En Gran Bretaña los separatistas escoceses no tienen ningún escrúpulo en dedicarse a organizar un nuevo intento secesiosinista aprovechando la debilidad de
Inglaterra que tiene que hacer frente a tantos
problemas reales y virtuales, y ni siquiera se detienen a pensar ni por un instante que la debilidad de su vecina Inglaterra que es además de vecina, hermana, implica su propia debilidad y su propio empobrecimiento y se sienten respaldados en sus pretensiones por las voces europeístas de la Unión Europea que hoy ensalzan sus deseos independentistas igual que hace un año, cuando se celebró formalmente el Referendum, los condenaban y auguraban a Escocia un terrible futuro
caso de que votara por el Sí.
Escocia parece no comprender que la cuestión principal para todos esos europeístas más europeos que Europa misma no es la de "Independencia escocesa Sí" o "Independencia escocesa No", sino "Unión Europea Sí" o "Unión Europea No". Y esto, como poco, demuestra una gran diferencia en las propuestas realizadas y en los objetivos a alcanzar.
Escocia parece no comprender que la cuestión principal para todos esos europeístas más europeos que Europa misma no es la de "Independencia escocesa Sí" o "Independencia escocesa No", sino "Unión Europea Sí" o "Unión Europea No". Y esto, como poco, demuestra una gran diferencia en las propuestas realizadas y en los objetivos a alcanzar.
Pero Escocia – que al parecer ya ha
olvidado las presiones y amenazas en
forma de advertencias a las que fue sometida hace un año por los poderes
mediáticos e institucionales de la Unión Europea para que votara NO a la
Independencia en el Referendum que se celebró al respecto – ignora que si es tan
agasajada por la misma
sociedad europea que hace un año, digo, se lo desaconsejaba y le demostraba la
irracionalidad del asunto y les aseguraba que no sería admitida en la Unión
Europea y que en cambio hoy le sonríen abiertamente cuando Escocia revela sus intenciones separatistas al tiempo que le dan cariñosas
palmaditas en la espalda, (hasta un punto tal que, aunque nadie lo afirme explícitamente,
los medios de comunicación dejan entrever la posibilidad de que en caso de que
Escocia lograra la independencia Escocia sería admitida en la Unión Europea,
hasta un punto tal que los medios de comunicación dejan vislumbrar un deseo
tácito de que ese nuevo Referendum se celebre y de que los escoceses consigan
su independencia), es única y exclusivamente para
lograr que los ingleses que han decidido irse del Club europeo lo hagan rotos y desgarrados.
Y una, que soy yo, se pregunta si un Club así es un Club o un cárcel de la que nadie puede escapar y de la que ni siquiera uno debe pensar en escapar. Un Club, en definitiva, al estilo de Kafka.
Y una que soy yo, le sirve un café a Hobbes y le pregunta si no cree que sea posible trazar un cierto paralelismo entre los papistas de antaño y los europeistas actuales y entre los presbíteros del pasado y los independentistas escoceses del presente. Sólo se lo pregunta, porque a veces “a” y “b” guardan más semejanzas de las que se podrían esperar entre “a” y “a”.
En conclusión: Escocia ignora, o parece ignorar, que lo que muchos europeistas, más europeos que Europa misma, desean en estos instantes es una Gran Bretaña débil y sumida en el caos social y económico.
Y una, que soy yo, se pregunta si un Club así es un Club o un cárcel de la que nadie puede escapar y de la que ni siquiera uno debe pensar en escapar. Un Club, en definitiva, al estilo de Kafka.
Y una que soy yo, le sirve un café a Hobbes y le pregunta si no cree que sea posible trazar un cierto paralelismo entre los papistas de antaño y los europeistas actuales y entre los presbíteros del pasado y los independentistas escoceses del presente. Sólo se lo pregunta, porque a veces “a” y “b” guardan más semejanzas de las que se podrían esperar entre “a” y “a”.
En conclusión: Escocia ignora, o parece ignorar, que lo que muchos europeistas, más europeos que Europa misma, desean en estos instantes es una Gran Bretaña débil y sumida en el caos social y económico.
Hora es pues de que los escoceses decidan qué es lo que más les interesa: o servir a los
europeistas que pretenden darle un buen escarmiento al reino que decidió
libremente marcharse, (reino del que Escocia forma parte no sólo histórica y
culturalmente sino también geográficamente, - europeistas, por cierto, que hace un año
abogaron intensamente para que votara No a la Independencia pero que hoy,
curiosamente, gritan Sí con tal intensidad que dan la impresión de que son más
escoceses que los escoceses mismos -) o apoyar a Inglaterra, una hermana no
siempre amable, no siempre prudente, no siempre justa, pero hermana al fin y al
cabo y permanecer unida a ella por lo menos hasta que el temporal amaine a fin de que las fuerzas externas no las destrocen como las destrozarían, muy posiblemente a ambas, aprovechando este momento de
debilidad.
Quizás no estuviera de más dejar la cuestión independentista para más adelante: cuando las cuestiones exteriores se hayan solucionado, el temporal se haya apaciguado y el enfrentamiento interno sea posible.
A los escoceses que creen que la Unión Europea representa una ayuda a sus intereses les recordaría que revisaran cuándo y cómo terminó el gobierno de los visigodos en España y les urgiría a meditar calmada y sensatamente sus exigencias. Hace un año hubiera sido el momento de amar a su independencia tanto como dicen amarla y entre el dilema "pobres y libres" o "ricos y encadenados" –que era en resumidas cuentas el planteamiento que el discurso esgrimía- hubiera debido elegir sin más demora el “libres y pobres”, que es lo que Gran Bretaña ha hecho. Lo hicieron incluso los londinenses cuando eligieron a su alcalde de origen pakistaní en vez de al candidato ligado a la Banca. Ahora los deseos independentistas escoceses, tan celebrados en algunos sectores de la prensa, prensa que por un lado pretende mantenerse objetiva pero que por otro lado no oculta lo mucho que tales deseos le alegran, porque es una forma de vengarse del socio que ha osado abandonar el club, me parecen inadecuados y hasta cierto punto me atrevería incluso a decir que suicidas, porque los que hoy le apoyan no tardarán mañana en recordarle la ayuda prestada y en exigir la devolución de los servicios realizados.
La Independencia escocesa caso de obtenerse en estos momentos será todo menos independiente y libre.
Que la Unión Europea "persiga" a los leones británicos por considerarlos traidores a Roma, esto es: a Bruselas, me parece una gran insensatez se mire como se mire. No ayudará a resolver las crisis internas y la debilitará externamente porque sus enemigos no perderán la ocasión en presentarla como la institución autoritaria y dictatorial que ahora ya le reprochan ser, al tiempo que nacerá e irá en aumento la desconfianza entre los aliados militares y económicos que seguirán siendo los anglosajones y Europa.
Si Europa no ha demostrado en otros momentos y en otros asuntos, mucho más serios y peligrosos para su estabilidad e incluso supervivencia de lo que el Brexit lo es, no entiendo -francamente- por qué es preciso mostrarla ahora justo cuando se vislumbra como esencial lograr que la separación sea una separación y no una ruptura y además lo menos perjudicial para ambas, Europa y Gran Bretaña, a fin de facilitar la futura y necesaria cooperación.
Por su parte, España sigue mostrando y demostrando ser digna heredera de la herencia de la Inquisición honrando con esmero el legado que ésta le dejó. Y no simplemente a través de la existencia de emisiones como “Sálvame”, líderes de audiencia porque son los patios públicos de vecinos donde cada cierto tiempo le cuelgan “el San Benito” a alguien para a continuación mandar a ese alguien al patíbulo; a veces incluso con su aquiescencia porque unas cuantas monedas en el bolsillo, aunque esas monedas sean a costa de su propio honor, nunca vienen mal, mucho menos en época de crisis y paro generalizado. No soy quien para criticar tales cuestiones. Lo único que sí me permito decir es que si la existencia de tales programas resulta posible en España y no en otros países ello se debe a que la cuantiosa herencia que nos dejó la Inquisición es de tal magnitud que seguimos comiendo y bebiendo de ella cuando el oro proporcionado por el descubrimiento de América ya ha sido gastado y mal gastado. No solo esos programas dan prueba del buen cuidado que tenemos en custodiar el legado de la Inquisición. Nuestro afán por conservarlo se descubre, igualmente, en esa inexplicable inclinación que la sociedad española siente por los mecanismos de espionaje, grabación de conversaciones y cámaras varias. Mientras en Alemania, revistas como Der Spiegel, alertan una y otra vez del peligro que representan los “padres helicópteros”: esos padres controladores de sus hijos, siempre pendientes de lo que hacen, sin permitir que experimenten con el fenómeno de los conflictos y consecuentemente impidiendo cómo deben hacerles frente, criticando incluso que los padres acompañen a los escolares al colegio porque ello, dicen los articulistas de la revista alemana, impide que los niños aprendar a confiar en sus propias fuerzas, (sin ni siquiera atender al hecho real de que en la vida actual llevar a los hijos al colegio es el único momento familiar por lo tarde que todos sus miembros regresan a casa y que la sociedad ya no es la que era porque la mujer se ha incorporado al trabajo), la prensa española anuncia un nuevo artilugio llamado “welcome”, una de cuyas utilidades más prácticas, dice la prensa y atestiguan los comentarios de los lectores, es la posibilidad de vigilar a los hijos cuando los padres no están con ellos en la habitación de juegos o han salido fuera, y grabar sus movimientos y sus conversaciones. Pero no sólo a sus hijos; también a las visitas. ¿Ustedes se imaginan? La anfitriona invita a dos amigas a casa y las deja solas un momento mientras va a buscar lo que siempre se olvida: las servilletas. Instante en el que las amigas solían antiguamente intercambiar unas palabras al estilo de “¿Has visto que cuadro más feo ha comprado?” o “El café de mi cafetera sabe mejor” y que se tornan en sonrisas angelicales en cuanto la anfitriona regresa. “Pero Marita, por Dios, ¿por qué te has molestado?, Tú siempre tan atenta...” Imagínense. Ahora llega la Marita de turno y qué les dice: “¿Os he oído con mi Welcome?" “¿Hemos acabado la amistad?”, “¿Fuera de mi casa?", “¿Haberme dicho a la cara lo que pensáis de mí aunque en realidad ni me interesa vuestra opinión ni quiero conocerla?”
Es de locos. En los últimos tiempos ya hay parejas que se graban mutuamente para en caso de una separación poder presentar pruebas recriminatorias ante el juez...
Quizás no estuviera de más dejar la cuestión independentista para más adelante: cuando las cuestiones exteriores se hayan solucionado, el temporal se haya apaciguado y el enfrentamiento interno sea posible.
A los escoceses que creen que la Unión Europea representa una ayuda a sus intereses les recordaría que revisaran cuándo y cómo terminó el gobierno de los visigodos en España y les urgiría a meditar calmada y sensatamente sus exigencias. Hace un año hubiera sido el momento de amar a su independencia tanto como dicen amarla y entre el dilema "pobres y libres" o "ricos y encadenados" –que era en resumidas cuentas el planteamiento que el discurso esgrimía- hubiera debido elegir sin más demora el “libres y pobres”, que es lo que Gran Bretaña ha hecho. Lo hicieron incluso los londinenses cuando eligieron a su alcalde de origen pakistaní en vez de al candidato ligado a la Banca. Ahora los deseos independentistas escoceses, tan celebrados en algunos sectores de la prensa, prensa que por un lado pretende mantenerse objetiva pero que por otro lado no oculta lo mucho que tales deseos le alegran, porque es una forma de vengarse del socio que ha osado abandonar el club, me parecen inadecuados y hasta cierto punto me atrevería incluso a decir que suicidas, porque los que hoy le apoyan no tardarán mañana en recordarle la ayuda prestada y en exigir la devolución de los servicios realizados.
La Independencia escocesa caso de obtenerse en estos momentos será todo menos independiente y libre.
Que la Unión Europea "persiga" a los leones británicos por considerarlos traidores a Roma, esto es: a Bruselas, me parece una gran insensatez se mire como se mire. No ayudará a resolver las crisis internas y la debilitará externamente porque sus enemigos no perderán la ocasión en presentarla como la institución autoritaria y dictatorial que ahora ya le reprochan ser, al tiempo que nacerá e irá en aumento la desconfianza entre los aliados militares y económicos que seguirán siendo los anglosajones y Europa.
Si Europa no ha demostrado en otros momentos y en otros asuntos, mucho más serios y peligrosos para su estabilidad e incluso supervivencia de lo que el Brexit lo es, no entiendo -francamente- por qué es preciso mostrarla ahora justo cuando se vislumbra como esencial lograr que la separación sea una separación y no una ruptura y además lo menos perjudicial para ambas, Europa y Gran Bretaña, a fin de facilitar la futura y necesaria cooperación.
Por su parte, España sigue mostrando y demostrando ser digna heredera de la herencia de la Inquisición honrando con esmero el legado que ésta le dejó. Y no simplemente a través de la existencia de emisiones como “Sálvame”, líderes de audiencia porque son los patios públicos de vecinos donde cada cierto tiempo le cuelgan “el San Benito” a alguien para a continuación mandar a ese alguien al patíbulo; a veces incluso con su aquiescencia porque unas cuantas monedas en el bolsillo, aunque esas monedas sean a costa de su propio honor, nunca vienen mal, mucho menos en época de crisis y paro generalizado. No soy quien para criticar tales cuestiones. Lo único que sí me permito decir es que si la existencia de tales programas resulta posible en España y no en otros países ello se debe a que la cuantiosa herencia que nos dejó la Inquisición es de tal magnitud que seguimos comiendo y bebiendo de ella cuando el oro proporcionado por el descubrimiento de América ya ha sido gastado y mal gastado. No solo esos programas dan prueba del buen cuidado que tenemos en custodiar el legado de la Inquisición. Nuestro afán por conservarlo se descubre, igualmente, en esa inexplicable inclinación que la sociedad española siente por los mecanismos de espionaje, grabación de conversaciones y cámaras varias. Mientras en Alemania, revistas como Der Spiegel, alertan una y otra vez del peligro que representan los “padres helicópteros”: esos padres controladores de sus hijos, siempre pendientes de lo que hacen, sin permitir que experimenten con el fenómeno de los conflictos y consecuentemente impidiendo cómo deben hacerles frente, criticando incluso que los padres acompañen a los escolares al colegio porque ello, dicen los articulistas de la revista alemana, impide que los niños aprendar a confiar en sus propias fuerzas, (sin ni siquiera atender al hecho real de que en la vida actual llevar a los hijos al colegio es el único momento familiar por lo tarde que todos sus miembros regresan a casa y que la sociedad ya no es la que era porque la mujer se ha incorporado al trabajo), la prensa española anuncia un nuevo artilugio llamado “welcome”, una de cuyas utilidades más prácticas, dice la prensa y atestiguan los comentarios de los lectores, es la posibilidad de vigilar a los hijos cuando los padres no están con ellos en la habitación de juegos o han salido fuera, y grabar sus movimientos y sus conversaciones. Pero no sólo a sus hijos; también a las visitas. ¿Ustedes se imaginan? La anfitriona invita a dos amigas a casa y las deja solas un momento mientras va a buscar lo que siempre se olvida: las servilletas. Instante en el que las amigas solían antiguamente intercambiar unas palabras al estilo de “¿Has visto que cuadro más feo ha comprado?” o “El café de mi cafetera sabe mejor” y que se tornan en sonrisas angelicales en cuanto la anfitriona regresa. “Pero Marita, por Dios, ¿por qué te has molestado?, Tú siempre tan atenta...” Imagínense. Ahora llega la Marita de turno y qué les dice: “¿Os he oído con mi Welcome?" “¿Hemos acabado la amistad?”, “¿Fuera de mi casa?", “¿Haberme dicho a la cara lo que pensáis de mí aunque en realidad ni me interesa vuestra opinión ni quiero conocerla?”
Es de locos. En los últimos tiempos ya hay parejas que se graban mutuamente para en caso de una separación poder presentar pruebas recriminatorias ante el juez...
En España se ha puesto de moda vigilar a los hijos, a los amigos, a los colegas, al vecino, e incluso a
la amante. A esa, posiblemente, mucho más. Y se vigila, claro, el no ser vigilado. Se vigila
el propio comportamiento para que en caso de acusaciones sea posible defender
el “yo no he hecho nada”. Y en efecto: el resultado final es que no se hace nada. Los
padres reivindican que los maestros no manden tarea escolar a los niños para
que esa tarea escolar no entorpezca la vida familiar y a continuación uno se
entera de que la vida familiar consiste en jugar a los espías, a los video
juegos, a los mensajes twitter, whatsapp, facebook y qué se yo. Pero es que
además esos padres, en colaboración con no se qué articulistas, avalados a su vez, supongo, por no
se qué profesionales de la psico-educación, aseguran que presionar a los niños
con los resultados escolares puede provocar depresión. Y en vez de pensar que la depresión no la origina la exigencia en sí -del mismo modo que a ningún carpintero le deprime que le exijan construir un mueble bien hecho y bien medido- sino el modo en que se exige esa exigencia - que exige sobresalientes como pudiera exigir llegar a la luna o exigir un
ascenso en el trabajo, esto es: sin ni siquiera detenerse a pensar ni a comprender los obstáculos que hacen falta
superar para conseguir tales metas porque al fin y al cabo todo es cuestión de pensar en positivo -, concluyen convencidos de que la
exigencia que a sus hijos les provoca el stress, la depresión y la ansiedad es la exigencia de sacar buenas notas e identifican "la exigencia de sacar buenas notas" con "la exigencia de realizar los deberes escolares", quizás porque en la foto del artículo no aparece un energúmeno blandiendo a gritos el boletín de notas de su hijo por las calificaciones que acaba de leer sino un escolar sentado en la mesa de su habitación ante los deberes. Quizás. Por su parte, los trabajadores se
rebelan contra las llamadas profesionales que reciben fuera del horario laboral
e incluso en vacaciones porque dicen que el móvil obstaculiza su vida familiar –
argumento que todos encontramos razonable y justo- pero luego resulta que la
vida familiar de esos mismos trabajadores consiste mayoritariamente en atender
a las redes sociales y mediáticas que narran al minuto lo que cada uno de sus
conocidos y de los conocidos de sus conocidos están haciendo en ese instante,
que es justamente Nada; o sea, lo mismo que el resto: espiar y comentar lo
espiado y mientras uno espía las acciones del prójimo y las comenta es claro
que salvo las necesidades escatológicas poco o nada pueden hacer esos espías.
Nada, pues, es lo que se hace. Nada que no sea espiar.
En un panorama de semejantes características: cuidado con que alguien intente hacer algo. En ese instante ese alguien es el nuevo sentenciado al patíbulo. “¡No!” - grita el desdichado - “¡No! ¡Que yo no estaba haciendo nada! ¡Que ha sido una confusión, un hackeo, un malentendido, un momento de debilidad del que me arrepiento y que no volverá a pasar...!”
En un panorama de semejantes características: cuidado con que alguien intente hacer algo. En ese instante ese alguien es el nuevo sentenciado al patíbulo. “¡No!” - grita el desdichado - “¡No! ¡Que yo no estaba haciendo nada! ¡Que ha sido una confusión, un hackeo, un malentendido, un momento de debilidad del que me arrepiento y que no volverá a pasar...!”
Y caso de que alguien a estas alturas todavía crea que puede hacer algo dentro de casa aunque sea con
las cortinas echadas se equivoca: los
espías inquisitoriales se preguntarán entoces por qué nadie puede ver lo que
hace y concentrarán aún más la atención sobre el desdichado activo.
Así es en estos momentos la atmósfera española: Rebeldes activos y espías-acusadores-jueces (todo en uno y uno en todo) pasivos. Y al paso que vamos no tardará en serlo igualmente la
europea.
La española por vigilar lo que hacen sus allegados más próximos. Ya
saben: Santiago y cierra España.
Los europeos por vigilar a los terroristas.
¿De verdad siguen creyendo ustedes en las maquinaciones de las oscuras
élites para instaurar una dictadura de embergadura planetaria después de guerras civiles varias?
Al paso que vamos, si algunos de ustedes son – o cree que puedan ser- élite,
ya sea económica (que es la élite más débil porque es la que más pierde cuando
pierde y la que más enemigos tiene por cantidad y variedad) élite intelectual o élite moral, les aconsejo que vayan pensando en organizar un refugio en el que poder guarecerse de la
barbarie que se aproxima a salvaje galope. En los tiempos pasados las brujas, es vox populi, se guarecieron en los
conventos. Los sabios en los monasterios primero y en las universidades,
después. Los hombres como Carlos siempre han sido médicos para poder justificar
su soledad y no levantar sospechas con sus experimentos de alquimia, anatomía y similares y en lo que se refiere a aquéllos que
eran tranquilos, al modo tranquilo del tranquilo Jorge, se determinaron
tranquilamente a permanecer tranquilos a la sombra como tranquilos Consejeros
de Estado y jugando tranquilamente con la nunca tranquila patata caliente de la
“culpa”.
¿Dónde está el refugio actual?
Que más quisiera yo saberlo...
La bruja ciega.
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