A veces borramos lo que escribimos porque se refieren a cuestiones demasiado evidentes; a veces lo suprimimos porque perseverar en un análisis erróneo supone
un doble error y a veces lo rompemos porque aparecen plamados allí momentos tan
dolorosos de nuestro ser, que se hace preciso levar anclas, izas velas y partir
a nuevos rumbos sin mirar atrás los sueños que un día quisimos edificar pero
que se resistieron a ser construidos.
En eso dicen algunos que consiste el perdonar: en dejar partir la aflicción
que causa el daño recibido. No siempre es fácil; ni siquiera para los nómadas;
para ellos todavía menos: la congoja tiende a convertirse en un refugio, en un
húmedo pero caliente cobijo para los días de soledad y silencio. Mejor la
soledad y el silencio, piensa el nómada, que soportar golpes inmerecidos.
Y así, pasada la lluvia de la nostalgia, el nómada reanuda el viaje hacia adelante,
con su soledad y con su silencio.
El vampiro vino a visitarme hace dos días, pero yo estaba demasiado cansada
como para prestarle atención y mucho menos aún como para desear conversar con
él; así que le despedí con un gesto de indiferencia. Después de todo yo ya sabía lo
que quería decirme: Carlota, el Espíritu, sigue enferma; una estúpida
enfermedad crónica. O, para ser exactos: el Espíritu se destruye a sí mismo. El
enemigo más despiadado de Carlota es Carlota misma. Sí. El vampiro ya me avisó
en su día de que el Espíritu seguía enfermo y de que la alegría que todos
sentíamos entonces sería efímera. Me avisó y yo no le creí. ¿Quién se aviene a
creer a un vampiro?
Escribo. Escribo.
El vampiro clava sus ojos de fuego en mí y yo siento todo el peso de su
pensamiento temible y negro. - “El Espíritu no morirá.”, sentencio , “El descanso
le es connatural. Lo importante no es cuánto tiempo duerme el Espíritu sino lo
que consigue en el periodo de vigilia. El Hades no podrá retenerlo jamás y tú
lo sabes” -“Lo sé” parece rugir con la mirada. – “¿Entonces a qué debo el honor
de tu visita?”le pregunto con desprecio. Y esta vez el vampiro rie desafiante -
“¿Aún no lo sabes vieja bruja? ¿Aún no lo sabes?”, repite “¿Tan ciega en los
ojos como en el alma que no ves que los cimientos están empezando a venirse
abajo?” Y su carcajada maligna resuena estrepitosamente en la estancia. -“Dime:
con el Espíritu dormido y la Energía haciendo frente a sus cortocircuitos,
quién crees que podrá detener la avalancha que se precipita sobre vuestro mundo
de mortales?” – “Es el tiempo de los hombres nobles, de los héroes arriesgados
y de los príncipes valientes,” replico. “El Espíritu duerme y la Energía sufre
cortocircuitos y sin embargo nuestra Fuerza, vampiro siniestro, es mayor que la
tuya y la de todos los tuyos. Os creéis poderosos porque vuestros esbirros se
han infiltrado Aquí y Allá y andan repartidos por los Unos y por los Otros. Os creéis
sumamente ingeniosos al pensar que después de que todos ellos se hayan matado,
asesinado, ajusticiado y denigrado entre sí, vosotros estaréis en el Poder porque gane
quien gane el Poder seréis vosotros. Sí. El Espíritu duerme y la Energía sufre
cortocircuitos pero ni tú ni todos vuestros vasallos podréis vencerles. El
Espíritu y la Energía aguardan el momento, y cuando la hora llegue vosotros
volveréis a precipitaros en el vacío de los infiernos”
- “La hora ya ha llegado”, brama enfurecido.
– “La hora no ha llegado”, le contesto. “No ha llegado”, repito.
– “Mira al mundo, ¡mirálo!” grita.
– “Lo miro y lo veo. En una semana no ha cambiado gran cosa”
– “¿De veras? ¿Eso crees?” Y el vampiro pasa de la ira a la sonrisa. Su voz vuelve a tomar el tono tranquilo que suele caracterizarlo.
- “La hora ya ha llegado”, brama enfurecido.
– “La hora no ha llegado”, le contesto. “No ha llegado”, repito.
– “Mira al mundo, ¡mirálo!” grita.
– “Lo miro y lo veo. En una semana no ha cambiado gran cosa”
– “¿De veras? ¿Eso crees?” Y el vampiro pasa de la ira a la sonrisa. Su voz vuelve a tomar el tono tranquilo que suele caracterizarlo.
Y yo no le contesto porque intuyo a qué se refiere; a lo mismo que ya hace tiempo
observó Carlos Saldaña: a que los extremos se están organizando y son cada vez
más extremos, al tiempo que los moderados se ven obligados a serlo cada vez
menos. Sí. Es cierto. Los extremos se están organizando. Las peleas internas de
los partidos, las inauditas disensiones dentro de los países que
tradicionalmente se han caracterizado por su facultad y su eficiencia a la hora
de equilibrar los desequilibrios, la dicotomía en los intramuros del Vaticano,
las batallas a puertas abiertas que se libra en las altas esferas de las
empresas, empiezan a ser algo más que una situación desagradable y una fase de
preocupación para convertirse en el estado de agonía no de un país, sino de una
sociedad y no la occidental ni la oriental sino, al paso que vamos, la mundial.
Pero de todo hay algo que realmente me incomoda, me molesta, me fastidia y
me encoleriza: esa dichosa (mala) costumbre que últimamente tienen algunos periodistas a la
hora de comenzar sus artículos: “Lo que usted debería saber y todavía no sabe”,
“Usted cocina mal las lentejas y no lo sabe”, “Usted ignora cómo calzarse
adecuadamente las zapatillas” “Por qué usted no abre adecuadamente la puerta de
su coche y nadie se lo cuenta” “Por qué los comunistas se equivocan” “Por qué
los conservadores no tienen razón” “Por qué votar al candidato X es nocivo para
su salud y por qué votar al candidato Y es beneficioso” “Por qué no hay que
invertir en dónde a usted le plazca y por qué hay que hacerlo dónde me plazca a
mí”
En fin, son titulares que me acabo de inventar pero que reflejan con bastante
exactitud el panorama actual de la prensa.
Los periodistas serios se quejan de no ser creidos y al parecer dos grandes
empresas afirman, o dicen que han afirmado, que controlarán la veracidad de los
comentarios sobre las elecciones francesas, o algo por el estilo.
¿Veracidad? ¿Mentira? ¿En unas
elecciones? ¿Cómo puede controlarse algo así? En una campaña política hay
aludes de promesas, aludes de verdades y aludes de mentiras. El problema es que
todo está tan liado y reliado que saber dónde está el quiz de la cuestión
resulta poco menos que imposible. El individuo que sale a trabajar, coge el
coche y tiene que superar, en el sentido de soportar estoicamente, unos cuantos baches en la carretera, un atasco de horas
y cuando finalmente llega a su puesto de trabajo saluda a unos compañeros con
los cuales no le une nada excepto la pertenencia a la especie humana, ve la vida de
forma completamente distinta al ciudadano que sale a trabajar, coge el coche,
salva los baches como si estuviera en uno esos coches de choque de feria,
aprovecha el atasco para dedicarse a pensar en su nuevo proyecto empresarial o
escuchar las noticias y una vez en el trabajo se siente inmensamente afortunado
de trabajar en un mundo internacional y
cosmopolita.
Dos sujetos, la misma empresa, el mismo ambiente socioeconómico, el mismo coche, el mismo recorrido al trabajo: dos perspectivas distintas, dos narrativas antagónicas, dos votos opuestos.
Dos sujetos, la misma empresa, el mismo ambiente socioeconómico, el mismo coche, el mismo recorrido al trabajo: dos perspectivas distintas, dos narrativas antagónicas, dos votos opuestos.
Quiero decir: la verdad y la mentira suelen ir juntas y cogidas de la mano
pero en una campaña política aparecen inseparablemente unidas. Ni siquiera las
encuestan solucionan el problema. No entiendo ese asombro que provoca la
inexactitud de las encuestas oficiales. A estas horas ya deberían saber que los
resultados de dichas encuestas depende generalmente de a quién se le haga la
encuesta y sobre todo de quién la haga.
Por lo general los encuestados no tienen muchas ganas de meterse en líos: o no
contestan o si contestan lo hacen de manera que agrade al que hace las
preguntas para evitarse el conflicto y la discusión que otra respuesta generaría. No soy yo la primera en notarlo. A lo que me refiero con esto es que las encuestas anónimas son de fiar porque ni las
encuestas dicen la verdad.
¿Cómo pues van a conseguir esas grandes empresas evitar que las mentiras
proliferen? Lo único que lograrán es que ellas mismas sean tildadas de
partidistas y esto únicamente contribuirá a radicalizar aún más los extremos.
En estos momentos la cuestión primordialmente vital no es controlar o no
controlar la mentira. ¿Creen ustedes de verdad que serviría de mucho que
retiraran algunos videos en los que se afirma que los extraterrestres están
ayudando a la Nasa a construir cohetes, videos en los que se asegura que hay
cincuenta, si no más, razas de extraterrestres conviviendo entre nosotros? ¿creen ustedes seriamente que ello contribuiria a que todos aquellos que creen
el contenido de dichos videos dejaran de creerlo? ¡No! Lo que sucedería es que
se extendería el rumor de que ha sido la certeza de esos documentales la que
han provocado que sean retirados de la libre circulación.
Si esto sucede con videos acerca de los extraterrestres, imagínenense qué
no sucedería si en unas elecciones a la presidencia francesa un par de grandes
y supranacionales empresas se dedicaran a filtrar las verdades y las mentiras.
Lo único que lograrían sería radicalizar aún más los extremos.
Tampoco la cuestión que algunos introducen al preguntarse: “democracia ¿qué
democracia?”, es la más importante ni la más esencial.
Todos sabemos que la democracia no puede ser más que el gobierno del pueblo.
Todos sabemos que la democracia no puede ser más que el gobierno del pueblo.
La cuestión inexcusable es justamente: qué pueblo gobierna.
Y es que reconozcámoslo: de un tiempo a esta parte lo único que encontramos
en los periódicos son titulares explicando a los lectores (¡a los lectores de ese
periódico!) que ellos, los lectores, son tontos; rematadamente tontos: no saben ponerse los
calzoncillos correctamente, ni beber el agua apropiada, ni coger una cuchara adecuadamente; y por supuesto
tampoco saben dónde ni cómo divertirse. Hay que explicarles todo: cómo comer,
cómo dormir, cómo encontrar novia, cómo librarse del amigo pesado, cómo torear al
jefe y hasta darle la estocada de gracia, si me apuran. Y ahora se impone incluso la tarea de librarles de las mentiras porque al parecer ellos, los lectores, no son capaces de razonar por sí solos.
¿Comprenden ustedes ahora por qué el pueblo sigue creyendo a pie juntillas
que estamos siendo invadidos por extraterrestres?
Porque hay algunos que parecen no pertenecer al pueblo y se sienten
absolutamente por encima del bien y del mal. Esos, está claro, no pueden
pertenecer a la raza humana, siempre con un pie aquí y otro allá, cuando no en
el más allá.
Ay... me aburro, me aburro soberanamente. Los nuevos filósofos aristos
conocen los mitos griegos y no tienen tiempo a detenerse en los modernos. Les
falta imaginación y sentido del humor.
En eso creo yo reconoce un hombre a otro hombre.
Hablemos de educar al pueblo.
Hablemos.
Después de veinte años haciéndose ricos a costa de (in)educarlo en una
determinada dirección, han descubierto que el pueblo es subversivo y al parecer no comprenden la razón.
La razón es que una cosa es un pueblo inculto, con conciencia de inculto y con conciencia de que existen unas personas o grupos de personas más cultas que él a las cuales hay que seguir justamente porque saben más que él, que ya sabe que no sabe nada pero que puede llegar a saber si se esfuerza por lograrlo, y otra cosa, muy distinta, es el pueblo inculturizado, al que se le ha mostrado y demostrado que los intelectuales son unos engreidos y vanidosos, cuando no resentidos y frustrados y que no hacen más que repetir lo que a cualquier persona se le ocurre y encima exigir dinero y honor por ello. Al pueblo se le ha inculturizado a base de explicarle lo divertidos e interesantes que son los juegos de videoconsola, que permiten combinar dedo y cerebro. Genial!. Al pueblo se le ha inculturizando mostrándole que el conocimiento no es importante, que los griegos y los romanos se murieron hace mucho tiempo, que la opinión de uno vale tanto como la de otro y por tanto la suya es la que más vale, no por opinión sino por suya; y que además la libertad de expresión es la mayor libertad de las libertades y no tiene nada que ver con la libertad de conocimiento porque esa nadie la necesita; mucho menos teniendo internet.
La razón es que el pueblo inculturizado encuentra sus propios mitos, sus propias
formas de pensamiento y configuración de la realidad. El pueblo inculturizado, que se ha visto desvinculado de la cultura, ha bajado a los subterráneos a jugar a los naipes.
Allí estaban los vampiros ¿qué se creian ustedes? ¿qué estaban los traumas
esperándoles? Traumas al pueblo inculturizado, ¡quién los quisiera ver! El pueblo inculturizado no enseña
sus traumas porque los ha convertido en victimismo, igualitarismo y pos-verdad ( o pos-mentira). Por eso el pueblo inculturizado muestra, a lo más, sus desvergüenzas.
En mi opinión, los periodistas del mainstream han de solucionar dos grandes problemas.
El primero es que al pueblo inculturizado no le gusta, no soporta, que le digan qué
es lo que hace mal y mucho menos aún que le intenten educar. El pueblo inculturizado es rebelde y se gusta tal y como es: chico malo, indomable y con gracia. En eso justamente radica lo que él denomina "genio y figura hasta la sepultura".
El segundo
problema es que desde la guerra del Golfo ninguno de los pronósticos del mainstream se han
cumplido. Y eso de que nadie veia venir los resultados electorales de las últimas elecciones, díganselo a otro que no sea una
bruja ciega, porque lo que es esta bruja ciega no sólo lo vio venir sino que
encima avisó de que vendría. Si yo lo ví ¿por qué ellos no? Porque no lo
querían ver; porque estaban sirviendo a otros intereses, a otras verdades. Eso al menos piensa el pueblo inculturizado.
Los periodistas del antimainstream no son mucho mejores.
Ellos introducen mitos demasiado complicados, demasiado racionales de tan irracionales, las mentiras cansan y los lios también. Descubrir la presencia de extraterrestres en el planeta resulta interesante y divertido, pero después de haber asistido a cincuenta videos acerca de lo peligrosos que algunas razas son y lo buenas que son otros, a uno le invade un cansancio terrible y termina por sumirse en el sueño del aburrimiento.
Ellos introducen mitos demasiado complicados, demasiado racionales de tan irracionales, las mentiras cansan y los lios también. Descubrir la presencia de extraterrestres en el planeta resulta interesante y divertido, pero después de haber asistido a cincuenta videos acerca de lo peligrosos que algunas razas son y lo buenas que son otros, a uno le invade un cansancio terrible y termina por sumirse en el sueño del aburrimiento.
El pueblo inculturizado en estos momentos duerme a pierna suelta
y ronca. El mainstream le hastía tanto como el antimainstream. Cuando se
despierte el pueblo inculturizado se radicalizará poco importa si en un sentido o en
otro, porque elija lo que elija no será desde luego por convencimiento sino por hacer algo, por sencillamente
divertirse hasta la hora de la cena.
Main y anti main:
Main y anti main:
Una de dos: o empiezan a decretar el veto al voto de determinados grupos
del pueblo y exigen una titulación y unos conocimientos previos para ejercer el
derecho a elegir, o unos y otros dejan de tratar al electorado como si fuera tonto y no
supiera a quién elige cuando elige a un candidato.
Una de dos: o empiezan todos ellos a interesarse por introducir nuevamente la cultura
en los planes de estudio - el griego, el latín, y los filósofos -, o dejan de
quejarse de la incultura del pueblo, que no es incultura sino inculturización.
Una de dos: o exigen un master para dominar cómo ha de ponerse uno los
pantalones, o dejan de gastar titulares en ese tipo de noticias.
Pero si no hacen nada de esto, piensen cómo se siente un pueblo inculturizado cuando lee en algún sitio que un par de empresas van a controlar las mentiras
de este mundo para que este mundo sea un mundo sin mentiras.
Compréndanme a mí y comprendan al pueblo (inculturizado).
Y esta vez el vampiro se rie tan sinceramente que sospecho que lo único que
he estado haciendo es leerle el pensamiento.
Querido vampiro: leerte el pensamiento resulta tan fácil como lo será el
vencerte cuando el Espíritu despierte y la Energía se restablezca. Carlota y yo
no estamos solas y tú lo sabes. Lo sabes. La estrella lanza un rayo
fulgurante y el vampiro desaparece con un gesto de mohín.
Ah, pobre vampiro.
Es
la gran tragedia de los subterráneos: siempre a la búsqueda de una luz que irremediablemente los
mata. La tragedia de las grandes alturas, por su parte, es la de contemplar el mundo con unos anteojos.
Inculturizar al pueblo para ganárselo fue un grave error; un terrible error que
no sé, francamente, no sé cómo vamos a poder solucionar. Y desde luego esa
estúpida conspiración contra la cultura ha sido lo más insensato que han podido
hacer. Un pueblo inculturizado no se dedica más a la ciencia por ignorar la cultura.
Y no son los intelectuales los que destruyen el mundo; desde luego no más de lo
que lo hacen los científicos. Todo depende de quién o quiénes se apropien de lo
que los intelectuales escriben y de lo que los científicos inventan.
Un pueblo inculturizado es siempre una bomba de relojería.
Deberían haberlo sabido.
Deberían haberlo sabido.
Deberían haberlo sabido todos aquellos que hoy se lamentan de la incultura
del pueblo.
¿Es la incultura o la rebeldía inesperada lo que les molesta?
¿Cómo pudieron ser tan ingenuos, o tan necios, ya ni lo sé, de creer,
pensar siquiera, que un pueblo inculturizado es un pueblo dócil?
¿Cómo es posible que
no fueran capaces de intuir que un pueblo inculto es siempre un pueblo rebelde?
Quizás borre este artículo.
Cuando me haya recuperado de mi enfado.
Ya saben que la Energía sufre cortocirtuitos.
Pero es que hay cosas que claman al cielo.
La bruja ciega.
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