Una amiga española me llama y me anima a leer alguno de los libros de Oriana Facelli
para que me entere de una vez por todas qué es el islam. “No”, le contesto. “Con
Oriana Facelli me pasaría lo mismo que me pasa con los documentales sobre la miseria y
las enfermedades que padecen algunos sectores de la sociedad.” “No veo la
similitud”, me dice asombrada. “Una de dos”, le explico, “o te recreas en el
dolor y en el padecimiento ajeno, lo cual te convierte en un voyeur o te decides a abandonar tu cómoda existencia y todo lo que en ella posees para ponerte al servicio de esos marginados.” “Sigo
sin entender”, insiste. “Bien” – le aclaro pacientemente- “Lees los libros de Oriana Facelli ¿y?
O los lees como se lee una novela de ficción: para pasar el rato y evadirte de la
realidad, de tú realidad, o tienes que salir a la calle envuelto en odio contra cualquier
musulmán que encuentres por la calle por muy desconocido y santo que ése musulmán sea, o
empiezas a organizar una noche de San Bartolomé a gran escala. La primera
actitud te convierte en un cínico; la segunda en un resentido y la tercera en
un monstruo. Una persona que como yo, es hija del Concilio Vaticano Segundo,
nieta de la masonería francesa y bisnieta de judíos conversos casados en segundas
nupcias con mudéjares, en terceras con
mozárabes y en cuarta con cristianos, no puede considerar apropiada ninguna de
esas tres posibilidades. Pero es que además sigo sin entender cómo unos cuántos
pueden lograr hacernos desistir de los valores y de las virtudes de nuestra civilización estando vivos dichos valores y dichas virtudes. Y si están muertos ¿qué importan ya? En vez de
ocuparnos de lo que los otros pretenden hacer con nuestra cultura deberíamos
dedicarnos a pensar qué estamos haciendo nosotros con ella y de ella. Si sus grandes
virtudes descansan únicamente en poder tomar vino y cerveza cuando nos apetezca
y andar desnudos por la playa, no seré yo quién se apresure a defenderla, a no
ser que se trate, claro, de un vino al estilo de "in vino veritas" y de un desnudo al modo de un adonis greco-romano, de un “Nacimiento
de Venus” de Botilleci, o de un de “Las puertas del ocaso” de Hebert James Draper.”
En resumen: que o el vino y el desnudo van acompañados de arte y conocimiento o
no tienen sentido. Mi miedo es que estemos tan preocupados por el consumo y
mantenimiento de los dos primeros que hayamos olvidado el cuidado de los dos
segundos. Eso sí que nos convertiría en víctimas propiciatorias, no sólo para
ellos, para cualquiera lo suficientemente salvaje y lo suficientemente
constante para intentarlo. Cuando una cultura muere, pocas veces es posible determinar con exactitud si son sus propias deficiencias o los enemigos externos, o una suma de ambos, los causantes de su muerte. Ahora bien, una sociedad que culpa a los profesores de la
miseria de la educación y no a las playstation de los alumnos, y a las
aspiraciones de autodesarrollo de los padres, es una sociedad cuya
supervivencia peligra. Una sociedad igualitarista que basa su igualitarismo en
el victimismo y no en la meritocracia, es una sociedad que corre el peligro de
venirse abajo...” Antes de haber terminado,
mi amiga farfulla una incomprensible excusa y cuelga el teléfono
apresuradamente. Sospecho que no ha entendido ni una sola de mis palabras. Dudo
mucho que vuelva a saber de ella en un largo periodo de tiempo. Debe ser mi
destino: hacer amigos, que tanto aconsejaba Voltaire, no es mi fuerte. La de
los rusos, al parecer, tampoco. Por un lado firman una alianza, nada menos que militar, con los mismos que hace
unos meses les impusieron dolorosas sanciones económicas que ellos, hasta ahí podríamos llegar, se encargaron de equilibrar con
las correspondientes contrasanciones; por otro, establecen contratos de gas con su granero turco. Por si fuera poco, se introducen en un mismo conflicto al lado
de sus archienemigos norteamericano y prosiguen su amistosa relación con China, a
pesar de que ésta amenaza con invadirla desde Siberia. Al día de hoy seguimos
sin saber si los rusos son los últimos ilustrados o los primeros rufianes; si son titanes, los nuevos cruzados o simplemente
temerarios. Seguimos sin saber si son los guardianes de Europa en el sentido de
defensores o los guardianes, en el sentido de vigilantes. Y seguimos sin ser
capaces de vislumbrar si el conflicto que hoy se ha iniciado con Turquía, y de cuya posibilidad Turquía ya avisó hace una semana caso de que los rusos
persistíeran en sus bravuconadas por el espacio aéreo turco, va a tener consecuencias militares o no. Y es que resulta igualmente difícil, no sé ni cuántas veces lo he escrito ya, analizar el fundamento último en el que reposa la existencia de unas alianzas en la que
todos y ninguno son amigos por aquéllo de la vaciedad del principio del Todo en
el Uno y el Uno en el Todo según el cual cada uno ha de atender a sus propios
intereses porque la realidad de cada uno es
la realidad real; o por el sinsentido de ese “a” es igual a “a” que como tautología
no está mal pero que es imposible trasladar a la realidad salvo que se trate de
una realidad virtual en la que, en efecto, todo es posible porque precisamente
por virtual es flexible, moldeable y alineal en tanto en cuanto puntual,
incomunicado y no necesariamente comunicable con los otros puntos.
La OTAN se reúne a toda prisa. ¿Sigue siendo Rusia un aliado? Si algo ha dejado claro Putin en uno de los videos en los que comenta lo sucedido es el doble juego de Turquía. En realidad no dice más que lo que ya todos sabíamos. Lo novedoso es que un lider político se atreva a expresarlo en voz alta.¿Qué pasará con Turquía y sus relaciones con la OTAN si Turquía sigue jugando su doble juego que cada vez es menos doble? ¿Qué pasa si la OTAN, de repente, decide lanzarse a una cruzada contra todo el mundo islámico o si Turquía decide apoyar a sus propios intereses que consisten en la defensa y reunificación del mundo de su religión? ¿Seguirán en pie las alianzas? ¿Qué pasa si el IS en vez de disolverse aglutina cada vez más a más seguidores a medida que los bandos se radicalizan?¿Cómo es posible que los americanos tengan más miedo a los refugiados, a los que pueden controlar, que al salmón genéticamente modificado, cuyas consecuencias difícilmente pueden predecir antes de su consumo? ¿Que pensar ante el hecho de que Europa y los Estados Unidos tengan más miedo a los refugiados que a los dirigentes de Arabia Saudí con los que siguen cerrando provechosos y jugosos contratos mientras ruedan las cabezas de los sentenciados y resuenan los látigos? Tan pronto "a" es "a" aunque se trate de diferentes "a", como "a" no es "a" aunque ambas "a" son iguales. Lo dije y lo repito: un hipotético puente Estambul-Berlín sería un puente tan inestable como el que lo es el puente Moscú-París debido a las sanciones y contra-sanciones económicas, si no más.
El tiempo de los espejos deformantes y deformadores va llegando a su fin. El posicionamiento a un lado u otro es lo que a partir de ahora va a desarrollarse en el juego internacional. Los conflictos mostrarán y demostrarán que no se puede ser amigo de todo el mundo, del mismo modo que no se puede perdonar ni amar a todo el mundo, ni siquiera al prójimo más prójimo. Los conflictos nos forzarán con cada vez más insistencia a enfrentarnos a nosotros mismos: a nuestras prioridades, a nuestras convicciones, a nuestros odios y a nuestras contradicciones. En estos momentos Turquía es un elemento de inestabilidad tanto respecto al exterior como al interior. Diferentes ideas, direcciones e ideologías conviven en constante fricción. Sin embargo, una de esas líneas parece estar imponiéndose lenta pero inexorablemente en el país otomano y no creo, sinceramente, que sea la más adecuada para Europa. La OTAN tendrá, tarde o temprano, que replantearse no sólo sus alianzas; también los miembros que la componen. Las circunstancias cambian. Los intereses de ayer no son los de hoy. Hace un par de semanas Turquía avisó amigablemente a Rusia de que podría pasar lo que ha pasado, es cierto. Y suele decirse que "el que avisa no es traidor". No. Turquía no es traidora. Turquía avisa. Y este ataque al avión ruso es un aviso no sólo a los rusos, también a Occidente y a sus propios colegas de la OTAN, de que por encima de todo y ante todo están sus intereses y sus intereses no pueden desligarse de los intereses de la zona, de la religión musulmana y de la cultura a la que pertenece. Esto en absoluto es criticable. Ni siquiera Putin, en su calmada y contenida ira al pronunciar su discurso ante los medios de comunicación, lo critica. Incluso Putin lo comprende. Pero esta no-crítica y esta comprensión hacia los actos del rival no significa que debamos olvidar que se trata de un rival y de un rival no sólo poderoso, sino también ambicioso. Al contrario: Esto, justamente esto, es algo que que tener presente y bien presente.. A mí me hace gracia oir aquéllo de "no se debe permitir que el conflicto escale". El conflicto ya ha escalado. Ya hay un elemento disfuncional que antes no existía: un aliado, o al menos eso pensábamos hasta el momento, un socio económico, un amigo internacional: Turquía, ha disparado a un aliado y a un aliado tan poderoso y ambicioso como lo es la Turquía misma. Si eso no es "escalar" en una guerra de locos en la que cada fracción lucha contra las otras fracciones y nadie sabe quién es quién y todos quieren ser alguien: "el Uno en el Todo", díganme entonces qué es.
Es imprescindible que la OTAN reconsidere sus posiciones dentro de la OTAN mismo y será mejor que lo haga cuanto antes porque en otro caso es muy probable que las desconfianzas mutuas, los dobles agentes, los malentendidos, el digo pero dije pero diré, se acumulen e impidan aclarar una situación que necesita urgentemente ser aclarada.
En la paz es importante el diálogo y la comunicación. En la guerra, - y Francia-Hollande ha declarado que está en guerra- la sinceridad a la hora de determinar los amigos y los enemigos, los intereses y los objetivos, son los elementos más importantes. Más aún que los ejércitos. Los ejércitos son un medio para conseguir el fin, pero el ejército ha de conocer imperiosamente esos objetivos y a los aliados, del mismo modo que es de vital importancia que conozca al enemigo. En estos instantes ninguna infantería y ningún ejército puede actuar correctamente porque, digan lo que digan los periódicos, en la zona no hay un enemigo solamente: el IS; en la zona conviven cien enemigos diferentes y cien fracciones distintas que constantemente interrelacionan entre sí y esa interrelación significa que hoy somos aliados y manana no y lo pueden hacer porque el número de hombres que compone cada una de esas fracciones permite la comunicación, la negociación y la traición. Aquéllo es una guerra de Taifas y sí, en esa guerra de Taifas el IS es el rey más poderoso pero los otros reyes también existen.. Una guerra de Taifas es lo que Occidente no puede permitir en su interior y este es justamente el peligro al que se enfrenta desde hace mucho tiempo. No sé ni cuántas veces lo he escrito ya. Incluso en mi Blog Idas y Venidas-Desde el Asombro, lo advertí. La rivalidad que caracteriza las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, las sanciones y contrasanciones entre Rusia y la Unión Europea y los Estados Unidos, las desconfianza de Europa con respecto a las grandes superpotencias: Estados Unidos, Rusia, Turquía, China a las que, efectivamente necesita, pero de las que no quiere convertirse en satélite, permiten intuir grandes maremotos en las relaciones internacionales occidentales que deberían haber sido aclaradas antes de la proclamación de guerra de Francia-Hollande si no queremos agotar las energías solucionando los conflictos internos, de modo que no haya suficientes para combatir los externos.
Por si fuera poco, a esto hay que sumar un problema todavía más grave que afecta a la sociedad occidental y que a la larga puede desencadenar funestas consecuencias: Por un lado, los políticos y los medios de comunicación, piden a la población, a los ciudadanos, la necesidad de separar entre Islam y Terrorismo porque a pesar de que el terrorismo sea islamista, no todos los musulmanes son terroristas. Suena sensato. Pero por otro, hoy, Francia-Hollande-Valls pide que se cierren las fronteras europeas a los refugiados del Oriente Próximo porque entre ellos puede haber terroristas infiltrados. ¿En qué quedamos? ¿O son todos los que están o están todos los que son? ¿Tomamos a la parte por el todo, o no? Estas idas y venidas sumen a la sociedad en un terrible dilema: en la radicalización, en su radicalizacion. Donde radicalización no es lo mismo que ser radical. Lo radical, tal y como yo lo entiendo, es lo que la mística a la religión: individual e intransferible. Y la radicalización en cambio, podría equipararse con la religión: un pensamiento establecido, jerarquizado, en el que los comportamientos ortodoxos y la herejéticos están perfectamente determinados. La paulatina radicalización social puede conducirle a la consideración de que si no se deja entrar a los refugiados ante el peligro de que puedan tratarse de terroristas encubiertos, tampoco habrá de permitirse la residencia a musulmanes porque entre ellos, como ha quedado manifiesto en los atentados de París, también se encuentran terroristas infiltrados. Y puestos a seguir en la dirección pesimista, puede llegar un tercer momento en el que incluso los amigos no musulmanes de los musulmanes sean sospechosos de ser terroristas infiltrados, con lo cual, afuera con ellos.
Ése, a mi modo de ver, es el gran peligro al que la sociedad occidental se enfrenta con tantas idas y venidas políticas y mediáticas. Con tantos dires y diretes. Sé lo fácil que es caer en la retórica y lo fácil que es construir argumentos para vender y comprar. Pero en este momento no es eso lo que necesitamos. En estos momentos lo que la sociedad necesita es sinceridad para poder establecer juicios de valor en los que apoyar sus actos. En estos instantes la sociedad, o decide controlar la ideología y las intenciones de los refugiados que entran o acepta que no los puede controlar, que no puede determinar si son o no son terroristas y que por tanto no les permite la entrada y en ese caso, en efecto, levanta muros y murallas y dispara a matar a todo aquél que intente entrar, ya sea hombre, mujer o nino. Y a continuación, expulsa a todos los musulmanes y a sus familias con ellos, aunque estén casados con no-musulmanes, aunque ni siquiera sean practicantes, del continente europeo, porque tampoco en ese caso puede determinarse con seguridad si son o no son terroristas o, si la falta de perspectiva, falta de perspectiva que irá en aumento a medida que los prejuicios crezcan y la crisis económica se agudice (y se va a agudizar) pueden encaminarles, obligarles, o como ustedes lo quieran llamar, a convertirse en terroristas. Este puede ser el escenario de horror, las consecuencias catastrofales, si una sociedad cree que no puede controlar determinadas variables que vienen del exterior con raíces en el interior. A la larga, el miedo agudiza la agresividad y el pánico provoca estampidas. El miedo en este tema es algo que debería evitarse. No estaría de más que los ciudadanos se sintieran tranquilos; tan tranquilos como cogen el coche, a pesar de los accidentes de tráfico.
¿Creen ustedes que mis palabras son excesivas? Bien. Díganme entonces cuándo y dónde empieza y termina lo excesivo en una situación en la que las altas autoridades de un país piden que no se dé entrada a los refugiados del Próximo Oriente por la amenaza de terrorismo que suponen, cuando los atentados de París no han sido causados por ninguno de los refugiados sino por musulmanes franceses residentes en Francia. ¿Cuándo y dónde empiezan las medidas de seguridad "adecuadas y prudentes"? ¿ Cuándo y dónde termina "la escalación? ¿Cuándo y dónde empiezan los intereses electorales y electoralistas? ¿Cuándo y dónde termina lo "políticamente correcto"?
Repito lo dicho: en tiempos de paz los salones constituyen un lugar sumamente apropiado para encontrar socios con los que hacer negocios. En tiempos de guerra, en cambio, lo importante no son los socios sino los aliados y los aliados son aquéllos con los que nos unen los mismos intereses, los mismos objetivos y, sobre todo, los mismos enemigos.
Y con esto no estoy proponiendo medidas. Mucho menos aún medidas violentas. Estoy pidiendo claridad. Y sólo puede existir claridad cuando la sinceridad, y no los buenos modales ni el qué dirán, presiden nuestros actos. Claridad y sinceridad, no huecas palabras y vanos deseos. Y una vez que se han aclarado las cosas, fuerza moral para llevar a cabo las resoluciones tomadas y pactadas. En estos momentos existe un doble discurso: el que aparece en el exterior y el oculto que se murmulla tras las bambalinas. Por definición, el doble discurso nunca es sano, porque no contiene radicalidad sino radicalización y en la radicalización pocas veces se encuentra la virtud y menos aún, el sentido común.
La radicalidad, ya lo he dicho, es una virtud individual. La radicalización, no. Pero a medida que el conflicto armado, con "escalación" o sin "escalación", se intensifique, la radicalización será no sólo un hecho, quizás entonces sea incluso una necesidad, del mismo modo que también lo es la religión, en el sentido de religare. Una sociedad en paz requiere de hombres radicales, que protegen su virtud y su cerebro individual.
Una sociedad en guerra precisa, lo sabemos todos, de la radicalización; de ahí el papel tan importante que cumple la propaganda. Así que la primera pregunta que tienen que contestarnos : ¿estamos o no estamos en guerra?; la segunda: ¿contra quién? Contra los terroristas, sí pero ¿como luchar contra los terroristas si los terroristas no llevan su rango de terroristas clavado en la solapa? Todos los refugiados pueden ser terroristas, se dice y por tanto, hay que cerrar fronteras. Prudente decisión. Pero ¿todos los musulmanes pueden ser también terroristas teniendo en cuenta que la falta de perspectiva, como se ha dicho es un motivo para convertirse en terrorista y dados los prejuicios y el crecimiento de la crisis económica esa falta de perspectiva va, igualmente a aumentar?; la tercera ¿quiénes son nuestros aliados? ¿Pueden ser nuestros aliados países de religión musulmanes tan poderosos como ambicioso?
Es hora,creo yo, de que los políticos, los medios de comunicación y la sociedad, contesten a estas tres preguntas, antes de llenar los foros públicos con palabras y frases de las que nadie sabe si ignorar, porque únicamente pretenden ocupar tiempo y espacio, o tomarlas en serio, y entonces analizar minuciosamente cuáles son las consecuencias a las que esas palabras conducen y podrían conducir, en cuyo caso el ciudadano normal temblaría de espanto.
En lo que a Rusia se refieren, ya sabemos todos que los rusos tienen pocos amigos por más que se esfuercen en incentivar las relaciones. Pero es que incluso cuando dicen la verdad, ignoro el motivo, se desconfía de sus palabras y mucho más aún de sus intenciones. Me pregunto si ello se debe a la sensatez, a la prudencia, al miedo o a los prejuicios de quienes les conocen bien. Yo, lo confieso, no conozco de ellos más que lo que las películas de la guerra fría contaban y, francamente, dichas cintas no pertenecían al tipo de filmografía que más me interesaba en aquél tiempo.
La OTAN se reúne a toda prisa. ¿Sigue siendo Rusia un aliado? Si algo ha dejado claro Putin en uno de los videos en los que comenta lo sucedido es el doble juego de Turquía. En realidad no dice más que lo que ya todos sabíamos. Lo novedoso es que un lider político se atreva a expresarlo en voz alta.¿Qué pasará con Turquía y sus relaciones con la OTAN si Turquía sigue jugando su doble juego que cada vez es menos doble? ¿Qué pasa si la OTAN, de repente, decide lanzarse a una cruzada contra todo el mundo islámico o si Turquía decide apoyar a sus propios intereses que consisten en la defensa y reunificación del mundo de su religión? ¿Seguirán en pie las alianzas? ¿Qué pasa si el IS en vez de disolverse aglutina cada vez más a más seguidores a medida que los bandos se radicalizan?¿Cómo es posible que los americanos tengan más miedo a los refugiados, a los que pueden controlar, que al salmón genéticamente modificado, cuyas consecuencias difícilmente pueden predecir antes de su consumo? ¿Que pensar ante el hecho de que Europa y los Estados Unidos tengan más miedo a los refugiados que a los dirigentes de Arabia Saudí con los que siguen cerrando provechosos y jugosos contratos mientras ruedan las cabezas de los sentenciados y resuenan los látigos? Tan pronto "a" es "a" aunque se trate de diferentes "a", como "a" no es "a" aunque ambas "a" son iguales. Lo dije y lo repito: un hipotético puente Estambul-Berlín sería un puente tan inestable como el que lo es el puente Moscú-París debido a las sanciones y contra-sanciones económicas, si no más.
El tiempo de los espejos deformantes y deformadores va llegando a su fin. El posicionamiento a un lado u otro es lo que a partir de ahora va a desarrollarse en el juego internacional. Los conflictos mostrarán y demostrarán que no se puede ser amigo de todo el mundo, del mismo modo que no se puede perdonar ni amar a todo el mundo, ni siquiera al prójimo más prójimo. Los conflictos nos forzarán con cada vez más insistencia a enfrentarnos a nosotros mismos: a nuestras prioridades, a nuestras convicciones, a nuestros odios y a nuestras contradicciones. En estos momentos Turquía es un elemento de inestabilidad tanto respecto al exterior como al interior. Diferentes ideas, direcciones e ideologías conviven en constante fricción. Sin embargo, una de esas líneas parece estar imponiéndose lenta pero inexorablemente en el país otomano y no creo, sinceramente, que sea la más adecuada para Europa. La OTAN tendrá, tarde o temprano, que replantearse no sólo sus alianzas; también los miembros que la componen. Las circunstancias cambian. Los intereses de ayer no son los de hoy. Hace un par de semanas Turquía avisó amigablemente a Rusia de que podría pasar lo que ha pasado, es cierto. Y suele decirse que "el que avisa no es traidor". No. Turquía no es traidora. Turquía avisa. Y este ataque al avión ruso es un aviso no sólo a los rusos, también a Occidente y a sus propios colegas de la OTAN, de que por encima de todo y ante todo están sus intereses y sus intereses no pueden desligarse de los intereses de la zona, de la religión musulmana y de la cultura a la que pertenece. Esto en absoluto es criticable. Ni siquiera Putin, en su calmada y contenida ira al pronunciar su discurso ante los medios de comunicación, lo critica. Incluso Putin lo comprende. Pero esta no-crítica y esta comprensión hacia los actos del rival no significa que debamos olvidar que se trata de un rival y de un rival no sólo poderoso, sino también ambicioso. Al contrario: Esto, justamente esto, es algo que que tener presente y bien presente.. A mí me hace gracia oir aquéllo de "no se debe permitir que el conflicto escale". El conflicto ya ha escalado. Ya hay un elemento disfuncional que antes no existía: un aliado, o al menos eso pensábamos hasta el momento, un socio económico, un amigo internacional: Turquía, ha disparado a un aliado y a un aliado tan poderoso y ambicioso como lo es la Turquía misma. Si eso no es "escalar" en una guerra de locos en la que cada fracción lucha contra las otras fracciones y nadie sabe quién es quién y todos quieren ser alguien: "el Uno en el Todo", díganme entonces qué es.
Es imprescindible que la OTAN reconsidere sus posiciones dentro de la OTAN mismo y será mejor que lo haga cuanto antes porque en otro caso es muy probable que las desconfianzas mutuas, los dobles agentes, los malentendidos, el digo pero dije pero diré, se acumulen e impidan aclarar una situación que necesita urgentemente ser aclarada.
En la paz es importante el diálogo y la comunicación. En la guerra, - y Francia-Hollande ha declarado que está en guerra- la sinceridad a la hora de determinar los amigos y los enemigos, los intereses y los objetivos, son los elementos más importantes. Más aún que los ejércitos. Los ejércitos son un medio para conseguir el fin, pero el ejército ha de conocer imperiosamente esos objetivos y a los aliados, del mismo modo que es de vital importancia que conozca al enemigo. En estos instantes ninguna infantería y ningún ejército puede actuar correctamente porque, digan lo que digan los periódicos, en la zona no hay un enemigo solamente: el IS; en la zona conviven cien enemigos diferentes y cien fracciones distintas que constantemente interrelacionan entre sí y esa interrelación significa que hoy somos aliados y manana no y lo pueden hacer porque el número de hombres que compone cada una de esas fracciones permite la comunicación, la negociación y la traición. Aquéllo es una guerra de Taifas y sí, en esa guerra de Taifas el IS es el rey más poderoso pero los otros reyes también existen.. Una guerra de Taifas es lo que Occidente no puede permitir en su interior y este es justamente el peligro al que se enfrenta desde hace mucho tiempo. No sé ni cuántas veces lo he escrito ya. Incluso en mi Blog Idas y Venidas-Desde el Asombro, lo advertí. La rivalidad que caracteriza las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia, las sanciones y contrasanciones entre Rusia y la Unión Europea y los Estados Unidos, las desconfianza de Europa con respecto a las grandes superpotencias: Estados Unidos, Rusia, Turquía, China a las que, efectivamente necesita, pero de las que no quiere convertirse en satélite, permiten intuir grandes maremotos en las relaciones internacionales occidentales que deberían haber sido aclaradas antes de la proclamación de guerra de Francia-Hollande si no queremos agotar las energías solucionando los conflictos internos, de modo que no haya suficientes para combatir los externos.
Por si fuera poco, a esto hay que sumar un problema todavía más grave que afecta a la sociedad occidental y que a la larga puede desencadenar funestas consecuencias: Por un lado, los políticos y los medios de comunicación, piden a la población, a los ciudadanos, la necesidad de separar entre Islam y Terrorismo porque a pesar de que el terrorismo sea islamista, no todos los musulmanes son terroristas. Suena sensato. Pero por otro, hoy, Francia-Hollande-Valls pide que se cierren las fronteras europeas a los refugiados del Oriente Próximo porque entre ellos puede haber terroristas infiltrados. ¿En qué quedamos? ¿O son todos los que están o están todos los que son? ¿Tomamos a la parte por el todo, o no? Estas idas y venidas sumen a la sociedad en un terrible dilema: en la radicalización, en su radicalizacion. Donde radicalización no es lo mismo que ser radical. Lo radical, tal y como yo lo entiendo, es lo que la mística a la religión: individual e intransferible. Y la radicalización en cambio, podría equipararse con la religión: un pensamiento establecido, jerarquizado, en el que los comportamientos ortodoxos y la herejéticos están perfectamente determinados. La paulatina radicalización social puede conducirle a la consideración de que si no se deja entrar a los refugiados ante el peligro de que puedan tratarse de terroristas encubiertos, tampoco habrá de permitirse la residencia a musulmanes porque entre ellos, como ha quedado manifiesto en los atentados de París, también se encuentran terroristas infiltrados. Y puestos a seguir en la dirección pesimista, puede llegar un tercer momento en el que incluso los amigos no musulmanes de los musulmanes sean sospechosos de ser terroristas infiltrados, con lo cual, afuera con ellos.
Ése, a mi modo de ver, es el gran peligro al que la sociedad occidental se enfrenta con tantas idas y venidas políticas y mediáticas. Con tantos dires y diretes. Sé lo fácil que es caer en la retórica y lo fácil que es construir argumentos para vender y comprar. Pero en este momento no es eso lo que necesitamos. En estos momentos lo que la sociedad necesita es sinceridad para poder establecer juicios de valor en los que apoyar sus actos. En estos instantes la sociedad, o decide controlar la ideología y las intenciones de los refugiados que entran o acepta que no los puede controlar, que no puede determinar si son o no son terroristas y que por tanto no les permite la entrada y en ese caso, en efecto, levanta muros y murallas y dispara a matar a todo aquél que intente entrar, ya sea hombre, mujer o nino. Y a continuación, expulsa a todos los musulmanes y a sus familias con ellos, aunque estén casados con no-musulmanes, aunque ni siquiera sean practicantes, del continente europeo, porque tampoco en ese caso puede determinarse con seguridad si son o no son terroristas o, si la falta de perspectiva, falta de perspectiva que irá en aumento a medida que los prejuicios crezcan y la crisis económica se agudice (y se va a agudizar) pueden encaminarles, obligarles, o como ustedes lo quieran llamar, a convertirse en terroristas. Este puede ser el escenario de horror, las consecuencias catastrofales, si una sociedad cree que no puede controlar determinadas variables que vienen del exterior con raíces en el interior. A la larga, el miedo agudiza la agresividad y el pánico provoca estampidas. El miedo en este tema es algo que debería evitarse. No estaría de más que los ciudadanos se sintieran tranquilos; tan tranquilos como cogen el coche, a pesar de los accidentes de tráfico.
¿Creen ustedes que mis palabras son excesivas? Bien. Díganme entonces cuándo y dónde empieza y termina lo excesivo en una situación en la que las altas autoridades de un país piden que no se dé entrada a los refugiados del Próximo Oriente por la amenaza de terrorismo que suponen, cuando los atentados de París no han sido causados por ninguno de los refugiados sino por musulmanes franceses residentes en Francia. ¿Cuándo y dónde empiezan las medidas de seguridad "adecuadas y prudentes"? ¿ Cuándo y dónde termina "la escalación? ¿Cuándo y dónde empiezan los intereses electorales y electoralistas? ¿Cuándo y dónde termina lo "políticamente correcto"?
Repito lo dicho: en tiempos de paz los salones constituyen un lugar sumamente apropiado para encontrar socios con los que hacer negocios. En tiempos de guerra, en cambio, lo importante no son los socios sino los aliados y los aliados son aquéllos con los que nos unen los mismos intereses, los mismos objetivos y, sobre todo, los mismos enemigos.
Y con esto no estoy proponiendo medidas. Mucho menos aún medidas violentas. Estoy pidiendo claridad. Y sólo puede existir claridad cuando la sinceridad, y no los buenos modales ni el qué dirán, presiden nuestros actos. Claridad y sinceridad, no huecas palabras y vanos deseos. Y una vez que se han aclarado las cosas, fuerza moral para llevar a cabo las resoluciones tomadas y pactadas. En estos momentos existe un doble discurso: el que aparece en el exterior y el oculto que se murmulla tras las bambalinas. Por definición, el doble discurso nunca es sano, porque no contiene radicalidad sino radicalización y en la radicalización pocas veces se encuentra la virtud y menos aún, el sentido común.
La radicalidad, ya lo he dicho, es una virtud individual. La radicalización, no. Pero a medida que el conflicto armado, con "escalación" o sin "escalación", se intensifique, la radicalización será no sólo un hecho, quizás entonces sea incluso una necesidad, del mismo modo que también lo es la religión, en el sentido de religare. Una sociedad en paz requiere de hombres radicales, que protegen su virtud y su cerebro individual.
Una sociedad en guerra precisa, lo sabemos todos, de la radicalización; de ahí el papel tan importante que cumple la propaganda. Así que la primera pregunta que tienen que contestarnos : ¿estamos o no estamos en guerra?; la segunda: ¿contra quién? Contra los terroristas, sí pero ¿como luchar contra los terroristas si los terroristas no llevan su rango de terroristas clavado en la solapa? Todos los refugiados pueden ser terroristas, se dice y por tanto, hay que cerrar fronteras. Prudente decisión. Pero ¿todos los musulmanes pueden ser también terroristas teniendo en cuenta que la falta de perspectiva, como se ha dicho es un motivo para convertirse en terrorista y dados los prejuicios y el crecimiento de la crisis económica esa falta de perspectiva va, igualmente a aumentar?; la tercera ¿quiénes son nuestros aliados? ¿Pueden ser nuestros aliados países de religión musulmanes tan poderosos como ambicioso?
Es hora,creo yo, de que los políticos, los medios de comunicación y la sociedad, contesten a estas tres preguntas, antes de llenar los foros públicos con palabras y frases de las que nadie sabe si ignorar, porque únicamente pretenden ocupar tiempo y espacio, o tomarlas en serio, y entonces analizar minuciosamente cuáles son las consecuencias a las que esas palabras conducen y podrían conducir, en cuyo caso el ciudadano normal temblaría de espanto.
En lo que a Rusia se refieren, ya sabemos todos que los rusos tienen pocos amigos por más que se esfuercen en incentivar las relaciones. Pero es que incluso cuando dicen la verdad, ignoro el motivo, se desconfía de sus palabras y mucho más aún de sus intenciones. Me pregunto si ello se debe a la sensatez, a la prudencia, al miedo o a los prejuicios de quienes les conocen bien. Yo, lo confieso, no conozco de ellos más que lo que las películas de la guerra fría contaban y, francamente, dichas cintas no pertenecían al tipo de filmografía que más me interesaba en aquél tiempo.
Mis amigos también son escasos, ya lo he dicho. No obstante empiezo a pensar que esto, lejos de constituir una tragedia, me libra de unos cuantos graves conflictos. Quizás si consideramos atentamente la biografía de Voltaire comprenderemos que su consejo de hacer amigos revelaba más bien una aspiración ideal del escritor que una realidad.
En cualquier caso el espectador tenía razón: el juego al que hoy en día parece jugar más de
uno es “Cumplánse las profecías”.
Lástima que más que profecías parezcan graznidos de pájaros de mal agüero.
Algunos gritan "guerra, guerra" en el mismo tono en el que otros predican "paz, paz". En La Piel de Toro resulta asombroso que los que más contundencia piden la paz sean los mismos que hace un par de meses regalaban "Juego de tronos" a su rey y que en un plató de televisión afirmaban con toda la acostumbrada serenidad que les caracteriza, incluso cuando se enfadan e insultan, que la violencia de las imágenes de "Juego de Tronos" es comparable, o al menos ellos lo hacen, con la violencia del cuento Hans y Gretel. "a" es "a", porque lo digo yo, poque yo, a partir de ese principio del Todo en el Uno y el Uno en el Todo que me permite crear una realidad virtual y considerarla como real porque es mi realidad, así lo he decidido.
En fin... Estos pacifistas ideológicos me asombran.
Pero claro, ya saben ustedes lo proclive que soy al asombro...
Algunos gritan "guerra, guerra" en el mismo tono en el que otros predican "paz, paz". En La Piel de Toro resulta asombroso que los que más contundencia piden la paz sean los mismos que hace un par de meses regalaban "Juego de tronos" a su rey y que en un plató de televisión afirmaban con toda la acostumbrada serenidad que les caracteriza, incluso cuando se enfadan e insultan, que la violencia de las imágenes de "Juego de Tronos" es comparable, o al menos ellos lo hacen, con la violencia del cuento Hans y Gretel. "a" es "a", porque lo digo yo, poque yo, a partir de ese principio del Todo en el Uno y el Uno en el Todo que me permite crear una realidad virtual y considerarla como real porque es mi realidad, así lo he decidido.
En fin... Estos pacifistas ideológicos me asombran.
Pero claro, ya saben ustedes lo proclive que soy al asombro...
La bruja ciega
(con un terrible dolor de cabeza)
(No es para menos)
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