Estas vacaciones, cosas de
la casualidad más que del empeño, me he dedicado a ver una serie llamada “The
originals”. Es una serie interesante, a qué negarlo. No sólo porque seres sobrenaturales como brujas,
vampiros y hombres lobos se disputan el dominio de una ciudad, Nueva Orleans, en la que los hombres se limitan a jugar un
papel pasivo y secundario sino también, y sobre todo, porque estos seres de los submundos
viven en “familias” en las que los conflictos internos son tan violentos y
sangrientos como los que se desarrollan contra los enemigos externos. Se trata
pues, no sólo de vencer como grupo
sino de vencer en el grupo. La
primera cuestión alude a la victoria del grupo en la sociedad. La segunda,
responde a la cuestión de la preeminencia del individuo en el grupo.
En uno de los capítulos, después de una de esas batallas sangrientas en las que todos, vampiros incluidos, mueren, uno de los personajes pregunta consternado cuál es el
objetivo de la lucha, si es verdaderamente tan esencial como para que tantos mueran por él. Su interlocutor le explica que lo que pretenden conseguir es hacerse con el dominio
de la ciudad. El personaje sigue sin comprender por qué un trono requiere de tantas víctimas. Para convencerlo, al protagonista no le queda más remedio que
hacer uso, que más que un uso es un abuso, de las palabras grandilocuentes y
afirmar que combaten por el territorio y el espíritu de ese territorio.
A mí, curiosamente, me resulta más comprensible que alguien pelee y muera
por el Poder que por el Espíritu. Por el Espíritu se vive, no se muere. Uno no se bate por el Espíritu: lo busca y para ello se refugia en el silencio de la
soledad, fuera del mundanal ruido. Mucho más sorprendente me resulta,
francamente, que quien recurra al Espíritu como objetivo sea nada más y nada
menos que un vampiro. Ellos, que viven sumidos en la Nada. Que se confundan a
las brujas con magas y que se incorporen a la acción los hombres-lobo, que lo
último que desean es vivir en una ciudad y menos en una ciudad como la de Nueva
Orleans en la que parece haber de todo menos tiernos corderitos, me lleva a
pensar que a los guionistas de la serie les interesa más un estudio de la cuestión social que de los mundos sobrenaturales.
Una postura sumamente inteligente y sumamente arriesgada la que demuestran los
guionistas, lo reconozco, a la hora de plasmar la realidad en símbolos. La
lucha por el Poder dentro y fuera del grupo no cesa nunca. No hay más objetivo
final que el dominio. Ello exige la constante revisión de las alianzas, la
flexibilidad en el diálogo, la manipulación del lenguaje, la pluralidad en las
posibles interpretaciones de una frase o de un hecho. En definitiva: el
movimiento constante e incansable. Ese dinamismo no puede ser nunca propiedad
de la Razón sino de la Irracionalidad y de las emociones.
Pierden los que creen que están
luchando y muriendo por el Espíritu porque tal creencia es falsa. Están
luchando y muriendo por el lider. Pierden los que creen que el candidato a
lider se ha arrepentido de su ambición. Falso. Están ideando nuevas estrategias
para alzarse con el Poder. Pierden los que creen que el lenguaje comunica
razones. Falso. El lenguaje comunica emociones. Pierden los que creen que los
interlocutores escuchan argumentos. Falso. Escuchan sensaciones y éstan han de
ser lo más plenas posibles a fin de conseguir levantarles del cómodo sillón y
decidirles a colaborar con la causa. O, lo que es lo mismo, las palabras y los
gestos forman parte de una puesta en escena en la que “la causa” se transforma
en “mi causa” porque es “nuestra causa.”
En tales circunstancias, la familia lo es todo. Hacia fuera porque es el único modo de vencer al contrario. Hacia dentro, porque aunque se decapiten a los líderes más débiles o menos ambiciosos, los demás miembros han de permanecer unidos. En la serie la familia no es una familia ni abierta, ni plural, ni democrática y aquí descansa el fallo: en confundir "familia" con "clan". Lo que ellos denominan "familia" es en realidad un clan y las únicas luchas que se toleran son por el Poder dentro de ese clan. El resto de los componentes o se sitúan bajo la protección y defensa de un lider o de otro. A la hora de luchar contra el enemigo, hay que olvidar las diferencias y unirse, no sin antes haber zanjado la cuestión por el futuro lider, con o sin sangre y haber hecho un cócktel con términos tan altisonantes como “lealtad”, “unión”, “pertenecer a”, “nosotros”... Pierde el que cree que los vocablos coinciden con la definición del diccionario. Gana quienes los utilizan para manipular en pos de su objetivo final: la soberanía absoluta.
En tales circunstancias, la familia lo es todo. Hacia fuera porque es el único modo de vencer al contrario. Hacia dentro, porque aunque se decapiten a los líderes más débiles o menos ambiciosos, los demás miembros han de permanecer unidos. En la serie la familia no es una familia ni abierta, ni plural, ni democrática y aquí descansa el fallo: en confundir "familia" con "clan". Lo que ellos denominan "familia" es en realidad un clan y las únicas luchas que se toleran son por el Poder dentro de ese clan. El resto de los componentes o se sitúan bajo la protección y defensa de un lider o de otro. A la hora de luchar contra el enemigo, hay que olvidar las diferencias y unirse, no sin antes haber zanjado la cuestión por el futuro lider, con o sin sangre y haber hecho un cócktel con términos tan altisonantes como “lealtad”, “unión”, “pertenecer a”, “nosotros”... Pierde el que cree que los vocablos coinciden con la definición del diccionario. Gana quienes los utilizan para manipular en pos de su objetivo final: la soberanía absoluta.
De todas las series que he visto ésta, quizás, es la que mejor refleje la
situación de la sociedad actual en general y de la española en particular. ¿Nuevas
fuerzas? Nunca antes las ví tan viejas y tan caducas. ¿Nuevos valores? Flexibilidad es la clave. Siempre
cambiando y en constante movimiento. ¿La
amistad? Un instrumento más para afianzarse en la situación de ventaja y que por
tanto hay que tirar en cuanto ya no resulte útil. ¿Un nuevo Axioma Primero? La
realidad virtual. ¿Un nuevo juez? La opinión, las redes sociales.¿Una nueva
forma de sociedad? La despótica, la absolutista, la del lider único e
indiscutible que no tiene más objetivo que su propio mantenimiento. ¿Una meta
que alcanzar? El Poder, ora con la agresividad, ora con la auto compasión, pero
siempre con las emociones.
Los que todavía creen que las palabras dan cuenta de los hechos y denuncian
las actuaciones ininteligibles, los que todavía creen en la fuerza de la Razón,
los que creen en existencia de la verdad, en la obligación de la sinceridad y
de la honestidad, en la necesidad del diálogo, acabarán en el psiquiátrico a
poco que persistan en su actitud. El mundo nunca fue de la Razón, hora es
admitirlo, pero ahora nos encontramos en una fase de ensoñación de la que va a
resultar difícil salir y que es distinta de las otras fases de ensoñación en
las que ha caído la humanidad en ocasiones anteriores. El sueño místico, el sueño
del bien y del mal, el de la penitencia, el de las brujas y alquimistas, ha
sido sustituido por la realidad virtual. Una realidad virtual a la que no se
puede llamar “sueño” porque es realidad pero tampoco puede considerarse auténticamente
real en tanto que virtual.
Extraño mundo éste. La inversión de valores, incluso la absolutamente radical,
incluso ésa en la que Satán ha sustituido a Dios, entra dentro de los límites
de lo racional. Uno puede decidirse a luchar contra Dios o contra el Diablo. Uno
puede decidirse a luchar contra el Bien o contra el Mal. ¿Pero cómo se lucha
contra una realidad virtual que es real y no real al mismo tiempo? ¿Cómo se
lucha contra una realidad en la que las situaciones están en constante cambio y
en constante movimiento siendo lo que son sin ser lo que son?
Mi enhorabuena a los guionistas de la serie “The Originals” por mostrar la
sociedad tal y como es: bárbara e irracional, sin más meta que la del Poder por
el Poder y en la que los componentes de un grupo han de ser vasallos, si
quieren la paz o candidatos a lider, si quieren afirmarse como individuos y
sobresalir por encima de sus congéneres. Mi enhorabuena, sobre todo, por intentar
hacer comprensible lo que no tiene ni pies ni cabeza. No me extraña que para conseguirlo hayan
tenido que recurrir a vampiros, brujas, hombres-lobo y demás especímenes. Si
hubieran intentado quedarse en el mundo de los hombres, la trama habría tenido
que ser más compleja, más dinámica, más irracional, más sinsentido.
La bruja ciega
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