempo en el que yo, al igual que Wittgenstein, también exclamé: ¡de lo que no se puede hablar, mejor no hablar! No sé cuáles fueron los motivos que llevaron a Wittgenstein a pronunciar estas palabras. A mí, justo es reconocerlo, me empujaron los terribles e insoportables dolores de cabeza que me producían las discusiones –no entre las distintas religiones, que eso en España no había-  sino entre creyentes, ateos y agnósticos. Después de conocer la expulsión de los judíos y de los árabes de la Península, la dictadura de la Inquisición, las guerras de religión entre protestantes y católicos que asolaron Europa, yo, igual que el Dalai Lama, también llegué a la conclusión de que la existencia de las religiones era nefasta para la Humanidad y busqué otros caminos.

El primero fue el asiático.

Por aquel tiempo tenía quince años. Estudié el confucianismo, el zen, leí a Laot-se... y como suele ser normal en mí, una vez que lo hube leído, estudiado, comprendido y asimilado, lo abandoné. No me lo tomen a mal. Ya he dicho que soy una bruja y por si esto fuera poco, con sangre mosquetera, entre otras, corriendo por mis venas. Demasiada espiritualidad termina siempre por empacharme. No me quedó, pues, más remedio que volver al Vaticano Romano, mucho más equilibrado en ese aspecto.

El segundo fue el laicista.

Al laicismo lo conocí más profundamente en mi época universitaria. He de reconocer que yo me sentía más a mis anchas en el laicismo que en las filosofías asiáticas. Primero, porque el laicismo al cual yo tuve acceso era europeo y bien europeo; segundo, porque el laicismo europeo – justo por ser europeo- se ha desarrollado siempre a la sombra de la religión cristiana, religión que era la mía propia; y en tercer lugar, porque en mi familia –dialéctica hasta la ruptura- el laicismo se respiró con igual intensidad que el catolicismo.

Hube de abandonar el laicismo por las razones contrarias que me habían llevado a dejar la filosofía asiática: por demasiado mundano y materialista. El Amor era sexo. La Verdad universal había degenerado, por un lado, en una verdad relativa y por tanto imposible de concretar mientras que por otro lado, curiosamente, había quedado sujeta al capricho del momento. La Libertad se había transformado en sinónimo de irresponsabilidad; la ética en estética; la cultura en cultura de la anticultura; el diálogo, en un “What´s the point?” y las tertulias, en gallineros donde se cacareaba no para ser escuchado sino para ser admirado según el último modelo. Asistí con horror al hecho de que el laicismo se había traicionado a sí mismo.  Compréndame: soy una bruja. Demasiada espiritualidad me empacha, pero demasiado materialismo me abruma:  ¿Qué hacemos entonces, me pregunto, con la magia? ¿Donde la dejamos?

Para las brujas como yo, que creemos en la fuerza del Amor tanto como en la fuerza de la Escoba, ni las filosofías orientales ni el laicismo europeo moderno sirven de gran ayuda...

Ha pasado mucho tiempo desde mi época de juventud. El camino de la vida nos presenta situaciones a las que hemos de hacer frente rápidamente. A veces hemos de tomar decisiones con las que nosotros mismos nunca hubiéramos estado de acuerdo antes de ese instante y de las que seguramente jamás nos sentiremos orgullosos pero que lamentablemente se imponen, no para sobrevivir sino, sencillamente, para proseguir el cumplimiento de la misión que la propia vida nos ha encomendado. A lo largo de nuestra ruta encontramos a grandes escritores con los que mantenemos largos y profundos diálogos. Con otros, en cambio, se trata de una mera relación esporádica y superficial. He conocido a hombres y mujeres de muchos lugares y de muchos estratos. Todos ellos eran humanos pero a la Humanidad no la he visto nunca. Cada uno de esos hombres era distinto del otro, aunque vivieran en la misma calle. Cada uno tenía una historia distinta, una preocupación distinta, un criterio distinto. Dos mujeres solteras y embarazadas. Una decide abortar y la otra, no. La misma situación. Distintas decisiones. 

Con Dios o sin Dios ¿qué está bien? ¿qué está mal?

La ética, lamento decirlo, no resuelve el dilema.

La ética, igual que las religiones –cualquier religión- termina cayendo en los mismos problemas que intenta superar.

En primer lugar. Ética Secular ¿qué ética secular? ¿Basada en qué principios? El Dalai Lama aconseja en uno de los pasajes del libro que hay que escuchar más, pensar más y meditar más. (“Mehr zuhören, mehr nachdenken, mehr meditieren”) y finalmente enumera seis principios primeros: Atención, Educación, Respeto, Tolerancia, Cuidado y Pacifismo: (Achsamkeit, Bildung, Respekt, Toleranz, Fürsorge, und Gewaltlosigkeit.) Afirma además que el Principio de responsabilidad global es uno de los elementos clave en su concepto de ética secular (“Das Prinzip globaler Verantwortung ist ein Schlüsselelement meines Konzepts einer säkularen Ethik”) "y que la compasión y la empatía son las bases que posibilitan una vida en común y deja claro que una verdadera ética secular que ayuda, no sólo depende del saber sino del actuar. A menudo sabemos lo que hacemos pero no hacemos lo que sabemos." (“Mitfühlen ist die Basis des menschlichen Zusammenlebens. Und Klar ist auch, dass eine wirklich hilfreiche säkulare Ethik nicht nur eine Frage des Wissens ist, sondern noch mehr eines Frage des Handelns. Wir wissen ja oft, was wir tun, aber wir tun nicht, was wir wissen.“)

Esto es, a grandes rasgos, lo que el Dalai Lama expone en su obra. El problema es que esos Principios, todos y cada uno de esos bellos, bellísimos Principios, ya están formulados en todas y cada una de las Religiones Universales. Sin salir de la Religión Católica: el cuidado al viajero, el respeto a la mujer de mala vida, la tolerancia a los que nos insultan y maltratan porque no saben lo que hacen, el perdón, la responsabilidad ante nuestros actos puesto que Dios nos ha hecho libres, el respeto a la naturaleza, a los pájaros y flores que no necesitan preocuparse de sí mismos porque es Dios quien los cuida... Existe una ética católica, tanto como existe una ética cristiana, una ética judía y una ética musulmana.

La solución no consiste en establecer Principios éticos porque esa solución introduce nuevos problemas que resolver. Como el de dirimir qué principios son los prioritarios y cuáles son los que han de predominar en las situaciones conflictivas. Dos mujeres solteras y las dos sin recursos, una decide abortar y la otra, no. ¿Qué principio ético aceptamos: el de la conservación de la vida o el de la tolerancia a la decisión de la madre? ¿El de la no violencia y el no matarás o el del respeto a sus circunstancias?
Y donde surge el conflicto, se hace necesario un juez. Y donde hay un juez, hay sentencia. Y donde hay sentencia, o hay un condenado o todo queda admitido. Y si hay condena es que alguien ha convertido un principio ético en Principio y donde hay Principio hay Axioma Primero y donde hay Axioma Primero hay Dios y donde hay Dios hay religión. La Ética Secular acaba convirtiéndose ella misma en religión.
Pero si todas las decisiones individuales quedan admitidas, porque en unos casos se acepta la libertad de la madre para elegir y en  otros el respeto al nasciturus, al final sólo queda un principio: el de que cada cual haga lo que considere oportuno según sus criterios y bajo su responsabilidad privada. Lo cual, obviamente, impide el establecimiento, la consideración siquiera, de una responsabilidad global.

La solución no estriba en situar la ética a un lado y la religión al otro. No se trata de agarrar desesperadamente la ética secular para conseguir deshacernos de los problemas que la religión plantea porque, con Dios o sin Dios, los problemas a resolver siguen inamovibles y las respuestas a estos problemas son diferentes y hay muchos que cuando ya no pueden luchar con la lengua, luchan con la espada. Con Dios o sin Dios ¿Homosexualidad, sí u homosexualidad, no? Con Dios o sin Dios ¿Respeto al individuo o a la procreación? Con Dios o sin Dios ¿Vientre subrogado sí, o vientre subrogado, no? Contestar a cada una de estas preguntas exige el establecimiento de un Principio basado en un Axioma Primero, da igual como se llame ese Axioma Primero por el cual muchos hombres están dispuestos a matar y otros tantos, a morir.

La solución no está tampoco en la meditación. El hombre espiritual, con Dios o sin Dios, medita. El hombre material que tiene tiempo para meditar muchas veces elucubra y otras, urde conspiraciones.

La solución no está en establecer una ética secular que supere a las religiones para evitar que los hombres se maten por cuestiones religiosas, porque entonces se matarían por cuestiones éticas. La convivencia entre los hombres raramente transcurre pacíficamente. Ni siquiera en la India, país en donde el Dalai Lama asegura que coexisten los diferentes templos de las diferentes religiones. Coexisten en paz los templos, sí. Pero no los hombres. Ante la fuerza del hinduismo, poco pueden hacer los sikhs y los musulmanes; no hablemos ya de los grupos cristianos. Revueltas y contra-revueltas ha habido unas cuantas. Eso, sin contar los conflictos entre budistas y musulmanes.

La compasión de la que habla el Dalai Lama es similar a la caridad que aconseja el buen Papa Francisco y si ambos se reunieran, estoy convencida de que estarían de acuerdo en todos y cada uno de los puntos a tratar. En cuestiones de meditación, doy fe de ello y lo digo sin ironía alguna, los jesuitas son auténticos maestros. Las convivencias y ejercicios espirituales que organizan y que otras órdenes, siguiendo su ejemplo, han llevado a la práctica, representan para los jóvenes de diez a veinte años una ayuda inestimable. Allí se lee y, lo que es más importante, se piensa sobre lo que se lee sin atender ni al tiempo ni a las prisas. Son ellos los que me enseñaron que a meditar se medita primero en activo y sólo mucho después, a veces jamás, en pasivo. Es una lástima que por unas u otras causas, se vaya perdiendo esta tradición. Desde luego es un arma de doble  filo: yo les salí bruja y una amiga mía anda predicando y cantando la Teoría del Uno en el Todo y el Todo en el Uno. Pero por favor, no vayan a elucubrar ahora y concluyan que mi oposición a esa teoría tiene algo personal que ver con mi amiga. Yo misma no lo descubrí hasta hace poco, cuando la escuché exclamar en un video en internet, rodeada de otros adeptos a la misma teoría aquella insufrible cantinela de: "somos dioses." Esto, ya lo se, es otro tema...

Y así, el hombre que quiere meditar se encuentra solo. Lo único que se le presenta es el centro de meditación budista en el cual las brujas no nos sentimos a gusto porque nos resulta demasiado espiritual y porque además la historia de la reencarnación no nos hace gracia ni en boca de Platón.

Querido Dalai Lama, usted es un hombre bueno, un hombre santo, un hombre noble. Y yo, que no tengo ni patria ni idioma ni tierra a la que llamar mía, entiendo lo que usted quiere decir y entiendo que usted no entienda lo que no entiende. Usted no entiende por qué la gente se mata por grandes palabras cuando basta con vivir con pequeños gestos. Usted no entiende por qué la gente se mata por grandes ideas, cuando basta vivir con pequeñas normas de vida. Usted no entiende por qué la gente no se sienta a pensar antes de actuar, a escuchar al otro antes de dispararle en la sien, de comprender las circunstancias del otro, antes de sentenciarlo a muerte o al destierro.

Le entiendo. Posiblemente le entendemos todos.

El problema es que los buenos hacen siempre, sin necesidad de pensar, sin necesidad de escuchar, sin necesidad de meditar, lo que usted aconseja. Lo llevan en el alma. Otros, necesitan más esfuerzo para conseguirlo y luchan por ello.

Pero los que desean conseguir el Poder al precio que sea, los ambiciosos, los envidiosos, los que pretenden dominar al mundo, esos –querido Dalai Lama- no le escuchan ni a usted, ni a la ética ni a Dios. Esos llaman débiles a los buenos y los encadenan pero no con cualquier tipo de cadenas, sino con las cadenas de los grandes Principios, que ellos han convertido en sus Principios. No son las religiones las que matan sino los hombres que dominan esas religiones. Poco importa que esa religión se llame Católica, Musulmana o Ética Secular. No es Dios el que mata sino los hombres que utilizan su nombre para justificar el asesinato, el Poder, la Dominación. Y del mismo modo que da igual cómo se llame el Axioma Primero, también da igual cómo se llame a una Religión. La Ética secular también corre el peligro de convertirse en un instrumento del Poder, en forma de leyes, en forma de dictámenes. Basta con que uno decida utilizarla en su favor para, instaurándola por medio de las leyes y con la excusa de que las religiones son violentas, alzarse con el Gobierno Mundial.

Las religiones son necesarias; al menos los hombres no pueden vivir sin ellas. Una pluralidad de religiones no sólo es conveniente. También es necesaria. Igual que lo es la existencia de un grupo de laicos responsables. Es importante que cada religión cuide de que los principios que las rigen se cumplan en su justa medida y que ese equilibrio no se rompa ni por exceso ni por defecto. En el caso del laicismo, en concreto, hora sería que se propinaran escobazos a diestro y siniestro a todos esos laicos haraganes y vagos que han convertido al laicismo en hedonismo y a la ética en estética, incluso cuando advierten del calentamiento de la Tierra.

Las religiones son necesarias porque el hombre es finito y tiende al infinito. El hombre ve milagros y sueña con mundos prodigiosos y con mundos mágicos; y cuando no sueña, es que el hombre ha muerto. La religión es necesaria y por eso el laicismo, que es otro tipo de religión, tiene su Dios universal, su Principio Primero. La religión, los ritos, la forma de organización de la espiritualidad en la materialidad, el modo en que ese Principio Primero ha de ser llamado y reverenciado, es connatural a la esencia humana. Donde no hay religión sólo pervive la superstición. Y esto,  lo sabemos todos, es aún peor.

Pero del mismo modo que afirmo que las religiones son necesarias. Afirmo, repito, exijo, que las religiones se mantengan en el terreno que les corresponde: el de la Fe. Que luchen con uñas y dientes contra la superstición y la santurronería; que en vez de atemorizar con ridículos temores y remordimientos de conciencia a los buenos, a los humildes, a los benditos, la emprendan contra los fuertes y poderosos que utilicen los principios religiosos para subyugar a los buenos. Si los fuertes y poderosos quieren someter a los débiles, que lo hagan, pero de frente y mirando a los ojos, no utilizando triquiñuelas ni deformando los principios más respetables que rigen al ser humano.

Por eso es por lo que afirmo, repito y exijo que las religiones se mantengan al margen de la política. Porque bastante trabajo tienen ya ellas en evitar en que algunos políticos la utilicen para hacerse con el Poder, ya sea usando su favor o esperando su desaparición, como para que ellas decidan meterse en el ruedo de las ideologías y de la politología. Es justamente en este ruedo donde ha de encontrar su lugar la ética secular. La ética secular es importante, fundamental, diría yo, a la hora de promulgar la legislación de una sociedad. Una sociedad en la que rigen diferentes creencias, diferentes ideas, tiene por fuerza que encontrar un modo de pactar y negociar. La ética secular se hace precisa en la legislación, no en las cuestiones de Fe. Cuando la ética secular se hace Fe, se convierte en Laicismo. Esto es, otra religión y por tanto, ha de quedar fuera del campo político.

No he terminado. Sé que no he terminado. Sé que volveré a corregir mi texto. Pero ahora estoy sumamente cansada. Llevo prácticamente toda mi vida pensando en estos temas. He pensado en la estupidez de las religiones tanto como en la necesidad de Dios. Dios, Fuerza Absoluta, es Puro Espíritu por Pura energía. Los hombres no son ni puro espíritu, ni pura materia, ni pura energía. El espíritu necesita encontrar un camino material, del mismo modo que lo material ha de encontrar su sentido espiritual para aspirar energía y de esta forma dejar de ser materia inerte. El hombre busca la luz y a veces lo envuelven las sombras. En ocasiones, es la meditación la que lo salva y en otras, qué le vamos a hacer, es el escobazo de la bruja el que le libra de la prisión oscura.

Religión, Ética Secular. Poco importa. Los Principios Primeros son siempre los mismos. Lo esencial es separa a Dios del Hombre, y a la Religión de la Política. Es por eso por lo que a pesar del Panteísmo que sentí de niña, me he visto obligada a tomar partido por el deísmo: para poder separar ambas esferas. A Dios, lo que es de Dios y a la política, lo que es de la política.
Estoy cansada. Demasiados recuerdos, demasiadas ideas. Tiempos que pensaba olvidados me han zarandeado hoy con inusitada fuerza...

La bruja ciega.

Las citas están tomadas de su libro "Der Appell des Dalai Lama an die Welt" mit Franz Alt "Ethik ist wichtiger als Religion" ("La llamada del Dalai Lama al mundo", con Franz Alt "Etica es más importante que la religión")




Sunday, March 13, 2016

Desde el túnel lanzo una botella al mar

¿Por qué escribo si soy consciente de que lo que digo no sirve para nada, que no cambiará el mundo, que no levantará conciencias, que no enterrará miserias? ¿Por qué sigo caminando por un túnel del que resultaría tan fácil poder salir a poco que me lo propusiera?¿Por qué lanzar desde este túnel negro y sombrío, a través de la única abertura, angosta, apenas perceptible de aire y luz que distingo, mi opinión dentro de una botella a un mar repleto, inundado, de botellas?

¿Por qué?

¿Por qué continúo, a pesar de la soledad y del frio que se padecen aquí dentro, a pesar de las extrañas sombras silenciosas que me vigilan inmóviles, que observan cada palabra, cada signo que aparece, sin que me sea posible determinar quiénes son, ni precisar siquiera si se trata de hombres, fantasmas o máquinas, y a qué intereses sirven?

¿Por qué escribo en vez de concentrarme en salir del túnel? ¿Acaso creo que es allí donde se encuentra la solución: en tirar botellas al mar? No. La salida no está ni en la botella ni en el mar. Tampoco en el mensaje. Mucho menos en un mensaje que no es ni consejo ni advertencia. 

Un mensaje que es simplemente una nota, una observación lo más, nunca puede ser una salida.

Estoy en un túnel y la salida me espera, al igual que sucede en el resto de los otros túneles de este mundo, al final del túnel.

Si el túnel es húmedo, oscuro y lúgubre; si hay sombras sin rostro y sin forma, que acechan en las paredes, atentas a cada uno de mis movimientos; si el mar está anegado de botellas; si el mensaje no importa, ¿por qué entonces no me concentro en salir lo más rápido posible? Sería tan fácil. Dejar de publicar. Simplemente eso: ni un artículo más; ni un comentario más.

Hay dos grandes razones.

La primera, la más importante, el motivo por el que empecé a escribir esta serie de opiniones, es que en Junio del 2014 Carlota me obligó a prometerle que escribiría trescientos sesenta y cinco artículos, el mismo número que días tiene un año y que no pararía hasta alcanzar esa cifra. Al día de hoy todavía no he llegado a la mitad y he de ahuyentar a diario la frase de Heráclito según la cual el camino hacia arriba es el mismo que conduce hacia abajo. Debo reconocer, en efecto, que el simple hecho de pensar en la dificultad del ascenso me empuja al descenso. He de escribir trescientos sesenta y cinco artículos sobre temas que no van a cambiar el mundo porque al mundo no lo cambia nadie, porque la naturaleza del hombre permanece inamovible y la naturaleza del hombre es animal y no celestial ni infernal, y los modos de organización siguen siendo los mismos desde la Prehistoria: Uno o unos que se encargan de disponer. / Un grupo de colaboradores que les facilita ayuda económica, defensiva y laboral. / Un grupo de justificadores que se dedican a explicar a los disconformes porqué ese grupo de actores principales ha actuado correctamente. Lo más que aceptan los justificadores es que un colaborador, o varios, se ha equivocado y por tanto hay que reparar el fallo individual y personal. / Un grupo de silenciosos a favor de ese uno o unos, que asienten con sus gestos y comportamientos lo que sus bocas callan. / Un grupo de silenciosos indiferentes. / Un grupo de silenciosos en contra de ese uno o unos. Es en estos tres últimos grupos, en los silenciosos, donde tiene lugar la doble moral. Hoy callan una cosa y mañana otra. / A continuación, por sorpresa, y de cualquier lugar sale uno, un Uno,  que grita en contra del grupo dirigente y que es condenado por hereje, rebelde, revoltoso, revolucionario o como se quiera decir. / Y un poco más tarde, otro Uno, un inocente que es inocente pero que pasaba felizmente por allí en el tiempo equivocado y delante de la gente equivocada y que es sacrificado a los dioses, a la Idea, a la Paz general y todas esas grandes palabras. / Y existe también un grupo de sometidos que aguanta. / Y un grupo de sometidos que cavila. / Y un grupo de sometidos que intenta actuar en contra...

Y vuelta a empezar.

Observen cualquier sociedad, cualquier sistema político, cualquier organización comunitaria, y verán que lo que digo es cierto. No hay forma de cambiar. Las estructuras se mantienen. Se cambian los Unos por los Otros; los dioses por las Ideas; las Ideas por la Técnica; la Técnica por el Dinero; el Dinero por el Poder y vuelta a empezar. Pero las estructuras humanas, las estructuras tal y como las hemos descrito anteriormente permanecen indestructibles y eternas igual que las pasiones – nobles y bajas- de los seres que las componen.

El problema es que la verdad es demasiado sencilla, y a los pensadores les gusta hacer lo que a los matemáticos: jugar a las posibilidades. - “¿Qué pasaría si pongo esta pieza aquí y esta allá?”, preguntan curiosos, “¿Seguiría siendo una estructura humana?” - “Claro”, les contestan los de enfrente. “Porque está construida a base de material humano.” - “¿Y si cambiara el ensamblaje divino por el ideológico, el ideológico por el técnológico-industrial?” - “También, porque la sustancia básica es humana y bien humana.” - “Ya”, pregunto, “¿Pero y si introdujera un nuevo elemento constituyente y el hombre fuera un organismo-robotizado-computerizado?”

Silencio. Silencio. Silencio mientras se intenta destruir lo humano del hombre, lo animal del hombre, que es justamente la esencia esencial de su naturaleza y convertirlo en otra cosa.Puesto que no puede cambiar por sí mismo, cambiémosle. “¿Quién quiere cambiarle, si ni siquiera Dios quiso? ¿Cambiar lo que no quiere cambiarse-se, exigir a lo que no quiere exigir-se, mejorar a lo que se niega a mejorar-se? ¿Quién es esta vez?”, pregunto entre asombrada e indignada.

Silencio. Los científicos no tienen tiempo para hablar. Para hablar sólo tienen tiempo los locos. Los locos hablan, difaman, juegan con los pensamientos, con los valores, van, vienen, entretienen, se entretienen. Funámbulos de las palabras más elevadas; más altisonantes, quiero decir. Acróbatas de las acciones más intrépidas, más descabelladas; más inservibles, quiero decir. Y al final, tras muchos cadáveres y litros de sangre derramados, consiguen sacar del sombrero del prestigitador un ramo de flores, primero y un conejo, después, imprimiendo en el ambiente la sensación de que lo imposible se ha hecho realidad. Pero es todo un espejismo, una simple y mera quimera. Las estructuras siguen siendo las mismas. Lo seguirán mientras el hombre siga siendo hombre y no un hombre-robot. Y aún en ese caso es muy problable que las estructuras entre los hombres-hombres, esos que se dedican a crear, manejar, reparar y destruir a los hombres-robot, sigan siendo las mismas.

Tenemos que crear las facultades de Filosofía, de Sociología, de Politología, de Pedagogía, de Psicología, de Antropología, de Arqueología, de Historia, de Filología y no sé cuántas facultades más para terminar concluyendo que las estructuras básicas de comportamiento y organización humanas no han variado lo más mínimo. Unos trabajos han sido sustituidos por otros, unos reyes han sido derrotados por otros, pero la esencia se mantiene intacta.

Estoy en el túnel.

El túnel es largo.

Le prometí a Carlota que escribiría Trescientos sesenta y cinco artículos.

¿La segunda razón?

Olvídenla. No es importante.

El tiempo apremia.

La bruja ciega.

Y yo que quería hablar del Dalai Lama...


Thursday, March 10, 2016

Fuegos artificiales


“Ah. La cuestión de los refugiados es demasiado grave como para tomarlo a la ligera”, pienso mientras remuevo la sopa que cuece en la olla lentamente. “Meditar sobre él me llevaría a consideraciones demasiado serias, demasiado profundas. Y yo, al fin y al cabo, sólo soy una pobre bruja ciega a la que lo único que le importa realmente es poder comer en paz.”  Así que vuelvo a concentrar mi atención en el caldero, que en ese preciso instante deja escapar un suspiro de vapor. “No. No es fácil ser refugiado”, insiste mi mente. “Tampoco lo es el acogerlos. Recibir a los extraños, a los otros, nunca lo es. Es más fácil ser turista que nómada; más fácil ser nómada que extranjero. Los alemanes se abrieron masivamente a los de afuera apenas quince años después de la guerra. Antes de eso, los alemanes del Oeste ya habían tenido que acoger a los alemanes prusianos que huían de los rusos, y a los últimos alemanes del Este que abandonaron su hogar a causa del giro que estaba dando la situación política en esa zona. Después de ellos vinieron los Gastarbeiter turcos, griegos, italianos, españoles, portugueses y un poco más tarde, los rusos y yugoslavos. En los años noventa, cuando España acababa de hacer su entrada de pleno derecho en la gran familia europea y por ese motivo se consideraba más moderna, más civilizada y finalmente acoplada al progreso que durante tantas décadas había perseguido en vano, más de un estudiante alemán ladeaba la cabeza de un lado a otra compungido al tiempo que murmuraba: “somos muchos, somos demasiados.” Y una amiga colombiana sonreía comprensiva mientras me explicaba: “A tu llegada son muy amables. Si les dices que te vas a quedar tres meses te cuidan con esmero. Pero al cabo de dos años empiezan a preguntarte qué cuándo te vas.” 
Los españoles ni teníamos ni tenemos experiencia en recibir a extranjeros; recibir al del pueblo de al lado ya representa bastante esfuerzo. Las aventuras de un catalán en Madrid son únicamente comparables a las de un madrileño en Barcelona, dicen los catalanes y atestiguan los madrileños, cada cual por la parte que les corresponde. Los españoles sólo sabemos lo que significa atender a los turistas y ésos llegan, piden, pagan y se van. A lo sumo, antes de pagarse e irse, protestan. Pero los alemanes son buenos anfitriones y el turista se queda un poco más, hasta que decide instalarse para el resto de su vida. Sobre todo porque en Alemania, y aunque otra sea la fama, uno – después de haber aprendido que lo que dice su vecino alemán no tiene nada que ver con las normas alemanas de comportamiento, porque la única regla que rige en Alemania es hacer lo que a uno le salga de las narices con tal de que eso no moleste al vecino que nunca protesta porque el vecino que siempre protesta es irrelevante, con tal de que se le deje protestar sin contradecirle porque cuando se contradice al vecino que siempre protesta eso equivale a una declaración de guerra – puede, como ya digo, comportarse como su real gana le dicte porque lo importante no es "su real gana" sino "comportarse"" y este "comportarse" es sinónimo de actuar, y este actuar significa lo contrario de estar parado, deprimido, inerte, inamovible, o como se quiera llamar. Uno puede caminar en línea recta, circular o elíptica con tal de que camine.  Si no fuera porque hablar no es precisamente lo más determinante, sino que lo determinante es el caminar, podría denominarse a Alemania “el país paripatético”, o algo así.

Vuelvo a remover la sopa. La pruebo: “Quince minutos y estará lista”, dictamino con aire satisfecho y tapo la olla.  "Pero con tantos recién llegados, no sé qué van a hacer los alemanes.... Todos esos hombres y mujeres normales que ya en los años noventa, gemían ese “somos demasiados”, han tenido que asistir desconsolados al hecho de que se les alertaba del envejecimiento de la población y de la escasez de manos de obra. Ellos, que veían a “demasiados”, se veían obligados a procrear nuevos ciudadanos o a dejar entrar nuevos emigrantes. Aquéllos estudiantes tienen ahora cincuenta años, tienen hijos, han sufrido y están sufriendo la remodelación y reestructuración de la industria del coche, de los grandes centros comerciales, de los bancos; han visto cómo sus empresas quebraban o eran trasladadas a otros países, cómo peligraban sus puestos de trabajo, cómo proliferaban los emprendedores llanero solitario, cómo se multiplicaban los pisos compartidos para jóvenes y para viejos... y ahora, han de hacer frente a la esquizofrenia que representa el hecho de que por un lado exista una crisis económica de tal embergadura que está consiguiendo descomponer y socavar a Europa y la amenaza de que terrorismo musulmán puede golpear en cualquier sitio y en cualquier lugar, mientras que por otro parece que Alemania –sólo Alemania- permanezca inmune a la crisis, impertérrita ante el terrorismo y dispuesta además a facilitar una rápida y eficaz integración a los refugiados, a pesar de los sonoros fracasos que ha experimentado con la población turca.

Aquéllos estudiantes que hace décadas farfullaban “somos demasiados”, son hoy los que con Pegida o sin Pegida, con Afd o sin Afd, hoy repiten “esto es insostenible”. Y hablo de estudiantes, o sea de chicos y chicas con una sólida formación intelectual. Imagínense ustedes el resto de la población. Esos que callan y miran desconfiados en cuanto ven entrar a un forastero en su Kneipe, aunque el forastero sea alemán y viva en la calle de enfrente. Ése no pertenece allí. Ese ése o se ha equivocado de puerta o quiere camorra. Si se ha equivocado de puerta, se le muestra cortéstemente la salida y se le facilita la información necesaria para que encuentre la entrada correcta. Si no, follón. Pero hete aquí que sólo las brujas ciegas vemos lo que para el resto pasa desapercibido. Sólo nosotras, las brujas ciegas vemos las miradas de reojo, los comentarios entrecortados que no se sabe si sirven para clarificar o para acordar la próxima jugada. Sólo nosotras sabemos de esos ciudadanos que llevan ya no se sabe ni cuánto tiempo repitiendo una y otra vez “somos muchos, somos muchos.”

“Es una cuestión de encauzamiento.” – concluyo.

“Una cuestión ¿de qué?” – oigo preguntar a la olla que abre y cierra su boca haciendo un ruido metálico.

“De encauzamiento”, repito sonriendo. Uno puede querer construir un túnel, pero a no ser que pretenda que la pólvora le estalle en pleno rostro, ha de saber encauzarla, dirigirla. En este momento la pólvora está que arde y el simple aleteo de una mariposa puede, en efecto, encender la mecha y hacerla explotar. En estos momentos el Afd y el CSU se disputan la posesión y encauzamiento de la pólvora. La diferencia entre ambas fracciones es la finalidad del túnel. Digamos que mientras que el Afd es, por decirlo de alguna manera, el flautista de Hamelin, el CSU encarna el espíritu de “Santiago y Cierra Europa”. Los unos quieren la dinamita para echar a todos los forasteros del Kneipe, aunque sea a costa de destrozar el Kneipe y el otro utiliza la dinamita para sellar la puerta del Kneipe con el cártel de  “Geschlossene Gesellschaft”; esto es: "Reunión Privada. a puertas cerradas". Por su parte, el CDU, que no entiende de Kneipes, prefiere organizar un brillante espectáculo de fuegos artificiales para conjurar el peligro que toda pólvora representa. Un par de camiones de bomberos y un par de ambulancias para cuidar de la seguridad y a disfrutar del estrépito toca. 

Sin embargo hay algo más, algo en lo que los hombres esotéricos de este mundo, todavía no han reparado. Tal vez porque el esoterismo hoy en día se concentra en el mundo dimensional, en los extraterrestres y en los planes astrales pero no en el esoterismo tradicional.

“Je, je”, ríe la olla, cómplice de mis pensamientos.

«  Je, je », río yo.

Y las dos reímos y reímos y reímos, hasta el punto de que la olla no puede evitar que se le salgan lágrimas de sopa, de la risa. Y es que para cualquier hombre esotérico tradicional que se precie, resulta sumamente lógico, sin duda, que la figura más importante del Afd, ese partido que desea que todos los extranjeros se larguen de una vez por todas, sea una doctora en Química; al tiempo que la persona más importante del CDU, esa mujer que quiere puertas abiertas y paso libre, sea una doctora en Física.

Y es que, desde los tiempos más remotos, para el hombre esotérico tradicional, la Química ha sido la ciencia del diablo y la Física, la ciencia de Dios. 
Que las dos mujeres sean cristianas luteranas ni austa a Lutero, ni asombra al hombre esotérico. Para Lutero, el hombre es un caballo y Dios y el Diablo son los jinetes que se lo disputan. Para el hombre esotérico “Donde está Dios, está el Diablo.” Ni siquiera para el filósofo representa un problema. Se trata de la dialéctica de los contrarios, de la tesis y la antítesis de la cual hay que esperar que surja una síntesis....
En fin: seguimos estando, como ya dije hace tiempo, bajo las siete esferas.

Mi sopa está lista.

“Qué bien huele”, le digo a la olla.

Un alegre burbujear me responde contento.

Empiezo a comer. Una preocupación me mantiene ocupada. De un tiempo a esta parte he notado que mis pensamientos son cada vez más independientes de mi voluntad. En realidad hoy me había propuesto hablar del Dalai Lama...  No sé cómo voy a conseguir encauzarlos... Seguramente terminarán explotando en medio de un gran alboroto de ruido y luces de colores. Es lo que tiene la belleza de los fuegos artificiales: Mucho ruido y pocas nueces...

Hamlet deshoja margaritas en un rincón.                          

La bruja ciega.

Nota de advertencia para los que no lo hayan advertido. No estoy en absoluto de acuerdo con las tesis del Afd. Me parecen sencillamente escandalosas. Sin embargo, se equivoca quien considera que identifico a su máximo representante con el Diablo por la sencilla razón que ello me obligaría a tener que aceptar que Merkel es Dios, cosa a lo que, por razones teológicas y de sentido común, tampoco estoy dispuesta a hacer.

Sonrían por favor.

De un tiempo a esta parte los pensamientos además de andar un poco revueltos, se han aliado con mi sentido del humor, siempre tan surrealista, o lo que es lo mismo, siempre tan "tragicómicopropiotrágicoindividualabsurdotrágicopersonal."

Tuesday, March 8, 2016

Casandra es mi nombre.



No puede ser que únicamente yo, la bruja ciega, que tan apenas salgo de las cuatro paredes que me dan cobijo, que no disfruto de más compañía social que la de mi propia soledad, que no leo más periódicos que los digitales, que me salto los comentarios por aburridos y superfluos, escribiera en su día un artículo previniendo de los riesgos que conllevaban los acuerdos de la señora Merkel con Turquía. Riesgos que era imposible sobreseer tanto a nivel externo, atendiendo a las circunstancias políticas en las que se encuentra Turquía, como a nivel interno, atendiendo a los grandes problemas de integración a los que ha debido hacer frente Alemania en los últimos tiempos, cuando descubrió con pavor que la tercera generación de emigrantes turcos tenía grandes dificultades para relacionarse con la sociedad en la que había nacido, hasta el punto de que muchos de ellos no sentían ningún deseo de pertenecer a ella, reivindicaban una doble nacionalidad y llegado el momento de casarse, iban a su país de origen, Turquía, a buscar una mujer lo más tradicional posible. Las propias autoridades alemanas en colaboración con las asociaciones turcas hubieron de dedicarse a la ardua tarea de solucionar problemas como el situación de la mujer y los crímenes por el honor en una sociedad plural y abierta. Es cierto, la sociedad alemana no está libre de pecado. La integración no es cosa de uno sino de dos. La tercera generación de turcos estaba harta de ser considerada ciudadana de segunda clase, de tener que demostrar que eran mejores para ser considerados simplemente iguales, de no ser invitados a determinados círculos sociales y de  únicamente ser tolerados en otros. La tercera generación de turcos había tirado la toalla de la integración para en su lugar construirse su propio mundo a base de antenas parabólicas que le conectaban con el país que décadas atrás habían abandonado sus abuelos. Un mundo que no conocían más que de oídas, a lo sumo de vacaciones, y que tal vez por ello, su nombre les abría la puerta a paraísos perdidos y siempre soñados y anhelados. Al despertar se encontraban con el mundo gris y sombrío de la cotidianeidad, en el que uno tenía que luchar no sólo por ser visto sino, sobre todo, por ser respetado.

http://1234elucubracionesdeidayvuelta.blogspot.de/2015/11/una-llamada-puntual-para-hablar-de.html

Pero Europa quiere soluciones y quiere soluciones rápidas porque su miedo es grande. En vez de creer que sólo en ella, en la propia Europa, se encuentra la solución, que es hora de decidir entre lo que quisiéramos que el mundo fuera y lo que el mundo es, prefiere actuar a lo Hamlet y por eso decide pagar a otros para que sean esos otros los que hagan el trabajo sucio que ella, Europa, no quiere llevar a cabo para de este modo creer que puede seguir mirándose en el espejo sin que la sangre derramada le ensucie el rostro, olvidando que la sangre hace tiempo que no deja de correr a borbotones porque mientras por un lado prohibía a sus infantes los juguetes violentos, por otro les regalaba toneladas de videojuegos, películas y qué se yo, a cuál más sanguinario y es por eso por lo que más de uno y más de dos,-  a los que no se les ocurre otra cosa distinta qué hacer, porque además de estar desocupados tampoco tienen nada mejor en qué pensar; porque es con lo que han crecido, es con lo que han estado ocupados mientras sus progenitores se dedicaban al autodesarrollo, y ellos habían de permanecer ocultos en sus habitaciones para que los vecinos no se quejaran del ruido de las pisadas al caminar por el pasillo, no protestaran del ruido de la pelota al sonar contra las paredes, no se alteraran por los gritos de alegría o de rabia al jugar al parchís; ocultos en sus habitaciones para no ser atropellados por los coches, o para impedir que la pelota, la dichosa pelota, rompiera alguna ventana; hijos ocultos y tratados con Ritalín porque ser nino era sinónimo de hiperactivo... - más de ese uno y más de ese dos, digo, están dispuestos a asociarse para en defensa de no se sabe qué extraña causa liarse a golpes con todos los que se acerquen a sus lindes. Europa mira estupefacta a esos sus propios hijos, hijos a los que ella ha engendrado y criado, y que por un lado , a falta de juguetes violentos, no dudan en coger la sartén por el mango para empezar a follonear a diestra y siniestra, mientras por el otro, gracias a su destreza con los videojuegos, con la experiencia del manejo de la informática, de las convenciones y del conocimiento y observancia de las normas que todo juego requiere,- aunque se trate de juegos de consola, porque es con ellos con los que han aprendido a jugar- se integran en la vida cotidiana del juego político de Europa y los europeos.

 "a" y "no a" caminan de la mano jugando ora a la física de la relatividad, ora a la realidad virtual.

El Papa mientras tanto,  habla y escribe sobre la caridad y la misericordia al tiempo que grita "no seáis egoístas". El Papa habla de invasión árabe y a continuación, y después de haber afirmado que esto, lo de invasión árabe es un hecho, aconseja convincente que es necesario perder algo para que todos ganemos. El Papa, claro, se refiere, supongo, a lo material. O es que tal vez lo he entendido mal y a lo que se refiere es que está dispuesto a perder más parroquianos de los que ya ha perdido en favor de la competencia que llega? No se sabe. Los periodistas elucubran al respecto de la primera sentencia, esa que habla de invasión sin  prestar atención a la segunda que es, justamente, la que me preocupa a mí. Creo que ya lo dije: yo, al contrario que mi amiga Carlota, no soy un hada; soy una bruja y las brujas nos contentamos con la armonía material dejándonos embriagar por los placeres terrenales más sencillos. Amamos el aroma del café sólo y exclusivamente si detrás de él nos espera una taza llena de café visible y bien visible.
Las realidades virtuales no están hechas para nosotras. Qué le vamos a hacer!

En fin, el Papa habla y habla. Y nadie se acuerda, o al menos nadie parece acordarse de cuando se refirió a la guerra santa. Si ustedes tampoco se acuerdan revisen por favor sus ficheros. Creo que fue en el otro blog. Ése que una vez se llamó "desde el asombro" y que ahora se llama "idas y venidas" porque quién sabe, a lo mejor me tomo unas vacaciones, abandono el bosque, y vuelvo otra vez a él, como quién va a la playa en verano. Si no recuerdo mal el artículo se titulaba: "Nombres y apellidos". Luego lo comprobaré.
Comprobado.

http://289elucubraciones.blogspot.de/2014/08/nombres-y-apellidos.html

El Papa es mucho Papa. El Papa se mete en política justo porque sabe que los políticos están agotados. El Papa da sermones acerca de la caridad y los empalma con los sermones de ideología de izquierdas y así se mete en el bolsillo a la derecha, a la izquierda y a los del centro. Aunque no lo parezca, el Papa sabe perfectamente lo que está haciendo. Universal, es la palabra. Y Universal es un término que va más allá de global y globalización. Esto es algo que seguramente no entendieron los templarios, de ahí su ruina. Los templarios fueron globales y globalistas, en un modo y manera muy parecido al que se es hoy, pero no fueron universales. Permanecieron entre sí. La Iglesia, en cambio, acoge el término global y lo supera. La Iglesia es Universal. Esto es algo que posiblemente los laicos tampoco han terminado de entender. Universal no es Indefinido. De ahí, seguramente el profundo foso en el que los laicos han terminado por caer y del que no parece que vayan a salir en mucho tiempo. La Iglesia es Universal y ello incluye lo global, pero al mismo tiempo lo trasciende. A la Iglesia Católica no sólo pertenece el clero, sino también los parroquianos, no sólo los parroquianos sino los que todavía no son parroquianos pero podrían llegar a serlo. Pero al mismo tiempo esa universalidad está definida y bien definida, o lo que es lo mismo, guardada y bien guardada, por los muros de la Ortodoxia. Una Ortodoxia que no es tan fija ni firme como muchos creen. Unos muros que están en constante movimiento y diálogo. Unos muros que hoy están aquí y manana allá.  Hoy es pecado ir a comulgar si se ha bebido agua una hora antes de la misa porque hay que guardar ayuno completo al menos durante dos horas, y mañana está permitido darse un banquete y a continuación ir a comulgar. Hoy es pecado comulgar sin confesarse y mañana los confesionarios están vacíos y el creyente, como le pasó a una muy católica amiga mía, tiene que ir buscando al cura para que le absuelva de sus errores morales porque a pesar de haber concertado una cita con él para dicho asunto, el cura no está. Tal vez todo ello forme parte de la penitencia...

La Iglesia que lleva dos mil anos, sigue en pie, porque la Iglesia que dice a y no a al mismo tiempo y en la misma frase, sigue conservando la frescura de su juventud. Por qué? Porque en la Iglesia Católica "a" y "no a" no son en absoluto antagónicas y no lo son porque en realidad significan lo mismo: La Iglesia tiene un fin a cumplir: el de la Universalidad. En este sentido "a" y "no a" son, en realidad, las dos caras de la misma moneda. Poco importa de qué lado caiga, lo importante es que Iglesia siga conservando su moneda.

Pero los políticos europeos que repiten los mismos valores, una y otra vez; que aluden constantemente a los mismos ideales, se ven obligados a hacer hoy una cosa y mañana otra. Y hete aquí, justamente aquí, donde se encuentra el quiz de la cuestión. Hoy hacen "a" y mañana hacen "no a" y a eso le denominan "alta flexibilidad" porque ese "a" y ese "no a" además de no pertenecer a la misma moneda sino a monedas diferentes, no les permite el quedársela en su bolsillo, porque esas monedas están ardiendo y amenazan con incendiar todo lo que tocan.

Muchos de ustedes creerán seguramente que critico a la Iglesia Católica. No. Se equivocan. La admiro y la respeto en lo que a sus dotes políticas y organizatorias se refieren. Lo único que lamento, lo único que me destroza el alma, es que la genialidad que demuestra en un campo le exija olvidarse -aunque ella no quiera (o no pueda) darse cuenta, del campo al que debería dedicar sus esfuerzos y su talento: el espiritual, el de la Fe.
Una Iglesia Católica Universal en el Poder, me da grandes dolores de cabeza. Sus muros son grandes, enormes y flexibles pero recuerdan demasiado a la Roma Universal. Esa Roma que soñaba imperios eternos y que construyó caminos para que perduraran lo que ella misma pensaba subsistir. Sin embargo, aquella Roma Universal cayó derrotada y exhausta por la misma razón que ahora está demoliendo a la Iglesia Católica desde sus más profundos cimientos: por la falta de Fe. Aquélla Roma Universal arengaba a sus legiones al grito de "Por el honor", lo mismo que la Iglesia Católica insta a sus fieles a actuar "Por caridad."

Pero qué es el honor sin Fe? Qué es la caridad sin Fe?

Continuaré dentro de un par de horas. Ahora necesito un café. Lo que hoy me duele no es la cabeza. Es el estómago.

La bruja ciega.