Es que realmente me aburro. Tengo que llegar a escribir 365 artículos para
cumplir la promesa que en su día le hice a mi amiga Carlota y por eso no me queda
más remedio que interesarme por los
sucesos mundiales. Sucesos mundiales que son, se analicen como se analicen,
sumamente tediosos. Muchos de ustedes, claro, no pueden entender mis palabras,
mucho más si tenemos en cuenta las turbulencias que padece el globo global en estos
momentos. Y sin embargo, vuelvo a repetirlo: me aburro.
Me aburro porque no se sabe si los países y sus instituciones- (emplear el
término “gobierno” resulta insuficiente para calificar a los actores)- juegan
al Monopoly, al Stratego, a Isla de Catán o a Kühhandel, o más bien prefieren
fanfarronear al estilo de los vaqueros del Salvaje Oeste acerca de quién es el
más fuerte, el más guapo y el más valiente. Me aburro y me cansan tantas
histerias interminables sostenidas y aumentadas por los rotativos que ya no
saben ni qué noticias potenciar y engordar en un mundo en el que muy pocos son
los que leen y de éstos la mayoría lo hace en diagonal por falta de
tiempo y posiblemente a causa de sufrir el mismo aburrimiento que me embarga a
mí. Analistas no hay muchos y buenos analistas, aún menos. La mayoría de ellos
no dicen más de lo que el título ya anuncia y anclados como están en su oficio,
las ideas que ofrecen son las ideas que ofrece “Todo el mundo”, a quién todavía no he tenido el placer de conocer pero del que no hago otra cosa que oir
hablar de él. La prensa intenta superar la crisis en la que está sumida a base
de generar grandes emociones y eso, tarde o temprano, termina cansando al más
sensato. Los sensatos dejan de leer la prensa, primero y de interesarse por los
sucesos globales globalizados, después. Lo más que permiten es que durante el
café alguien les comente los titulares del día. Y lo cierto es que razón para semejante desinterés no les falta. En estos momentos se necesitaría un Nietzsche como
analista de lo que está sucediendo, un Lutero como denunciante moral y una
sociedad impregnada del espíritu de la vida –esto es: de la construcción- y no del espíritu que la invade ahora: el de la muerte, el de la destrucción y la
indolencia. ¿Un político? Cuando una sociedad es vital, cualquier político
sirve y cuando no lo es, cualquier político está de más. La crisis o el éxito
de la política nunca es cosa exclusiva de los políticos. Los políticos son
hijos de sus sociedades. Esto es algo que las sociedades tienden a olvidar e
incluso a negar; mucho más aún tratándose de sociedades a lo Fuenteovejuna:
todos a una contra el Comendador corrupto.
El problema: que asesinar al corrupto no significa cambiar la ley. La soberanía y el éxito que cree alcanzar Fuenteovejuna es un simple espejismo: su triunfo es pura y simplemente concreto y casuístico. Se castiga al culpable pero se mantiene el derecho de pernada. Obtienen el perdón pero no la libertad realmente real, se les concede el perdón “a falta de pruebas” pero no se les concede el derecho a cambiar las leyes injustas, como la ya nombrada líneas arriba, la ley del derecho de pernada.
Fuenteovejuna, al obtener el perdón, se cree más fuerte de lo que en realidad es y por eso – por creerse más fuerte y más poderosa de lo que en realidad es - y por sentirse Una, Uno en el Todo y Todo en el Uno, olvida la importancia del juicio crítico, la importancia del tener que ir más allá de la simple victoria aquí y ahora, más allá de lo que la obtención de una concesión significa.
Si Fuenteovejuna no fuera Fuenteovejuna sino una sociedad de individuos esos individuos reivindicarían el derecho y no sólo el perdón.
El problema: que asesinar al corrupto no significa cambiar la ley. La soberanía y el éxito que cree alcanzar Fuenteovejuna es un simple espejismo: su triunfo es pura y simplemente concreto y casuístico. Se castiga al culpable pero se mantiene el derecho de pernada. Obtienen el perdón pero no la libertad realmente real, se les concede el perdón “a falta de pruebas” pero no se les concede el derecho a cambiar las leyes injustas, como la ya nombrada líneas arriba, la ley del derecho de pernada.
Fuenteovejuna, al obtener el perdón, se cree más fuerte de lo que en realidad es y por eso – por creerse más fuerte y más poderosa de lo que en realidad es - y por sentirse Una, Uno en el Todo y Todo en el Uno, olvida la importancia del juicio crítico, la importancia del tener que ir más allá de la simple victoria aquí y ahora, más allá de lo que la obtención de una concesión significa.
Si Fuenteovejuna no fuera Fuenteovejuna sino una sociedad de individuos esos individuos reivindicarían el derecho y no sólo el perdón.
¿Por qué digo todo esto? Porque me aburro y para explicar a los lectores
que todos los días dedican un tiempo de su tiempo a leer mis elucubraciones,
por qué ese constante empleo del término Fuenteovejuna en mis artículos está
unido indisolublemente a connotaciones negativas, por qué le hago siempre dependiente de la
diosa Opinión Pública. Porque ella, la diosa Opinión Pública, es realmente la
única diosa a la que una Fuenteovejuna -unida para un caso concreto en un caso
concreto y obteniendo el perdón en esa situación concreta -, puede adorar. Y ello
porque la diosa Opinión Pública es una diosa que públicamente opina hoy para un
caso concreto y en un caso concreto y mañana la diosa Opinión Pública opina otra cosa distinta que no tiene nada que ver con lo que hoy
opina. Y por eso no hay mejor diosa que
ella para una Fuenteovejuna que alardea de su soberanía, por más que esta soberanía
sea una soberanía ficticia, establecida en el sentimiento y en la victoria del
momento.
Y por eso el muerto es hoy el injusto Comendador y mañana puede serlo el
inocente Frondoso por cualquier motivo que no se había considerado hasta ese
momento pero que nada impide que no pueda llegar a considerarse al momento siguiente.
Me aburro, sí. Me aburro.
Brexit. Y Europa grita a Júpiter para que este lance los truenos más potentes
y destructivos a Gran Bretaña. Brexit y los europeístas, más europeos que
Europa, se lanzan al ataque. Brexit y los escoceses gritan por su futuro lo
que hace un año negaban.
¿Quién engañó a quién? A los escoceses se les dijo que si votaban "No" saldrían de la Unión Europea y acabarían en la ruina. Ahora resulta que son otros los que deciden marcharse de dicha Unión. Y claro, los escoceses a una gritan: "Traición!. Nos quedamos en la Unión Europea y alcanzamos la separación". Y los europeistas gritan: "Ruina a Inglaterra!".
Pero nadie les dice ni a los escoceses, que tal propuesta es sumamente complicada jurídicamente y peligrosa, políticamente - (A ver ahora cómo se aplacan las iras escocesas o se impide el nacimiento de algún grupo terrorista a lo IRA)- ni a los europeístas, que la ruina inglesa significará también la ruina europea.
¿Quién engañó a quién? A los escoceses se les dijo que si votaban "No" saldrían de la Unión Europea y acabarían en la ruina. Ahora resulta que son otros los que deciden marcharse de dicha Unión. Y claro, los escoceses a una gritan: "Traición!. Nos quedamos en la Unión Europea y alcanzamos la separación". Y los europeistas gritan: "Ruina a Inglaterra!".
Pero nadie les dice ni a los escoceses, que tal propuesta es sumamente complicada jurídicamente y peligrosa, políticamente - (A ver ahora cómo se aplacan las iras escocesas o se impide el nacimiento de algún grupo terrorista a lo IRA)- ni a los europeístas, que la ruina inglesa significará también la ruina europea.
Y por eso, y para calmar las airadas iras por
el agravio británico - por eso que muchos consideran una traición a Europa - más de uno y más de dos prefieren dedicar sus energías, no a calmar a las aguas
del Mar del Norte, sino a extender el miedo y la cólera acerca del futuro de
Inglaterra, a extender el miedo y la cólera a la libertad y a lo no conocido. Es
curioso: tantas novelas épicas, tantas películas de aventuras para tener que
acabar concluyendo que únicamente estamos dispuestos a luchar por la libertad
si hay que derramar sangre, pero no curiosamente si esa libertad se basa en la
construcción alentada por la confianza en la realización de la obra que nos
aguarda, en el cumplimiento del objetivo, al estilo en el que antaño se construían las catedrales:
a lo largo de décadas marcadas por los conflictos bélicos, las epidemias y la
escasez de comida y dinero pero impregnadas del espíritu que se propone serena
y sensatamente la realización hasta el final de la gran obra, cueste esto lo
que cueste. Lo que pasa es que para llevar a buen término este tipo de empresas se hacen necesarios el espíritu y
la energía. Hoy en día el espíritu duerme y la energía sufre cortocircuitos. Y
todos sueñan con misiones guerreras o apocalipsis zombis pero nadie, o muy pocos, anhela la construcción libre, esforzada, conjunta y espiritual de una catedral. A lo más se
habla de clubs y de traidores al club, pero no de catedrales. Las catedrales
símbolo de la unión del hombre y lo divino por lo que de virtud y esfuerzo
implica su levantamiento, son hoy meros templos vacíos por abandonados y
abandonados por huecos.
Se quiere destruir, y se cree que con ello se alcanza la libertad sin pensar, ni por un minuto, que con ella no se alcanza ni la libertad ni la gloria, sino únicamente la muerte. Esos mismos que alardean de fuerza y amor a la libertad, son incapaces de dedicar su vida – su vida y no su cadáver- a un proyecto de edificación.
Se quiere destruir, y se cree que con ello se alcanza la libertad sin pensar, ni por un minuto, que con ella no se alcanza ni la libertad ni la gloria, sino únicamente la muerte. Esos mismos que alardean de fuerza y amor a la libertad, son incapaces de dedicar su vida – su vida y no su cadáver- a un proyecto de edificación.
Me aburro.
Brexit. Y Europa grita enfurecida porque un socio que libremente entró
quiere libremente marcharse. La bolsa cae, los mercados financieros colapsan,
los rotativos imprimen titulares cargados de emociones; ahogados casi, por
ellas.
Brexit y después de tanta declaracion europeísta, los europeos empiezan a
pujar por convertirse en el centro europeo de las finanzas. Los franceses
proponen París y los alemanes, Frankfurt. Y en el periódico digital El Español, en su edición de hoy, 30.06.2016, Jesús
Martinez afirma que el hecho de “que Londres se debilite es una ocasión para
Barcelona y Madrid”. La subasta está abierta. Y ese mismo periódico informa,
también hoy, que, el FMI ha anunciado que “el brexit afectará negativamente a
la economía alemana”, aunque el Faz, el periódico alemán, el 30.06.16 traduce las advertencias del FMI de forma más moderada, de modo que la profecía del Español se
transforma en una posibilidad: el Brexit es un riesgo para Alemania debido a
las estrechas relaciones comerciales que les unen. “Das Votum der Briten, die EU zu verlassen, sei
ein Risiko für Deutschland, denn: Das Land habe enge Wirtschaftsbeziehungen mit
Großbritannien.”
A mí me gustaría añadir algo más: la repercusión del Brexit en el panorama alemán no es solamente una cuestión económica, también lo es política. En este momento, los ingleses y los alemanes tienen más puntos en común debido a sus planteamientos liberales que los que puedan tener con una Francia políticamente confusa. Por otra parte, si tenemos en cuenta que al frente del FMI está Lagarde, otrora ministra de economía francesa, y recordamos cuán grandes vigilantes de los intereses franceses y qué poco vaticanistas –al contrario de lo que en España estábamos acostumbrados a experimentar - fueron Richelieu y Mazarino y cuán interesados están los franceses en convertir a París en centro de las finanzas europeas y no solamente en el centro cultural que es ya ahora, comprenderán adónde me llevan mis asociaciones mentales. Los alemanes por su parte, especialmente los de Frankfurt, ya han empezado a hacer cuentas – alegres unos y asustados otros- para calcular en qué proporciones aumentarán el precio de la vivienda en la ciudad, las dificultades a la hora de encontrar colegio, el caos en el tráfico y la polución medioambiental.
A mí me gustaría añadir algo más: la repercusión del Brexit en el panorama alemán no es solamente una cuestión económica, también lo es política. En este momento, los ingleses y los alemanes tienen más puntos en común debido a sus planteamientos liberales que los que puedan tener con una Francia políticamente confusa. Por otra parte, si tenemos en cuenta que al frente del FMI está Lagarde, otrora ministra de economía francesa, y recordamos cuán grandes vigilantes de los intereses franceses y qué poco vaticanistas –al contrario de lo que en España estábamos acostumbrados a experimentar - fueron Richelieu y Mazarino y cuán interesados están los franceses en convertir a París en centro de las finanzas europeas y no solamente en el centro cultural que es ya ahora, comprenderán adónde me llevan mis asociaciones mentales. Los alemanes por su parte, especialmente los de Frankfurt, ya han empezado a hacer cuentas – alegres unos y asustados otros- para calcular en qué proporciones aumentarán el precio de la vivienda en la ciudad, las dificultades a la hora de encontrar colegio, el caos en el tráfico y la polución medioambiental.
Brexit y Europa se lanzan a un espectáculo digno del más puro estilo de Salón del Salvaje Oeste:
mesas rotas, sillas quebradas, hombres saliendo volando por la puerta, un pianista refugiado en su música y tocando el piano de cara a la pared y de
espaldas al follón.
Mientras tanto, los rusos estrechan las manos de los turcos y Putin, el
mismísimo Putin, visita el colegio alemán de Moscú. Y los alemanes, que
últimamente sólo escuchan recriminaciones que les acusan de ser una locomotora selfie o de ser una
locomotora a punto de descarrilar, o de ni tan siquiera ser una auténtica locomotora, se
sienten, claro, halagados y enrojecen igual que enrojecen las mujeres que por
su inocente juventud o por todo lo contrario, su vejez, ya no están
acostumbradas a recibir ni halagos ni cumplidos. Lo dicho: Putin-Rusia es un
caballero y aunque los alemanes no suelen fiarse mucho de las amabilidades
ajenas, esta vez necesitan de gentilezas y sonrisas de aprobación más que nunca
porque muchas e injustas han sido las críticas que han recibido y siguen
recibiendo y poco o nada el reconocimiento a sus esfuerzos por Europa y por los
refugiados que han llegado. Ni la labor humanitaria de Alemania ha sido bien
explicada en los periódicos europeos, hasta un punto en el que yo llegué a
pensar que o bien había un pacto de silencio no escrito dentro de la prensa para
acallar todo lo que se estaba llevando a cabo, o bien los reporteros eran ciegos. Yo
he leído que Merkel era la culpable de haber invitado a los refugiados a venir
a Europa, he leído que Francia y Suecia habían recibido a un gran número de
refugiados, pero lo que he leído acerca de la ayuda alemana prestada y regalada
generosa y espontáneamente por los ciudadanos alemanes ha sido siempre en
letras pequeñas, oculto tras los grandes titulares que anunciaban la quema de
los refugios de emigrantes o los gritos con los que éstos eran recibidos. De las
clases especiales que se han organizado para que los niños aprendan lo más
rápido el alemán y puedan incorporarse al ritmo escolar normal, de los
esfuerzos que se han hecho para proporcionarles una plaza en algún sector de
formación, de la intensa y agotadora labor de los voluntarios, de las
discusiones sin fin para encontrar la mejor manera de lograr la integración,
del caos debido a la insuficiencia de las instalaciones para acoger a esos
refugiados, de las ingentes donaciones, de eso, de lo difícil que ha sido
lidiar entre los conflictos que se iniciaban entre los refugiados mismos, por
la violencia que se desataba dentro de los refugios entre distintos clanes y
distintos grupos, de eso, digo, ningún periódico fuera de los alemanes se ha ocupado seria y
profundamente.
Los alemanes han sido dejados solos por los mismos europeístas que hoy son
más europeístas que Europa y que gritaban solidaridad en un contexto en el que solidaridad significaba en
realidad solidaridad de los otros para los otros y solidaridad de los otros
para los que la exigían a voces. Pero esos, justamente esos, son los que no han dudado en reprocharle a Alemania con las manos en los bolsillos y en los momentos más
críticos: “Vosotros os la habéis buscado. Haber dicho que no.” Sin pensar que en esos momentos de avalancha, era imposible hacer otra cosa distinta de la que se hizo - a no ser que se acordara lo
que en su día apuntó el Afd: disparar para proteger las
fronteras.
Los europeístas gritaban solidaridad pero su solidaridad se ha materializado en que Europa ha pagado a Turquía "para quitarse el mochuelo de encima." Pagando a Turquía Europa ha perdido no sólo dinero sino también poder. Turquía se ha convertido en el protector más importante de las fronteras de Europa, igual que antaño lo fueron los germanos del imperio romano. Sin embargo los europeistas prefieren obviar este asunto, del que irremediablemente tendrán que ocuparse dentro de poco, y en vez de ello disputan por el Brexit, por el centro financiero en Europa y qué se yo. Los europeistas prefieren pelearse como gallinas en el corral, en vez de pensar que, con Brexit o sin Brexit, Gran Bretaña pertenece a Europa y no a Euroasia, por decir algo, y que Escocia y los escoceses, con Independencia o sin ella, pertenecen a la comunidad británica.
Detenerse a reflexionar acerca de todas estas cuestiones requiere serenidad de juicio y paciencia, virtudes ambas de las que en estos momentos parecen carecer los europeístas. Los europeístas lo quieren todo y rápido y sin embargo no dudan en perder el tiempo en rivalidades superficiales en vez de sentarse a solucionar los problemas más acuciantes que por acuciantes no se ven, porque antes del fuego lo que se ve es el humo. Es el humo el que entra en la habitación en la que estamos reunidos y el humo nunca suele ofrecer una gran información acerca del lugar del que proviene el fuego y así unos lo confunden con el humo de la antorcha -del guarda o de las olimpiadas, poco importa; otros creen que se trata del humo de la madera de los fogones listos para cocinar y algunos se lanzan a abrir y a cerrar puertas de las otras estancias del edificio en una precipitado y frenético deseo de encontrar una gran hoguera, búsqueda que se revela como infructuosa porque aunque buscan no saben qué es lo que en realidad están buscando e ignoran que la hoguera que pretenden descubrir aún no existe: es simplemente una incipiente fogata que todavía no ha alcanzado el tamaño necesario pero que justamente por eso, porque es pequeña, nadie la ve. Así que finalmente todos, pese al humo, regresan a la estancia en la que estaban reunidos, acaban por hacer caso omiso del humo y vuelven a concentrarse en los asuntos en los que estaban concentrados antes de que el humo hiciera su entrada, mientras el fuego continúa creciendo libre e imparablemente.
Los europeístas gritaban solidaridad pero su solidaridad se ha materializado en que Europa ha pagado a Turquía "para quitarse el mochuelo de encima." Pagando a Turquía Europa ha perdido no sólo dinero sino también poder. Turquía se ha convertido en el protector más importante de las fronteras de Europa, igual que antaño lo fueron los germanos del imperio romano. Sin embargo los europeistas prefieren obviar este asunto, del que irremediablemente tendrán que ocuparse dentro de poco, y en vez de ello disputan por el Brexit, por el centro financiero en Europa y qué se yo. Los europeistas prefieren pelearse como gallinas en el corral, en vez de pensar que, con Brexit o sin Brexit, Gran Bretaña pertenece a Europa y no a Euroasia, por decir algo, y que Escocia y los escoceses, con Independencia o sin ella, pertenecen a la comunidad británica.
Detenerse a reflexionar acerca de todas estas cuestiones requiere serenidad de juicio y paciencia, virtudes ambas de las que en estos momentos parecen carecer los europeístas. Los europeístas lo quieren todo y rápido y sin embargo no dudan en perder el tiempo en rivalidades superficiales en vez de sentarse a solucionar los problemas más acuciantes que por acuciantes no se ven, porque antes del fuego lo que se ve es el humo. Es el humo el que entra en la habitación en la que estamos reunidos y el humo nunca suele ofrecer una gran información acerca del lugar del que proviene el fuego y así unos lo confunden con el humo de la antorcha -del guarda o de las olimpiadas, poco importa; otros creen que se trata del humo de la madera de los fogones listos para cocinar y algunos se lanzan a abrir y a cerrar puertas de las otras estancias del edificio en una precipitado y frenético deseo de encontrar una gran hoguera, búsqueda que se revela como infructuosa porque aunque buscan no saben qué es lo que en realidad están buscando e ignoran que la hoguera que pretenden descubrir aún no existe: es simplemente una incipiente fogata que todavía no ha alcanzado el tamaño necesario pero que justamente por eso, porque es pequeña, nadie la ve. Así que finalmente todos, pese al humo, regresan a la estancia en la que estaban reunidos, acaban por hacer caso omiso del humo y vuelven a concentrarse en los asuntos en los que estaban concentrados antes de que el humo hiciera su entrada, mientras el fuego continúa creciendo libre e imparablemente.
Me aburro porque ésto que veo yo, dentro de las cuatro paredes de mi cabaña,
oculta en el solitario, intrincado y oscuro bosque, debieran verlo los que
viven a cielo descubierto y se reúnen a diario para hablar los unos con los
otros. Pero la diosa Opinión Pública viene acompañada siempre del estandarte de
la Opinión dominante.
La cortesía rusa se despliega en un momento sumamente delicado para Alemania. Y ni
los europeístas ni los alemanistas parecen darse cuenta de la necesidad que en
estos instantes tiene la población alemana de ser no digo halagada pero desde luego sí
reconocida.
El único que parece darse cuenta de ello es Putin.
¿Todavía hay alguien que no comprende por qué los alemanes son cada vez más
pro-rusos y por qué el aullido de los lobos de la estepa les suena cada vez menos a
amenaza y cada vez más a invitación?
¿Todavía hay alguien que no comprende que en estos instantes el equilibrio ha de conservarse manteniendo, por un lado, los lazos de unión entre Francia y Alemania, lazos que son - todo hay que decirlo - cada vez más débiles debido a las discrepancias, no sólo políticas sino también financiero económicas, y
asegurando, por otro lado, la existencia de los lazos entre Gran Bretaña y Europa,
igual que se mantienen los lazos del sombrero: separados cuando hace buen
tiempo pero prestos a ser unidos si el viento amenaza con llevarse al sombrero,
en vez de rotos – que es lo que muchos parecen estar deseando inconscientemente,
a modo de venganza - porque entonces eso haría imposible sujetar el sombrero y
el viento terminaría por llevárselo en volandas o no habría más remedio que
abandonarlo por inservible?
El mundo es mundo a base de equilibrios inestables. Esos equilibrios
inestables son más estables en épocas racionales y constructivas que en épocas
emocionales y destructivas. Cuando me refiero a emociones me refiero a
propuestas sentimentaloides más interesadas en cómo sonarán y cómo serán
consideradas por el público, y no a la manifestación de los verdaderos sentimientos porque esos, no es que
construyan catedrales, es que edifican imperios.
Si Putin y Erdogán estrechan sus manos y los acuerdos comerciales entre sus
dos países, no sé yo qué no deberíamos hacer los europeos y los escoceses con los
británicos: abrazarlos, como mínimo.
¿Queremos un mundo de hombres libres y naciones soberanas o queremos un
mundo de clubs-sectas en los que es posible entrar pero de los que está vetado salir?
Y Escocia va a tener que contestar sincera y radicalmente por qué prefiere
pertenecer a Europa antes que a Gran Bretaña. La idea de que ello sirva para
conseguir la independencia me parece, vistos los resultados del referendum
pasado al respecto, poco relevante. Sigo sin entender por qué no aceptaron los riesgos si
tanto amaban la idea. Y si ello se debe a su empecinamiento en no dejar de pertenecer a la Unión Europea, me
pregunto cómo pueden estar seguros los escoceses de que ahora, si se escinden de Gran Bretaña,
podrán seguir siendo miembros de la Unión Europea automáticamente; cómo pueden estar
seguros de que ello sea posible jurídicamente sin previamente haber cumplido
los requisitos que la Unión Europea exige. Porque una cosa es que tales
requisitos sean cumplidos por Gran Bretaña en su conjunto y otra muy distinta, que sean cumplidos por Escocia en solitario. La parte no siempre cumple la función que cumple el todo. La parte no siempre es el Uno en el Todo y el Todo en el Uno que muchos pretenden.Y si llevados por el ánimo que existe en estos instantes de fastidiar a los ingleses,
se admite a Escocia introduciendo un par de “arreglos” a lo griego, ¿qué pasará en caso de que Escocia
se tambalee?
Y todas estas cuestiones sin salir de Escocia. No les digo ya nada si nos adentramos en las cuestiones de los nacionalismos regionales.
Y todas estas cuestiones sin salir de Escocia. No les digo ya nada si nos adentramos en las cuestiones de los nacionalismos regionales.
Me aburro.
Lo que se vislumbra en el horizonte europeo son pugnas entre unos y otros
por alcanzar un Poder que una vez obtenido no saben con certeza ni adónde dirigir.
¿Y Estados Unidos?
¿Quién tiene tiempo en estos momentos para ocuparse de ellos?
Trump o Hillary, las encuestas no van a proporcionar ninguna información
válida. Los que están pensando en votar a Trump no lo van a declarar
públicamente. El estandarte de la diosa Opinión Pública es, ya saben, el de la
Opinión Imperante y su escudo: la corrección política.
Los futuros votantes de Trump no tienen ganas de recibir insultos ni
vituperios ni de ser considerados memos que se dejan convencer por alguien como
Trump, pero créanme: Hillary Clinton no las tiene todas consigo. En primer
lugar lleva demasiado tiempo en el Poder, se dice. Y ese “demasiado” no
conlleva precisamente el sentido de “experiencia” en su sentido más positivo. En
segundo lugar, ella es, no cabe duda, el símbolo para todas aquellas mujeres
académicas que desean compaginar carrera y maternidad y esto la convierte en
una feminista al modo moderno; pero por otro lado, que en un momento
determinado permaneciera al lado de su marido, la acerca peligrosamente a los
grupos conservadores y la separa de todas esas mujeres –trabajadoras o no- que
no han tenido más remedio que separarse de sus parejas. Así que,- y
reconociendo que no conozco el espíritu americano en profundidad y que siempre
que sigo el rastro de lo que sucede en Estados Unidos me muevo más por
intuiciones y “olores” que por el dominio del sendero – tengo la impresión de
que muchas mujeres se negarán a votar a Hillary Clinton porque a pesar de que
ser mujer como ellas no las representa ni a ellas ni a sus preocupaciones. La
perfección ajena a veces atrae, a veces asusta. Y en este caso, a muchas
mujeres las ofende. Ése, creo yo, es el mayor problema y el mayor reto al que
habrá de hacer frente Hillary Clinton si quiere llegar a la presidencia de los
Estados Unidos: el de conseguir el voto de las mujeres. No hay peor enemigo de
una mujer que otra mujer. Las mujeres de su posición social la envidian o la
admiran, pero la comprenden y esto ya es mucho. Son todas las otras mujeres del resto de los grupos sociales las
que no la entienden. Ni la comprenden cuándo habla, ni cuando explica por qué
no se separó de su marido, ni cuando la ven sonreir, ni cuando la ven enfadada.
Sencillamente, no la entienden. Y ello porque todas esas mujeres ven a Hillary
Clinton como una mujer con estructuras mentales masculinas. Todo ello arrastra
a Hillary Clinton al grupo de las primeras feministas y la aleja de las feministas
modernas.
Lo que pretendo decir es que Hillary
Clinton –brillante o no- resulta un gran problema para las mujeres porque las
mismas mujeres que reivindican la igualdad entre hombres y mujeres y quieren
ser vistas como personas, sin más diferencia de género, son incapaces de entender
que Hillary Clinton es simplemente una persona que defiende sus ideas políticas
y personales. Para todas esas mujeres Hillary Clinton es algo distinto de lo que ellas
mismas son...
En cuanto a Trump, las historias con su universidad y sus finanzas, pueden
quitarle, sin duda alguna un buen puñado de los votos de la élite americana
pero, francamente, dudo mucho que alguna vez los tuviera. A más de uno y a más
de dos les interesará saber cómo es posible que esos escándalos se destapen
ahora, precisamente ahora, y no antes: en plena campaña republicana por las
presidenciales. Por otra parte, se han dicho ya tantas cosas y tan terribles
sobre él que lejos de derrotarle, le han encumbrado a la gloria de candidato
republicano...
No van a ser unas elecciones fáciles, pero tampoco lo será el tiempo
presidencial que le siga.
Y yo me pregunto, sólo me pregunto, si los últimos acuerdos que han firmado
Israel y Turquía obedecen a un interés autónomo, si significan la reafirmación
de la colaboración de Turquía con Occidente o si expresan, más bien, el temor a
lo que pueda pasar caso de que Trump gane las siguientes elecciones.
¡Ah! Demasiadas emociones me aburren.
La bruja ciega