“Ah. La cuestión de los refugiados es demasiado grave como para tomarlo a
la ligera”, pienso mientras remuevo la sopa que cuece en la olla lentamente. “Meditar
sobre él me llevaría a consideraciones demasiado serias, demasiado profundas. Y
yo, al fin y al cabo, sólo soy una pobre bruja ciega a la que lo único que le
importa realmente es poder comer en paz.” Así que vuelvo a concentrar mi atención en el caldero,
que en ese preciso instante deja escapar un suspiro de vapor. “No. No es fácil
ser refugiado”, insiste mi mente. “Tampoco lo es el acogerlos. Recibir a los
extraños, a los otros, nunca lo es. Es más fácil ser turista que nómada; más
fácil ser nómada que extranjero. Los alemanes se abrieron masivamente a los de
afuera apenas quince años después de la guerra. Antes de eso, los alemanes del
Oeste ya habían tenido que acoger a los alemanes prusianos que huían de los
rusos, y a los últimos alemanes del Este que abandonaron su hogar a causa del
giro que estaba dando la situación política en esa zona. Después de ellos vinieron los
Gastarbeiter turcos, griegos, italianos, españoles, portugueses y un poco más
tarde, los rusos y yugoslavos. En los años noventa, cuando España acababa de hacer su
entrada de pleno derecho en la gran familia europea y por ese motivo se consideraba más moderna,
más civilizada y finalmente acoplada al progreso que durante tantas décadas
había perseguido en vano, más de un estudiante alemán ladeaba la cabeza de un
lado a otra compungido al tiempo que murmuraba: “somos muchos, somos demasiados.”
Y una amiga colombiana sonreía comprensiva mientras me explicaba: “A tu llegada
son muy amables. Si les dices que te vas a quedar tres meses te cuidan con
esmero. Pero al cabo de dos años empiezan a preguntarte qué cuándo te vas.”
Los españoles ni teníamos ni tenemos experiencia en recibir a extranjeros; recibir al del pueblo de al lado ya representa bastante esfuerzo. Las aventuras de un catalán en Madrid son únicamente comparables a las de un madrileño en Barcelona, dicen los catalanes y atestiguan los madrileños, cada cual por la parte que les corresponde. Los españoles sólo sabemos lo que significa atender a los turistas y ésos llegan, piden, pagan y se van. A lo sumo, antes de pagarse e irse, protestan. Pero los alemanes son buenos anfitriones y el turista se queda un poco más, hasta que decide instalarse para el resto de su vida. Sobre todo porque en Alemania, y aunque otra sea la fama, uno – después de haber aprendido que lo que dice su vecino alemán no tiene nada que ver con las normas alemanas de comportamiento, porque la única regla que rige en Alemania es hacer lo que a uno le salga de las narices con tal de que eso no moleste al vecino que nunca protesta porque el vecino que siempre protesta es irrelevante, con tal de que se le deje protestar sin contradecirle porque cuando se contradice al vecino que siempre protesta eso equivale a una declaración de guerra – puede, como ya digo, comportarse como su real gana le dicte porque lo importante no es "su real gana" sino "comportarse"" y este "comportarse" es sinónimo de actuar, y este actuar significa lo contrario de estar parado, deprimido, inerte, inamovible, o como se quiera llamar. Uno puede caminar en línea recta, circular o elíptica con tal de que camine. Si no fuera porque hablar no es precisamente lo más determinante, sino que lo determinante es el caminar, podría denominarse a Alemania “el país paripatético”, o algo así.
Los españoles ni teníamos ni tenemos experiencia en recibir a extranjeros; recibir al del pueblo de al lado ya representa bastante esfuerzo. Las aventuras de un catalán en Madrid son únicamente comparables a las de un madrileño en Barcelona, dicen los catalanes y atestiguan los madrileños, cada cual por la parte que les corresponde. Los españoles sólo sabemos lo que significa atender a los turistas y ésos llegan, piden, pagan y se van. A lo sumo, antes de pagarse e irse, protestan. Pero los alemanes son buenos anfitriones y el turista se queda un poco más, hasta que decide instalarse para el resto de su vida. Sobre todo porque en Alemania, y aunque otra sea la fama, uno – después de haber aprendido que lo que dice su vecino alemán no tiene nada que ver con las normas alemanas de comportamiento, porque la única regla que rige en Alemania es hacer lo que a uno le salga de las narices con tal de que eso no moleste al vecino que nunca protesta porque el vecino que siempre protesta es irrelevante, con tal de que se le deje protestar sin contradecirle porque cuando se contradice al vecino que siempre protesta eso equivale a una declaración de guerra – puede, como ya digo, comportarse como su real gana le dicte porque lo importante no es "su real gana" sino "comportarse"" y este "comportarse" es sinónimo de actuar, y este actuar significa lo contrario de estar parado, deprimido, inerte, inamovible, o como se quiera llamar. Uno puede caminar en línea recta, circular o elíptica con tal de que camine. Si no fuera porque hablar no es precisamente lo más determinante, sino que lo determinante es el caminar, podría denominarse a Alemania “el país paripatético”, o algo así.
Vuelvo a remover la sopa. La pruebo: “Quince minutos y estará lista”,
dictamino con aire satisfecho y tapo la olla. "Pero con tantos recién llegados, no sé qué van
a hacer los alemanes.... Todos esos hombres y mujeres normales que ya en los años
noventa, gemían ese “somos demasiados”, han tenido
que asistir desconsolados al hecho de que se les alertaba del envejecimiento de
la población y de la escasez de manos de obra. Ellos, que veían a “demasiados”,
se veían obligados a procrear nuevos ciudadanos o a dejar entrar nuevos emigrantes.
Aquéllos estudiantes tienen ahora cincuenta años, tienen hijos, han sufrido y
están sufriendo la remodelación y reestructuración de la industria del coche, de los grandes
centros comerciales, de los bancos; han visto cómo sus empresas quebraban o
eran trasladadas a otros países, cómo peligraban sus puestos de trabajo, cómo proliferaban
los emprendedores llanero solitario, cómo se multiplicaban los pisos
compartidos para jóvenes y para viejos... y ahora, han de hacer frente a la
esquizofrenia que representa el hecho de que por un lado exista una crisis económica de tal
embergadura que está consiguiendo descomponer y socavar a Europa y la amenaza de que terrorismo
musulmán puede golpear en cualquier sitio y en cualquier lugar, mientras que por otro parece que Alemania –sólo
Alemania- permanezca inmune a la crisis, impertérrita ante el terrorismo y dispuesta además a facilitar una rápida y eficaz integración a los
refugiados, a pesar de los sonoros fracasos que ha experimentado con la población turca.
Aquéllos estudiantes que hace décadas farfullaban “somos demasiados”, son
hoy los que con Pegida o sin Pegida, con Afd o sin Afd, hoy repiten “esto es
insostenible”. Y hablo de estudiantes, o sea de chicos y chicas con una sólida formación
intelectual. Imagínense ustedes el resto de la población. Esos que callan y
miran desconfiados en cuanto ven entrar a un forastero en su Kneipe, aunque el forastero
sea alemán y viva en la calle de enfrente. Ése
no pertenece allí. Ese ése o se ha
equivocado de puerta o quiere camorra. Si se ha equivocado de puerta, se le
muestra cortéstemente la salida y se le facilita la información necesaria para que encuentre la entrada correcta. Si no, follón. Pero hete aquí que sólo las
brujas ciegas vemos lo que para el resto pasa desapercibido. Sólo nosotras, las
brujas ciegas vemos las miradas de reojo, los comentarios entrecortados que no se
sabe si sirven para clarificar o para acordar la próxima jugada. Sólo nosotras
sabemos de esos ciudadanos que llevan ya no se sabe ni cuánto tiempo repitiendo
una y otra vez “somos muchos, somos muchos.”
“Es una cuestión de encauzamiento.” – concluyo.
“Una cuestión ¿de qué?” – oigo preguntar a la olla que abre y cierra su
boca haciendo un ruido metálico.
“De encauzamiento”, repito sonriendo. Uno puede querer construir un túnel,
pero a no ser que pretenda que la pólvora le estalle en pleno rostro, ha de saber encauzarla, dirigirla. En este momento la pólvora está que arde y el simple aleteo de una
mariposa puede, en efecto, encender la mecha y hacerla explotar. En estos
momentos el Afd y el CSU se disputan la posesión y encauzamiento de la
pólvora. La diferencia entre ambas fracciones es la finalidad del túnel.
Digamos que mientras que el Afd es, por decirlo de alguna manera, el flautista de
Hamelin, el CSU encarna el espíritu de “Santiago y Cierra Europa”. Los unos
quieren la dinamita para echar a todos los forasteros del Kneipe, aunque sea a
costa de destrozar el Kneipe y el otro utiliza la dinamita para sellar la
puerta del Kneipe con el cártel de “Geschlossene
Gesellschaft”; esto es: "Reunión Privada. a puertas cerradas". Por su parte, el CDU, que
no entiende de Kneipes, prefiere organizar un brillante espectáculo de fuegos artificiales para conjurar el peligro que toda pólvora representa. Un par de camiones de bomberos y un par de ambulancias para cuidar de la seguridad y a disfrutar del estrépito toca.
Sin embargo hay algo más, algo en lo que los hombres esotéricos de este mundo, todavía no han reparado. Tal vez porque el esoterismo hoy en día se concentra en el mundo dimensional, en los extraterrestres y en los planes astrales pero no en el esoterismo tradicional.
Sin embargo hay algo más, algo en lo que los hombres esotéricos de este mundo, todavía no han reparado. Tal vez porque el esoterismo hoy en día se concentra en el mundo dimensional, en los extraterrestres y en los planes astrales pero no en el esoterismo tradicional.
“Je, je”, ríe la
olla, cómplice de mis pensamientos.
« Je, je »,
río yo.
Y las dos reímos y reímos y reímos, hasta el punto de que la olla no puede
evitar que se le salgan lágrimas de sopa, de la risa. Y es que para cualquier
hombre esotérico tradicional que se precie, resulta sumamente lógico, sin duda, que la figura más importante del Afd, ese partido que desea que todos
los extranjeros se larguen de una vez por todas, sea una doctora en Química; al tiempo que la persona más importante del CDU, esa mujer que quiere puertas abiertas y paso
libre, sea una doctora en Física.
Y es que, desde los tiempos más remotos, para el hombre esotérico tradicional, la Química ha sido la ciencia del diablo y la Física, la ciencia de Dios.
Que las dos mujeres sean cristianas luteranas ni austa a Lutero, ni asombra al hombre esotérico. Para Lutero, el hombre es un caballo y Dios y el Diablo son los jinetes que se lo disputan. Para el hombre esotérico “Donde está Dios, está el Diablo.” Ni siquiera para el filósofo representa un problema. Se trata de la dialéctica de los contrarios, de la tesis y la antítesis de la cual hay que esperar que surja una síntesis....
En fin: seguimos estando, como ya dije hace tiempo, bajo las siete esferas.
Que las dos mujeres sean cristianas luteranas ni austa a Lutero, ni asombra al hombre esotérico. Para Lutero, el hombre es un caballo y Dios y el Diablo son los jinetes que se lo disputan. Para el hombre esotérico “Donde está Dios, está el Diablo.” Ni siquiera para el filósofo representa un problema. Se trata de la dialéctica de los contrarios, de la tesis y la antítesis de la cual hay que esperar que surja una síntesis....
En fin: seguimos estando, como ya dije hace tiempo, bajo las siete esferas.
Mi sopa está lista.
“Qué bien huele”, le digo a la olla.
Un alegre burbujear me responde contento.
Empiezo a comer. Una preocupación me mantiene ocupada. De un tiempo a esta parte he notado que mis pensamientos son cada
vez más independientes de mi voluntad. En realidad hoy me había propuesto
hablar del Dalai Lama... No sé cómo voy a conseguir encauzarlos... Seguramente terminarán explotando en medio de un gran alboroto de ruido y luces de colores. Es lo que tiene la belleza de los fuegos artificiales: Mucho ruido y pocas nueces...
Hamlet deshoja margaritas en un rincón.
Hamlet deshoja margaritas en un rincón.
La bruja ciega.
Nota de advertencia para los que no lo hayan advertido. No estoy en absoluto de acuerdo con las tesis del Afd. Me parecen sencillamente escandalosas. Sin embargo, se equivoca quien considera que identifico a su máximo representante con el Diablo por la sencilla razón que ello me obligaría a tener que aceptar que Merkel es Dios, cosa a lo que, por razones teológicas y de sentido común, tampoco estoy dispuesta a hacer.
Sonrían por favor.
De un tiempo a esta parte los pensamientos además de andar un poco revueltos, se han aliado con mi sentido del humor, siempre tan surrealista, o lo que es lo mismo, siempre tan "tragicómicopropiotrágicoindividualabsurdotrágicopersonal."
Nota de advertencia para los que no lo hayan advertido. No estoy en absoluto de acuerdo con las tesis del Afd. Me parecen sencillamente escandalosas. Sin embargo, se equivoca quien considera que identifico a su máximo representante con el Diablo por la sencilla razón que ello me obligaría a tener que aceptar que Merkel es Dios, cosa a lo que, por razones teológicas y de sentido común, tampoco estoy dispuesta a hacer.
Sonrían por favor.
De un tiempo a esta parte los pensamientos además de andar un poco revueltos, se han aliado con mi sentido del humor, siempre tan surrealista, o lo que es lo mismo, siempre tan "tragicómicopropiotrágicoindividualabsurdotrágicopersonal."
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