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Thursday, June 30, 2016

Me aburro.

Es que realmente me aburro. Tengo que llegar a escribir 365 artículos para cumplir la promesa que en su día le hice a mi amiga Carlota y por eso no me queda más remedio que interesarme por los sucesos mundiales. Sucesos mundiales que son, se analicen como se analicen, sumamente tediosos. Muchos de ustedes, claro, no pueden entender mis palabras, mucho más si tenemos en cuenta las turbulencias que padece el globo global en estos momentos. Y sin embargo, vuelvo a repetirlo: me aburro.

Me aburro porque no se sabe si los países y sus instituciones- (emplear el término “gobierno” resulta insuficiente para calificar a los actores)- juegan al Monopoly, al Stratego, a Isla de Catán o a Kühhandel, o más bien prefieren fanfarronear al estilo de los vaqueros del Salvaje Oeste acerca de quién es el más fuerte, el más guapo y el más valiente. Me aburro y me cansan tantas histerias interminables sostenidas y aumentadas por los rotativos que ya no saben ni qué noticias potenciar y engordar en un mundo en el que muy pocos son los que leen y de éstos la mayoría lo hace en diagonal por falta de tiempo y posiblemente a causa de sufrir el mismo aburrimiento que me embarga a mí. Analistas no hay muchos y buenos analistas, aún menos. La mayoría de ellos no dicen más de lo que el título ya anuncia y anclados como están en su oficio, las ideas que ofrecen son las ideas que ofrece “Todo el mundo”, a quién todavía no he tenido el placer de conocer pero del que no hago otra cosa que oir hablar de él. La prensa intenta superar la crisis en la que está sumida a base de generar grandes emociones y eso, tarde o temprano, termina cansando al más sensato. Los sensatos dejan de leer la prensa, primero y de interesarse por los sucesos globales globalizados, después. Lo más que permiten es que durante el café alguien les comente los titulares del día. Y lo cierto es que razón para semejante desinterés no les falta. En estos momentos se necesitaría un Nietzsche como analista de lo que está sucediendo, un Lutero como denunciante moral y una sociedad impregnada del espíritu de la vida –esto es: de la construcción- y no del espíritu que la invade ahora: el de la muerte, el de la destrucción y la indolencia. ¿Un político? Cuando una sociedad es vital, cualquier político sirve y cuando no lo es, cualquier político está de más. La crisis o el éxito de la política nunca es cosa exclusiva de los políticos. Los políticos son hijos de sus sociedades. Esto es algo que las sociedades tienden a olvidar e incluso a negar; mucho más aún tratándose de sociedades a lo Fuenteovejuna: todos a una contra el Comendador corrupto.
El problema: que asesinar al corrupto no significa cambiar la ley. La soberanía y el éxito que cree alcanzar Fuenteovejuna es un simple espejismo: su triunfo es pura y simplemente concreto y casuístico. Se castiga al culpable pero se mantiene el derecho de pernada. Obtienen el perdón pero no la libertad realmente real, se les concede el perdón “a falta de pruebas” pero no se les concede el derecho a cambiar las leyes injustas, como la ya nombrada líneas arriba, la ley del derecho de pernada.
Fuenteovejuna, al obtener el perdón, se cree más fuerte de lo que en realidad es y por eso – por creerse más fuerte y más poderosa de lo que en realidad es -  y por sentirse Una, Uno en el Todo y Todo en el Uno, olvida la importancia del juicio crítico, la importancia del tener que ir más allá de la simple victoria aquí y ahora, más allá de lo que la obtención de una concesión significa.

Si Fuenteovejuna no fuera Fuenteovejuna sino una sociedad de individuos esos individuos reivindicarían el derecho y no sólo el perdón.

¿Por qué digo todo esto? Porque me aburro y para explicar a los lectores que todos los días dedican un tiempo de su tiempo a leer mis elucubraciones, por qué ese constante empleo del término Fuenteovejuna en mis artículos está unido indisolublemente a connotaciones negativas, por qué le hago siempre dependiente de la diosa Opinión Pública. Porque ella, la diosa Opinión Pública, es realmente la única diosa a la que una Fuenteovejuna -unida para un caso concreto en un caso concreto y obteniendo el perdón en esa situación concreta -, puede adorar. Y ello porque la diosa Opinión Pública es una diosa que públicamente opina hoy para un caso concreto y en un caso concreto y mañana la diosa Opinión Pública opina otra cosa distinta que no tiene nada que ver con lo que hoy opina. Y por eso no hay mejor diosa que ella para una Fuenteovejuna que alardea de su soberanía, por más que esta soberanía sea una soberanía ficticia, establecida en el sentimiento y en la victoria del momento.
Y por eso el muerto es hoy el injusto Comendador y mañana puede serlo el inocente Frondoso por cualquier motivo que no se había considerado hasta ese momento pero que nada impide que no pueda llegar a considerarse al momento siguiente.

Me aburro, sí. Me aburro.

Brexit. Y Europa grita a Júpiter para que este lance los truenos más potentes y destructivos a Gran Bretaña. Brexit y los europeístas, más europeos que Europa, se lanzan al ataque. Brexit y los escoceses gritan por su futuro lo que hace un año negaban. 
¿Quién engañó a quién? A los escoceses se les dijo que si votaban "No" saldrían de la Unión Europea y acabarían en la ruina. Ahora resulta que son otros los que deciden marcharse de dicha Unión. Y claro, los escoceses a una gritan: "Traición!. Nos quedamos en la Unión Europea y alcanzamos la separación". Y los europeistas gritan: "Ruina a Inglaterra!". 
Pero nadie les dice ni a los escoceses, que tal propuesta es sumamente complicada jurídicamente y peligrosa, políticamente - (A ver ahora cómo  se aplacan las iras escocesas o se impide el nacimiento de algún grupo terrorista a lo IRA)-  ni a los europeístas, que la ruina inglesa significará también la ruina europea.

Y por eso, y para calmar las airadas iras por el agravio británico - por eso que muchos consideran una traición a Europa - más de uno y más de dos prefieren dedicar sus energías, no a calmar a las aguas del Mar del Norte, sino a extender el miedo y la cólera acerca del futuro de Inglaterra, a extender el miedo y la cólera a la libertad y a lo no conocido. Es curioso: tantas novelas épicas, tantas películas de aventuras para tener que acabar concluyendo que únicamente estamos dispuestos a luchar por la libertad si hay que derramar sangre, pero no curiosamente si esa libertad se basa en la construcción alentada por la confianza en la realización de la obra que nos aguarda, en el cumplimiento del objetivo, al estilo en el que antaño se construían las catedrales: a lo largo de décadas marcadas por los conflictos bélicos, las epidemias y la escasez de comida y dinero pero impregnadas del espíritu que se propone serena y sensatamente la realización hasta el final de la gran obra, cueste esto lo que cueste. Lo que pasa es que para llevar a buen término este tipo de empresas se hacen necesarios el espíritu y la energía. Hoy en día el espíritu duerme y la energía sufre cortocircuitos. Y todos sueñan con misiones guerreras o apocalipsis zombis pero nadie, o muy pocos, anhela la construcción libre, esforzada, conjunta y espiritual de una catedral. A lo más se habla de clubs y de traidores al club, pero no de catedrales. Las catedrales símbolo de la unión del hombre y lo divino por lo que de virtud y esfuerzo implica su levantamiento, son hoy meros templos vacíos por abandonados y abandonados por huecos.
Se quiere destruir, y se cree que con ello se alcanza la libertad sin pensar, ni por un minuto, que con ella no se alcanza ni la libertad ni la gloria, sino únicamente la muerte. Esos mismos que alardean de fuerza y  amor a la libertad, son incapaces de dedicar su vida – su vida y no su cadáver- a un proyecto de edificación.

Me aburro.

Brexit. Y Europa grita enfurecida porque un socio que libremente entró quiere libremente marcharse. La bolsa cae, los mercados financieros colapsan, los rotativos imprimen titulares cargados de emociones; ahogados casi, por ellas.

Brexit y después de tanta declaracion europeísta, los europeos empiezan a pujar por convertirse en el centro europeo de las finanzas. Los franceses proponen París y los alemanes, Frankfurt. Y en el periódico digital  El Español, en su edición de hoy, 30.06.2016, Jesús Martinez afirma que el hecho de “que Londres se debilite es una ocasión para Barcelona y Madrid”. La subasta está abierta. Y ese mismo periódico informa, también hoy, que, el FMI ha anunciado que “el brexit afectará negativamente a la economía alemana”, aunque el Faz, el periódico alemán, el 30.06.16 traduce las advertencias del FMI de forma más moderada, de modo que la profecía del Español se transforma en una posibilidad: el Brexit es un riesgo para Alemania debido a las estrechas relaciones comerciales que les unen. “Das Votum der Briten, die EU zu verlassen, sei ein Risiko für Deutschland, denn: Das Land habe enge Wirtschaftsbeziehungen mit Großbritannien.”
A mí me gustaría añadir algo más: la repercusión del Brexit en el panorama alemán no es solamente una cuestión económica, también lo es política. En este momento, los ingleses y los alemanes tienen más puntos en común debido a sus planteamientos liberales que los que puedan tener con una Francia políticamente confusa. Por otra parte, si  tenemos en cuenta que al frente del FMI está Lagarde, otrora ministra de economía francesa, y recordamos cuán grandes vigilantes de los intereses franceses y qué poco vaticanistas –al contrario de lo que en España estábamos acostumbrados a experimentar - fueron Richelieu y Mazarino y cuán interesados están los franceses en convertir a París en centro de las finanzas europeas y no solamente en el centro cultural que es ya ahora, comprenderán adónde me llevan mis asociaciones mentales. Los alemanes por su parte, especialmente los de Frankfurt, ya han empezado a hacer cuentas – alegres unos y asustados otros- para calcular en qué proporciones aumentarán el precio de la vivienda en la ciudad, las dificultades a la hora de encontrar colegio, el caos en el tráfico y la polución medioambiental.

Brexit y Europa se lanzan a un espectáculo digno del más puro estilo de Salón del Salvaje Oeste: mesas rotas, sillas quebradas, hombres saliendo volando por la puerta, un pianista refugiado en su música y tocando el piano de cara a la pared y de espaldas al follón.

Mientras tanto, los rusos estrechan las manos de los turcos y Putin, el mismísimo Putin, visita el colegio alemán de Moscú. Y los alemanes, que últimamente sólo escuchan recriminaciones que les acusan  de ser una locomotora selfie o de ser una locomotora a punto de descarrilar, o de ni tan siquiera ser una auténtica locomotora, se sienten, claro, halagados y enrojecen igual que enrojecen las mujeres que por su inocente juventud o por todo lo contrario, su vejez, ya no están acostumbradas a recibir ni halagos ni cumplidos. Lo dicho: Putin-Rusia es un caballero y aunque los alemanes no suelen fiarse mucho de las amabilidades ajenas, esta vez necesitan de gentilezas y sonrisas de aprobación más que nunca porque muchas e injustas han sido las críticas que han recibido y siguen recibiendo y poco o nada el reconocimiento a sus esfuerzos por Europa y por los refugiados que han llegado. Ni la labor humanitaria de Alemania ha sido bien explicada en los periódicos europeos, hasta un punto en el que yo llegué a pensar que o bien había un pacto de silencio no escrito dentro de la prensa para acallar todo lo que se estaba llevando a cabo, o bien los reporteros eran ciegos. Yo he leído que Merkel era la culpable de haber invitado a los refugiados a venir a Europa, he leído que Francia y Suecia habían recibido a un gran número de refugiados, pero lo que he leído acerca de la ayuda alemana prestada y regalada generosa y espontáneamente por los ciudadanos alemanes ha sido siempre en letras pequeñas, oculto tras los grandes titulares que anunciaban la quema de los refugios de emigrantes o los gritos con los que éstos eran recibidos. De las clases especiales que se han organizado para que los niños aprendan lo más rápido el alemán y puedan incorporarse al ritmo escolar normal, de los esfuerzos que se han hecho para proporcionarles una plaza en algún sector de formación, de la intensa y agotadora labor de los voluntarios, de las discusiones sin fin para encontrar la mejor manera de lograr la integración, del caos debido a la insuficiencia de las instalaciones para acoger a esos refugiados, de las ingentes donaciones, de eso, de lo difícil que ha sido lidiar entre los conflictos que se iniciaban entre los refugiados mismos, por la violencia que se desataba dentro de los refugios entre distintos clanes y distintos grupos, de eso, digo, ningún periódico fuera de los alemanes se ha ocupado seria y profundamente.

Los alemanes han sido dejados solos por los mismos europeístas que hoy son más europeístas que Europa y que gritaban solidaridad en un contexto en el que solidaridad significaba en realidad solidaridad de los otros para los otros y solidaridad de los otros para los que la exigían a voces. Pero esos, justamente esos, son los que no han dudado en reprocharle a Alemania con las manos en los bolsillos y  en los momentos más críticos: “Vosotros os la habéis buscado. Haber dicho que no.” Sin pensar que en esos momentos de avalancha, era imposible  hacer otra  cosa distinta de la que se hizo - a no ser que se acordara lo que en su día apuntó el Afd: disparar para proteger las fronteras. 
Los europeístas gritaban solidaridad pero su solidaridad se ha materializado en que Europa ha pagado a Turquía "para quitarse el mochuelo de encima." Pagando a Turquía Europa ha perdido no sólo dinero sino también poder. Turquía se ha convertido en el protector más importante de las fronteras de Europa, igual que antaño lo fueron los germanos del imperio romano. Sin embargo los europeistas prefieren obviar este asunto, del que irremediablemente tendrán que ocuparse dentro de poco, y en vez de ello disputan por el Brexit, por el centro financiero en Europa y qué se yo. Los europeistas prefieren pelearse como gallinas en el corral, en vez de pensar que, con Brexit o sin Brexit, Gran Bretaña pertenece a Europa y no a Euroasia, por decir algo, y que Escocia y los escoceses, con Independencia o sin ella,  pertenecen a la comunidad británica.

Detenerse a reflexionar acerca de todas estas cuestiones requiere serenidad de juicio y paciencia, virtudes ambas de las que en estos momentos parecen carecer los europeístas. Los europeístas lo quieren todo y rápido y sin embargo no dudan en  perder el tiempo en rivalidades superficiales en vez de sentarse a solucionar los problemas más acuciantes que por acuciantes no se ven, porque antes del fuego lo que se ve es el humo. Es el humo el que entra en la habitación en la que estamos reunidos y el humo nunca suele ofrecer una gran información acerca del lugar del que proviene el fuego y así unos lo confunden con el humo de la antorcha -del guarda o de las olimpiadas, poco importa; otros creen que se trata del humo de la madera de los fogones listos para cocinar y algunos se lanzan a abrir y a cerrar puertas de las otras estancias del edificio en una precipitado y frenético deseo de encontrar una gran hoguera, búsqueda que se revela como infructuosa porque aunque buscan no saben qué es lo que en realidad están buscando e ignoran que  la hoguera que  pretenden descubrir aún no existe: es simplemente una incipiente fogata que todavía no ha alcanzado el tamaño necesario pero que justamente por eso, porque es pequeña, nadie la ve. Así que finalmente todos, pese al humo, regresan a la estancia en la que estaban reunidos, acaban por hacer caso omiso del humo y vuelven a concentrarse en los asuntos en los que estaban concentrados antes de que el humo hiciera su entrada, mientras el fuego continúa creciendo libre e imparablemente.
Me aburro porque ésto que veo yo, dentro de las cuatro paredes de mi cabaña, oculta en el solitario, intrincado y oscuro bosque, debieran verlo los que viven a cielo descubierto y se reúnen a diario para hablar los unos con los otros. Pero la diosa Opinión Pública viene acompañada siempre del estandarte de la Opinión dominante.

La cortesía rusa se despliega en un momento sumamente delicado para Alemania. Y ni los europeístas ni los alemanistas parecen darse cuenta de la necesidad que en estos instantes tiene la población alemana de ser no digo halagada pero desde luego sí reconocida.

El único que parece darse cuenta de ello es Putin.

¿Todavía hay alguien que no comprende por qué los alemanes son cada vez más pro-rusos y por qué el aullido de los lobos de la estepa les suena cada vez menos a amenaza  y cada vez más a invitación?
¿Todavía hay alguien que no comprende que en estos instantes el equilibrio ha de conservarse manteniendo, por un lado, los lazos de unión entre Francia y Alemania, lazos que son - todo hay que decirlo - cada vez más débiles debido a las discrepancias, no sólo políticas sino también financiero económicas,  y asegurando, por otro lado, la existencia de los lazos entre Gran Bretaña y Europa, igual que se mantienen los lazos del sombrero: separados cuando hace buen tiempo pero prestos a ser unidos si el viento amenaza con llevarse al sombrero, en vez de rotos – que es lo que muchos parecen estar deseando inconscientemente, a modo de venganza - porque entonces eso haría imposible sujetar el sombrero y el viento terminaría por llevárselo en volandas o no habría más remedio que abandonarlo por inservible?

El mundo es mundo a base de equilibrios inestables. Esos equilibrios inestables son más estables en épocas racionales y constructivas que en épocas emocionales y destructivas. Cuando me refiero a emociones me refiero a propuestas sentimentaloides más interesadas en cómo sonarán y cómo serán consideradas por el público, y no a la manifestación de los verdaderos sentimientos porque esos, no es que construyan catedrales, es que edifican imperios.

Si Putin y Erdogán estrechan sus manos y los acuerdos comerciales entre sus dos países, no sé yo qué no deberíamos hacer los europeos y los escoceses con los británicos: abrazarlos, como mínimo.

¿Queremos un mundo de hombres libres y naciones soberanas o queremos un mundo de clubs-sectas en los que es posible entrar pero de los que está vetado salir?

Y Escocia va a tener que contestar sincera y radicalmente por qué prefiere pertenecer a Europa antes que a Gran Bretaña. La idea de que ello sirva para conseguir la independencia me parece, vistos los resultados del referendum pasado al respecto, poco relevante. Sigo sin entender por qué no aceptaron los riesgos si tanto amaban la idea. Y si ello se debe a su empecinamiento en no dejar de pertenecer a la Unión Europea, me pregunto cómo pueden estar seguros los escoceses de que ahora, si se escinden de Gran Bretaña, podrán seguir siendo miembros de la Unión Europea automáticamente; cómo pueden estar seguros de que ello sea posible jurídicamente sin previamente haber cumplido los requisitos que la Unión Europea exige. Porque una cosa es que tales requisitos sean cumplidos por Gran Bretaña en su conjunto y otra muy distinta, que sean cumplidos por Escocia en solitario. La parte no siempre cumple la función que cumple el todo. La parte no siempre es el Uno en el Todo y el Todo en el Uno que muchos pretenden.Y si llevados por el ánimo que existe en estos instantes de fastidiar a los ingleses, se admite a Escocia introduciendo un par de “arreglos” a lo griego, ¿qué pasará en caso de que Escocia se tambalee?

Y todas estas cuestiones sin salir de Escocia. No les digo ya nada si nos adentramos en las cuestiones de los nacionalismos regionales.

Me aburro.

Lo que se vislumbra en el horizonte europeo son pugnas entre unos y otros por alcanzar un Poder que una vez obtenido no saben con certeza ni adónde dirigir.

¿Y Estados Unidos?

¿Quién tiene tiempo en estos momentos para ocuparse de ellos?

Trump o Hillary, las encuestas no van a proporcionar ninguna información válida. Los que están pensando en votar a Trump no lo van a declarar públicamente. El estandarte de la diosa Opinión Pública es, ya saben, el de la Opinión Imperante y su escudo: la corrección política.

Los futuros votantes de Trump no tienen ganas de recibir insultos ni vituperios ni de ser considerados memos que se dejan convencer por alguien como Trump, pero créanme: Hillary Clinton no las tiene todas consigo. En primer lugar lleva demasiado tiempo en el Poder, se dice. Y ese “demasiado” no conlleva precisamente el sentido de “experiencia” en su sentido más positivo. En segundo lugar, ella es, no cabe duda, el símbolo para todas aquellas mujeres académicas que desean compaginar carrera y maternidad y esto la convierte en una feminista al modo moderno; pero por otro lado, que en un momento determinado permaneciera al lado de su marido, la acerca peligrosamente a los grupos conservadores y la separa de todas esas mujeres –trabajadoras o no- que no han tenido más remedio que separarse de sus parejas. Así que,- y reconociendo que no conozco el espíritu americano en profundidad y que siempre que sigo el rastro de lo que sucede en Estados Unidos me muevo más por intuiciones y “olores” que por el dominio del sendero – tengo la impresión de que muchas mujeres se negarán a votar a Hillary Clinton porque a pesar de que ser mujer como ellas no las representa ni a ellas ni a sus preocupaciones. La perfección ajena a veces atrae, a veces asusta. Y en este caso, a muchas mujeres las ofende. Ése, creo yo, es el mayor problema y el mayor reto al que habrá de hacer frente Hillary Clinton si quiere llegar a la presidencia de los Estados Unidos: el de conseguir el voto de las mujeres. No hay peor enemigo de una mujer que otra mujer. Las mujeres de su posición social la envidian o la admiran, pero la comprenden y esto ya es mucho. Son todas las otras mujeres del resto de los grupos sociales las que no la entienden. Ni la comprenden cuándo habla, ni cuando explica por qué no se separó de su marido, ni cuando la ven sonreir, ni cuando la ven enfadada. Sencillamente, no la entienden. Y ello porque todas esas mujeres ven a Hillary Clinton como una mujer con estructuras mentales masculinas. Todo ello arrastra a Hillary Clinton al grupo de las primeras feministas y la aleja de las feministas modernas.

 Lo que pretendo decir es que Hillary Clinton –brillante o no- resulta un gran problema para las mujeres porque las mismas mujeres que reivindican la igualdad entre hombres y mujeres y quieren ser vistas como personas, sin más diferencia de género, son incapaces de entender que Hillary Clinton es simplemente una persona que defiende sus ideas políticas y personales. Para todas esas mujeres Hillary Clinton es algo distinto de lo que ellas mismas son...

En cuanto a Trump, las historias con su universidad y sus finanzas, pueden quitarle, sin duda alguna un buen puñado de los votos de la élite americana pero, francamente, dudo mucho que alguna vez los tuviera. A más de uno y a más de dos les interesará saber cómo es posible que esos escándalos se destapen ahora, precisamente ahora, y no antes: en plena campaña republicana por las presidenciales. Por otra parte, se han dicho ya tantas cosas y tan terribles sobre él que lejos de derrotarle, le han encumbrado a la gloria de candidato republicano...

No van a ser unas elecciones fáciles, pero tampoco lo será el tiempo presidencial que le siga.

Y yo me pregunto, sólo me pregunto, si los últimos acuerdos que han firmado Israel y Turquía obedecen a un interés autónomo, si significan la reafirmación de la colaboración de Turquía con Occidente o si expresan, más bien, el temor a lo que pueda pasar caso de que Trump gane las siguientes elecciones.

¡Ah! Demasiadas emociones me aburren.

La bruja ciega

Wednesday, June 29, 2016

La herencia de la Inquisición

En Gran Bretaña los separatistas escoceses no tienen ningún escrúpulo en dedicarse a organizar un nuevo intento secesiosinista aprovechando la debilidad de Inglaterra que  tiene que hacer frente a tantos problemas reales y virtuales,  y ni siquiera se detienen a pensar ni por un instante  que la debilidad de su vecina Inglaterra que es además de vecina, hermana, implica su propia debilidad y su propio empobrecimiento y se sienten respaldados en sus pretensiones por las voces europeístas de la Unión Europea que hoy ensalzan sus deseos independentistas igual que hace un año, cuando se celebró formalmente el Referendum, los condenaban y auguraban a Escocia un terrible futuro caso de que votara por el Sí. 
Escocia parece no comprender que la cuestión principal para todos esos europeístas más europeos que Europa misma no es la de "Independencia escocesa Sí" o "Independencia escocesa No", sino "Unión Europea Sí" o "Unión Europea No". Y esto, como poco, demuestra una gran diferencia en las propuestas realizadas y en los objetivos a alcanzar.

Pero Escocia  – que al parecer ya ha olvidado  las presiones y amenazas en forma de advertencias a las que fue sometida hace un año por los poderes mediáticos e institucionales de la Unión Europea para que votara NO a la Independencia en el Referendum que se celebró al respecto – ignora que si es tan agasajada por la misma sociedad europea que hace un año, digo, se lo desaconsejaba y le demostraba la irracionalidad del asunto y les aseguraba que no sería admitida en la Unión Europea y que en cambio hoy le sonríen abiertamente cuando Escocia revela sus intenciones separatistas al tiempo que le dan cariñosas palmaditas en la espalda, (hasta un punto tal que, aunque nadie lo afirme explícitamente, los medios de comunicación dejan entrever la posibilidad de que en caso de que Escocia lograra la independencia Escocia sería admitida en la Unión Europea, hasta un punto tal que los medios de comunicación dejan vislumbrar un deseo tácito de que ese nuevo Referendum se celebre y de que los escoceses consigan su independencia), es única y exclusivamente para  lograr que los ingleses que han decidido irse del Club europeo lo hagan rotos y desgarrados. 
Y una, que soy yo, se pregunta si un Club así es un Club o un cárcel de la que nadie puede escapar y de la que ni siquiera uno debe pensar en escapar.  Un Club, en definitiva, al estilo de Kafka. 
Y una que soy yo, le sirve un café a Hobbes y le pregunta si no cree que sea posible trazar un cierto paralelismo entre los papistas de antaño y los europeistas actuales y entre los presbíteros del pasado y los independentistas escoceses del presente. Sólo se lo pregunta, porque a veces “a” y “b” guardan más semejanzas de las que se podrían esperar entre “a” y “a”. 
En conclusión: Escocia ignora, o parece ignorar, que lo que muchos europeistas, más europeos que Europa misma, desean en estos instantes es una Gran Bretaña débil y sumida en el caos social y económico.

Hora es pues de que los escoceses decidan qué es lo que más les interesa: o servir a los europeistas que pretenden darle un buen escarmiento al reino que decidió libremente marcharse, (reino del que Escocia forma parte no sólo histórica y culturalmente sino también geográficamente, - europeistas, por cierto,  que hace un año abogaron intensamente para que votara No a la Independencia pero que hoy, curiosamente, gritan Sí con tal intensidad que dan la impresión de que son más escoceses que los escoceses mismos -) o apoyar a Inglaterra, una hermana no siempre amable, no siempre prudente, no siempre justa, pero hermana al fin y al cabo y permanecer unida a ella por lo menos hasta que el temporal amaine a fin de que las fuerzas externas no las destrocen como las destrozarían, muy posiblemente a ambas, aprovechando este momento de debilidad. 
Quizás no estuviera de más dejar la cuestión independentista para más adelante: cuando las cuestiones exteriores se hayan solucionado, el temporal se haya apaciguado y el enfrentamiento interno sea posible. 
A los escoceses que creen que la Unión Europea representa una ayuda a sus intereses les recordaría que revisaran cuándo y cómo terminó el gobierno de los visigodos en España y les urgiría a meditar calmada y sensatamente sus exigencias. Hace un año hubiera sido el momento de amar a su independencia tanto como dicen amarla y entre el dilema "pobres y libres" o "ricos y encadenados" –que era en resumidas cuentas el planteamiento que el discurso esgrimía- hubiera debido elegir sin más demora el “libres y pobres”, que es lo que Gran Bretaña ha hecho. Lo hicieron incluso los londinenses cuando eligieron a su alcalde de origen pakistaní en vez de al candidato ligado a la Banca. Ahora los deseos independentistas escoceses, tan celebrados en algunos sectores de la prensa, prensa que por un lado pretende mantenerse objetiva pero que por otro lado no oculta lo mucho que tales deseos le alegran, porque es una forma de vengarse del socio que ha osado abandonar el club, me parecen inadecuados y hasta cierto punto me atrevería incluso a decir que suicidas, porque los que hoy le apoyan no tardarán mañana en recordarle la ayuda prestada y en exigir la devolución de los servicios realizados. 

La Independencia escocesa caso de obtenerse en estos momentos será todo menos independiente y libre.

Que la Unión Europea "persiga" a los leones británicos por considerarlos traidores a Roma, esto es: a Bruselas, me parece una gran insensatez se mire como se mire. No ayudará a resolver las crisis internas  y la debilitará externamente porque sus enemigos no perderán la ocasión en presentarla como la institución autoritaria y dictatorial que ahora ya le reprochan ser, al tiempo que nacerá e irá en aumento la desconfianza entre los aliados militares y económicos que seguirán siendo los anglosajones y Europa.
Si Europa no ha demostrado en otros momentos y en otros asuntos, mucho más serios y peligrosos para su estabilidad e incluso supervivencia de lo que el Brexit lo es, no entiendo -francamente- por qué es preciso mostrarla ahora justo cuando se vislumbra como esencial lograr que la separación sea una separación y no una ruptura y además lo menos perjudicial para ambas, Europa y Gran Bretaña, a fin de facilitar la futura y necesaria cooperación.

Por su parte, España sigue mostrando y demostrando ser digna heredera de la herencia de la Inquisición honrando con esmero el legado que ésta le dejó. Y no  simplemente a través de la existencia de emisiones como “Sálvame”, líderes de audiencia porque son los patios públicos de vecinos donde cada cierto tiempo le cuelgan “el San Benito” a alguien para a continuación mandar a ese alguien al patíbulo; a veces incluso con su aquiescencia porque unas cuantas monedas en el bolsillo, aunque esas monedas sean a costa de su propio honor, nunca vienen mal, mucho menos en época de crisis y paro generalizado. No soy quien para criticar tales cuestiones. Lo único que sí me permito decir es que si la existencia de tales programas resulta posible en España y no en otros países ello se debe a que la cuantiosa herencia que nos dejó la Inquisición es de tal magnitud que seguimos comiendo y bebiendo de ella cuando el oro proporcionado por el descubrimiento de América ya ha sido gastado y mal gastado. No solo esos programas dan prueba del buen cuidado que tenemos en custodiar el legado de la Inquisición. Nuestro afán por conservarlo se descubre, igualmente, en esa inexplicable inclinación que la sociedad española siente por los mecanismos de espionaje, grabación de conversaciones y cámaras varias. Mientras en Alemania, revistas como Der Spiegel, alertan una y otra vez del peligro que representan los “padres helicópteros”: esos padres controladores de sus hijos, siempre pendientes de lo que hacen, sin permitir que experimenten con el fenómeno de los conflictos y consecuentemente impidiendo cómo deben hacerles frente, criticando incluso que los padres acompañen a los escolares al colegio porque ello, dicen los articulistas de la revista alemana, impide que los niños aprendar a confiar en sus propias fuerzas, (sin ni siquiera atender al hecho real de que en la vida actual llevar a los hijos al colegio es el único momento familiar por lo tarde que todos sus miembros regresan a casa y que la sociedad ya no es la que era porque la mujer se ha incorporado al trabajo), la prensa española anuncia un nuevo artilugio llamado “welcome”, una de cuyas utilidades más prácticas, dice la prensa y atestiguan los comentarios de los lectores, es la posibilidad de vigilar a los hijos cuando los padres no están con ellos en la habitación de juegos o han salido fuera, y grabar sus movimientos y sus conversaciones. Pero no sólo a sus hijos; también a las visitas. ¿Ustedes se imaginan? La anfitriona invita a dos amigas a casa y las deja solas un momento mientras va a buscar lo que siempre se olvida: las servilletas. Instante en el que las amigas solían antiguamente intercambiar unas palabras al estilo de “¿Has visto que cuadro más feo ha comprado?” o “El café de mi cafetera sabe mejor” y que se tornan en sonrisas angelicales en cuanto la anfitriona regresa. “Pero Marita, por Dios, ¿por qué te has molestado?, Tú siempre tan atenta...” Imagínense. Ahora llega la Marita de turno y qué les dice: “¿Os he oído con mi Welcome?" “¿Hemos acabado la amistad?”, “¿Fuera de mi casa?", “¿Haberme dicho a la cara lo que pensáis de mí  aunque en realidad ni me interesa vuestra opinión ni quiero conocerla?”
Es de locos. En los últimos tiempos ya hay parejas que se graban mutuamente para en caso de una separación poder presentar pruebas recriminatorias ante el juez...

En España se ha puesto de moda vigilar a los hijos, a los amigos, a los colegas, al vecino, e incluso a la amante. A esa, posiblemente, mucho más. Y se vigila, claro, el  no ser vigilado. Se vigila el propio comportamiento para que en caso de acusaciones sea posible defender el “yo no he hecho nada”. Y en efecto: el resultado final es que no se hace nada. Los padres reivindican que los maestros no manden tarea escolar a los niños para que esa tarea escolar no entorpezca la vida familiar y a continuación uno se entera de que la vida familiar consiste en jugar a los espías, a los video juegos, a los mensajes twitter, whatsapp, facebook y qué se yo. Pero es que además esos padres, en colaboración con no se qué articulistas, avalados a su vez, supongo, por no se qué profesionales de la psico-educación, aseguran que presionar a los niños con los resultados escolares puede provocar depresión. Y en vez de pensar que la depresión no la origina la exigencia en sí -del mismo modo que a ningún carpintero le deprime que le exijan construir un mueble bien hecho y bien medido-  sino el modo en que se exige esa exigencia - que exige sobresalientes como pudiera exigir llegar a la luna o exigir un ascenso en el trabajo, esto es: sin ni siquiera detenerse a pensar ni a comprender los obstáculos que hacen falta superar para conseguir tales metas porque al fin y al cabo todo es cuestión de pensar en positivo -, concluyen convencidos de que la exigencia que a sus hijos les provoca el stress, la depresión  y la ansiedad es la exigencia de sacar buenas notas e identifican "la exigencia de sacar buenas notas" con "la exigencia de realizar los deberes escolares", quizás porque en la foto del artículo no aparece un energúmeno blandiendo a gritos el boletín de notas de su hijo por las calificaciones que acaba de leer sino un escolar sentado en la mesa de su habitación ante los deberes. Quizás. Por su parte, los trabajadores se rebelan contra las llamadas profesionales que reciben fuera del horario laboral e incluso en vacaciones porque dicen que el móvil obstaculiza su vida familiar – argumento que todos encontramos razonable y justo- pero luego resulta que la vida familiar de esos mismos trabajadores consiste mayoritariamente en atender a las redes sociales y mediáticas que narran al minuto lo que cada uno de sus conocidos y de los conocidos de sus conocidos están haciendo en ese instante, que es justamente Nada; o sea, lo mismo que el resto: espiar y comentar lo espiado y mientras uno espía las acciones del prójimo y las comenta es claro que salvo las necesidades escatológicas poco o nada pueden hacer esos espías. Nada, pues, es lo que se hace. Nada que no sea espiar.

En un panorama de semejantes características: cuidado con que alguien intente hacer algo. En ese instante ese alguien es el nuevo sentenciado al patíbulo. “¡No!” - grita el desdichado - “¡No! ¡Que yo no estaba haciendo nada! ¡Que ha sido una confusión, un hackeo, un malentendido, un momento de debilidad del que me arrepiento y que no volverá a pasar...!”
Y caso de que alguien a estas alturas todavía crea que puede hacer algo dentro de casa aunque sea con las cortinas echadas se equivoca:  los espías inquisitoriales se preguntarán entoces por qué nadie puede ver lo que hace y concentrarán aún más la atención sobre el desdichado activo.

Así es en estos momentos la atmósfera española: Rebeldes activos y espías-acusadores-jueces (todo en uno y uno en todo) pasivos. Y al paso que vamos no tardará en serlo igualmente la europea. 
La española por vigilar lo que hacen sus allegados más próximos. Ya saben: Santiago y cierra España.
Los europeos por vigilar a los terroristas.

¿De verdad siguen creyendo ustedes en las maquinaciones de las oscuras élites para instaurar una dictadura de embergadura planetaria después de guerras civiles varias?

Al paso que vamos, si algunos de ustedes son – o cree que puedan ser- élite, ya sea económica (que es la élite más débil porque es la que más pierde cuando pierde y la que más enemigos tiene por cantidad y variedad) élite intelectual o élite moral, les aconsejo que vayan pensando en  organizar un refugio en el que poder guarecerse de la barbarie que se aproxima a salvaje galope. En los tiempos pasados las brujas, es vox populi, se guarecieron en los conventos. Los sabios en los monasterios primero y en las universidades, después. Los hombres como Carlos siempre han sido médicos para poder justificar su soledad y no levantar sospechas con sus experimentos de alquimia, anatomía y similares y en lo que se refiere a aquéllos que eran tranquilos, al modo tranquilo del tranquilo Jorge, se determinaron tranquilamente a permanecer tranquilos a la sombra como tranquilos Consejeros de Estado y jugando tranquilamente con la nunca tranquila patata caliente de la “culpa”.

¿Dónde está el refugio actual?

Que más quisiera yo saberlo...


La bruja ciega.

Tuesday, June 28, 2016

O aceptamos que Pacta sunt servanda o nos atenemos a las consecuencias.

Como la histeria colectiva, financiera y mediática de estas últimas semanas muestra, el Brexit no ha sido simplemente un Referendum. Ha sido también, la expresión de la grave crisis en la que está sumida nuestra sociedad. Ya lo anticipó Nietzsche cuando alertaba del hombre que no se toma en serio a sí mismo y que termina convirtiéndose en un cínico. A él, ya lo dije en alguno de mis comentarios de mi blog “El libro de la semana”, le preocupaba el hombre cínico. A mí, en cambio, lo que realmente me inquieta es el surgimiento e instauración de la sociedad cínica.Lo dije hace un par de años y hete aquí el resultado: electores que se arrepienten de su votación al día siguiente, aun antes de haber empezado a recorrer el camino. Igual que esos hombres que en su país de origen preparan todos los utensilios necesarios para escalar el Everest, celebran espléndidas fiestas de despedidas con sus familiares y amigos y parten contentos y alegres en espera de la aventura que les aguarda. Pero una vez llegados a la ladera de la gigantesca montaña, la contemplan en silencio de abajo arriba y concluyen que ellos no se imaginaban que ocho mil metros pudieran ser tantos y tan altos y  allí mismo, asustados por la inmensidad del macizo, se dan la media vuelta, sin ni tan siquiera poner un pie en la senda y sin pensar en lo costoso de los preparativos y en la cantidad de personas que han colaborado en la planificación y organización de la empresa.

Así es el hombre que no se toma en serio ni a sí mismo ni a sus decisiones ni a sus sueños. El hombre que se llama a sí mismo “flexible” transformando de este modo el significado de un vocablo que quería decir "dialogante y abierto a nuevas ideas" en un eufemismo de “vacío y hueco”. ¿Cínico?, creo que en los tiempos que corren incluso “cínico” sería positivo; al menos evidenciaría un contenido intelectual y moral aunque moralmente no fuera el más adecuado. Moriarty es un gran malvado, no cabe duda, pero tiene más fuerza humana, aunque sea fuerza negativa, que un Eichmann que ni siquiera es consciente de lo que ha hecho ni de por qué lo ha hecho.

La sociedad “flexible” de nuestros días, que poco a poco va dejando de ser una sociedad cínica a lo Moriarty para convertirse en una sociedad eichmanniana – esto es: malvada por estúpida- cree que el mundo global, globalizado por los medios de comunicación, es la plaza del pueblo. Lamentablemente allí han dejado de representarse buenas obras de teatro para reunirse los parroquianos a tirar tomates a todos los condenados no por los tribunales sino por Fuenteovejuna, hasta el punto de que en algunos asuntos los jueces se ven poco menos que obligados a ratificar lo que ya ha sido previamente dictaminado por el tribunal popular que los congregados en la plaza han constituido de forma espontánea e irracional, por simple divertimento, para matar el tiempo que les cansa.

Sí. Los hombres modernos, que han dejado de leer a los clásicos por antiguos y obsoletos, dicen los hombres modernos, cuando la realidad es que su falta de vocabulario les impide entender lo que esos clásicos explican y su falta de conocimiento les impide conectar telepáticamente con ellos porque las estructuras mentales de los unos y de los otros son prácticamente distintas, casi antagónicas, envuelven su estupidez bajo el manto de las emocionalidades, de la búsqueda de culpables, del chantaje emocional y sobre todo bajo el manto de su santa voluntad, bajo ese “que se haga lo que yo quiero porque yo lo quiero porque yo lo.... “y aquí entra ya el eslogan de un anuncio de cosméticos sumamente conocido, porque los hombres modernos han sustituido el conocimiento de los clásicos por el conocimiento de frases eslogan y por eso, la interrelación en el mundo global del mundo globalizado por las redes sociales, se establece a base de frases eslogan, frases anuncio, frases hechas, frases que en tres palabras comprimen un libro, pero son tres palabras “flexibles”, de esas que pueden ser utilizadas para casi todo porque no significan casi nada. El Todo en el Uno y el Uno en el Todo. ¿Recuerdan? Hace tiempo que no hablo del tema. He hablado tanto de ello...

El Brexit ha puesto de manifiesto ese vacío, esa indolencia, esa falta de espíritu y de energía de la que adolecen las sociedades actuales, no solo la inglesa. Ha delatado el poder tiránico de las Fuenteovejunas, cada vez más estúpidas por iletradas, cada vez más ciegas por narcisistas, cada vez menos reflexivas por emocionales; ha revelado que los europeistas son jaurías dispuestas a lanzarse contra el primero que ose abandonar la manada porque nos adentramos en un mundo de clanes y hordas donde el que se marcha es el traidor y hay que cazarle y desgarrarle en pedazos para que sirva de escarmiento a los otros, no vaya a ser que piensen en alzar el vuelo más de los que ya lo piensan y no sólo lo piensen sino que se decidan también a hacerlo;  y es que las alianzas militares y el pasado histórico en común y la cooperación cultural y todas esas grandes y grandilocuentes frases e ideas se terminan en cuando uno decide dejar de ser socio de un club en el que las reglas ya no le satisfacen o que, simplemente prefiere abandonar para tomar las riendas de sí mismo porque las decisiones no son tomadas en cuenta más  que cuando satisfacen a los que visible o no visiblemente, forman lo que se llama “corrección política” que es un nuevo eufemismo para denominar al “ Orden imperante” y que como todo Orden que se precie se rige por “el que no está conmigo está contra mí” y por tanto esa “corrección política” que determina ese “deber ser” y que no permite que nadie la contradiga, impide la tolerancia y el diálogo y convierte en herejía, anatema o simple chiste todo lo que no se avenga a ese “deber ser” que no es ni individual ni crítico ni racional sino impersonal pero personalmente establecido por los que han decidido cuál debe ser ese “deber ser” que configura esa “corrección política” o sea, “el Orden imperante”.

Pero de repente, esa historia de que el mundo ha de ser políticamente correcto, o lo que es lo mismo: a nuestro gusto; o lo que es lo mismo: a nuestro antojo y que todo lo que no se amolde a ello ha de ser cambiado, modificado, apartado, anulado, inutilizado, vejado, burlado, etc... no tarda en tener sus efectos secundarios. De repente, esa “flexibilidad” que dejó de significar "apertura de mente", para significar “cínismo”  pero que ya ni siquiera implica “cinismo” sino “estupidez iletrada e irreflexiva”, se expande a otros aspectos de la convivencia humana. Y así, hoy en el FAZ de 28.06.2016 Christian Hein, da la siguiente noticia: “Angst vor dem Schiedsspruch”. In Den Haag entscheiden Richter über das Vorpreschen Chinas in Südchinesischen Meer. Peking will sich dem Schiedsspruch nicht beugen. Wie aber wird Amerika darauf beantworten?“ Y sigue „Alle warten nun auf den Schiedsspruch in der Hoffnung, dass er der verworrene Lage klärt. Peking aber hat angekündigt, ihn nicht zu akzeptieren.“ Lo que quiere decir que el conflicto del Mar del Sur de China que se pretende resolver jurídicamente acudiendo a un tribunal internacional, no va a poder ser solucionado de este modo porque China ya ha declarado que no aceptará la sentencia de ese Tribunal Internacional.

Pero no acaban aquí los ejemplos. Erdogán decide impedir la entrada a un cargo político alemán porque Alemania ha declarado que los turcos llevaron a cabo un genocidio contra el pueblo armenio. Y claro, al parecer tal manifestación es una “incorrección política” sumamente grave, sobre todo si tenemos en cuenta la ayuda (pagada cuantiosamente) que Turquía presta a Europa en la cuestión de los refugiados.

Podríamos seguir.

Los electores no aceptan el resultado de la elección.

Los europeos, por diversión, por aburrimiento, por ánimo de follón, por ya ni se sabe qué,  avivan el fuego del caos y de la confusión y van al pueblo a azuzar al ring de boxeo al que han subido escoceses e ingleses.  “!Que se peeguen, que se peeguen...!” – gritan alegres los espectadores- “¡Venga, vamos, ¿a qué esperáis? No hemos pagado entrada porque el espectáculo global en un mundo globalizado es gratis pero no estamos acostumbrados a dejar nuestra atención mucho tiempo en ningún sitio, así que venga chicos, zurraos fuerte y alegradnos esta existencia nuestra, tan insustancial.”

Esperando están, claro, los del norte de Irlanda.

Los electores no aceptan el resultado de la elección.

Los países no aceptan las resoluciones de los tribunales internacionales.

Llegará el día en que ni los acusados acepten la sentencia del juez.

El Brexit es mucho más que el Brexit.

El Brexit es el síntoma de la enfermedad que padece nuestro mundo actual.

¿Malos tiempos para la lírica?

Malos tiempos para la razón.

Desde los avernos las emociones irreflexivas y narcisistas suben en desbandada a la superficie.

¿De verdad alguien sigue creyendo que hay élites que en la oscuridad maquinan una dictadura mundial?

No hacen falta élites subversivas.

Basta con nuestra estupidez.


La bruja ciega.

Monday, June 27, 2016

Saturno devorando a sus hijos. Parte 3. Brexit.

Y bien: hechas las anteriores consideraciones que me parecían pertinentes y necesarias para saber desde qué bases parte mi comentario, resulta imprescindible analizar la situación actual de Gran Bretaña. Hobbes, seguramente diría, que él ya sabía que conociendo la historia inglesa un Brexit únicamente podría desembocar, donde terminó desembocando el Cisma de Enrique VIII, en una guerra civil. En aquél tiempo la guerra civil no fue inmediata porque una serie de factores lo impidieron, pero desde luego los enemigos del reino siguieron maquinando y conspirando en la sombra contra el Rey.

Eso, posiblemente diría Hobbes. Pero lo cierto es que en nuestros días las comunicaciones por un lado, y las manipulaciones mentales, por otro, amén de la realidad virtual y factores varios permiten que tales colapsos exploten mucho antes y por eso, también, sea posible atenderlos inmediatamente.
Gran Bretaña elige democráticamente el Brexit. Como ya expliqué ayer, a menos que la sociedad haya caído en la barbarie más absoluta, a menos que se pretenda instaurar una dictadura, a menos que el electorado sea el más estúpido de los electorados de todos los tiempos hasta el punto de confundir un referendum con un rifa de boletos en la lotería, habremos de pensar que esa elección democráticamente tomada es también la querida y la deseada por el pueblo británico. De otro modo es el sistema democrático el que corre el peligro de colapsar y esto, creo, no hay nadie en su sano juicio que lo pretenda.

Bien. Gran Bretaña elige democráticamente el Brexit.

Escocia que hace un año dijo No a la Independencia pero que, recordemos, la volvía a exigir al día siguiente del No, vuelve a reivindicarla con más fuerza aún si cabe, amparándose en su deseo de permanecer en la Unión Europea. Irlanda del Norte, escindida en su interior entre pro-británicos, independentistas y pro-irlandeses, ve un rayo de luz hacia la independencia, por más que ni ella misma sepa qué independencia.

Los padres de Europa discuten a voz en grito. Mientras unos, dignos herederos del sistema pre-industrial de comportamiento,  abogan por darle un “merecido escarmiento” al desagradecido hijo que decide marcharse y sirva de “castigo ejemplar” a los que están pensando en hacer lo mismo, otros –los sucesores de Rhea- prefieren darle tiempo al tiempo para que las aguas se serenen dentro del territorio británico. Mientras unos, los pre-industriales, apoyan la separación escocesa (y puede que hasta norirlandesa), los otros llaman a la calma y a la unidad del núcleo familiar. Mientras los pre-industriales abren la caja de las emociones; los industriales y post-industriales llaman a la conciliación de criterios. Mientras unos anuncian despavoridos las pérdidas en la bolsa que el hijo malvado ha provocado, los otros aseguran que las cosas no tardarán en volver a su cauce, en cuanto se hagan un par de ajustes. (Y salgan, supongo, a la luz unas cuantas corrupciones más)

El dilema:o se apoya a Gran Bretaña en su decisión o no se la apoya. O se apoya a los Estados que la integran a acceder a la Independencia para que permanezcan en la Unión Europea, o no.

Los padres europeos y con este nombre no me refiero sólo a las instituciones europeas sino a los europeistas en general, (europeistas que al igual que los papistas fueron en su día más papistas que el papa, son ellos hoy más europeistas que Europa) pueden, desde luego, devorar a Gran Bretaña al estilo de los Titanes. Puede incluso devorarle un brazo, por más que ese brazo sea el escocés. 
Decidan lo que decidan será necesario que antes se pregunten por qué los tiempos pre-industriales de la modernidad vienen empaquetados en la bella envoltura del chantaje emocional, de ese discurso que ha sido utilizado en los últimos tiempos por prestigiosos periódicos al estilo de “Os amamos, no nos abandóneis” y perogrulladas similares; por qué determinados medios de comunicación hacen uso y abuso de las emociones: amorosas primero, para conseguir lo deseado y amenazadoras e incluso hirientes, después: cuando no se ha conseguido lo pretendido. ¿Por qué la sociedad pre-industrial aparece envuelta con emociones que sólo ocultan el chantaje emocional? Lo sabemos todos: porque los titanes ya no tienen la fuerza de antaño, porque el Poder del pensamiento pre-industrial decae y tiene que buscar tretas y trucos para convencer al que ya no le es posible vencer por la fuerza. Por eso. Simplemente por eso.

El grave problema: Que a pesar de que ese pensamiento pre-industrial trasnochado, débil y obsoleto es consciente de su debilidad, no permite que nadie le arrebate el Poder y por tanto no tiene ningún inconveniente en abrir la caja de Pandora y dejar escapar a todos los demonios del Averno.
El grave problema: Que su obsesión por mantenerse en el Poder a base de triquiñuelas no evitará la catástrofe porque su miopía le impide ver los peligros que acechan a Europa y que son más terribles que la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Salida, por cierto, que era nítida para todos aquellos que habíamos analizado la situación racional y no emotivamente, como la mayoría en cambio sí lo hizo. ¡Cartas de amor a Gran Bretaña para que se quedara en Europa! Lo dicho: ¡Hay cosas que claman al cielo, esta vez por insensatas!

En estos instantes todos aquéllos que hace un par de meses decían “Te queremos” (Te queremos para convencer y de este modo vencer), gritan hoy: “Ésta nos la vas a pagar”. Y con: “nos la vas a pagar” no se refieren solamente a la cuestión económica sino también a la territorial. De modo y manera que no tienen ningun pudor en proferir vítores de alegría cuando escuchan quejarse a los jóvenes por el voto de los viejos, oyen a los viejos recriminar a los jóvenes su baja participación en el histórico evento y observan cómo los airados escoceses organizan la convocatoria de un nuevo referendum de independencia. Que los escoceses lo exijan lo entiendo hasta cierto punto. En su día una de las amenazas que recibieron fue que si se separaban de Gran Bretaña dejarían de pertenecer a la Unión Europea y esto les acarrearía graves pérdidas económicas hasta llegar incluso a la ruina. Y hete aquí que un año después es Gran Bretaña la que decide irse del Club europeo. Esta, por otra parte, es la amenaza que se les hace a todos los nacionalismos regionales, por ejemplo, al catalán. Así que ustedes pueden imaginarse lo contentos que están todos los catalanes y nacionalistas regionales cada vez que se anuncia a bombo y platillo la posibilidad de que Escocia se segregue de Gran Bretaña y logre su independencia. Por otra parte no entiendo, nadie en su sano juicio lo entiende, que los mismos que se rasgan las vestiduras por el abandono de Gran Bretaña del club europeo y de Cataluña de España, no lo hagan por el abandono de Escocia de Gran Bretaña. Curiosamente que un país socio abandone el club del que es socio les indigna más que el que un territorio de un país decida independizarse. La falta de lógica de esta actitud indica la ciega violencia que el pensamiento pre-industrial entraña en sus razonamientos. Todo es emocionalidad, todo es convencer para vencer, todo es un lloriqueo seguido del látigo y a continuación otro lloriqueo, un narcisismo que exige dominar en cada momento y en cada situación sin permitir decidir libremente, obstaculizando que esa decisión se lleve a cabo y alegrándose, como muchos se alegran ahora, de la dificultad de la empresa acordada.

Hay otro grave problema: Por más que el castigo a Gran Bretaña sea ejemplar, ello no solucionará en absoluto la crisis económica que, con independencia del país anglosajón, existe y subsiste en Europa. Por más que algunos pretendan convertir a Gran Bretaña en la causante de la bajada de la Bolsa, los terremotos financieros y qué se yo, todos sabemos que dichas turbulencias son simples turbulencias que no tardarán en ser resueltas. El problema real y bien real, es el endeudamiento de la mayoría de los países que componen la Unión Europa. El tema Euro está lejos de ser resuelto. Las intenciones de algunos países miembros de reorganizar la Unión Europea a base de la constitución de un subclub dentro del club que admita sólo a unos cuantos son cada vez menos intenciones y más planes proyectados y reivindicados. El aumento del paro, el envejecimiento de la sociedad, la llegada de refugiados y emigrantes, la crispación de los ciudadanos... todo estos son factores que han de ser resueltos con o sin Gran Bretaña en el club.

Hora es pues de superar el pensamiento pre-industrial basado en el Terror del Poder y considerar que los tiempos industriales han traído una nueva forma de pensar. No para de hablarse de colaboración, solidaridad, coordinación, diálogo, acuerdos. Sólo de esta manera es posible mantener las relaciones de manera más o menos civilizadas con Turquía, por ejemplo, cuando Turquía se niega a dar entrada a determinados cargos políticos alemanes por la cuestión armenia. ¿Y van esos mismos a desestabilizar a un país que aunque no quiera seguir siendo socio es, al fin y al cabo, aliado militar? ¿Y van esos mismos a entrometerse para entorpecer una empresa que acaba de comenzar y que será complicada porque empezar siempre resulta difícil y empezar manteneniendo la libertad mucho más aún y  en el sistema hegeliano en el que actualmente nos encontramos ya ni te digo?  

Es un aviso a todos aquellos que piensan pre-industrialmente. Si se desestabiliza a Gran Bretaña no sólo se desestabiliza a ese país: Europa entera quedará debilitada militar y socialmente. La desconfianza entre los Estados miembros crecerá al tiempo que habrán de incrementarse las sanciones económicas a los insumisos y de perdonarlas a los fieles. Eso, sin olvidar que, dependiendo de lo que suceda en Escocia, los nacionalismos regionales reivindicarán su derecho a la secesión y a la permanencia en la Unión Europea. Es muy posible que se desencade una nueva ola de revueltas y un nuevo resurgir de terrorismos nacionalistas que habían quedado dormitando, reposando de tantos lances.

Si los pre-industriales se empeñan en castigar a Gran Bretaña lejos de solucionar los problemas europeos, los intensificarán.

No es a los nacionalismos del s.XIX, como creen algunos, adónde nos encaminamos.

Es al mundo de los clanes y de las hordas.

Al mundo de la barbarie sin libros y sin palabras.

Al mundo medieval en su versión Neo.

La bruja ciega.
Como ustedes saben, escribo a la velocidad del pensamiento y no suelo corregir antes de publicar. Lamento los errores derivados de una mala costumbre. Hay algo más: soy consciente de que la cuestión Brexit es muy compleja. Con independencia de influencias exteriores, no hay duda de que la sociedad británica se encuentra, ella misma, sumida en una grave crisis interna. Es preciso reconocer , sin embargo, que en esa misma crisis interna que va más allá de la simple crisis económica, se encuentran también, lamentablemente, el resto de los europeos y  el hombre occidental, en general. Y por Dios, no me vengan con la explicación de que ello se debe al materialismo occidental y que eso en oriente no pasa porque el oriente es más espiritual, porque tal aclaración es sumamente insatisfactoria. De todos es conocido cuán lujoso es el lujo oriental y lo espirituales que han de ser los que no pueden acceder a él sumidos como están en la pobreza.






Saturno devorando a sus hijos. Parte 2. Las sociedades pre-industriales en la actualidad

Es uno de los cuadros más impresionantes de Goya, mi pintor preferido por genio, por aragonés y por carácter. Es también uno de los episodios humanos de los que menos se habla por más que se repita una y otra vez a lo largo de la Historia. Saturno devorando a sus hijos. Saturno, que se identifica con Kronos. Saturno, hijo del temible Urano. Saturno, hermano de Titán, el mayor de los titanes, con el cual estableció un pacto: podría reinar a condición de no engendrar más hijos. Saturno que prefirió detentar el Poder antes que salvar a sus propios hijos y por eso no tenía el más mínimo escrúpulo en matar a sus descendientes. Tuvo que ser Rhea, Rhea la esposa, Rhea la madre, Rhea la intrépida, la que escondiera a sus hijos y únicamente le mostrara a Juno, la hija. Rhea, la Mujer. Saturno devora a sus hijos porque quiere conservar el Poder. Saturno es el Patriarca Absoluto que no está en absoluto dispuesto a abandonar su trono.

El padre absoluto, el padre tenebroso, el padre patriarca puede ser derrotado únicamente si la mujer-esposa-madre se opone a él con uñas y dientes a fin de ocultar a los varones, de mayor relevancia social que el género femenino, incluso en las alturas olímpicas; incluso ante la madre.

Esto que es aparentemente un mito, es en realidad uno de los principales motores de la Historia. Al menos en las sociedades pre-industriales del Sur. El malvado es el hijo que se alza contra el padre, el malvado es el hijo que no obedece a su padre y que no acata sus órdenes. De la madre no suele hablarse más que en pasivo, -si en silencio apoya al hijo pero no actúa de ninguna manera- o como unida al padre, - si intenta convencer al hijo de que se doblegue a los designios paternos, sean estos cuales sean. En el caso de que el hijo siga sus propios criterios, por más que estos sean sumamente sensatos y racionales, el hijo es considerado un malvado. 
Si lo es el hijo, imagínense ustedes qué no será la hija que se atreve a contrariar al matrimonio patriarcal... 
Si uno de los hijos pretende independizarse del clan, se le considera un traidor y no sólo no se le ayuda sino que suerte tendrá si no se le persigue y mancilla socialmente. Hubo una vez que leí no recuerdo dónde, que el mandamiento de honrar a los padres tiene como objetivo último que los hijos puedan sobrevivir. En efecto, si uno aparece como “mal hijo” en una sociedad pre-industrial, aparece ante la sociedad como un ser cruel, vengativo, frio, duro de corazón, egoista y desagradecido. Ante tales premisas, el absolutismo se impone. 
Es en la sociedad industrial donde esta concepción desaparece y cobra importancia el individuo como individuo individual, como ser que responde por sí mismo de sus actos y de sus decisiones. Es por eso por lo que en tales sociedades, por más que el engranaje social sea hegeliano, el individuo conserva su propia libertad. Es por eso por lo que el hegelianismo tuvo tanta aceptación y recibió tantos adeptos, Bertrand Russell incluido. Hasta que llegó un momento en que todos ellos descubrieron que la libertad era la libertad de un sistema cerrado y sintieron la asfixia. Pero en un primer momento, el hegelianismo introdujo el nuevo oxígeno en las sociedades de carácter pre-industrial. Tales sociedades subsisten al día de hoy por más que aparezcan envueltas en un papel digital y tecnológico ultimativo. A veces me pregunto si esa fiebre por adquirir los accesorios tecnológicos digitales más novedosos no se deberá justamente a eso: al deseo de ocultar-nos que seguimos anclados en el pensamiento pre-industrial. De ahí que algo tan contradictorio como un ordenador último modelo sea compatible con programas televisivos como “Sálvame” que vistos los niveles de audiencias, representan a la sociedad española más mayoritariamente que los partidos políticos. En este sentido no es de extrañar que alguien como Victor Sandoval, un experto en la materia, consiga superar a todos los otros programas rivales a base de derramar lágrimas (sinceras o no, este no es el asunto) cuando escucha a sus padres, y se emociona al saberlos orgullosos de él y lo mucho que los ha desatendido. España sigue siendo una sociedad pre-industrial y lo seguirá siendo a medida que el número de ancianos con patrimonio ascienda y disminuyan las rentas, las pensiones y el número de jóvenes con trabajo y con responsabilidades familiares debido a la falta de descendientes. Si los nacimientos aumentaran y hubiera más trabajo volvería a pasar lo que veíamos en los años sesenta: que las abuelas ayudaban en las tareas domésticas, cosiendo, quitando el polvo, y atendiendo a los nietos y tan apenas tenían tiempo para reunirse a tomar el café con las amigas, igual de atareadas que ellas, en vez de lo que vemos ahora: ancianas de setenta años en busca de novios, acudiendo al gimnasio a mantenerse en forma, recibiendo masajes, vitaminas varias, reuniéndose con amigas no solo para tomar el café sino para recorrer el mundo y no contentas con todo esto, utilizando el chantaje emocional en el mismo instante en que ven que las hijas las superan. (Las hijas más que los hijos suelen ser las víctimas de estas situaciones, porque a los hijos se le ve como los herederos naturales del Poder, igual que pasaba en tiempos de Rhea, porque si algo caracteriza a la sociedad pre-industrial es su inmovilidad en las consideraciones acerca del mundo. Tradición ¿Recuerdan? Y quizás el Patriarca detente externamente el Poder, pero detrás de él o hay una Rhea que lo destrona con ayuda de sus hijos y únicamente le presenta a su hija, por más que esta hija sea la mismísima Juno, o hay una mujer sometida que contribuye al sometimiento de sus hijos y permite, con su silencio y su pasividad que toda su prole, hijos varones incluidos, sean devorados) Con las Rheas libres de los Saturnos y con los hijos varones instaurados en el Poder con su ayuda, el número de Ifigenias ascienda. Pero aunque esto no suceda y trate a todos los hijos por igual, lo que sí es cierto es que el incremento de los chantajes emocionales para conservar un Poder que la ancianidad, por muy dinámica que esta nueva ancianidad sea, ya no permite seguir detentando eficazmente, es cada vez mayor y seguirá aumentando. Y desde luego también lo harán los juegos de Poder y de estrategias a los que los ancianitos y las ancianitas modernas se dedican, separando a hermanos y creando conflictos a base de jurar y perjurar que se les insulta por teléfono o que son maltratados psicológicamente o de intentar manipular a los nietos cuando éstos llegan a edades adultas. Pero Victor Sandoval es un experto en televisión y en espectáculo. Un genio, por así decirlo, de las emociones y de los sentimientos y consciente o inconscientemente “sabe” qué es lo que necesita la audiencia, el público. ¿Se han dado cuenta? En el actual panorama del espectáculo español últimamente sólo hay conflictos entre padres e hijos: Chabelita con su madre, Dulce y su tío; Matamoros, con sus hijos. Y Victor Sandoval llega y dice lo que todos quieren oir: “Perdonadme, padres, por haber sido tan mal hijo”
Y todos los espectadores le contemplan con ojos llorosos pensando en la Parábola del Hijo Pródigo.

Yo, en cambio, pienso en Ifigenia y sólo puedo repetir las palabras de Jesús a la hora de su muerte:

“Padre, Padre, ¿Por qué me has abandonado?”

La bruja ciega.



Saturno devorando a sus hijos. Parte I. Telepatía.

Ahora más que nunca resulta imprescindible reflexionar serena y calmadamente y encadenar las emociones al mástil, del mismo modo que encadenaron a Ulises sus marineros para que pudiera oir el canto de las sirenas sin condenar al barco al hundimiento. Es imprescindible, esencial, dejar inmovilizadas a las emociones, por mucho que algunos digan que las emociones conforman al hombre. No siempre. Y desde luego en absoluto son útiles el tipo de emociones emocionales e irreflexivas que en estos instantes invaden los rincones más recónditos del Planeta. Serán nuestras acciones las que demuestren si de verdad nos encontramos en una era avanzada de la civilización humana o en un retroceso hacia la barbarie. Ustedes ya conocen mis miedos. El lenguaje se debilita. La fuerza de las palabras pierde potencia. La magia ya no necesita de determinados conjuros ni de sonidos específicos. Es la manipulación mental, la realidad virtual, la que ha tomado el timón de lo mágico, de lo extrasensorial en su significado más amplio. Y ello, lejos de elevarnos al Olimpo, nos precipita en el abismo. Se intenta desarrollar la telepatía ignorando que la telepatía es un arma de doble filo. Si la telepatía revela pensamientos y reflexiones es sumamente útil porque es como si se tratara de la presentación de un cuadro sinóptico, de un diagrama, dibujado en la pizarra. El problema es que para entenderlo es necesario que las dos mentes conozcan los símbolos, las imágenes de ese cuadro, de ese diagrama. Pueden ustedes imaginar que la telepatía de este tipo sólo es posible cuando las personas que se comunican de este modo, dominan el mismo “lenguaje”, el mismo sistema de “signos”; en resumidas cuentas: la misma estructura mental.

Pero hay otro tipo de telepatía, que es, además, la más extendida: la que transmite emociones. Los gestos, la energía que se desprende del cuerpo del otro, movimientos de los ojos, una simple palabra cuyo sentido está unido a una situación, esto revela sin palabras lo que el interlocutor piensa. Este tipo de telepatía desarrollada hasta un punto en el que ni los elementos externos se hacen precisos, es realmente peligrosa porque las emociones difícilmente pueden contenerse. Se necesita mucho tesón y mucha disciplina. En los espíritus gascones es prácticamente imposible. Así pues, si la sociedad pierde las palabras, la energía del discurso y desestima a la razón, al tiempo que este tipo de telepatía sigue expandiéndose al ritmo en el que lo está haciendo, la barbarie no tardará en instalarse en nuestras sociedades. No me digan que no saben de qué estoy hablando. Lo saben. Es el caso de una persona que golpea a otra sin motivo aparente y que al ser preguntado por su acción responde: “Tu cara no me gusta”. El hombre que ha golpeado es incapaz de explicar la comunicación telepática y emocional que en cuestión de segundos ha existido entre los dos hombres y que ha pasado desapercibida al resto de los allí presentes. Este tipo de telepatía es el más extendido porque es también el que ha existido desde los tiempos más remotos. Se hacía preciso establecer lazos invisibles entre los miembros de un mismo clan a la hora de ir a cazar. Este tipo de telepatía es el que después se ha querido racionalizar traduciéndolo como “naturaleza inherente del grupo”, “carácter común del grupo” e incluso se ha intentado demostrar científicamente a través de los genes. En realidad, es un simple sistema de comunicación no oral pero sí emocional y por tanto peligroso por incontrolable. La chispa puede saltar espontáneamente en cualquier momento.

La telepatía intelectual es mucho más difícil porque está unida al conocimiento y el conocimiento está unido a las palabras y a la experiencia. Uno puede comunicar adecuadamente experiencias a personas que conocen tales experiencias. Un cazador muestra un conejo y con ello ya “ha narrado” al interlocutor el suceso. Las palabras no hacen falta. Basta un simple “diagrama” mental y ello porque el interlocutor conoce todo lo referente al conejo, a la caza, etc. Pero si no lo supiera y el cazador del conejo quisiera transmitirle telepáticamente la historia de la caza, el interlocutor ignorante “vería” a lo más “una visión” que además terminaría interpretando inadecuadamente. Del mismo modo la telepatía de fórmulas es posible entre matemáticos y físicos pero es prácticamente imposible entre un matemático y un historiador ajeno al mundo de los números.

En tiempos en los que se está intentando desarrollar la telepatía y lograr enviar órdenes a las computadores utilizando esta técnica es importante recordar que ello sólo será posible cuando individuo y computadora “conozcan” los mismos mandatos.

Pero la sociedad actual, que conoce de la telepatía aunque no sea consciente de ello, pierde el amor al conocimiento y al saber transmitido por los clásicos y con ello pierde la posibilidad de comunicarse intelectualmente y solo queda la telepatía emocional, la más peligrosa. La que sirve para la conquista, para la defensa y para la supervivencia y ello entraña, nos guste o no nos guste, la  violencia y destrucción. Es la que se utiliza para que las víctimas propiciatorias vayan voluntariamente a la pira de los sacrificios. Es la que se utiliza para atemorizar al enemigo, para crear “fantasmagorías” en su mente, para manipularlo mentalmente; para, en suma, debilitarlo.

Ahora más que nunca, digo, debemos apresar a las emociones justo para que este tipo de telepatía que es cada vez más fuerte, cada vez más destructiva, no siga desarrollándose al preocupante ritmo en lo que lo está haciendo.

Posiblemente ustedes ya sabían todo esto. Posiblemente no saben de qué estoy hablando o a qué me refiero. Aunque lo sepan, era importante recordarlo antes de abordar la cuestión del día: el Brexit, Escocia y la Unión Europea. Es un tema complicado del que me voy a ocupar acto seguido. En cuanto me tome un par de cafés y pueda ordenar lo que en estos instantes aparece tan confuso. Quizás hoy aparezca un segundo artículo. Lamentablemente ni yo misma lo sé. Escribo a la velocidad del pensamiento pero ordenar las ideas a ese tiempo es muy complicado y a veces es preferible detenerse.

La bruja ciega.


Sunday, June 26, 2016

Unas pocas palabras de justa indignación

Me aburro. Realmente me aburro. La estupidez se expande al tiempo que las depresiones juveniles escondidas tras intoxicaciones etílicas y enfermedades figuradas llenan los hospitales. De cada tres pacientes que pasan allí la noche, dos lo hacen por estrés, depresión, alcoholismo o porque los padres, vista la llegada de las vacaciones, intentan adelantar la extracción de una apendicitis que de todas formas ya causa molestias a su hijo. En medio de tal atmósfera el único enfermo que ocupa una cama por padecer una enfermedad real y bien real es del que los otros pacientes sospechan que no tiene nada. La extrema delgadez que su dolencia le ha causado es sentenciada por los progenitores de los otros pacientes como anorexia masculina. Uno de los pacientes-sanos corrige tal afirmación: “No”, asegura convencido, “Si se tratara de eso estaría en otro tipo de hospital”. Y se refiere, claro, al psiquiátrico. Al ritmo en el que vamos terminarán en el psiquiátrico, los enfermos que acaban de superar una terrible operación. Al hospital, en cambio, irán todos los jóvenes atacados por el estrés o por las vacaciones de sus padres. Vivir para ver y, peor aún, para oir... insensateces.

En fin... Mientras en Europa y posiblemente en medio mundo la gran cuestión de la semana es el Brexit, a mí lo que me asombra es la rápida expansión de la estupidez humana. Y va en ascenso. Los que intentan ayudar de buena fe son sospechosos y los que ocultan sus oscuras intenciones son considerados personas brillantes, siempre dispuestas a ayudar al prójimo. Llega un momento en que las buenas personas terminan por creerse culpables de delitos que no han cometido e incluso aceptando la sentencia. Encima de apaleadas, condenadas. La estupidez de los estúpidos y la ingenuidad de los buenos. Al final todo viene a ser lo mismo.

Me aburro. Lo único que me libra del aburrimiento es el empeño que muchos muestran en echar sobre mí a los perros de su rabia, de su frustración y de su resentimiento. Tal vez eso me libra de la indolencia porque estoy acostumbrada a ello desde los tiempos más remotos. Tal vez porque esconderse siempre nos impulsa a encontrar nuevos mundos, nuevas ideas, nuevos territorios. Tal vez porque correr mantiene despejada la mente. ¡Quién lo sabe!

Europa grita mientras yo intento en vano que los estúpidos me dejen en paz. Los estúpidos son siempre resentidos, frustrados, indolentes, en busca de víctimas propiciatorias, en busca de una bruja a la que quemar. No. No son los malvados los que a lo largo de los siglos se han dedicado a quemar a brujas y a libros. No han sido tampoco los santos. Han sido, son y serán los estúpidos, los cuales, curiosamente, tienen un instinto de supervivencia mucho más agudizado que el resto de los mortales, qué le vamos a hacer.

Me aburro. Me aburro porque los periódicos no dejan de dar noticias contradictorias y todo porque los articulistas no son capaces de sentarse tranquila y pacíficamente a reflexionar sobre la situación. Y por eso en el mismo periódico pueden leerse  noticias absolutamente contradictorias, de modo que arriba de la página el asunto principal es que una parte de los electores que han votado el Brexit se arrepienten de haberlo hecho y piden nuevas elecciones para votar de manera distinta mientras que un poco más abajo se informa de la preocupación de los políticos y de la sociedad europea por el efecto dominó del Brexit. Eso sin contar con las iras escocesas, irlandesas y gibraltareñas, que por muchas iras que sean son todas ellas de calibre distinto y bien distinto.

“What´s the point?”

El punto es la expansión de la estupidez. Los mismos escoceses que hace poco tiempo votaron No a la Independencia, hoy la exigen afirmando que votaron engañados y que necesitan nuevas elecciones. El Brexit es sólo una excusa, admitámoslo. Los escoceses se arrepintieron de su No al día siguiente de haber votado, en cuanto supieron que el resultado había sido No. El miedo a la crisis económica, a la huida de las pocas empresas y de las entidades financieras de Escocia les impulsaron a votar un No, olvidando las batallas históricas que se habían librado por conseguir la separación de Inglaterra. ¿Engaño de los políticos o estupidez del votante? Quizás un poco de todo. Pero cuando una persona va a votar algo tan realmente trascendente como es la independencia de su pueblo de otro del que se considera sometido a lo largo de los siglos, ha de hacerlo lúcida y críticamente. La libertad cuesta dinero y dinero, justamente es lo que los escoceses votaron que no estaban dispuestos a ceder cuando votaron No a la Independencia escocesa. No que por cierto fue mayoritario.

Los londineses, en cambio, votaron como alcalde a un inglés de origen paquistaní. Y vuelvo a repetir, lo trascendental no era esto. Lo realmente importante es que le habían negado el voto a un político estrechamente vinculado a los Rothschild y con ello, al poder financiero, al poder bancario. Ni a los londinenses ni a los ingleses les importaba el dinero de los bancos y por eso, la advertencia de que la City financiera les abandonaría en caso de Brexit, les importaba muy poco. Ahora, a la vista de las consecuencias económicas, algunos se arrepienten de su voto al Brexit y lo extraordinario, lo asombroso, lo impresionante, es que se arrepienten apenas un par de días después de haber votado. Y una, que soy yo, piensa: ¿Cómo es posible semejante insensatez? En tiempos de narcisistas psicopáticos y convulsivos algunos electores aseguran ignorar que su voto fuera tan importante. Que no lo sabían, dicen. ¿Pero cómo es posible semejante absurdo? Hasta en el campo se sabe que “un grano no hace granero pero ayuda al compañero”; cualquier comerciante conoce la importancia de un céntimo; cualquier ama de casa tiene la experiencia de lo valiosa que puede llegar a ser su hucha de monedas e incluso los niños valoran cada cromo que les ayudan a completar su album. ¿Y los electores no son conscientes del valor de su voto? ¿Y votan cualquier cosa y al día siguiente quieren cambiar su decisión?

¡Hay cosas que claman al cielo!

Pero no por injustas sino ¡por estúpidas! Y de todo, esto es lo peor.

¡Cuánto me acuerdo de Hanna Arendt! ¡Cuánto me acuerdo! He de confesar que nunca hasta hoy la había valorado en su justa medida pero es en momentos como estos cuando uno ha de recordar  la lucidez de la que hizo gala a la hora de teorizar sobre la maldad y la estupidez. ¡Es en momentos como estos cuando uno comprende su sensatez y lo único que lamenta es que fuera tan comedida, tan académica, a la hora de hablar! Pero pese a todo, pese a que lo que dijera lo dijera en el tono equilibrado y sereno de la inteligencia, lo cierto es que sus consideraciones acerca de la estupidez y de la maldad son tan ciertas que los niños tendrían que aprenderlas de memoria, igual que aprenden –o aprendían- el padrenuestro.

Debajo del arrepentimiento por el voto al Brexit aparece lo ya dicho: el efecto contagio de los países que quieren abandonar la Unión Europea y cuyos votantes, tanto si votan Sí como si votan No, se arrepentirán de sus votaciones, visto lo visto,  a la mañana siguiente de los comicios. ¿Por qué quieren abandonar la Unión Europea? Porque la Unión Europea fue sobre todo una Unión Económica. Lo de cultural y social vino después y tuvo que ser apoyado por proyectos, intercambios, cooperaciones y becas varias. Le quitaron lo de “económico” como si ocultando el apellido pudiera olvidarse el origen y como si a base de fomentar viajes por aquí y por allá, viajes que por cierto incrementaron los matrimonios entre personas de diferentes países y que son los que en estos momentos están manteniendo la antorcha del europeísmo por lo que de vida les va en ello. Pero ahora las naciones, en bancarrota todas ellas, están inseguras y buscan culpables. Y claro, culpar a Europa resulta más cómodo que culpar a su propia estupidez. Por otra parte, las sociedades igualitarias que reclaman cada vez más más igualitarismo incluso en los méritos porque el triunfo es al fin y al cabo, dicen, cuestión de suerte, no se han dado cuenta de que son cada vez más estúpidas por iletradas, por bajar el nivel en los colegios, por no conceder importancia a las faltas de ortografía, por exigir y conseguir menos deberes para los infantes; por “darle al pico” y no a la pala. Y cuando digo “pico”, me refiero a la lengua, a la palabrería, a las conversaciones insulsas y sin sentido, a las reuniones de “café con mala leche”, como las llamaba hace años un amigo mío. Encuentros en los que se puede hablar de todo menos decir algo  porque entonces ya se ha encontrado un tema: destrozar ese “algo”, así que uno se dedica a hablar de superficialidades: el mejor restaurante de la ciudad, el último viaje, el perfume más erótico y qué se yo. Y va a las librerías y uno encuentra en las estanterías novelas rosas para ellas y crimis para ellos y ellas. Supongo que esa es la idea. No creo que ellos se dediquen a leer los panfletos amorosos que se publican. Antiguamente las chicas de quince y dieciséis años compraban las novelitas rosas en los kioskos. Yo nunca compré ninguna porque tuve la suerte de que me las prestaran. Al menos leí una veintena de ellas y a eso hay que sumarle la veintena de novelitas del Oeste de Marcial Lafuente Estefanía que también leí y en las que sistemáticamente aparecían opuestas al malo malísimo el bueno guapísimo y la preciosa chica en apuros. Pero compréndanme: eran novelitas de kiosko de los que todos nosotros sabíamos que carecían de cualquier validez literaria y que se trataba de un mero entretenimiento; la continuación de los tebeos, por así decirlo, que nuestros padres nos compraban de niños cada domingo y que sabíamos que no tenían nada que ver con el tomo de “Cuentos de los Hermanos Grimm” que nos habían traído los Reyes Magos las últimas Navidades. Sabíamos que las novelitas rosas y las novelitas del oeste eran simples novelitas de kiosko, no de librería. Pero hete aquí que la estupidez se expande al tiempo que el pudor se esconde y las novelitas ya no son novelitas sino tochos de trescientas o cuatrocientas páginas, y no se compran en los kioskos sino que inundan las librerías más prestigiosas de la ciudad. Y no aparecen en la secciónn “jovencitas románticas e ilusas” sino en la sección “adultos y best-seller”.

What´s the point?

Los que ayer votaron Brexit Sí, quieren hoy Brexit No.

Los que votaron No a la Independencia escocesa, exigen hoy el Sí. Y por favor, dejen de decir, que se debe al Brexit. A los escoceses les pasó igual que a los ingleses: quisieron el Sí en cuanto hubieron votado el No.

Los irlandeses del Norte, a quienes nadie ha propuesto un Referendum porque todos conocen la respuesta, ven una luz en el horizonte y gritan alegres “¡A río revuelto, ganancia de pescadores!”

No es el caso de los gibraltareños. Los del Peñón lucharán por quedarse: temen las largas filas de espera a las que estaban acostumbrados pero ni se les ocurre plantear la independencia. Una cosa es ser británicos de segunda clase y otra, españoles de La Línea. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

Por otra parte, muchos de los países que siguen en la Unión Europea están pensando en su propia salida de ella. Salida que lamentarán en cuanto la hayan conseguido. Permanencia de la que se quejarán mientras la mantengan.

Y las instituciones europeas no saben qué es mejor: si conseguir que Gran Bretaña salga lo antes posible de la Unión Europea o hacer su salida lo más dolorosa posible para dar un escarmiento a los británicos, favorecer la secesión en la isla y ofrecer un ejemplo de lo que les sucederá a aquellos que osen abandonar la Unión que de Unión tiene cada vez menos y más de desconfianza, reproche y miedo. En algún artículo he escrito que el cisma de Enrique VIII libró a Gran Bretaña de la terrible guerra europea de los Treinta Años pero no de la Guerra Civil y me preguntaba cuál es el precio que tendría que pagar ahora la Isla por negarse a aceptar, nuevamente, la Universalidad.

En esas estamos.

En esas y en una crisis económica cuya deuda nadie puede pagar, una crisis espiritual porque hay creencias y opiniones y radicalismos colectivos pero no Fe radicalmente individual, una crisis intelectual porque hay teorías de la conspiración pero no reflexión ni juicio crítico, una crisis de la reflexión y del juicio crítico porque no se lee, porque los que leen buena literatura, realmente buena, y eso de buena alcanza, por lo menos, hasta Homero, permanecen escondidos en sus despachos o en sus habitaciones sin atreverse casi a hablar de los temas que tratan porque o bien no tienen interlocutores o bien no quieren pasar por aburridos y así, las novedades literarias que se publican no son literarias sino mercantiles. No están creadas para incitar al pensamiento ni tan siquiera al inteligente divertimento sino simplemente para una consumición rápida y eficaz, con todos los aditivos y colorantes necesarios para incentivar el sabor y favorecer el nuevo consumo. Si antiguamente había quienes se escandalizaban por la aparición de los folletines, no sé qué dirían ahora cuando las obras aparecen en sagas de once y doce y quince tomos. Y por más que busco entre ellas un nuevo Dumas igual que Diógenes buscaba un hombre en sus ideas, mucho me temo que el Dumas moderno, al igual que el hombre de Diógenes, debe estar oculto y bien oculto en la gran montaña de las publicaciones actuales porque el caso es que encontrarlo no lo encuentro.

What´s the point?

El punto es que la democracia está en crisis, no porque haya una serie de hombres y grupos que conspiran en la sombra contra la democracia persiguiendo la instauración de una dictadura de corte universal. El punto es que la democracia va a a ser demolida pero no por élites hambrientas de poder. El punto es que la democracia está siendo erosionada por la estupidez de los votantes que o bien no saben qué votan o bien se arrepienten de lo que han elegido, esto es: de su decisión, en el mismo instante en que han depositado su voto. ¿Tiene valor el voto de un elector que se arrepiente de su resolución al día siguiente de haberla tomado?  Y lo mismo va a pasar con Trump y con Hillary. Gane quien gane, los votantes asegurarán haberse arrepentido de su elección al día siguiente de conocido el ganador. Como si el simple arrepentimiento nos librara de las consecuencias negativas de nuestros actos y de nuestras decisiones. Es mejor declararse arrepentido, por lo que pueda pasar. Para evitar responsabilidades. Es mejor manifestarse equivocado. Fuera compromisos y obligaciones derivados de la decisión tomada. Los estúpidos, sean éstos cuales sean,  se harán con el Poder porque son los estúpidos los que los votan, y ellos sin necesidad de manipulaciones, ni de estrategias, ni tan siquiera de maquinaciones. En una época en la que el internet nos ofrece la posibilidad de la información más variada y de las mejores obras de la Humanidad gratis y accesibles al menos en el mundo que llamamos tecnológicamente desarrollado, la gente prefiere dedicarse a consumir ocio ocioso para terminar afirmando que la cultura es muy cara. ¿Cara? ¡Pero si las obras de alguien supremo y magistral como es Hobbes cuestan en el e.book poco más de un euro y la mayoría de los clásicos son gratis!

Díganme ¿no encuentran el panorama actual  terrible, verdaderamente terrible, por estúpido y por estúpido aburrido? ¡Si Richelieu, Mazarin y Fouché levantaran la cabeza! ¡Si la levantaran los Borgia!

La reflexión que hice sobre la democracia hace unos meses a la hora de hablar de Trump como candidato y del valor de los votos que recibía ha de verse ampliada por una tercera cuestión que surge a raíz de los últimos sucesos: ¿Es válida la democracia en un sistema en el que los votantes se arrepienten de sus propios juicios al día siguiente de haberlos expresado en un acto formal? ¿Tan cínicos somos que hasta en los asuntos que más nos afectan e incumben hemos olvidado "un hombre, una palabra"? ¿Tan flexibles y zappeantes que no podemos quedarnos en un sitio determinado, aunque ese sitio lo hayamos escogido nosotros solos libre y voluntariamente? ¿Se puede llamar democracia a un sistema en el que los votantes no quieren aceptar la responsabilidad de sus decisiones? ¿No son esos mismos votantes los que con su actitud irresponsable están llamando a gritos a la misma dictadura que dicen aborrecer y a los mismos tiranos que dicen despreciar? Y si las cabezas huecas que aseguran deplorar su elección justo al día siguiente de haberla depositado en la urna se tratan de contados casos aislados ¿Son conscientes los periodistas de su participación y responsabilidad en la destrucción de la democracia al conceder la importancia que conceden a noticias de esta índole, siendo casos meramente anecdóticos, simple y llanamente porque los resultados no se ajustan a sus personales expectativas privadas?

Ahora más que nunca, han de demostrar los rotativos y sus articulistas la independencia de criterio y la serenidad de espíritu en sus publicaciones, y ello exige, como ya dije en su momento, aminorar el peso de las emociones y avivar el sentido común, crítico y reflexivo, así como profundizar en el conocimiento para ver más allá de lo que los hechos aparentan revelar.

He encontrado al vampiro en mi sofá.

Seguramente a él le sucede lo mismo que a mí: está aburrido y quizás por eso mismo también duerme, cosa rara en él,  a pierna suelta.

Le dejo reposar. Necesitará sus fuerzas para cuando despierte y tenga que enfrentarse a mí.

Él y yo tenemos una conversación pendiente: Carlota. El espíritu.

Un basilisco la estaba devorando y yo quiero saber si él tiene algo que ver con el asunto.

Afuera, las espadas en alto.

Adentro, mi estrella reluce temblando de ira.

La bruja ciega.