Hoy es uno de esos
días mágicos, distintos, excitantes. Uno de esos días en los que uno siente y
conoce el sentido de la vida, y ello porque aunque las sombras se paseen de un
lado a otro de la estancia, aunque los ojos del vampiro me contemplen, la luz
termina por inundar el espacio interior y exterior. Hoy el vampiro es menos
vampiro y las sombras menos sombrías.
Bob Dylan ha sido
nombrado Premio Nobel de Literatura
Hoy sólo los
pedantes están tristes, sólo los pseudo-intelectuales, sólo los mediocres se
sienten desgraciados y por eso, en vez de saborear el néctar de los dioses,
néctar que por otra parte les está vedado porque no tienen la capacidad
intelectual y mucho menos la espiritual para saborearlo, se reúnen en un oscuro
rincón del salón de baile como si de una conjura se tratara. “La conjura de los
necios”, pienso cuando los veo a todos juntos allí, tan apiñaditos, tan
encerrados sobre su propio círculo, levantando de vez en cuando la vista a ver
si alguien los contempla y como nadie parece preocuparse mucho de ellos ni de
lo que cuchichean, se sienten muy mal y entonces empiezan a protestar a gritos
que es un Premio mal dado, que se lo tenían que haber dado a otro, que los de
la Academia son unos ineptos, que hay trampa y todo eso. Ellos, los que nunca
conspiran; ellos, los que siempre critican a los conspiracionistas, imaginan
conspiraciones y corrupciones cuando las cosas no salen como ellos querían que
salieran.
Y así, a grito
limpio, empiezan a exigir justicia para los candidatos que ellos habían propuesto.
Ellos, que nunca se
cuestionan a sí mismos, cuestionan, en cambio, todas y cada una de las
decisiones de los otros y que consideren dichos juicios acertados o no,
dependen de si se adecúan o no a sus propios gustos y consideraciones que son,
como ya he dicho, incuestionables.
Los pedantes están
convencidos de su intelectualidad porque afirman haber leído “lo último” , lo “más
radical”, lo “más vanguardista”, porque ellos siempre leen “lo último”, “lo más
radical”, “lo más”. Y claro no entienden que la Academia Sueca ignore a sus
candidatos que son, claramente, “lo más” porque ellos nunca podrían soportar a
otros candidatos que no fueran “lo más”, porque eso estaría por debajo de su
nivel, que es, sin duda alguna, el más superior de todos los niveles
intelectuales.
El problema, la
tragedia incluso, es que todos esos candidatos que los pedantes nombran, quizás
escriban bien, (yo incluso lo dudo), pero son candidatos todos ellos imposibles
e impresentables. Candidatos terribles que algún día, no lo dudo, recibirán el
Premio Nobel, pero ni siquiera entonces será porque se lo merezcan sino para no
escuchar la letanía aburrida de los pseudo-intelectuales que se repite año tras
año y que ya aburre.
Si somos sinceros
habremos de admitir que los candidatos de los pedantes únicamente muestran lo
grotesco de la sociedad. En realidad más que mostrarlo se complacen en
revolcarse literalmente en lo grotesco, en lo morboso, en lo sórdido de la
sociedad.
Igual que el niño juega
en un estadio de su infancia con su caca, ellos juegan y hacen albóndigas y
albondiguillas con la caca de la sociedad y a eso: a hacer “albóndigas y
albondiguillas con la caca de la sociedad”, algunos le llaman” original”, “genial”
y “literatura” magistral.
“Puaff.” Eso es lo
que los candidatos de los pedantes son: “Puaff.”
Los pedantes han
leído y admirado a los “puaff” y como los han leído y admirado piensan que todo
el mundo tiene que leerlos y admirarlos. Y exclaman joviales “¡Mira que
albóndigas y albondiguillas de caca más geniales!” y se las comen igual que
otros comen lombrices, saltamontes, escorpiones y cosas por el estilo: sin dejar
de alabarla en voz alta y sonora, lo que –curiosamente- no hacen cuando se
trata de unos espárragos con salsa holandesa, plato –para mi gusto- mucho más
exquisito y elegante y desde luego, digestivo. Pero claro, como ellos se comen
esas albóndigas y albondiguillas de caca, nosotros nos las tenemos que comer
también. Y como a ellos les parecen magníficas a nosotros también tienen que
parecernos magníficas porque si no nos parecen magníficas es que no somos
bastante intelectuales ni bastante profundos para comprender el misterio de la
vida que allí, sobre, entre y bajo las actitudes sucias y estúpidas, casi
psicopáticas, de los personajes, se esconde.
Pues lo siento.
Prefiero ser tachada de estúpida que comerme esas albondigas y albondiguillas
de caca social.
-
Los “puaff” hacen
albóndigas y albondiguillas de caca socia y a eso le llaman sociedad, pero todos sabemos que "eso" no es sociedad
- Bob Dylan habla de
Fe, lo cual hoy en día no es poco.
-
Los “puaff” se
preocupan de la forma.
-
Bob Dylan cuida el
fondo, sobre todo el fondo. El fondo de la sociedad. Y su crítica es una verdadera crítica social serena y auténtica. Nada que se parezca a ese "realismo histérico" del que algunos hacen alarde.
Pero lo más gracioso de todo es que una vez que los pedantes han digerido que la Academia Sueca ha premiado a Bob Dylan, en
vez de pensar que lo que el jurado ha premiado ha sido a un POETA, creen que se ha premiado
a un canta-autor y empiezan a proponer el nombre de otros cantautores que hubieran sido, según su alta autoridad de pedantes, más apropiados aunque la realidad sea –lo siento
mucho- que esos candidatos cantautores no dan la talla de Bob Dylan.
No. No todos los generales pueden ser
César.
Ni siquiera todos los emperadores pueden serlo.
César es César.
¡Salve César!
Bob Dylan, lo
sabemos todos, nunca ha sido un buen cantante.
Bob Dylan es un
poeta que ha puesto música a sus letras porque sabía que era la única manera de conseguir un poco de
dinero para lograr comer todos los días. El alma de Bob Dylan era poesía y poesía emanaba de su boca y poesía escuchaban sus oyentes.
Si esos pedantes fueran realmente tan intelectuales como ellos se creen, lo que deberían estar ahora preguntándose no es por qué la Academia Sueca no ha elegido a ninguno de los candidatos que ellos proponen.
Si esos pedantes fueran realmente tan intelectuales como piensan que son, lo que en estos instantes tendrían que cuestionar no es por qué la Academia Sueca no ha elegido a otro cantautor.
No.
Lo que en estos momentos todos esos
pedantes deberían estar inquiriendo a gritos si su alma fuera tan superior como ellos afirman, es el por qué en esta sociedad ya no quedan
POETAS
La bruja ciega.
Y sí, tienen razón en sospecharlo. Me unen lazos emocionales con este tema.
Yo fui la que les presentó a los hijos de Carlota - a los cinco, uno por uno- a Bob Dylan cuando apenas se tenían en pie.
Yo fui la que les hizo cantar una y otra vez "Blowing in the wind" hasta que la aprendieron.
Yo fui la que se obcecó en que conocieran lo mejor de un siglo que se iba y del que muchos pretendían que quedara en el olvido, enterrado en nuevas modas musicales.
Y hoy, hoy el teléfono no ha dejado de sonar porque lo que cada uno de esos jóvenes ha pensado al enterarse de la noticia es:
!Yo conozco al dios laureado!
Y lo primero que hacían cada uno de ellos conforme llamaban era cantar nuestra canción, nuestro himno:
"Blowing in the Wind"
No comments:
Post a Comment