Perdonen el título. Ja, ja, ja. Es que sencillamente no puedo dejar de
reir. Ja, ja, ja... ¿Pero ustedes han visto? ¿Ustedes comprenden algo? Hace dos
días como quien dice, los críticos –esos que dicen recordando a Luis XIV “la autoridad soy yo”, y que todavía no
pueden decir eso de “el Estado soy yo” porque no tienen entre sus manos otra cosa que no sea la
propia autoridad que ellos afirman poseer – se deciden a aunar sus fuerzas y
echan a cajas destempladas y de malos modos y todavía peores maneras a Pedro
Sánchez, ése que había decidido convertirse en el adalid de una nueva política
y una nueva forma de sociedad en España y tajante había defendido su “no es no”.
Le llamaron de todo. A Pedro Sánchez, digo. De repente aparecía como traidor a la Patria, a su partido el PSOE y puestos en seguir poniendo “P”, incluso al PP. Le quitaron la Secretaría General del Partido y hubo algunas voces que incluso le instaron a que dejara su escaño en el Congreso. Escaño que él se negó a abandonar alegando que se debía a la responsabilidad contraída con sus votantes; respuesta que más de uno y más de otro consideró como un acto de cinismo.
¿Un acto de cinismo? ¡Pero si ha sido elegido democráticamente! ¿Cómo va a dejar su puesto sin una causa justificada? Y francamente, perder un puesto directivo no me parece justificación suficiente. Pero ya saben ustedes: de lo que se trataba era de cargárselo hasta el fin, de no dejar de su nombre más que un sombrío recuerdo.
Le llamaron de todo. A Pedro Sánchez, digo. De repente aparecía como traidor a la Patria, a su partido el PSOE y puestos en seguir poniendo “P”, incluso al PP. Le quitaron la Secretaría General del Partido y hubo algunas voces que incluso le instaron a que dejara su escaño en el Congreso. Escaño que él se negó a abandonar alegando que se debía a la responsabilidad contraída con sus votantes; respuesta que más de uno y más de otro consideró como un acto de cinismo.
¿Un acto de cinismo? ¡Pero si ha sido elegido democráticamente! ¿Cómo va a dejar su puesto sin una causa justificada? Y francamente, perder un puesto directivo no me parece justificación suficiente. Pero ya saben ustedes: de lo que se trataba era de cargárselo hasta el fin, de no dejar de su nombre más que un sombrío recuerdo.
Yo pensaba ayer –antes de que el dolor personal expresado no en toda su nitidez
y exactitud pero sí en toda su amplitud, me condujera hacia otros lares - escribir acerca de la estupidez que se había
cometido al despedir al único hombre que en estos momentos hubiera
proporcionado a España y a la sociedad española la regeneración moral, de
valores, que tan urgentemente necesita.
La estupidez, los intereses creados, la incultura, el sexo fácil, la droga inútil, la picaresca más sórdida, han invadido el terreno ibérico y se han aposentado al igual que se aposenta cualquier plaga maligna: devorando todo lo que encuentran a su paso y dejando los restos de lo que un día fueron, o prometieron ser, buenas cosechas.
La estupidez, los intereses creados, la incultura, el sexo fácil, la droga inútil, la picaresca más sórdida, han invadido el terreno ibérico y se han aposentado al igual que se aposenta cualquier plaga maligna: devorando todo lo que encuentran a su paso y dejando los restos de lo que un día fueron, o prometieron ser, buenas cosechas.
Pedro Sanchez se alzaba cual Cid batallador con aquel “Un No es un No”,
intentaba dialogar con su hijo rebelde y despiadado igual que Hans Solo lo
intentaba en la última entrega de Star Wars y del mismo modo que Hans Solo caía herido de
muerte por su propio hijo, que había preferido –es lo que se lleva en estos últimos tiempos- hacer caso
omiso de las palabras del padre y seguir otras consignas. Hans Solo-Pedro Sánchez era
enterrado por sus fieles amigos, que nada podían hacer para salvarle.
Mientras tanto yo sonreía al recordar la ingenuidad del Cid cuando elevaba al viento su lamento: “Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor.” El Cid era un ingenuo porque nunca, ni por un instante, pensó que aquél buen vasallo pudiera estar satisfecho de aquel señor que tenía; jamás se le ocurrió que aquel vasallo se quejaba de su señor como se queja el mal sirviente del amo al que sirve, sea éste el que sea; aunque se trate del mismísimo Dios, porque en su naturaleza de mal sirviente está el quejarse y ello no porque sea explotado, no por su condición injusta de sirviente, sino porque todo le exaspera.
Ese mal sirviente de antaño es el trabajador descontento de hoy, el hombre que grita a todo aquel que se atreve a indicarle una simple rectificación o que le lleva la contraria en algo. Dejen a esos malos sirvientes convertirse en amos y en jefes: descubrirán entonces lo que significa ser un verdadero déspota y ejercer el despotismo. Esto, claro, es algo que el Cid desconocía porque las estructuras de la época no dejaban lugar para grandes (ni pequeños experimentos) sociales y por eso un siervo seguía siendo siervo toda su vida, y porque él, El Cid, honesto caballero (hasta el punto donde un caballero puede ser honesto, o sea, hasta donde empieza el tema de su botín) se veía desterrado por un rey de cuya honestidad había dudado. (Comprendamos al rey: con lo que le había costado llegar al Poder, con lo que le costaría mantenerlo y ya el primer día se lo cuestionan... No es para menos ¿no creen ustedes?)
Mientras tanto yo sonreía al recordar la ingenuidad del Cid cuando elevaba al viento su lamento: “Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor.” El Cid era un ingenuo porque nunca, ni por un instante, pensó que aquél buen vasallo pudiera estar satisfecho de aquel señor que tenía; jamás se le ocurrió que aquel vasallo se quejaba de su señor como se queja el mal sirviente del amo al que sirve, sea éste el que sea; aunque se trate del mismísimo Dios, porque en su naturaleza de mal sirviente está el quejarse y ello no porque sea explotado, no por su condición injusta de sirviente, sino porque todo le exaspera.
Ese mal sirviente de antaño es el trabajador descontento de hoy, el hombre que grita a todo aquel que se atreve a indicarle una simple rectificación o que le lleva la contraria en algo. Dejen a esos malos sirvientes convertirse en amos y en jefes: descubrirán entonces lo que significa ser un verdadero déspota y ejercer el despotismo. Esto, claro, es algo que el Cid desconocía porque las estructuras de la época no dejaban lugar para grandes (ni pequeños experimentos) sociales y por eso un siervo seguía siendo siervo toda su vida, y porque él, El Cid, honesto caballero (hasta el punto donde un caballero puede ser honesto, o sea, hasta donde empieza el tema de su botín) se veía desterrado por un rey de cuya honestidad había dudado. (Comprendamos al rey: con lo que le había costado llegar al Poder, con lo que le costaría mantenerlo y ya el primer día se lo cuestionan... No es para menos ¿no creen ustedes?)
Con ello quiero decir que el Cid se equivocaba al pensar que el siervo era
como era, un mal siervo, por culpa de su señor y que ese siervo alcanzaría la redención gracias a él.
Pensamiento muy cristiano, no lo dudo pero tal vez no lo suficientemente cristiano. En otro
caso habría comprendido que Dios no hay más que Uno y que es Él el único que
nos redime. Aquí, en este mundo, en cambio, cada cual se ayuda a sí mismo con su razón crítica y con sus convicciones, y si además cuenta con un grupo que defienda sus mismos principios, mejor aún. Sin embargo, cualquier mal siervo
que tiene un mal señor no llegará a ser bueno simplemente con la aparición de un buen señor
porque aun en el caso de que llegara a tenerlo, el mal siervo aprovecharía el
instante más apropiado para asesinar a ese buen señor y hacerse de este modo él mismo con el
poder sin sentir ni el más mínimo remordimiento porque el buen señor, piensa el mal siervo, era además
de bueno, tonto. No transcurrirá mucho tiempo hasta que ese mal siervo vuelva a caer nuevamente bajo el servicio del mal
señor porque éste, tan despiadado como el mal siervo pero más fuerte que él, le
arrebatará de su sitio y le condenará a galeras, a rezar el rosario, o a ambos,
según le dé, sin igualmente tampoco sentir el más mínimo
de los remordimientos porque Justicia es Justicia, dice el nuevo amo.
Así que el Cid se equivocaba al pronunciar aquella frase; igual que Hans
Solo se equivocaba al tratar de razonar de hombre a hombre con un adolescente que
está convencido de que su padre es tonto y de que su abuelo es el fuerte y el poderoso. El hijo de Hans Solo lo cree porque en su etapa de adolescente inmaduro, en las batallas épicas el vencedor se convierte automáticamente en el justo y el perdedor en el equivocado y su padre, Hans Solo, es un perdedor. El hijo de Hans solo admira a su abuelo y no a su padre porque está convencido, aunque sea erróneamente, de que el más pícaro es el más
fuerte y el más fuerte es el sabio de donde el más pícaro es el más sabio.
Un “No es un No”
Un “No es un No”
Estaba claro que su destino, en un país que se basa en la picaresca cuando la picaresca se basa en la doble moral, en el doble sentido de las palabras, en el doble sentido de la idea, en el doble sentido de todo lo que se precie, no podía ser otro que el del destierro.
Conclusión lógica si nos atenemos a la situación en la que está sumida la sociedad de este país desde los tiempos del simpático Lazarillo, que tuvo que ser pícaro para subsistir hasta los tiempos actuales con el Chiplichandle (1940) de Juan Antonio de Zunzunegui, pasando por El Buscón, de Quevedo. Eso, por no salirnos de la literatura.
Al destierro, dicen los hijos de este nuevo Hans Solo, porque ha perdido las elecciones en Galicia y en
Vascongadas-País Vasco-Euskadi. Sin detenerse, si quiera a reflexionar, que el
resultado no podía ser otro más que el de la derrota. Galicia es, desde tiempos inmemoriables, feudo del
PP y en Vascongadas-País Vasco- Euskadi las fuerzas políticas se reparten entre
las que eligen Vascongadas, las que eligen País Vasco y las que eligen Euskadi.
Y como la sociedad cada vez se decanta con mayor fuerza, tanto que ni siquiera
es necesario ya poner bombas, por Euskadi y el euskera, y teniendo en cuenta que el
PSOE que dudó y dudó con una duda que no era en absoluto cartesiana sino más
bien a imagen y semejanza de la de Hamlet, y como Hamlet tomó la
decisión que no quería realmente tomar, que no sabía realmente si quería tomar, pero que sopesaba tomar, y así, decidió dejar de representar a Euskadi para pasar a
representar a el País Vasco sin saber o sin querer saber que el País Vasco no vota, como sí en cambio vota Vascongadas, a los Carlistas,
pero que vota por costumbre al PP.
Sin embargo en vez de dedicarse a hacer tales consideraciones, el PSOE, con gran alborozo de los conservadores, prefirió responsabilizar de la derrota a Pedro Sanchez y así, con esa excusa unida a la de ese “Un no es un no”, conseguían paso libre para los alevines (¿marionetas? ¿quién ha dicho marionetas? ¡yo no he dicho marionetas!) de la vieja guardia.
Y aunque los hombres de bien salen a aclamar a Pedro Sánchez, las fuerzas
mediáticas y las políticas y hasta las del Orden dispersan a esos hombres de
bien y les dicen que a casita, que allí no se les ha perdido nada y que no
alboroten tanto, que molestan.
En un país de botellas y botellones, las voces de los hombres de bien molestan.
En un país de botellas y botellones, las voces de los hombres de bien molestan.
Y no. No soy socialista. Y no, no conozco a Pedro Sánchez. Y no, no me
interesa conocerlo.
Lo que me interesa es la actitud de un hombre. La actitud firme y
convencida de un hombre que mantiene su idea frente a las presiones de los que
hablan de Patria y PSOE cuando en realidad están hablando de algo muy
diferente: Propio Poder y PP y para ello, en efecto, utilizan a la Patria y al
PSOE. (¡Hoy va de P!).
Decir, como ha dicho alguno, que el país está antes que el partido (imagino que se refiere al interés del país y al interés del partido) es lo mismo que afirmar que antes que la madera está el barco, que antes que el ladrillo está la casa, que antes que la harina está el pan... Los que así hablan olvidan que resulta imposible construir un país si no se dispone de los materiales adecuados para hacerlo y olvidan también que es igualmente imposible si disponiendo de esos materiales no se tiene un objetivo claro de cómo conseguirlo. Los que así hablan quieren el todo sin atender a las partes que constituyen ese todo. El resultado será el de siempre: un contratiempo tras otro, una gotera tras otra, la improvisación y la chapuza. El Todo es en efecto fundamental, y por eso que lo es, es de vital importancia cuidar la calidad y la integridad de las partes que lo componen.
La miseria interna del PSOE no es algo que le afecte únicamente a él. En estos instantes no hay ni un solo partido cuyos líderes estén plenamente de acuerdo en sus propuestas y ello porque no lo están en sus objetivos ni en el objetivo ni el reparto de poder.
Decir, como ha dicho alguno, que el país está antes que el partido (imagino que se refiere al interés del país y al interés del partido) es lo mismo que afirmar que antes que la madera está el barco, que antes que el ladrillo está la casa, que antes que la harina está el pan... Los que así hablan olvidan que resulta imposible construir un país si no se dispone de los materiales adecuados para hacerlo y olvidan también que es igualmente imposible si disponiendo de esos materiales no se tiene un objetivo claro de cómo conseguirlo. Los que así hablan quieren el todo sin atender a las partes que constituyen ese todo. El resultado será el de siempre: un contratiempo tras otro, una gotera tras otra, la improvisación y la chapuza. El Todo es en efecto fundamental, y por eso que lo es, es de vital importancia cuidar la calidad y la integridad de las partes que lo componen.
La miseria interna del PSOE no es algo que le afecte únicamente a él. En estos instantes no hay ni un solo partido cuyos líderes estén plenamente de acuerdo en sus propuestas y ello porque no lo están en sus objetivos ni en el objetivo ni el reparto de poder.
Y yo lo avisé: una acción así, tan poco centrada en la idea y tan absorbida
por las ambiciones de unos y el deseo de dejar gobernar al PP, de otros, solo
podía acabar mal.
Y en efecto, Pedro Sánchez quería primero, al menos eso creo, salvar al partido,
al PSOE, para salvar después al país y eso, desde su más profunda convicción, únicamente era posible con un No. El No proporcionaba o mantenía,
como ustedes prefieran, el contenido
ideológico de las propuestas del PSOE. El No indicaba que estaban en completo
desacuerdo con las propuestas conservadoras (entre otras cosas porque ni siquiera los conservadores están unidos ni en sus propuestas y métodos y la escisión entre ellos, ya sea por temas de corrupción y de poder es manifiesta), Mantener ese "no" hubiera llevado a los socialistas a una
posición de firmeza en la que hubieran podido apoyarse para
soportar el embate de Podemos. "
Un No es un No" implicaba una negación a los conservadores desde las tesis socialistas y estas tesis hubieran acogido tanto a los socialistas aburguesados, que tienen terror a ser tildados de burgueses, como a los socialistas proletarios, que se niegan a dejar de ser obreros pero que no están dispuestos a soportar el totalitarismo doctrinario de los extremos.
Una cosa es la idea, otra la ideología y otra la doctrina.
Un No es un No" implicaba una negación a los conservadores desde las tesis socialistas y estas tesis hubieran acogido tanto a los socialistas aburguesados, que tienen terror a ser tildados de burgueses, como a los socialistas proletarios, que se niegan a dejar de ser obreros pero que no están dispuestos a soportar el totalitarismo doctrinario de los extremos.
Una cosa es la idea, otra la ideología y otra la doctrina.
"Un No es un No" de Pedro Sánchez era la idea que salvaba la ideología y que
vencía contra la doctrina.
Pero hete aquí que echan a Pedro Sánchez, pisan la idea, destrozan la
ideología, dan entrada al adoctrinamiento y todo ¿para qué? ¿para conseguir que no haya
terceras elecciones? ¿No es más importante configurar las estructuras
socio-morales de una sociedad? ¿No es más importante determinar qué es lo que
se quiere alcanzar y qué es lo que se rechaza? En efecto, ganar no es
importante, lo diga quien lo diga. Pero Conceder la Victoria al competidor es
una responsabilidad que debería sopesarse muy cuidadosamente.
No es lo mismo conceder la victoria que rendirse, no es lo mismo compartir la victoria que entregar las armas, no es lo mismo conceder la victoria en reconocimiento a la superioridad del otro que ceder la victoria por pura y simple desidia, no es lo mismo conceder la victoria al aliado que al rival, no es lo mismo conceder la victoria para hacer posible la paz que conceder la victoria para tener una excusa para suicidarse, no es lo mismo conceder la victoria porque los enemigos se han convertido en aliados, que porque se está débil y moribundo y no se puede seguir luchando. Y por último: no es lo mismo conceder la victoria, lo cual implica la exigencia de una compensación, que ceder la victoria, que no expresa más que debilidad e incapacidad de acción.
No es lo mismo conceder la victoria que rendirse, no es lo mismo compartir la victoria que entregar las armas, no es lo mismo conceder la victoria en reconocimiento a la superioridad del otro que ceder la victoria por pura y simple desidia, no es lo mismo conceder la victoria al aliado que al rival, no es lo mismo conceder la victoria para hacer posible la paz que conceder la victoria para tener una excusa para suicidarse, no es lo mismo conceder la victoria porque los enemigos se han convertido en aliados, que porque se está débil y moribundo y no se puede seguir luchando. Y por último: no es lo mismo conceder la victoria, lo cual implica la exigencia de una compensación, que ceder la victoria, que no expresa más que debilidad e incapacidad de acción.
Todo esto, supongo, pensó Pedro Sanchez al decir “Un No es un No”. Lo
supongo porque si yo, que no tengo ni idea de lo que se trama entre bambalinas,
lo pienso, puedo imaginarme que él, que está en el centro de la cuestión, se
detendría a considerarlo con todo cuidado y exactitud.
Él, quizás, nunca creyó que pasaría lo que pasaría.
Yo, lo confieso, tampoco.
Ni me preocupé del tema.
Pero hete aquí que sucede. Y yo, claro, vuelvo a repetir a diestro y
siniestro, a todos mis amigos y conocidos, a todos los que me quieran oir por
la calle mientro vocifero por el teléfono con Jorge y esta vez incluso con
Paula, su esposa, que me parece una barbaridad y ellos, todos ellos sin
excepción, tratan de explicarme de las formas y modos más variados posibles que
eso es lo mejor para todos, que se necesita la abstención, que era una
situación insostenible ¡y qué se yo!
¡Pero nadie, nadie! ¡Ni uno solo de ellos piensa ni por un instante en la importancia, en la vital importancia, de ese “un no es un no”!
¡Pero nadie, nadie! ¡Ni uno solo de ellos piensa ni por un instante en la importancia, en la vital importancia, de ese “un no es un no”!
Me acuesto cansada y agotada no sin haber visto antes la definición de
superdotado que se hace en ese cada vez más grotesco programa que es Sálvame.
Grotesco, sí; pero todo lo grotesco encierra una parte de realidad aunque sea una realidad que no nos guste, que incluso nos repela. "Sálvame"es el
programa de más audiencia porque es el programa que con más exactitud refleja, día tras día
y hora tras hora, el carácter del español actual. Y no, no me digan por favor
que eso es sólo para un determinado tipo de gente; es mentira; todos sabemos qué es Sálvame y conocemos a sus protagonistas; es verdad: todos nos desconsolamos y nos irritamos al verlo pero lo hacemos igual que se desconsuela el
espectador ante el cómico que le está plantando la verdad tras la risa burlona,
tras la risa deformada y deformante: sabiendo que todo lo que allí se muestra es verdad aunque únicamente se muestre por dinero, bajo el disfraz de payaso y espolvoreado con gritos, llantos y lamentos.
¿Por qué si no creen ustedes que todos los dictadores de este mundo se han deshecho de los cómicos más inteligentes y los han sustituido por bufones? ¡Para que su presencia misma bastara para provocar la risa y ya no hiciera ni siquiera falta que hablaran!
¿Por qué si no creen ustedes que todos los dictadores de este mundo se han deshecho de los cómicos más inteligentes y los han sustituido por bufones? ¡Para que su presencia misma bastara para provocar la risa y ya no hiciera ni siquiera falta que hablaran!
Hace dos años hubiera sido necesario una coalición incluso; una victoria
compartida. Pero eso –lo sabían ambos- exigía arriesgarse a ser criticados en
masa por una sociedad que se ha acostumbrado a gritar y no sólo en los platós
de televisión y una sociedad en la que el verdadero gobierno lo ejercen con
cada vez más frecuencia los diferentes medios de comunicación. Exigía
arriesgarse y no se arriesgaron. Decidieron que era mejor intentar mantener el
sistema bipartidista y seguir enfrentándose en público mientras en privado
llegaban a acuerdos. Estaban convencidos de que Podemos se desinflaría porque
pensaban que Podemos era igual que Izquierda Unida. Se equivocaron. Pablo Iglesias puede ser
extremadamente flexible en sus convicciones pero en esa extrema flexibilidad ha
dejado al descubierto sus verdaderas intenciones: quiere ganar y desde luego no
está dispuesto a dejarse encadenar por nada ni por nadie para hacerlo; mucho
menos por una doctrina. Esa fue su primera gran crítica a Alberto Garzón ¿se
acuerdan? Le reprochaba su seriedad aburrida y su intelectualismo y qué se yo
qué más. Pablo Iglesias es extremadamente flexible y Podemos es un mutante
democrático que democráticamente se adapta al electorado. Sus luchas internas
no son luchas a muerte. Los combatientes no cesan de repetirlo y nadie les cree.
No sé por qué no les creen pero es así: nadie les cree; seguramente porque todos están convencidos de que se están
batiendo a muerte. Yo sí creo a Errejón y sí creo a Pablo Iglesias. Lo que
están intentando conseguir entre ambos es la conformación de un partido lo suficientemente abierto
ideológicamente como para permitir acoger a los intelectuales aburguesados, a los
intelectuales adoctrinados, a los intelectuales liberales, a los obreros
solidarios, a los trabajadores derrotados, a los estudiantes sin trabajo.... En
fin, a todos y cada uno de esos que no están absoluta y radicalmente en contra de
ellos, pero incluso a esos tienden sus brazos por si consiguen, finalmente,
convencerlos.
Hace dos años una coalición, una abstención, hubiera sido posible. Al día de hoy, ya no. Y si el PSOE ofrece la abstención estará ofreciendo con ella y en la misma bandeja su cabeza.
Al día de hoy dudo que alguien pueda enderezar la situación en el país
porque la situación del país no se basa simplemente en una situación económica
precaria (así está medio mundo del llamado mundo occidental) - sino en una
situación de miseria moral y lo que es peor, espiritual.
Propaganda, proselitimo ¿hay alguna diferencia? Al fin y al cabo la finalidad es la misma: sacar al ignorante de su ignorancia sin pasar por ese terrible y esforzado Sapere Aude. Ellos te dicen lo que necesitas saber y punto.
Pero nadie hace caso y el folklore sigue, con perdón del folklore.
Pero nadie hace caso y el folklore sigue, con perdón del folklore.
Echan a Pedro Sanchez, se alegran de verle sentado lo más lejos posible, tanto que no hablan de otra cosa y lo convierten en titular de artículo y en vez de reflexionar seriamente sobre el asunto, se limitan a gemir que el asunto es grave, derraman unas cuantas lagrimillas, abrazan la abstención, asumen que el partido está tocado de muerte, dividido en dos y uno de los candidatos a ocupar el puesto vacante de Pedro Sánchez, creo que Susan Díaz, da por finalizado el tema asegurando que sufrir sufren todos, como si sufrir arreglara algo, como si las emociones fueran algo que alguna vez han arreglado algo, pero poco importa; se afirma a media voz que todos sufren y asunto arreglado: a otra cosa, mariposa.
Ja, ja, ja, ja.
Leo hoy los periódicos. ¿Y qué leo? Lo mismo que ustedes, supongo, ya han
leído: que el PP, aun ofreciéndole la abstención que tanto deseaba, se hace de
rogar porque ahora contempla la posibilidad de una mayoría absoluta si se
celebran unas terceras elecciones.
Y nuevamente a hablar.
Y nuevamente a elucubrar, a dirimir, a considerar diferentes estrategias y
tácticas y qué se yo.
No importa. Seguramente cada uno de estos líos y juegos de poder se deban a que somos un país de superdotados; es posible que cada uno de estos follones lingüísticos, emocionales, cada una de estas insensateces en suma, sean producto del alto cociente de inteligencia de los participantes.
¿Han visto ustedes la definición de los superdotados que se ofrece en "Sálvame"? (¿Qué importa que haya o no gobierno mientras la sociedad española tenga al guía espiritual, al cobijo emocional, al reposo anímico, que es “Sálvame”? )
Pues bien, ayer, finalmente, nos enteramos, gracias a ese “Sálvame” maestro de psicología donde los haya, de cuál es el trágico destino que han de sufrir y padecer los superdotados. Los superdotados, dice "Sálvame", son orgullosos, tercos, manipuladores, se aburren y porque se aburren se dedican a crear juegos y a involucrar a otros, son descuidados en su apariencia, se creen los mejores y no están dispuestos a ceder en nada, se obcecan con facilidad y son hipersensibles.
Como se puede observar, salvo en lo referente a lo descuidado en la apariencia, la descripción que hacían de los superdotados coincidía curiosamente con los rasgos que caracteriza al panorama social en España en estos momentos; panorama cuya situación indica, al menos esa es mi impresión, que más que estar en una sociedad estamos en uno de esos salones del lejano y salvaje Oeste donde todos se pelean contra todos sin ni siquiera saber ni cómo ni por qué se ha iniciado la pelea y ni siquiera quién la ha originado.
- "¿Y el conocimiento?", me pregunté al escuchar las tesis de "Sálvame", "¿dónde queda el conocimiento como tabla de salvación?"
-“¿Qué conocimiento?” oí preguntar con tono agrio a una voz surgida de las sombras “¡Para eso somos superdotados! ¡Lo sabemos todo! ¡No necesitamos ni aprender ni deberes! ¡Eso es para el común de los mortales!”
– “Debe ser la arrogancia del superdotado la que grita”, pensé yo un tanto extrañada, lo confieso.
Y es que en mi vida de bruja he conocido, lo confieso, a unos cuantos superdotados. Más que arrogantes los superdotados que yo he conocido son extremadamente educados y prudentes; más que manipuladores son extremadamente certeros en sus juicios; más que descuidados es que no han tenido tiempo ni para mirarse al espejo de lo ocupados que estaban cuidando sus conocimientos; más que hipersensibles son profundamente inquisidores e intuitivos para saber quién y cuándo desea perder el tiempo en juegos de poder que no siempre les resulta interesante pero que doy fe que cuando les interesa no hay hipersensiblidad que valga porque son los más terribles guerreros que pueda haber sobre la tierra, y caiga quien caiga, con o sin manipulación, ganan total y absolutamente. Y es verdad: a cabezones no les supera nadie por la sencilla razón de que nunca cejan en el empeño de llegar hasta el final y por eso jamás se muestran satisfechos con las soluciones intermedias, pero lejos de ser infelices son las personas más felices del mundo y si a los necios les parecen infelices ello se debe a que, en efecto, los superdotados son personas sumamente desdichadas cuando no pueden escaparse de la tortura de escuchar necedades.
Pero ya digo, estos son los superdotados que yo conozco, no los superdotados de los que habla "Sálvame", a los cuales no he tenido el gusto de conocer en mi vida salvo entre los necios, pícaros, golfos, perdonavidas, tramposos, truhanes y demás especies humanas.
Sí. No cabe duda. Los superdotados “salvamerianos” son de otra constitución diferente a "mis" superdotados, Los superdotados "salvamerianos" tienen una naturaleza trágica, oscura, manipulativa. En resumen: los superdotados "salvamerianos" son la imagen inequívoca del doctor No.
¿Han visto ustedes la definición de los superdotados que se ofrece en "Sálvame"? (¿Qué importa que haya o no gobierno mientras la sociedad española tenga al guía espiritual, al cobijo emocional, al reposo anímico, que es “Sálvame”? )
Pues bien, ayer, finalmente, nos enteramos, gracias a ese “Sálvame” maestro de psicología donde los haya, de cuál es el trágico destino que han de sufrir y padecer los superdotados. Los superdotados, dice "Sálvame", son orgullosos, tercos, manipuladores, se aburren y porque se aburren se dedican a crear juegos y a involucrar a otros, son descuidados en su apariencia, se creen los mejores y no están dispuestos a ceder en nada, se obcecan con facilidad y son hipersensibles.
Como se puede observar, salvo en lo referente a lo descuidado en la apariencia, la descripción que hacían de los superdotados coincidía curiosamente con los rasgos que caracteriza al panorama social en España en estos momentos; panorama cuya situación indica, al menos esa es mi impresión, que más que estar en una sociedad estamos en uno de esos salones del lejano y salvaje Oeste donde todos se pelean contra todos sin ni siquiera saber ni cómo ni por qué se ha iniciado la pelea y ni siquiera quién la ha originado.
- "¿Y el conocimiento?", me pregunté al escuchar las tesis de "Sálvame", "¿dónde queda el conocimiento como tabla de salvación?"
-“¿Qué conocimiento?” oí preguntar con tono agrio a una voz surgida de las sombras “¡Para eso somos superdotados! ¡Lo sabemos todo! ¡No necesitamos ni aprender ni deberes! ¡Eso es para el común de los mortales!”
– “Debe ser la arrogancia del superdotado la que grita”, pensé yo un tanto extrañada, lo confieso.
Y es que en mi vida de bruja he conocido, lo confieso, a unos cuantos superdotados. Más que arrogantes los superdotados que yo he conocido son extremadamente educados y prudentes; más que manipuladores son extremadamente certeros en sus juicios; más que descuidados es que no han tenido tiempo ni para mirarse al espejo de lo ocupados que estaban cuidando sus conocimientos; más que hipersensibles son profundamente inquisidores e intuitivos para saber quién y cuándo desea perder el tiempo en juegos de poder que no siempre les resulta interesante pero que doy fe que cuando les interesa no hay hipersensiblidad que valga porque son los más terribles guerreros que pueda haber sobre la tierra, y caiga quien caiga, con o sin manipulación, ganan total y absolutamente. Y es verdad: a cabezones no les supera nadie por la sencilla razón de que nunca cejan en el empeño de llegar hasta el final y por eso jamás se muestran satisfechos con las soluciones intermedias, pero lejos de ser infelices son las personas más felices del mundo y si a los necios les parecen infelices ello se debe a que, en efecto, los superdotados son personas sumamente desdichadas cuando no pueden escaparse de la tortura de escuchar necedades.
Pero ya digo, estos son los superdotados que yo conozco, no los superdotados de los que habla "Sálvame", a los cuales no he tenido el gusto de conocer en mi vida salvo entre los necios, pícaros, golfos, perdonavidas, tramposos, truhanes y demás especies humanas.
Sí. No cabe duda. Los superdotados “salvamerianos” son de otra constitución diferente a "mis" superdotados, Los superdotados "salvamerianos" tienen una naturaleza trágica, oscura, manipulativa. En resumen: los superdotados "salvamerianos" son la imagen inequívoca del doctor No.
¡Uppsss! No sigamos por ahí, no sigamos por ahí... Ustedes ya conocen mis conexiones
mentales. ¡El doctor No!, ¡el doctor No! ¡Dios mío! ¡Qué pensamiento tan delirante
acaba de asaltarme! ¿Mensaje subliminar en contra? ¡Imposible ! Es sólo el surrealismo de mi mente, ya saben... Ja, ja, ja, ja
!Silencio!
Seamos serios.
!Silencio!
Seamos serios.
Personalmente no creo que haya terceras elecciones.
Pero si las hubiese, si llegara a haberlas, créanme estas serían las
Navidades más divertidas de toda mi vida.
De momento este otoño ya es grandioso.
Ja, ja, ja, ja, ja, ja
La bruja ciega.
Escribo mucho, ya lo sé.
Ni se imaginan ustedes cuanto hablo....
Ja, ja, ja, ja, ja,
Ja, ja, ja, ja, ja
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