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Wednesday, October 14, 2015

Una nota personal

Hubo un tiempo en que la dirección de mi blog era “desde el asombro”. No sé por qué la cambié. Tal vez porque el asombro terminó por convertirse en perplejidad y la perplejidad en silencio. Tal vez porque al leer el comentario que un lector anónimo había hecho con respecto a uno de mis artículos y que demostraba claramente que no había entendido ni una sola palabra, ni una sola idea de las que yo había intentado plasmar, temí que el asombro se convirtiera en espanto. Que quién me había escrito, que el único que ante mis ideas se había dignado a dejar sus reflexiones, fuera ni más ni menos que mi sempiterno enemigo: el hombre-masa-fuenteovejuna, comprender que un individuo cuyas palabras eran el fiel reflejo de lo que otros muchos pensaban e ignoraban,  hombres que seguramente no saben quién es Claudel, conocen de oídas a Levinás y no han leído jamás a Maquiavelo; que, en definitiva, solamente él se hubiera atrevido a dejar su impronta fue, creo yo, el inicio de una crisis que todavía no he logrado superar.

Porque lo cierto es que no dejo de preguntarme quién o quiénes pueden estar interesados en leerme. Aquéllo sobre lo que escribo se encuentra publicado en los periódicos. Los foros de lectores de la prensa alemana, suelen ser sumamente certeros. Que mis comentarios puedan interesar a alguien cuando, por lo general, no interesan ni siquiera a mis mejores amigos por largos y densos, lo cual es una forma amable de decir “aburridos”, me resulta cuando menos, sumamente, extraño. 
Pero que además me lean sin entenderme, me aterroriza.

Decidí cerrar aquél blog, sí. Cambiar incluso su nombre y en su lugar abrir éste: “La estrella de la bruja ciega”, a la espera de que el título asuste a unos cuantos. 
Admitámoslo: para el hombre-masa-fuenteovejuna, la bruja es una perversa mujer que anda en tratos con el diablo y que merece ser quemada en la hoguera o, al menos, obligada a desaparecer de la sociedad. En cambio, desde mi punto de vista, la bruja es una persona que ha tenido la mala suerte de nacer en una sociedad patriarco-matriarcal jerarquizada y estancada en palabras hechas, tradiciones obsoletas cuyo fundamento nadie recuerda y que no serviría de nada aunque alguien lo recordara porque lo importante en tales sociedades es determinar quién puede mandar y quién debe obedecer. La bruja es una mujer que se opone a tales estructuras porque es una libre pensadora y acepta cualquier consecuencia –incluso el desprecio social - con tal de seguir pensando libremente. La bruja envejece y pierde la vista pero no así la estrella que la guía y que siempre la ha guíado: la libertad de pensamiento y de corazón. Y continuará pensando libremente aunque no siempre pueda libremente decir lo que piensa...

He decidido, por tanto, dejar el asombro a un lado, por silencioso e inútil y en vez de eso ir a concentrarme en mi deporte favorito consistente en elucubrar. Elucubrar nos permite reflexionar sin la pretensión de llegar a ninguna conclusión final, lo cual, habrán de admitirlo, denota un gran sentido común de mi parte, sobre todo teniendo en cuenta que en los tiempos que corren la opinión personal de cada mengano y de cada zutano ha sido elevada al rango de “ley”. Elucubrar exige, además, poseeer la suficiente libertad de espíritu que el subir a las alturas precisa amén de la necesaria ligereza para que evitar que el descenso se convierta en una dramática caída en picado.

Y pese a todo, fuerza es confesarlo, no he logrado desprenderme del asombro que me producen determinadas personas, determinados comentarios, determinadas instituciones.
El arzobispo de Valencia, el arzobispo Cañizares, se pregunta públicamente en un foro público si los refugiados-emigrantes que llegan a España son “trigo limpio”. 
El arzobispo Cañizares ignora todavía a su edad, y pese a su profesión y cargo, que el trigo limpio es cosa bien extraña no sólo en nuestros tiempos, no sólo entre los recién llegados, sino en cualquier época y lugar que se precie desde que el hombre es hombre. 
El trigo limpio, excelentísimo y reverendísimo señor Cañizares, escasea incluso entre los hombres de Iglesia ¡Cuánto pues no habrá de faltar entre los que han de buscar su salvación o su pan a pie!

El señor Cañizares pregunta si los refugiados-emigrantes son “trigo limpio” y a continuación invita al oyente, le obliga casi, a la lucidez.

¡Pues claro que no son trigo limpio, señor Cañizares! ¡Suerte tendremos que sean sólo hombres en busca de su supervivencia y no en busca de nuestra muerte! ¿Pero de qué se preocupa usted?  ¿no dice la Iglesia que hay que dar cobijo al necesitado y posada al caminante? ¿En qué quedamos? ¿Se la damos o no se la damos? ¿O antes de darles entrada hemos de constatar y verificar si son trigo limpio? ¿Es que acaso era María Magdalena trigo limpio? ¡Séamos lúcidos! ¡Sí! Séamos lúcidos con una Iglesia Católica que tan pronto habla de Amor y Perdón Universal como de “trigo limpio”, que tan pronto dice que hay que dar sin mirar a quién se da, como exige que sólo el “trigo limpio” sea beneficiario de su caridad. ¡Sea usted también lúcido señor Cañizares! ¡Atrévase a declarar que lo que a usted le preocupa en realidad es saber si los refugiados-emigrantes son o no son terroristas y  deje de utilizar eufemismos que confunden y complican aún más el asunto! ¡Atrévase a preguntar si son o no son asesinos! ¡Sea lúcido y atrévase a tirar la piedra sin esconder la mano!

Dígame ¿Quién sabe lo que son esos hombres, qué pretenden y hasta dónde pueden llegar si posiblemente ni ellos mismos lo saben, si ni yo misma puedo saber hasta dónde yo podría llegar y hasta estoy contenta de que algún ángel celestial me haya impedido cometer alguna que otra insensatez!

¡Atrévase, señor Cañizares y exprese lúcida y correctamente sus lúcidos miedos! ¿Cuál es el motivo de sus temores? ¿Qué sean musulmanes? ¿Qué sean terroristas? ¿Qué tengan muchos hijos? ¿Qué quiten el poco trabajo que hay? Y de todos estos miedos, de todos estos miedos, el único que creo que debe preocupar a la Iglesia Católica es el de si los refugiados-emigrantes son musulmanes o no. Porque el tema referente a que puedan ocupar puestos laborales cuando existen tan pocos, habrá de ser cuestión del Ministerio de Trabajo y la preocupación por el hecho de que sean o no sean terroristas, (asunto que, por cierto, no preocupaba en absoluto a más de un párroco vasco cuando se trataba de dar cobijo a terroristas vascos en las iglesias porque, según tales ministros de la Iglesia, a lo que ellos debían atender en función de su hábito no era a la condición de asesinos de dichos individuos sino a que se trataba de hombres que habían buscado refugio en sus iglesias), esa preocupación, digo, incumbe al Ministerio del Interior ¡pero no a la Iglesia Católica!

Así pues, lo que preocupa – o debería preocupar a la Iglesia Católica en su lucidez - es que al irreverente y laico continente europeo estén llegando miles de fieles musulmanes dispuestos a practicar su fe y esto incluye el proselitismo en todas sus formas y variaciones. 

La nueva situación es: Religión Universal versus Religión Universal. Verdad contra Verdad. Pero mientras una de las Religiones Universales viene con la espada al cinto, la otra hasta la pluma tiene seca. La una está dispuesta a morir por su verdad, y la otra, ni siquiera sé si está dispuesta a vivir por ella.

Seamos lúcidos, decía la Iglesia Católica hasta hace poco y eso significaba: Diálogo, hermano, diálogo.

Seamos lúcidos significa ahora, algo completamente distinto: Desconfíemos, hermano, desconfíemos.

¡Esta Iglesia Católica que pide siempre y exige siempre a sus feligreses cuando ella misma no tiene ni buenos teólogos, ni tan siquiera hombres lúcidos, me va a matar a disgustos! 
¡Esta Iglesia Católica arrogante y soberbia que sigue clamando humildad, caridad, fe, esperanza y no sé cuántas cosas más para a continuación hablar de “trigo limpio” y de “lucidez”, donde “trigo limpio” y “lucidez” han de significar justo lo que Ella ha determinado que signifiquen, cuando Ella quiere, cómo Ella quiere y dónde Ella quiere, me exaspera cada día más!
Alumnos, desde luego, no le faltan. Los mejores, los más capacitados: los alevines de la neo izquierda.

Y es que para que mi asombro no sea un asombro débil, uno de esos asombros pasajeros, sólo me faltaba leer las declaraciones del señor Pablo Iglesias, que tan pronto asegura que a él únicamente le interesan los porcentajes obtenidos en las elecciones porque lo que él quiere, ante todo, es ganar, como va y asegura que entre sus pretensiones no se encuentra en absoluto la de ganar, que no están preparados para gobernar y que a él, eso de ir al Parlamento le da mucha pereza. Seguramente por esta pereza que dice que le da el ir al Parlamento Nacional, llega tarde o no llega a la sesión del Parlamento Europeo en el que se debate sobre los refugiados. Debate, todo hay que decirlo, que también él ha pedido que se celebre.

¡No cabe duda que esta neo-izquierda es digna hija de su tiempo y de su sociedad! Una sociedad anclada en el cinismo del decir hoy una cosa y mañana otra, defendiendo, no obstante, la validez de sus posiciones y la honestidad de sus palabras que son hoy, aseguran seria y convincentemente, tan ciertas como ayer, aunque hoy digan una cosa, ayer la contraria y mañana sostengan otra completamente distinta a las dos anteriores. 
En nuestros días al cinismo se le denomina flexibilidad mental. 

Yo comprendo que una persona a lo largo de su vida pueda cambiar varias veces de posicionamientos, de ideas, de creencias y de todo lo que se le antoje. Yo comprendo que la flexibilidad es necesaria para la supervivencia. Pero entre la rigidez mental y la inseguridad generada por el hecho de que entre lo que hoy dice un hombre y lo que mañana dice ese mismo hombre no sea necesario que exista ninguna conexión, que sea incluso válido que haya una contradicción,  va un abismo. Que a ese individuo, debido a esa falta de conexión en sus palabras, otrora llamada coherencia, no pueda calificársele como mentiroso, ni siquiera como lioso, a mí –francamente- me asombra. Pero es mi asombro el que asombra a todos los que a diario cruzan un abismo que a mí, francamente, me sigue pareciendo insalvable.
Y lo cruzan, lo pueden cruzar sin peligro alguno, en virtud de ese terrible principio: "Pensar en positivo", según el cual "el poder de la mente -de mi mente- me permite crear mi propio mundo".
Es verdad: dicho principio ha existido siempre, igual que los  individuos que han intentado llevarlo a la práctica. La diferencia es que antiguamente a esos hombre se les llamaba "tiranos", "dictadores" y  "déspotas" mientras que hoy son considerados "espíritus libres e independientes".

Y lo peor, lo peor, es que esos aprendices de gobernante son tan “flexibles” que no les importa utilizar los argumentos, los modos y las maneras de su archienemiga: la Iglesia Católica.

¡Vivir para ver!

La bruja ciega


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