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Monday, June 27, 2016

Saturno devorando a sus hijos. Parte 2. Las sociedades pre-industriales en la actualidad

Es uno de los cuadros más impresionantes de Goya, mi pintor preferido por genio, por aragonés y por carácter. Es también uno de los episodios humanos de los que menos se habla por más que se repita una y otra vez a lo largo de la Historia. Saturno devorando a sus hijos. Saturno, que se identifica con Kronos. Saturno, hijo del temible Urano. Saturno, hermano de Titán, el mayor de los titanes, con el cual estableció un pacto: podría reinar a condición de no engendrar más hijos. Saturno que prefirió detentar el Poder antes que salvar a sus propios hijos y por eso no tenía el más mínimo escrúpulo en matar a sus descendientes. Tuvo que ser Rhea, Rhea la esposa, Rhea la madre, Rhea la intrépida, la que escondiera a sus hijos y únicamente le mostrara a Juno, la hija. Rhea, la Mujer. Saturno devora a sus hijos porque quiere conservar el Poder. Saturno es el Patriarca Absoluto que no está en absoluto dispuesto a abandonar su trono.

El padre absoluto, el padre tenebroso, el padre patriarca puede ser derrotado únicamente si la mujer-esposa-madre se opone a él con uñas y dientes a fin de ocultar a los varones, de mayor relevancia social que el género femenino, incluso en las alturas olímpicas; incluso ante la madre.

Esto que es aparentemente un mito, es en realidad uno de los principales motores de la Historia. Al menos en las sociedades pre-industriales del Sur. El malvado es el hijo que se alza contra el padre, el malvado es el hijo que no obedece a su padre y que no acata sus órdenes. De la madre no suele hablarse más que en pasivo, -si en silencio apoya al hijo pero no actúa de ninguna manera- o como unida al padre, - si intenta convencer al hijo de que se doblegue a los designios paternos, sean estos cuales sean. En el caso de que el hijo siga sus propios criterios, por más que estos sean sumamente sensatos y racionales, el hijo es considerado un malvado. 
Si lo es el hijo, imagínense ustedes qué no será la hija que se atreve a contrariar al matrimonio patriarcal... 
Si uno de los hijos pretende independizarse del clan, se le considera un traidor y no sólo no se le ayuda sino que suerte tendrá si no se le persigue y mancilla socialmente. Hubo una vez que leí no recuerdo dónde, que el mandamiento de honrar a los padres tiene como objetivo último que los hijos puedan sobrevivir. En efecto, si uno aparece como “mal hijo” en una sociedad pre-industrial, aparece ante la sociedad como un ser cruel, vengativo, frio, duro de corazón, egoista y desagradecido. Ante tales premisas, el absolutismo se impone. 
Es en la sociedad industrial donde esta concepción desaparece y cobra importancia el individuo como individuo individual, como ser que responde por sí mismo de sus actos y de sus decisiones. Es por eso por lo que en tales sociedades, por más que el engranaje social sea hegeliano, el individuo conserva su propia libertad. Es por eso por lo que el hegelianismo tuvo tanta aceptación y recibió tantos adeptos, Bertrand Russell incluido. Hasta que llegó un momento en que todos ellos descubrieron que la libertad era la libertad de un sistema cerrado y sintieron la asfixia. Pero en un primer momento, el hegelianismo introdujo el nuevo oxígeno en las sociedades de carácter pre-industrial. Tales sociedades subsisten al día de hoy por más que aparezcan envueltas en un papel digital y tecnológico ultimativo. A veces me pregunto si esa fiebre por adquirir los accesorios tecnológicos digitales más novedosos no se deberá justamente a eso: al deseo de ocultar-nos que seguimos anclados en el pensamiento pre-industrial. De ahí que algo tan contradictorio como un ordenador último modelo sea compatible con programas televisivos como “Sálvame” que vistos los niveles de audiencias, representan a la sociedad española más mayoritariamente que los partidos políticos. En este sentido no es de extrañar que alguien como Victor Sandoval, un experto en la materia, consiga superar a todos los otros programas rivales a base de derramar lágrimas (sinceras o no, este no es el asunto) cuando escucha a sus padres, y se emociona al saberlos orgullosos de él y lo mucho que los ha desatendido. España sigue siendo una sociedad pre-industrial y lo seguirá siendo a medida que el número de ancianos con patrimonio ascienda y disminuyan las rentas, las pensiones y el número de jóvenes con trabajo y con responsabilidades familiares debido a la falta de descendientes. Si los nacimientos aumentaran y hubiera más trabajo volvería a pasar lo que veíamos en los años sesenta: que las abuelas ayudaban en las tareas domésticas, cosiendo, quitando el polvo, y atendiendo a los nietos y tan apenas tenían tiempo para reunirse a tomar el café con las amigas, igual de atareadas que ellas, en vez de lo que vemos ahora: ancianas de setenta años en busca de novios, acudiendo al gimnasio a mantenerse en forma, recibiendo masajes, vitaminas varias, reuniéndose con amigas no solo para tomar el café sino para recorrer el mundo y no contentas con todo esto, utilizando el chantaje emocional en el mismo instante en que ven que las hijas las superan. (Las hijas más que los hijos suelen ser las víctimas de estas situaciones, porque a los hijos se le ve como los herederos naturales del Poder, igual que pasaba en tiempos de Rhea, porque si algo caracteriza a la sociedad pre-industrial es su inmovilidad en las consideraciones acerca del mundo. Tradición ¿Recuerdan? Y quizás el Patriarca detente externamente el Poder, pero detrás de él o hay una Rhea que lo destrona con ayuda de sus hijos y únicamente le presenta a su hija, por más que esta hija sea la mismísima Juno, o hay una mujer sometida que contribuye al sometimiento de sus hijos y permite, con su silencio y su pasividad que toda su prole, hijos varones incluidos, sean devorados) Con las Rheas libres de los Saturnos y con los hijos varones instaurados en el Poder con su ayuda, el número de Ifigenias ascienda. Pero aunque esto no suceda y trate a todos los hijos por igual, lo que sí es cierto es que el incremento de los chantajes emocionales para conservar un Poder que la ancianidad, por muy dinámica que esta nueva ancianidad sea, ya no permite seguir detentando eficazmente, es cada vez mayor y seguirá aumentando. Y desde luego también lo harán los juegos de Poder y de estrategias a los que los ancianitos y las ancianitas modernas se dedican, separando a hermanos y creando conflictos a base de jurar y perjurar que se les insulta por teléfono o que son maltratados psicológicamente o de intentar manipular a los nietos cuando éstos llegan a edades adultas. Pero Victor Sandoval es un experto en televisión y en espectáculo. Un genio, por así decirlo, de las emociones y de los sentimientos y consciente o inconscientemente “sabe” qué es lo que necesita la audiencia, el público. ¿Se han dado cuenta? En el actual panorama del espectáculo español últimamente sólo hay conflictos entre padres e hijos: Chabelita con su madre, Dulce y su tío; Matamoros, con sus hijos. Y Victor Sandoval llega y dice lo que todos quieren oir: “Perdonadme, padres, por haber sido tan mal hijo”
Y todos los espectadores le contemplan con ojos llorosos pensando en la Parábola del Hijo Pródigo.

Yo, en cambio, pienso en Ifigenia y sólo puedo repetir las palabras de Jesús a la hora de su muerte:

“Padre, Padre, ¿Por qué me has abandonado?”

La bruja ciega.



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