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Friday, October 14, 2016

Bob Dylan Premio Nobel de Literatura

Hoy es uno de esos días mágicos, distintos, excitantes. Uno de esos días en los que uno siente y conoce el sentido de la vida, y ello porque aunque las sombras se paseen de un lado a otro de la estancia, aunque los ojos del vampiro me contemplen, la luz termina por inundar el espacio interior y exterior. Hoy el vampiro es menos vampiro y las sombras menos sombrías.

Bob Dylan ha sido nombrado Premio Nobel de Literatura

Hoy sólo los pedantes están tristes, sólo los pseudo-intelectuales, sólo los mediocres se sienten desgraciados y por eso, en vez de saborear el néctar de los dioses, néctar que por otra parte les está vedado porque no tienen la capacidad intelectual y mucho menos la espiritual para saborearlo, se reúnen en un oscuro rincón del salón de baile como si de una conjura se tratara. “La conjura de los necios”, pienso cuando los veo a todos juntos allí, tan apiñaditos, tan encerrados sobre su propio círculo, levantando de vez en cuando la vista a ver si alguien los contempla y como nadie parece preocuparse mucho de ellos ni de lo que cuchichean, se sienten muy mal y entonces empiezan a protestar a gritos que es un Premio mal dado, que se lo tenían que haber dado a otro, que los de la Academia son unos ineptos, que hay trampa y todo eso. Ellos, los que nunca conspiran; ellos, los que siempre critican a los conspiracionistas, imaginan conspiraciones y corrupciones cuando las cosas no salen como ellos querían que salieran.

Y así, a grito limpio, empiezan a exigir justicia para los candidatos  que ellos habían propuesto.

Ellos, que nunca se cuestionan a sí mismos, cuestionan, en cambio, todas y cada una de las decisiones de los otros y que consideren dichos juicios acertados o no, dependen de si se adecúan o no a sus propios gustos y consideraciones que son, como ya he dicho, incuestionables.

Los pedantes están convencidos de su intelectualidad porque afirman haber leído “lo último” , lo “más radical”, lo “más vanguardista”, porque ellos siempre leen “lo último”, “lo más radical”, “lo más”. Y claro no entienden que la Academia Sueca ignore a sus candidatos que son, claramente, “lo más” porque ellos nunca podrían soportar a otros candidatos que no fueran “lo más”, porque eso estaría por debajo de su nivel, que es, sin duda alguna, el más superior de todos los niveles intelectuales.

El problema, la tragedia incluso, es que todos esos candidatos que los pedantes nombran, quizás escriban bien, (yo incluso lo dudo), pero son candidatos todos ellos imposibles e impresentables. Candidatos terribles que algún día, no lo dudo, recibirán el Premio Nobel, pero ni siquiera entonces será porque se lo merezcan sino para no escuchar la letanía aburrida de los pseudo-intelectuales que se repite año tras año y  que ya aburre.
Si somos sinceros habremos de admitir que los candidatos de los pedantes únicamente muestran lo grotesco de la sociedad. En realidad más que mostrarlo se complacen en revolcarse literalmente en lo grotesco, en lo morboso, en lo sórdido de la sociedad.

Igual que el niño juega en un estadio de su infancia con su caca, ellos juegan y hacen albóndigas y albondiguillas con la caca de la sociedad y a eso: a hacer “albóndigas y albondiguillas con la caca de la sociedad”, algunos le llaman” original”, “genial” y “literatura” magistral.

“Puaff.” Eso es lo que los candidatos de los pedantes son: “Puaff.”

Los pedantes han leído y admirado a los “puaff” y como los han leído y admirado piensan que todo el mundo tiene que leerlos y admirarlos. Y exclaman joviales “¡Mira que albóndigas y albondiguillas de caca más geniales!” y se las comen igual que otros comen lombrices, saltamontes, escorpiones y cosas por el estilo: sin dejar de alabarla en voz alta y sonora, lo que –curiosamente- no hacen cuando se trata de unos espárragos con salsa holandesa, plato –para mi gusto- mucho más exquisito y elegante y desde luego, digestivo. Pero claro, como ellos se comen esas albóndigas y albondiguillas de caca, nosotros nos las tenemos que comer también. Y como a ellos les parecen magníficas a nosotros también tienen que parecernos magníficas porque si no nos parecen magníficas es que no somos bastante intelectuales ni bastante profundos para comprender el misterio de la vida que allí, sobre, entre y bajo las actitudes sucias y estúpidas, casi psicopáticas, de los personajes, se esconde.

Pues lo siento. Prefiero ser tachada de estúpida que comerme esas albondigas y albondiguillas de caca social.

-       Los “puaff” hacen albóndigas y albondiguillas de caca socia y a eso le llaman sociedad, pero todos sabemos que "eso" no es sociedad


-     Bob Dylan habla de Fe, lo cual hoy en día no es poco.

-       Los “puaff” se preocupan de la forma.

-       Bob Dylan cuida el fondo, sobre todo el fondo. El fondo de la sociedad. Y su crítica es una verdadera crítica social serena y auténtica. Nada que se parezca a ese "realismo histérico" del que algunos hacen alarde.

Pero lo más gracioso de todo es que una vez que los pedantes han digerido que la Academia Sueca ha premiado a Bob Dylan, en vez de pensar que lo que el jurado ha premiado ha sido a un POETA, creen que se ha premiado a un canta-autor y empiezan a proponer el nombre de otros cantautores que hubieran sido, según su alta autoridad de pedantes, más apropiados aunque la realidad sea –lo siento mucho- que esos candidatos cantautores no dan la talla de Bob Dylan. 
No. No todos los generales pueden ser César.
Ni siquiera todos los emperadores pueden serlo.

César es César.

¡Salve César!

Bob Dylan, lo sabemos todos, nunca ha sido un buen cantante.

Bob Dylan es un poeta que ha puesto música a sus letras porque sabía que  era la única manera de conseguir un poco de dinero para lograr comer todos los días. El alma de Bob Dylan era poesía y poesía emanaba de su boca y poesía escuchaban sus oyentes.

Si esos pedantes fueran realmente tan intelectuales como ellos se creen,  lo que deberían estar ahora preguntándose no es por qué la Academia Sueca no ha elegido a ninguno de los candidatos que ellos proponen.

Si esos pedantes fueran realmente tan intelectuales como piensan que son, lo que en estos instantes tendrían que cuestionar no es por qué la Academia Sueca no ha elegido a otro cantautor.

No.

Lo que en estos momentos todos esos pedantes deberían estar inquiriendo a gritos si su alma fuera tan superior como ellos afirman, es el por qué en esta sociedad ya no quedan POETAS

La bruja ciega.

Y sí, tienen razón en sospecharlo. Me unen lazos emocionales con este tema.
Yo fui la que les presentó a los hijos de Carlota - a los cinco, uno por uno- a Bob Dylan cuando apenas se tenían en pie.
Yo fui la que les hizo cantar una y otra vez "Blowing in the wind" hasta que la aprendieron.
Yo fui la que se obcecó en que conocieran lo mejor de un siglo que se iba y del que muchos pretendían que quedara en el olvido, enterrado en nuevas modas musicales.
Y hoy, hoy el teléfono no ha dejado de sonar porque lo que cada uno de esos jóvenes ha pensado al enterarse de la noticia es:
!Yo conozco al dios laureado!
Y lo primero que hacían cada uno de ellos conforme llamaban era cantar nuestra canción, nuestro himno:
 "Blowing in the Wind"






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