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Wednesday, October 26, 2016

La victoria del absurdo.

En España, padres y estudiantes instan a los alumnos a no asistir a clase en protesta por la existencia de unos exámenes de fin de ciclo a los que han llamado reválidas. Curiosamente, por lo que he podido  leer, los resultados de esas pruebas carecen de toda relevancia y son más bien indicativas. A los padres y los estudiantes lo que les molesta, sin embargo, no es su alcance sino su mera existencia porque,- aseguran esos democráticos padres y estudiantes-, dichas reválidas son “franquistas”. Franquistas porque en tiempos de Franco el sistema educativo español, - más europeo, por cierto, que el actual, y bastante más sensato a la hora de dividir entre intereses teóricos y prácticos, aunque mucho más elitista en lo que a clases sociales y pudientes se refiere y por tanto mucho más injusto, todo hay que decirlo -, contemplaba unas pruebas intermedias que posibilitaban (o no) el paso al siguiente estadio y eran conocidas bajo el mismo nombre: "reválidas".
Curiosamente esos padres y estudiantes, tan democráticos que no soportan ni siquiera un término fascista: “reválidas”, no están luchando para que se cambie el vocablo por otro más acorde con los tiempos actuales. Eso sería hasta comprensible. Pero no. Lo que esos democráticos padres y estudiantes exigen es su total y absoluta desaparición.

Hoy los democráticos padres y estudiantes protestan por la existencia de pruebas intermedias que, curiosamente, existen en media Europa, - al menos en la media Europa que yo conozco, Francia y Alemania.
Ayer esos democráticos  padres y estudiantes salían a las barricadas a reclamar la supresión de los deberes escolares porque los pobres y tiernos infantitos no se levantan de la mesa de estudio y no tienen tiempo para jugar en el parque, para ver la televisión, para disfrutar de la videoconsola último modelo, para enviar mensajes por twitter, facebook y similares, para escuchar música por spotify, ni para introducir fotos en instagram, ni para seguir (espiar) a sus amigos y enemigos en las redes sociales, ni, ni, ni... Y lo peor, aseguran compungidos esos benefactores padres, lo peor –repiten llorosos- es que no pueden disfrutar de una vida familiar adecuada. Adecuada para quién, me pregunto. Porque yo he visto la casa de Carlota. El conocimiento allí no es algo aparte de la vida familiar. Es la vida familiar. Incluso su marido, el hombre eternamente ocupado en y con sus negocios, utiliza la cultura aunque sea de la forma más utilitarista, materialista y pragmática que pueda pensarse: para hacer negocios. Uno no puede ganar dinero sin conocer un poco de la historia del comercio desde los tiempos de los primeros banqueros y comerciantes y mucho menos sin conocer la historia y las formas de pensar de las personas con las que pretende entablar firmes y beneficiosas relaciones. Un hombre apático e insensible nunca es un buen hombre de negocios. El marido de Carlota se pasa la vida combinando sus balances con los libros de política, historia y sociología. Y en cuanto a Carlota, creo que es una persona más dada aún que yo al asombro pero como hada aplicada que es, no se queda en el asombro sino que intenta resolverlo. En esa casa no hay deberes que terminar aprisa y corriendo antes de ir a la diversión. Es que la diversión son los deberes. Lo aburrido es todo lo demás: la televisión, las redes sociales, las videoconsolas y por eso que son aburridas, no las tienen (o al menos no las tenían la última vez que los visité).

Lo absurdo: Hoy los democráticos padres y estudiantes reclaman la desaparición de las "reválidas"; Ayer los democráticos padres y estudiantes luchaban por la "eliminación de los deberes" y Mañana esos mismos democráticos padres y estudiantes asaltarán las calles demandando a voz en grito "calidad de enseñanza".

¿Quién lo entiende?

En Estados Unidos los candidatos políticos hacen lo que en España: convertir la política en un espectáculo para atraer a más público. Algo así hizo ya en su día la Iglesia: decidió que ya estaba bien de cánticos gregorianos y que el pop en la liturgia movería a los jóvenes a la Fe. 
Y luego hay quien todavía se rasga las vestiduras porque a Bob Dylan le otorgan el Premio Nobel de Literatura... 

Así es el mundo de absurdo y de contradictorio.

En realidad es lo de costumbre: la Iglesia, que se las quiere dar de moderna, llega siempre tarde. Me pregunto qué pensarían esos modernos eclesiásticos, obsesionados por introducir el pop en las iglesias, al observar cómo renacía de repente el interés a nivel mundial por el cántico gregoriano y los monjes de Silos se convertían en los superventas de las Navidades. 
Resulta que el espectador actual necesita calma y recogimiento, y la única música a la que puede recurrir hoy en día para ayudarle a conseguirlo es la celta, la neo-mística druida-épica-forestal y similares, pero no hay ninguna, absolutamente ninguna buena música religiosa cristiana adaptada a la espiritualidad. La última música cristiana se detuvo en los tiempos hippys y se ha anquilosado en insulsas baladas o en una especie de rock de hombre con voz aguda, de mujer, al estilo de la voz de los castrati. Así pues, los hombres religiosos normales se ven obligados a recurrir al gregoriano medieval o a los coros de niños como Agnus Dei.
Y es que, se mire como se mire, el individuo necesita lugares de recogimiento y de meditación, igual que necesita la plaza del pueblo para bailar hasta caer rendido de puro agotamiento. El hombre necesita su hoguera de San Juan tanto como la meditación en el desierto. Pero en la época postmoderna en la que vivimos se mezcla todo con todo y lo que se consigue es lo mismo que se logra al mezclar todos los colores: el negro; o sea: la Nada. Tanta química y se han olvidado de los conocimientos de la Alquimia, en la que la mezcla no es simplemente una mezcla sino “algo más” y ese “algo más” es lo que se ignora en días como los nuestros, tan productivos científicamente en los que, sin embargo, únicamente se pretende alcanzar “lo más”.

En fin.

Como absurdo resulta también ese constante propósito de iniciar una Nueva Guerra Fría entre los Estados Unidos y Rusia. Me pregunto, realmente me lo pregunto, a quién beneficia un absurdo de esas características, quién está detrás de todos aquéllos que colaboran a difundir algo que es, sencillamente, falso. Falso porque nunca jamás en la historia de ambas naciones habían sido sus intereses y sus problemas tan similares como lo son hoy en día. No lo entiendo, francamente no lo entiendo y me gustaría que alguien me lo explicara porque no sé, todavía no lo sé, quién es el beneficiario de este absurdo.

La sociedad americana está –por lo que me cuentan- sumamente dividida. Existe por un lado una élite intelectual constantemente renovada por la élite intelectual que les llega de afuera; hay una élite económica que es además de élite, nómada, global e internacional; hay una élite política y mediática que lucha constantemente por mantener su situación al precio que sea y ello le implica en las cuestiones político-socio-económicas de su comunidad al mismo tiempo que en su resolución. Y al lado de esto, una masa que lucha por sobrevivir en un día a día lleno de líos insustanciales, de dires y diretes, de incultura y de dramas propios, ajenos y televisados. 
Pero si somos sinceros, habremos de convenir que esa es la misma situación en la que se encuentra Rusia, excepto por el hecho de que la élite intelectual no se renueva por los recién llegados; primero porque la situación económica no es tan atractiva; segundo porque aprender ruso no es asunto fácil; tercero, porque los los milenios de opresión y autoritarismo que ha sufrido el pueblo termina por mermar y doblegar la voluntad del más fuerte o por conducirlo a conductas tan neuróticamente despóticas como imprevisibles y el recién llegado nota una atmósfera de desconfiada amabilidad que no le hace sentirse cómodo. Así que el esfuerzo que los ciudadanos rusos han de hacer por su país es doble, triple e incluso cuádruple que el que han de llevar a cabo los americanos por el suyo. Eso exige fuerza. Cuando encima los rusos han de recomponer los destrozos de las revoluciones y de las guerras, cuando han de superar los años no de la "Guerra Fria" de la que todos hablan, sino los de la “Guerra Civil Fría” entre los convencidos bolcheviques y los callados disidentes,  Guerra Civil Fría de la que no suele hablarse, porque resulta más interesante dedicarse a escribir, - porque vende más aunque esté basada en puras especulaciones-, sobre la gran política entre las grandes y poderosas naciones que sobre los incidentes en los pequeños pueblos, pero que existir ha existido y existe, pueden ustedes imaginarse las enormes energías que los hombres y mujeres rusos han de desplegar para mantener en pie a un país de la extensión del suyo.

Pero volviendo al tema: muchos pretenden hacer nacer una Neo Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, igual que otros en España intentan re-iniciar la guerra civil entre fascistas y republicanos, al modo en que los científicos intentan re-vivir un mamut, esto es: tomando una prueba de adn y ya está. Como tenemos la “memoria genético-histórica” del mamut podemos re-producirlo en nuestros laboratorios y llenar el mundo de neo-mamuts.

Hmm.

La Guerra Fría terminó igual que los mamuts murieron: con el deshielo. 
La lucha actual por la hegemonía es una lucha por el Poder pero no está en absoluto marcada por la ideología como en su día lo estuvo la Guerra Fría por la simple y sencilla razón de que hoy la política real cuenta más que los principios, y la política real hoy en día se llama comercio. Comercio más que poder militar, por más que muchos lo quieran ignorar una y otra vez. La competencia entre Rusia y Estados Unidos es la misma lucha que puede existir entre dos países aliados a la hora de vender armamento militar a un tercero; la misma que puede existir en las Olimpiadas a la hora de competir por el primer puesto. Pero repito: “a” no es “a” y la competición entre los Estados Unidos y Rusia no es la que fue en la década de los 50 y siguientes. 
Lo siento por aquéllos que sueñan con intercambios de espías en los puentes de Berlín.

La distinción entre las actuaciones de unos y de otros, entre Alepo y Mosul es absurda. Igual que lo es esa división entre buenos (americanos) y malos (rusos). 

Es absurdo. 

En una guerra no hay ni buenos ni malos. Hay bestias luchando por sobrevivir. En una guerra de guerrillas como ésta en la que todos están contra todos, en la que cada uno de los componentes de la llamada “población civil” es al mismo tiempo un posible soldado, terrorista, militante, colaborador, o como ustedes quieran denominar, es complicadísimo decidir qué es mero ciudadano y ciudadano y algo más. Es algo que ni siquiera da tiempo a pensar. Lo escribí en su día. Lo repito ahora.


No. No he participado en ningún conflicto bélico. Pero sí en unas cuantas batallas de la vida cotidiana. Reflexionar adecuada y serenamente mientras se está dentro del combate es sumamente complicado y es justamente lo que más se valora. Algunos sólo son capaces de llevarse las manos a la cabeza y musitar “Dios mío”; otros gritan, lloran, vociferan pero no hacen nada; otros destrozan y rompen todo lo que tienen a mano; otros se esconden.... 
En esos momentos, sin embargo, el mayor problema lo representan los sociópatas que son los que menos miedo tienen a hacerse con las riendas. Y a causa seguramente de esos sociópatas son los hombres sensatos los que han de salir de su habitual recogimiento para alzar la voz en un intento, a veces desesperado e inútil, para que el resto de los miedosos, histéricos y coléricos recupere el juicio.

Eso en la vida normal. Imagínense ustedes en una guerra, y más en una guerra de fantasma. ¡Pero si hasta los Cascos Azules, los angelicales Cascos Azules, están envueltos en sangre y barro!

Los Estados Unidos y Rusia han de hacer frente común al problema del terrorismo islamista, (los rusos más que los americanos por la proximidad territorial); hacer frente a la debilidad de su economía (los rusos más que los americanos); a la debilidad de su sistema cultural (aquí los dos van a la par); a la corrupción (nuevamente a la par); al provincialismo (a la par); a mantener su área de influencia a través del comercio y del ejército (a la par y en colisión). 
La ideología que los mueve es la misma o parecida. 
Los métodos, parecidos o similares salvo en dos “pequeños” detalles, que son los que les conceden una gran ventaja a los rusos: el primero es que aunque los rusos escuchan y vigilan tanto o más que los americanos, son los americanos los que llevan la fama de escucha-conversaciones y segundo, que mientras los americanos, seguros de su posición, han descuidado la cuestión de la propaganda, los rusos les han tomado la delantera y han puesto en evidencia fallos que son innegables. Negar dichos fallos les ha concedido a los rusos la alabanza de muchos, especialmente de los que se consideran sometidos por las políticas de los "gringos" . Criticar a los rusos, en cambio, no les ha proporcionado a los americanos ninguna ventaja porque parecía más el resultado de una pataleta. 
Sí. La propaganda basada en la crítica veraz a los desaciertos ajenos es algo que ha cogido desprevenidos a los americanos, sobre todo porque aunque estaban acostumbrados a la crítica, porque la crítica forma parte del sistema democrático, nunca pensaron que dicha crítica podría venir de alguien tan criticable en su democracia como Rusia y mucho menos aún pensaron que las críticas provinientes de Rusia podrían ser tomadas tan en consideración como han sido. 
Cuando los americanos han querido reaccionar ha sido mal y tarde. 
Y desde luego esta historia de la Neo-Guerra Fria, sacada de no se sabe dónde y promovida por no se sabe quién, no les conduce a nada: ni a los americanos ni a los rusos.

En conclusión: ambos, americanos y rusos, han de resolver en estos momentos dos grandes conflictos y sólo unidos pueden lograrlo: el uno, ya lo hemos dicho, es el terrorismo-emigración-islamista; el segundo, es China. 
La influencia de China a escala mundial es cada vez mayor. Pero China, que ha abolido la ley del hijo único y cuyo desarrollo económico-intelectual-político-militar aumenta imparablemente no es simplemente un país. China es una civilización y una civilización prácticamente indestructible porque está basada en “la armonía de los contrarios”. Frente a una civilización así no hay nada que hacer. ¿Han visto ustedes las películas épicas chinas? Cada individuo un guerrero. El núcleo duro de las fuerzas efectivas no está formado por soldados sino por guerreros, cada uno de los cuales vale por un ejército y une sus fuerzas a otro guerrero por principios y por ideas eternas. Los soldados son peones y cualquier peón puede ser en un momento dado un soldado porque el soldado no sigue a la Patria, sigue al guerrero y a los principios del guerrero. 
Eso es la “armonía de los contrarios”: un país de millones de habitantes del que salen disciplinadamente miles de ellos para construir en un mes una central nuclear en algún sitio de África y que al mismo tiempo valora y fomenta la individualidad como virtud de virtudes. Es el guerrero el que decide entre "sí" o el "no". 
En una civilización de mil millones de ciudadanos que actúan en perfecta cohesión y se comportan con irreprochable disciplina es el individuo el que decide los principios que quiere seguir. 
Si esto sucede en el plano filosófico, por así decirlo, imagínense cuánta “armonia de los contrarios” no existirá en los niveles económico-político-socio-militares.

Pero como lo absurdo se impone, rusos y americanos siguen prefiriendo jugar a las guerras de antaño, que justamente porque pertenecen al ayer han quedado obsoletas para el hoy. Quizás se deba a la nostalgia otoñal. Recordar tiempos pasados por aquéllo de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y porque, desde un punto de vista subjetivo, tal vez incluso lo fueran. En aquel tiempo el mundo conocido estaba repartido en dos, siguiendo el código del equilibrio y de la armonía heracliteana, basada en una tensión y guerra entre los contrarios, ¿recuerdan?, tensión que estaba sometida al Logos, como unidad última, pero tensión al fin y al cabo, como en el arco y en la lira. Pueden ustedes imaginarse el asombro que debe causarles a todos ellos, rusos y americanos, ambos ilustrados de pro y firmes creyentes del Logos, (“En el principio fue el Logos”), que de repente y casi sin hacerse notar, venga Pitágoras, Pitágoras el Oriental, hasta el Centro de la Corte Mundial y les diga a rusos y a americanos que hay algo más allá de ese Logos, algo que supera a ese Logos, y que ese "algo" se llama “Armonía”. 
Muchos creen que la Armonía de los contrarios china se refiere simplemente a las cuestiones económicas, pero esto no es del todo cierto. Es verdad que las cuestiones económicas y políticas ocupan un importante espacio en esa armonía de los contrarios pero no es lo único.
La armonía de los contrarios china es pitagórica se mire por donde se mire porque la armonía de los contrarios pitagórica, igual que la china, se refiere también a la ética y a la metafísica. 
La armonía de los contrarios china es pitagórica porque al igual que ésta también se refiere a la Armonía de los contrarios en el número: entre lo limitado de la masa y lo ilimitado del individuo, entre lo ilimitado de la masa y lo limitado del individuo; entre lo macro y lo micro; entre lo que es el hombre como persona y lo que es el hombre en el cosmos.... 
La nueva idea en China - la de recuperar la tradición que el maoismo arrolló -, forma parte de esta armonía de los contrarios: la de aunar el progreso con el nuevo interés por la naturaleza, que representa aunque muchos lo ignoren, el interés por la tradición. 
Naturaleza, es sinónimo de Tradición.

Heráclito versus Pitágoras es lo que realmente interesa dirimir ahora en todos los planos y no sólo en el geopolítico sino también en el metafísico.

Pero como nada de esto es absurdo, los rusos y los americanos prefieren llenar hojas de papel couché y horas de reportajes hablando y elucubrando acerca de las diferencias irreconciliables entre los dos países porque esto sí es absurdo y lo absurdo, ya digo, es lo que se lleva este Otoño.

Como absurda es la abstención del PSOE para permitir que el PP gobierne por “el bien de la Patria”. En primer lugar, si de verdad es eso lo que pensaban, en vez de acordar una abstención mejor hubieran hecho en pactar una coalición: al menos hubieran estado en el Poder y hubieran podido promover más fácilmente sus propias ideas y sus propios principios políticos. Pero una coalición, dicen, no hubiera sido políticamente sensato porque se hubieran hecho cómplices, dicen, de las ideas y principios conservadores. ¿Cómplices? Absurdo. En todo caso co-víctimas de las críticas ciudadanas. Por otra parte ¿les hace una coalición “cómplices” y no les hace “cómplices” una abstención? Aún más si cabe: porque con su abstención los socialistas permiten la formación de un gobierno con cuyos principios no pueden acordar una coalición sin que además eso, la abstención, les permita compartir el poder con los conservadores para de este modo, lograr frenar lo antes posible las reformas y leyes que se oponen a sus auténticos principios. Y al mismo tiempo los socialistas siguen siendo co-víctimas porque han permitido la composición de un gobierno que introduce reformas y leyes que no convencen a una parte de la sociedad, que no sé si será mayoritaria o no, pero desde luego bastante gritona sí y que tradicionalmente les ha votado a ellos, los socialistas, porque defendían unos determinados principios. 
Así que el PSOE permitirá con su abstención la formación de un gobierno con el cual no ha podido acordar una coalición, negándose así a participar del Poder y sus suciedades, pero ha caído en el barro. Y eso tanto si se mantiene en la Oposición el próximo periodo como si se une a una posible futura moción de censura.

El PSOE se ha autoinmolado por la Patria, al menos hay algunos socialistas que afirman que la abstención del PSOE se debe a que la Patria está por encima del Partido, pero esa autoinmolación es absurda porque primero: no sé si la Patria necesita autoinmolaciones; porque, segundo, esa autoinmolación exige la traición a sus propios valores y criterios y tercero, porque no se sabe cuánto tiempo puede pasar antes de que los socialistas estén hartos de autoinmolaciones que traicionan sus principios políticos y que, además, únicamente encubren luchas de poder internas.

Una coalición en toda regla hubiera sido más sensato. La coalición no hubiera exigido la autoinmolación sino la colaboración, el diálogo y el consenso del que tanto suelen hablar cuando de lo que se trata es de que los demás acepten sus propuestas, y no hubiera supuesto una traición ni a la patria ni a sus principios sino una lucha desde dentro por la consecución de los propios valores e ideas político-económicas que consideran de vital importancia para el bienestar de la patria.
Pero si tanto tanto importaban los valores y los principios socialistas que acordar una coalición era imposible, desde luego el “no es un no” es lo más honesto.

Dado que ninguna de estas dos posibilidades era absurda, ninguna de las dos, por tanto, podía ser tenida en cuenta.

Hay más casos absurdos: como el de esos padres cuya hija ha desaparecido y después de buscarla mediáticamente, mediáticamente se pelean al modo de la “guerra de los Rose”; el de la construcción de campos de golf donde la carencia de agua es manifiesta; la cultura de la incultura; periódicos que escriben noticias pero que no informan; que ofrecen temas para el small talk pero que no explican qué sucede, de modo y manera que las teorías conspiracionistas son las que hoy en día tienen y mantienen el monopolio de la información, falsa o verdadera, acerca de la  política, la economía y el devenir de los acontecimientos; la existencia de literatura para hombres y literatura especialmente pensada para mujeres en tiempos de igualdad de géneros; publicar sin corregir, que es lo que yo una y otra vez hago...

Y aún hay todavía quién que se atreve a decir que la muerte es un absurdo....

¡Ja!

La bruja ciega.



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