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Monday, February 27, 2017

Encerrados en una matrix

Cómo demostrar una verdad, me pregunto desconsolada. En el caso de que no existan pruebas, se trata de una cuestión de palabra contra palabra y suele ganar aquél que más apoyo social recibe, poco importan los motivos: edad, amigos, respetabilidad, prejuicios, simpatía... El sincero interés por descubrir la auténtica verdad ha sido sustituido por la obligación de alcanzar un resultado velozmente eficaz, por el deseo de atrapar rápidamente al culpable, a ser posible en un par de horas, que es lo que viene a durar una película de las llamadas de detectives, o a lo más, en el tiempo que uno necesita para empezar y acabar de leer una novela policiaca. Esa exigencia de determinar la identidad del reo lo antes posible y tan contundentemente que no quepa la menor duda que se trata del verdadero culpable ha llegado a ser tan imperiosa que muchos se empeñan en repetir y creer una mentira por más que existan claras y evidentes pruebas de todo lo contrario, incluso en el caso de que existan videos que demuestren que se trate de una equivocación. El video dice una cosa y el discurso otra completamente diferente.

Eso por ejemplo es lo que me ha golpeado hoy, a primera hora de la mañana en los periódicos. Titulares del tipo “Warren Beatty ponte las gafas” o “Warren Beatty se equivoca al leer la película ganadora de los Oscar” son los que ocupan todas las portadas de los periódicos digitales. Confieso que ignoro el motivo, sobre si se tiene en cuenta que junto a la noticia incorporan el video; video en el que el lector puede comprobar claramente que no es Warren Beatty el que comete el garrafal fallo sino Faye Dunaway, y del mismo modo tampoco nadie se pregunta si realmente lo leyeron mal o es que fueron víctimas de una  previa falsa información, de una broma de mal gusto,  o algo así. Por no haber no hay ni siquiera una teoría de la conspiración al estilo de "Hollywood dividido a la hora de conceder el máximo premio", o cosas por el estilo. Nada. A mediodía me entero por la prensa alemana de que Warren Beatty tenía el sobre equivocado en la mano. En vez de la película ganadora, que es para lo que le habían contratado, a Warren Beatty le habían confiado el nombre de la mejor actriz. Imaginen la sorpresa:  están allí para dar una noticia y les pasan un sobre con otra sin ni siquiera haberlo avisado. El misterio sigue.

En fin, sea como fuere, lo interesante es el hecho de que los titulares no coinciden con el contenido del video y eso –lamentablemente- da mucho que pensar. Demasiado.

Uno piensa que la cultura no sirve para nada, que la filosofía no sirve para nada, que las largas horas de estudio traduciendo latín no sirven para nada.

Falso. Sirven para pensar. Y el pensamiento no es sólo que ocupe espacio – como algunos dicen que ocupa el saber y por eso lo quieren cada vez más comprimido, hasta que de él ya no queda más que una frase slogan y a veces ni eso; a veces simplemente el rastro de que estuvo pero ya no está – es que requiere de tiempo y de paciencia,  primero y  de diálogo y de discusión, después - poco importa si con el contenido del libro que se está leyendo o en reunión con otros libros, o con lo que uno mismo sabía hasta ese momento, o con otros. El saber requiere horas, días, semanas, años, siglos. El saber trasciende nuestras posibilidades y nos arrastra con él.

Pero hoy se exige la velocidad, la eficacia y el multitasking. No hay tiempo ni para el saber ni para la reflexión. La verdad es un discurso, una narrativa, apoyado no por pruebas sino por testigos y testimonios; en realidad lo único que hace falta para demostrarla son aliados y para encontrar a estos nada más inteligente que la sugestión. 

Sugestión... 

Bella y terrible palabra al mismo tiempo. La sugestión supera a la manipulación porque mientras la manipulación se basa en medios materiales: chantaje, colores, música, palabras, la sugestión consigue que el individuo caiga en una especie de “falsa” hipnosis, de modo y manera que está absolutamente convencido de estar en la verdad, de haber llegado a ella, de conocer realmente la realidad, hasta un punto en que la realidad es negada y transformada. Pero hay algo más: la sugestión es contagiosa. El individuo es capaz de convencer a los que le rodean de que esa verdad es la auténtica verdad. Si las pruebas en contra son irreales imagínense ustedes cuando no existe más que “palabra contra palabra”.

Ustedes creen que la sugestión no existe; ustedes piensan que es una forma ( e incluso una sub-forma) de manipulación. No. Un mensaje subliminar es un modo de manipulación, pero cuando el mensaje subliminar deja de ser  subliminar eso es ya sugestión. La manipulación no ignora la realidad y justo porque no la ignora sigue estando anclada en ella. El hombre que manipula es consciente de que está utilizando un medio para conseguir llegar a un fin; el hombre que manipula sabe que miente. El hombre sugestionado, y por sugestionado sugestiona, vive en otra realidad y moriría antes de admitir que esa realidad es inexistente sencillamente porque él la vive como auténtica y verdaderamente real. El hombre sugestionado que sugestiona vive en una matrix. La cuestión es averiguar cuántos viven en una matrix. Si uno lee “Brujas de Salem” de Arthur Miller no tardará en comprender que el contagio se convierte en una epidemia que difícilmente puede contenerse y por tanto es altamente probable que no tarde en expander por un pueblo, por una comarca, por una región, por un continente.

Los manipulación la dominan los poderosos a fin de conservar el mundo en el que sus vidas se desarrollan y de mantener la posición que ocupan; la sugestión, en cambio, los que destruyen el mundo real en el que habitan para construir uno nuevo en el que ellos sean los dominadores. La manipulación es demagógica, la sugestión es destructora de la realidad pero creadora de mundos. 
Las teorías de la conspiración son manipuladoras; la realidad virtual, en cambio, se basa en el poder de la sugestión.

Tiempo de crisis y tiempo de transformaciones. No quisiera vivir en una matrix. Prefiero la soledad del bosque. Qué contradicción: la soledad del bosque. El bosque nunca es solitario. Pero es algo que se dice y se repite y se admite, hasta que todos lo creen. No quisiera vivir en una matrix pero los golpes que en este momento recibo me llegan justamente de una matrix, que no contenta en crear su propio mundo intenta crear y darme una nueva personalidad y a mí no se me ocurre otra cosa que huir al tiempo que grito, por más que sé que mi grito más que un grito es un cada vez más imperceptible eco lo que ya otro antes que yo gritó: "No soy Stiller", dijo Fischer. "No soy la bruja ciega", digo yo. Pero hablar a los habitantes de una matrix no sirve de mucho. Y así, al final, no queda otro recurso que el alejamiento. Alejamiento o alienación. Más no hay. Si les dices "no soy Stiller", creen que estás loco; enfrentarse a la matrix implica aceptar que el mundo de la matrix es real, tanto si se acepta la personalidad que le confieren al individuo como si éste se decide a luchar contra esa nueva personalidad que le han otorgado para demostrar que es falso. Loco, sumiso o rebelde. Cuando uno decide quedarse junto a la matrix no hay más posibilidades. Lo vio Fischer y lo vio Dürrenmatt en su obra de teatro "la avería". Una vez que se ha caido en las redes de la matrix el individuo o se suicida o sale pero salir de la matrix significa, en la obra de Dürrenmatt, expandir la matrix, querer ser y hacer lo que la matrix es y hace. Yo intento no ser tan pesimista como Dürrenmatt y todavía creo que es posible la huida a tiempo.  En "La avería",por ejemplo, no después del juicio, no después de haber caido en las redes de la matrix, sino antes: justo cuando se le comunica al viajante que va a ser sometido a un juicio. Ese es el instante en el que uno debe escapar lo antes y más rápidamente posible, sin atender a más.

Vivimos en una matrix y la única manera de la que podemos salir es rompiendo el velo siendo conscientes de que es justamente un velo el que hay que romper y un velo el que estamos rompiendo. Cómo se destruye esa cortina que nos mantiene presos es la cuestión. Y sólo existe una respuesta: el conocimiento. No. No es Dios el que nos puede salvar esta vez. Tampoco es esa su tarea. No es Dios quien nos ha aprisionado y por tanto no es Dios el que debe liberarnos. Todos aquellos que llaman a gritos a Dios, lo llaman en vano. No es el retorno a la tradición medieval el que puede rescatarnos; es el conocimiento, el deseo generalizado de aprender, de sumergirnos en la cultura, el esfuerzo de desempolvar los clásicos y dialogar con ellos, lo único que en estos momentos puede realmente salvarnos.

Suponiendo, claro, que queramos salvarnos.

De momento Europa parece concentrarse en la salvación de Francia de una forma bastante curiosa: anunciando la victoria de LePen unos y el problema que supone el centrismo de Macron, otros.

Centrismo... extraña palabra.

Se utiliza el término Centrismo peyorativamente, para manipular, para intentar explicar que el centrismo no es una verdadera ideología puesto que no es ni de derechas ni de izquierdas aun teniendo componentes de derechas y de izquierdas y que por tanto termina siendo una amalgama insuficiente e incoherente. A grandes líneas es en esto en lo que consiste la crítica que se hace al centrismo en general, especialmente al de Macron.

Bien. Seamos claros: la dicotomía derecha/izquierda, igual que la dicotomía Estados Unidos/Rusia, ha sido superada. Por más que los nostálgicos de las peleas entre nobles y burgueses, entre burgueses y proletarios, entre Unos y Otros, reclamen y reivindiquen su existencia, lo cierto es que tales confrontaciones pertenecen al pasado y a lo que asistimos hoy en día no es más que al intento desesperado de algunos para –sirviendo a sus intereses- inflamar llamas que hasta hace poco se elevaban hasta los cielos pero de las que hoy en día únicamente queda el olor.

Lo cierto es que los problemas a los que la sociedad contemporánea son tan complejos, complejos en un doble sentido: difíciles y globales, que apelar a esa eterna cantinela occidental “derechas” e “izquierdas” resulta obsoleto e insuficiente. Los primeros en darse cuenta fueron los pragmáticos alemanes. De repente asistían asombrados a la implantación por el partido conservador en el poder de políticas tradicionalmente consideradas “socialdemocrátas”: ayudas a madres trabajadoras, apertura de un mayor número de Kindergarten (habida cuenta de la actual lucha lingüística entre “guardería”, “escuela infantil” y “jardín de infancia”, éste es el mejor vocablo que he encontrado)  a edades anteriores a las de los tres años y con horarios flexibles, escuelas con actividades extraescolares en la misma escuela y en las que los chicos cuyos padres trabajan pueden hacer sus deberes, posibilidad de que el padre se quede en casa cuidando a los bebés...

La explicación era sencilla: la realidad y los problemas reales importaban más que esa separación entre derechas  e izquierdas. Hasta cierto punto el centrismo es lo que ha estado imperando en la política europea en este instante, porque el centrismo representa el deseo serio y real de solventar problemas serios y reales.

¿Cuál es la alternativa al centrismo europeo?

Y sobre todo ¿cuál es la alternativa al centrismo francés?

Como digo, la disolución de las diferencias entre derechas e izquierdas es un hecho por más que algunos se empeñen en vivir en una matrix y expandirla con más o menos rapidez. La lucha entre derechas e izquierdas está finiquitada, igual que lo está – lo niegue quien lo niegue- la guerra fria entre Estados Unidos y Rusia.

La difuminación entre derechas e izquierdas es auténticamente real y lo es porque hoy en día los problemas no pueden ser solucionados desde ninguna ideología, desde ninguna dicotomía. Los problemas aceptan distintas consideraciones, distintas perspectivas, distintos razonamientos, pero no ideologías que dividen y encierran a la sociedad en compartimentos estancos. ¿Una prueba? La llamada “izquierda caviar”, que ha superado lo que un día se dio en llamar "la beatiful people". Eso que es una contradicción en sus términos es un hecho real; tan real como el que alguien multimillonario como Bill Gates se preocupe real y sinceramente por la situación mundial. Puede ser que muchos prefieran la imagen de un Bill Gates navegando ocioso en un yate en vez de verlo comprometido con causas que a mí personalmente me parecen sumamente importantes e imperiosas, como por ejemplo, la que se refiere a la construcción de sanitarios en lugares pobres y perdidos de este mundo por más que a otros les parezca asunto baladí; puede ser que muchos preferirían verlo perdiendo el tiempo de sarao en sarao, pero lo cierto es que Gates es un millonario comprometido con los asuntos sociales sin que ello signifique una renuncia a su fortuna, igual que la izquierda caviar disfruta de los placeres de la vida sin que esto determina un abandono de sus ideales. 

A lo que me refiero con todo esto es a que la oposición “Derecha” e “Izquierda” ha quedado empalidecida por el tiempo y ya no sirve.

Otro antagonismo dual mucho más violento, mucho más peligroso, es el que en estos momentos está llamando a las puertas no sólo de Europa, no sólo de Occidente, sino del mundo en su totalidad.

El centrismo, a un lado.

Al otro, el fascismo.


La bruja ciega.


Sunday, February 26, 2017

Fallos en la lógica

A veces uno se cansa de escribir. Se cansa porque tiene la impresión de que diga lo que diga nada va a cambiar. Ni él mismo. Ese fue el tema que nos mantuvo ocupados ayer a Carlota, a Jorge y a mí: el de por qué se escribe. Carlota ama sus diarios tanto como Jorge sus escritos jurídicos; en la una es necesidad sentimental, en el otro es devoción cívica y espiritual a los asuntos importantes. En cuanto a mí...creo que hay dos tipos de personas que escriben de los asuntos mundanos, que es al fin y al cabo de lo que yo escribo: aquellos para los que componer una frase medianamente inteligible para la audiencia les resulta una tarea sumamente embarazosa porque sencillamente no se les ocurre nada que decir y no se les ocurre nada porque la presión que sienten al estar obligados a decir algo interesante y genial les bloquea no sólo el pensamiento sino incluso la dicción y no aciertan más que a proferir un “eh...”, “uh...” para desconcierto de sus oyentes. Ese tipo de escritores necesitan del silencio de la estancia y del transcurso del tiempo en soledad para expresar con claridad y nitidez sus ideas. Sin embargo hay otra clase completamente distinta de la anterior. Esa a la que yo pertenezco. Nosotros hablamos tanto como escribimos por la sencilla razón de que hablar y pensar constituyen la misma actividad: hablamos mientras pensamos, pensamos mientras hablamos. Pueden ustedes imaginar que encontrar personas dispuestas a atender nuestros argumentos desde el principio hasta el final, incluyendo paréntesis, ejemplos y diversificaciones varias, es prácticamente imposible; ello exige una paciencia notoria, amén de mucho tiempo libre. Así que no nos queda más remedio que escribir a la velocidad del pensamiento si queremos seguir “vivos”. Tal vez esta fue la razón por la que Carlota me obligó a prometerle que escribiría trescientos sesenta y cinco artículos: para impedir que yo muriese de un empacho de ideas sin tener que soportar ella mis interminables consideraciones...

A la primera clase de autores pertenece Houellebecq; a la segunda, Oscar Wilde.

Pero en realidad no es de esto de lo que yo quería hablar. En lo que he estado pensando desde ayer es en la cantidad de razonamientos y argumentos ilógicos que se publican sin considerarlas contradicciones; más bien todo lo contrario: considerándolas razonables y dignas de consideración.
Uno de ellas, por ejemplo, tiene que ver con la señora de sesenta y cuatro años a la que su familia, - es decir, sus hermanos y hermanas, - le quieren quitar – nuevamente- la custodia de sus hijas recién nacidas con la afirmación de que no está en condiciones de ser una buena madre. Y yo me pregunto, sólo me pregunto: no está en condiciones de ser una buena madre ¿pero estaba en situación de ser una buena hija y de ocuparse de su propia madre enferma y vieja? ¿No es más difícil ocuparse de una persona mayor que de un bebé, sobre todo teniendo en cuenta que la persona mayor pesa más, sus defecaciones huelen peor y cada vez tiene más achaques mientras que el bebé coge fuerza constantemente? Se ha pasado de repetir hasta la saciedad que los niños lo aguantan todo: divorcios de los padres, mudanzas, cambios de ciudad... a sentenciar que no soportan ni siquiera ir sucios cuando vienen del parque o cuando acaban de jugar con la tierra del jardín. Que le pregunten a Tom Sawyer si le importaba mucho o poco ir sucio. Pero claro esos eran otros tiempos... En fin, la señora –dicen los buenos hermanos de la señora- no está en situación de ocuparse de sus propios hijos pero curiosamente sí podía atender a su propia madre. ¿Alguien puede explicarme cómo es esto posible? Si está mal de la cabeza ahora, también lo estaría entonces. Vamos, digo yo.

Todavía estoy esperando a que algún periódico se haga esta pregunta.

Hay más asuntos sin lógica. Detienen al yerno de una mujer asesinada. De repente y por obra de gracia y de los medios de comunicación, la mujer fuerte y dura dueña de una empresa, que quiere ceder todo el poder a su único hijo, se convierte en una dulce y tierna abuelita vilipendiada por los sms de sus nietos. ¿Quiere alguien decirme qué tiene que ver en este asunto la relación sentimental entre abuela y nietos? Esos nietos, se dice, habían crecido en el odio hacia su abuela. Y digo yo: no habría tanto odio cuando estaban todos juntos en whatsapp. Cosa que, francamente, a mí –y digan lo que digan los sacrosantos medios de comunicación – sí me parece digna de elogio porque es bien sabido que hoy en día los padres tienen grandes y enormes problemas a la hora de comunicarse con sus hijos. O bien tienen el móvil desconectado, o no tienen batería, o se lo han dejado olvidado Dios sabe dónde... y cuando llegan a casa entre el ordenador, la televisión y la videoconsola, el diálogo se limita a un par de frases sueltas. Con un panorama como éste que los nietos mantengan las relaciones que los sacrosantos medios exigen que se mantengan con los abuelos, me parece un milagro mayor que los de Lourdes y Fátima.

Pero es que aún hay más. El yerno, el presunto asesino de su suegra, en pleno funeral se dedica a criticarla. A decir que había perdido el juicio y qué se yo qué más. ¿Y esto es prueba evidente de que es un asesino? ¿Un indicio? Si acaso un indicio de la necedad del yerno, pero no de su naturaleza criminal. Vamos, vamos. Un hombre que mata a otro no se dedica a criticarlo en pleno entierro. Más bien al contrario: es el que más llora. Yo conozco a madres que en privado abofetean psicológicamente a sus hijas y en público no paran de repetir aquello de “mi niña, mi niña, cuánto te necesitamos todos”. Y díganme ¿cómo demuestra la hija el acoso del que está siendo víctima? A los primeros a los que recurre es a los familiares más próximos y estos o bien le contestan que algo habrá hecho mal, o le aconsejan caridad y comprensión o bien le dicen que ellos no conocen esa faceta de la acosadora, que son cosas que han pasado hace muchos tiempo o que el conocimiento está sobrevalorado. En cualquier caso, suerte tendrá si no le llegan con aquello de “son imaginaciones tuyas”. Quiero decir con esto que el verdadero criminal no sólo no acepta su culpa sino que mucho menos critica al muerto que acaba de asesinar.

Pero esta pregunta tampoco la veo expuesta en ningún lado.

El tercer tema carente de lógica es esa identificación de la espiritualidad con la comida. De repente ser vegano o ser vegetariano no tiene únicamente que ver con la salud corporal sino que es un modo de conexión metafísica con el universo. Y sí, ya sé que “mens sana in corpore sano”, pero en esa frase lo importante no es tanto el cuerpo sino la mente. La mente puede ser vigorosa cuando el cuerpo lo es; el cuidado del cuerpo está pues justificado en tanto que ello permite intensificar la fuerza de la mente. El problema hoy en día es que se está dando una relevancia exagerada al cuerpo, hasta el punto de que es imposible cultivar las facultades del alma. Las atenciones que se dedican al cuerpo –tanto en su dimensión exterior como orgánica- ocupan las veinticuatro horas del día, de modo y manera que apenas queda tiempo para cualquier asunto relacionado con la espiritualidad. Esta, hoy en día, se encuentra indefectiblemente unida al cuerpo de modo que podemos hablar de una espiritualidad material. La espiritualidad se centra en la comida y en el yoga. La meditación, vuelvo a repetir, para unos es sinónimo de descanso, para otros elucubración, y para otros maquinación. La reflexión es reflexión sobre la situación del individuo en relación a los aspectos mundanos que le rodean, no respecto a Dios, el Universo y él; sobre todo porque cuando en alguna ocasión lo intenta, observa con espanto que no sabe de Dios más que las tres ideas infantiles que aprendió de niño y en lo que al Universo se refiere, ha aprendido más por los videos pseudo-científicos de youtube que por él mismo. En vez de leer a Pico della Mirandola, Ficino y Giordano Bruno, por poner un ejemplo, se dedican a visionar teorías rocambolescas y esperpénticas acomodadas a los gustos de la nueva incultura que cree poder hablar de todo sin saber de nada o peor aun: esos que sabiendo lo mucho que saben, se dedican a hablar de tonterías para sanear sus cuentas bancarias.

En fin...

Ayer conversé tanto con mis amigos, que hoy no me quedan muchos asuntos sobre los que pensar-hablar.

Es Domingo y está nublado.

Un perfecto día para caminar un par de horas.

Seguramente ustedes esperaban algo del caso Noos, de las tarjetas Black y todos esos asuntos.

Ni lo sueñen.

En primer lugar no soy jurista; en segundo lugar no conozco los hechos ni he leido el sumario; en tercer lugar comprendo perfectamente que la infanta Cristina no tuviera ni idea de los asuntos empresariales a pesar de que firmara dónde le dijeran que firmara. Lo comprendo porque conozco el caso de Carlota y de su marido. En cuarto lugar, no dudo que uno utilizara de su nombre y apellido pero tampoco dudo de que el mundo empresarial, sea el de los negocios o el de la moda, es una red de relaciones. Y en quinto lugar, a la vista de cómo está el panorama en la sociedad española me parece injusto que Fuenteovejuna arremeta contra unos en vez de entonar el mea culpa por su eterna letanía “si no lo haces tú, otro lo hará”. Fuenteovejuna somos todos a las duras y a las maduras, pero no para las maduras sí y para las duras, no.

Y por último, estoy cansada, literalmente cansada, de que en España se haya abolido a Dios como supremo Guía y Juez para darle el supremo mando a la Justicia de los Tribunales. Hace un par de días leí como un articulista se preguntaba cómo era posible que nadie hubiera acudido a los tribunales penales por el modo en que se calificaba a los niños pequeños cuando los adultos se dirigían a ellos: monstruos, enanos, renacuajos... y se preguntaba cuánto tiempo se tardaría en hacerlo. El articulista pretendía ser gracioso. A mí el corazón me dio un vuelco. ¿A la justicia hay que acudir? ¿También en este caso? ¿No sería mucho más sensato que la sociedad comprendiera que tales calificativos atentan contra la integridad de la persona, que no son “cosas que se dicen”, como muchos justifican el tema, que no son “bromas”, como aseguran otros, sino que son realmente insultos? ¿No sería mucho más adecuado que fuera la propia sociedad la que tomara conciencia de la importancia que tiene educar a los niños en las formas y en el respeto, en vez de en la violencia aunque sea oral? Pero el problema es que las formas y el respeto en España son vistas como muestras de la dinámica: poder-sumisión. Los adultos no tienen obligación de ser respetuosos ni con los infantes ni con los adultos inferiores a ellos –o que ellos consideran inferiores a ellos. Los infantitos y los inferiores han de mostrar sumisión y respeto a los adultos y a los superiores.

Hace poco también leí que un juez se preguntaba cómo era posible educar a un niño sin un cachete. Por esa regla de tres, me dije, habría que preguntar entonces cómo es posible educar a una madre sin darle un cachete. Soy consciente de que esta pregunta causará grandes escándalos y revueltas. Pero díganme ¿a dónde creen ustedes si no que conducen argumentos y razonamientos como el del juez llevados hasta sus últimas consecuencias lógicas?

Me voy a pasear.

Un día nublado es para una bruja ciega un precioso día de sol.

Ah... Estas contradicciones de la lógica.


La bruja ciega. 

Friday, February 17, 2017

Una bruja encolerizada

No tengo palabras para expresar la ira que me invade al pensar en todos esos arrogantes, soberbios, engreidos, que se autoproclaman jueces del bien y del mal. No las tengo ahora y no las he tenido jamás. Estoy tan enfadada que a duras penas puedo escribir. Debería calmarme, primero y redactar, después. Pero no quiero. No quiero. No me da la gana. No me da la real gana: esa real gana que es mia y solo mía.

Primero leo que alguien acaba de publicar un libro en el que se asegura que las elecciones llevan a la pérdida de la democracia. Los ejemplos que se ofrecen son los del Brexit y la victoria de Trump. ¿Quiere eso decir que cuando los escoceses votaron “no” a la independencia estaban destruyendo la democracia? ¿O quiere decir más bien que las elecciones socavan la democracia solo y solo si no se logran los resultados que unos cuantos esperaban obtener? ¿Quiere decirse que sólo es democrático lo que un grupo de poder califica de democrático y antidemocrático todo lo demás? ¿Inculturizar al pueblo es democrático? Qué es inculturizar al pueblo ¿sumergirlo en teorías de la conspiración o hundirlo en la realidad virtual, que de tan virtual que es consigue incluso crear mundos? ¿Qué significa inculturizar al pueblo? ¿Educarlo en la idea de que el dinero es lo único importante, que o machaca o se es machacado, que el mundo se divide, en víctimas y verdugos o, como he oido recientemente, en víctimas y supervivientes? ¿Eso es democrático? ¿Es democrático decidir unilateralmente lo que es democrático y lo que no?
Ultimamente la democracia parece el juego que los indecisos practican cuando no saben muy bien qué hacer: lanza nuna moneda al aire y dejan que el azar decida, pero al mismo tiempo pretenden que el azar se decante por la misma opción que ellos en el fondo prefieren. Así que primero lanzan la moneda al aire y si no sale el resultado esperado, la vuelven a lanzar otra vez, y otra y otra y otra, hasta que finalmente la moneda muestra aquello que ellos querían que mostrara.

Y a eso, seguramente, le llaman “armonía del universo con ellos mismos”, o algo por el estilo que es lo que se lleva.

La segunda noticia, que tiene relación con el tema anterior aunque a primera vista no lo parezca, es que una mujer de 64 años ha dado a luz a un par de bebés a pesar de que le habían retirado la custodia de la primera. Y claro, los sacrosantos protectores del Orden y la Moral, de los valores Eternos y Universales, que no tienen otra cosa que hacer que cuidar de que los demás se comporten como Dios manda, o sea: como ellos dicen que Dios manda, se rasgan las vestiduras, se embadurnan de cenizas y empiezan a lamentarse de la edad de la mujer. Por si fuera poco luego nos enteramos de que a la mujer le han retirado la custodia de una hija anterior, que había estado cuidando a sus padres hasta que estos murieron y que sus hermanos la han declarado esquizofréncia o dicen que es esquizofrénica.

Y bien.

Respecto al primer tema: la edad. Hasta donde yo sé, Dios nos da la vida; Dios nos la quita. Mujeres jóvenes mueren de cáncer, en accidentes de coche y se suicidan, por decir algo. Mujeres mayores ven llegar y pasar la barrera de los sesenta, setenta, ochenta y noventa con total normalidad. Esos que hablan de Dios, de lo que es normal y lo que no, son tan soberbios que por obligar, obligan a Dios a quitar la vida cuándo y cómo ellos dicen. Y si es verdad que no Dios, sino la ciencia tiene el poder de la vida y la muerte, ¿No dice la ciencia que vamos a vivir hasta pasados los cien años en plena posesión y uso de todas nuestras facultades?

En segundo lugar, ¿no es la mujer dueña de su cuerpo? ¿no se repite una y otra vez hasta la saciedad que la mujer puede hacer con su cuerpo lo que quiera? Incluso en caso de aborto, sobre todo en caso de aborto, la sociedad deposita en la mujer toda la responsabilidad: ella es la que tiene el derecho (y la obligación) de decidir. Pero esta libertad femenina que tanto se predica ¿sólo se posee cuando se trata de abrirse de piernas y de abortar pero no de traer hijos al mundo cuándo y cómo a la mujer le parezca a ella oportuno, o lo que es lo mismo: cuando le plazca?¿Es que una mujer no puede decidir por sí misma más que lo que los otros dicen que puede decidir?

¿Otra vez la paradoja?

¿La mujer es libre y puede hacer con su cuerpo lo que quiera hasta los límites que los otros impongan?

En tercer lugar ¿por qué los hermanos se abalanzan como fieras contra la hermana en vez de protegerla y ayudarla? ¿por qué ese intento de declararla loca e incapaz cuando al parecer es lo suficiente inteligente como para conseguir paralizar todos los ataques, incluso los judiciales, que esos “buenos y comprensivos” hermanos han iniciado y llevado contra ella? ¿Por qué no apoyarla en su deseo de ser madre y de enseñarla a ejercer de progenitora, a confiar en la sociedad, en vez de criticarla, insultarla y hacer lo posible e imposible para que le retiren la custodia de su hija? ¿No les parece eso cruel, déspota y anticristiano? ¿Cómo quieren que confie en guarderias, en ir al parque con su hija, en que su hija se junte con “emigrantes” si su propia familia es la primera es aislarla y humillarla? A lo mejor eran ella y su hija las consideradas "raras" por el resto de las respetables madres. Vamos, vamos. Todos conocemos el "yo no he hecho nada", cuando justo en ese "no hacer nada" radica el mal. Y esa historia de que no quería que su hija se juntara con emigrantes ¿Es que es la única ciudadana que tiene algo en contra de los musulmanes? Yo he escuchado a mujeres muy cristianas y católicas, de esas de misa de domingo, pronunciar verdaderos discursos anti cristianos y anti humanos en contra de todos los emigrantes y de tratarlos con una descortesía que rayaba lo soportable. Comentarios despectivos de lectores en contra de los musulmanes leo todos los días. Pero era más cómodo que todo siguiera como siempre y que ella continuara atada y bien atada a las exigencias familiares.  Y no me vengan con historias de angelitos, que aquí todos nos conocemos. No es la primera vez que asisto a algo parecido. Conozco una mujer que se casó aprisa y corriendo después de haber escuchado cómo la novia de su hermano le proponía llevársela a la finca en calidad de sirvienta y cómo éste consideraba que se trataba una genial idea. Conozco otro caso en el que la hija no tuvo tanta suerte y se quedó soltera y al cuidado de los padres, sin tiempo ni consentimiento para tener amigas porque las amigas, decían padres y hermanos, hacía que descuidara las tareas del hogar. Así pues vivió en la casa paterna sin derecho a viajar ni a salir a ningún sitio que no fuera la iglesia. Los unos imponían las normas morales basándose en la tradición y en la religión pero sólo la hermana estaba obligada a cumplir los santos evangelios. Los hermanos más que hermanos eran vigilantes estrictos del cumplimiento de los deberes de su hermana para la que no existían más que deberes; ningún derecho.  Cuando los padres fallecieron los primeros en abandonar a la hija soltera y solitaria fueron los hermanos. Cuando el padre murió con casi cien años, ella se acercaba a los ochenta y ni veía ni oia bien. Los hermanos más jóvenes y con familias propias no sabían qué hacer; en vez de atenderla se dedicaron a reirse de ella, a criticarla en las tiendas. No sé si ustedes saben cómo son en los pueblos. Los dependientes le daban los peores trozos, la servían mal y la trataban peor, únicamente para contar a continuación en plan de chanza lo mal que sabía comprar. Mucho sentimentalismo sentimentaloide pero nada de caridad. Lo único que todos esos parientes esperaban es que muriera para heredar el legado que sus padres le habían dejado y que era bastante menos de lo que ella misma hubiera podido ganar si hubiera abandonado a su familia y hubiera hecho lo que otras muchas hicieron para librarse de esa opresión: irse a servir a Barcelona.
Sí. Ese es el mundo del que nadie quiere saber. Ese es el mundo que todos quieren mantener oculto debajo de la alfombra, como si fueran comportamientos de la Edad Media o algo por el estilo, cuando lo cierto es que la incultura, la impiedad, la avaricia y el egoismo generan una locura malsana que se extiende como la pólvora en lugares en los que apenas pasa nada, porque es el modo de diversión que muchos encuentran y otros siguen. Esa es la atmófera que ha dominado y domina en más de un lugar y en más de dos y esa es la verdadera razón por lo que los hombres inteligentes y con fuerza moral han de sacar toda su energía para huir del lugar que los vio nacer y buscar su suerte en otra parte, para no perecer víctima de la caza de brujas que han organizado aquellos que se llaman "parientes y amigos"
Acabo de enterarme que trabajaba en Tenerife y que tuvo problemas con su jefe, así que dejó el trabajo. Y esto, claro, es una nueva prueba para mostrar y demostrar, sugiriendo sin decir, que esa mujer no está en sus cabales. Según esa regla de tres ¿ tendran que temer a partir de ahora todos los trabajadores que tengan serias diferencias con sus jefes que se dude de su equilibrio mental? A mí me parece que recurrir a la locura cuando jurídicamente goza de todos sus derechos es faltar al honor. Acaba de parir y ya se está decidiendo el futuro de esas bebés en vez de ponerse de acuerdo para ayudar a que las crie. Algunos quieren incluso separar lo más lejos posible a las hijas de la madre. Vivimos en un mundo de seres humanos que sólo tienen de humano el discurso y las apariencias sentimentaloides. 

La mujer que acaba de dar a luz tiene 64 años, sí. Pero tiene la fuerza moral para parir pese a la oposición de una familia que debería protegerla en vez de destrozarla; tiene la fuerza moral para soportar que le quiten una hija, su primera hija, la hija a la que tanto amó, la hija con la que tanto soñó, justo cuando estaba haciendo todo lo posible por aprender y mejorarse - ¡qué dolor! ¡qué agonía debió sentir! – Me pregunto si la historia de la esquizofrenia no parte de ahí y no se debe a la locura genética sino al dolor desesperado. Y pese a todo aun tiene fuerza, superada la tragedia de perder a su hija, de volver a intentarlo.

Es de vergüenza, de vergüenza que se sea únicamente demócrata, únicamente liberal, para lo que unos cuantos dictan que es democrático y liberal.

Es en momentos así cuando la sangre se me altera y no sé si convertirme en Hulk o en mosquetero.

Voy a prepararme un café para tranquilizarme.

Hay cosas que claman al cielo.

Pero hay cosas que más que clamar, gritan. 

Ustedes ya lo saben: no soporto el cinismo.

El de una sociedad no es que no me guste: es que me asusta... y mucho.

La bruja ciega


Tan enfadada, realmente tan enfadada....

Y tan preocupada, tan preocupada...

Lo último que me faltaba: la controversia que el Papa Francisco ha liado al hablar de Santo Domingo.

Unos que representa a la Inquisición y otros que introdujo las órdenes mendicantes.

Y es que así somos: primero y gracias al apoyo de Inocencio III se introducen las órdenes mendicantes, para servir de contrapeso a los herejes cátaros occitanos cuyo éxito radicaba en que no cobraban el diezmo eclesiástico y vivían en la más estricta austeridad y viviendo de su trabajo, y a la muerte de Inocencio III, Gregorio IX viendo que los herejes occitanos amenazaban con extenderse, convierte a los dominicos en perfectos inquisidores y protectores del Orden eclesiástico, el suyo, claro. La Inquisición fue la primera organización policial europea. A lo bestia, pero la primera.
Al parecer algunos siguen con complejo de inquisidor al tiempo que en la taberna social no dejan de repetir que cada cual viva como quiera.
Mejor debieran decir que vivan como ellos dicen que han de vivir.

Thursday, February 16, 2017

Profecías, predicciones y elucubraciones varias.

No me gustan las profecías; nunca me han gustado. Vanidad de vanidades, me molesta profundamente que me digan qué es lo que va a suceder antes de que haya sucedido. Yo soy una de esas que está firmemente convencida de que nada se ha perdido hasta que el asunto no se ha terminado. Da igual de qué se trate el asunto: de un partido de fútbol, del resultado de unas negociaciones, de un exámen o de una batalla. Hasta que el proceso no ha finalizado está todo abierto. 
Una excepción: tirar la toalla, rendirse o simplemente caer rendido. Pero como digo, ni siquiera esto es susceptible de ser profetizado porque responde a una decisión y a un momento individual.

Tampoco siento gran simpatía por las predicciones. Las relativas al clima suelen revelarse falsas o no siempre ciertas; así que en general no pasan de ser vagos enunciados: “dia soleado con nubes y riesgo de alguna precipitación.” ¿Cómo ha de ser entendido esto? ¿Cuál es el porcentaje de riesgo? Algunas predicciones son del tipo: "30% de precipitación" y existen incluso las que se atreven a declarar un "80% de posibilidad de lluvia a las cuatro de la tarde". Alguna vez me he dedicado a comprobar la fiabilidad de estos datos. Y sí, es cierto: en ocasiones un par de gotas nos salpican la chaqueta, otras es un aguacero lo que nos aguarda al salir por la puerta y no faltan tampoco los días en que hay que echar mano del 20% para explicar la intensidad con la que el sol nos recibe en ese instante.

Contrariamente siento una terrible predilección, casi debilidad, por las elucubraciones. Ustedes ya lo saben: reflexiones superficiales que intentan traspasar el presente y acercarse al futuro sin ánimo de decretarlo ni determinarlo, sino sencillamente impresas con la misma ilusión que se experimenta cuando uno en las noches del invierno se sienta junto a la chimenea y juega a pensar en cómo será el mundo del futuro. 
La elucubración tiene como ya digo una parte de reflexión y una parte de superficialidad. Y en esta paradoja descansa justamente la simpatía que le tengo: la elucubración es la seriedad que se sueña y que se sabe soñada. Algo parecido a lo que Kant debió sentir al escribir su gracioso y simpático librito “Sobre lo bello y lo sublime”.

Sin embargo hoy en día hay pocos hombres que posean el sentido del humor que caracterizaba a Kant, seguramente porque también hay pocos que se dediquen a reflexionar tanto como él. Y por eso justamente los gurús van y vienen; expresan sus profecías y predicciones con toda la seriedad arrogante de la que son capaces, cobran un sueldo por sus profundas y sesudas consideraciones y acto seguido se retiran nuevamente a sus aposentos a pensar. Lamentablemente sus aposentos están íntimamente conectados con todas las redes sociales de este mundo y el siguiente; así que piensan mientras hablan-escriben-chatean- a ritmo-de-frase-de-un-minuto. Lo cual, no me digan ustedes, es de admirar. No es fácil. De hecho es algo que a mí, por ejemplo, me resulta imposible conseguir. Alguna vez he intentado uno de esos duelos dialécticos vía "sms" (lo de whatsapp para mí es ciencia ficción). Pierdo siempre, lo admito. Mi móvil es uno de esos en los que hay que pretar tres veces para llegar a la “c”, así que antes de que haya podido escribir ya he recibido tres tiros en el estómago. Comprenderán pues que no me queda más remedio que practicar el pacifismo mediático. Lo mío es argumentación, silencio, reflexión, argumentación, meditación, reflexión, silencio, consideración, nueva argumentación. Y si puede ser por escrito, -largos escritos, me refiero- mucho mejor. Por todo esto, digo, admiro a esos que se dedican a pensar, a escribir libros, a hablar con media humanidad, a estar conectados a la otra media y siguen conservando su centro espiritual hasta el punto de poder predecir con total serenidad y convicción. Para una bruja ciega como yo, que únicamente es capaz de divagar y elucubrar, esto representa todo un arte.

Las actuales profecías y predicciones sitúan su interés (y clarividencia) en afirmar la victoria de Marine LePen. Los motivos para establecer dicha profecía se apoyan en tres razonamientos (o visiones) 

El primero, que la derecha –después del terremoto Fillon- está derrotada y la izquierda a la deriva y con riesgo de naufragar. 

El segundo, que puesto que se ha producido el Brexit, que nadie esperaba y Trump se ha alzado con la presidencia estadounidense, cosa inaudita,  los profetas no se van a dejar engañar fácilmente esta vez y consiguientemente han augurado que será el populismo francés el que se alzará con la victoria. 

El tercero, de corte sentimentalista, alude a la emoción que se desprende del video clip que ha rodado LePen.

Bien.

Pues no.

Se equivocan.

No va a ganar Marine LePen.

En primer lugar, la derecha que iba a votar a Fillon jamás votaría a Marine LePen. Si Fillon encarnaba el candidato ideal ello se debía justamente a que la derecha francesa siente una gran precaución contra Marine LePen. Entiéndanlo: la derecha francesa es una derecha milenaria. No es una derecha basada en el antisemitismo o en el antiislamismo o en el racismo. No. La derecha francesa se basa en la Razón de Estado Francesa y unas veces apoya al Vaticano y otras actúa en su contra; unas veces declara emperador a Napoleón y otras no muestra ningún interés por liberarlo. La derecha francesa ama a Francia. Una Francia tradicional, tradicionalista y noble. (Noble más incluso que monárquica). -Pero la derecha francesa no es una derecha populista al estilo de lo que hoy se considera "populista", entre otras cosas porque la derecha francesa ha recibido a lo largo de la historia un par de vacunas contra el populismo. La primera, la revolución francesa. Una revolución apoyada por muchos nobles y burgueses descontentos y de la que terminaron siendo ellos mismos sus víctimas durante la época del terror; la segunda, durante la época de la ocupación alemana y –no lo olvidemos- colaboración francesa. La derecha francesa todavía siente remordimientos por haber permitido que fuera la resistencia francesa –formada principalmente por la izquierda europea- la que se enfrentara al poder invasor. Por otra parte, la derecha francesa es sumamente católica. Ya lo dije en su día: los templos franceses revisten una espiritualidad de la que uno no tiene conciencia hasta que no ha entrado allí. Es entonces, y solo entonces, cuando uno puede comprender la obra de Foucault. Marine LePen cae bien, no lo dudo, nadie lo duda, pero las premisas y bases de su partido no gustan a una derecha tradicional católica y tradicionalista noble. 
En cuanto a que la izquierda política está derrotada, eso es algo de lo que no me cabe duda. Pero derrotada no significa muerta y en este sentido no estaría de más el recordar la importancia de la izquierda social en Francia, el vigor que mantiene dentro de su pensamiento y de sus estructuras. 
La derecha puede ser tradicional y tradicionalista en las formas y la izquierda derrotada, pero en tanto en cuanto que ambas están total y absolutamente convencidas de la Razón de Estado, coinciden plenamente al otorgar al Estado francés una importancia fundamental. 
Y en tanto que ese Estado francés es total, ha de serlo en toda Europa. 
Así que la derecha por católica, la izquierda por internacional proletaria, y ambas por francesas, están de acuerdo en el papel principal y absoluto que ha de jugar Francia en Europa y ello sólo es posible desde Europa y en Europa. Incluso en la guerra de los treinta años, guerra en la que Francia podía haberse mantenido neutral, el país galo no sólo se decidió a tomar parte activa sino que encima lo hizo a favor de lo que nadie en su sano juicio hubiera creído: a favor de los protestantes. Si ni siquiera entonces se apartó de los acontecimientos y las crisis europeas, participando en ellas aunque sólo fuera para consolidar la hegemonía francesa, imagínense ustedes ahora en los que “a río revuelto, ganancia de pescadores” y en los que Francia puede convertirse en la locomotora de los denominados “países del Sur.” 
Admitámoslo, a los franceses les pasa como a mí, que tienen que estar constantemente haciendo frente a un terrible enemigo: el aburrimiento. Fuera de Europa se aburrirían mortalmente; en cambio, dentro, saben, lo saben al modo cartesiano, que les esperan grandes y emocionantes aventuras. En este sentido, poco o nada importan los problemas de la Derecha o de la Izquierda. Los franceses van a seguir en Europa y seguramente llevados de la mano de un nuevo Napoleón, llamado Macron.

El segundo argumento que esgrimen los profetas de la victoria de Marine LePen se refiere a  que puesto que se ha impuesto el Brexit y Trump ha ganado en las elecciones americanas, sucesos ambos que nadie esperaba, es seguro que Marine será la próxima presidenta francesa.

Esto tampoco es una razón de peso. No dejo de repetir que “a” no es “a”, pero la mayoría se resiste a creerlo. La verdad es que justo porque ha tenido lugar el Brexit y justo porque se ha impuesto Trump, Marine LePen no ganará. A pesar de que el francés es un hombre que se aburre y por eso su alma mosquetera le lleva siempre en busca de nuevas emociones, no cabe duda de que es un hombre igualmente sensato y sereno. Una cosa es correr tras la aventura y otra, muy distinta, ser un temerario suicida. Lean El Vizconde de Bragelonne y comprenderán lo que quiero decir: D´Artagnan está frustrado por no haber pasado de ser el capitán de los mosqueteros y ganar tan poco; por su parte, Athos y Porthos están sumamente satisfechos de sus respectivas posesiones. No digamos Aramis. Quiero decir con ello, que el hombre francés, justo por ser un hombre culto y cultivado, en donde cultivado hace referencia a la agricultura, sabe que el riesgo y la protección han de considerarse conjuntamente para no perecer inútilmente.      

En este instante los medios de comunicación, los organismos, amén de la normal lentitud de la burocracia, han mostrado la complejidad e incertidumbre del Brexit. Las noticias son confusas y contradictorias; tan pronto se dice que todos los no británicos –aunque estén casados con británicos y vivan y trabajen allí desde hace dos décadas- reciben “invitaciones” para que piensen en preparar las maletas e ir marchándose, como se asegura que necesitan más extranjeros; tan pronto la libra cae como suben las exportaciones de la isla.

En lo que a Trump respecta, las “mujeres, uníos” de este mundo han protagonizado tantas manifestaciones y los medios han escrito tantos ríos de tinta roja, negra, verde y amarilla contra él aun cuando ni siquiera había tomado cargo como Presidente, que un país como Francia en el que la mujer francesa desde los tiempos de Luis XIV, e incluso antes, ya gozaba de tanta libertad y de tanta fuerza socio-política no va a permitir fácilmente que un populista –hombre o mujer- se alce con la Presidencia únicamente porque Trump  lo ha conseguido. Justo porque Trump lo ha conseguido, muchas mujeres francesas no van a votar a Marine LePen, con independencia de que Marine LePen sea mujer y divorciada. Son los principios que representan los que molestan.

El tercer argumento alude al sentimentalismo. El video de Marine LePen es tan emocional, que va a conseguir enternecer y convencer a muchos electores.

No me cabe duda de que eso pasaría en un país como España en el que las emociones juegan un papel esencial en cualquier tema: el político como el de spots publicitarios navideños como incluso en el asesinato empresarial. Esto es algo que me asombra.

Permítanme que me salga del tema un momento.

Ayer leí un artículo sobre las diferencias entre abuelos y padres a la hora de educar a los infantitos. El titular prometía. Lamentablemente sólo era el titular. El contenido parecía un reclamo a que los abuelos se hicieran cargo de los nietecitos en atención –no a los nietecitos- sino a su salud: cuidar de los nietecitos, decía el artículo, iba a curar a los abuelitos de las depresiones y a protegerlos contra el alzheimer, al tiempo que les recordaba que ellos no eran los únicos en ocuparse de las criaturitas porque otros muchos abuelitos también cuidaban a los hijos de sus hijos. El artículo llegaba a afirmar que algunos niños veian a sus abuelos más que a sus propios padres: ¡incluso seis horas al día!

La respuesta de los abuelos-lectores-cuñados a la llamada entusiasta del artículo no se hizo esperar: los padres de los infantitos eran unos hedonistas egoistas que sólo querían trabajar para ganar dinero para comprarse el coche o el móbil último diseño.

Tuve que reirme un buen rato, la verdad. Del verdadero problema: del hedonismo de los abuelos que prefieren tomarse el cafe con sus amigos, acudir al gimnasio a hacer deporte, viajar con el Inserso o en grupos organizados, de eso nada; de la ruptura generacional entre padres e hijos, tanto más entre abuelos y nietos, mutis por el foro; de la diferencia de educación, del cisma entre abuelas que no trabajaron e hijas que sí trabajan, que son abuelas que como mujer se consideran víctimas porque ellas no tuvieron la oportunidad de sus hijas al tiempo que tampoco comprenden el estrés de éstas porque lo único que ven es lo bien arregladas que salen camino del trabajo, de eso silencio; de los abuelos que tienen hijos solteros viviendo con ellos y que por tanto los nietos cuando los visitan no sólo han de ser “educados” por los abuelos sino por esos tios y tias solteros que todavía viven en casa, para que éstos no se vengan abajo al compararse con los hermanos que han podido casarse y fundar una familia, a callar; y eso que esta última situación es quizás la que más problemas origina porque en este caso los abuelos no pueden ser abuelos porque no han dejado de ser padres..., de eso, ni se habló ni se hablará.

También ayer leí lo que les habían escrito los nietos vía Whatsapp a una abuela rica y poderosa, dueña o presidenta de una gran empresa que días después fue asesinada –sin que los nietos supieran que iba a ser asesinada- y que acababa de destituir del consejo a las madres de esos jovencitos. Los chicos le habían escrito algo que a mí me pareció bastante razonable: que querían mucho a su madre, y que entre su madre y ella, antes estaba su madre y su dolor y por tanto, iban a cortar el contacto con ella.

El sesudo y escueto comentario que escuché fue: “está claro que no querían a su abuela”.

Bueno, o que su abuela no quería bastante a sus hijas, digo yo.

Aparte de que ignoro qué hacen abuelos, nietos, padres, tíos, maestros, todos juntos en Facebook, whatsapp y parecidos, máxime cuando existen fracturas generacionales, cuando los chicos apenas hablan en casa a la hora de la cena, cuando los adolescentes necesitan su privacidad, cuando existen distintos niveles de lenguaje y distintas expresiones y se ha demostrado que la posmodernidad en la comunicación nunca da buenos resultados - de modo que sería oportuno considerar que tal como están las cosas, la única comunicación en la posmodernidad, además de la mejor, es la incomunicación -, he de decir que la cuestión más importante, sin embargo, ni se planteó. Al menos yo no la oí: La de a qué se debió el hecho de que la abuela dejase todo el peso a su único hijo varón y en cambio separase del consejo de administración a sus hijas. Porque no es que esas hijas no estuvieran dentro del Consejo. Estaban y la madre las destituyó para nombrar única cabeza a su hijo. ¿Por qué? ¿Era él el más capacitado? ¿Si lo era por qué no las había apartado antes del poder? ¿Era una venganza entre mujeres? ¿Se debía al machismo encubierto que muchas mujeres ejercitan contra sus propias hijas? ¿Por qué? A mí esta pregunta me interesa más que saber si un nieto le dice a su abuela que va a cortar con ella porque le ha hecho daño a su madre. Hombre, es lo normal, digo yo. ¿O es que ha de jugar a eso de “mataos entre vosotras que yo me llevo bien con todas”? Si era posible llevarse bien con todos ¿por qué la abuela no se reunió con sus hijos y arregló la situación civilizadamente y dejó todo a todos? 
Quiero decir: una abuela separa a tres de sus hijas del gobierno de la empresa y deja todo a un hijo porque seguramente piensa que sus hijas son “tontas”, si no “tontas y malas” ¿y la sociedad espera que los nietos sigan hablando con toda normalidad a la abuela?
Y encima, por si fuera poco, alguien asesina a la abuela y el sospechoso es el yerno. Sospechoso sin pruebas. Sospechoso. Sospechoso que sea declarado sospechoso-culpable tan pronto y sin pruebas porque lo primero que pensamos todos, lo primero que se nos viene a la cabeza aunque sea involuntariamente, es el caso de Rafael Escobedo, y ese paralelismo nos resulta cuando menos preocupante. 
Pero de esto tampoco se ocupa nadie.

En vez de eso los medios de comunicación prefieren centrarse y concentrarse en el sentimentalismo, que vende más y consigue más audiencia, con el peligro de que termine convirtiéndose en ese peligroso sentimentalismo sentimentaloide que todos hemos sufrido alguna vez consistente en “te mato, pero puedes estarme agradecido porque te mato por tu bien”.

A mí me parece terrible, realmente terrible, mostrar públicamente los whatsapps y las conversaciones de los nietos en un caso de asesinato, cuando ni siquiera han sido imputados. No tengo palabras para describir los sentimientos que ello me produce y si las tuviera, no les gustaría escucharlas.

Hecho este paréntesis, volvamos pues al caso del sentimentalismo del video de Marine LePen.

Repito: es cierto que los franceses aman su patria profunda e intensamente. No me extraña. Incluso los que no somos franceses la amamos. La belleza de sus paisajes, la inmensa serenidad de sus caminos y bosques, sus quesos, sus dulces, sus habitantes... Decía Victor Hugo que la Mesopotamia era la Humanidad. Si la Mesopotamia es la Humanidad, Francia es la Cultura hecha Humanidad. Por eso Francia ama el teatro como lo ama; porque el Teatro es diálogo entre hombres; el diálogo es la exposición de un drama que ha de ser resuelto a poder ser sin caer en la tragedia; antes mejor en la comedia. Y es justamente su amor al teatro, que no al sentimentalismo barato, el que va a impedir a Francia votar a Marine LePen. A Francia le gusta la escena, los aplausos del público, la comunicación, la palabra... Y ahora que el Brexit es un hecho, puede incluso que el lenguaje francés se atreva a recobrar la fuerza y el esplendor del que un día gozó. 

No. Francia no saldrá de Europa. Francia no puede vivir sin Europa porque Francia es Europa y ambos destinos corren parejos.


La bruja ciega.

Tuesday, February 14, 2017

Una abrumadora paradoja me angustia.

Lo normal es escribir los artículos empezando por el principio. Este, en cambio, ha sido iniciado por la mitad. La verdad es que siempre me resulta complicado hablar de temas personales conflictivos así que por lo común suelo abordarlos desde la perspectiva más nimia, más superficial y termino dando la impresión de que no son tan preocupantes como parecen, o incluso de que yo, y sólo yo, soy la auténtica culpable de la deplorable situación. Ello se debe sin duda a que mi condición de bruja me hace más proclive a considerarme culpable de todo o casi todo. Es normal. Las brujas hemos sido educadas para aceptar, en el sentido de “comprender”, nuestra culpa y ello exige la pérdida en su mayor parte de los instintos de supervivencia. El destino de una bruja es morir o “librarse”, pero este “librarse” no le exonera de su "culpa", mucho menos de su complejo de culpabilidad. Hasta cierto punto este comportamiento, esta actitud, que es también un rasgo de la personalidad común a todas las brujas, es tan normal como lógico: desde los tiempos más remotos, posiblemente desde que Dios obligó a Abraham a perdonar a Isaac,  las brujas han sido las verdaderas víctimas propiciatorias de la historia. “Si Dios no quiere víctimas inocentes, démosle pues víctimas malvadas. Busquémoslas si es necesario.” ¿Quién pues mejor que las brujas? Mejor brujas que  herejes. Los herejes tienen trato con el diablo; pero las brujas, además, son mujer. 
¡Acabáramos!
Sí. Acabáramos con ellas. El problema que ya en su día vió Arthur Miller cuando escribió su famosa obra “Caza de brujas”, es que las verdaderas brujas, las verdaderas y no las sentenciadas a serlo, las verdaderas y no las declaradas como tales, poseen la natural “virtud” de la sugestión (mucho más efectiva que la manipulación) y es por ello por lo que no tienen grandes dificultades en ser consideradas tiernas inocentes por la sociedad en la que viven, mientras que el calificativo de “brujas” - sin querer creerme más de lo que soy - suele otorgarse a aquéllas mujeres de elevada virtud y aún más elevada inteligencia pero sin gracia, ni estilo y sin gusto ni tiempo para el ardid y las maquinaciones. Así pues son las mejores las que acaban, si la suerte no las ampara, en la hoguera mientras las auténticas brujas, como el autor americano se encargó de mostrar,  huyen llevándose hasta la colecta de la parroquia – y no les extrañe si incluso lo hacen con su beneplácito y bendición.

Ustedes siguen leyendo posiblemente más por costumbre que porque encuentren sentido al texto.

No lo tiene. Probablemente no lo tiene.

Habré de comenzar por el principio.

El principio... Bien.

Hay días en los que una que soy yo se levanta, se prepara un café humeante, echa un vistazo a las noticias y se topa con la aparición de una nueva serie en la que al parecer la protagonista, una agradable madre y esposa, es canibal. No queda ahí la cosa: su familia la ayuda a alimentarse a base de proporcionarle víctimas... “malvadas, claro” – dice el comentarista.

Y yo, lógicamente, leo ese “malvadas, claro”, empiezo a pensar en mi condición de bruja y me asusto. Comprendan la gravedad de mi situación.

Vuelvo a pensar en la nueva serie.

Mi miedo no desaparece pero por si fuera poco una duda me asalta: si la canibal es una mujer ¿quiénes seran los malvados? ¿Hombres o mujeres?

Y a partir de aquí es donde he empezado a escribir a la velocidad del pensamiento el texto que viene a continuación y que no habré corregido cuando ustedes lo lean, no por la impaciencia del publicar –que es lo acostrumbrado- sino porque necesito serenar mi ánimo. Pueden imaginarse que en días como estos lo de “Feliz día de San Valentín” suena a pitorreo.     
                                                                                                      
Lo interesante, interesante por paradójico, es lo siguiente: a medida que la sociedad se feminiza, a medida que se elevan al altar los valores tradicionalmente considerados “femeninos” y se androginizan, crece la violencia en las series.
Primero fue la exposición de órganos humanos: hígados, corazones, intestinos, cabezas cortadas porque al parecer mostrar la investigación patológica en todo su realismo era imprescindible para detener al culpable, entretener al espectador y de paso educarle en la crudeza de las pesquisas policiales. A esto le siguieron las epidemias, las guerras y las catástrofes nucleares que habían transformado a la serie humana en zombis, destino del que muy pocos se habían podido librar. Lo último es la canibalización de los pequeños burgueses.

A muchos esto les parece gracioso. 

A mí no.

 ¿Esto es todo lo que ha traido la feminización de la sociedad? ¿Sangre y violencia? ¿A esto conduce una mayor primacía de los valores femeninos? ¿A mobbing, rumores, críticas y critiqueos, cotilleos y maledicencias en las redes sociales?

Y por favor, por favor, no me vengan con que esto ya existía antes. Esto, lo sabemos todos, ha existido desde que el tiempo es tiempo.
La diferencia es la de que antes existía una gran abismo entre “chismorreo de viejas” y “argucias femeninas”, por una parte; “maquinaciones políticas” y “estrategias comerciales”, sexualmente neutras porque aunque fueran firmadas y presentadas por los hombres, no era infrecuente que estos se dejaran aconsejar por mujeres especialmente cultas o especialmente astutas, por otra; y en último lugar, estrategias y tácticas militares, de carácter esencialmente masculino.

Esto era lo tradicional. Los hombres eran unos brutos y las mujeres eran delicadas; los hombres eran groseros y las mujeres, educadas; los hombres se dedicaban a matar y las mujeres a llorar, aunque fueran llantos de plañidera, y a enterrar, no a los muertos, sino a sus muertos; los hombres se dedicaban a conquistar y las mujeres a proteger las posesiones. 
No digo que fuera lo idóneo. Someter a las mujeres a la patria potestad de padres, hermanos y parientes, prohibirles el estudio, censurarles y castigar cualquier intención de independencia, no era en absoluto una situación con la que las mujeres pudieran mostrarse de acuerdo por mucho que más de una y más de dos se prestara a apoyar tal status quo basándose en la tradición, en la necesidad de la paz social o simplemente llevada del deseo inconsciente de querer hacer pasar a la hija por lo mismo que ella había pasado o justamente por todo lo contrario, para evitar perderla impidiendo que sus fuerzas de juventud la arrastraran a una lucha perdida de antemano. 
En tales circunstancias era lógico que las mujeres desarrollaran artimañas y tretas que las ayudaran a conseguir sus objetivos (nobles o innobles) sin riesgo de ser condenadas al ostracismo social.

Compréndanme en la justa medida: no estoy defendiendo el pasado; mucho menos aún una vuelta al pasado. Como bruja, eso es imposible. Lo que me acongoja, lo que me preocupa sobremanera es el saber qué diantres es lo que está sucediendo en la sociedad actual y agradecería que alguien me lo explicara, caso de que haya alguna persona sensata en este mundo que pueda entenderlo.

Imaginen: un mundo empeñado en separar a la mujer de la cultura, - porque, se dice, la cultura es tradicionalmente femenina- y la mujer ha de abandonar los roles tradicionalmente femeninos para en su lugar acercar la al mundo masculino que es, dicen,  técnico-tecnológico-científico porque, se dice, aunque este mundo no interese a la mujer lo suficiente ha de llegar a  interesarla, se repite, para que la mujer termine de abandonar definitivamente ese mundo femenino que, se dice, la oprime. 
Así pues la mujer se encuentra dentro de un mundo obsesionado por conseguir que las mujeres ocupen cargos directivos y no duda en convencerlas de que alcanzarlos es más importante que la maternidad y que por tanto, o bien dejan a los bebés en manos de cuidadoras-no directivas pero trabajadoras, o congelan sus óvulos para empezar a ser madre a los cuarenta, con o sin menopausia, porque a esa edad –dicen- ya se ha consolidado el puesto profesional y porque,- se dice-, -y se dice porque se piensa-, que la menopausia no representa más que unos desarreglos sin importancia, cuando no simples imaginaciones psicológicas o incluso culturales. 
Crucial, dicen, es que a los cuarenta años la situación laboral en las grandes alturas está asegurado y es entonces cuando una mujer puede ser madre cómodamente.

¡Aseguradas las altas esferas!

¡Menopausia una chiquillada similar a la pubertad!

¡Ja!

¡No me hagan reir!

En primer lugar el Olimpo no se caracteriza precisamente por su estabilidad; allí los conflictos cuando no las luchas, están a la orden del día. Más de uno ha sido arrojado sin contemplaciones desde sus elevadas cimas y si no se ha roto la crisma, ello ha sido únicamente debido a su condición divina, no a la laxitud del golpe.

En segundo lugar, la menopausia es, en efecto, inexistente para algunas mujeres mientras que para otras representa el inicio de un sinfín de problemas. Se trata de una cuestión tan individual como lo es la constitución del cuerpo y de la personalidad, pero desde luego no se puede anticipar que una persona vaya a tener su existencia “hecha” y “firmemente establecida” a los cuarenta años,-  ahora al parecer son los cincuenta- , porque ello sólo significaría que esa persona está muerta.

No nos engañemos: a partir de los cuarenta, se sea  hombre o  mujer, con o sin menopausia, empieza una verdadera guerra, no por la carrera profesional, sino por alcanzar el Poder. Y si no comienza la guerra por el Poder, entonces es que uno ya ha llegado al nivel máximo al que podía llegar y el sujeto ha de empezar a luchar no para expandirse sino para defender su posición a capa y espada frente a las nuevas generaciones que se aproximan cargadas, no sé si de más sabiduría y conocimiento, pero desde luego sí con la fuerza de los arribistas y conquistadores.

Y no obstante, la idea de que la mujer ha de desprenderse de la cultura – la mujer y no el hombre que es el que, tradicionalmente, ha hecho la cultura, o por lo menos, el que tradicionalmente ha ganado dinero, poder y honor con ella,-  para en vez de ello  dedicarse a la ciencia –aunque la ciencia, como ya digo que se dice, no le interesa pero, como digo que se dice, ha de conseguir que llegue a interesarle para desprenderse del lastre de la feminidad tradicional- y que ha de preferir llegar a las cumbres heladas del poder en vez dedicarse a criar a sus bebés está sumamente predicada y proclamada por los medios sociales.
Para demostrarle a la mujer la indubitable razón de esta premisa se le muestra la vida sometida, aburrida y gris de la mujer dedicada a los suyos, además de insegura  a causa del divorcio y del recorte de pensiones, en vez de exigir –tanto que se exige al Estado- que se creen sueldos para las mujeres que trabajan en casa y pensiones para ellas –no de viudedad- sino de verdaderas asalariadas por el trabajo educador y organizador que realizan no sólo para la familia sino para la sociedad, en tanto en cuanto educan con determinados valores y permiten que las empresas introduzcan mayor movilidad, e incluso que el trabajar unas horas de más no suponga –por más que sean remuneradas como extraordinarias- grandes dosis de problemas organizatorios dentro de la familia. 
El tema del sueldo para las mujeres que deciden trabajar en casa se considera hoy en día patético y sólo levanta sonrisas de conmiseración. 
“En tiempos de crisis como éste...”, se dice.  
Si los tiempos son de crisis, mucho más aún para los altos cargos, digo yo.

Pero nada de esto se piensa; nada de esto se desea. Paradójicamente las mujeres siguen viéndose obligadas por los medios sociales a pensar en su cuerpo y en su apariencia y así dedican más tiempo a pensar en el botox y en  “su chico” de cincuenta años, que a reflexionar en todas estas cuestiones. Bien. Pero la paradoja subsiste.

Paralelamente, mientras a las mujeres se les aconseja, por no decir obliga, a desprenderse de sus valores femeninos, se insta a los hombres a adquirir los valores considerados “femeninos”. 
Mientras a las mujeres se las anima a dedicarse a las profesiones tradicionalmente masculinas, se exigen a los hombres conductas softies, se les ofrecen perfumes, cremas, se recomienda la depilación... En definitiva se les apremia a adoptar comportamientos y estrategias históricamente propias del sexo débil.

Tiempos femeninos para tiempos antifemeninos.

El objetivo, piensan algunos, es la androginización de la sociedad.

Y a mí, bruja ciega, no me importaría que éste fuera el objetivo último, si antes me dijeran qué significa exactamente andrógino: asexuado, bisexual, homosexual, herosexual oculto, o qué. Porque "andrógino" es, lo reconozco, uno de esos conceptos que no dejo de escuchar, leer y ver escrito y que todo el mundo utiliza como si fuera el término más claro y diáfano de todos los existentes en la sociedad, pero yo no termino de comprenderlo. Ya saben ustedes que yo nunca entiendo lo que tan clara e inteligiblemente se muestra al resto de mis congéneres.

Una cosa sin embargo es cierta: no; no me importaría en absoluto que dejaran de existir las diferencias entre hombres y mujeres. Una de las cosas que más me molesto de mi niñez fue el que se dudara de mi feminidad por el hecho de que me gustara jugar al fútbol. “Chicazo”, me llamaban. Como si por el hecho de jugar al fútbol a los diez años una hubiera de ser menos mujer. Por otra parte, ustedes ya lo saben: yo fui, desde el mismo momento de mi nacimiento declarada “brujita”; al crecer adquirí el status de “bruja” (y en ocasiones hasta el de “mala bruja”), que ya no he perdido. Quizás después de todo las brujas sean menos mujeres que las otras mujeres por el simple hecho de ser brujas y por tanto más andróginas y por tanto más modernas y actuales. ¡Quién lo sabe!

En cualquier caso y volviendo al tema que nos ocupa, repito que la cuestión andrógina no es la que me preocupa.

Lo que me preocupa es la paradoja.

A las mujeres se las educa como tradicionalmente a los hombres, pero nunca han estado tan sexualizadas como ahora.

A los hombres se les educa como tradicionalmente a las mujeres, pero nunca hay tantos “machos” democráticamente elegidos en el Poder como ahora.

Lo que me preocupa es la paradoja.

Se educa en la feminización y se producen películas y series a cual más violenta y más sangrienta.

Se educa en la feminización y lo que se muestra no son las “argucias”, tradicionalmente femeninas, las elucubraciones del pensar, sino los comportamientos brutales - tradicionalmente masculinos.

Mi problema:

No veo por ningún lado que nos dirijamos hacia la androginización.

Más bien a la deshumanización, a la animalización o,

por movimiento pendular,

a la tradición tradicional más tradicional de la mujer “con la pata quebrada y en casa”,

por decirlo de algún modo.

Creo, realmente lo creo, que los productores de cine, los guionistas, los actores, los productores, los espectadores, los ciudadanos, deberían detenerse a pensar seriamente el asunto a la hora de contestar a cuatro cuestiones realmente esenciales y acuciantes:

a.       ¿Qué es la cultura?

b.      Cultura ¿qué cultura?

c.       ¿Quién hace la cultura?

d.      ¿Cómo se hace la cultura?
S
SSilencio en el foro. 

Debe ser que todos están celebrando San Valentin; unos a lo andrógino, otros a lo zombi y otros a lo canibal.

Creo que me hace falta un nuevo café.


La bruja ciega.