Cómo demostrar una verdad, me pregunto desconsolada. En el caso de que no
existan pruebas, se trata de una cuestión de palabra contra palabra y suele
ganar aquél que más apoyo social recibe, poco importan los motivos: edad, amigos,
respetabilidad, prejuicios, simpatía... El sincero interés por descubrir la
auténtica verdad ha sido sustituido por la obligación de alcanzar un resultado velozmente eficaz,
por el deseo de atrapar rápidamente al culpable, a ser posible en un par de
horas, que es lo que viene a durar una película de las llamadas de detectives, o
a lo más, en el tiempo que uno necesita para empezar y acabar de leer una
novela policiaca. Esa exigencia de determinar la identidad del reo lo antes
posible y tan contundentemente que no quepa la menor duda que se trata del
verdadero culpable ha llegado a ser tan imperiosa que muchos se empeñan en
repetir y creer una mentira por más que existan claras y evidentes pruebas de
todo lo contrario, incluso en el caso de que existan videos que demuestren que
se trate de una equivocación. El video dice una cosa y el discurso otra
completamente diferente.
Eso por ejemplo es lo que me ha golpeado hoy, a primera hora de la mañana en
los periódicos. Titulares del tipo “Warren Beatty ponte las gafas” o “Warren
Beatty se equivoca al leer la película ganadora de los Oscar” son los que
ocupan todas las portadas de los periódicos digitales. Confieso que ignoro el
motivo, sobre si se tiene en cuenta que junto a la noticia incorporan el video; video en el que
el lector puede comprobar claramente que no es Warren Beatty el que comete el
garrafal fallo sino Faye Dunaway, y del mismo modo tampoco nadie se pregunta si realmente lo
leyeron mal o es que fueron víctimas de una previa falsa información, de una broma
de mal gusto, o algo así. Por no haber no hay ni siquiera una teoría de la conspiración al estilo de "Hollywood dividido a la hora de conceder el máximo premio", o cosas por el estilo. Nada. A mediodía me entero por la prensa alemana de que Warren Beatty tenía el sobre equivocado en la mano. En vez de la película ganadora, que es para lo que le habían contratado, a Warren Beatty le habían confiado el nombre de la mejor actriz. Imaginen la sorpresa: están allí para dar una noticia y les pasan un sobre con otra sin ni siquiera haberlo avisado. El misterio sigue.
En fin, sea como fuere, lo interesante es el hecho de que los titulares no coinciden con el contenido
del video y eso –lamentablemente- da mucho que pensar. Demasiado.
Uno piensa que la cultura no sirve para nada, que la filosofía no sirve
para nada, que las largas horas de estudio traduciendo latín no sirven para
nada.
Falso. Sirven para pensar. Y el pensamiento no es sólo que ocupe espacio – como
algunos dicen que ocupa el saber y por eso lo quieren cada vez más comprimido,
hasta que de él ya no queda más que una frase slogan y a veces ni eso; a veces
simplemente el rastro de que estuvo pero ya no está – es que requiere de tiempo
y de paciencia, primero y de diálogo y de discusión, después - poco
importa si con el contenido del libro que se está leyendo o en reunión con
otros libros, o con lo que uno mismo sabía hasta ese momento, o con otros. El
saber requiere horas, días, semanas, años, siglos. El saber trasciende nuestras
posibilidades y nos arrastra con él.
Pero hoy se exige la velocidad, la eficacia y el multitasking. No hay
tiempo ni para el saber ni para la reflexión. La verdad es un discurso, una
narrativa, apoyado no por pruebas sino por testigos y testimonios; en realidad
lo único que hace falta para demostrarla son aliados y para encontrar a estos
nada más inteligente que la sugestión.
Sugestión...
Bella y terrible palabra al mismo tiempo. La sugestión supera a la manipulación porque mientras la manipulación se basa en medios materiales: chantaje, colores, música, palabras, la sugestión consigue que el individuo caiga en una especie de “falsa” hipnosis, de modo y manera que está absolutamente convencido de estar en la verdad, de haber llegado a ella, de conocer realmente la realidad, hasta un punto en que la realidad es negada y transformada. Pero hay algo más: la sugestión es contagiosa. El individuo es capaz de convencer a los que le rodean de que esa verdad es la auténtica verdad. Si las pruebas en contra son irreales imagínense ustedes cuando no existe más que “palabra contra palabra”.
Sugestión...
Bella y terrible palabra al mismo tiempo. La sugestión supera a la manipulación porque mientras la manipulación se basa en medios materiales: chantaje, colores, música, palabras, la sugestión consigue que el individuo caiga en una especie de “falsa” hipnosis, de modo y manera que está absolutamente convencido de estar en la verdad, de haber llegado a ella, de conocer realmente la realidad, hasta un punto en que la realidad es negada y transformada. Pero hay algo más: la sugestión es contagiosa. El individuo es capaz de convencer a los que le rodean de que esa verdad es la auténtica verdad. Si las pruebas en contra son irreales imagínense ustedes cuando no existe más que “palabra contra palabra”.
Ustedes creen que la sugestión no existe; ustedes piensan que es una forma ( e incluso una sub-forma) de manipulación. No. Un mensaje subliminar es un modo de manipulación, pero
cuando el mensaje subliminar deja de ser subliminar eso es ya sugestión. La
manipulación no ignora la realidad y justo porque no la ignora sigue estando
anclada en ella. El hombre que manipula es consciente de que está utilizando un
medio para conseguir llegar a un fin; el hombre que manipula sabe que miente.
El hombre sugestionado, y por sugestionado sugestiona, vive en otra realidad y
moriría antes de admitir que esa realidad es inexistente sencillamente porque él la vive como auténtica y verdaderamente real. El hombre sugestionado
que sugestiona vive en una matrix. La cuestión es averiguar cuántos viven en una matrix.
Si uno lee “Brujas de Salem” de Arthur Miller no tardará en comprender que el
contagio se convierte en una epidemia que difícilmente puede contenerse y por tanto es altamente probable que no tarde en expander por un pueblo, por una comarca, por una región, por un continente.
Los manipulación la dominan los poderosos a fin de conservar el mundo en el
que sus vidas se desarrollan y de mantener la posición que ocupan; la sugestión, en cambio, los que destruyen el mundo real en el que habitan para construir uno
nuevo en el que ellos sean los dominadores. La manipulación es demagógica, la
sugestión es destructora de la realidad pero creadora de mundos.
Las teorías de la conspiración son manipuladoras; la realidad virtual, en cambio, se basa en el poder de la sugestión.
Las teorías de la conspiración son manipuladoras; la realidad virtual, en cambio, se basa en el poder de la sugestión.
Tiempo de crisis y tiempo de transformaciones. No quisiera vivir en una
matrix. Prefiero la soledad del bosque. Qué contradicción: la soledad del
bosque. El bosque nunca es solitario. Pero es algo que se dice y se repite y se
admite, hasta que todos lo creen. No quisiera vivir en una matrix pero los golpes que en este momento recibo me llegan justamente de una matrix, que no contenta en crear su propio mundo intenta crear y darme una nueva personalidad y a mí no se me ocurre otra cosa que huir al tiempo que grito, por más que sé que mi grito más que un grito es un cada vez más imperceptible eco lo que ya otro antes que yo gritó: "No soy Stiller", dijo Fischer. "No soy la bruja ciega", digo yo. Pero hablar a los habitantes de una matrix no sirve de mucho. Y así, al final, no queda otro recurso que el alejamiento. Alejamiento o alienación. Más no hay. Si les dices "no soy Stiller", creen que estás loco; enfrentarse a la matrix implica aceptar que el mundo de la matrix es real, tanto si se acepta la personalidad que le confieren al individuo como si éste se decide a luchar contra esa nueva personalidad que le han otorgado para demostrar que es falso. Loco, sumiso o rebelde. Cuando uno decide quedarse junto a la matrix no hay más posibilidades. Lo vio Fischer y lo vio Dürrenmatt en su obra de teatro "la avería". Una vez que se ha caido en las redes de la matrix el individuo o se suicida o sale pero salir de la matrix significa, en la obra de Dürrenmatt, expandir la matrix, querer ser y hacer lo que la matrix es y hace. Yo intento no ser tan pesimista como Dürrenmatt y todavía creo que es posible la huida a tiempo. En "La avería",por ejemplo, no después del juicio, no después de haber caido en las redes de la matrix, sino antes: justo cuando se le comunica al viajante que va a ser sometido a un juicio. Ese es el instante en el que uno debe escapar lo antes y más rápidamente posible, sin atender a más.
Vivimos en una matrix y la única manera de la que podemos salir es
rompiendo el velo siendo conscientes de que es justamente un velo el que hay que romper y un velo el que estamos rompiendo. Cómo se destruye esa cortina que nos mantiene presos es la
cuestión. Y sólo existe una respuesta: el conocimiento. No. No es Dios el que
nos puede salvar esta vez. Tampoco es esa su tarea. No es Dios quien nos ha
aprisionado y por tanto no es Dios el que debe liberarnos. Todos aquellos que
llaman a gritos a Dios, lo llaman en vano. No es el retorno a la tradición
medieval el que puede rescatarnos; es el conocimiento, el deseo generalizado de
aprender, de sumergirnos en la cultura, el esfuerzo de desempolvar los clásicos
y dialogar con ellos, lo único que en estos momentos puede realmente salvarnos.
Suponiendo, claro, que queramos salvarnos.
De momento Europa parece concentrarse en la salvación de Francia de una
forma bastante curiosa: anunciando la victoria de LePen unos y el problema que
supone el centrismo de Macron, otros.
Centrismo... extraña palabra.
Se utiliza el término Centrismo peyorativamente, para manipular, para intentar
explicar que el centrismo no es una verdadera ideología puesto que no es ni de
derechas ni de izquierdas aun teniendo componentes de derechas y de izquierdas
y que por tanto termina siendo una amalgama insuficiente e incoherente. A
grandes líneas es en esto en lo que consiste la crítica que se hace al
centrismo en general, especialmente al de Macron.
Bien. Seamos claros: la dicotomía derecha/izquierda, igual que la dicotomía
Estados Unidos/Rusia, ha sido superada. Por más que los nostálgicos de las
peleas entre nobles y burgueses, entre burgueses y proletarios, entre Unos y
Otros, reclamen y reivindiquen su existencia, lo cierto es que tales
confrontaciones pertenecen al pasado y a lo que asistimos hoy en día no es más
que al intento desesperado de algunos para –sirviendo a sus intereses- inflamar
llamas que hasta hace poco se elevaban hasta los cielos pero de las que hoy en
día únicamente queda el olor.
Lo cierto es que los problemas a los que la sociedad contemporánea son tan
complejos, complejos en un doble sentido: difíciles y globales, que apelar a
esa eterna cantinela occidental “derechas” e “izquierdas” resulta obsoleto e
insuficiente. Los primeros en darse cuenta fueron los pragmáticos alemanes. De
repente asistían asombrados a la implantación por el partido conservador en el
poder de políticas tradicionalmente consideradas “socialdemocrátas”: ayudas a
madres trabajadoras, apertura de un mayor número de Kindergarten (habida cuenta
de la actual lucha lingüística entre “guardería”, “escuela infantil” y “jardín
de infancia”, éste es el mejor vocablo que he encontrado) a edades anteriores a las de los tres años y
con horarios flexibles, escuelas con actividades extraescolares en la misma
escuela y en las que los chicos cuyos padres trabajan pueden hacer sus deberes,
posibilidad de que el padre se quede en casa cuidando a los bebés...
La explicación era sencilla: la realidad y los problemas reales importaban
más que esa separación entre derechas e
izquierdas. Hasta cierto punto el centrismo es lo que ha estado imperando en la
política europea en este instante, porque el centrismo representa el deseo
serio y real de solventar problemas serios y reales.
¿Cuál es la alternativa al centrismo europeo?
Y sobre todo ¿cuál es la alternativa al centrismo francés?
Como digo, la disolución de las diferencias entre derechas e izquierdas es
un hecho por más que algunos se empeñen en vivir en una matrix y expandirla con
más o menos rapidez. La lucha entre derechas e izquierdas está finiquitada,
igual que lo está – lo niegue quien lo niegue- la guerra fria entre Estados
Unidos y Rusia.
La difuminación entre derechas e izquierdas es auténticamente real y lo es
porque hoy en día los problemas no pueden ser solucionados desde ninguna
ideología, desde ninguna dicotomía. Los problemas aceptan distintas
consideraciones, distintas perspectivas, distintos razonamientos, pero no
ideologías que dividen y encierran a la sociedad en compartimentos estancos. ¿Una
prueba? La llamada “izquierda caviar”, que ha superado lo que un día se dio en llamar "la beatiful people". Eso que es una contradicción en sus
términos es un hecho real; tan real como el que alguien multimillonario como Bill Gates
se preocupe real y sinceramente por la situación mundial. Puede ser que muchos
prefieran la imagen de un Bill Gates navegando ocioso en un yate en vez de
verlo comprometido con causas que a mí personalmente me parecen sumamente importantes
e imperiosas, como por ejemplo, la que se refiere a la construcción de sanitarios en lugares pobres y
perdidos de este mundo por más que a otros les parezca asunto baladí; puede ser que muchos preferirían verlo perdiendo el tiempo de sarao en sarao, pero lo cierto es que Gates es un millonario comprometido con los asuntos sociales sin que ello signifique una renuncia a su fortuna, igual que la izquierda caviar disfruta de los placeres de la vida sin que esto determina un abandono de sus ideales.
A lo que me refiero con todo esto es a que la oposición “Derecha” e “Izquierda” ha quedado empalidecida por el tiempo
y ya no sirve.
Otro antagonismo dual mucho más violento, mucho más peligroso, es el que en estos momentos está llamando a las puertas no sólo de Europa, no sólo de Occidente, sino del mundo en su totalidad.
El centrismo, a un lado.
Al otro, el fascismo.
La bruja ciega.
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